domingo, 5 de mayo de 2024

Los vínculos tóxicos ¿Cómo intervenir en la clínica?

 

¿Cómo funciona un “vínculo tóxico”? 

Los “vínculos tóxicos” funcionan del mismo modo que las sustancias nocivas: Nos hacen daño, hasta nos pueden matar. Se vinculan a un “placer” sumamente doloroso, que el sujeto reconoce dañino, pero que no puede abandonar. 

Cuando los sujetos construyen un vínculo tóxico, el sufrimiento se expresa a través de: un daño severo de su autoestima, de su confianza en sí mismo y los otros y una pérdida enorme de libertad.

¿Cuáles son las situaciones que se presentan en las consultas?

 

  • Los relatos padecientes de dependencia extrema en el vínculo.

  • Los severos conflictos a partir de la desconfianza y los celos patológicos (no se reconoce al otro como un otro separado, no se le valida sus opiniones, sentimiento y/o privacidad). 


¿Cómo se construyen los “vínculos tóxicos”?

Un vínculo  -de cualquier índole- se construye como tóxico, cuando uno de los miembros toma al otro por entero. La creencia que se impone es que al otro “no se lo puede perder”. Las expresiones y/o fantasías alienantes que rodean al vínculo son: “Lo/a necesito para vivir”, “De él o ella depende mi existencia”. 


El psicoanalista Gabriel Rolón manifiesta: 

“Ningún amor debería costar un precio tan alto. No todos los amores merecen la pena ser vividos. Porque algunos amores lastiman, hacen daño, limitan nuestro crecimiento, no nos dan libertad”. 


¿Cuál es la diferencia entre un “vínculo tóxico” y un “vínculo amigo de la vida”? 

Un “vínculo amigo de la vida”, está marcado por la falta, la incompletud. Esto quiere decir que, a diferencia de la dinámica que se construye en un “vínculo tóxico”, el otro no estará al servicio de completarme como un entero, sino de complementar mi falta. Se trata, en definitiva, del difícil trabajo de aceptar la castración.


¿Cómo interviene el analista ante los “vínculos tóxicos”?

El psicoanalista interviene como un tercero de apelación, porque se orienta a legalizar -introducir la Ley- en el vínculo, con toda la dificultad que esto implica. Esto quiere decir, inscribir a nivel subjetivo que “no todo se puede”. Función de la falta, la castración.  Localizar el deseo singular del sujeto que se haya extraviado en el fantasma de “somos uno”, marca nuestra orientación clínica.


¿Qué debemos tratar de evitar como analistas?

  • El tomar partido por alguno de los miembros, culpabilizando al compañero/a del vínculo tóxico construido. 

  • El realizar señalamientos morales (de lo que está “bien” o “mal” y/o los que están basados en creencias y valores propios).

  • El proponer un “modelo de funcionamiento ideal” para el vínculo.

  • El intentar perpetuar el vínculo, evitando que se produzca una separación (si algún miembro así lo desea).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario