El Seminario 18, De un discurso que no fuera del semblante, marca un punto de inflexión en la enseñanza de Lacan. Allí inaugura una nueva manera de pensar la sexuación del sujeto.
Lo que comienza a gestarse años antes se formaliza en este momento: el pasaje de una lógica atributiva a una lógica cuantificacional. La primera piensa un conjunto a partir de un atributo compartido por sus elementos; la segunda, en cambio, constituye el conjunto a partir de la manera en que cada elemento cae bajo una función.
Este viraje no supone abandonar la lógica atributiva fálica: más bien la engloba en un planteo más amplio. La función fálica no se limita a reunir elementos bajo un predicado dado, sino que se convierte en aquello que funda el conjunto mismo.
Este cambio trae aparejada una nueva formalización de la escritura. Lacan introduce la escritura de la función, inscribiendo la potencia simbólica de un paréntesis en blanco, espacio que se abre como lugar para el sujeto.
En este planteo se enlazan dos perspectivas:
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Las fórmulas de la sexuación, con su estructura cuantificacional.
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Los modos lógicos que éstas despejan, señalando las diversas formas en que el sujeto puede quedar afectado por la castración.
Ambas dimensiones se requieren mutuamente: lo cuantificacional aporta la función que habilita un lugar, mientras lo modal establece las condiciones lógicas de un inicio.
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