miércoles, 8 de enero de 2025

La duración de las sesiones: Reflexiones sobre la temporalidad en el Psicoanálisis

La falta de una duración predeterminada que configure una técnica rígida hace que la temporalidad de las sesiones psicoanalíticas sea un desafío constante en la práctica. Esta dificultad se hace particularmente evidente en los comienzos de la práctica analítica, pero, de algún modo, permanece como un interrogante central para el analista a lo largo de su trayectoria.

El problema fundamental radica en determinar el momento en que una sesión debe concluir, en ausencia de un tiempo fijo como referencia. Esto desplaza la cuestión hacia un nuevo eje: ¿a qué punto del discurso del paciente debe atender el analista para decidir el cierre de la sesión?

Lejos de ser un obstáculo a eliminar, esta dificultad forma parte intrínseca de la especificidad del psicoanálisis. En lugar de buscar soluciones simplistas, el analista debe convivir con esta problemática, que, en última instancia, define su práctica.

Duración Variable: Un Gesto contra la Burocratización

En sus primeras enseñanzas públicas, Jacques Lacan introduce el concepto de duración variable de las sesiones como respuesta a la burocratización que dominaba el medio analítico de su tiempo. La fijación de sesiones de 45 a 50 minutos, aplicadas de manera uniforme, ignoraba la singularidad del discurso del paciente y eliminaba lo incalculable de la práctica analítica.

Sin embargo, esta propuesta, paradójicamente, dio lugar a un nuevo estándar: sesiones brevísimas, de 5 minutos en algunos casos. Este giro paradojal evidencia que la temporalidad sigue siendo un punto de tensión inherente a la práctica analítica.

Una Temporalidad para Nuestro Tiempo

En nuestra contemporaneidad, caracterizada por el vértigo y la inmediatez, surge la pregunta de si es momento de ofrecer a los pacientes "otro tiempo". El contexto actual, marcado por demandas rápidas y urgencias constantes, no es el mismo que el de la época de Lacan. Quizás, en este nuevo marco, sea necesario reflexionar sobre cómo la temporalidad de las sesiones puede adaptarse, sin perder de vista los principios fundamentales del psicoanálisis, para responder a las necesidades del presente.

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