martes, 22 de julio de 2025

Lo no idéntico y el agujero en la verdad: de Frege a Lacan

Frege logra establecer un inicio lógico para la serie numérica porque introduce algo que resiste al principio de identidad: aquello que no es idéntico a sí mismo. Sin embargo, esta inclusión inaugura una dificultad central. Según el principio leibniziano —“son idénticas aquellas cosas que pueden sustituirse unas por otras sin alterar la verdad”—, lo no idéntico no puede entrar en la sustitución. Y si no entra en la sustitución, es decir, no participa de la serie, entonces cabe preguntarse:
¿de qué naturaleza es aquello que no puede sustituirse?

Lo no idéntico, al no poder ser intercambiado sin que la verdad se altere, afecta la consistencia misma de la verdad. El problema que se abre no es solo lógico o filosófico, sino fundamentalmente clínico, en tanto que la verdad, en psicoanálisis, es aquello que ha pasado por el Otro. Lo que no es idéntico a sí mismo, entonces, señala algo que no pasó por el Otro, algo que no se inscribe en la cadena significante y cuya existencia irrumpe como retorno fuera de serie.

En el Seminario 9, Lacan inicia la construcción de una lógica del significante a partir de una crítica al principio de identidad. En ese movimiento, lo no idéntico se vuelve una figura de agujero, no como una falla a reparar, sino como punto estructurante. Donde Frege busca restaurar la consistencia que el no-idéntico pone en crisis, Freud ubica allí el núcleo mismo del aparato psíquico. Lacan lo formaliza como el punto axial de la estructura: correlativo al sujeto del inconsciente.

Esta divergencia señala una fractura irreductible entre la lógica formal fregeana y la praxis analítica. Por eso, Carlos Ruiz afirma con razón que “del número no sale el inconsciente”. La pregunta que late allí es:
¿qué inconsciente?
Uno que no se construye como serie ni como consistencia, sino como efecto del agujero que lo no idéntico introduce en la cadena del saber.

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