Entre el acting out y el pasaje al acto se traza una distinción tanto conceptual como clínica. Ambos implican un punto de tensión entre el sujeto y la escena, pero mientras el primero se muestra, el segundo se sustrae.
El acting out es, en esencia, una mostración: una escena ofrecida al Otro para ser leída. Lacan lo aborda a partir de los casos freudianos de la joven homosexual y de Dora. En la primera, el acting out se encarna en la escena misma de seducción: el pasearse frente a las oficinas del padre, mostrando su “valor” y caballerosidad, en una suerte de desafío amoroso que interpela al deseo paterno. En Dora, en cambio, el acting out aparece como su actitud cómplice, puesta en evidencia cuando Freud le pregunta por su participación en aquello de lo que se queja. En ambos casos, se trata de una escena en la que el sujeto se da a ver, exponiendo algo de su posición frente al deseo y el fantasma que lo sostiene.
El pasaje al acto, por el contrario, implica una salida de la escena, una caída. Es la ruptura del marco que sostiene la representación. Freud lo ilustra también en el caso de Dora, cuando el señor K —torpemente— le dice: “Mi mujer no es nada para mí”. Esa frase desarma el circuito imaginario que estructuraba la posición de Dora frente al deseo femenino, encarnado por la señora K. La bofetada que Dora le propina marca ese colapso de la escena, su precipitación fuera de ella.
Mientras el acting out se inscribe dentro del campo del fantasma —lo que lo vincula directamente con la dialéctica fálica—, el pasaje al acto supone una salida del mismo, una irrupción del real que suspende la mediación significante.
El acting out no sólo muestra, sino que también demuestra: se trata de una puesta en forma del deseo, un intento de hacerlo existir ante la mirada del Otro. En este sentido, tiene un valor formal, porque en la escenificación se afirma algo del deseo al nivel de la verdad. Sin embargo, entre el deseo y la verdad media una heterogeneidad radical: el deseo se actúa, la verdad sólo puede medio decirse.
El acting out, entonces, se ubica en esa frontera donde el sujeto hace visible su deseo mediante el semblante; mientras que el pasaje al acto revela el punto donde ese semblante se derrumba y el sujeto cae fuera de toda escena, confrontado con lo real.
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