jueves, 25 de septiembre de 2025

Lo visual y la mirada, distinciones

Hace unos meses hablábamos de qué es un cuadro, que no quedó muy claro, de manera que vamos a ampliar esta información.

En la clase 9 del Seminario 11 (“Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”), Lacan introduce la diferencia entre lo visual y la mirada para despegarse de una concepción ingenua de la visión como simple registro de imágenes. La distinción es la siguiente:

  1. Lo visual / el campo de lo visible

    • Corresponde al dominio de lo que el ojo puede captar, lo que se despliega como imagen en el registro imaginario.

    • Es el correlato de la visión fisiológica y perceptiva: el ojo como órgano de la visión.

    • En términos lacanianos, es el orden de la representación: aquello que aparece como objeto del ojo, como si fuera transparente y disponible.

  2. La mirada / objeto a en lo visible

    • No se confunde con el acto de ver ni con el ojo que mira.

    • Es una función ligada al objeto a, es decir, al resto que queda fuera de toda simbolización.

    • La mirada no es lo que el sujeto ve, sino lo que lo mira a él desde el campo de lo visible.

    • Lacan lo formula con paradojas: “Yo veo desde un solo punto, pero en mi existencia soy mirado desde todas partes”.

    • La mirada es el punto opaco en lo visible, aquello que perturba la supuesta transparencia del ver y que introduce la dimensión del deseo y la castración en la visión.

En síntesis:

  • Lo visual remite a la imagen, lo que el ojo organiza en el campo de la visión.

  • La mirada, en cambio, es un objeto que no coincide con lo que se ve: es aquello que, desde la escena visual, “me mira” y me sitúa como sujeto en falta.

Por eso Lacan dice: La mirada es el objeto a en el campo de lo visible. No es el ojo ni la visión, sino la irrupción de un resto que desbarata la ilusión de dominar con la vista.

¿Y qué es un cuadro?

Lacan se sirve de la noción de cuadro en dos registros distintos pero articulables: el de la pintura (lo visible/la mirada) y el de la clínica (los “cuadros clínicos”).

En cuanto al cuadro pictórico, en el Seminario 11, cuando Lacan aborda la mirada, toma como ejemplo la pintura (Velázquez, Holbein, etc.). Ahí señala que el cuadro no es una simple ventana para mirar, como lo plantea la perspectiva clásica, sino un dispositivo que organiza la relación del espectador con la mirada. En la pintura se juega con la tensión entre lo que se ve (campo de lo visible) y lo que “mira” desde allí al espectador (la mirada como objeto a).

Veamos un ejemplo: en “Los embajadores” de Holbein, la anamorfosis funciona como mancha que revela la presencia de la mirada, el punto de opacidad.


La anamorfosis, en este caso, esa extraña figura que parece no formar parte de la pintura pero está en primer plano. Mucho tiempo se especuló sobre su significado hasta que a alguien se le ocurrió mirarla reflejada en el dorso de una cuchara:

Es decir, aparece esta deformación óptica reversible en el cuadro, un memento mori que nos recuerda la finitud de la vida. 

Así, el cuadro no es una reproducción de lo visible, sino una puesta en escena de la mirada, un modo de encuadrar y delimitar ese resto.

Los “cuadros clínicos”

En la clínica, Lacan es muy crítico del uso de los “cuadros clínicos” tal como los maneja la psiquiatría clásica: clasificaciones descriptivas, ordenadas según lo visible de los síntomas.

Ese tipo de “cuadro” funciona en el registro de lo visual: se ordenan fenómenos, se describen, se catalogan. Pero lo que se pierde en esa operación es justamente la dimensión de la mirada, es decir, el punto que interroga al sujeto, aquello que no se deja reducir a la imagen descriptiva ni a la fenomenología.

En psicoanálisis, el interés no es el cuadro clínico como taxonomía, sino el modo singular en que el sujeto se sitúa en relación a la mirada, al deseo y al goce.

de esta manera, podríamos decir que mientras que el cuadro pictórico revela cómo lo visible siempre oculta una dimensión opaca (la mirada), el cuadro clínico, en tanto clasificación, queda en lo visible (fenomenología). El psicoanálisis busca atravesarlo para localizar lo que se escapa: el objeto a, el punto de real en juego.

Por eso Lacan no descarta del todo los cuadros clínicos, pero advierte que hay que usarlos como encuadre, nunca como explicación suficiente. Del mismo modo que en un cuadro pictórico, el marco organiza la visión pero no agota lo que ahí se juega.

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