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lunes, 12 de agosto de 2024

Las urgencias clínicas en púberes y adolescentes. Orientaciones clínicas.

 LA PUBERTAD: Un Tiempo de Grandes Acontecimientos

La Pubertad es un segundo despertar sexual, un tiempo de cambios y de grandes acontecimientos. Se producen modificaciones notables:

A) A nivel del cuerpo: En la apariencia física y las funciones biológicas, como lo es la aparición de la Función Reproductora.

B) A nivel psíquico: La pérdida de los padres edípicos, la entrada impetuosa de una importante Fuerza Pulsional (Ello) y la subordinación de las pulsiones parciales a la Zona Genital.

¿Por qué son frecuentes los Acting Out y los Pasajes al Acto en la Adolescencia?

Para entender este tiempo que le prosigue a la niñez, debemos saber que la Adolescencia es una respuesta subjetiva -siempre singular- en la que cada adolescente trata de transformar la vorágine pulsional que lo habita en una escena fantasmática -inconsciente- que incluya y le de un marco a sus pulsiones. 

No siempre se hace posible fantasmatizar las Pulsiones. Este es el motivo por el cual resultan frecuentes las Urgencias Subjetivas, los Actings Outs y los Pasajes al Acto. 


LAS URGENCIAS SUBJETIVAS, LOS ACTINGS OUT Y LOS PASAJES AL ACTO
¿Cómo se manifiestan? 
A través de: 

  • Los Consumos Problemáticos (de sustancias, pantallas, videojuegos).

  • El Aislamiento Severo, la  Abulia, el Abatimiento.

  • Los Estallidos de Violencia que adoptan la forma de riesgosos Actings Out y Pasajes al Acto

  • Las Problemáticas Alimentarias (las Anorexias, las Bulimias, la Vigorexia).

Estos son gritos sin palabras que, como analistas, debemos acompañar y leer para encontrarle su sentido.  

¿Qué está ocurriendo en el estado de Urgencia Subjetiva?

En las Urgencias Subjetivas, los Actings Out y los Pasajes al Acto, los recursos simbólicos (inconscientes), la disposición a la palabra, la narrativa, quedan Momentáneamente en suspenso. 

Y esto ocurre porque ha quedado fuera de juego la barrera de protección del inconsciente, que pone freno a las Pulsiones del Ello. Este Ello Pulsional se satisface en forma directa y desenfrenada.

¿CÓMO INTERVIENE EL ANALISTA ANTE UN ESTADO DE URGENCIA SUBJETIVA? 
Sostén:

  • Le haremos notar al adolescente en estado de desestabilización psíquica que estamos-ahí para ayudarlo y, fundamentalmente, para escucharlo. Le ofertamos -esto resulta esencial-  una relación humana, hospitalaria y confiable que haga, al decir de Winnicott, de "Holding" (Sostén), que lo ayude a la integración de su Yo, que momentáneamente se ha desmembrado.

Dar por verdadero:

  • Como analistas, le hacemos notar al adolescente que nosotros consideramos por verdadero aquello que está sintiendo. Las urgencias siempre demandan una posición activa del analista, que explicite que existe una causa para aquello que le ocurre (que habrá que construirla). 

    El analista irá armando -haciendo uso de las "Construcciones en Psicoanálisis"- las piezas sueltas que otorgan un sentido y una causa al desborde crítico y momentáneo del adolescente.

Participación en las decisiones 

  • Si se hiciera necesario, realizaremos una interconsulta con un psiquiatra.
    Resulta fundamental comunicarle al adolescente cualquier decisión que se tome, la razón de la misma, así como expresarle que es momentánea y de ninguna forma  definitiva. 

  • Tendremos entrevistas con la familia y/o los encargados de la crianza del adolescente, para ayudarlos a que ocupen las funciones que -según estas crisis nos demuestran- se encuentran vacantes.

viernes, 26 de julio de 2024

El aislamiento en Púberes y Adolescentes

 El Aislamiento como Síntoma

Muchos son los púberes y adolescentes que manifiestan preocupantes aislamientos, confinándose en sus habitaciones, sin interés, ni deseo, menos que menos motivación por la escuela y/o las relaciones sociales. Viven sin salir de su casa, alterando incluso sus ritmos diarios: duermen durante el día, comen por la tarde y descuidan su higiene.

Pregunta fundamental:

¿Por qué no existe, para ellos, una llave de salida y conexión con los semejantes?
Porque perdieron el rumbo, en tanto han extraviado de su subjetividad el hilo conductor del deseo, motivo por el cual carecen (momentáneamente) de una orientación para su vida. 

¿Cuáles son los efectos del aislamiento?

. Son estigmatizados por los pares, que los colocan en el lugar de “marginales”.
. Experimentan la presión de sus familiares cercanos -angustiados- de cambiar intempestivamente su manera de estar en el mundo.
. Muchos de ellos padecen síntomas depresivos y de ansiedad, que aumentan sus inseguridades y sus miedos.
. Sufren variados y diversos trastornos del sueño.
. Se comprueba que tienen un mayor riesgo de actings out y pasajes al acto.


¿Qué-hacer del analista?

El psicoanalista estará siempre dispuesto a escuchar y alojar al adolescente. A crear un espacio en donde resulte muy importante, al decir de Fernando Ulloa: “estar ahí”. Esto es, no escatimar presencia y compromiso para vivenciar -de manera conjunta- la fuerte experiencia de un vínculo compartido.  

Intervenciones frente al Aislamiento:
Alojaremos lo que el Adolescente tenga para desplegar. En muchos casos, más silencios que palabras. Le haremos saber que sí estamos ahí, es porque él nos importa y que de ninguna manera estamos para juzgarlo.

Siempre propiciaremos el diálogo, respetando sus tiempos y su manera singular de comunicarse.

Si el aislamiento resultara extremo, realizaremos intervenciones en interdisciplina (Psiquiatría, Médico Clínico, Nutricionista). 

El Manejo de la Transferencia implica para el analista tejer una trama transferencial positiva, con enorme paciencia. 
Resulta fundamental que el/la Adolescente perciba que estamos ahí para ayudarlo. 

Nuestro Deseo de Analista será crucial para poner en marcha el Deseo del Adolescente que, por alguna razón, ha desfallecido.

Relacionado: Conferencia El aislamiento en púberes y adolescentes ¿Qué-hacer en la clínica?

domingo, 8 de octubre de 2023

Cinco cosas a tener en cuenta al atender púberes

1° El paciente es el púber, no su familia o la escuela

2° La conversación
El diálogo con un púber no admite el silencio serio del analista y las clásicas preguntas que hacemos al sujeto neurótico adulto. Precisa de un diálogo permanente, semejante a una situación conversacional.

3° Conocer y emplear las nuevas tecnologías
Hoy, un gran ejercicio de asociación libre ante un púber que dice “no tener nada que contar”, puede ser pedirle que escriba en Google lo primero que se le ocurra. Es importante que los mensajes de WhatsApp, las fotos, los chistes virales, las redes sociales, sean parte de la terapia.

4° ¡Cuidado con el exceso de preguntas!
Como dijera Winnicott: “quién hace (demasiadas) preguntas, debe resignarse a escuchar (muchas) mentiras”. Y aunque la mentira también sea propicia para el trabajo analítico, el analista debe resguardarse de convertir la sesión en un interrogatorio y quedar identificado al lugar que generalmente ocupan las familias o instituciones educativas.

5° Empleo del sentido del humor
Entre los púberes son frecuentes las bromas, la carcajada fácil, se repiten chistes o frases de moda. El análisis, lejos de ser un lugar serio y silencioso, debería tener al humor inserto en el vínculo terapéutico.

👉 En la pubertad, ni se juega como con los niños, ni se habla como con los adolescentes. Es importante adaptar y flexibilizar nuestras intervenciones para estar a la altura de este “tiempo de metamorfosis”.

miércoles, 4 de octubre de 2023

La Vulnerabilidad Adolescente

La adolescencia es un tiempo que combina y articula dos instancias cruciales:

♦El rearmado y procesamiento psíquico del cuerpo, que orgánicamente ha madurado -nueva vestidura imaginaria-.

♦La separación de los Otros parentales, junto a los respectivos duelos que implica esta operación subjetiva.

La pubertad: Un tiempo de crisis y una puerta de entrada

La pubertad es definida por Sigmund Freud como un tiempo de Metamorfosis -cambio, transformación y discontinuidad- que prosigue a la latencia.

¿Qué se discontinúa en la pubertad?

La libido del niño o la niña, que hasta este momento era autoerótica, se “despierta” nuevamente y se reformula de otra manera, porque se inclina hacia el otro sexo.

Asimismo, en la pubertad se discontinúa la posición pasiva que el niño o la niña tenían entorno a los modelos propuestos por la sociedad. Estos modelos estaban encarnados por las figuras de autoridad (padres, madres, maestros) que, por la indefensión estructural del infante, fueron -obviamente- poco cuestionadas.

“Los títulos en el bolsillo” Jacques Lacan

“Los Títulos en el Bolsillo” es un concepto que desarrolla J. Lacan para hacer referencia al conjunto de inscripciones identificatorias (símbolos, emblemas) provenientes en su origen de los Otros primordiales y que la niña o el niño, singularmente, han recortado y que pasan a formar parte del nuevo carozo identitario del adolescente.

Estos títulos, hasta aquí, en el bolsillo, podrán -en el mejor de los casos- ponerse en juego con el Otro sexo y con el grupo de pares (lazo social).

¡¡Importante!!: Clave clínica Resulta crucial para el adolescente -que atraviesa este tiempo crítico de separación de los Otros primordiales y de inclusión activa en la cultura- tener el aval, es decir la legitimación, por parte de su familia y de la sociedad de que es un ser grande y sexuado con posibilidad y derecho de elegir su orientación sexual.

¿De qué manera se manifiestan en la clínica las crisis severas en la adolescencia?

- Como aislamiento serio / abulia / abatimiento / huida de los vínculos.

- Con trastornos graves en la alimentación (anorexias, bulimias).

- A través de consumos problemáticos.

- Con riesgosos actings out y pasajes al acto -como, por ejemplo, estallidos de violencia-.

¿Qué-hacer del analista frente a esta Crisis en la adolescencia?

El analista, fundamentalmente, acompañará de manera activa al adolescente. Ofreciendo su presencia a modo de semblante. Es decir, cumplirá una función tercera, que consiste en abstenerse de encarnar los imperativos, las prohibiciones y las normas imperantes de la familia y de la época.

El analista lo acompañará -vía presencia, palabra y propuesta de diálogo- a que descubra su propio y siempre singular deseo frente a la falta de respuesta -momentánea- que le ocasiona estar inhibido y detenido en ese paso decisivo que es el pasaje de la adolescencia a la adultez.

viernes, 24 de febrero de 2023

El aislamiento en púberes y adolescentes ¿Qué-hacer en la clínica?

Muchos son los púberes y adolescentes que manifiestan preocupantes aislamientos, confinándose en sus habitaciones, sin interés, ni deseo, menos que menos motivación por la escuela y/o las relaciones sociales. Viven sin salir de su casa, alterando incluso sus ritmos diarios: duermen durante el día, comen por la tarde y descuidan su higiene.
Interrogante fundamental: ¿Por qué no existe, para ellos, una llave de salida y conexión con los semejantes?

Porque perdieron el rumbo, en tanto han extraviado -por razones siempre singulares- de su subjetividad el hilo conductor del deseo, motivo por el cual carecen (momentáneamente) de una orientación para su vida.

¿Cuáles son los efectos del aislamiento?

Los jóvenes…

. Son estigmatizados por los pares, que los colocan en el lugar de “marginales”.

. Experimentan la presión de sus familiares cercanos -angustiados- de cambiar intempestivamente su manera de estar en el mundo.

. Muchos de ellos padecen síntomas depresivos y de ansiedad, que aumentan sus inseguridades y sus miedos.

. Sufren variados y diversos trastornos del sueño.

. Se comprueba que tienen un mayor riesgo de actings out y pasajes al acto.

¿Qué-hacer del analista?

El psicoanalista estará siempre dispuesto a escuchar y conversar con el adolescente. A crear un espacio en donde resulte muy importante, al decir de Fernando Ulloa: “estar ahí”. Esto es, no escatimar presencia y compromiso para vivenciar -de manera conjunta- la fuerte experiencia de un vínculo compartido.

El analista encarnará, con estos pacientes, la posición opuesta a lo que Zygmunt Bauman denomina el “Amor Líquido”, propio de esta época: vínculos frágiles, fugaces y con ausencia de compromiso.

Intervenciones posibles:Alojaremos lo que el paciente tenga para desplegar (palabras y/o silencios). Le haremos saber que, sí estamos ahí, es porque él nos importa y que de ninguna manera estamos para juzgar.

Propiciaremos siempre la posibilidad del diálogo, sin direccionalidad alguna, respetando sus tiempos y su manera singular de comunicarse.

¡¡Clave clínica!!

Nuestra apuesta -con cuerpo presente- es tejer una trama transferencial positiva, que se facilitará cuando el adolescente interprete -transmisión de inconsciente a inconsciente, al decir de S. Freud- que estamos ahí para ayudarlo a encontrar alguna veta deseante que oriente su vida.

Otras intervenciones posibles:En estos casos resulta importante, en tanto sea necesario, realizar intervenciones de la mano de otras disciplinas: médico clínico, nutricionista, psiquiatra.

Necesitamos cuidar la integridad física -si se encuentra deteriorada- y la integridad psíquica -si hay un encierro severo- del adolescente, como única posibilidad de que emerja la palabra. Sólo mediante la palabra, será posible el diálogo, que como analistas propiciaremos sin claudicar.

lunes, 16 de mayo de 2022

Los cortes en el cuerpo ¿Un modo de acallar la angustia?

Cutting: definición y el que-hacer del analista
El cutting es una conducta riesgosa y compulsiva, en la cual el sujeto daña su propio cuerpo realizando cortes en los tejidos de la piel de las muñecas, brazos, piernas y muslos con un objeto cortopuntante.

Estos cortes en la piel se realizan de manera intencional pero sin fines necesariamente autolíticos (suicidas). Sin embargo, suponen un gran riesgo ya que, en muchas ocasiones, se repiten una y otra vez, haciéndose más profundos, lo que puede terminar en una lesión que requiere tratamiento ó en una muerte no intencionada.

Al darles la palabra a quienes padecen esta problemática, se halla que los cortes en la piel se utilizan como una "defensa" contra la angustia, la ansiedad y situaciones de estrés. El dolor físico, más delimitado, es usado como "distractor" del padecimiento psíquico.

Estas conductas autolesivas no representan por sí mismas ninguna patología o estructura psíquica determinada (neurosis, psicosis perversión). Puede asociarse, por ejemeplo, a estados de ansiedad, estados depresivos, trastornos de la alimentación, problemas en la relación con otros (pares, familia).

El cutting muchas veces se mantiene en secreto y los cortes en el cuerpo se esconden. Algunas posibles señales a tener en cuenta son:

- Mangas largas en pleno verano.

- Gran cantidad de pulseras ó muñequeras para esconder los brazos.

- Uso excesivo de vendas o curitas.

- Prendas que tapen los muslos.

El cutting esconde siempre un desesperado pedido de ayuda, y la posibilidad de poner en palabras emociones intensas. Por eso, trabajar con el entorno familiar y social resulta fundamental.

El corte, como acting o pasaje al acto, pone en evidencia serias dificultades en la operación de separación de los Otros primordiales (figuras de cuidado); el manejo de las pulsiones, ya que estas se descargan directamente en el cuerpo; la operatoria inconsciente que, en ese momento, queda fuera de juego.

El cutting es la forma que encuentran algunos adolescentes para expresar problemáticas que le generan gran angustia (generalmente del orden de la separación y dificultades identificatorias), careciendo para esto de una mediación inconsciente y por ello, su expresión consecutiva en palabras.

La terapia psicoanalítica intenta escuchar la función que tienen estos actos en cada caso, identificar qué situaciones los desencadenan y ayudar a procesar psíquicamente ese exceso de angustia. Se hace vía la palabra, trabajando en esa línea, las operaciones de separación y las identificaciones que, por el momento, no se han podido inscribir.

El analista debe garantizar un ambiente seguro y un encuadre flexible, para que el adolescente se sienta cómodo y pueda expresar lo que lo aqueja.

El analista también debe tener una posición más activa, ya que en estos casos el adolescente no suele llegar a la consulta con preguntas. Para él, el cutting es una solución y no un problema y es más bien traído por otros.

Es importante que el analista se abstenga de manifestar rechazos, censuras, amenazas, o sanciones. Debemos tener en cuenta que no es una problemática que se supere con consejos. Es necesario posibilitar la tramitación psíquica de la angustia excesiva que atraviesa el adolescente.

Como analistas, resulta esencial conocer nuestros límites. Por ello, no debemos dudar en hacer interconsultas con servicios médicos y de psiquiatría, si observamos que la vida del sujeto corre riesgo derivado de las autolesiones.

El sábado 9/4/22, la Lic. Silvina Galloro dictó el Taller Clínico titulado "Los cortes en el cuerpo ¿Un modo de acallar la angustia?". A continuación, las notas del taller.

En el cutting la palabra no está como mediadora para hacer con eso que el adolescente siente. Esta es su característica más importante, porque los jóvenes no pueden decir mucho al respecto, al menos al principio. El analista pretende devolver la palabra como un único instrumento para abordar las sensaciones.

Palabra, cuerpo y pubertad

En Freud, en el texto Tratamiento psíquico, tratamiento del alma de 1895 se encuentra en el tomo I de Amorrortu, tempranamente Freud establece que la palabra es el recurso e instrumento esencial para abordar a las patologías del cuerpo y del alma. Esta afirmación la sostiene durante toda su obra. En el texto señala la acción recíproca entre el cuerpo y la vida anímica, que no pueden ser pensados disociadamente. Freud da ejemplos cotidianos que habla de esa acción recíproca, como el florecimiento que uno siente cuando se está contento.

Otro asunto es de qué cuerpo se trata en psicoanálisis, que no es el de la medicina. En 1893 Freud realiza una comparación entre las parálisis orgánicas y las histéricas, donde sitúa que en las parálisis histéricas el cuerpo no responde a la anatomía. hay otro cuerpo en juego y la pregunta de Freud es de qué cuerpo se trata en las neurosis, que lo lleva a fundar los conceptos fundamentales, como el narcisismo. El narcisismo es aquello que permite la articulación entre el yo y el cuerpo, la apropiación del cuerpo.

Hay algo de la curación que se establece a partir de la palabra. ¿Pero cómo se presenta el cuerpo en la pubertad? El texto clave es Tres ensayos de una teoría sexual. Allí se encuentra la manera en la que Freud establece la temporalidad subjetiva. La primera infancia, como la primera presentación de la sexualidad infantil, que se aquieta en el período de la latencia y una segunda oleada de la sexualidad, que se ubica en la pubertad.

El fenómeno específico de la pubertad es el crecimiento de los caracteres sexuales externos e internos. Hay sensaciones nuevas internas, donde el púber se encuentra con un cuerpo nuevo. Leer esas sensaciones implica crear representaciones nuevas, es decir, algo con lo que no contaba. Se trata de un tiempo de transición para reconocer un cuerpo propio, del que hay que apropiarse. El adolescente se encuentra entre un cuerpo que fue y el que todavía no es. El púber n o cuenta representaciones para el tiempo que vendrá, es el tiempo de transición de esa imagen unificada de la infancia, donde ellos ya no se reconocen pero aún no tienen una nueva imagen de un cuerpo que cambia para ellos y para los ojos de los otros. La pubertad es un tiempo de profundo desconocimiento. La clínica con púberes debe leerse desde ese lugar.

Si el narcisismo permite el anudamiento entre el yo y el cuerpo, debemos pensar que en la pubertad hay una vacilación del narcisismo, donde no es tan fácil reconocerse. Hay una lectura de que el púber es raro, que ya no se encuentra en las cosas que le gustaban, una vuelta que quieren hacer a eso que les es conocido, pero que sin embargo ya no le da las mismas satisfacciones. El tema es que tampoco tienen el modo de explicar eso que les pasa. Al tomar tanto protagonismo el cuerpo, la palabra queda silenciada, no hay modo de decir sobre eso y esto es estructural. 

En los púberes encontramos déficit en la palabra como mediadora, porque está tomada por esta transformación del cuerpo. La pubertad en si misma habla de ese déficit. Hay un silenciamiento del modo de decir y ahí encontramos características como la soledad. 

El cuerpo del psicoanálisis se presenta libidinizado bajo las marcas de los Otros parentales. Es un cuerpo particularizado por el encuentro con el Otro. La adolescencia es una conceptualización socio-histórica, a nosotros nos interesa las operaciones que el adolescente debe realizar. Una de ellas es llevar el cuerpo puberal a la escena social, donde se genera una tensión entre lo subjetivo y lo social. Muchas presentaciones de los adolescentes toman los significantes sociales que constituyen subjetividad, por ejemplo, los cortes.

En el discurso adolescente, los cortes tienen un lugar de transmisión, un lugar de identificación, de hacer comunidad, de encontrarse con los otros. El padecimiento adolescente conlleva a una estética, donde la estética es la relación entre lo subjetivo y lo social. Muchos chicos encuentran a los cortes como prácticas que hacen los amigos y hacerlas lo hacen formar parte de la escena adolescente. No se trata de un tema de modas, sino un enlace subjetivo a lo social que hace que muchos adolescentes se corten. Habitar la escena adolescente hace que se compartan prácticas. Los tatuajes también ponen en escena al cuerpo en su dimensión escritural, donde el cuerpo también es una superficie de escritura. 

Caso 1

Aldana (14) es derivada por la escuela donde concurre, la cual envió un informe que ella se hacía cortes superficiales desde hace varios meses. Los cortes lo descubren en la escuela; los padres no se habían dado cuenta. Tenía cortes en las muñecas, uno al lado del otro. Usaba una pulsera elastizada muy ancha para taparlos. Cuando la psicóloga de la escuela le comunicó esto a los padres, ellos tuvieron mucho miedo. Los cortes en el cuerpo suelen asustar a los padres, cosa que hay que tener en cuenta, aunque sea un tema que se escucha hablar. 

Aldana tuvo un cambio de colegio en el secundario y ante ese cambio los padres comienzan a notar conductas diferentes. Se encerraba en su cuarto, no quería compartir con los padres, se quedaba viendo videos... En ese contexto comienzan los cortes y los padres se asustan, pero la joven sigue haciéndolo. La joven no podía decir nada de eso.

Es importante que el analista haga preguntas por los cortes. ¿En qué contexto se realizan, cómo, cuándo? hay que historizarlos y no tomarlos como hechos aislados. Ver como se entraman en la estructura de cada sujeto, en lo cotidiano, fijarse si responden a algo, en qué momento preciso el joven necesita acceder a esa conducta.

La paciente dice que se siente triste, pero no sabe bien que le sabe. No logra ubicar la tristeza en relación a algo. Ella quiere volver a la escuela, volver con sus amigas, quienes cambiaron también, aunque ella quiere recuperar lo que tuvo. Los padres, con su enojo por lo de los cortes, la miran de otra manera. En la pubertad, esto también se presenta: el adolescente se vuelve un extraño a los ojos de los padres. Los analistas también deben trabajar en ese "entre" los jóvenes y sus padres, para que no se asiente su soledad.

La joven también añora actividades que antes hacía y ahora le aburren. Hay algo del duelo, por lo que antes tenía y ya no se puede regresar. El dolor escenifica una sensación que aquieta, dando la sensación que de ahí no se puede salir. Lacan, en el seminario 7, habla de la petrificación en el dolor, leyendo El proyecto de Freud, donde Freud ubicaba que no había forma de procesar esos estímulos internos. Algo del dolor en sí mismo se agrega a la soledad que muchos adolescentes sienten. Como el adolescente no tiene las palabras, muchas veces es el analista quien debe prestarlas mediante comparaciones, poner en escena emociones, para que el púber pueda identificar lo que le pasa. Debemos armar representaciones, allí donde no las hay, propio del déficit simbólico de la pubertad.

En el caso de Aldana, se juega esto de la continuidad que fue cortada. Aldana logra historizarla, armando un proyecto a futuro. Ella comienza a relacionarse con sus amigas de otro modo. Puede ubicar que los cortes nacieron como una idea al verlo en publicaciones de sus amigas. Aparece lo social y los cortes como un modo de acercarse. Cuando realizó el duelo, no volvió a acudir a los cortes como apaciguamiento de la tensión en el cuerpo que no podía poner en palabras.

Este caso es más complicado por la estructura del joven. Tenía muy poca capacidad de representación simbólica para leer eso que se producía en su cuerpo y los cortes le permitían localizar y acotar aquello que se le aparecía como inefable. 

Caso 2

Martín (14) concurre a la guardia del hospital porque se hizo cortes profundos en los antebrazos. Él dice que no fueron con la intención de hacerse daño ni de matarse, sino que se sentía mal y quería ver si se sentía mejor porque había escuchado que algunos chicos se sentían mejor después de cortarse. Cuando Martín vio esos cortes en el cuerpo, la piel le tiraba en la cicatrización y que la piel tenía una autonomía. Se rascaba y volvía a sangrar, se quedaba mirando la sangre como un modo donde él ubicaba su sufrimiento y se lo mostraba al Otro.

Martín sentía que algo ya no podía ser como era. Antes jugaba al fútbol, iba al colegio. Perdió las ganas de hacer esas cosas, se encerraba en la casa sin querer salir. La presentación era con pocas palabras, solo podía ubicar que estaba mal. No podía identificar si estaba triste, enojado, angustiado. Cuenta que por la noche tenía insomnio, que los ruidos por la noche se le volvían hiper presentes, que siente presencias en su casa que saben que no son reales. Hay algo que se configura como presencia y lo atemoriza. Con ayuda de medicación, pudo recuperar el sueño y regresó a la escuela. 

Con el tiempo, pudo ubicar algo de aquella presencia, nombrar esos miedos que tenía de noche, buscar recursos como escuchar música, dejar la luz prendida. Un modo de hacer distinto que con los cortes. 

Caso 3

Ana (13) está en el primer año del secundario, discute con la madre porque no la deja salir. Ana no conoció a su padre y durante su gestación, la madre se separó de él por ser violento. Años más tarde Ana se enteró que él falleció en una pelea barrial, por lo que Ana confirmó que la decisión de la madre estuvo bien. La relación con su madre es dual, siempre estuvieron solas, cosa que dicen en su modo de presentación.

En la relación con su madre, encontramos una tensión permanente entre la agresividad y el pegoteo. La madre de Ana no tenía amigas y a ella se las limitaba mucho. Hay una dificultad de ambas para producir una separación, una distancia óptima y saludable. La relación a veces llevaba a empujones, insultos, escándalos en cualquier lado. La madre, como única forma de poner un freno, le decía "te callás". Ana se callaba, iba al baño y se producía cortes en la cadera. Ana se había cortado la muñeca, pero la madre la descubrió y le pegó. Entonces, la respuesta de Ana fue producirse los cortes en la cadera para aflojar esa tensión.

En este caso, lo que se ubica es una relación conflictiva entre padres e hijos, por lo cual hay que trabajar con ambos. La clínica infantojuvenil nos muestra un discurso sostenido por los padres, por lo cual es necesario producir intervenciones en ambos. La madre de Ana creía que si ella salía con las amigas la podían secuestrar, robar o no verla nunca más. La madre respondía a eso con una presencia permanente y asfixiante para ambas. Ana decía que quería irse, fugarse, pero le daba mucha culpa de dejar sola a su madre. Se tuvo que trabajar mucho en esta separación. Acá el corte tiene una dimensión significante: se corta en el cuerpo aquello que no estaba habilitado en los cortes de la relación. El corte es una metáfora del corte con su madre. 

Estos casos despliegan lo que Freud nombró como metamorfosis de la pubertad, tiempo que implica un desconocimiento para el púber y los padres, que se enfrentar a nuevas realidades. ¿Cómo hacer con un mundo donde se ubica lo siniestro y la endogamia pareciera ser la única opción? Muchas veces el analista debe intervenir para facilitar esa salida, ese pasaje, que es propio de la escena adolescente.

La pubertad implica el pasaje de un antes que era conocido y un futuro que no hay aún modo de representar. El analista debe prestar palabras, prestar relatos, introducir la fantasía como posibilidad de poner representaciones que las vayan haciendo más cercanas y reales. ¿Cómo hacen los otros chicos? El analista puede ofrecer el lugar de "uno entre otros", para que se puedan ubicar más y no queden tan por fuera. A los otros también les pasa, ¿Cómo hacen? Es la posibilidad de leerse en serie, como uno más.

La pubertad tiene un correlato angustioso ante el no saber cómo responder y no poder anticiparse ante esa realidad desconocida. El corte ofrece un alivio temporal, porque luego la tensión vuelve a hacerse presente. Devolver la palabra como mediación es una alternativa eficaz para que el corte deje de ser un recurso. 

Es importante tener en cuenta que los fenómenos -cualquiera sean- no hablan por si mismos. El analista debe encontrar cuál es la característica del fenómeno en cada estructura subjetiva, qué lugar ocupa en cada sujeto y qué es lo que este puede decir de eso. Es el paciente quien le da sentido al fenómeno y el analista debe armarlo en la escena en que aparece: cuándo fue la primera vez que apareció, frente a qué situación, cómo lo hicieron, a quién se lo contaron... Esto arma la escena ampliada de esto que aparece como un detonante.

La pubertad implica un tiempo de enloquecimiento en si mismo. El no reconocimiento de la imagen de los otros, o de la propia imagen, la discontinuidad de la historia, el duelo por no volver al estado anterior constituye un tiempo de extrema fragilidad. Con la palabra se intenta reconstituir algo de ese tiempo.

El analista no debe ser silente, sino ir a pescar qué series miran, con qué se identifican, pescar todo lo que a ellos no les parece propio en ese mundo que los habiota. hablar de los otros, de sus amigos, escuchar qué se repite en la queja. Eso que aparece cortado, devolverlo a la historización.

En la adolescencia, es interesante la distinción entre duelo y angustia. El dolor implica un ensimismamiento, porque se pone en juego las sensaciones internas y ahí se siente el cuerpo en una presencia que es mucho más contundente. El cuerpo en la adolescencia es doloroso, torpe. Esto, que es esperable, debe ser enlazado a una escena que no los deje en un puro sufrimiento. A veces los cortes aparecen como diques a la angustia desbordante. 

Muchas veces en los padres aparece la desilusión que como los hijos no quieren estar con ellos, no es el amor lo que se pierde, sino que el mismo ha mutado. 

martes, 14 de septiembre de 2021

Indicadores psicopatológicos en la infancia y la pubertad

Los indicadores psicopatológicos son señales que indican la necesidad de evaluación médica y/ó psicológica, pero no son en sí mismos diagnósticos. Muchos de ellos aparecen en las escalas que utilizan los pediatras, como el M-CHAT. En la pubertad y en adolescencia, nos interesan bastante, en la medida en que la mayoría de los trastornos psiquiátricos comienzan en esta etapa.
0 - 2 años:
- Retraso en la adquisición de pautas madurativas.
- Balanceo.
- Inquietud excesiva
- Hipotonía
- Movimientos estereotipados
- Ausencia de contacto visual.
- Falta de interés en la relación con objetos y personas.
- Pica, rumiación y disminución del apetito.
- Alteraciones en el sueño.

2 - 6 años:
- Problemas del control de esfínteres. Enuresis, si el niño es mayor de 4 años. Encopresis, si el niño es mayor de 5 años.
- Dificultades significativas en la expresión y comprensión del lenguaje.
- Temores o miedos excesivos.
- Impulsión, agresividad.
- Hiperkinesia.
- Ratraimiento.- Ausencia de juego ó juego estereotipado.

6 - 11 años:
-Problemas de aprendizaje
- Dificultades de la atención.
- Hiperactividad.
- Agresividad, oposicionismo, mentiras.
- Ansiedad por separación - fobia escolar.
- Inhibición en la relación con pares.
- Tics
- Tartamudez.
- Masturbación compulsiva.

Adolescencia:
- Problemas de conducta.
- Trastorno alimentario.
- Abuso de alcohol y drogas.
- Dificultades en la relación con pares.
- Depresión
- Ansiedad
- Trastornos psiquiátricos

domingo, 16 de mayo de 2021

Anorexia mental y bulimia nerviosa. El cuerpo conmocionado.

Hoy abordaremos una patología, que por su aparición temprana y su gravedad, requiere de su internación: la anorexia nerviosa. Se trata de un cuadro que requiere de la interdisciplina de profesionales tal como médicos nutricionistas, endocrinólogos, y psicólogos. En este sentido, la internación es eficaz si no se limita a ser un acto médico.

La anorexia mental se manifiesta en la pubertad. Desde el psicoanálisis, la pubertad es un tiempo de corte y de pasaje. Esto lo encontramos en la antropología a la manera de rituales de pasaje. Implica un tiempo de corte lógico y cronológico, donde deben producirse una serie de inscripciones psíquicas para que el sujeto llegue a decirse "soy uno diferente al otro". Justamente, para el psicoanálisis el sujeto es diferencia y se constituye en esa diferencia con el Otro.

La pubertad es un tiempo que interpela al joven con todo lo que la sociedad le demanda en su ingreso a la comunidad adulta. Se trata de la condición de la adolescencia y de la producción de esas inscripciones psíquicas que son la condición del pasaje hacia la adolescencia. Sumamos el empuje pulsional, los cambios hormonales que impactan en los caracteres secundarios.

El adolescente es desmesurado. Es un tiempo de actings, ciertos derrapes que no son en sí mismos una patología. Se trata de una desadaptación sana y esperable de un sujeto a que se lo conmina a responder a ciertas temáticas. Distinto es el caso que vamos a ver hoy: jóvenes que no pueden avanzar en ese pasaje, o renuncian antes de comenzar. Algunos adolescentes, lo hacen en condiciones de riesgo extremo.

La anorexia mental es una de las respuestas a las transformaciones que se suceden en la pubertad. Por eso es importante la intervención temprana, porque es la oportunidad de hacer con el paciente un reordenamiento de los elementos que promovieron esa gravedad, permitiendo las operaciones psíquicas que permitan una salida diferente. La anorexia, para el sujeto, es una salida y un recurso creacional del sujeto, aunque en ella se evidencie la pulsión de muerte. El psicoanalista no considera que haya un origen que marque un destino ineludible, así que apuesta a crear lo nuevo sobre lo ya determinado. En ese sentido, es una apuesta en contra de la neurosis de destino, cosa muy propia del psicoanálisis y no de otras terapéuticas.

En esta otra entrada, vimos que la anorexia es un síndrome (conjunto de síntomas) y diferenciamos las anorexias orgánicas, de las anorexias en la neurosis, en la psicosis y el cuadro que hoy nos interesa, que es la anorexia mental. Debemos realizar el diagnóstico diferencial para orientar el tratamiento.

Cuando una anorexia se presenta como comorbilidad de estructura en la neurosis, vamos a ver que el paciente dispone de muchos recursos subjetivos, además de la anorexia. Son pacientes que admiten su problema y sufren por ello. Es decir, son sintomáticas. Como cualquier neurótico, no encuentran la causa en las representaciones de la consciencia y piden ayuda terapéutica, pudiendo establecer un vínculo transferencial. Son casos con las dificultades de las neurosis, egodistónicas.

En la anorexia mental, vamos a encontrar algo diferente: 
- Aparición en la pubertad, por ejemplo, a los 12 años.
- Es la única respuesta que el sujeto tiene para las demandas de este tiempo.
- Son estados de extremo enflaquecimiento, se disminuye la grasa y la musculatura corporal por la negativa perseverante, incesante e innegociable a ingerir alimentos ó líquidos.
- Esa vaciación es condición de existencia para el sujeto.
- Desequilibrios electrolíticos, que el médico detecta, por ejemplo la caída de potasio.
- Bloqueos edocrinológicos, como amenorreas primarias (no llegan a la menstruación) o secundarias.
- En todos los casos, los pacientes no consideran a su condición como sintomática. No refieren malestar subjetivo, sino que se trata de una solución.
- La modalidad transferencial es refractaria al tratamiento, porque no registran ningún problema. El analista debe ser prudente y paciente para establecer ese vínculo, que es caso por caso.

La bulimia nerviosa comparte la filiación de estar en los trastornos de la conducta alimentaria, pero es diferente a la anorexia nerviosa. Debemos respetar estas diferencias. En la bulimia vamos a encontrar que el paciente engulle todo el día vorazmente, alimentos en gran cantidad y diversidad, que pueden estar cocidos o crudos. Posteriormente, se vomita esos alimentos, hasta que no haya más. Lo que la anorexia y la bulimia tienen en común es su carácter incesante y que se trata del único recurso que tiene el sujeto. La anorexia purgativa es distinta. Se trata de cuando la anoréxica comió algo y luego la purgan. 

Como vemos, en la anorexia mental y en la bulimia nerviosa no se trata de los ideales de belleza sociales o culturales. No se trata de pacientes que busquen incitar el deseo del Otro, sino que se sostienen en el no-deseo. Ese es el no deseo de comer que está detrás de todo este cuadro, la completa ausencia de cualquier estado que connote deseo de alguna otra cosa. 

El recorrido que hicimos en la entrada anterior nos permite situar que esta no es una patología actual. Tampoco vamos a encontrar distorsión de la imagen corporal en la anorexia mental. No es que la paciente se vea gorda; es más, ni les interesa el espejo. Su actividad está en restar masa corporal. El tema del espejo lo vamos a encontrar más en las anorexias histéricas, donde siempre les falta o les sobra algo. Esto lo podemos encontrar en la distinción que Freud hace en el Manuscrito G, entre la anorexia nervosa (del lado de la melancolía, donde no hay enlace psíquico entre el trauma y la escena actual) de las anorexias histéricas. En la anorexia nervosa, hay pérdida de libido y dolor por ello, pero no duelo. Estos términos freudianos, sumamente actuales, requieren un estudio.

La intervención temprana en estos casos, intentan cortar con esa continuidad para que haya una novedad. 

Más allá de lo médico, dentro de lo psicoanalítico, encontramos distintas situaciones de gravedad. Cuando hablamos de "anorexias graves" o de otras situaciones graves, nos referimos a distintas modalidades clínicas que adquiere el padecimiento psíquico que no se ha podido organizr según esas inscripciones inconscientes. El empuje pulsional de este tiempo, más la ausencia de estos recursos psíquicos -responde de modo fantasmático- deviene en vivencias en el cuerpo: marcas mudas, acting out, que dan cuenta de una operación psíquica que no ha sido realizada.

La anorexia mental da cuenta que algo ha fallado en la constitución de las marcas primordiales. Sin embargo, no presentan signos que sugieran que se trate de cuadros psicóticos. La pregunta es de qué manera se articulan estas formaciones al campo de la neurosis. Decíamos que la transferencia en estos casos es complicada, porque no se deriva en neurosis de transferencia y no tienen articulación discursiva. Se trata de un puro dolor sin argumentación. 

Fundamentos de estructura
Freud detalla, al abordar las series complementarias, la cosntitución del sufrimiento humana. La historia, la herencia filogenética, juegan sus cartas en la pubertad. Esto, que también está en Introducción al narcisismo, nos habla que la historia parental, embebida en una cultura y en un contexto social, está encarnada en el imaginario de los padres y tiene un efecto estructurante en la organización psíquica de cada sujeto y en la constitución del narcisismo del hijo. Los efectos estructurantes no son decisivos ni definitivos.

Las afecciones de un niño armadas en la primera vuelta infantil del Edipo, estarán íntimamente ligadas a las afecciones del narcisismo parental infantil. El encuentro con los padres es una oportunidad para rescatar esos núcleos duros de la historia. Para el analista es un pivote, una caja de herramientas con la que contamos para construir una historia transferencial con el paciente donde se pueda introducir la novedad. El analista intenta producir ciertas operaciones con el niño, que le permita otra salida ante esos agujeros en la historia.

Freud introdujo la noción de que cuerpo y sujeto no son realidades distintas. El niño adquiere la imagen de su cuerpo y la aprehensión de sí mismo en la experiencia de verse en un espejo. Los padres le asignan atribuciones a ese niño y en esa experiencia el niño inviste la pantalla en el acto de tomar como objeto de amor el nuevo objeto que ve allí, que es su propio cuerpo. Ese cuerpo está representado tal como fue significado en el deseo parental. O sea, el niño tiene una fuente de información sobre sí mismo que le viene desde el exterior. La primera modalidad de existencia de un sujeto no está en el nivel biológico, sino en el lugar que ocupó en el deseo de sus padres. Esto orienta al sujeto en la aprehensión de sí mismo y del otro. Mientras cuerpo y psiquismo son equivalentes, hay que diferenciar cuerpo de organismo. El cuerpo y el psiquismo, en estos casos, se encuentran conmocionados. El niño queda capturado especularmente en las especulaciones de los padres y esto es generalmente intrusivo.

Los primeros velos que los padres ofrecen son intrusivos, pero necesarios. De es eimaginario parental se originan los mitos de origen, la novela familiar del neurótico. Se tratan de sentidos erógenos, de los que los padres no saben nada. En esta masa de sentido, el sujeto debe recortar una zona de sin-sentido para restarse de ese imaginario especular. De lo contrario, el niño queda a merced de otra ley, que es la ley del superyó, que conmina a ajustarse a ese sentido sin resto o a caer en el desamparo. La anorexia responde restando masa corporal, restando el cuerpo en lo real, porque no hay inscripción psíquica para restarse

Los padres, que desconocen todo esto, aparecen en el consultorio y preguntan qué tienen que ver. Una de las demandas más escuchadas es cómo conectarse deseantemente con su hijo. Los padres, que muchas veces son juzgados, sufren por esto y nosotros tenemos que abrir a su historia.

En la anorexia mental, comer es una demanda superyoica, una intrusión de goce que complica nuestras intervenciones, porque en las instituciones estan todos angustiados: los padres, los médicos, todos quieren que la paciente coma. Aún existen tratamientos que son brutales, que muchas veces terminan en el suicidio. Nosotros no debemos perdernos, porque son pacientes hipervigilantes a cualquier nueva intrusión de tratamiento. ¿Por dónde hacer las operaciones necesarias, fundadas en su realidad? ¿Cómo independizarlo de la mirada del Otro? ¿Qué ven los padres cuando ven a su hijo? La anorexia busca una visualización, porque los padres no ven allí un sujeto, sino figuras idealizadas. Hay que sacar al paciente de esos sentidos para que articule sus propios mecanismos psíquicos.

Fuente: Notas de la conferencia "Anorexia mental y bulimia nerviosa. El cuerpo conmocionado", a cargo de la Lic. Fabiana Barroso.

jueves, 11 de marzo de 2021

No a cualquier precio se alcanza la adolescencia. Intervenciones del analista

El tema del precio nos hace pensar en el costo, la sesión y la renuncia implicados en el pasaje de la pubertad a la adolescencia. Freud, en El Malestar en la cultura, sostiene que el sujeto debe pagar el precio de la renuncia pulsional para acceder a la civilización. Esta renuncia, aclara, no es sin síntomas, con el cual se sale a la exogamia y es lo más deseable.

La clínica con adolescente tiene un borde con la clínica con niños y otro borde con la clínica con adultos. El analista, en ese sentido, debe ser sumamente plástico para poder operar con ambos extremos.

¿Qué dificultades y especificidades encontramos en esta clínica?

Uno de los temas es la transferencia de un sujeto que es traído generalmente por un padre o un adulto. Los padres reales siguen presentes en este tiempo del sujeto. En la conferencia  34 de Freud, se advierte de esta presencia real de los padres como una resistencia al análisis de los niños. Las resistencias, muchas veces, operan del lado de los padres.

Los padres pueden estar demasiado presentes o demasiado ausentes, siempre es un "demasiado". Ante el exceso que proviene del Otro parental, del lado del sujeto encontramos a la inhibición. 

Muriel Barbery, en La elegancia del Erizo, nos describe a la protagonista, Paloma, de 13 años, relata sin dramatismo su sensación de vacío. Dice: 

He tomado pues una decisión. Pronto dejaré atrás la infancia y, pese a mi certeza de que la vida es una farsa, no creo que pueda resistir hasta el final. En el fondo, estamos programados para creer en lo que no existe, porque somos seres vivos que no quieren sufrir. (...) ¿seré todavía capaz de hacer frente al sentimiendo de lo absurdo? No lo creo. Por eso he tomado una decisión: al final de este curso, el día en que cumpla 13 años, el próximo 16 de junio, me suicidaré."...

Paloma, como muchos púberes, ante la caída del sentido producto de la irrupción de lo real de la pubertad, no encuentra salida y por eso fantasea con un pasaje al acto. En La metamorfosis de la pubertad, Freud plantea que con el comienzo de las transformaciones que han de llevar la vida sexual infantil a su constitución definitiva y normal. 

Para Freud, hay un trabajo de este tiempo que no se limita a la aparición de los caracteres sexuales secundarios, sino también la reedición de la problemática edípica y la comparación de la imagen con el ideal. En la pubertad, la pulsión impacta sobre el cuerpo y fuerza al sujeto a responder. Lo que el niño había armado en la niñez, ya no sirve y debe reiventarse.

Uno de los pilares de la niñez es el juego, iniciando con el juego del Fort-da, que inscribe la presencia del Otro en relación a su ausencia. Es un intento de simbolizar al Otro. La función de este juego es contruir una mediación entre el Otro primordial. En la repetición, el niño contornea y arma un foso, una distancia en relación al Otro. La adolescencia también puede pensarse como un gran juego del fort-da en donde nuevamente se va a reinscribir el lugar del Otro y se armarán estos contornos... en el mejor de los casos.

En El creador literario y el fantaseo, texto de 1907, el juego es un pilar de la infancia, junto a otros dos, que son el fantaseo y la creación poética. El niño, al jugar, se comporta como un poeta, porque en el juego produce el ordenamiento propio, poniendo las cosas en un orden placentero. El niño se apoya en sus juguetes para armar las proporciones de su juego y las imaginarizaciones de los objetos. El juego propicia el pasaje de la realidad efectiva a la realidad psíquica, con consecuencias importantes en el sujeto. Lacan, por su parte, dirá que la verdad tiene estructura de ficción. Cuando la verdad no tiene estructura de ficción y sucede en lo real, es un problema.

La constitución del sujeto en diversos tiempos desarrollador por Lacan nos permiten seguir al juego en cada uno de estos momentos y así podemos leer los pasajes y los detenimientos. Llegados a la pubertad, el juego se desplaza hacia el fantaseo.

En Metamorfosis de la pubertad, Freud plantea también que la vida sexual humana comienza dos veces: 

1) Durante las primeras articulaciones de lo pulsional, como el paso a través del complejo de Edipo y el complejo de castración. Esto da como resultado las primeras articulaciones a las satisfacciones que se dan los planos afectivos (masturbación infantil) y el juego (plano imaginario, del fantaseo). De esta manera de atraviesa el primer tiempo. Si el juego ha sido efectivo, se inscribirá el ideal del yo y el superyó. Se instala la latencia a partir de poder posibilitar las primeras sublimaciones.

Hay casos donde no se instala la latencia y se junta el primer despertar con el segundo. No se produce el primer apasiguamiento que permite las sublimaciones y el niño no pasa por este tiempo de tranquilidad y serenidad que le permiten comenzar con el proceso de aprendizaje. Esto sucede cuando ciertas operaciones lógicas no logran inscribirse, porque no ha funcionado la ley del padre.

En este primer momento, lo que se constituye es un fantasma provisorio que le da un cierto lugar al sujeto durante su niñez y su latencia. Se trata de un sujeto a la espera de un nuevo goce. Lacan habla de los títulos en el bolsillo, que son las marcas que dejaron los Otros rpimordiales en el tránsito por el complejo de Edipo y de castración. Con esas marcas, el niño llega a la pubertad y a la adolescencia.

2) El segundo momento ocurre con la llegada de la pubertad, donde estos significantes no le sirven ante los desafíos que este tiempo les depara. 

Un chico de 14 años, tercer año del secundario, trae dos problemas a la consulta. Uno es lo que traen los padres que es lo escolar, en donde había repetido un año. Lo que él trae él es la dificultad de poner el cuerpo. No se sentía incluído en el grupo de pares y de varones. Quería sentirse fuerte, musculoso y no ser "el lindo de mamá". Acá vemos que "ser el lindo de mamá" es el significante bajo el cual él se constituyó como falo de la madre. El adolescente tiene que renunciar a este lugar, que tiene que ver con el deseo del Otro. Esto es lo que Lacan llamó alienación y es algo inherente a la estructura. De este lugar hay que salir y esta es una clave del análisis con púberes: la pubertad como real y la adolescencia como respuesta que el sujeto da.

El analista opera por dos vías: la entrevista con los padres y en relación al sujeto para intervenir con él.

Un caso.

Damián (13) es traído por su madre. Los profesores dicen que lo notan muy distraído, que se estaba llevando muchas materias en el primer año. La madre dice "Él es lento".  Al chico le habían detectado un principio de úlcera gástrica. También menciona un tic que tiene Damián. La madre se había separado del padre de Damián y eso había afectado a Damián, según ella. Ella estaba haciendo terapia a la vuelta de ese consultorio, por lo que la analista decide darle un horario diferente al que ella hacía terapia, para propiciar la separación. La madre, en esta primera consulta, estaba con anteojos negros. 

Para el padre, el chico es bárbaro y no le pasa nada, que los problemas los tiene la madre. Acá tenemos a un padre que no opera. 

Damián viene en bicicleta, en estado de somnoliencia. Acepta el tratamiento, se sienta en la silla desparramándose. Se refriega los ojos, se toma su tiempo. Él dice que no sabe qué hacer y la analista le responde que puede hacer nada, que puede dibujar, escribir o jugar si puede. Él dice que quiere dibujar pero copiando, porque dice que no sabe dibujar. Agarra unas revistas y se pone a dibujar una mariposa.

Mientras lo hace, dice "Yo soy lento". La analista interviene "Yo pensé que eras Damián" y que en todo caso, se está tomando el tiempo que necesita.

Él comienza dibujando el cuerpo de la mariposa, luego un ala. Cuando va a hacer la segunda, dice "Igual-igual no me sale", a lo que la analista le responde que igual no puede ser, porque es otra. La mariposa, según Damián, la eligió "porque no tiene pelos y hacer pelos es difícil". La mariposa representa la cuestión de la metamorfosis. Además en el dibujo está la cuestión de los ojos y del mimetismo.

En las consultas con adolescentes no se habla como con adulto, pero tampoco se dibuja ni se juega como con un niño. Hay particularidades que debemos transmitir.

A Damián también le interesaban cuestiones que tenían que ver con la carpintería. La analista lleva madera y elementos de corte, como sierra, destornillador. Él decide hacer un "dado chico". Él toma medidas, hace cortes. Le pide a la analista que agarre de un lado, para que él corte. Esto también hace alusión al sostnimiento en el corte, posición que a muchos padres les cuesta tomar. Él termina armando un cubo perfecto y luego que va a "poner los puntos". Empieza por el número 3. La analista pide asociaciones con el número tres y a él se le ocurre el número 33 y la edad de Cristo.

A la analista se le ocurre dar vuelta el "dado chico" y decir que era un "chico dado", en el sentido que era dado a la madre. Se va constituyendo algo del orden de la neurosis obsesiva. El dado queda a medio terminar, lo cual nos deja pensar en algo del cuerpo.

Otros puntos de este caso es que un día viene restregándose los ojos y cuando la analista le pregunta qué le pasa, Damián responde que la madre lo tiene que llevar al ginecólogo. Para él, el ginecólogo era el doctor de los ojos y la analista le indica la diferencia. Esta intervención avergüenza a Damián, con un estado de turbación, pues no sabe cómo seguir. Le pone una barra sobre el sujeto. Recordemos que en Tres ensayos... la vergüenza, el asco y la moral son los tres diques de prohibición del incesto. La vergüenza es la evidencia que algo de la represión se ha producido. Lo que a Damián lo perturba es la proximidad con el otro sexo.

Otra cosa importante del caso es el pasaje del juego hacia el poder hablar. 

En cuanto al segundo despertar, Lacan escribe El despertar de la primavera sobre esa tragedia infantil. Se trata sobre las preguntas del sujeto sobre qué es para los muchachos hacer el amor con las muchachas. Esto no sería posible sin el despertar de sus sueños. En Damián partimos de un chico adomecido, que finalmente se ruboriza.

En El despertar de la primavera, que se trata de 3 jóvenes, Wendla Bergmann se está probando un vestido y le pregunta a la madre si se lo podía hacer un poco más largo, pues las señoritas así lo usaban. La madre se niega, diciéndole que le queda bien así. El Otro materno no aloja este deseo y este nuevo cuerpo, dándole nuevas vestiduras. La tragedia ocurre ocurre cuando Wendla tiene un encuentro sexual, donde queda embarazada y falece en un aborto ilegal. La madre, aún con la hija muerta, niega este hecho, renegando este tiempo del sujeto.

En el segundo despertar el sujeto intenta armar respuestas ante la intrusión de lo sexual y la posición de los padres es importante. Al adolescente le toca discernir entre el deseo propio y el del Otro (los padres). Las inhibiciones, la postergación, el aburrimiento toman la escena.

Los trabajos psíquicos que requieren este pasaje son varios, como la crisis identificatorias, como vimos. El adolescente tiene que armar otra respuesta y acomodar el ideal a la imagen. Muchas bulimias y anorexias tienen que ver con este punto, la dificultad de un rearmado que incluya lo genital. 

El segundo es la reorganización de la relación con los padres, que se vuelve conflictiva. El sujeto empieza a necesitar cierta distancia para configurar el espacio de lo privado y lo íntimo. A los padres que les cuesta perder ese espacio, se les genera resistencia.

Otro trabajo psíquico tiene que ver con la elección de objeto. Imlica la elección de un nuevo amor que incluya lo sexual. La elección de objeto se va a dar si hay una renuncia a los objetos primordiales y en tanto se pueda ubicar como hombre o como mujer.La sexualidad humana se rige por a pulsión, que es absolutamente singular y tiene que ver con las marcas que cada quien inscribió en la primera experiencia de satisfacción. Estas marcas, que devienen en marcas simbólicas, son azarozas y contingentes. Decirse hombre o mujer no tiene nada que ver con lo natural como la anatomía, sino con las marcas de goce.

El pasaje del yo ideal al ideal del yo es otro de los trabajos que nos interesan, porque es el que le permote al sujeto armar un plan de vida propio. El ideal tiene que ver con tomar los emblemas del Otro y en la actualidad tenemos dificultades con el armado de los ideales por el declive de la función del padre. Allí el analista debe tomar algún significante que funcione como orientador de si deseo. 

Finalmente, la salida a la exogamia implica pasar de lo familiar a lo social. El sujeto, en la pubertad, produce un desasimiento de la autoridad parental, que es un tiempo doloroso pero necesario. Esta separación implica trabajar no tanto en la vía del recuerdo, sino en la vía de la construcción del sentido, si no es que lo traen. 

Fuente: Notas del taller Clínico "No a cualquier precio se alcanza la adolescencia. Intervenciones del analista" a cargo de la Lic. Miriam Britez.

viernes, 30 de octubre de 2020

Adolescencia y pasaje al acto: peligro y urgencia

En la clínica con adolescentes, nos encontramos con situaciones que traen aparejadas riesgos y peligros. La pubertad es un pasaje. Si el fantasma es una respuesta al deseo del Otro, en la adolescencia, ese fantasma es a medio construir. Cuando hablamos de fantasma, hablamos de amparo, del recurso y herramientas del sujeto, que comande la incipiente formación de síntomas. Para los analistas, el síntoma es un lugar de llegada, no de partida.

La diagonal de la inhibición, del síntoma y de la angustia es propia del neurótico, tanto en Freud como en Lacan. En el seminario 10 de La angustia, vamos a encontrar aquellos nombres que hoy nos interesan: el pasaje al acto y el acting out, que nos interesan en tanto situaciones de peligro, como el suicidio.


Ahora, no todo pasaje al acto es mortal. Hay una caída fundante del sujeto en el campo del Otro. Por otro lado, tenemos la evidencia clínica de la Joven Homosexual de un pasaje al acto que, lejos de ser mortal, ajusta o mejora la posición del sujeto con respecto al deseo. Hay una lectura muy interesante acerca de esa caída como una parición, un parir del sujeto, de un sujeto que se pone más cerca del deseo.

El acting out, tan mencionado en la clínica de adolescentes, tampoco tiene siempre un tenor patológico. Estructuralmente, el acting out es un llamado al Otro para hacerlo existir, como dice Lacan en el seminario del acto. En el libro de La adolescencia normal de Mauricio Knobel ya se había empezado a corregir el desvío patológico que se hacía sobre el acting out en los adolescentes. Muchs de los fenómenos de la adolescencia son fundantes y estructurantes, aún con el riesgo que eso significa: caídas y cortes.

Hablando de cortes, estos pueden mitigar retornos imprevistos de lo real cuando se trata de la constitución de la imagen corporal, ahí donde la metáfora se ha retirado. Los cortes en el cuerpo pueden ser una manera de armar cuerpo entre lo real y lo imaginario. 

El acting out es un llamado al Otro estructural y es denominado por Lacan como transferencia salvaje. Esto no autoriza verlo como algo patológico, aunque se trate de problemas clínicos a atender. La transferencia salvaje es un llamado al padre en su función de corte de un goce incestuoso. Muchas veces tenemos que ser soportes de esa función de corte en la clínica. La clínica con adolescentes es una de la clínicas más complejas y requieren de tacto, prudencia, tiempo y paciencia.

Ahora, ¿Qué es ser soporte del corte? Se trata de un movimiento de báscula, que tiene que ver con lo imaginario y tiende a la estabilidad. Fernando Ulloa trabajó mucho el dispositivo de demora, de espera, para darle tiempo a esta dialéctica que viene con todo el empuje pulsional y la irrupción real. El analista debe soportar esa temporalidad, que tiende a ser barrida por el empuje pulsional. La demora a la que se refiere Ulloa es a la pulsión, para que ella haga su recorrido y se produzca el vacío. El resorte de ese recorrido siempre va a estar en el vacío. 

Daniel Paola, en su libro Transadolescencia, nos dice:
En la adolescencia el sujeto se topa por primera vez con la dialéctica de la propiedad del cuerpo que determina la aparición del síntoma. Ya ha dejado de ser el cuerpo objeto propiedad de otro y al librarse se topa con la afirmación de la inexistencia de la propiedad, que aunque intolerable al principio, se convierte luego en síntoma que lo borra de esa verdad.

En la adolescencia no hay una adecuada representación del cuerpo, en tanto que no se los puede contar de a uno. Los adolescentes hacen masa por esa inadecuada representación del cuerpo. 

La película turca Mustang: belleza salvaje alude, en su título, a un caballo indomable. En la película se habla de la potencia de lo joven y lo bello, pero cuando este potencial no es bien encauzado. La película trata de una familia que vive en un lugar rural, alejado de la ciudad, con pautas muy tradicionales y conservadoras de ese contexto.

La película nos muestra a cinco chicas, algunas más chicas; otras, adolescentes. Toda la primer parte de la película nos va a mostrar esa suerte de masa entre las chicas: son partes de una misma fruta que luego será desgajada. ¿De qué manera? Nos enteramos durante la trama que el padre abusa de ellas. La mirada de la cámara es la mirada de la más pequeña de ellas, que lleva el hilo de la historia y nos muestra lo que sucede en la casa.

La historia no termina bien. Los padres arreglan casamientos con los familiares de zonas cercanas; ellas no son escuchadas ni tenidas en cuenta en su deseo. El padrone dispone con violencia y abuso, con consecuencias trágicas. Una de ellas se suicida, dos se casan y las dos menores se escapan hacia la ciudad. 

Este caso podemos sumarlo a El despertar de la primavera, donde también está en juego la tragedia de púberes adolescentes. En esta última, aparece el enmascarado que viene a poner un poco de orden entre los vivos y los muertos, en los discursos cínicos suicidas, en trazar un horizonte vivificante para alguien te tambalea, vascila y tiembla ante la posibilidad de tentarse por el llamado de los muertos. El enmascarado produce un corte, casi como una figura paterna. Además, propone un horizonte, una perspectiva vivificante. 

Freud, en el simposio sobre el suicidio adolescente, dijo que en el momento donde alguien se está desasiendo de la familia, es donde mayor apoyo necesita. Esto es importante para los docentes y cualquier adulto que acompañe ese pasaje. Tiene que haber alguien que produzca un giro hacia lo vivificante, hacia el Eros y que plantée algo del orden de la confianza. En la dirección a la cura de adolescentes, sabemos que debemos instalar un lugar de confianza de secreto pautado y ordenado, pautando a los padres para que no quieran investigar, mirar ni interferir demasiado en lo que acontece. A veces, ese solo aislamiento es terapéutico. No obstante, este punto se tiene que transgredir si el paciente tiene riesgo suicida, por ejemplo llamando a los padres. Sino, el secreto pasa a ser una complicidad gozosa con esa situación.

A veces, una serie de actings o la posibilidad de un pasaje al acto implica intervenir de otra manera. ¿Cómo intervenir ante un desenlace horrendo y ominoso como el de la película? A veces llegamos tarde y somos consultados cuando esto ya se produjo y hay que trabajar sobre el saldo de esa situación.

No todo intento de suicidio tiene el propósito de quitarse la vida. Debemos separar el deseo de muerte, fantasear con la muerte, pulsión de muerte no son sinónimos. Hay muchos manuales de suicidología, lo cual le ha agradado a la psiquiatría enormemente. Hay protocolos estandarizados con señales para tratar, prevenir el suicidio. En realidad, cada caso hay que verlo en su singularidad. 

A veces, un intento de suicidio es un intento de parirse como sujeto. Recordemos que el acting out es la demanda a que el Otro haga lugar y que aloje. Nosotros estamos trabajando en una línea muy fina, donde alguien puede caer y no de una manera estructurante, sino cruel porque el Otro no aloja, no mira, ni le importa, ni le hace falta. Acá esta peligro si es que el analista no logra producir un realojamiento. Este punto jamás debe ser desestimado (ej: "No, es un llamado de atención")... ¡Fue un llamado! 

Hay dos tipos bien marcados de intentos de suicidios o de suicidios logrados. Uno es el que conocemos como vaciamiento de sentido, de que nada tiene sentido: el melancólico, el depresivo, en donde no hay manera de producir algún objeto que merezca ser duelado por el sujeto. En este estado, el paciente es bastante impenetrable a las intervenciones. Su anidamiento de la idea de fantasía de muerte continúa por mucho tiempo.

Hay suicidios por impulsión, mucho más sorpresivos y que no suelen avisar. Son suicidios por identificación que causan algún tipo de contagio. Puede darse que varios chicos decidan quitarse la vida, incluso con rituales. A veces está relacionado a adicciones. En Las Desventuras Del Joven Werther de Von Goethe, cuando salió la novela, causó una oleada de suicidios por lo que cuenta Werther. Goethe dijo 
Mientras yo me sentía aliviado y liberado por transformar la realidad en poesía, mis amigos se confundieron creyendo que había que transformar la poesía en realidad, imitar la novela y matarse. 

Lacan, sobre el suicidio, hace una reflexión:
[...] el suicidio posee una belleza horrenda que lleva a los hombres a condenarlo de forma tan terrible, y también una belleza contagiosa que da lugar a esas epidemias de suicidio de lo más reales en la experiencia.

Esta "belleza horrenda" es el goce, del que hay que salir pero no de una manera salvaje con el conocido "acotar el goce". Hay un terrorismo de ir a acotar de cualquier manera al goce, como si la función del analista fuera algo limitadora y prohibitiva. Acotar requiere de una evaluación, de una dosificación y no de una eliminación.

El analista debe ser soporte de las manifestaciones con nuestro propio deseo de analista, que se orienta a eso real que se aparece de manera disruptiva. El ordenamiento fálico tiene que ver con la producción de un vacío, de un significante. Ese vacío es el que nos permite pivotear sobre pel, que a veces tiene que ver con cuestiones creativas con cierto camino sublimatorio de la pulsión. 

Fuente: Nota redactada con las notas de la conferencia " Adolescencia: pasaje al acto. Peligro y Urgencia" Dr. Demetrio Demirdyian del 3 de octubre 2020