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jueves, 27 de agosto de 2020

Temores y fantasías de la embarazada.

Desde el momento en que una paciente nos informa que está embarazada, se abre un nuevo capítulo en su historia y también en su análisis. Las reacciones ante este hecho suelen ser variadas y el temor es uno de los fenómenos más esperables en este tipo de situaciones. Hoy haremos un recorrido por esos temores, siguiendo la explicación del texto de Brazelton y Cramer y también del texto de Videla.
Para Videla, la maternidad es una imposición social, donde la identidad femenina está relacionada con la identidad de madre y no se es mujer sino se es madre. Hoy en día hay un contexto socioeconómico que propicia más libertad (sexual y económica) en la mujer, de manera que muchas pueden elegir no ser madre. 
Aunque existen métodos anticonceptivos, los embarazos no deseados continúan y ella se pregunta por qué. La respuesta de Videla, por la experiencia de sus colegas, es que los obstetras no son propensos a recomendar los anticonceptivos. Ella dice que algunos médicos consideran inmoral rechazar a los embarazos. El problema es que un bebé no deseado puede tener consecuencias psíquicas, como un rechazo que puede causar aborto o problemas físicos. Hay que evaluar siempre tanto la salud del bebé como la de la madre. Ella dice que el bebé tiene que ser deseado por la familia entera, padres y hermanos. Da importancia a proyectar ese embarazo, programarlo y que no sea fruto de un accidente.
A la madre se la prepara para ser madre pero a muchas mujeres no se la prepara para no ser madre.

Videla también enumera los principales temores de las embarazadas.
1) Temor a perder el atractivo físico: La mujer tiene que ser conciente de que su cuerpo se va a modificar. Las mujeres muy narcisitos pueden angustiarse por el aumento de peso, sentirse no deseadas, etc. Otras aprovechan para comer más. Va a ganar un hijo pero va a tener que hacer el duelo de su cuerpo adolescente.
2) Temor a tener un hijo anormal, mounstroso o “mogólico”: Esto último se refiere a que esos son los casos que se ven, porque también hay chicos internados.
3) Temor a no tener leche, a no poder amamantar: Amamantar implica una profunda comunicación con el bebé. Por otra parte, se juega una cuestión reparadora con la madre de esa madre como una exigencia para que ella le de de amamantar.
4) Temor a morir en el parto: Es un temor ancestral, que ahora es más raro porque hay médicos, salas de parto y anestesia. Pero igualmente hay peligros, por eso aparecen fantasías de la muerte propia.
5) Temor a la muerte del hijo: Se puede poner de manifiesto deseos inconscientes cuando el bebé no es deseado, cuando a la fuerza se ha adaptado al embarazo. Puede que hayan pensado en abortar y todo eso puede aparecer como este miedo.
6) Temor a sufrir mucho dolor en el parto: Este miedo se trasmite de generación en generación. Está en la Biblia “parirás con dolor”. Esto se acrecienta de generación en generación, de madre a hija. En realidad el dolor es subjetivo, hay umbral de dolor para cada uno.
7) Temor a la anestesia.
8) Miedo a la episiotomía. La episiotomía es para acelerar el parto si el bebé corre riesgos o si la madre está agotada. Los puntos de esa operación son dolorosos.
9) Miedo a la cesárea, fórceps o ventosa. Se abusa de la cesárea por motivos económicos y por comodidad del obstetra y de la madre. Se le puede poner una fecha al nacimiento, pero es una operación y tiene riesgos (la madre se expone a enfermedades intra hospitalarias). A la primípara añosa se le recomienda cesárea.
10) Temor a no poder desempeñar bien el rol de madre. La madre duda de poder hacerse cargo del bebé. Ahí también hay un bombardeo de información de lo que se debe y lo que no se debe hacer.
11) Temor a no poder separarse del bebé. Como dejarlo con el papá, en una guardería, tener miedo que a los demás se le caiga.
12) Temor a tener mellizos.
13) Temor a no encontrar al médico en el momento que se lo necesite.
14) Temor a que el parto se adelante.
15) Temor al aborto en los primeros 3 meses.
16) Temor a que se le agrieten los pezones.
17) Temor a tener un bebé del sexo que no deseo.
18) Temor a no poder afrontar los problemas económicos.

viernes, 21 de junio de 2019

El derecho de la mujer a decidir sobre su embarazo.


El psicoanálisis permitió precisar que la vida humana se diferencia de la vida animal en que no se constituye como tal –humana– antes de que el pequeño infante entre en relación con otros humanos, que no sólo lo cuidan permitiéndole sobrevivir sino que lo aman. La primera señal de que este amor existe y que un ser humano está llegando al mundo es la sonrisa alborozada ante el rostro humano que tiene delante. Allí, recién en torno a este estímulo propiamente social, comienza a formarse lo que será una “persona” en el sentido psicológico del término. Más adelante, cuando hable, se referirá a sí mismo usando el nombre con el que es llamado por los otros, pero demorará un poco más en decir “yo”, diferenciándose de los demás. Cuando hay un hablante que se relaciona con el mundo circundante mediante el lenguaje, que al hacerlo distingue de hecho entre sí mismo y los otros, puede decirse que estamos en presencia de un ser humano. Su humanidad no podría nacer sin las dos condiciones señaladas: el amor, que se expresa en la felicidad del rostro de quien lo cuida ante su sola presencia, y el ejercicio del lenguaje, sin el cual no puede vivir en el mundo.

Desde un punto de vista psicoanalítico, el debate ético en torno al derecho a abortar en general desatiende un aspecto fundamental: que un ser humano no llega a constituirse como tal con la concepción biológica (óvulo fecundado, implantado, en crecimiento), ni siquiera con el parto; requiere, condición sine qua non, del enamoramiento con el pequeño ser vivo de quien lo nutre y cuida. Antes de esto, la humanidad del embrión y después del feto sólo está asentada en los otros, de manera que el conflicto, de derecho, es el que se plantea entre el deseo de la mujer que concibe y la política de la sociedad al respecto.

Comentarios:
Se objeta que un niño nacido de un embarazo no querido por su progenitora puede ser querido por otros y convertirse en un ser humano pleno. Es cierto, pero esto no podrá concretarse sin que se dé, ya nacido, la condición de ser deseado y amado por otros. El problema del embarazo no deseado por la mujer, entonces, no es que el embrión o el feto no pueda llegar a ser un ser humano pleno, ya que otros, no necesariamente ella, pueden quererlo. El problema es que esa mujer tendría que ser obligada a ser madre, pero madre no se puede ser si no hay deseo de hijo. La palabra "madre" no se puede aplicar a una mujer como si fuera sinónimo de "progenitora", ella nombra algo que no puede reducirse a un rótulo social. Sólo el deseo de tener un hijo debería autorizar esa nominación.

La proposición de que el feto tiene el derecho a nacer plantea la cuestión de en qué sentido puede ser considerado sujeto de derechos sin ser sujeto en sentido psicológico, esto sin confundirlo con el alma en sentido religioso. Nótese también que en sus raíces el concepto de persona jurídica mantiene innegables lazos con el de alma, pero estas cuestiones requieren un tratamiento que nos excede aquí.

Se puede hacer la siguiente pregunta: si no se concede a la madre el derecho a hacer lo que decida con el embrión o el feto, ¿quién tiene ese derecho? Se puede decir que los fetos pertenecen al Estado, a Dios, a la nación o al padre. En cualquiera de estos casos, están necesariamente implicados derechos sobre partes del cuerpo de la madre, (útero, etc.). La situación guarda homologías con la "propiedad" del cuerpo de la mujer por el marido, por ejemplo. Es el derecho de la mujer sobre su propio cuerpo el que está en entredicho.

¿Despenalización o legalización?
Hay una distinción que no va a los fundamentos sino a la coyuntura: la diferencia sutil entre despenalización y legalización. Digo sutil porque despenalizar implica legalizar, puesto que todo lo que no está prohibido está permitido y es entonces legal. Se trata de facilitar la adhesión a la ley poniendo el énfasis en evitar que muchas mujeres mueran por abortos clandestinos frecuentemente mal hechos, y no en la cuestión de fondo que, en lo que atañe al psicoanálisis, es la defensa contra el deseo sexual de las mujeres mediante racionalizaciones que las criminalizan como asesinas de bebés.

Fuente: Raúl Courel (2009) “Notas breves...”, 2018/06/09.

martes, 18 de junio de 2019

Exposición a favor del Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

Exposición de la Lic. Beatriz Janin en el Congreso de la Nación a favor del Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito), del 17 de mayo de 2018.


Señores legisladores:


Estoy acá en representación del Colectivo Federal de Trabajadores de la Salud Mental a favor de la ley de interrupción voluntaria del embarazo de la Campaña por el Aborto Legal, seguro y gratuito. Hace 47 años que trabajo como psicoanalista. He escuchado muchas mujeres que tenían que decidir un aborto o que habían abortado y también niños que se quedaron huérfanos por un aborto clandestino… He dedicado mi vida profesional a la defensa de la salud mental de niños y adolescentes, cuestión por la cual he sido convocada otras veces a este recinto.
En algunas intervenciones se ha hablado de trauma y de duelo, desconociendo los desarrollos científicos sobre el tema. Un trauma por definición es aquello que supera la capacidad de elaboración, algo que no puede ser digerido psíquicamente. Hay sucesos que pueden ser traumáticos para una persona y no para otra. El parto puede ser un episodio traumático que desemboca en psicosis o en depresión puerperal. Para elaborar las situaciones traumáticas es necesario hablar mucho del tema, socializar el dolor. Un embarazo y un parto rechazados pueden implicar un trauma importante, mucho más que un aborto elegido. Lo terrible del aborto en la actualidad es la idea de que se está realizando algo tan prohibido que sobrevendrá como castigo la muerte o la infertilidad. Es la clandestinidad lo que torna traumático el aborto para muchas mujeres.
El silencio y el ocultamiento consiguiente. Se ha confundido la pérdida de un embarazo deseado con un aborto elegido. Se ha equiparado embrión con hijo. Un embrión puede ser un hijo cuando se lo ha soñado, acunado internamente, se lo ha imaginado y entonces no es ese óvulo y ese espermatozoide los que están en juego sino el modo en que son significados por esa mujer. Si la mujer aborta involuntariamente afrontará un duelo difícil.
Pero si la mujer queda embarazada a pesar suyo y el embarazo es vivido como una condena, su interrupción puede significar un enorme alivio, en tanto se puede proseguir con otros proyectos.
Además, cuando el embarazo no es deseado, el hecho de que dure muchos meses lo transforma en una situación insoportable que se sostiene en el tiempo y de la que es imposible escapar, lo que es una de las características que transforma un suceso en traumático. La otra característica es que algo ocurra sorpresivamente, sin que se tengan los recursos psíquicos para afrontarlo. Tenemos que pensar en las niñas y en las adolescentes a las que se viene forzando a tener un hijo y que están lejísimo de poder soportar el embarazo mismo, lo que las lleva a un riesgo psíquico muy alto.
Es central entender que cada mujer es diferente. Argumentar que todas las mujeres que abortan sufren un trauma irreparable es suponer que no somos personas diversas, con historias complejas y en las que los sucesos resuenan de diferentes modos, sino máquinas reproductoras que funcionamos (o deberíamos funcionar) todas igual. Es un tipo de lógica absolutamente autoritaria, en la que se desconoce al otro como semejante diferente y su subjetividad.
Muchas veces la decisión de abortar es un paso posibilitador para ser madre en otro momento de la vida. O sea, esta supuesta defensa de la vida no solo atenta contra los derechos y la vida de las mujeres sino contra la maternidad, entendida como elección.
Se realizan abortos, digan lo que digan las leyes. El problema son las condiciones de clandestinidadpenalización en que se hacen. He atendido pacientes adolescentes que pudieron explicitar frente a sus familias su decisión de interrumpir un embarazo que coartaba sus proyectos. Cuando la familia acompañó a la adolescente y tuvo los recursos económicos para que el aborto se realizara en condiciones de seguridad y rodeada de afecto, sin nadie que la culpabilizara, no observé más secuelas traumáticas que las que puede producir cualquier intervención médica. Esas mujeres pudieron con los años ser madres y criar hijos cuando lo desearon. En los casos de otras  adolescentes y adultas, que tuvieron que afrontar la situación guardando el secreto y en situaciones de riesgo, allí pude observar los efectos del trauma, marcado por el arrasamiento psíquico que implica la encrucijada entre arriesgar la vida, sometiéndose a una práctica que no tiene las condiciones sanitarias aseguradas, cometiendo un acto por el que podrían ser penalizadas, o aceptar la maternidad como condena, cuando no se sienten preparadas para hacerlo. Son generalmente las mujeres pobres las que, aún con apoyo familiar, no pueden acceder a abortos en condiciones dignas y son las que mueren.
He visto también mujeres que no pudieron abortar a pesar de haberlo intentado, porque los
médicos se negaron y esto las llevó a someterse a situaciones que no deseaban. El sufrimiento psíquico de esas mujeres marcó su vida, la de ese hijo y la de los descendientes.
Si estamos preocupados por los niños, ¿quién piensa en los que quedan huérfanos de madre por un aborto clandestino? En tanto la causa de estas muertes se mantiene como secreto, son traumas que se transmiten y dejan secuelas a las generaciones siguientes, llenando de mentiras y falsos relatos la historia familiar. (No es la penalización del aborto lo que va a disminuir la cantidad de abortos sino la implementación efectiva de la educación sexual integral y el acceso igualitario a los métodos anticonceptivos).
Sería una crueldad seguir criminalizando el aborto, legislando sin escuchar el grito de esas 500.000 mujeres que interrumpen, como pueden, su embarazo cada año. Avatar en el que muchas mueren…
Señores legisladores: Si deciden que el aborto sea legal, seguro y gratuito van a estar defendiendo la vida y la salud mental de las mujeres y de sus hijos actuales y futuros. Es en defensa de la vida, de las mujeres y de la infancia que nos pronunciamos a favor de la ley.