viernes, 7 de noviembre de 2025

Tres letras y un cuerpo: la torsión de lo escrito en Aún

La torsión que introduce Lacan en Aún respecto de lo escrito le permite distinguir con precisión tres modos de la letra: la a, el falo como letra, y el significante de la falta en el Otro. Cada una de ellas delimita un borde distinto, heterogéneo, por lo que el cuerpo deja de pensarse como superficie homogénea: se trata de una topología discontinua, tejida por fallas.

La letra a se enlaza con la falta estructural que funda el deseo, índice del lugar donde el sujeto se constituye como efecto de pérdida.
La letra fálica, en cambio, inscribe la función desde la cual un hablante puede sexuarse, formalizando el modo en que el goce se regula simbólicamente.
La letra que marca la falta en el Otro, finalmente, es la más subversiva, porque introduce una hiancia en el conjunto mismo del Otro, escribiendo allí donde el campo del saber se desgarra.

Estas tres letras, en su diferencia, verifican lo que Lacan definía como la función de borde propia de la letra: escribir un límite, producir una contigüidad entre lo simbólico, lo imaginario y lo real, sin confundirse con ninguno.

Aquí se reactiva una oposición clásica pero siempre fértil en el psicoanálisis: la del significante y la letra.
  • La letra pertenece al orden de lo fuera de sentido; es lo inequívoco que se oye y que a veces obliga a tomar el discurso “a la letra”.
  • El significante, por su parte, es el que encadena: produce serie, sentido, negación, equívoco.

El interés de Lacan no reside en sustituir uno por otro, sino en hacer operar su pasaje: del significante a la letra. En esa torsión se abre la posibilidad del acceso a la enunciación, dimensión que se vuelve patente desde el inicio de L’Étourdit. La letra, tomada del discurso científico, se vuelve aquí un instrumento para diferenciar al psicoanálisis de la lingüística, rompiendo definitivamente la correspondencia entre significante y significado.

En suma, Lacan desplaza lo escrito hacia una función que ya no representa, sino que borda; una escritura que no dice, sino que hace lugar.

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