Lo no idéntico, al no poder ser intercambiado sin que la verdad se altere, afecta la consistencia misma de la verdad. El problema que se abre no es solo lógico o filosófico, sino fundamentalmente clínico, en tanto que la verdad, en psicoanálisis, es aquello que ha pasado por el Otro. Lo que no es idéntico a sí mismo, entonces, señala algo que no pasó por el Otro, algo que no se inscribe en la cadena significante y cuya existencia irrumpe como retorno fuera de serie.
En el Seminario 9, Lacan inicia la construcción de una lógica del significante a partir de una crítica al principio de identidad. En ese movimiento, lo no idéntico se vuelve una figura de agujero, no como una falla a reparar, sino como punto estructurante. Donde Frege busca restaurar la consistencia que el no-idéntico pone en crisis, Freud ubica allí el núcleo mismo del aparato psíquico. Lacan lo formaliza como el punto axial de la estructura: correlativo al sujeto del inconsciente.
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