El campo de las creencias de un sujeto consiste no sólo en aquellos “contenidos”, o sea aquellas significaciones en las cuales el sujeto pudiera apoyarse o a partir de las cuales puede sostener un mundo, uno que no está dado, sino que es tributario del marco fantasmático.
A partir de esto podemos decir que estas creencias del sujeto son las coordenadas simbólico-imaginarias del mundo en el cual el sujeto se mueve.
En el seminario 11 Lacan hace un trabajo detallado en orden a situar cuáles son sus fundamentos, los de las creencias.
Puntualmente, y no casualmente en el contexto de las operaciones llamadas de causación del sujeto, la alienación y la separación, es que puede dar cuenta cómo es la operación del Otro en la medida en que puede habilitar, o fundamentar, aún forjar la posibilidad del campo de las creencias en el sujeto. Sumariamente podemos decir que si éste no se instituye, la certeza domina en el sujeto.
Una dimensión estructural del campo de las creencias es la operatoria del intervalo significante. Sin intervalo no se constituye, y ese intervalo quedará, en un segundo momento lógico, poblado por eso simbólico-imaginario antes referido.
No casualmente entonces los dos términos del fantasma se sitúan en el intervalo. La creencia, por su plafond fantasmático, está puesta en orden a velar o mantener al sujeto a distancia de la castración. Lacan puede hablar incluso allí de un no creer que es un no querer… saber, por el horror que conlleva.
Si la creencia, por el intervalo, implica entonces el carácter discreto del vínculo de S1 con S2, hablar de lo discreto es hablar del corte. Con lo cual en la creencia ya está en juego la separación.
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