Continuamos nuestro recorrido por la teorización freudiana sobre la sexualidad infantil. En esta ocasión, abordaremos la zona anal, la fálica y el posterior período de represión de la actividad pulsional.
[La primera parte de esta serie puede leerse en La sexualidad infantil en Freud.]
Freud investiga sobre la meta sexual de la sexualidad infantil y nos habla de las zonas erógenas. Parte del chupeteo, pero avanza para decirnos que otro sector de la piel o de las mucosas puede convertirse en zona erógena.
El niño chupeteador busca sectores de su cuerpo que pueda chupar (como el dedo del pie). Cuando se encuentre con las zonas predestinadas al placer, estas se convertirán en predilectas. Este desplazamiento aparece en los síntomas de la histeria: cualquier sector del cuerpo o de los órganos internos puede tener la propiedad de la erogeneidad.
La meta sexual de la pulsión infantil es la de producir satisfacción por estimulación de la zona erógena. La necesidad de repetir la satisfacción se da, por un lado, por un sentimiento de tensión, de displacer, y por otro lado hay una sensación de estímulo proyectada a la zona erógena. Este estímulo externo consiste, la mayoría de las veces, en la manipulación “análoga al mamar”.
Si el modelo de satisfacción es el mamar, ¿cómo pensar las sustituciones por otras acciones musculares cuando se activan zonas diferentes del desarrollo pulsional del niño?