sábado, 14 de diciembre de 2019

Freud y las fiestas.


¡Felices Fiestas, Herr Doktor Freud!


Eran memorables las reuniones familiares de diciembre en el piso de Amalia, la madre de Freud. Se realizaban en Navidad y vísperas de Año Nuevo, porque se ignoraban las fiestas judías, costumbre que siguió Sigmund. La comida era abundantísima: ganso, frutas abrillantadas, tortas, y un ponche que incluso se convidaba a los niños, previa dilución. Alexander, el hermano menor, mientras permaneció soltero, era el encargado de animar las reuniones. Eran un gran silbador, Podía silbar óperas enteras y preparaba juegos en los que intervenían todos. Entre él y los chicos, escribían poemas que se recitaban para la ocasión. Sigmund, como trabajaba esos días, solía llegar avanzada la noche, y Amalia, su madre, cada rato, cuando oía un ruido, se asomaba a la escalera para ver si era su primer hijo. Él nunca faltó a una de esas fiestas, pero Amalia igual estaba ansiosa hasta su llegada. Hacía preguntas: ¿Por que no llegó? ¿Dónde está?...nadie pretendía parar su ansiedad porque se enfurecía. Freud siempre llegaba a tiempo para la cena pero para Amalia siempre era tarde.

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