Freud nos enseña que la Melancolía -al igual que el duelo- surge como reacción del sujeto frente a una pérdida: de un ser querido o alguna cuestión equivalente (un proyecto, un trabajo, un ideal, un lugar de residencia). Situación significativa de la vida de un sujeto, en la cual se halla libidinalmente implicado.
Sin embargo, la Melancolía se distingue radicalmente de un proceso de duelo normal.
¿Cómo se vive el “dejar de tener algo” (pérdida) en la Melancolía?
Perder algo, en el cuadro melancólico, marca un punto de quiebre subjetivo, en tanto a la pérdida no se la puede significar simbólicamente. Como consecuencia de esto, el sujeto queda exiliado, escindido, desconectado de la posibilidad de interpretar lo que dicha pérdida le está ocasionando a su subjetividad.
El sujeto cae en un profundo abismo.
¿Cómo reconocemos en la clínica el cuadro de La Melancolía?
La primera reacción ante una pérdida, en un proceso de duelo normal, es sentir: una profunda tristeza, un desinterés por el mundo exterior, la pérdida momentánea de la capacidad de amar y la inhibición de nuestra productividad.
En el sujeto melancólico, en cambio, se agrega una “cuestión crucial” que divide aguas entre el duelo normal y el patológico, provocada por una perturbación severa del sentimiento de sí.
En la Melancolía, el sujeto se autoincrimina, se hace culpable de lo “perdido”, puede caer, incluso, en el “delirio de ser indigno, ruin y despreciable” no merecedor, por lo tanto, de convivir entre los seres de este mundo.
¿De qué manera se ha constituido el aparato psíquico de un sujeto que sufre de Melancolía?
La Melancolía es una neurosis narcisista que se caracteriza por una falla -más que significativa- en el primer duelo fundante. El Otro de los primeros cuidados -por razones siempre singulares- no pudo donarle al sujeto la posibilidad de una identificación narcisista suficiente (fracaso del amor), a consecuencia de lo cual se produjo una severa falla en la primera operación fundante: la “alienación” al Otro Primordial, quedará, así, en suspenso la segunda operación constitutiva: la separación del Otro. Por este motivo, al decir de Freud, en la Melancolía: “la sombra de este objeto recae sobre el Yo”.
¡Clave Clínica! Al no producirse con eficacia la pérdida del Otro primordial (la separación), el sujeto no podrá, de ahí en más, tolerar -ni duelar normalmente, menos que menos elaborar- las otras pérdidas inexorables que en toda vida se producen.
¿Cómo reconocemos en la clínica las manifestaciones de la Melancolía?
El sujeto melancólico…
. Se acusa a sí mismo de ser incapaz, indigno, culpable
. Se autopercibe como “la desgracia” o “la vergüenza” de la familia
. Manifiesta un estado de abulia con apatía y la lentitud de movimiento y de la palabra
. No acepta modificaciones en él y extiende su crítica al pasado
. Desea comunicar a todo el mundo sus defectos, como si esto le otorgara una “satisfacción”
. Padece insomnio, siente repugnancia por la alimentación, lo cual, en muchos casos, pone en riesgo su propia vida
¿Cuáles son las intervenciones clínicas posibles en el cuadro clínico de la Melancolía?
Las intervenciones del analista deberán ser sumamente cuidadosas, porque el Yo del melancólico está cubierto por una sombra espesa que lo convierte en una instancia frágil y altamente defensiva.
. Desviaremos nuestras intervenciones hacia otros horizontes que la vida propone, y que son independientes de lo que afirme de “su propio Yo”. Ejemplo: “Me acuerdo en este momento de tal película”, “Recuerdo aquello que ví cuando hice tal viaje”.
. Procuraremos despertar un hilo deseante, al modo de un “tiro por elevación” -intentando apartar así nuestras intervenciones de las resistencias que el Yo del melancólico nos impone a cualquier orden del deseo-. Ejemplo: “¿Sabés una cosa? Empezar a caminar me sacó todos los dolores. ¡Increíble!”
La manifestación del deseo -aunque sea en una mínima expresión- genera proyectos -el porvenir-, que lo ayudarán a reconectarse con la vida. La sentencia que sobre su existencia pronuncia el melancólico:“¿para qué? si me voy a morir” quedará opacada -esa es nuestra apuesta- por la emergencia del deseo.
¿Por qué es importante trabajar en interdisciplina?
El cuadro clínico de la Melancolía puede acompañarse de ideaciones suicidas y peligro de pasaje al acto. Por este motivo, resulta necesario contar con la ayuda de un psiquiatra y, en ocasiones, con la de una acompañante terapéutico.
La medicación, lejos de ser utilizada para taponar al sujeto, es un recurso que habilitará la palabra -que frecuentemente, en el cuadro melancólico queda fuera de juego-. El propósito será siempre habilitar al sujeto a expresar el duro padecimiento que la psiquis le impone a su subjetividad. Sus decires, nada más ni nada menos, propiciarán el campo de nuestras intervenciones.
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