“¿A qué nos confronta un niño con esta presentación, cuando de la cura psicoanalítica se trata? En principio nos conduce a poner el acento en la incidencia que tiene lalangue sobre el cuerpo. Si consideramos que en el autismo habría una suerte de desestimación a la afectación del trauma, una insondable decisión del ser a no quedar afectados por la marca de lalangue que orada el cuerpo, una falta de consentimiento puesta de manifiesto en el intento de desengancharse de las consecuencias traumáticas de la misma, pensamos que en estos niños se producen alteraciones o particularidades en la operación de corporización.
Su cuerpo no está agujereado, hay en él un exceso de goce presente en toda la fenomenología corporal que permite pensar la continuidad entre los tres registros.
En estos niños lo imaginario queda desarticulado, y lo simbólico, dado el rechazo radical que opera en torno al mismo, no incide en el recorte y vaciado de goce del cuerpo, verificándose así una perturbación del cuerpo que no hace “síntoma”, esto es, que no corporiza”.
En Imago Agenda, “Clínica del autismo infantil” por Marita Manzotti
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