Uno de los principales ejes del "Retorno a Freud" propuesto por Lacan es su cuestionamiento al papel central que los postfreudianos asignan al concepto de resistencia.
Lacan señala que, cuando se abandona la función de la palabra en el análisis, esta es reemplazada por una práctica centrada en el estudio de las resistencias. Desde este enfoque, la resistencia se interpreta como una negativa del sujeto a saber, una especie de rechazo a la curación.
Para debatir esta perspectiva, Lacan recurre al marco teórico freudiano y argumenta que la resistencia no es una simple contingencia subjetiva, sino un efecto invariante que surge de algo que opera en el nivel de la estructura. Esto implica que existe una resistencia estructural, vinculada a lo que el registro simbólico no logra procesar completamente.
Podemos identificar dos momentos clave en esta discusión. Primero, en el Seminario 1, Lacan aborda la resistencia en relación con la posición del sujeto. Aquí no se trata de un rechazo a saber o curarse, sino de una señal del lugar y del momento en que el sujeto se encuentra en su proceso. En este sentido, la resistencia es correlativa a lo que el sujeto es capaz de comprender o reconocer en ese punto de su análisis.
Desde esta óptica, cualquier intento del analista por forzar un avance más allá de lo que el sujeto puede alcanzar en ese momento constituye un error, ya que desestima el ritmo propio del analizante.
En un segundo momento, Lacan plantea la resistencia desde la perspectiva de la estructura. En este marco, la resistencia no es algo que el sujeto haga de manera activa, sino un obstáculo inherente que surge en la dinámica misma del lenguaje. Es decir, no es que el sujeto interfiera, sino que algo, a nivel estructural, genera la traba, afectando el funcionamiento de la palabra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario