Las cuatro virtudes cardinales están simbolizadas en el Árbol de la Vida mediante cuatro senderos contiguos que, en conjunto, dibujan la forma de una copa o receptáculo. Cada uno de estos senderos representa una de las virtudes clásicas:
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La Templanza, asociada al sendero XIV, conecta Yesod con Tiferet.
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La Justicia, representada por el sendero VIII, une Jesed con Gevuráh.
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La Fortaleza (o Fuerza), correspondiente al sendero XI, se extiende entre Gevuráh y Tiferet.
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La Prudencia, simbolizada por El Ermitaño, se manifiesta en el sendero IX, que vincula Jesed con Tiferet.
Este conjunto no solo representa una estructura ética, sino también una configuración simbólica que orienta el camino interior hacia la integración del alma.

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