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lunes, 7 de noviembre de 2022

Normalidad y patología en la adolescencia. Conceptos básicos para el educador -García Arzeno-

 El transito desde la normalidad hacia la patología es imperceptible y por lo tanto, resulta difícil establecer criterios inequívocos de ambas posibilidades.

El docente acumula una cantidad de observaciones que fundamentan su experiencia, pero no siempre puede procesarla de un modo adecuado si no tiene los conocimientos necesarios y suficientes sobre lo que es la adolescencia.


Aberasturi y Knobel se refieren al “síndrome normal de la adolescencia”, el cual incluye periodos de desequilibrio e inestabilidad extrema y duelos.


La adolescencia es un periodo de contradicciones, confuso, ambivalente, doloroso, caracterizado por fricciones con el medio familiar y social. este cuadro es frecuentemente confundido con crisis y estados patológicos.


El desprecio que el adolescente muestra frente al adulto es en parte una defensa para eludir la depresión que le impone el desprendimiento de sus partes infantiles.


El adolescente esta buscando una identidad y una ideología. Con frecuencia se somete a un líder que lo politiza y, en el fondo, reemplaza a las figuras paternas de las que está buscando separarse o no tiene mas remedio que buscar una ideología propia que le permita actuar de un modo coherente en el mundo que le toca vivir, pero si es así, no se le da tiempo para lograrla, se lo apremia y responde con violencia.


Ante esta situación todos nos hemos preguntado cómo proceder con el adolescente que se rebela, que rechaza la dependencia y se torna violento. Según Aberasturi, dar libertad sin limites es lo mismo que abandonar a un hijo. Por eso, en el ámbito escolar, el joven necesita saber claramente lo que si y lo que no se puede hacer o decir para saber luego escoger entre obedecer o transgredir.



La mayor o menor anormalidad de este síndrome normal se deberá en gran parte a los procesos de indentificacion y de duelo que haya podido realizar el adolescente.


La patología que se mezcla mas frecuentemente con el síndrome es la psicopatía.


Los educadores pueden contribuir a elaborar adecuadamente estos duelos o no, y entonces favorecer las salidas psicopáticas.


La negación del dolor que ocasiona la perdida que provoca el estado de duelo es una de las defensas mas habituales; pero entonces el riesgo de una conducta descontrolada, impulsiva, abreactiva, es mayor, porque la acumulación de tantos duelos podría llevar a un estado de desesperación.


A diferencia del verdadero psicópata que necesita estar siempre rodeado de gente a quien dominar, el adolescente necesita estar solo y replegarse a su mundo interno.


Las conductas impulsivas, autoritarias, psicopáticas del adolescente normal serian, pues, esporádicas, alternando con estados de ensimismamiento.


El docente enfrenta a menudo situaciones cuya solución desconoce como así también la verdadera naturaleza del problema. Generalmente no tiene a quien recurrir para interiorizarse ni para contar con una ayuda al respecto.


Alumno introvertido, tímido y cerrado.


Es importante saber si siempre fue si o se ha vuelto ensimismado en determinado momento. Si siempre fue así, es una cuestión de temperamento, constitucional. Muy difícilmente cambie y no debe llamar la atención, a amenos que su desconexión llegue hasta el extremo de no poder seguir al docente y a sus compañeros en la tarea escolar.


Es muy difícil discriminar entre el alumno “ausente” o distraído del introvertido. Este ultimo sigue muy de cerca lo que sucede a su alrededor aunque no lo parezca. Se trata mas bien de un muchacho que privilegia el pensamiento por sobre la acción. A menudo pasan por pasivos y reciben calificaciones mas bajas de las que merecerían.


Estos estados de ensimismamiento pueden alternar con otros de euforia y expansión. Si es así, es cuando menos deben preocupar. Se trata de esas oscilaciones que los expertos consideran normales.


En caso de resultar preocupante, una visita al hogar puede ser lo mas oportuno.


Estos jóvenes introvertidos pueden pasar por buenos alumnos en conducta a su natural modo de ser tranquilo y pasivo.


Detalle a tener en cuenta: la mirada. El joven normal introvertido sigue atento con su mirada todo lo que ocurre a su alrededor. Si, en cambio, su mirada esta perdida en algún punto invisible, se le llama y no responde, es necesario indagar mas a fondo pues es un estado de “ausencia” no natural que debe ser investigado.



Alumnos maniacos, extrovertidos e inquietos.


Es aconsejable no insistir en una disciplina rígida de pasividad total porque esto esta fuera de su alcance. Es mejor organizar actividades que canalicen esta hiperactividad.


El muchacho hiperactivo normal esta descargando por esa vía toda la ansiedad que le provocan los cambios psicofísicos; pero puesto a pensar es capaz de muy serias reflexiones.


Hay un grado de psicopatía normal en la adolescencia que no llega a mayores y es pasajera.


El alumno maniaco y psicópata es el que ofrece las mayores dificultades al docente y a las mas altas autoridades de la institución, ya que se constituyen en lideres negativos que pueden movilizar a una división en contra del mismísimo director.


M. Klein: No se trata de una ausencia de Superyo, sino justamente de lo contrario: el Superyo es tan severo que impulsa a actuar de tal modo que el castigo severo es inevitable; el castigo ratifica el sentimiento Icc de culpabilidad y conduce a un nuevo acto delictivo para recibir mayores castigos y así sucesivamente.


Lo mas conveniente es llamar al joven a la reflexión. La secesión interminable de acción-castigo-acción, debe cortarse con un llamado a la conversación, al dialogo con un adulto autorizado y, en lo posible, respetado por él. 


El dialogo deberá establecerse también con el hogar. La expulsión debería ser la ultima instancia adoptada una vez agotados todos los otros recursos posibles.


En la adolescencia se juega la 3° y ultima oportunidad de mejorar y resolver las identificaciones que subyacen a la escala de valores vigente para cada individuo. Si estas identificaciones no se resuelven durante la adolescencia, muy difícilmente se resolverán después cuando cristalicen como rasgos del carácter, y cuando la mayoría de edad aleje al muchacho del radio de acción de los adultos.


Alumnos que funcionan como lideres negativos pero que son inteligentes y aplicados.


Se trata de muchachos que desarrollan un fuerte y evidente sentimiento de competencia hacia la autoridad.


Es un hecho incuestionable que en la mayoría de los casos el docente rechaza al alumno que sabe mas que él; reacciona con agresión, indiferencia o desprecio y, apela a las medidas disciplinaria; es decir, lo castiga.


El rol del docente no debe pasar por la posesión absoluta de la verdad. ¿Quién la posee?.


El enfrentamiento solo sirve para agravar las cosas. El aprendizaje se convierte en una lucha sin cuartel. Mucho de lo estudiado en ese contexto se perderá en el camino porque no ha habido una verdadera asimilación sino mas bien una “indigestión” de datos para refutar al contrincante. Si embargo, una dosis adecuada de esta pugna puede ser positiva.


El educador que entra en el juego de “sabelotodo” esta destinado al fracaso. En primer termino porque nadie lo sabe todo. En segundo lugar, porque rompe la asimetría basada en la madurez y el enseñar y aprender se transforma en un desafío en el que cada parte quiere poner en ridículo a la otra.


Un adolescente es omnipotente porque esta en la edad para serlo. Pero un adulto que se pone a su altura demuestra su propia inmadurez y una vez llegado a este punto el camino de retorno es prácticamente imposible.


El alumno “sabelotodo” puede resultar una especie de cachorro juguetón para un adulto maduro, quien podrá sacar buen partido de esta situación dándole lugar para ayudar a otros compañeros y a él mismo, por ej, en tareas de investigación.


Si puede dominar sus sentimientos hostiles y reaccionar con madurez, es posible que logre transformar al líder negativo en positivo hallando en él un excelente colaborador.


Por muy inteligente y estudiosos que sea el líder negativo, siempre esta utilizando todas sus aptitudes en una lucha por el poder y el docente es su primer contrincante. En otras oportunidades esta lucha se da contra otro alumno inteligente y estudiosos que puede resultar un peligroso competidor. En algunos sistemas educacionales se estimula este tipo de competencia entre 2 equipos del mismo grupo o entre 2 o mas divisiones del mismo colegio o entre distintos establecimiento educacionales.


En estos casos, se provoca y valora el enfrentamiento mas que el compañerismo; la hostilidad mas que la comprensión mutua; el aprendizaje como arma de guerra mas que como enriquecimiento interior.


Alumno que es líder negativo que no estudia.


Es el clásico mal alumno que moviliza a los compañeros contra el docente y el aprendizaje.


El docente debe esforzarse por hallar algún recurso didáctico que transforme la pesada lección de física en un tema atractivo de conversación. Por ej, en vez de estudiar las leyes de la gravedad y la aerodinámica, les propone buscar todos los artículos periodísticos e informes de la tv. acerca de un accidente aéreo contemporáneo para tratar de explicarlo. De esta manera, uno a uno irán acercándose al profesor “sin haber estudiado la lección” tal como impone el alumno líder negativo. No sienten que están traicionándolo y paulatinamente se irán adentrando en el tema del cual quedara solamente relegado  este ultimo hasta que su rol se transforme en una “pose” sin atractivo para sus compañeros.


Un grupo difícil implica un esfuerzo mayor para el docente y una metodología adecuada. Debe recurrir  a toda su capacidad creativa y docente.



Alumno talentoso


Se recomienda planear actividades que estimulen la imaginación y la creatividad de manera tal que puedan aplicar su inteligencia y sus aptitudes. también aconsejan iniciarlos en la ampliación de sus lecturas.


El alumno inteligente y rápido puede ser un auxiliar del docente si se lo sabe conducir. De no ser así, puede transformarse en un alumno problema ya que termina su tarea antes que los otros, se aburre y molesta al resto.


Alumno lento.


No hay correlación positiva entre el ritmo lento y un CI bajo.


Los mas lentos necesitan una adaptación de los textos y los ritmos y una mayor cantidad de ejercitación para los que sí tienen cociente mas bajo.


Puede haber un bloqueo emocional que provoque esa lentitud. En otros casos, se trata de un estilo personal, a veces producto de su identificación con el estilo de una familiar muy querido.


Alumnos impedidos.


Es adecuado reemplazar tareas que no puede realizar por su impedimento físico por otras que si puede para compensar y así poder evaluar adecuadamente su aprendizaje y ayudarle a levantar su autoestima.


El docente debería contar con el asesoramiento y apoyo de un psicólogo, el propio alumno disminuido y el resto del grupo. La dinámica de todo el grupo debería ser observada por un experto para destacar y evitar dificultades motivadas por la presencia de ese joven.


Psicoanálisis: La presencia de un niño visiblemente disminuido, confirma la fantasía de castración, situación que ambos sexos creen que es una característica exclusivamente femenina. La burla de los otros esta motivada por la angustia de castración reactualizada, según la cual nadie esta exento de perder un órgano.

El docente debe aliviar al disminuido haciéndole notar que en realidad la castración es sinónimo de imperfección. El que no puede aceptar la castración es porque se considera perfecto y omnipotente. De tal modo la castración queda redimensionada como un hecho universal. Todos carecemos de algo y debemos aceptarnos así.

miércoles, 26 de octubre de 2022

Niños tímidos: ¿Y si los acxompañamos a jugar?

La experiencia del jugar le permite al niño desplegar aquello que le ocurre (y que, sin embargo, no sabe ni comprende), al tiempo que lo estructura subjetivamente y le otorga la posibilidad de deshacer y liberar sus inhibiciones e impedimentos.
Como analistas proponemos al juego como herramienta clínica para abordar las problemáticas de la infancia. Por eso, ¡te recomendamos algunos juegos para realizar con los niños!

¿Qué juegos le podemos ofrecer?

.Jugar a las escondidas

.Jugar a armar un escenario en donde sean los títeres quienes actúan entre ellos una historia

.Utilizar títeres de dedos para armar una ficción conjunta

.Dibujar escenas con pares, en el colegio, en la plaza, en familia. Poner un nombre a cada dibujo y una historia que los entrelace

¡Fundamental!

Es muy importante que el analista tenga un rol activo y preste su cuerpo para desarrollar el juego, incentivando al niño con propuestas que lo inviten a tener la experiencia de lo lúdico -teniendo especial cuidado de que no se sienta invadido-.

¡Un plus!

Otro recurso válido, que acompaña al juego, puede ser el cuento. ¡Te recomendamos algunos cuentos útiles para compartir con el niño y tratar esta temática!

. “Tímida” de Deborah Freedman
. “Mimí Tomatito” de Laure Monloubou
. “Gustavo, el fantasmita tímido” de Flavia Z. Drago

¡Se pueden encontrar en internet y en librerías!

jueves, 3 de junio de 2021

Los Niños en la Guerra (Winnicott, 1940)

Uno de los aportes más interesantes de Donald Winnicott fue su estudios de niños que habían sufrido el contexto de la guerra.

"Los niños muy pequeños resultan sólo indirectamente afectados por la guerra. El ruido de los cañones rara vez perturba su sueño. Los peores efectos se refieren a la separación con respecto a ambientes y olores familiares, y quizás de la madre, y a la pérdida de contacto con el padre, cosas que a menudo es imposible evitar. Con todo, puede ocurrir que tengan más contacto con el cuerpo de la madre del que se produciría en circunstancias ordinarias, y a veces necesitan conocer cómo se siente la madre cuando tiene miedo.

Muy pronto, sin embargo, los niños comienzan a pensar y a hablar en términos de guerra.
En lugar de charlar con los términos de los cuentos de hadas que se le ha leído y repetido, el niño utiliza el vocabulario de los adultos que lo rodean, y tiene la mente llena de aeroplanos, bombas y cráteres.
(...)
A esta edad un niño no comprende la idea de una lucha por la libertad, y sin duda es previsible que vea una considerable dosis de virtud en lo que un régimen fascista o nazi presuntamente proporciona, un régimen en el que un individuo idealizado controla y dirige.

Esto es lo que ocurre dentro de la propia naturaleza del niño a esa edad, y no sería raro que sintiera que libertad significa licencia.

En la mayoría de las escuelas se tenderá a poner de relieve el Imperio, las partes pintadas de rojo en los mapas del mundo, y no resulta fácil explicar por qué no se habría de permitir que en el período de latencia del desarrollo emocional los niños idealicen (ya que no pueden dejar de idealizar) su propio país y nacionalidad.

Un niño de 8 o 9 años seguramente jugará a "ingleses y alemanes", como una variación sobre el tema "vigilantes y ladrones" u "Oxford y Cambridge”. Algunos niños manifiestan una cierta preferencia por uno u otro bando, pero eso puede cambiar de día en día, y a muchos no les importa mayormente. Se llega luego a una edad en la que, si se trata de jugar a “ingleses y alemanes", el niño preferirá identificarse con su propio país.
(...)
A menudo es posible ver un anhelo definido y consciente por el régimen nazi o fascista en un niño que se demora en el borde, temeroso de lanzarse a la pubertad, y es evidente que ese anhelo debe ser tratado con simpatía, o bien ignorado con simpatía, incluso por parte de aquellos cuyo criterio más maduro en cuestiones políticas les hace ver con disgusto toda admiración por un dictador. En cierto número de casos, esta pauta se establece como una alternativa permanente de la pubertad.

Al fin de cuentas, el régimen autoritario no ha surgido de la nada; en cierto sentido, es una forma de vida bien reconocida y practicada por grupos que ya no tienen edad para ella.
(...)
"niño con una tendencia antisocial para quien la guerra tiende a convertirse, cualquiera sea su edad, en algo esperado, algo que extraña si no se produce. De hecho, las ideas de tales niños son tan terribles que no se atreven a pensarlas, y las manejan mediante actuaciones que son menos crueles que los sueños correspondientes. Para ellos, la alternativa consiste en oír hablar de las terribles aventuras de otra gente. Para ellos el cuento de terror es un somnífero, y lo mismo puede decirse de las noticias de guerra si son suficientemente espeluznantes.

A otro grupo pertenece el niño tímido que desarrolla fácilmente una orientación pasivo-masoquista, o que tiende a sentirse perseguido. Creo que a ese niño le preocupan las noticias de guerra y la idea misma de la guerra, en gran parte debido a su idea fija de que los buenos siempre pierden. Se siente derrotista. En sus sueños, el enemigo derrota a sus compatriotas, o bien la lucha es inacabable, sin victoria para ningún bando, e implica siempre más y más crueldad y destrucción.

En otro grupo encontramos al niño sobre cuyos hombros parece descansar el peso del mundo, el niño que tiende a deprimirse. De este grupo surgen los individuos capaces del más valioso esfuerzo constructivo, sea bajo la forma de protección a niños más pequeños o de producción de algo valioso en una u otra forma artística. Para esos niños la idea de la guerra es espantosa, pero ya la han experimentado en sí mismos. No hay esperanza, ni desesperación, que les resulte nueva. Se preocupan por la guerra tal como se preocupan por la separación de sus padres o la enfermedad de su abuela. Sienten que deberían estar en condiciones de solucionarlo todo. Supongo que para esos niños las noticias de guerra son terribles cuando son realmente malas, y jubilosas cuando proporcionan real tranquilidad (...) estos chicos sufren más a causa de la variabilidad en el estado de ánimo de los adultos que por los altibajos de la guerra misma.
(...)
se cree que los niños no pensarían en la guerra si no se les hablara de ella. Pero quien se tome la molestia de averiguar qué es lo que ocurre bajo la superficie de una mente infantil descubrirá por sí mismo que el niño ya sabe mucho sobre la codicia, el odio y la crueldad, así como sobre el amor y el remordimiento, el ansia de triunfar y la tristeza."
Fuente: D. Winnicott (1940) "Los niños en la Guerra"