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domingo, 25 de mayo de 2025

El peso de lo no dicho: los secretos de familia

 "El que tenga ojos para ver y oídos para oír, se convencerá de que los mortales no pueden guardar ningún secreto. Aquel cuyos labios callan, se delata con la punta de los dedos; el secreto quiere salírsele por todos los poros.”

— Sigmund Freud

El Secreto: Un Acto de Ocultamiento

El secreto es la acción de silenciar un hecho que se intenta borrar de la historia familiar. Su propósito es excluir a ciertas personas del acceso a un saber que las implica y que, en muchos casos, les pertenece por derecho propio.

Las Funciones del Secreto

El secreto opera como una forma de encubrimiento de acontecimientos dolorosos y traumáticos. Sus motivos principales son:

  • Ocultar violaciones a la legalidad: Abuso sexual, adopciones ilegales, violencia en diversas formas.
  • Evitar la confrontación con transgresiones familiares: Estafas, hijos extramatrimoniales, bigamia, enfermedades psiquiátricas.
  • Reprimir el recuerdo de eventos traumáticos: Abortos, suicidios, accidentes.

El Legado del Secreto: Transmisión Transgeneracional

Los secretos no desaparecen, sino que se filtran de generación en generación, afectando a los descendientes de manera inconsciente. Se expresan en síntomas, conflictos y patrones repetitivos dentro de la familia.

La Amenaza Latente

Los secretos funcionan como presencias fantasmales: no pueden ser representados ni simbolizados, pero acechan como sombras siempre listas para emerger. Aunque intangibles, encuentran su forma de manifestarse en el sufrimiento y los síntomas de los miembros familiares.

El Siniestro Retorno de lo Reprimido

Sigmund Freud definió este fenómeno como lo siniestro (Unheimlich): aquello que nos resulta familiar, pero que se ha vuelto extraño y amenazante. El secreto, al mantenerse oculto, genera una sensación de peligro latente que puede aflorar en cualquier momento.

La Herencia del Castigo

En muchas familias, un miembro asume inconscientemente el peso del secreto no dicho. Es como si cargara con una culpa que no le pertenece, actuando desde la convicción de que "esto debe ser pagado, y me toca hacerlo a mí". Así, el sufrimiento individual se convierte en la manifestación de una deuda oculta que atraviesa generaciones.

lunes, 17 de marzo de 2025

El nudo borromeo y la ex-sistencia de lo real

En RSI, Lacan se pregunta: ¿qué sería una demostración en lo real? No se trata de una demostración de lo real, algo que ya ha sido abordado, por ejemplo, desde la lógica modal. En El sinthome, la propuesta de hacer del nudo una cadena implica poner en acto, de manera formal, una "seriedad", es decir, una demostración de lo que ex-siste. En este contexto, Lacan menciona el "sentimiento de un riesgo absoluto". ¿A qué tipo de riesgo se refiere?

En primer lugar, está en juego una sensación de "inquietante extrañeza", que remite a lo imaginario y encuentra su referencia en lo siniestro descrito por Freud.

Desde la perspectiva topológica, se abre una posibilidad: "exorcizar" lo real. Este exorcismo no implica suprimirlo, sino romper con cualquier primacía mediante una equivalencia que permite su domeñamiento, aunque sin erradicar su carácter extraño.

El uso de términos con resonancias religiosas es coherente con el trabajo de Lacan sobre la obra de Joyce y sus reflexiones sobre la figura del Padre. En este sentido, el exorcizar se asocia a un lazo, un domeñamiento, que vuelve posible la consistencia de lo real fuera del cuerpo del goce.

Sin embargo, ¿puede entenderse este domeñamiento como un dominio? En absoluto. Más bien, es un lazo que vincula el cuerpo con el goce que le ex-siste, sin por ello alterar ni eliminar la anomalía que le es inherente.

La cadena misma escribe la imposibilidad de suprimir el atolladero. No es lo mismo el goce en su ex-sistencia, con su temporalidad irruptiva e incluso estragante, que lo real ex-sistiendo únicamente en relación con los otros dos registros y encadenado a ellos. En este último caso, lo real del goce sigue estando presente, pero inserto en un lazo ya establecido.

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿cuáles son las consecuencias para el sujeto si esta ex-sistencia queda o no tamizada por la función de un síntoma?

martes, 10 de octubre de 2023

El Horror como experiencia vivida en la infancia - Intervenciones Clínicas

Resulta cada vez más frecuente, en la consulta de niños y niñas, que el analista se encuentre -en forma manifiesta o enmascarada- con Traumas precoces vivenciados en la infancia: maltratos psicológicos y/o físicos, abusos sexuales intrafamiliares silenciados, castigos físicos, humillaciones, amenazas de todo tenor. Nos referimos y hablamos de experiencias horrorosas infantiles realmente acontecidas, que tanto difieren de las fantasías psíquicas del Edipo, descubiertas y descriptas por S. Freud.
S. Freud, desde los comienzos de su obra, nos enseña que el ser humano nace en pleno estado de indefensión (Hilflosigkei), ya que depende para sobrevivir, física y psíquicamente, de sus Otros cuidadores.

Por estructura e indefectiblemente, la relación durante los tiempos de la niñez, la pubertad y la adolescencia, es fundamentalmente asimétrica (totalmente desproporcionada). Al decir de F. Ulloa, los Otros primordiales tienen, así, “el poder” del ejercicio de la Ternura o de la Crueldad.

Si el Otro de los cuidados ostenta el poder de manera perversa, para apoderarse y aprovecharse del infante como objeto de su propio goce, nos confrontaremos con una situación muy grave -si no recibe el debido tratamiento-: el infante -futuro adulto- quedará, de aquí en más, con una vida comprometida e hipotecada por el dolor psíquico, con sufrientes alteraciones en su cuerpo.

El fracaso estrepitoso de la función normativa de los adultos

Cuando fracasa la Ley de prohibición del incesto y el/los adultos involucrados en la crianza abusan del niño o la niña, las vivencias se tornan, tal como S. Freud las denominara: siniestras (Unheilmlich).

Concepto de lo siniestro: es la experiencia en donde lo familiar, lo íntimo, lo amable, se vuelve extraño, peligroso, oculto y extremadamente dañino. Lo siniestro también es designado con el término de “lo ominoso”, es decir, lo abominable que merece ser condenado y aborrecido (“Lo siniestro” Sigmund Freud - 1919).

En los casos de apoderamiento psíquico y/o físico del menor, lo siniestro designa una vivencia realmente acontecida, a diferencia de las fantasías (que son elaboraciones psíquicas subjetivas de las pulsiones orales, escópicas, anales y fálicas).

Los abusos perpetrados en los tiempos de crianza, aprovechando la dependencia infantil, configuran lo que F. Ulloa denominará “el fracaso estrepitoso de la Ternura” y el “triunfo del indigno reinado de la más pura crueldad” (“Novela Clínica Psicoanalítica” Fernando Ulloa - 1995).

En tantos casos donde el alojamiento amoroso y la ternura de los Otros de los cuidados cae en picada, a nivel psíquico se priva drásticamente al infante de las condiciones necesarias y los recursos que tendría el aparato psíquico para tramitar (no sin inhibiciones, síntomas y angustias) el devenir de la vida, que implica hacer el humano, legítimo y necesario pasaje de la “dependencia primaria” (endogamia) a la “independencia/separación de los Otros primordiales” (exogamia).

A esta lamentable y trágica situación, F. Ulloa la denomina: “encerrona trágica”.

Intervenciones Clínicas

. Como analistas estaremos para darle el debido tratamiento a las manifestaciones que -a modo de denuncia- hace el infante de estos horrores vividos como “pesadillas diurnas”.

. Deberemos ser pacientes, sin apresurarnos a desestimar ninguna manifestación psíquica y/o corporal, encasillándola en “diagnósticos de moda” (ADD, trastornos de aprendizaje, autismo leve, negativismo al lazo social, ataque de pánico, enfermedad psicosomática, anorexia/bulimia).

. Tenemos que saber que las disrupciones psíquicas y físicas pueden ser causadas por la experiencia del terror, tan diferente a la angustia elaborativa del crecimiento.

. Le ofreceremos una presencia amorosa, delicada y un suelo de cuidado y confianza en esa verdad que quiere aflorar.

. En el caso del infante, leeremos, a través del desarrollo del juego, tan rico en significaciones, la palabra acallada.

. En el caso del púber y/o el adolescente, descifraremos, en los relatos que poco a poco se puedan ir construyendo, las claves encerradas de una verdad, que hasta aquí, no pudo salir a la luz

viernes, 20 de agosto de 2021

Objeto a como causa del deseo... o en lo siniestro

 ¿Cómo puede ser que el objeto a sea objeto causa de deseo... Pero por otra parte, que su aparición genere angustia? ¿Cómo entender que el objeto a tiene que ver con los objetos parciales? Estos dos chistes de Quino esclarecen bastante la cuestión en torno al ejemplo "ser escuchado", que puede tomar un matiz deseante, o volverse siniestro:




viernes, 16 de abril de 2021

La angustia y la ansiedad; la angustia y lo siniestro: distinciones clínicas

En la práctica, suele haber dificultades para reconocer que ciertos síntomas, parecidos a la angustia, no son lo que Freud llamó angustia señal. Lo mismo pasa en relación a la angustia y lo siniestro, que el mismo Lacan homologó en el seminario 10. ¡Y no son lo mismo!

¿Cómo se juega la angustia en la clínica? 
¿Cuál es la relación de la angustia con la dirección a la cura?
¿Cuál es la diferencia entre la angustia y la ansiedad? ¿Y con lo siniestro?

Lacan tomó de Freud el concepto de angustia señal. Pero nos preguntamos, ¿señal de qué? En psicoanálisis se suele opner la angustia señal a la angustia de muerte, que es otra manifestación diferente.

En la teoría freudiana se distinguen dos tiempos doferentes de esta angustia. 

En la primera teoría, Freud adjunta esta angustia a lo que él llamaba neurosis actuales, efectos tóxicos de la acumulación de la libido. Esta angustia podía darse por una relación sexual ineficiente, con descarga escasa de la libido. La libido es un concepto fibológico, que nombra tanto a la pulsión sexual como a la energía de la pulsión sexual. Esa descarga insuficiente haría que hubiera un acúmulo en el cuerpo de esa energía, que se convertiría en angustia. A través de ese sufrimiento, la angustia le indicaría al sujeto que hay un esceso de energía sexual acumulada. También nos recuerda que la represión también puede llevar a ingibiciones sexuales y producir ese mismo efecto de angustia. En esta primera formulación, la represión antecede y lleva a la angustia. La represión disminuye la descarga sexual, acumulando libido y producuente angustia.

La segunda teoría, que la podemos leer en el historial de Juanito, es la que la angustia desencadena la represión. Juanito, dominado por la angustia, inventa su fobia a los caballos como respuesta sintomica para vivir el espacio. De esta manera, hay lugares donde la angustia lo invade y otros donde estpa protegido de ella. Lo mismo podemos ver en el historial del hombre de las ratas, donde la duda obsesiva de poner o no poner la piedra en el camino donde pasaba el carruaje de la amada le sirve para controlr esa angustia que lo acompaña. Se trata de un movimiento inverso de la primera teoría: la angustia lleva a la represión.

Lacan le consagró un seminario entero a la angustia. Esto es porque hablar de la angustia implica mencionar los resortes principales de la estructura que constituye al parletre. Situar esos lugares determina la dirección de la cura y el valor que habremos de otorgarle a la angustia.

Para Lacan la angustia es un afecto. Se produce un cambio enorme en la teoría, porque para Freud la angustia señal era señal de una amenaza para el sujeto: la amenaza de castración, que Freud situaba en el órgano, en el pene. Por su eficacia, permitía que el niño o la niña dejara de lado su deseo de matar al padre para mantener una relación incestuosa con la madre. Esa era la culminación del Edipo en Freud. El complejo de castración es la disolución, la caída o el sepultamiento del Edipo. Lacan intenta deshacerse de los aspectos imaginarios de esa posición, al decir que no se trata del órgano.

Hay que subrayar la magnitud de lo que implica el cambio que Lacan hace en La significación del falo. La tesis principal de ese texto es que el falo no es el órgano, lo cual liberó a los psicoanalistas de controversias imaginarias. El falo, para Lacan, es un significante de la falta en el Otro. El deseo, como el deseo de tener un hijo, no se constituye por una fuerza vital, sino sustentado en la falta: se busca aquello que uno carece. El falo es el significante, metaforizado por el órgano, de una falta en el Otro.

El falo es un significante porque partimos de un primer aforimo: al homo sapiens lo caracteriza el saber, que es un conjunto articulado de significantes. Para Lacan, el inconsciente está estructurado como un lenguaje. La palabra clave de esto es "como". El lenguaje se constituye por fonemas que forman palabras, palabras que forman frases. El lenguaje está constituído por elementos discretos, donde al menos un elemento no le pertenece. Esto es porque no hay conjunto universal. El falo es precisamente ese significante que le falta a ese conjunto. Esto habita en el Otro, que puede ser ka madre real (como lo usa en el seminario de la angustia) y oreas veces es el software ya incorporado, el saber inconsciente. La barra viene a representar un conjunto que es no-todo.

Lacan dio una serie de esquemas que sirven como apoyo al pensamiento y que ya describimos en otra conferencia.
En los tiempos de estructuración del sujeto, primero hay un Otro que desea tener un sujeto, que Lacan dice que es la madre real. El sujeto sin barrar es el bebé, que para la madre es el falo imaginario que responde a su deseo. En la dimensión inconsciente, una madre tiene la opción cultural de la maternidad para responder a su falta. 

Si ocurre la prohibición del incesto, que para la madre implica no reincorporar a su hijo; para el niño, no acostarse con la madre, se produce un movmiento cruzado y el sujeto y el Otro pasan a estar barrados. La barra se refiere a la división entre consciente e inconsciente, entre lo que dice y lo que sabe, entre el significante y el objeto. El niño incorpora a ese Otro barrado. Toma como propio lo que antes era un decir de la madre, campo del que el niño se deberá descontar.

En el tercer nivel vemos una pérdida. La madre pierde el falo imaginario, pero recupera su relación al deseo. Del objeto a, que Lacan dijo que era su único invento... Aunque sabemos que Freud habló del objeto, Melanie Klein también. Lo que Lacan hizo fue articuar la lógica que le concierne al objeto. El objeto a tiene que ver con los objetos parciales de la pulsión y tiene 2 funciones:

1. Como objeto falta causa de deseo. Uno no desea lo ya tiene. Es el objeto del que se trata en el fantasma: 
$◊a
El fantasma, cuando está bien articulado, sostiene al deseo. El sujeto, de esta manera, transcurre por la vida con una cuota de felicidad. Lo que caracteriza al ser humano es una carencia en ser que lo invita a hacerse, a realizarse.
2. Objeto a como plus de gozar. Acá el objeto funciona como tapón, como un goce que tape al deseo, pero también puede articularse al deseo y son los pequeños goces que le dan gusto a la vida.

Cuando alguien consulta al analista por un síntoma, una inhibición, angustia, actings que no puede parar, sufrimientos que no da cuenta, lo que vamos a encontrar es un esquema diferente:

En donde estaba el sujeto barrado, el sujeto hace una regresión hacia algún lugar de la red que lo constituye y se ofrece como objeto para el deseo y el goce del Otro. En función de eso, el sujeto se posterga como sujeto deseante y sufre por ello. El piso de arriba del esquema corresponde al goce; el inferior, al deseo. 

El goce del primer escalón está a cargo del Otro y no del sujeto. Vemos que allí hay un viviente (S) y no un sujeto ($). Este goce es mítico, no se puede registrar como tal porque no había sujeto. 

La Angst (angustia) del piso del medio, implica que en ese lugar donde el sujeto está retenido como objeto puede llegar a producirse la angustia, pero no es seguro que suceda. Muchos pacientes viven en el confort. La angustia anuncia el lugar donde el sujeto se encuentra y qué precio paga. Uno puede gozar sin saber, pero una vez que sabe ya no goza. Esta angustia es la angustia señal, que no debe ser confundida con un trastorno como el que describe el DSM. 

Para el analista, la angustia es un aviso que le llega al analizante, que no hay que aminorar (mientras esté en límites aceptables) para que el sujeto saque la consecuencia favorecedora de lo que este anuncio le dice: tu estás preso y tienes la posibilidad de liberarte de ese lugar. La angustia marca el ubral donde se puede pasar de la posición de objeto a constiuírse como sujeto de deseo que apunta a sus propios goces.

La angustia no debe ser ahogada, sino dosificada mediante aumento de las sesiones, dar el teléfono al paciente, etc. Se trata de una angustia propiciatoria. Lacan da dos aforismos sobre la angustia: 
1. La angustia surge ante el deseo del Otro, que implica que el sujeto ya tuvo alguna separación de su goce y ya puede advertir que está retenido en el deseo del Otro.
2. La angustia no es sin objeto. La psiquiatría decía que en la fobia hay un objeto y en la angustia no hay objeto definible. En la angustia, para el psicoanálisis, el objeto está cuando el sujeto advierte a qué está fijado. Freud hablaba de la fixierung, fijación. La fijación es a un goce parasitario, que Kierkegaard lo describe así: La angustia surge cuando la libertad se anuncia, pero nada la asegura. Acompañar a los analizantes en ese recorrido es acompañarlos en una tarea de liberación.

Angustia y ansiedad
La ansiedad implica una serie de manifestaciones que parecen semejantes a la angustia: se siente en el cuerpo, el sujeto vive en una sensación de desazón, no encuentra un lugar que le convenga, insomnios, puede empujarlo al acting y al pasaje al acto. La ansiedad es un sufrimiento del sujeto ante el reclamos a los que no encuentra respuesta. Se manifiesta con variados efectos ante los diversos apremios. Se trata de un sujeto apremiado, un apremio que toca su cuerpo y es allí donde actúan los ansiolíticos. La supresión de la ansiedad no implica que se resuelva su causa, así que no logra liberarse de eso que lo vuelve a condenar en una nueva ansiedad.

Lacan, en su anteúltimo seminario, El momento de concluir, dice que no alcanza con que el analizante se libere de sus síntomas; es preciso que también sepa dónde se enredaban sus pies para producir esos síntomas. En la ansiedad, los apremios le llegan al sujeto desde distintos lugares. Son apremios ante los que el sujeto no tiene letra para responder.

En la angustia, en cambio, el sujeto está en el umbral de su liberación.

El analista debe advertir la diferencia, en el juego transferencial, si el sujeto está en el umbral de un cambio que apunta a su deseo, donde ya recibió el anuncio de la angustia y ya no puede retroceder, que cuando está la ansiedad, que tiene manifestaciones parecidas a la angustia. En la ansiedad, el sujeto no encuentra respuesta, por ejemplo
- ante una irrupción de lo real (ej. un evento inesperado), 
- apremios desde el ello (tentaciones) a las cuales el yo no puede ponerles coto y que contradicen sus ideales,
- apremios del superyó, exigencias desmesuradas antes las cuales el sujeto no puede responder, porque haga lo que haga siempre se siente menos o desvalorizado.

En la ansiedad, entonces, de lo que se trata es una respuesta ante la que el sujeto no tiene letra. ¿Qué hace el analista con eso? Hay que intentar descubrir los inicios de esa ansiedad, que el paciente cuente los momentos concomitantes de ese tiempo. Yendo a su historia, hay que investigar los condicionantes en su estructura como sujeto que llevan a esa carencia de una respuesta o de letra adecuada para frenar esos apremios que llegan de tentaciones y mandatos a los que no puede enlazar. Esto suele funcionar cuando la ansiedad es producto de una regresión, es decir, cuando se trata de tentaciones y mandatos que en algún momento pasaron por el colador del inconsciente, por la castración y por la pérdida de goce necesaria.

Cuando se trata de fijaciones primarias que no pasaron ni pasarán nunca por el colador del inconsciente, tenemos síntomas que persisten. Hay allí un goce anclado ó una exigencia de homeostasis de un yo que quiere tener todo ordenado. En estos casos, la interpretación simbólica no funciona. Hay que ayudar al analizante a encontrar un remedio en lo real. Ante un déficit simbólico, una falta de letra para enlazar adecuadamente los distintos apremios que llegan, puede construirse en lo real algo que detenga el flujo de la ansiedad, que sino arrasaría e inundaría todo. Por ejemplo, la escritura en el caso Joyce (estuvo 12 años escribiendo El Ulises) canalizaba un goce que él no podía resolver pasándolo por el colador del inconsciente. Lacan decía que Joyce era un desabonado del inconsciente, lo cual es una desgracia, porque es producto de una forclusión del nombre del padre.

Los analistas no solo intervenimos desde lo simbólico, sino también desde lo real y lo imaginario cuando la lógica del discurso lo requiere. 

Angustia y lo siniestro
Al referirnos a lo siniestro, la referencia clásica es inevitable: Lo siniestro de Freud. Lo siniestro es algo que afecta al sujeto hasta el límite del terror que lo anulaba. Es angustia más horror. Cuando Lacan dio como ejemplo de angustia a lo siniestro y no hay que temer que se hubiera equivocado.

La angustia no es lo siniestro, sino que lo siniestro es la angustia más el horror. Tiene que ver con lo secreto, lo oscuro, lo sombrío. Lo siniestro aparece desde el exterior, pero tiene que ver con lo más íntimo del sujeto. Un ejemplo podría ser el que da Freud del Hombre de arena de los cuestos de Hoffman.

Tratándose de la literatura, lo siniestro tiene dos efectos: el que aparece aludido en los protagonistas de la ficción y el efecto que puede producir en el lector o el espectador. Lo característico de lo siniestro es la irrupción de un real que no coincide con lo que estamos habituados como realidad, como cuando Edipo ve en el suelo sus propios ojos que acababa de arrancarse. La realidad es una cubierta imaginaria acorde con nuestro fantasma. Lo real puede desbordar esa cubierta y ahí sucede algo atípico, como que Edipo vea sus propios ojos sangrantes, símbolo de un goce que está prohibido: no tener relaciones sexuales con la madre ni gozar de la mirada del cuerpo desnudo del Otro. 

Entonces, en lo siniestro hay una irrupción de lo real que produce angustia y se le suma un sentimiento de horror. Freud cuenta que estando en el tren ve entrar a su camarote a un hombre viejo y que cuando fue a hablarle, vio que era él mismo refejado en un espejo. Su imagen, por un instante, se le apareció como un doble. 

Lo siniestro alude a un tiempo donde la estructura desfallece o nos retrotrae a una tiempo anterior a la constitución adecuada de lo imaginario, como en el ejemplo de Freud. Se trata de un primer tiempo donde el infans se ve como yo ideal en el espejo del Otro, que antecede a la operación de identificación de cuando se mira al espejo y ve que la imagen no es él, pues se ha descontado una parte de goce que no pasa el espejo. Lacan, enigmáticamente, dice que el objeto a no es especularizable. Cuando eso no esto no está, lo que aparece no es una imagen de júbilo, sino una imagen amenazante.

Lo siniestro nos da cuenta de que aún en la neurosis hay lugar en la red que lo constituye que hay lugares que no pasaron ni pasarán nunca por el colador del inconsciente. La referencia al colador es porque al inconsciente lo caracteriza la lógica de imcompletud. Esta lógica tiene una ganancia gracias a una pérdida. Una pérdida de goce, la castración simbólica del Otro y una ganancia que es la de disfrutar los goces de la vida, enlazados al deseo y quizás al amor. Hay zonas de la red que nos habitan que no están castradas. Esas zonas son las que dan el diagnóstico de fijación primaria. En un diagnóstico estructural dominante (neurosis, psicosis, perversión), se puede hacer un diagnóstico de fijación primaria, que es a aquellos trazos que no han pasado por el colador del inconsciente. 

Con lo siniestro, hay que hace ligazón. El paciente, ante el horror, tiene que empezar a contar y a armar la cubierta imaginaria a ese real, que sino se convierte en una bomba mortífera. Esta intervención por lo imaginario requiere una articulación simbólica. 

Fuente: Entrada confeccionada con las notas de la conferencia "La angustia y la ansiedad. La angustia y lo siniestro. Distinciones desde la clínica" a cargo Isidoro Vegh, el martes 6 de abril de 2021.

martes, 23 de febrero de 2021

Lo ominoso: el autómata

Los autómatas son aparatos inanimados que sin embargo tienen movimiento, vida propios[1]. Están investidos de un carácter siniestro. Están presentes en forma abundante en los cuentos, leyendas y novelas del romanticismo: Frankenstein, El hombre de la arena, etc. Los escritos de E.T.A. Hoffmann son una muestra clara de ello.
El autómata[2]es un objeto creado por el hombre que se hace dueño de su propio movimiento. Es decir que está dotado de un ánimo propio, de su propia alma, independiente de la nuestra. En los tiempos modernos han incrementado su presencia en la vida cotidiana: desde el reloj a cuerda a la radio, el cine, la televisión, los distintos aparatos de comunicación y las computadoras. Y el sentimiento de vida de estos aparatos se incrementa cuando hay una fuente de energía que los independiza como pueden ser las cuerdas, pilas y baterías. Mientras las máquinas están enchufadas para recibir la corriente eléctrica que les dará fuerza mantienen algo de la mecánica de la palanca: se hace evidente aún que la fuerza proviene del exterior de la máquina. Pero cuando la fuente está introducida en la propia máquina, se nos aparece más y más como un ser que tiene una vida propia lo que está próximo al aparato de influencia de la esquizofrenia cuyo origen y desarrollo describió tan bien Víctor Tausk[3].
Es habitual sorprender a la gente reaccionando ante la rebelión de los ‘aparatos’ como si estos tuvieran una vida propia, luchando por sus caprichos, golpeándoles para que funcionen bien, sintiendo que el aparato tiene algo personal con el que lo está utilizando. Los expertos en manejar las máquinas y aparatos tienen un halo propio del que tiene un arma o un lenguaje que puede influir sobre ese ‘maldito aparato’. Son mediums, sacerdotes que nos comunicarán con esos ‘dioses’.
Todos los aparatos automáticos tienen algo de las funciones del cuerpo humano, las reemplazan, las mejoran, las incrementan. Y llegamos al hecho de que los mismos órganos de los muertos se mantienen vivos como órganos sustitutos de los cuerpos de los supervivientes, lo que llegaría a representar una aproximación a la esencia del autómata: es un muerto vivo en el pleno sentido literal de la palabra. La promoción que se lleva a cabo para que los individuos donen sus órganos luego de su muerte se basa en el hecho de la creencia en la supervivencia después de la muerte, deseo que parece constituir, según el psicoanálisis, una de las fuentes psicológicas de la existencia del doble[4]. El donante del órgano es el doble del receptor y éste vivirá pendiente de - como ocurre en una gran cantidad de creaciones literarias que se ocupan del tema como El estudiante de Praga, estudiado por Otto Rank - que su doble decida el momento en que se cobrará la deuda. El órgano transplantado difícilmente puede ser integrado en el psiquismo del receptor y adquiere esa autonomía que le otorgamos a los autómatas y al destino.
La función de doble de la máquina se extiende en la era industrial hasta transformarse en una nueva clase social (o profesional, como pueden ser la policía y el ejército, la religión) que responde a intereses de una clase en contra de una tercera y que sutilmente, traidoramente, se volverá contra su amo, como buena máquina automática que se precie de tal[5]. El taylorismo es un paso intermedio entre el trabajo humano y el del aparato automático, muestra de lo cual es la película Tiempos Modernos de Charles Chaplin. Porque después de todo requeriría una cierta explicación, al estilo de Arnold Hauser en Historia Social de la Literatura y el Arte,el hecho de que la gran difusión de la literatura de lo siniestro, del doble, de los autómatas haya explotado con la revolución industrial. En las grandes revoluciones sociales llevadas a cabo junto con el desarrollo de la revolución industrial ¿cuanto hay de rebelión contra la injusticia social y cuanto de rebelión contra la máquina siniestra que desaloja y condena al trabajador?.
Pero aunque la automatización pueda acercarse en forma muy ajustada a la función del cuerpo humano (como los brazos ortopédicos que mueven sus dedos por impulsos nerviosos o los aparatos electrónicos para ver de los ciegos) lo siniestro de la automatización pasa por la condición previa de la disociación cuerpo-alma. Es el alma del aparato lo más temido, es su intención, su resentimiento, su capricho, su dolor, su furia vengativa (como en el film ‘2001 Odisea del espacio’). Es el estar animado, el movimiento que tiene y que buscamos en la aplicación a la construcción de los aparatos que requieran menos aportes de energía de parte nuestra, que sean más económicos en gasto energético, es decir, que tengan energía propia. Hasta el encuentro, por ahora utópico, de la máquina con movimiento perpetuo, es decir, que tenga vida propia. Un retorno al primum movens.
La presencia del autómata o del doble convocan a la religiosidad y por eso las religiones han hecho uso desde la antigüedad de <<misterios>> que muestran la vida que encierran los objetos o, de otro modo, el héroe renacido. Es que es una veta donde se puede manifestar el panteísmo, la animación de los objetos por un ser todopoderoso.
Los autómatas del adulto son descendientes de los juguetes infantiles, de los títeres y marionetas[6]: son objetos inanimados a los que se les atribuía vida.
[1]Jean Claude Beaune, Impresiones sobre el automatismo clásico. (S XVI - XIX), en Fragmentos para una historia del cuerpo humano, Parte Primera, 447.
[2]Rabelais introduce el término en el francés en Gargantúa y Pantagruel.
[3]Victor Tausk, Sobre el origen del ‘aparato de influencia’ en la esquizofrenia, Revista de Psicoanálisis, año II, N°3, 490.
[4]Como en la película ‘Jesús de Montreal’.
[5]La automatización industrial es un nuevo ejército al servicio del propietario que abaratará costos compitiendo con la clase trabajadora la cual perderá su empleo y su capacidad de consumo lo que redundará en un suicidio, según el economista John Gallbraith, de la poderosa clase propietaria.
[6]Roman Paska, Lo inanimado encarnado, 427. Heinrich von Kleist, Sobre el teatro de marionetas, 431. Jean Claude Beaune, Impresiones sobre el automatismo clásico (siglos XVI-XIX), 447. Fragmentos para una historia del cuerpo humano, Primera parte.

lunes, 19 de octubre de 2020

Ordenamiento de las psicosis: la paranoia.

Hoy continuaremos con el ordenamiento las psicosis, específicamente con la paranoia, que no tiene el nivel de desorganización que vimos en la esquizofrenia. Esto quiere decir que ha niveles de organización del yo y del objeto un poco más avanzados.

Como todas las psicosis, la paranoia tiene la fijación oral maligna que veíamos la vez pasada, la cual produce la desestima de los complejos de castración y Edipo. La paranoia, en particular, llega a tener fijaciones en las etapas anales. Esto hace que en la paranoia hayan identificaciones especulares. Aunque Freud no las llama así, vemos que Freud habló del doble en Lo siniestro y lo describe que el emisario de la vida puede ser el emisario de la muerte, porque el doble de uno es una duplicación narcisista. 

En el mito de Narciso, el muchacho era tan bello que se vio reflejado en las aguas de un río y queriendo abrazarse enamorado de su propia imagen, se cayó y se ahogó. Pocas veces se pudo describir tan bien el amor narcisista hacia uno mismo, que parece un amor vital en principio, pero es mortífero como lo vemos en Lo siniestro, donde el doble puede ser vital, pero termina siendo mensajero de la muerte. 


En el caso Schreber Freud no menciona nada de esto, que es el texto más grande sobre la psicosis. El Presidente Schreber tiene un delirio absolutamente florido. El núcleo central del asunto es que él se siente perseguido por Dios. Dios lo ama y se quiere casar con él para engendrar una nueva humanidad. Schreber teme a semejante honor, pues cuando Dios se case con él lo va a transformar en mujer. O sea, Freud plantea esto como que el paranoide tiene un amor homosexual y da algunas transformaciones. Dice que el paranoide se enamora homosexualmente de otro sujeto, teme ese amor homosexual y entonces lo transforma en "Yo no lo amo, él me ama". Hace otra transformación, que es la de "Él no me ama, él me odia" y ahí se constituye la persecución. Schreber ha trasladado el delirio de Dios estas transformaciones.

¿Dónde está el odio escondido? Justamente en que el día que Dios se case con él lo va a transformar en mujer. No se trata solamente de la castración necesaria para transformarlo en mujer, lo tremendo en el delirio de Schreber es que cuando Dios concrete ese casamiento y transformación, Dios concretará un almicidio, o sea, le va a asesinar el alma. Ahí ya está constituído el delirio totalmente persecutorio. O sea, se ha proyectado el objeto homosexual, según Freud, del que tenemos que tener cuidado actualmente para no patologizar la elección homosexual de objeto. André Green habla de objeto homoerótico, porque no hay ninguna concreción sexual. El acento aquí está en el espejo, la imagen especular. Ningún paranoide quiere concretar una unión homosexual; el problema es lo homoerótico, la dobe imagen especular. El paranoide coloca todas las distancias ante la posibilidad de encuentro fusional, donde desaparecería el yo. Como en el mito de Narciso, si yo lo amor y me junto, desaparezco.

La paranoia ha tenido un grado más de avance en el aparato psíquico respecto a la esquizofrenia, por lo cual los delirios paranoides son célebres por ser mucho mejor armados que los delirios esquizofrénicos. Incluso, muchas veces son convincentes.

Las transformaciones yo lo amo, él me ama, él me odia, son transformaciones defensivas. Es interesante que André Green haya dicho homoerótico y no homosexual. En este último caso, se concibe el deseo como una elección sexual. En la paranoia, se trata de un deseo fusional, un amor narcisista donde el paranoico siente que puede desaparecer en el otro.

Hay formas no psicóticas de la paranoia, como el querulante. Se trata de gente que siempre está peleando y protestando y que encuentra argumentos para pelearse con diversas personas por las cuales sienten perseguidos. Simone de Beauvoir la describe en una amiga, al hablar de la erotomanía. Es gente que siente que alguien se ha enamorado perdidamente de ella, pero lo persigue. Sufren tremendamente por la persecución erótica, hasta un punto en que temen esa persecución, que es delirante. Cualquier llamado por teléfono o encuentro casual lo toman como una persecución hacia ellos y un intento de abordaje. Entran dentro de los trastornos narcisistas, donde el temor de fondo es a la fusión. La celotipia es también una forma paranoide.

En el delirio psicótico, la trasmutación del amor al odio se debe a la fijación en las dos etapas anales y lo característico de ellas, que es la ambivalencia. El temor a la fusión es una regresión a la primera oral. En Schreber, esta fusión es mortífera, almicida. Las etapas anales son muy productivas en el odio, ya sea por la expulsión o por la retención. Todos los autores remarcan que hay sadismo expulsivo o retentivo. Son dos formas del sadismo y del odio. 

Fuente: Encuentro n° 40 de Freud Desconocido

sábado, 10 de octubre de 2020

La Angustia ¿por qué es un huésped no invitado?"

La angustia "como huésped no invitado" aparece en la obra de Freud Inhibición, sínbtoma y angustia. Ese artículo, Freud comenzó escribiéndolo como "Inhibición y síntoma". El libro de Ilse Grubrich Simitis Volver a los textos de Freud tiene de subtítulo "Dando voz a documentos mudos". En ese libro, hay borradores, apuntes y notas que Freud escribía para sus ulteriores escritos. Allí figuran títulos tentativos que Freud luego desechó. Por ejemplo, Inhibición y síntoma terminó siendo Inhibición, síntoma y angustia. 

En el libro de Grubrich Simitis también hay notas que Freud se hacía a sí mismo como modo de recordarse cosas. Freud decía que solía olvidar con demasiada facilidad que todo lo oscuro es transferencia. Hay una nota que él pone y por carta se la dice a Ferenczi:

Es importante señalar que las teorías no se hacen. Tienen que caer en la casa como huéspedes no invitados mientras uno está ocupado investigando detalles.

Freud estaba investigando sobre la inhibición y el síntoma y como un huésped no invitado, apareció la angustia, dando lugar a la última teoría de la angustia en Freud: la angustia causa la represión.

La palabra huésped tiene una particularidad. Nietszche tenía un discípulo llamado Heinrich Köselitz, rebaustizado por él como Peter Gast. Gast, en alemán, significa huésped. Nietszche decía que era su modo de celebrar el doble sentido de la palabra huésped, que tanto en alemán como en otras lenguas sirve para designar a la persona que se aloja como a aquella que da alojamiento. 

La angustia se aloja. ¿Qué aloja la angustia, si es que aloja algo? 

Cuando Freud en Inhibición, síntoma y angustia dice que no es la represión la causa de la angustia (la primera teoría), eso lo lleva a reconocer que lo que había hecho hasta ese momento había sido una descripción fenomenológica y no una exposición metapsicológica de la angustia. En ese texto, puesto Freud a dar cuenta de la angustia desde otro lugar, él marca una diferencia entre el psicoanálisis y la filosofía. Dice que hay que dejarle a los filósofos la tarea de las cosmovisiones. Freud nunca se tentó por la protección que da una concepción del mundo. Lo interesante es que la angustia va a ocupar un lugar estructural en la teoría, distinción que Lacan también realiza en el seminario X de la angustia. Este seminario continúa la tarea de Inhibición, síntoma y angustia. 

Lacan también el psicoanálisis de la filosofía y lo fundamental para producir esta diferencia es que la angustia no es sin objeto. Esto es lo más propio del psicoanálisis: el objeto. Cualquier otra concepción elimina lo que hay de real en esta práctica.

Recordemos que Freud, en Inhibición, síntoma y angustia nos dice que quería estudiar el síntoma, la lucha secundaria del yo contra el síntoma y la elección de la fobia -de Juanito- no fue un paso feliz, pues apareció la angustia y con ella, las complicaciones. La angustia extiende un velo sobre el estado de cosas. Freud dice que la angustia no es cosa simple de aprehender. 

Lacan abre el seminario 10 de la angustia siguiendo estas huellas freudianas. En este seminario, no se interesa por la construcción de la fobia, que sería un modo de desangustiar y ponerle coto a la angustia via el significante. Recuerden que Freud dice que el camino de salid a la angustia es el síntoma. Lacan no se interesó en la construcción de la fobia, sino que tomó la mancha negra del caballo de Juanito, ese resto, para construir el objeto a.

El objeto a no es del orden del significante e irreduductible ese objeto al significante. La meta de Lacan en ese seminario es dar cuenta del objeto a. Así como solemos decir que los sueños son la vía regia para dar cuenta del inconsciente, la angustia lo es para dar cuenta del objeto a. No se trata de un objeto en el sentido de los objetos de la experiencia cotidiana, sino del nombre que Lacan le pone a la causa del deseo. No es ningún objeto. Hay distintos registros de la falta en psicoanálisis; no todo corre por cuenta del objeto. También tenemos al falo, el menos phi. El objeto a es un modo de nominación metafórica de ese hueco que siempre está delimitado por el movimiento pulsional. No es un objeto de la vida cotidiana, modelado según la imagen especular; el objeto a escapa de las leyes de la estética trascendental.

Lacan había hablado antes del objeto, pero en el seminario 10 de la angustia, emerge lo que implica el objeto a. Es un seminario con movimientos y variaciones. Freud comienza Inhibición, síntoma y angustia en un lugar y termina en otro. Lacan, en su seminario, también. Con la angustia, no se sabe dónde podemos caer.

Lacan dice que la angustia no es lo que la gente cree. Cuando dice eso, se refiere no solo a que la angustia es una excepción entre los afectos, sino que es el prototipo de los afectos, el afecto que no engaña y que además va a dar cuenta de la función que tiene. Lacan ubica, bajo la forma del afecto, es la preminencia del registro de lo real en este afecto.

A veces se habla de angustia, pero en realidad se trata de sentimientos displacenteros: desánimo, abatimiento, que con equivocada inmediatez se lo llama depresión u otros sentimientos displacenteros. Cólera, desesperación, desesperanza... Ninguno de todos estos sentimientos son equivalentes a la angustia. Freud decía que la angustia es una espectativa, un pre-sentimiento. La angustia es una presencia que anuncia que algo anda mal y a la vez en una ocasión para abrirse de otra manera y hacerse buenas preguntas.

Cuando alguien dice "Estoy angustiado", ya tomó distancia de ese punto de angustia, que es literalmente sin palabras. Cuando alguien toma distancia de ese punto de angustia, el punto desaparece dejando un rastro, un texto que interroga y hará posible la elaboración de lo que se rememore. Ese punto de angustia es evanscente. Nadie puede estar en la angustia y hablar de ella; ese caso ya da cuenta que lo desligado de ese punto de angustia se empieza a ligar. Esto es lo que torna a la angustia como inasible y a lo que Freud se refería cuando dijo que la angustia no era cosa fácil de aprehender.

Lacan extrae la definición de Freud de que la angustia es una señal. En la primera época de Freud, dice Lacan, la angustia le señaló algo a Freud. Cuando él dio cuenta de las neurosis actuales en su diferencia con las neuropsicosis de defensa, lo que dice de las neurosis actuales es que ahí no hay mecanismo psíquico. En relación a la angustia, a la neurosis de angustia, dice que ahí no hay representación. La angustia le permitió de entrada a Freud distinguir un campo por fuera de las representaciones: libido sexual traspuesta diectamente en angustia. En esta época, Freud construía una teoría del recuerdo y la angustia vino a marcar algo por fuera de la representación. Cuando lacan dice que esta primera presentación de Freud ya era una señal, es porque rescata esa fuerte intuición que tiene Freud de situar como fuente de la angustia el coito interruptus

Lacan hace una proximidad entre el orgasmo y la angustia, lo cual da cuenta de distintas modalidades de la angustia, que son diversas entre sí. 

La función de la angustia como señal de presencia

Lacan, en el S. X sostiene que la angustia tiene que ver con la presencia, la aparición, la manifestación específica del deseo del Otro. Para Lacan, el deseo siempre es deseo del Otro. Es en relación al deseo del Otro que el deseo del sujeto se configura, con las marcas de ese Otro. En Freud podemos pensar en la otra escena, que en cualquier formación del inconsciente soprende al sujeto, al dar cuenta de la alteridad fundante que opera en él.

Deseo del Otro significa que el deseo pasa siempre por el Otro, que no necesariamente es alguien. Habría que llamarlo "lo Otro", el lugar del lenguaje, que nos viene de afuera. Lo más íntimo nuestro nos viene de afuera y nos constituye. Es en este punto cuando Lacan dice que la angustia tiene que ver con la manifestación específica del deseo del Otro, que la angustia como señal adquiere valor. Es una señal en el yo, pero no para el yo. En la clase 11 de ese seminario, lacan dice:

¿Qué representa el deseo del Otro? Concierne nada más que a mi propio ser. Es decir, me pone en cuestión, me anula. Se dirige a mi como perdido, solicita mi pérdida para que el Otro se encuentre en ella. Es eso la angustia.

O sea, el sujeto pasa a estar cuestionado en su ser. Cuando uno tiene angustia, se siente oprimido, concernido, afectado en lo más íntimo de sí. No sé lo que soy como objeto para el Otro, no sé lo que soy, pero estoy a su merced. Además, no cabe duda que se trata de mi cuerpo ahí, de eso que soy y que está cuestionado. La angutia se siente en el cuerpo.

Para dar cuenta de la angustia en relación a la presencia, hay un eslabón indispensable que Lacan toma de Freud para dar cuenta de la angustia en relación a la presencia: Lo siniestro (unheimlich). Desde Lo siniestro, Lacan aborda y homologa estos términos, diferenciados por Freud. Hay indicaciones muy precisas sobre ese momento de entrada en el fenómeno de lo siniestro, o sea, eso que súbitamente irrumpe, lo que se manifiesta, esa dimensión de lo extraño y lo familiar a la vez y que hace que surja aquello que no puede decirse. Recordemos la imagen del jarrón especular virtual tal como lo presenta en el estadío del espejo. Allí se da cuenta que no todo el investimiento libidinal pasa por la imagen especular. Hay un resto que no pasa. Lo siniestro se produce cuando en ese lugar, caracterizado por la ausencia, aparece este objeto a.

¿Qué significa que el objeto a aparezca? Porque lo que aparece en invisible que organiza justamente el mundo de lo visible. Ese objeto no está en el cuello del jarrón. En la neurosis, en ese cuello se ubica la demanda del Otro, dándole lugar a lo familiar. A eso Freud lo nombra Heim, el hogar. Lacan dice que si esa palabra tiene algún sentido en la experiencia humana, es que ahí está la casa del hombre. Dice que el hombre encuentra su casa en un punto situado en el Otro, más allá de la imagen de la que estamos hechos. Encontramos la casa situada en el Otro, ese lugar representa la ausencia en la que estamos. Cuando se da esa aparición que hace que esa presencia invisible adquiera la forma de presencia, ahí pasamos del heim al unheimlich, que sería pasar de la demanda del Otro a esta aparición del deseo del Otro. 

Hay angustia cuando aparece, en este marco, lo que ya estaba mucho más cerca en la casa (heim). Lacan dice que ahí surge algo, como un huésped desconocido que aparece en forma inopinada. El fenómeno de la angustia, entonces, es el surgimiento del unheimlich del marco. Esto permite dar cuenta que la angustia está enmarcada y esto la coloca en una filiación directa con la estructura del fantasma. Con lo cual, en la vacilación del fantasma habrá angustia. Esto que surge es una presencia tan íntima como extraña. Es intimidante, es un extraño al yo que hace de ese yo un cuerpo extraño. Ahí el sujeto experimenta la no autonomía, es la experiencia del doble. 

La experiencia del doble, en el cine o en la literatura, podemos leerla con mucho más detenimiento. La literatura fantástica recorta ese instante de aparición, se detiene en ese instante de aparición, como se puede leer en los cuentos de Hoffmann, exacerva ese instante. Ese instante es fugaz, se da en detalles banales, donde se tiene un sentimiento de extrañeza y la escena del mundo se desvanece por un instante. Son momentos fugaces donde lo cotidiano es extraño. En la clínica, ubicamos aquí los ataques de pánico, en el modo en que suelen relatar como aparecen... y hasta la duda obsesiva. Son todas señales causadas por este objeto de la angustia, que se ubica entre lo familiar y lo extraño, dando lugar a una inquietante extrañeza.

Con todo este recorrido, Lacan puede decir que la angustia es sin objeto. Freud, en Más allá... hace las distinciones entre miedo, angustia y terror. Adjudica el miedo a un objeto ante al cual se siente miedo; a la angustia, como un afecto ante la expectativa de un peligro. En Inhibición, síntoma y angustia, Freud vuelve a decir que la angustia no tiene objeto. Lacan nos hace leer la frase anterior: la angustia es ante algo. Ese "ante algo" que la angustia opera como señal es leído por Lacan del orden de lo irreductible de lo real. Por eso, la angustia, de todas las señales, es la que no engaña: se trata de la traducción subjetiva de ese objeto a. Ahí estoy, me capto como objeto a causa del deseo del Otro y sólo puedo ser causa del deseo del Otro si he sido perdido para ese Otro. Acá Lacan sigue a Freud al sostener que solo en la pérdida se constituye el objeto en relación con el deseo. 

En Inhibición, síntoma y angustia, Freud dice que la angustia es la señal ante la pérdida de un objeto. Hace una lista de esos objetos: la pérdida del pecho materno, la pérdida del pene, la pérdida de amor del superyó, etc. Hay un apartado en la adenda de ese texto, donde Freud hace unas articulaciones, marcando la diferencia entre angustia, dolor y duelo. Como si fuesen distintas formas de pérdida, podríamos decir, de transitar esa pérdida. Freud dice que el dolor es la genuina reacción ante la pérdida del objeto. La angustia es frente al peligro que esa pérdida conlleva. Aquí vuelve a aparecer ese desamparo del que inicialmente hablaba Freud, ese desamparo primordial que ahora amenaza desde el presente. Lo que deja en estado de desamparo es la presencia del deseo del Otro. 

Lacan dice que la señal no es por una falta o una pérdida, más bien es señal de que se carece del apoyo que aporta la falta. Es decir, es señal de que la falta falta. Lo más angustiante que hay para un niño -dice Lacan- es la relación sobre la cual la relación de ese niño se instituye es la de la falta, porque solo desde ahí se puede producir deseo. Cuando esa relación con la falta se perturba cuando no hay posibilidad de falta, cuando tiene a la madre siempre encima. Lacan agrega, que en especial limpiándole el culo, que es el modelo de la demanda. No es la pérdida o la nostalgia lo que produce angustia, sino la inminencia.

Lacan interroga y discrepa con lo que Freud plantea como tope en un análisis. En Análisis terminable e interminable Freud utiliza una metáfora geológica, la roca de base, la angustia de castración, planteada como un límite infranqueable. Lacan corre esa roca. Es interesante que en ese mismo texto, Freud dice que la labor genuina de la tarea analítica es rectificar represiones originarias. Represión originaria, en el caso Schreber, está conceptualizada como la fijación del objeto de la pulsión. Es decir, objeto que luego será el objeto del fantasma. Es justamente en el análisis donde el sujeto puede intervenir en esa ficción, que Freud llama fantasía inconsciente, Lacan llama fantasma, donde la verdad encuentra para situarse. Una ficción que para Freud era embellecedora de lo traumático. 

Así como Freud habla de la angustia de castración como roca, como límite, en Análisis terminable e interminable mismo dice que más allá de ese límite está la posibilidad de rectificar represiones originarias. 

¿Cuál es la función de la angustia? En Más allá del principio del placer, cuando Freud se pregunta por la vida onírica de las neurosis traumáticas, esos sueños donde se repite el accidente y se despierta con terror, un renovado terror, un mismo nuevo terror cada vez, ¿Qué función tienen esos sueños, que procuran? Freud dira que recuperar el dominio de ese estímulo no ligado... y ligarlo. En Freud, la oposición entre energía libre y energía ligada juega un papel muy importante. La ligadura, en estos sueños, es posible gracias a la angustia que estos sueños provocan. Estos sueños traumáticos no eran sueños de angustia; en estos sueños aparece la angustia como desarrollo. Freud nos dice que solo a partir de ese desarrollo de angustia es que puede haber ligadura. Es decir, que entre en la malla del proceso primario. Sine sa angustia, sin ese desarrollo de angustia, no hay elaboración. La angustia pulsa para que pueda haber representaciones para vover a ligar.

Un viraje en el seminario 10...

Siguiendo con la función de la angustia, Lacan también plantea dos cuestiones: una relacionada con el interés de Lacan de construir el objeto; la otra, con la función de la angustia.

Construir el objeto le permite dar cuenta de los distintos momentos en que el objeto a ocupa en la estructura, que son diferentes. El objeto a va cumpliendo distintas funciones. No es lo mismo decir el objeto a como resto de la división del sujeto a decir el objeto a como objeto causa del deseo, el objeto a cedido... Hay una diferencia interesante que él hace en el seminario, en las últimas clases. Hace la diferencia entre el objeto parcial y el objeto caduco.

Lacan hace un esquema, donde muestra la operación donde el sujeto se constituye en el lugar del Otro. El Otro, como lugar del significante. En el primer pieso vemos el acceso del sujeto sin barrar (S) al Otro sin barrar (A). A partir de ahi, tanto el Otro como el sujeto quedarán barrados.

En el segundo piso, vemos el objeto a y en el piso de abajo, el sujeto barrado. El segundo piso donde coloca el objeto, es el piso de la angustia. La angustia está en un momento lógico anterior al sujeto barrado y al deseo. Una vez franqueada la angustia, el deseo se constituye. 

Así como decimos que la angustia es sin objeto, la constitución del objeto en la constitución del sujeto no es sin angustia. En esta operación tiene que ver con la constitución del sujeto: el esquema no se refiere al objeto que causa la angustia, sino del objeto que la angustia suelta y cede, constituyéndolo como objeto. Lacan pone el ejemplo del grito del bebé; ahí ha cedido algo. hay efecto de seisón, que es el de la angustia. Este movimiento que hace lacan sigue la huella freudiana de Inhibición, síntoma y angustia.

En un primer momento, responde a que la angustia es ante algo e implica una señal en el yo, pero Freud también dice en Inhibición, síntoma y angustia que el desamparo que provoca el nacimiento no tiene objeto alguno y es la angustia la única reacción ue se podría producir. Esto no es señal porque el yo no está constituído. Esa angustia primordial, producto del desamparo que habla Freud como un puro exceso económico, es un desamparo primordial que se hace presente (invasión económica), Lacan la lee como la manifestación del deseo del Otro. 

Freud apela a los poetas ante la pregunta de lo que quiere una mujer. Lacan dice que los poestas no saben lo que dicen, dicen las cosas antes que los demás. Margarita Roncarolo dice en un poema: Vamos a hacer un invento que nos cubra del viento del desamparo. En este seminario Lacan dice que este desamparo es una invención del neurótico, es un fantasma. Inventar conlleva una una ruptura que recrea el pasado. El psicoanálisis no es un método para recordar, pero este acontecimiento del lenguaje que Freud descubre, permite leerlo de otro modo. Esto se pone en juego desde las entrevistas preliminares, cuestión que a veces descuidamos. Las entrevistas preliminares eran muy importantes tanto pra Freud como para Lacan. Para Freud eran "ensayo de puesta a prueba".

Lacan nos advierte: el neurótico no va a dar su angustia. Empieza dando un poco de su síntoma. A lo que apela el neurótico es la demanda: quieren que le pidan, que le respondan. Como eso no sucede -en el mejor de los casos- el neurótico puede empezar a modular su propia demanda. Lo que importa determinar en esas entrevistas preliminares es si quien consulta adopta o no una actitud incauta con respecto a la lengua. Es decir, si se presta de manera incauta, sin cauteala, a ese juego significante. Eso es lo que va a abrir al campo de la analizabilidad y es el camino para que ese sujeto deje de contarse como víctima y pase a implicarse en la verdad de su síntoma. La intervención de Freud a Dora da cuenta de eso: ¿Qué tiene que ver usted en este desorden del que se queja? 

Cuando Freud dice en los artículos técnicos que hay que atender al valor individual del posible paciente. Ese valor puede entenderse como que se requiere de algún coraje, alguna decisión, alguna valentía. Analizarse es poder leer de otro modo lo ya leído. Uno ha leído y contruído teorías. Analizarse implica una otra lectura. Leer es intervenir, es introducir cortes en esa fucción fantasmática que nos habita y desconocemos. Un analizante puede decir, como dice el escritor Scarpelli "Nunca sabemos cómo será nuestro pasado".

En cuanto a la función que vimos de la angustia, es que la angustia no es una patología ni una enfermedad. La angustia nos hace saber cómo el deseo afecta tanto al cuerpo como al entendimiento. Ahora, si la angustia en una relación insondable al deseo dle Otrol en una relación esencial al desoe del Otro y el dispositivo analítico convoca a que emerja ese deseo entramado en el deseo del Otro que lo habita. La angustia, entonces, va a ser correlativa de la puesta en movimiento del dispositivo analítico. Será inevitable, entonces, que en el análisis surja angustia. Esto no quiere decir que haya que forzar su aparición, pero tampoco evitarla. Se tratará de franquear la angustia a través del texto del el punto de ngustia deja y es un llamado al sujeto para que se deslice por la metáfora, la metonimia, el lenguaje.

La angustia, en la práctica analítica, implica momentos privilegiados. es testimonio radical de una ausencia, de un vacío donde no hay ligazón. La ligazón viene después, producto de la represión, y esta es la última teoría en Freud. La angustia es causa de la represión y esta da lugar al síntoma, que va a ligar lo desligado de la angustia. 

Lo problemático sería que un análisis no haya señal de angustia, porque estaría indicando que no se han podido horadar las demandas que coagulan el deseo. Es importante seguir la huella freudiana y recordar que Freud abandonó la hipnosis para no hacer una cura sintomática. Si la angustia es una señal, se tratará de no obturarla o taponarla con fármacos u otros objetos, porque esto va a impedir que el sujeto entre al campo del deseo. 

Cuando Freud habló de la abstinencia del analista, se refería a no responder a la demanda para dejar subsistir al deseo. El llamado Hombre de los Lobos por Freud, iba en tren hacia Ginebra para analizarse con un doctor. El tren paró en Viena y él se preguntó por qué no consultar al profesor Freud. El Hombre de los Lobos cuenta de esa primera entrevista:
Como es de suponer le relaté a Freud mi tormentosa relación con Teresa en Munich y la visita de ella a Berlín que había terminado de manera funesta... Cuando le pregunté si debería volver a Teresa Freud me respondió con un “si”, pero con la condición de que esto sólo se produjera después de varios meses de análisis.
Eso lo lleva a no seguir a Ginebra y analizarse con Freud.

Fuente: Notas de la conferencia La Angustia ¿por qué es un huésped no invitado?" a cargo de la prestigiosa psicoanalista Alicia Majul. 6 de octubre de 2020.

sábado, 15 de agosto de 2020

Lo siniestro en el cine: los secretos de las películas de terror

El tema de lo siniestro y la angustia, con su equivalencia en Más allá del principio del placer, tienen que ver con el núcleo del inconsciente y es un concepto que remite a un más allá de él. En 1919 Freud había escrito Lo ominoso, donde aparecen ideas que posteriormente serán volcadas en el texto de 1920: Más allá del principio del Placer. Allí, él quiere diferenciar lo ominoso dentro de lo angustioso. 

Así como Freud se refirió a la literatura (como los cuentos de Hoffmann), hoy nosotros iremos al cine para dar cuenta de qué recursos son los que le dan sus características al género terror dentro el cine. ¿Qué es lo siniestro y cómo se lleva a las pantallas?

Recordemos que los registros real, lo simbólico y lo imaginario son las categorías fundamentales que ordenan la práctica analítica: a partir de ellos se reubican los conceptos de la obra freudiana. Lo real se opone a la realidad: en el seminario III aparece como aquello que vuelve al mismo lugar, como las estrellas y los astros, refiriéndose a las cuestiones de la naturaleza. Eso real nos sigue, repetición mediante, siempre retorna al mismo lugar y al sujeto le crea la impresión de lo demoníaco. La naturaleza rebelada contra el ser humano y las fuerzas demoníacas suelen ser temas habituales en el género terror.

Además, hay una serie de "ingredientes", en donde podremos observar...

#5 La inocencia de la víctima

La gran mayoría de los protagonistas de las películas de terror son mujeres, virtuosas, con una cuota de ingenuidad. Es el caso de Jamie Lee Curtis en Halloween, Ashley Laurence de Hellraiser y Heather Langenkamp de la serie Nightmare on Elm Street. Hay una razón para ello: todos esos atributos (feminidad, virtud, ingenuidad) son básicamente características asociadas a  la inocencia. En definitiva, el horror tiene mucho que ver con la pérdida de la inocencia, con saber y comprender algo que finalmente es horrible. De vez en cuando, simplemente el protagonista puede ser sencillamente un niño. Todos recordamos al niño en The Shining:


La heroína suele entrar en la escena de manera inocente: ella nunca cree lo que está sucediendo al comienzo de la película, pero a medida que los acontecimientos siniestros y la historia avanza, la heroína comienza a comprender y aceptar la situación lentamente. Por lo general, aprende cómo explotar las reglas y, en el proceso, vence al oponente o al menos logra escapar de él. En pocas palabras: comienza siendo inocente, pero al final pierde esta característica.

#4 La muerte y la sexualidad aparecen asociados.

En prácticamente todas las películas de terror existe al menos una escena cargada de sensualidad, ya sea la protagonista corriendo en ropa interior o una escena sexual de la pareja repentinamente interrumpida. Así como funciona la receta de que las protagonistas de terror sean mujeres, se genera un efecto discordante al contraponer una escena romántica a una de terror.

¿Por qué el sexo está tan ligado a la muerte en las películas de terror? Aunque cueste admitirlo, el sexo es un momento estresante. Más allá de la inhibición, el síntoma y la angustia con los que se suele afrontar el acto sexual, existe aquí un punto de vulnerabilidad en donde el amante está sin su ropa protectora, distraído y donde no puede defenderse si algo le atacara. 


Por otro lado, muerte y sexualidad son alguno de los significantes no inscriptos en el inconsciente, puntos donde lo simbólico no termina realmente de cubrir. ¿Cuáles son los mayores desencadenantes de la neurosis? El encuentro con la muerte y la sexualidad.

En Más allá del principio del placer (1920), Freud presenta a la pulsión de muerte como ese más allá, más originaria que la serie placer-displacer de la pulsión de vida. Freud indica que hay un efecto ominoso quien se relaciona con muertos y cadáveres, también ubica lo ominoso en la epilepsia y en la locura. Hay una nota al pie de página donde dice que la compulsión a la repetición depende de la naturaleza de las pulsiones, que tienen suficiente poder como para doblegar al principio del placer. 

#3 La película de terror implica un marco de reglas... que van a romperse.

Tanto el horror como la comedia son géneros populares, en la medida que en ambos se establecen expectativas que luego se desafian. El miedo, como la risa, son afectos producto del proceso de desligamiento por el cual se produce una liberación de energía. De hecho, comedia y terror, a menudo están unidos.

En realidad, el secreto para un buen susto o una buena risa es la temporalidad. La vigencia del marco garantiza la protección frente a lo real. En las películas de terror se establecen reglas que los personajes obedecen en un principio, pero su transgresión será necesaria para que ellos sobrevivan. Nuevamente, esto logra establecer expectativas en el observador, que luego son desafiadas. En los primeros minutos, tenemos a alguien que explica minuciosamente al personaje principal qué es el monstruo, qué hace y cómo funciona. Luego, el terror proviene de tratar de manipular estas reglas y ver cómo puede salirse con la suya.

En una parte de Lo ominoso, Freud concluye que la angustia por lo ojos entra en relación con la muerte del padre. Traslada el lugar del padre temido al Hombre de arena en el cuento de Hoffmann, de quien se espera la castración. Por no haberse constituído ese padre temido (por ejemplo, al tener un padre demasiado bueno como el de Juanito), se traslada ese miedo al hombre de arena, que le tiraba arena a los ojos de los niños. Dice Freud:

la experiencia psicoanalítica nos pone sobre aviso de que dañarse los ojos o perderlos es una angustia que espeluzna a los niños.(...) Además, el estudio de los sueños, de las fantasías y mitos nos ha enseñado cinc la angustia por los ojos, la angustia de quedar ciego, es con harta frecuencia un sustituto de la angustia ante la castración. 

Freud notó el nexo entre ser privado del genital, donde se produce un sentimiento intenso y oscuro, que le presta su eco a perder los otros órganos.

#2 Los siniestro tiene que ver con la manifestación lo oculto

La parte más aterradora de cualquier película de terror es cuando el monstruo/asesino aún no se ve, o al menos nada puede decirse. Así como un niño ubica al mounstro en la oscuridad, los mapas antiguos señalaban mounstros en las partes inexploradas. Por ejemplo, en la película Bird el expectador jamás ve al mounstro.

Lo siniestro en Freud es todo lo que debería haber quedado oculto, secreto, reprimido que se ha manifestado. Se trata lo que es familiar, íntimo y apasible que se torna extraño, inquietante y horroroso. ¿Qué relación tiene lo ominoso con lo reprimido primordial? En la angustia, el núcleo no llega a manifestarse, sino que encuentra un marco que garantiza la protección frente a lo real. Si el marco se desequilibra, surge el riesgo del encuentro con eso que no se puede evitar: la irrupción de lo real, de la pulsión de muerte, del goce.

En la película de terror, en algún momento aparece la historia de origen. Se trata de un momento de alvio y una satisfacción especial de la trama, pues anhelamos una explicación por encima de todas las cosas. Las mejores películas de terror, sin embargo, dejan aspectos ocultos. De nada sirve explicarlo todo, recurso que a veces suele dejarse sino hasta el final. El gran final de una película de terror no se trata solo de la confrontación entre el héroe y el monstruo; se trata de resolver el misterio. El sentido (entre lo simbólico e imaginario) cubriendo ese real.

Psycho: la madre de Norman Bates

Freud recurre a Los elixires del Diablo de Hoffmann, para resaltar el efecto ominoso que tiene en esa novela la presencia de dobles, la presencia de personas idénticas entre sí, comunicaciones telepáticas, identificación con otra persona al punto de perder la referencia sobre el propio yo, o situar el yo ajeno en el lugar del propio, la repetición de los rasgos faciales y hasta de los nombres a lo largo de varias generaciones. Para Freud, lo siniestro se debe a que el doble es una formación de las épocas primordiales de la constitución del yo. Freud ubica al doble como constitutivo en una dimensión de lo ominoso, que queda por fuera de la articulación del complejo de castración, ya que formará parte de la constitución del yo. Se trata del reotrno de lo igual o no deliverado de lo mismo, que vuelve ominoso algo inofensivo.

Una vez desterrado lo desconocido, el enfoque cambia: se pasa del horror a la acción. Ahora ya no se trata de miedo; el final se trata más bien de la tensión. Los psicoanalistas conocen bien esa satisfacción que no se relaciona con la descarga de tensión, por lo que no puede pensarse dentro del placer-displacer. Por lo contrario, se trata de un aumento de tensión más allá del principio del placer, que Lacan llama goce. 

Eso también explica por qué, con raras excepciones, la mejor entrega de una serie de terror es la primera película. Después de que descubrimos lo que Jason realmente era y cómo llegó a ser lo que es, no quedaba ningún lugar más a donde ir con el argumento.

#1 Una película de terror tiene mucho del tener que hacer con lo real de la vida misma.

En el seminario II, Lacan dice que el yo cree guiar su destino, pero es más guiado que conductor. Si dijimos que una película de terror comienza con un inocente que poco a poco aprende todas las reglas y cómo explotarlas, pero pierde esa inocencia justo cuando se explica el gran misterio. Sí: las películas de terror tratan del encuentro con lo real.

La cultura occidental le concede una gran importancia a la pérdida de nuestra virginidad. La mayoría de nosotros ya no tenemos ceremonias de rito de iniciación. La mayoría de edad sigue siendo algo con lo que al adolescente le toca que lidiar. El paso oficial que el adolescente le toca dar en este gran y aterrador mundo es perder su virginidad. Hay mucha presión a su alrededor, ningunoentiende completamente cómo funcionan las reglas, y debido a que es un gran hito con tanto miedo e incertidumbre asociados, les deja cicatrices.

Y no solo ocurre en los púberes: hay adolescencias en diversos momentos de la vida, como en el tercer despertar sexual, propio de la vejez. En la clínica de los neuróticos, aparece lo ominoso de algunos hombres frente a los genitales femeninos. Es el lugar de donde se ha partido el seno materno, lo más familiar.