martes, 16 de septiembre de 2025

Miedo y angustia: defensa, peligro y lo real

La clínica psicoanalítica se apoya en una distinción fundamental: la que separa el miedo de la angustia. El miedo puede provocar espanto, desconcierto o un sentimiento de sin sentido, pero en su estructura el sujeto no aparece comprometido directamente. En cambio, la angustia siempre lo concierne: si el miedo se liga a un objeto exterior, la angustia se vincula con un peligro interior, como lo subraya Freud.

La oposición interior/exterior no es suficiente para agotar lo que allí se juega. Más bien, se trata de discernir entre aquello que compromete íntimamente al sujeto y lo que lo deja al margen. Freud sitúa la pregunta en torno al peligro: ¿qué naturaleza tiene? ¿Cuál es su motor? Lo esencial es que, aun cuando ese peligro no se deje definir con precisión, se impone por una característica decisiva: no admite defensa. De allí su carácter interior, pues frente a él la huida resulta ineficaz.

Esta imposibilidad de defensa abre el camino para pensar el estatuto de lo traumático. Allí radica la genialidad freudiana: desplazar la cuestión hacia lo económico. Interrogar la angustia en su relación con la defensa implica reconocer que la defensa constituye al aparato mismo, que resguarda frente a algo no contingente.

Pensada como barrera frente a lo económico, la defensa se concibe como una consistencia que bordea un agujero. Así se enlazan los conceptos de defensa y litoralización, con relevancia clínica y teórica. En última instancia, la defensa se levanta frente a lo real en tanto irreductible, y es ante ese encuentro que la señal de angustia se dispara.

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