Si bien no puede dar respuesta al problema, Freud se encuentra de diferentes maneras y en sus términos, con que lo femenino conlleva una dificultad, un obstáculo en el hablante. Y dejamos claro que planteamos esto en términos de lo femenino, no hablamos de las mujeres.
Lo femenino y las mujeres son dos dimensiones distintas. El primero es un campo, es un campo de goce en el hablante. Es aquel que a Lacan le lleva aproximadamente 20 años poder delimitar, y para que eso fuese posible tiene que, habiendo partido de una lógica atributiva que es la lógica atributiva fálica, llevar a cabo toda una serie de interrogaciones y puestas en valor de diferentes lógicas hasta poder construir una que le haga posible esa delimitación.
Ese campo de goce, que se define precisamente por no quedar alcanzado del todo por la única Bedeutung (significado) que el lenguaje provee, o sea el falo, determina que lo femenino conlleva una producción.
El campo femenino del goce que Lacan denomina también no-todo, es una producción a la par que una demostración. Producción y demostración vienen a indicar que es por un lado consecuencia de una preexistencia y que un real está involucrado.
El no-todo se produce a partir de la inscripción de la excepción, del lado del campo fálico. Es el lugar del síntoma como necesario. Esta inscripción determina, por el cerramiento del conjunto, que hay algo que le ex-siste.
Pero ello implica además una demostración por cuánto del lado del no todo se inscribe la inexistencia, la cual ya conlleva un entramado lógico, o sea una tramitación que viene a dar cuenta de una falla que afecta a la estructura misma del lenguaje.
Es la falla que impide en el sujeto una identidad sexual que tuviese como correlato la complementariedad. El campo de lo femenino entonces, así entendido, vuelve patente una falla que es para todo ser hablante, y que implica una nueva manera de considerar a la castración.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario