“¿Qué hay en ti más que tú?”Lo que aparece allí es el objeto a, aquello que precipita del trabajo analítico en la medida en que la interpretación apunta hacia lo indeterminado y lo fuera de sentido.
En ese movimiento se anudan diversos campos —la transferencia, la identificación y la interpretación— que convergen en una pregunta fundamental:
Si la práctica analítica se reelabora estructuralmente, ¿qué relación se establece entre la posición del objeto a y la posibilidad de concluir una cura?
“¿Qué orden de verdad genera nuestra praxis?”
Entre la pluralidad de los Nombres y el campo de la verdad se abre una heterogeneidad: ya no se trata de una correspondencia, sino de un puente inestable, un borde donde el discurso analítico debe reinventar sus propios puntos de apoyo.
Y es aquí donde el interrogante se vuelve crucial:
¿Los puntos de referencia del psicoanálisis están aún en la verdad?¿Y si no, dónde?
Tal vez en ese desplazamiento —del “ti” al “tú”, del Uno al múltiple, del Nombre al sin nombre— se juegue el verdadero lugar del deseo del analista: sostener el espacio donde el decir no se cierre sobre una verdad, sino que deje abierta la posibilidad misma del enigma.
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