Mostrando las entradas con la etiqueta objeto parcial. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta objeto parcial. Mostrar todas las entradas

viernes, 17 de agosto de 2018

Agresividad y violencia ¿Qué hacer en la clínica? 2° parte.


El tema de la agresividad nos habita dentro y fuera del consultorio. Es un tema problemático, porque la agresividad nos constituye, es pulsional y está indisolublemente ligada a la estructura subjetiva. Por lo tanto, ya les estoy diciendo lo difícil que es disolver la agresividad. Ligada a la vida pulsional, nos dice que es algo difícil de domesticar.

La agresividad según Freud. En cuanto a la agresividad en la constitución subjetiva, Freud nos plantea desde muy temprano el tema de la pulsión como el motor de la vida humana. La pulsión misma nos habla de la división del sujeto. La pulsión misma es la experiencia de la división; en principio, porque no existe “la pulsión” sino las pulsiones, con lo cual ya tenemos algo que habla de lo parcial, del no-todo. Al referirnos a las pulsiones, también hablamos que las pulsiones tienen que ver con los objetos. Estos objetos son parciales, tampoco existe “el objeto”. Que un objeto sea parcial significa que ninguno satisface, o sea que podemos pensar desde una mirada un poco pesimista, que estamos condenados a la insatisfacción. Y desde una mirada más optimista, que estamos liberados de cualquier objeto. Si ningún objeto es el objeto de satisfacción, no necesito de ningún objeto y eso libera, porque nos aparta de la necesidad. La relación de necesidad le imprime al lazo un nivel de agresividad, un voltaje y una violencia a veces brutal. Hay una anécdota muy preciosa de Sócrates, donde él paseaba descalzo por el mercado, seguido por sus discípulos y sonreía. Uno de ellos le ellos le pregunta por qué sonreía y él responde que le daba alegría ver todos los objetos de los cuales podía prescindir. La libertad de no necesitar ese objeto es muy vigente. Hoy creemos que necesitamos ese celular, esa casa, esa ropa. La relación de necesidad complica la sustituibilidad. Entonces, el objeto es parcial y por eso hay varios objetos. No vamos a trabajar la relación entre la pulsión y sus objetos, pero sabemos que hay objetos privilegiados que tienen que ver con cierta experiencia de pérdida del cuerpo de ciertos objetos.


No tenemos objeto, no tenemos instinto. En el mundo natural, existe el instinto, que es una saber inmediato sobre el objeto. Ningún animal vacila ni se pregunta qué tiene que comer: se dirigen hacia su objeto. Ese saber inmediato del objeto, que orienta toda la conducta, los libera de esta desorientación permanente que nos habita a nosotros. La enorme góndola de lencería erótica, los juguetes sexuales, los posibles cambios de identidad, de nombre, de elección de género y toda esta diversidad nos habla de cuán variable es el objeto y qué difícil es orientarse. Por eso, lo que nos habita -en lugar del instinto- es la ética. El ser humano necesita de la orientación ética, justamente, porque la naturaleza para él está perdida. Esta cuestión del instinto y de la pulsión pone en evidencia lo sustituible del objeto, pinceladas de la vida cotidiana y de la clínica.

Una paciente muy preocupada por su sobrepeso y bastante comprometida con su tratamiento, me dice “Tenía la idea fija de parar en el kiosko y comprarme un alfajor… En realidad no uno, sino tres. El kiosko estaba al lado del Alto Palermo. Entré al Alto Palermo, entré y di una vuelta, me compré un saquito y se me fueron las ganas del alfajor”. Ahí podemos ver cuán sustituible es el objeto de la pulsión. En realidad, la pulsión hace un rodeo alrededor del objeto, pero no se satisface en él, sino en el mismo rodeo.

Otra paciente, en una relación horrible con su jefe, decía “Quería entrar y matarlo.Tirarle la carpeta por la cabeza e irme”. O sea, un pasaje al acto. No hace falta suicidarse para un pasaje al acto: con salir violentamente de una escena y hacerla irreversible, como era tirarle la carpeta por la cabeza al jefe e irse, eso también es un pasaje al acto que puede pasar desapercibido. Hay mucho pasaje al acto en la clínica y vida cotidianas. Se encuentra con una compañera en el ascensor porque bajan a fumar. Hablan media hora y luego va a la peluquería, en vez de volver en seguida. Sale de la peluquería preguntándose cómo podía ser que hacía una hora ella quería matar al jefe, irse… Hay algo de la palabra y algo en ese rodeo. En la palabra, no solamente la sustitución del objeto, también hay un goce. Pero a su vez, hay una pérdida de goce. La palabra posibilita un goce diferente del goce inmediato de tragarse el objeto. Francoise Doltó era una analista de niños muy poco dogmática, muy libre en su clínica, que tenía un programa de radio en la posguerra. En ese tiempo había mucha miseria, muchas mujeres viudas y muchos niños pequeños sin padres. En el programa de radio, a ella le mandaban preguntas y ella contestaba. Entonces a ella le preguntaron qué hacer con el berrinche de un niño frente a una juguetería. Y Francoise Doltó dijo que habían 3 posibilidades que se le ocurrían: Una, entrar y comprar el objeto. Ese tipo de satisfacción inmediata la conocemos, el niño descartará el objeto rápidamente. Como se trataba de la posguerra y nadie tenía dinero, esa opción era difícil de satisfacer. Otra opción es arrancarlo de la vidriera. Y la tercera opción es hablar del objeto: de qué color le gustaría, qué haría con él, dónde lo pondría… Diferirlo en el tiempo, como el cumpleaños, la navidad. Todo ese discurrir es también un goce que se juega en la palabra, que está ligada al objeto y que no requiere de la satisfacción inmediata. No se trata de prescindir del objeto, no estamos llamando a que el pibe se resigne y no tenga nunca el juguete, pero no hace falta que sea ya.

Si la pulsión es perentoria en relación al objeto, el análisis, que es un lugar donde uno piensa, permite ubicar allí el no-todo. La ética en psicoanálisis es básicamente eso, el no-todo. El objeto no es necesario; es sustituible y en un punto la satisfacción es imposible.

Freud va a hablar de la agresividad en distintos momentos de su obra. Él escribe durante 40 años, así que nos dice muchas cosas en distintos momentos. Hay una carta donde Freud le responde a Einstein sobre la guerra, que es una joya. Esa carta él la escribe mientras transcurre la Gran Guerra de 1914 y además él tiene a sus hijos en el frente. Es una carta de alguien que está inmerso en una locura de violencia y agresividad y aún así puede pensar. Y también tiene un escrito, que es El porqué de la guerra y la muerte, ambos muy interesantes. Freud tiene distintos momentos; no cancelables entre sí. Tampoco el primer Lacan es cancelado por el segundo. Hay un concepto en Hegel, Aufhebung, que es inclusión superadora sin la supresión de lo que se incluye. Podemos pensar que tanto toda la obra de Freud como la de Lacan son vigentes y que se articulan.

En 1914 Freud escribe Introducción al Narcisismo. Este es un escrito clave, porque la agresividad está muy en relación a la constitución subjetiva y particularmente, al yo. En Introducción al Narcisismo dice que hay un nuevo acto psíquico, que es la fundación del yo. Yo vs. no yo, parece ser. Lo que el yo integra como parte de su narcisismo y lo que distingue como ajeno. Hay algo en el aparato psíquico donde lo ajeno se vuelve amenazador., Lo que no es yo se presenta como extraño. En el Porqué de la guerra y de la muerte, Freud se pregunta cuándo superaremos la ecuación extranjero = enemigo. Esto está sumamente vigente hoy y dominó mucho la vida de Freud, siendo que del ‘14 al ‘18 él vivió la Gran Guerra. Después vivió los tiempos convulsionados anteriores a la Segunda Guerra, donde lo ayuda Marie Bonaparte. Ella tradujo la obra de Freud al francés y lacan se queja, en los primeros seminarios, de sus traducciones. Marie Bonaparte hace lo imposible por sacar a Freud. Ana Freud había pasado una noche en la Gestapo y era inminente sacar a Freud de Viena. Lo logra, lo saca en el ‘38 y muere en el ‘39. En Introducción al Narcisismo nos dice cuánto se siente amenazado el yo por aquello que es ajeno y qué difícil le es integrarlo.

¿Cuál es la amenaza del otro para el sujeto? La primera amenaza del otro, es que es la prueba contundente de que no hay uno. La existencia del otro es testimonio brutal de que uno no es el único. Hay un tiempo fundamental, el de your majesty the baby, momento privilegiado en la estructura -que no todos lo tienen- en donde el sujeto se cree efectivamente el objeto privilegiado para la madre. Your majesty the baby será luego el yo ideal, que para Lacan va a ser el falo imaginario que sutura la falta en la madre y ahí él va a plantear por qué para el yo el otro aparece como amenaza. En principio, porque le está diciendo “no sos lo único”. Por supuesto que el neurótico va a tardar mucho en darse cuenta cuán liberador es no ser lo único para el Otro. No ser lo único para la madre, para los hijos, para los maridos, los amantes, las mujeres.... Se tarda mucho en entender que ser uno más es sinónimo de libertad, porque además somos únicos, pero no el/la única.

Lacan dice que el analista debe unir su horizonte al de la subjetividad de su época, o sea que de alguna manera tiene que leer la historia en la cual está inmerso. Freud de alguna manera lo hace en El porqué de la guerra, en Psicología de las masas y análisis del yo. Son textos hiper lúcidos donde trabaja el drama del lazo con el otro. Nos dice que la investidura del yo sobrepasa su límite. Un fuerte egoísmo preserva de enfermar, pero al final uno tiene que amar para no caer enfermo. Es decir, el sujeto, antes de dirigirse al otro, prefiere prescindir de él. El bebé, cuando tiene hambre, antes de tomarse el trabajo infernal que es llorar, patalear, pidiendo la teta, la alucina y succiona. Fíjense ese repliegue al que tendemos antes de tomarnos el trabajo de dirigirnos al mundo. En cierto momento, al bebé no le queda otra que chillar. Con lo cual Freud plantea que el yo se plantea a los objetos, objetos que de alguna manera quedan libidinizados por el yo y esa libidinización hace que esos objetos extraños -que se le oponen y que le cuestionan su condición de único- quedan incluidos en el ámbito de su narcisismo. Si el objeto no fuera parcial, sustituible y de alguna manera no satisfactorio, sería imposible soltarlos. A veces creemos que hay objetos insustituibles y por más privilegiados que sean algunos, siempre hay una sustitución posible, porque uno sigue viviendo aún después de haberlos perdido. Sino uno se moriría en el momento, pero hay algo duelo mediante -trabajo psíquico por excelencia- donde el sujeto puede recuperar esa libido que puso en el objeto, que al principio parece que la perdió con ese objeto, la recupera para invertir nuevos objetos. En los duelos, es muy importante ubicar no solo lo que se pierde, sino lo que queda en uno de ese objeto y que de ninguna manera se pierde. Freud decía que somos las marcas de los objetos duelados. cada objeto que hemos perdido nos deja una inscripción. Y esto también, al ubicarlo en un duelo, se hace más posible. Porque efectivamente, hay algo del objeto que quedó introyectado en la constitución del sujeto.

Si creemos que es necesario, estamos fritos y entonces tenemos que tenerlo o matarlo. Estas son cosas que se le ocurren al sujeto por no poder prescindir del objeto. Ahí empieza la violencia, donde la violencia es un aspecto de la violencia en relación al otro. El crimen pasional es una separación fallida. Todo crimen pasional habla, de alguna manera, de una dificultad de separación. El duelo no es posible, así que lo tiene que eliminar. No puede hacer la sustitución simbólica.

Pensaba en las urgencias que aparecen a veces en la clínica, en esta prisa y este planteo de satisfacción inmediata. Yo tengo una paciente que es auditora de un banco. Ella venía y auditaba la sesión: “acá no pasa nada, doctora”, “Acá yo estoy perdiendo el tiempo y esto es muy caro, doctora”, “Usted no me está ayudando. Vine aquí a que me ayude a resolver mi tema y no pasa nada”. cada dos por tres venía la auditoría, hacía un raconto. Yo creo que uno construye al paciente. A veces hay una agresividad dentro del consultorio, que tiene que ver con esta satisfacción inmediata en el objeto. Uno construye al paciente. Esta paciente era bastante agresiva pero en el consultorio vienen con un nombre, o vienen a veces con alguna transferencia. Hay algo sutil del amor de transferencia jugado antes: el nombre, la amiga que se analizó con ese analista. Eso no quiere decir que haya garantía de nada. En las instituciones, yo creo que muchas veces la posición del analista construye al paciente. La paciencia del analista construye al paciente, ¿pero de qué manera? Una vía es vía la angustia. El paciente viene con mucha angustia y quieren que se la saquen ya. Y creo que es tarea del analista ubicar que la angustia para el psicoanálisis es una brújula. Poder transmitir que la angustia es valiosa, que la angustia en el consultorio no es la angustia en la familia o con los amigos. En el consultorio la angustia es algo muy valioso, y hay que transmitirlo para darle otro lugar. La angustia porta un saber, hay una verdad que el sujeto tiene que encontrar, que le señala algo que todavía no accede a la palabra pero que si se da el tiempo suficiente, tal vez pueda entender por dónde viene. También hay que transmitir la cuestión del tiempo: en todos lados no tenemos tiempo, en todos lados nos apuramos, o queremos llegar antes… Acá no. La escena analítica está fuera del planeta y eso está bueno porque el tiempo es otro. El tiempo mismo es la oración, aún esos tiempos donde no pasa mucho sigue siendo tiempo de elaboración para el sujeto. Me parece que transmitir estas cuestiones construyen al paciente. Los pacientes de las instituciones no son pacientes que vienen ya enamorados de Freud y de Lacan.

Creo que otro elemento importante en la construcción del paciente y eso va como de costado, es poder ubicar la diferencia entre responsabilizar al paciente por su deseo, o responsabilizarlo por su síntoma. A veces responsabilizamos al paciente por su síntoma y en vez de alojarlo, de ver cómo se despliega y responsabilizarlo del deseo -de lo que quiere, de ver cuán implicado está en la vía de lo que quiere tener-, evitando culpabilizar el síntoma que lo obstaculiza. A veces hay algo que se escucha, culpabilizando al paciente por el síntoma y me parece muy importante que el síntoma, que es valioso, se abra, se interrogue y responsabilizar por el deseo, en sentido de qué vida quiere el sujeto.

Pregunta: Fernando Ulloa decía, “Pasar de la protesta a la propuesta”.
La protesta es creen en el Otro. Uno protesta cuando hay Otro. Se cree firmemente en él y se protesta. El análisis, que es un largo camino para soportar que el Otro no existe, elimina la protesta naturalmente. Efectivamente, ahí quedamos huérfanos, enfrentados a la propuesta.

En 1920, Freud propone la pulsión de muerte. Fue un problema y una conmoción en su época, él propuso el tema de Eros y Tánatos. Los sueños a repetición, la reacción terapéutica negativa (el sujeto se aferra al síntoma cuando ha avanzado en la cura) hacen plantear a Freud que hay una tendencia, una pulsión de muerte. Pulsión de muerte no es morirse. Él dice que en Tánatos y Eros, hay una instancia que tiende a disolver, a disgregar a desarmar y a dividir y hay otra instancia que tiende a integrar, a sumar, a generar subunidades mayores. La mezcla de ambas es importante. La pulsión de muerte no es morir o querer morirse, sino que la pulsión de muerte es cuando se desmezcla. Incluso para acariciar un pollito, uno necesita fuerza muscular, tono, agarrarlo… Pero necesito tener un límite, que no se desmescle esa pulsión anal (porque todo lo que depende de la musculatura estriada es metaforización de la pulsión anal), algo que frene esto para no apretarlo hasta matarlo. El caso del pollito se refiere a un paciente que tuve, que apretó al pollito hasta matarlo. Él no era tan chiquito como para sentirse inimputable, tenía más de 5 años. Los niños mayores a 5 años ya están bastante anoticiados de la muerte, de manera tal que él -de estructura psicótica hoy de adulto- se preguntaba por qué nadie lo frenó. Esta es para él una imagen sumamente torturadora. Uno podría pensar esto que siempre decimos: el mirar está limitado por el hablar, por ejemplo. Si uno es una pura mirada o se siente solamente mirado, ahí hay una desmezcla paralizante y la mirada opera retirándonos de la vida. Nos retira del deseo.


Tengo otra paciente que se pone colorada y esto la excluye de todos los lugares. Tiene que dar a veces conferencias, los cuales las da. Pero los restaurantes los elige en función de la luz. Hay mucha cosa alrededor de “me voy a poner colorada”. Hay días en que dice que seguro se va a poner colorada y es una tortura desde antes de salir de su casa. Es esa mirada del Otro. Ella a veces usa una venda, porque dice que si la mirada se dirige a la venda, se siente protegida. La desmezcla es la pulsión de muerte, no el querer morirse. Una pura mirada puede matar, petrificar. Un apretar sin límites también. Althusser, un intelectual que formó a toda la intelectualidad francesa, mató a la mujer apretándole el cuello de mas mientras le hacía un masaje. Esto es interesante, porque lo declararon inimputable, como que fue un estado de inconsciencia, de locura y él reclamó judicialmente que se lo condene. Era como que le quitaban el cacho de subjetividad a la que él tenía derecho si no le permitían pagar por el crimen que había cometido. Uno diría que ahí hubo un momento de desmezcla.


Otro caso: un paciente púber a quien le nace un hermanito viene muy angustiado y me dice “Yo lo podría matar; le pongo una almohada encima, lo ahorco, lo meto en la bañadera…” Tremenda la angustia del chico. Se trataba de un neurótico obsesivo hecho y derecho y yo le dije que una cosa es que crea que es todopoderoso, o que tenga la fantasía de ser todopoderoso, pero que existía una ley que no le deja. En general, la desmezcla es por la falla de una ley, es una falla en ese no-todo. No necesita ser una falla forclusiva, no necesita ser psicótico, pero es una sutil falla que causa la desmezcla.


Ahora, ¿Cómo nos protegemos de eso? A mi el esquema del espejo me parece una genialidad absoluta. Lacan pone un espejo cóncavo. Frente al espejo cóncavo, pone una vasija. En el espejo cóncavo uno se ve al revés, como si se viera como en una cuchara. Se trata de un experimento de la escuela secundaria. Lo único “de verdad” que ex-siste, robándole la palabra a Heidegger, pero es inaccesible. Podemos decir que es el cuerpo natural, la biología, el soma, el ser, la esencia, el goce-todo. Lo real es lo imposible, dice Lacan, lo imposible de ser representado.
Lo primero que se forma es una imagen, que Lacan dice i(a). El a no es ningún objeto, sino cómo escribimos aquello que no entra en la representación. Tanto decimos objeto a, que a veces creemos que es un objeto, pero en realidad es la letra con la que escribimos aquello que no se deja representar. Acá tenemos una imagen real, le decimos real porque se forma como una especie de imagen holográfica. A la izquierda tenemos la imagen pre-especular, donde hay pulsiones pero no hay unificación. Es el tiempo del autoerotismo, el tiempo de la fragmentación. Es antes de “your majesty the baby”, antes de la constitución del narcisismo. Estamos hablando de la constitución subjetiva, con una predominancia del registro imaginario, pero por supuesto que es una trama simbólico-imaginaria. Esto Lacan lo presenta en 1936, a los 35 años en su primer congreso internacional de psicoanálisis. Ahí él arranca con lo que va conceptualizando. En el 36’ lleva un montón de hojas, las lee en francés, y Jones (que estaba a cargo del congreso) lo interrumpe y lo echa. Lacan se queda malherido, pues al congreso del ‘38 no va. Después viene la guerra y no hay ningún congreso y en el ‘49 lo presenta en el congreso de Zurich. De lo que presentó acá quedan unas notas de Doltó, hasta que después quedan los escritos.


La imagen real es recubrir con una imagen el a, que no se deja representar. Otro día viene con un espejo plano y dice que es el Otro (A). El Otro es asimilable a la madre, pero no es la madre. Hay que pensar en el Otro como el lenguaje. El lenguaje no viene ni del cielo ni de la computadora, sino que el lenguaje está vehiculizado libidinalmente por ese Otro para quien se significa la falta, que en general es la madre. Está bueno no olvidar que el Otro es el lenguaje.


La parte de abajo la perdemos. La imagen virtual, i’(a), aparece con una comita arriba. Ahí ya tenemos a “your majesty the baby”, al yo ideal, a ese cúmulo de belleza y preciosidad… Ahí está el yo ideal, momento ideal para habitar y deshabitar luego, porque quedarse ahí es catastrófico. Lacan, cuando cuenta esto en el seminario X, dice que el niño se reconoce en el espejo y festeja la unidad, el sentido, la gestalt. Acá se juega el tema del amor, de lo amable, de lo bello. Por supuesto sabemos que siempre hay algo que no se dejó representar. Una imagen es una imagen. Se puede apropiarse de ella, festejarla, apropiarse del yo en ese Otro… Porque en el principio el objeto a está en el marco de la relación al Otro. En el seminario X dice que el niño festeja y gira su cabeza, buscando en el Otro un asentimiento. Esto significa que está todo bien, pero que necesita que el Otro legitime ese enigma que no se deja representar, que es una x que no entra en el espejo, que no es abarcable por la palabra. El niño exige, reclama un gesto de amor hacia aquello que no tiene que ver con satisfacer los ideales del Otro. Legitimar esta X es lo que creo que hacemos en un análisis. Buena parte de lo que hacemos en un análisis tiene que ver con legitimar que el sujeto tiene algo no representable, que puede ser persecutorio y vivido como insuficiencia, o puede ser el agalma, el atractivo, ese misterio que hace que el otro sea tan seductor. Cuanto más legitimada está esa X, “te quiero no por lo que sos, sino por lo que no sos”. Yo tengo un ejemplo autobiográfico: cuando mi nene era chiquito, yo quería que fuera a jugar al fútbol y el pibe ni bola. Luego lo mandé a basquet y tampoco. Probé con tenis y así estuvimos 2 años, pues yo no abandonaba la causa. Un día el nene sube al auto y me dice “Yo no soy el nene que vos crees que soy”. Un poco es eso, es “quereme por lo que no soy”, por todas las espectativas que no cumplo, por este enigma absoluto.


Ahora, legitimado ese punto, el sujeto va a tener una reserva libidinal que lo pone a salvo. Lo pone a salvo, no de sufrir, sino de la catástrofe narcisista, de necesitar que el Otro le levante el pulgar o se lo baje. Este punto, que pareciera que no tiene mucho que ver con la desmezcla y la mezcla, tiene que ver. Hay algo de sentirse a salvo en esa singularidad que de alguna manera protege al sujeto en el lazo al otro, porque desaparece la rivalidad fratricida. Hay algo asegurado, anclado en la propia vida que al sujeto le da margen para perder objetos, porque la reserva libidinal, que es legitimar ese enigma, es una reserva que no se deposita en los objetos. Yo puedo enamorarme a morir, pero ese cachito no lo voy a poner en el objeto. Moraleja, cuando me dejan no me tiro por la ventana ni voy y le clavo 11 puñaladas. Lloro, me la banco, que se yo. Hay algo de la catástrofe de no tener lugar, porque se tiene lugar en tanto se es algo para alguien. En ese caso se produce como una protección. Si esto no sucede en la vida de uno, cosa que muchas veces no sucede o sucede con fallas por la historia de cada quien, y a veces el análisis lo logra.


Pregunta inaudible.
En un primer momento, el niño es el falo de la mamá, suturando su falta. Pero no es así porque ningún objeto tapona al Otro. La madre sale un rato, se va con las amigas, tiene un amante, va al cine… Se ausenta y el hijo experimenta esa maravillosa catástrofe, que es no ser el falo que satisface. Ese es el momento que el sujeto deja de ser y pasa a tener. Logra dejar de gozar de ser para el Otro y empieza a gozar de sus primeros objetos: los chiches, los hermanitos, el mundo. Lo que produce esta reserva libidinal no es este momento, sino el momento en que la madre le dice “Te quiero igual aunque no seas, tenés un lugar en el mundo por tu no ser, por ese enigma indescifrable que te habita”.


[Pregunta por el homicidio cometido por Althusser]
Ojo con la ley, porque la ley es del código penal, del código civil… Pero también está la ley del deseo que plantea el psicoanálisis y no coinciden. No quiere decir que estén totalmente desarticuladas. Althusser mata a la mujer sin querer, supongamos que tuvo un momento de ausencia, o se distrajo. La ley lo protege porque él no tenía una finalidad, fue accidental y podría haber pasado si se le cruza alguien mientras uno maneja. Cuando él dice que quiere que lo juzguen, no está omitiendo la ley.


Yo creo que la ley de los códigos se articula a la ley que plantea el psicoanálisis, pero tienen también sus contradicciones. Seguramente Althusser, que era absolutamente brillante, ubicó alguna responsabilidad. Tengo un ejemplo: yo tengo una paciente que el novio le pega, le tira cosas. Un día vino con un dedo entablillado. Está abierta una causa, con Juez, asistente social, perito… También estoy yo. Le dieron el botón antipánico. La paciente duerme con el muchacho y el botón antipánico en la mesa de luz. Cuando la ley no está introyectada, no hay código civil ni penal que pueda con eso.


También tuve una paciente de un pueblo, donde había un señor que a cambio de caramelos, tocaba a las niñas. Las niñas iban por el caramelo. Este pueblo era del interior de latinoamérica. Ella me dice, muy avergonzada “Dra, yo no iba por los caramelos”. Hay algo en relación al goce, a la ley, a la culpa… hay matices que nos complican mucho querer compatibilizar la ley del psicoanálisis con la ley de los códigos. A veces, volver todo “psi”, hace que el delincuente sea un cuadro psicopatológico y se arman unos líos infernales.


[Pregunta por los maquinistas que atropellan pasajeros sin querer y se sienten culpables]


Si se siente culpable, es culpable. El tema es de qué. Yo tenía una paciente que se le había muerto el hijo de 15 años de una enfermedad congénita. Después de haber recorrido varios lugares, viene y me dice, de manera prepotente “No me diga que no soy culpable, porque si me dice que no lo soy, yo me voy”. Seguro que es culpable, pero veamos de qué. De su historia, de su psiquismo, de su trama subjetiva, de sus puntos de fijación incestuosos… Esto la lleva a sentirse culpable, porque ¡dime cuánta culpa sientes y te diré el grado de megalomanía que te habita!


Caso clínico.
Georgina tiene una muletilla, una frase que es “no me veo”. Trae un sueño: “Un hombre me abraza amorosamente”. Se despierta muy angustiada y conmovida. Su primera asociación es “no me veo”. Historia breve, trama edípica. El padre ausente, casado con una mujer estilo madrastra de la Cenicienta. Los cuentos infantiles son verdades enormes y lo vemos en el consultorio. Las madrastras sufren por no poder integrar al hijo de la otra. Hay muchas pacientes que invierten mucho tiempo en integrar ese objeto tan ajeno como es el hijo de otro. La paciente sufría a esta mujer que era horrible. El padre viajaba mucho y a Georgina la dejaban mucho con esta mujer. La madre la mira y la ve gorda y vaga. Efectivamente, ella tiene sobrepeso y esto la inhibe es muchísimos aspectos. La madre, a su vez, cursa una depresión crónica desde que el padre la deja por otra. Ahí podemos ver que la reserva libidinal que protegería de la catástrofe amorosa no funcionó. Georgina habla de la madre como que la ve de esta manera y habla de la mujer del padre.


Lacan decía que lo peor que le podía pasar a un paciente es que le creamos, en el sentido de que esta madre, esta madrastra, por supuesto son personajes de una historia que a su vez están construidos desde una particular historia del sujeto. No es que esa señora sea horrible ni que esa señora sea un desastre, aunque haya elementos que lo confirmen, no hay que olvidar que siempre se trata de esa posición libidinal respecto a la propia historia. Sino podemos creer que en realidad hay un Otro muy malo y que el paciente es una víctima de la situación.


La mamá obesa, tirada en un sillón, con la famosa fibromialgia (que circula ahora como un nombre para nombrar algo que deberíamos interrogar), profundamente pesimista respecto de todo y particularmente en relación a las iniciativas de su hija. la ve siempre en un lugar triste y degradado. Ella se inscribe en el CBC, pierde fechas y finales. Olvida vencimientos de inscripciones. Dice “No me veo en la UBA” y este “No me veo”, cuyo último no me veo es la primera asociación es el sueño donde un hombre la abraza, yo le digo “Qué bueno que no te veas. Cuando te ves, te ves con los ojos de tu mamá, gorda y vaga. No me veo no es fenómeno de no existo”. No verse es quizás, de alguna manera, suspender por un momento esa única imagen de vaga y gorda para hacer un lugar “está por verse”. Y este no me veo, que funcionó en ella por mucho tiempo como una inexistencia, como un restarse de todas las escenas, empezó a trabajarse en el sentido de dejar de verse en ese lugar para ubicar un enigma, ubicar lo que está por verse. Es una paciente que atendí por muchos años, entre los 15 y los 25. Hace 10 que no la veo, pero el otro día la busqué en Facebook. Anda bien.


Pregunta: ¿Por qué elegiste este caso para este seminario?

Porque creo que la agresividad no es solamente agresividad ante el otro. Creo que acá hay una corriente de agresividad. Hay una frase de William Blake (poeta inglés y pintos del 1600), que dice que el que desea y no obra, engendra la peste. El deseo es incoercible, hay que hacerle un lugar y el mejor lugar es el sublimatorio. Si no, empieza a operar como frustración y hostilidad con el otro, como la madre enojada con esta hija en quien de alguna manera se sentía reflejada, diciéndole y deseándole los peores augurios. El neurótico quiere tener un lugar en el Otro, si es bueno o malo no importa. Quiere primero tener ese lugar, porque de eso depende la vida. Ella, de alguna manera, hizo una conjetura fantasmática: tengo un lugar en la medida en que me vea gorda y vaga y sino, no me veo. No me veo en el CBC, no me veo en la facultad, no me veo con un hombre abrazándome. Creo que ahí hay una trama de agresividad en la relación al Otro, en la relación martirizada con uno mismo cuando ella deja vencer fechas y fechas finales y vuelve a quedarse afuera, eso también es violencia y agresividad. Hay una prevalencia de la mirada, de verse o no verse. Ella además cantaba, tejía bien, habían otros elementos que podían mezclarse. Ella recortaba el “Me veo vaga y gorda o no me veo”.

lunes, 18 de junio de 2018

La angustia y el goce del Otro.

Apuntes de la conferencia de Héctor Yankelevich, del 02/05/2017

Descripción de los cuadros expuestos en el pizarrón: El siguiente cuadro es de Lacan. Habla de las fases del objeto parcial en Freud, que es el objeto a: oral, anal, fálico, escópica e invocante.




Tiene la particularidad de que hay 2 pisos, aparte del fálico. Es decir, que el objeto oral remite al superyó y el objeto anal remite al objeto escópico.


ver nota
Yo empecé a leer el seminario X de Lacan en 1975 y todavía lo estoy leyendo y nunca lo termino. Miriam hizo bien en recordar la referencia de Freud en El proyecto…, sobre el Otro. El Otro con mayúscula se va a dividir entre el otro y la cosa. Únicamente Lacan retomó esos conceptos de Freud, que Freud había olvidado, en parte. El manuscrito de Freud lo encontró el hijo de Fliess, que era el corresponsal de Freud en Berlín, porque él mismo se hizo freudiano liberándose de la influencia de sus padres. Él lo encontró y se lo dio a Anna Freud para que lo publicara, junto con las cartas. Ahora hay una edición completa de las cartas, antes estaban censuradas por Anna Freud. No es tanto lo que ella censuró, es mejor que la edición completa. Hay un género especial de psicoanalistas que es ir a los mínimos detalles de la vida de Freud que él ni contó. Esto no cambió la teoría ni la práctica analítica.


El goce del Otro: ¿Qué es lo que traduce Lacan acá? Yo les voy a decir algunas cosas, porque uno lo tiene que descubrir con cada paciente. El Otro no solamente tiene un bebé, sino que goza por el hecho de tenerlo. El cómo goza, es algo en gran parte inconsciente para ese Otro y mucho más inconsciente para ese sujeto, en las modalidades de ese goce. El concepto de goce del Otro es misterioso porque por su naturaleza no es algo que se pueda decir fácilmente con palabras. Hace mucho trabajo analítico para un sujeto, cualquiera sea su inteligencia. Y aunque el analista con su experiencia, como decía Freud con una expresión que no se dice más, haya adivinado en gran parte cuál era ese goce (o las modalidades de ese goce) eso sirve para ayudar al analizante a decirle que sí cuando se acerca a decirlo, pero no se lo puede decir porque eso tiene que ser introducido por el analizante con sus propias palabras. Y hay gente que es reacia a meterse en cuál fue el deseo de los padres y más aún cuál fue ese goce, ya sea poco, malo, demasiado que hubo en el Otro respecto a él mismo. Es totalmente singular y por eso Lacan deja ese vacío. No porque se le dé la gana, no porque esté jugando con el misterio. Lacan no es alguien que juegue con el misterio. Cuando algo lo apunta pero no lo rellena, es porque eso es para ser rellenado por cada analista y cada cura.

¿Y qué tiene que ver la angustia con el goce del Otro? Freud nos dejó la angustia como señal de alarma. Inhibición, síntoma y angustia. Y contrariamente a la mala traducción que se hizo, la angustia no es sin objeto. Esto lo dice Freud en los apartados después del texto. La IPA tradujo “es sin objeto”, pero es la angustia “no es sin objeto”. Aún el vacío es un objeto, si uno lo erotiza. El vacío es un objeto primordial, que los chicos lo descubren tarde. Los chicos tienen una visión topológica. Un niño pequeño puede no haber descubierto el carácter métrico de la percepción. O sea que hay que estarlo vigilando cuando se sube a una altura determinada, porque se puede tirar. Esto es porque aunque ve, la percepción no tiene carácter métrico en los pequeños. Si se subió, ¿Por qué no se va a poder bajar saltando? Esto no es algo que haya descubierto Lacan, se descubrió hace mucho. Lacan hizo de ese pequeño descubrimiento psicológico el espacio del inconsciente.


La angustia corresponde a lo que es, en el sujeto, el deseo del Otro. El deseo del Otro no solamente nos trae y nos sostiene en la vida; de hecho hay gente que nació sin el deseo del Otro. ¿Cómo crear un pago, una deuda, para que esa deuda nos permita vivir? Esto corresponde a la oralidad. Es ahí donde Lacan define al superyó. El superyó no es el que nos castiga por lo que hicimos mal o lo que nos exige hacer demasiado bien, ese es el ideal del yo en Freud y Lacan. Para Lacan, el superyó no es el heredero del complejo de Edipo. Tampoco es un superyó kleiniano. este superyó es una amenaza al ser del sujeto. No son castigos de objetos parciales, este superyó es la amenaza que puede tener alguien, donde hay algo de la oralidad no resuelto.

¿Qué es la traza? Hay que explicarlo al castellano porque lo traduje del francés. En francés se dicen trazas a las trazas de las materias fecales. Trace, como se dice en francés, hace que enseguida, un francoparlante piense en materia fecal. Lacan está jugando sobre dos registros: la traza mnémica o huella mnémica pero al mismo tiempo de la traza de la materia fecal, que es en realidad el primer objeto. El pecho es objeto gracias al objeto anal; por retracción el pecho se vuelve objeto. El pecho no es objeto cuando el bebé mama, sino que se vuelve objeto cuando el bebé puede desprenderse y jugar. Cuando ya está aprendiendo a retener, o por lo menos que la madre o el padre estén interesados en lo que hace. En francés también “hacer” es hacer caca. Hacer se puede hacer muchas otras cosas, pero en términos absolutos, es caca.

Vayamos al tercer nivel, al fálico. Estamos subiendo en el gráfico. El deseo. Ahí la angustia separa al deseo del sujeto del goce del Otro. Pequeña transformación de Freud: no es solo ante un objeto que el sujeto se angustia. En alemán, “ante”, no “de”. El alemán es un idioma muy visual y espacial. Tiene muchos complementos para indicar dónde está el sujeto, de dónde a dónde va, y dónde está el objeto. Es un idioma hermosamente preciso, un idioma topológico. Acá la angustia es angustia ante el goce del Otro, que es desconocido. De ahí la ilusión de que no hay objeto cuando alguien se angustia. La cuestión es dónde se va a detener el sujeto para afianzarse en el momento en que la angustia lo protege. Por eso, no hay defensas contra la angustia como dicen todos los postfreudianos, siguiendo a Anna Freud.

A nivel escópico, tenemos la imagen. Lacan la llama la potencia del Otro o en el Otro, depende del contexto.

Luego está la voz. La voz es la voz áfona. No es una voz operística, sino la voz del llamado pero que es sin sonido. Es el objeto por excelencia del deseo del Otro. Obviamente, el Otro no es algo exterior, sino que está en uno mismo. El otro existe, en Lacan, separado hasta un momento dado en la infancia. Pero “nosotros” somos nosotros sujetos con lo que nos quedó del Otro adentro, que es como una columna vertebral. El sostén óseo de cada uno, cada uno lo hizo hueso con lo que tomó del Otro, con lo que el Otro nos dio, con lo que uno eligió y con lo que el Otro nos dio y uno lo sacó. Porque el niño no solamente está interesado en lo que el adulto les da, sino que está interesado en dónde los alumnos gozan, qué desean. Muchas veces los niños hablan más de los padres que de ellos mismos. Por eso existe el psicoanálisis. Los chicos lo saben, el problema es que puedan decirlo. Lo dicen de maneras indirectas, nunca directamente. Lo dicen dibujando, jugando. Si no hablan se los digo yo y si emboqué en la manera de decirlo, me miran fijo y algo empieza a cambiar en ese chico. No es fácil, pero hay alguien que está escuchando detrás del autismo.

Caso clínico.
Para hacerlo más sencillo a esto -o más complicado- hice un pequeño esbozo clínico que por ahí se transforma en un fragmento del análisis de una histeria masculina. Ni Freud ni Lacan escribieron sobre la histeria masculina, pero yo me voy a animar a publicar un análisis fragmentario de histeria masculina. Se trata de un caso clínico de un paciente francés de hace 30 años.

Es un profesor de filosofía del secundario que me viene a ver. Llega a mí por una amiga de él, con la que tenía una relación no formal. Se trata de un chico lejano simpático. Es alto, rubio, de ojos claros, con modales distinguidos. Nada pretencioso en su manera de vestir y hablar. Es seductor, obviamente con las mujeres pero con los hombres también, por su distancia. Puede contar cosas dolorosas sin manifestar demasiada emoción. Motivo de la demanda: acaba de fracasar en uno de los exámenes más importantes de un curso de filosofía. Se trata de un examen prestigioso por el que pasó Sartre, Merleau-Ponty, Althusser, todos los grandes filósofos que pasaron por ese concurso. Es un examen que se hace por el prestigio, para trabajar menos y cobrar más. Levi Strauss, antes de ser sociólogo hizo también la carrera de filosofía en esa escuela, en donde se es pagado por estudiar. Este hombre fue al Normal Superior, pero desde el bachillerato él sentía que había algo que le decía que no iba a triunfar. hay una vocecita que le dice que él no va a triunfar y que si pasa un examen, es de casualidad. Hay algo que lo condena siempre a no ser lo que él quisiera ser. Hay algo en él que sobra, que él mismo sobra.


Viene de una casa medianamente acomodada. Su padre es un científico importante, dentro del ambiente científico. La madre no trabajaba. Hay algo muy extraño en su relación al padre y va a quedar para siempre extraño: no lo quiere, pero sus motivos son difusos. es gordo, habla demasiado, no las quiere a sus hermanas mayores y ellas le responden con la misma moneda. Él tiene asco a la gordura, si bien es alguien que mide 1,8 m, buen físico.


La madre murió de cáncer. Él nunca se sintió muy amado por ella. Cuando la madre murió, pasó el bachillerato (es un examen final), pero lo pasó escasamente. Ahí él comprueba que esa voz que le decía que él no podía tenía razón. Su puntaje le permite inscribirse en la formación superior, pasa los 2 años y al llegar el momento de dar el examen un profesor le dice “la filosofía no es una carrera para usted”. Eso puede pasar, por supuesto, pero para él es la voz del destino, no una voz contra la cual me voy a armar para desmentirla. Esto se lo dijo un profesor, no es que se lo dijo Sartre, ni Merleau-Ponty, ni Althusser… Él me viene a ver por haber fracasado. Yo no sé por qué fracasó y acá nos encontramos con una de las paradojas del psicoanálisis. Cuando alguien viene a decirnos que algo fracasó, si fracasó es porque no sabe por qué. No podemos preguntarle por qué cree eso, sino estamos entablando una terapia de apoyo, o una terapia para resolver algo como si fuera metodología del estudio y no algo que está inscripto en una voz que le dice que hay algo del fracaso. ¿De qué fracaso se trata, quién fracasa? ¿Por qué él es el que tiene que fracasar? Hay algo que no está subjetivado.


Su hermana mayor es profesora de inglés, es una solterona que vive en otra ciudad y ella fracasó en la vida, no en los estudios. Él es joven, tiene veintipico de años. Él empieza a hablar de las mujeres y a él siempre lo levantan. Por eso insistía tanto yo con su apariencia. No es un Adonis ni un Efebo, pero tiene algo de infantil y agraciado en él, que puede llamar la atención de una mujer. Este análisis ocurrió en el 1985, donde los análisis eran 3 veces por semana. Yo le cobro lo mínimo que podía cobrarle en aquel momento. Él vende el coche para pagar sus sesiones. Lo que sale en estos primeros meses de sesiones es ese superyó, la inconsistencia del tejido familiar y la movilidad social.


El abuelo paterno era un marino mercante comunista, que luego se hizo católico. Ascendió socialmente. Aunque se olvida del padre, no se olvida del abuelo. Es un precio del análisis que alguien tome la tangente y siga viniendo. O sea, que está buscando otra cosa. la pregunta es qué puede hacer que el sujeto busque sus trazas en lugar de salir por la tangente.


Acerca del aspecto de dandy que él tenía, en el dandismo hay algo de desesperación no dicha. Oscar Wilde era un dandy. Si no hubiera sido homosexual, de todas maneras, como gran histérico tiene algo de desesperado. Esa belleza fría emite a un aspecto de feminidad en la histeria masculina que no tiene nada que ver con la actividad sexual. Nunca relató ningún desfallecimiento sexual con ninguna mujer. Sin embargo hay algo que está esperando en una pasividad.


Me cuenta que se lo levanta una alumna de 17 años. En Francia no hay censura ni represión y estas cosas suceden. Hay una posición dentro del inconsciente, en que la posición masculina es la que da el primer paso. Una mujer también puede solicitar. Lo que tenemos que descubrir en un análisis es cómo el inconsciente interpreta el goce sexual. Porque el inconsciente es una máquina de interpretar, pero se equivoca. Por eso, el an{alisis es lo único que puede intentar, releyendo las trazas y los significantes en el que el sujeto se constituyó, corregir esa posición y que haya asunción, que haya una pérdida. En este caso, la pérdida de un goce pasivo de hacerse levantar para estar seguro.


Años después, me cuenta que está terriblemente enamorado de una profesora de literatura, pero que su amigo, el profesor de filosofía con el que comparte todas las clases, también lo está. Él está cada vez más enganchado y esta mujer le dice que lo va a seguir si se exilia de Francia. Él viene y me comunica, no para elaborar nada, que fue al Ministerio a averiguar qué posiciones de profesor de filosofía había del extranjero y que quedaban dos libres. Pekín y Buenos Aires. Él quería irse a Buenos Aires. ¿Cómo decirle a alguien que no puede interrumpir el análisis por un reto amoroso, frente a lo que muy posiblemente sea un engaño? El angelito que era, se iba a caer de entre las nubes. Yo me caigo en mi sillón de analista. Él sabía que yo había sido docente universitario en Buenos Aires. Él me mira inquieto y se va. A los 2 días me pregunta si tuve una dificultad cardíaca. Le digo que no, y me dice “Entonces yo lo maté”. Le digo que si, y me dice “yo era usted volviéndome a Buenos Aires”. Le digo que si y me dice “Lo maté por amor”. Efectivamente. Nunca creí que podría interpretar asesinato por amor de esa manera tan rápida. En el amor hay algo mortífero sin que la gente lo sepa. Lo sabe cuando se separan mal. Se toma algo de otro.


El paciente se desinscribe y después me dice que era mentira que la mujer iba a seguirlo. Ella ya estaba con su ex amigo y dice que lo tomaron de chorlito. esto me sorprendió mucho, pero no iba a ser el final de mis penas. Cada año, hasta ese momento yo había tenido un problema con él, porque llegado a principio del año lectivo (septiembre), me decía que no iba a poder venir ni el lunes ni el miércoles; solamente el viernes, porque le cambiaron las horas en el liceo. Yo el primer año le cambié las horas, pero no era fácil. El segundo y el tercer a{o me cansé y le dije que no podía. Le pregunto si él podía cambiar los horarios y me dice que no, que de la secretaría podrían decirle que no. Le pregunto por esto de que le cambian las horas todos los años, si no podía dejar las mismas. Él me dice “claro que puedo, pero yo dejo librado al azar”. Ya eran pasajes al acto, pero él no me avisaba que podía realizar un deseo y pedirle al rector que le dejara las mismas horas. Así, me pagó 2 meses sesiones que no vino y luego volvió. O sea, él tenía una relación al acto donde el que decidía era el destino. Un destino que era la computadora del Ministerio. Ese era el lugar del destino. Y esto ya me estaba hinchando a mí, en qué iba a decir, qué iba a hacer. Lo que me impresionó fue que esa necesidad de separación azarosa estaba en correlación con el “yo soy vos”. Yo le llevaba, fácil, 20 años. El “yo soy vos” estaba presente en ese juego de volverse a Buenos Aires y estaba flor de piel, no hundido en el inconsciente. Pero no estaba totalmente cifrado, estaba totalmente para decirlo cuando le siginifiqué, sin decirlo, esa manera de irse.


Volvamos a lo duro de la demanda: fracasa de nuevo. Él podía pagar su análisis porque además de sus clases hacía, como todo el mundo, horas extra. Las horas extra eran pagadas mucho más. En estas horas, los profesores viejos elegían a otros más jóvenes. A mi me atormentaba una pregunta que no podía hacer: ¿cómo estudia este hombre para fracasar? ¿De qué manera estudia, cuál era su ordenamiento lógico? El examen que él tenía que hacer no era un concurso. No bastaba con responder bien, sino que había que responder con aplomo y con inventiva, haciendo muestra de fuga intelectual, siendo exacto. Hacer muestra de brillo e invención. Para eso, hay que conocer los textos de izquierda a derecha, cuáles son las relaciones de los filósofos entre ellos, el texto del derecho al revés, por la mitad, las cartas que puede haber entre un filósofo y otro. Esto lo hace Lacan en el seminario. Las preguntas son ingeniosas, tienen 5 horas para responder por escrito y luego pasan al oral, que un profesor de filosofía tiene que ser, dentro de su estilo, un buen orador. Este hombre, la primera vez que había fracasado ese examen venía con un discurso que ya no me convencía.


Despechado por lo que le había ocurrido con una igual, con una profesora, se pone de novio con una vendedora de negocio de ropa femenino. A mi me asombró muchísimo, no tengo nada contra una vendedora, pero aparte del encuentro sexual, ¿de qué hablaban? Él no tenía familia, ella tampoco. ¿Cuál podría ser el terreno común para transitar? Ella debía tener el secundario obligatorio, nada más. En un momento la deja porque a él no le gusta como ella se corta el pelo. Era un estetismo absoluto, una imagen que cambia y que él podría no haberle importado. esta chica comía y vomitaba. Aparte de ese olor que no se va, en la bulimia hay una modificación de la apariencia del rostro. Yo le manifesté que no iba a andar, pero no con palabras. ¿Cómo le decís a alguien que no se case con esa mujer? Me pongo en posición de padre real… Y de otro siglo. Un analista no puede decirle eso a un paciente hombre que no se case, que no le corresponde. Hice lo que podía hacer para que viendo mi rostro, mi cuerpo, para avisarle a dónde el destino lo llevaba. Finalmente, a los pocos meses se empieza a aburrir, pero ya estaba casado.


Fracasa de nuevo. Él me había dicho que quería seguir un seminario de psicoanálisis. A mi me pareció que esto podría encaminarlo más al corazón de la tarea analítica. Él viene a mi seminario y justamente yo había decidido hacer una lectura en alemán, no todo, sino traducir yo los pasajes más importantes para mostrar los juegos de palabras de Freud. Freud siempre busca palabras polisémicas y siempre busca expresiones que pueden llegar a decir una cosa u otra. Sin llegar a lo que es Lacan, porque es un alemán claro, si uno ahonda descubre que debajo de una superficie hay otra que no se ve. Tenía un equipo de traductores oficiales y discutimos muy bien sobre por qué traducir de una manera u otra una palabra y terminado eso, cuando fracasa, le pregunto a mi paciente por qué no hacer un doctorado. Cuando uno presenta la tesis y es aceptada, está dado que el examen se decide entre 9 o 10. Él nombra como directora de tesis a su profesora de secundario que le enseñó filosofía y ahí escucho algo que no pude dar crédito: es una chica que sabe mucho, una excelente germanista. El problema es que ella es anti lacaniana y nos llevamos bien como se lleva uno con la caballerosidad de cuando uno piensa distinto. El director de la tesis tiene que tener una red como para encontrar un puesto de profesor adjunto y ella no la tenía. Esta chica yo sabía que podía ser profesora, tenía el permiso de la universidad para dirigir tesis, pero no tenía ninguna red. estaba ubicada en un lugar estratégico, pero sola. Con lo cual él se condenaba a alguien que no podía ser un apoyo, por más que supiera mucho de Freud. Y en Francia no se pueden hacer carreras universitarias sin apoyo. No basta con dar un examen, el Consejo Universitario Nacional está dividido en mayorías y minorías y en ese momento un sector de la IPA había pasado a un sector lacaniano particular. Él podía hacer el examen con ella, pero no iba a poder ser profesor. Ahí yo le sugiero que me comente cómo estudia, ya que no iba a dar más el examen. No pude creer lo que me dijo: “yo estudio lo que me gusta”.  Estudiar lo que a uno le gusta, para el concurso nacional más cotizado de Europa, que en ese momento todavía tenía filósofos. La producción de filosofía siempre había sido francesa y en ese momento se estaba terminando. Pero él dice que él estudiaba lo que le gusta, que a él lo tienen que querer por sus bellos ojos. En lugar de su deseo, él se identificaba narcisisticamente… Y como él era profesor y tenía derecho a hacer eso como profesor de secundario. Pero en ese lugar él era un impetrante, alguien que pedía un grado y entonces yo entendí por qué fracasaba. Nunca me lo había dicho. Esa era a la pasividad a la que yo apuntaba.


La angustia de él remitía a esa nada en el goce del Otro donde estaba plantado el superyó, pero no podía darse las armas para armarse fálicamente en el campo que él había elegido ser sujeto, es decir, en el intelectual. Había una decisión de desarmarse fálicamente. Fálico es solamente penetrar a una mujer, sino también penetrar lo real que uno eligió como campo para su vida. A una mujer también hay que penetrarla fálicamente, como lo intelectual,  hacerlo suyo, hacer un agujero donde esté su modalidad. El deseo es fálico, en una mujer también se plantea y hay estilos diferentes. La mujer también penetra su campo, en modalidades diferentes.


Lo dejé y él me dice “Estoy traduciendo Freud y termino”. Le pregunto por dónde empezó y me dijo que por los escritos preanalíticos, los neurológicos. Le pregunto por qué empezó por ahí y me dijo que iba a traducir todo Freud antes de empezar la tesis. Le explico que los traductores que vinieron a mi clase dependían de otros traductores, que a su vez dependían de un discípulo de Lacan que era una gran germanista. Es imposible para un hombre solo traducir todo, que aparte no era un germanista. Leía alemán, como un filósofo francés lee alemán. Ese era el “no” al padre también. Algún mérito podría haber tenido el padre, que era un científico. Seguramente va a hacer una tesis cuando termine de traducir el alemán. estaba traduciendo en el ‘93 y se estaba acercando a La interpretación de los sueños. Ese trabajo le impedía angustiarse. No había más sensación de fracaso, no había más sensación del goce del Otro, de angustia que lo amenazaba con vaciarlo de su ser. Hay algo parecido al análisis con Dora, el querer mantener el síntoma. Freud dice que si se le dice algo en la histeria, la respuesta va a ser el “no”. Yo me arriesgué a nunca decirle algo que no, porque sino la respuesta iba a ser sí. Logró no tener más angustia.


Cuando lo vi hace algunos años, crió él al hijo de su matrimonio. estaba divorciado hace mucho. Pensaba que su relación con las mujeres no era el aspecto más importante de su vida y decía que tenía una vida que no era la que él hubiera querido. No había tenido otro análisis, estaba satisfecho con lo que había tenido. No tenía más demanda a la vida, con la que se había puesto en situación de duelo por su madre y esto le hacía de barrera a cualquier otro deseo. Era feliz criando a su hijo, como tal vez su madre no fue feliz criándolo a él. Él decía que su madre no lo quiso mucho y era terriblemente fría y distante. El problema con las mujeres fundamental era la visión fugaz de un perfil que lo molestaba al punto de hacerle mal físicamente, era la falta de amor. Por supuesto todos tenemos perfiles que no le gustan al Otro, es imposible tener un perfil que sea siempre en línea, siempre hermosa. Aún siendo jóvenes, no podemos tener todos los ángulos correctos para ser perfectos. A alguien que le importa esto, lo que hace que eso caiga es el amor. Es la palabra, el cuerpo, la compañía… El cuerpo, aparte de lo erógeno, es una de las funciones esenciales del amor. La presencia. Él ocultaba el cuerpo siempre, ese era su atractivo. Él estaba lejos. No era un gustar del cuerpo fóbico, sino un tema de cercanía que no se puede poner en palabras.


Cada uno tiene que resolver esa relación con el goce del Otro y cómo nuestro deseo es una defensa, pero no de la angustia. Con el deseo rodeamos ese goce del Otro y tratamos de irlo aminorando. Se transforma en significante para rechazar o adoptar, con qué condiciones eso que es goce del Otro lo puedo hacer mío o no.


Fuimos más allá de lo que fue hacer un trabajo de Freud para la universidad. Un trabajo infinito, eso mantenía el deseo. El trabajo de un análisis es que el sujeto encuentre cómo mantener su deseo. Con una operación subjetiva, él podía darle un nombre a algo respecto de lo que se pretende. Él consiguió un objeto para mantener vivo el deseo. De esta manera mantenía la distancia con el padre y con la madre, que era distante por naturaleza mediante un deseo apasionado, al menos, durante un tiempo. Hubo poco goce del Otro para hacerlo sujeto. En el goce de ese Otro, lo real del Otro, había algo impenetrable.


Pregunta: Vos mencionaste mucho la palabra fracaso…
H.Y.: Si, yo diría que es un fracaso a medias. Salió del círculo angustiante con una confesión tardía y que no fue subjetivada, porque no escuchó lo que decía de que él estudiaba lo que le gustaba para el concurso. Fue un fracaso a medias porque había tenido un hijo, había descubierto una parte de su deseo, que era la paternidad, de ser un padre diferente al que sus padres fueron con él, de no ceder al espejismo de si una mujer se enamoraba de él eso formaba una pareja. Una pareja es otra cosa que un espejismo, aunque eso sea necesario. Además, porque tenía un trabajo infinito y se sentía confortable traduciendo. Tiene grandes pasiones intelectuales con gente que no lo valía. Él creía que habían filósofos que eran lo mejor que le pasó a Francia y la verdad que no era así. Les traje un problema, no una resolución.


Hay rocas y no siempre son de la castración. Acá la roca fue no poder deshacer su imagen ante mi y no poder ver el poco amor del cual fue objeto. ¿Cómo puedo sostener mi deseo para hacer algo con lo poco que tengo? Porque la frialdad de la madre y la distancia con el padre… hay gente que lo hizo. El quiso sostener su imagen contra mi. La voz que le vacilaba, al principio era mucho más que la voz, era con qué sostener esa voz. El problema era el no desfallecimiento sexual una vez en una mujer hubiese significado qué es penetrar a una mujer. No va de suyo qué es penetrar a una mujer. Si uno hace análisis, e puede preguntar qué es penetrar a una mujer. ¿Me enamora hacer el amor con esa mujer o no me enamora? Y si me enamora, ¿qué más se sustenta? Él tampoco pudo poner en palabras por qué iba a casarse con una chica con algo tan grave como una bulimia. Su decisión no tenía peros, ni interrogantes. No era una certeza, pero no admitía que hubiera condiciones. Él no era un obsesivo, no dudaba nunca. Pero no era un verdadero juego, no jugaba. Tenía la apariencia de haberse jugado, pero no había camino por hacer. La otra mujer lo había engañado y lo habían hecho el hazmerreir del grupo.

En el análisis, uno dibuja virtualmente una puerta. Si se toma esa puerta, se transforma en un camino en la realidad. Es uno de los caminos, la realidad obedece al análisis si se permite. No si en el análisis se viene a contar lo que sucedió en la realidad y ya fue decidido. En ese caso el análisis es una cámara de registro y no el lugar donde se esboza otra realidad. El análisis no puede ser una cámara refrendataria de lo que se decidió en otro lado. Es en el análisis donde se deciden los movimientos fundamentales del sujeto, escuchando el analista lo que él dice. El análisis es el lugar que curva la realidad, toda la realidad está curvada por lo que se habla en la transferencia en análisis, no el análisis para contar lo que se decidió.