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Les ofrecemos a continuación una reflexión sobre el pecado capital de la pereza, relacionada con la tristeza y los sujetos irresponsables. Trabajo expuesto en las XIV Jornadas anuales de A.I.F.A.N.
Elegimos para comenzar una cita del seminario 17 de Lacan:
"Que un sueño te despierta justo en el momento
en que podría soltar la verdad,
de manera que nos despertamos
solo para seguir soñando-soñando en lo real,
o para ser más exactos en la realidad"
¿Despiertos o dormidos? ¿Qué adormece? ¿Qué despierta?
El video proyectado es un recorte de una actuación artística, en protesta por la cumbre del G20, realizada el 5 de julio de 2017. La performance se llamó 1000 GESTALTEN. Mil figuras cubiertas de arcilla caminaron lentamente sobre las calles de Hamburgo en silencio.
El despertar es provocado por un encuentro de los cuerpos. Hay un relanzamiento de la libido, surgen los colores en contraposición a los homogéneos grises, sujetos dormidos y perezosos. Cubiertos de polvo como cualquier otro objeto muerto en un rincón.
A partir de esta preformance, nos proponemos hacer un recorrido sobre la figura del sujeto irresponsable, adormecido, relacionándolo con el pecado capital la pereza. Al preguntarnos por este pecado arribamos al concepto de tristeza.
Ubicamos las primeras referencias de la palabra tristeza en la Edad Media, donde los monjes en un estado de acedia, se hallaban en soledad y no se dedicaban a trabajar para el camino del Señor. De aquí surge el pecado de la pereza. Planteamos que mientras que la pereza mantenía a los monjes por fuera del camino del señor, hoy es el perezoso precisamente quien obedece al amo sin cuestionarse, es decir, perezoso de pensamiento, adormecido. Podríamos pensar que su concepción varía según la época...y su conveniencia.
Aquel que está triste suele presentarse desganado, con dificultades para tomar decisiones, temeroso ante la posibilidad de perder. Ahora bien, es importante hacer una diferencia entre lo que aparece como un momento de tristeza y el estado constante de tristeza.
Hoy escuchamos a los pacientes expresar sus estados anímicos, que serían del orden de la tristeza, anudados al significante depresión. Sustituyéndose de este modo en nuestro lenguaje la palabra tristeza por la de depresión. Vemos en esta sustitución un efecto del discurso capitalista, que impacta sobre los sujetos con el imperativo de ser felices a tiempo completo, y la prohibición de estar tristes, lo que parecería ser una cuestión de estado a esta altura.
Si bien en Inhibición, Síntoma y Angustia escrito por Freud en el año 1925 no aparece el término de depresión, éste participa de las figuras de la inhibición. Freud precisa que en los estados depresivos la inhibición es general y fija el conjunto de las funciones libidinales dejando en suspenso la causa del deseo. Las inhibiciones son limitaciones de las funciones yoicas, sea por precaución o a consecuencia de un empobrecimiento de energía. ¿Podríamos pensar que nos encontramos frente a sujetos cada vez más cobardes, por tomar demasiadas precauciones frente a la pérdida?
Lacan plantea que el discurso capitalista insiste una y otra vez, ofrece “ese” objeto que suturaría la falta del sujeto. El efecto de esto es una falla en la causa del deseo, un sujeto inhibido es un sujeto inhibido en su deseo.
Entonces, si los estados depresivos podrían definirse como un suspenso de la causa del deseo, lo que produce la inhibición es la soberbia del discurso capitalista, que produce incansablemente objetos para obturar la falta que constituye a un sujeto como deseante, provocando un efecto de aplastamiento.
El discurso capitalista se refleja en la subjetividad de la época en consumidores imparables, sustentados por la dinámica de la tecno ciencia y con un individualismo autorreferencial a ultranza. Mil figuras de arcilla moldeables, todas iguales, sin color: el fenómeno Zombi.
Lacan en el seminario 7 explica, que “el deseo del hombre largamente sondeado, anestesiado, adormecido por los moralistas, domesticado por los educadores, traicionado por las academias, se refugió, se reprimió muy sencillamente, en la pasión más sutil y también la más ciega, como nos lo muestra la historia de Edipo, la pasión del saber”.
En la actualidad, podríamos pensar que estas ideologías reguladoras mencionadas por Lacan que funcionaban de guía, de carretera principal, han caído. Nos preguntamos entonces si actualmente habría una tendencia a la comodidad irresponsable de permanecer ciegos como Edipo.
Los discursos, al hacer masa, instalan al sujeto en un orden de cosas que se establece a través de una construcción discursiva, que sostiene identificaciones, significaciones o causas comunes, necesarias pero peligrosas cuando llegan para quedarse.
Los sueños, los sueños de angustia especialmente, bien sabemos que nada tienen de común y todavía menos que compartan causas comunes. Aunque lo que sí podemos decir es que tienen una causa, son causados, entre otras cosas… por un deseo, que es siempre inconsciente y singular, algo que el discurso capitalista se encarga de rechazar constantemente.
Mientras hoy el mercado manda a mirarnos el ombligo, Freud nos enseña sobre el ombligo del sueño, sobre el motivo de los sueños y su vínculo con la vida.
En esta coyuntura ¿qué lugar para el psicoanálisis?
El psicoanálisis tendría un efecto antidepresivo al operar a partir de la causa del deseo.
“Que un sueño te despierte” es que te abra los ojos, que te haga levantar la vista para ver al otro, porque no es posible el deseo sin el otro. Es que te anime. Que un sueño te despierte implica un deseo, que no sea inhibido por el miedo y sus consecuentes precauciones, si no que sea reconocible en los cuerpos movilizados, conmovidos por sus propios colores y sus singulares sonidos. Responsables de sus voces. Cuerpos que hagan ruido porque están vivos.
Trabajo realizado por: Lic. Chiacchio Virginia, Lic. Liefeldt Ayelén, Lic. Suárez López Paula y Lic. Tesi Julieta.
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