jueves, 6 de noviembre de 2025

Lo escrito como respuesta a la imposibilidad del metalenguaje

Que lo escrito sea segundo respecto de las “verdades primeras” —aquellas que se fundan en la palabra— no impide que sea desde lo escrito que Lacan logre interrogar lo fundante en el sujeto. Por el contrario, es justamente su distancia respecto de la palabra lo que le otorga a la escritura su potencia estructurante: permite abordar lo que en el discurso excede el sentido, lo que permanece del lado del goce y de la imposibilidad.

Lo escrito precipita de las vueltas de la demanda, de ese tejido palabrero en el que el sujeto se enreda, pero que a la vez lo marca. El Otro como lugar del dicho, la dichomansión, se constituye porque “lo dicho primero decreta, legisla, aforiza”: la palabra funda, instituye un campo de verdad. Sin embargo, sólo a través de la lógica que provee la escritura puede ese campo ser interrogado, no sin, pero más allá de las ficciones que el sentido erige.

La pregunta entonces se orienta hacia el litoral: ¿qué borde, qué inscripción, qué trazo deslinda ese campo de la verdad? Allí se revela que lo escrito no es un suplemento de la palabra, sino una respuesta a la imposibilidad del metalenguaje.
Lacan, al formalizar distintos modos de escritura —desde el matema hasta la topología—, responde a una imposibilidad estructural: no hay lenguaje que pueda hablar de sí mismo ni, en consecuencia, relación sexual que pueda escribirse.

De este modo, la escritura aparece como una parodia o suplencia de esa falta estructural. Su función no es restituir un sentido perdido, sino bordear un imposible.
Llevado al terreno de la sexuación, esto cobra un valor decisivo: lo escrito remeda la ausencia de un término común que permita articular las dos posiciones sexuadas. Las fórmulas cuantificacionales y modales de Lacan no intentan resolver esa diferencia, sino formalizar su imposibilidad, sosteniéndose en la única Bedeutung —la única referencia posible— que el lenguaje ofrece: la de una función lógica que da lugar al sujeto allí donde el sentido fracasa.

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