martes, 16 de septiembre de 2025

Del deseo del Padre al Padre como deseante: un más allá del fantasma

La pregunta que formulamos aquí que Lacan formula al final de La angustia¿de qué estatuto es el deseo del Padre?— marca un verdadero punto de inflexión en su elaboración clínica. Abre la vía para pensar un más allá del fantasma, lo que implica también un más allá del Padre.

El Padre no es causa sui: lo femenino y el lugar de objeto en el sujeto ya habían señalado que la causa es siempre éxtima. En este contexto, el objeto a se redefine como resto de la cosa sabida, aquello que escapa al saber y no queda capturado por él.

Es importante distinguir este movimiento del que aparece años más tarde en RSI. Entre los seminarios 10 y 22 hay una distancia lógica: en el primero, Lacan busca una lógica que le permita trascender el entramado fantasmático; en el segundo, en cambio, ya ha construido una lógica distinta, allende el principio de contradicción.

La respuesta que ofrece en La angustia al problema del deseo del Padre es clara: el Padre es aquel que ha ido lo suficientemente lejos en la realización. Podría parecer que aquí se abre un horizonte de llegada, de coincidencia con la realización misma. Pero Lacan introduce una torsión decisiva: no se trata tanto del deseo del Padre, como de pensar al Padre como deseante.

Este pasaje conmueve los fundamentos de la transferencia: ¿cómo se articula transferencialmente el objeto a? La pluralización de los Nombres del Padre apunta justamente a habilitar un más allá del Sujeto Supuesto Saber. Sin este tránsito, ¿no se volvería complejo —o incluso imposible— abordar el problema del devenir analista?

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