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sábado, 14 de junio de 2025

Psicosis, Locuras y Desestabilizaciones

 7 Notas para la Práctica

1. ¿Por qué resulta imprescindible e indispensable realizar un Diagnóstico Diferencial de Estructura?

Realizar un diagnóstico diferencial de estructura en psicoanálisis resulta un qué-hacer de enorme responsabilidad clínica porque esta diferenciación es -nada más ni nada menos- la que orienta las intervenciones del analista. Esta labor es compleja porque implica, por parte del analista, una escucha y una lectura de gran precisión y agudeza. 

Desde esta perspectiva afirmamos que es un proceso en donde debemos evitar los apresuramientos y así, siguiendo las enseñanzas del maestro S. Freud decimos: “El analista no debe con sus intervenciones ir a la carrera”.


2. ¿Cuáles son los Ejes principales que nos permiten distinguir entre Neurosis, Psicosis y Locuras?
  • Los Mecanismos Psíquicos Diferenciales
- El mecanismo psíquico constitutivo de la Neurosis es la Represión (Verdrángung)
- El mecanismo psíquico constitutivo de la Psicosis es el Rechazo/Forclusión (Verwerfung)
- El mecanismo psíquico constitutivo de las Locuras es el mismo que en la Neurosis -la Represión-. Pero en las Locuras lo que se pone en juego es un duelo insoportable porque lo que se ha perdido es tan importante que al sujeto le resulta imposible de tramitar.

3. a) Estructura Psicótica
El Rechazo/Forclusión (Verwerfung) ¿De qué se trata? 


La Forclusión es el mecanismo psíquico que opera en la estructura psicótica. Consiste en el rechazo del significante de la ley (Nombre del Padre) a nivel Inconsciente (Registro de lo Simbólico). Dicho significante retorna, entonces, desde el Registro de lo Real (Delirios y/o Alucinaciones). 

4. Los delirios y las alucinaciones en la Psicosis ¿Cuál es su función?

El delirio y/o alucinación tiene como función, al decir de J. Lacan, “Un esfuerzo de curación” frente a una desestabilización producida en el sujeto cuya estructura es psicótica. 
La desestabilización ocurre cuando dicho sujeto se ve confrontado a responder con el significante del Nombre del Padre que se haya forcluido de su estructura psíquica. 

El delirio es el invento, la creación, de una nueva realidad que le permite al sujeto poder sostenerse en el vacío simbólico, acontecido por la Forclusión del significante del Nombre del Padre.

5. b) Locuras
El duelo insoportable imposible de tramitar 


Sigmund Freud realiza un gran descubrimiento clínico: la Neurosis también puede enloquecer (entrar en locura).
Sin embargo, entre estas Locuras Neuróticas y la Psicosis hallamos una gran distinción clínica: las locuras, a diferencia de la psicosis, consisten en una desestructuración global y transitoria de la vida psíquica, sin que el sujeto haya sufrido la ausencia de Inscripción (Forclusión) del significante del Nombre del Padre.

6. ¿Cuál es la Causa que origina la Locura en una Estructura Neurótica?
 
La Causa que origina la Locura en la Neurosis es accidental, esto quiere decir que no obedece a un orden estructural fallido como en el caso de la psicosis. Frente a un acontecimiento traumático de enorme magnitud y dolor extremo (como por ejemplo la muerte de un hijo) pueden fracasar los mecanismos neuróticos habituales (como la represión y la formación de síntomas) produciéndose así en el sujeto una caída catastrófica de su subjetividad por no poder tramitar la pérdida.  

El sujeto neurótico que "enloquece" de manera transitoria puede, por ejemplo, delirar y/o alucinar (acunar al hijo muerto). 

7. c) Desestabilizaciones
Diferencias Clínicas Fundamentales


Un cuadro de Desestabilización puede ocurrir tanto en la Neurosis como en la Psicosis. Este es el motivo por el cuál reiteramos que resulta imprescindible realizar una precisa Diferenciación Diagnóstica para orientar nuestras Intervenciones: 

- Si la desestabilización se produce en un sujeto psicótico (delirio y/o alucinación) hay, al decir de J. Lacan, “un tratamiento posible”, pero lo que siempre tendremos que considerar para orientarnos en nuestras Intervenciones es que la estructura psíquica de dicho sujeto carece de la Inscripción del Significante Fundamental (Nombre del Padre, el significante de la Ley). 

- Si la desestabilización se produce en un sujeto neurótico (caída catastrófica de la subjetividad) es a causa de un acontecimiento traumático inmenso que el aparato psíquico no puede procesar con sus mecanismos habituales (represión y formación de síntomas). Por este motivo el sujeto puede presentar “fenómenos locos”: confusiones, desorganizaciones y hasta delirios y/o alucinaciones. Sin embargo, orientaremos nuestras Intervenciones teniendo en cuenta que el sujeto posee la Inscripción del Significante del Nombre del Padre.

domingo, 1 de octubre de 2023

Obstáculos en la cura: la desmentida en la neurosis

Octave Mannoni, en su libro “La Otra escena: Claves de lo imaginario”, afirma que, en la práctica clínica, frecuentemente nos encontramos con pacientes que expresan su dicho de manera afirmativa, para luego proseguir con un “pero” que contradice o niega la afirmación anterior. Sujetos que evitan así la angustia y la posibilidad de alguna implicación subjetiva.
Son frecuentes expresiones, tales como:

. "Sí, sucedió tal cosa, pero no tiene ninguna importancia”.
. “Si, sucedió tal cosa, pero fuiste vos el que me dijo que lo hiciera”.
. “Si, tal cosa sucedió, pero también sucedió esta otra" (que contradice la afirmación anterior).

La Desmentida en la Neurosis

Cuando el paciente se expresa bajo la fórmula del “ya lo sé... pero aún así” nos encontramos ante un mecanismo psíquico defensivo que Freud denomina “Desmentida” (Verleugnung).

Si bien la Desmentida es el mecanismo distintivo de la estructura psíquica perversa, Freud nos aclara que también se presenta, con mucha frecuencia, en la clínica de los adultos neuróticos.

“Hechos que encontramos, por doquier, en la vida cotidiana y en los análisis” - Octave Mannoni

¿Cómo opera la Desmentida en la Neurosis?

La Desmentida como mecanismo de defensa se trata de hacer existir dos afirmaciones contrarias, sin que se afecten mutuamente. Ambas están en el plano consciente de la instancia Yoica.

Esta defensa ejercida ante una realidad que se “acepta” para después negarla, produce una Escisión en el Yo. Ocurre cuando la realidad externa que se desmiente le provoca al sujeto un encuentro actualizado con la castración. El mecanismo de la Desmentida le permite al sujeto anular la señal de angustia frente a la falta del Otro.

El resultado de esta renegación nunca es perfecto, sin residuo. Siempre siguen ahí -en la consciencia- las dos posturas opuestas” – Sigmund Freud

La Desmentida y su diferencia con la Represión (Verdrangung)

La Represión es un mecanismo psíquico que se opera sobre una representación de la realidad, a diferencia de la Desmentida que lo hace sobre la realidad misma. Otra diferencia con la Desmentida es que ella se produce al nivel del Yo, mientras que en la Represión se ponen dos instancias en juego: el Yo y el Ello.

En la Represión, el Yo se opone -porque le resulta intolerable- a una representación del Ello inconsciente, una verdad del sujeto que lucha por hacerse representar, no sin angustia. En cambio, en la Desmentida, el sujeto se “libera” de la angustia y el Yo se fortalece como único protagonista.

La Desmentida y su diferencia con el Rechazo (Verwerfung)

El Rechazo es un mecanismo psíquico propio de la estructura psicótica, en donde el sujeto niega la realidad en forma radical y la intenta sustituir, a diferencia de la Desmentida que la acepta a pesar de que luego la desmiente. Otra diferencia con la Desmentida es que lo rechazado (la Castración Primordial), retorna en la vida real del sujeto como delirios y/o alucinaciones intolerables, en tanto no puede ser inscripta ni simbolizada en el inconsciente.

¿Qué peligro puede desatar la Desmentida en la Neurosis?

Cuando un sujeto neurótico, atravesado por el mecanismo psíquico de la Desmentida, acepta pero luego niega la realidad exterior que percibe, crea las condiciones para que dicha realidad se exprese bajo la forma abrupta del Acting Out y/o el Pasaje al Acto.

La angustia que no ha podido tramitarse por la vía del síntoma, sube a escena para representar al sujeto en el Acting Out o, en muchos casos, para hacerlo desaparecer, como ocurre en el Pasaje al Acto.

La Desmentida neurótica: Un gran obstáculo en la clínica
Estrategias de abordaje para la práctica

. Deberemos tener una escucha fina y sumamente atenta para detenernos en el momento en que surge un movimiento oscilante y/o una incerteza en los decires del paciente, que en la Desmentida se intentarán congelar -a través del “ya sé que…pero aún así”-.

. Deberemos intervenir en las fisuras, en los quiebres del relato (que dejan fuera la angustia, la falta), vía el señalamiento de las contradicciones y/o algún silencio que pueda leerse como una duda encubierta, por parte del paciente, de aquello que su afirmación desmiente.

. Deberemos intentar -mediante las Construcciones en Psicoanálisis- historizar la vida del sujeto que se nos aparece congelada en el tiempo presente (a través de enunciados tales como: “ya sé, pero es lo que hay”, “ya lo sé, pero soy esto”). Apostamos a que el paciente registre que hay una causa psíquica en su subjetividad, posible de ser transformada. A modo de ejemplo, producir un pasaje del: “ya lo sé, tengo un carácter insufrible” a “es verdad, podría cambiarlo para tener una mejor vida personal y familiar”.

martes, 7 de junio de 2022

Teoría de las psicosis: una introducción a la obra lacaniana.

 Para introducir la posición lacaniana sobre las psicosis debemos introducir algunos conceptos. La escuela lacaniana vuelve a Freud y hace una crítica al postfreudismo, en especial a la escuela inglesa y a los aportes estadounidenses. 

Del continuo que la escuela inglesa armó sobre la psicosis y la neurosis, uno podría pensar, según los aportes de Bion, que cualquiera tiene una parte neurótica y otra psicótica, de manera que existe la predominancia de uno sobre el otro. La idea de Lacan, desde el estructuralismo, es romper con esta idea continuista y suponer una oposición franca entre dos estructuras diferenciales: la neurosis y la psicosis. Cercana a la neurosis se encuentra la perversión. Para los años '70, con los nudos, algo de esto se disuelve un poco y no hay una separaciòn tan tajante entre estas figuras originariamente tomadas desde la psiquiatría.

En el seminario 3 ('55-56) Lacan plantea que en la psicosis hay un impedimento -no una regresión- y una detenciòn al ingreso franco al ingreso simbólico del lenguaje. No es que el psicótico no esté en el lenguaje, sino que está de una manera particular. Falta, en ese orden, un significante primordial: el Nombre-del-padre, que causa la ausencia de la significación fálica. Se trata de una significación que el neurótico sí está concernido. Veinte años después dirá que hay un "lapsus" en la continuidad de los registros real, simbólico e imaginario. En este punto, no se constituye un sujeto neurótico al punto de lo que está reprimido. En el seminario 3 plantea el inconsciente a cielo abierto, no un inconsciente reprimido u oculto.

Lacan se vale de determinados textos freudianos para hacer esta separación radical, dejando la represión para la neurosis; la forclusión para la psicosis. De manera que en la psicosis, de lo que se trata es de la forclusión de un significante primordial, asociado a la castración. Más tarde, cuando transforma esta cuestión a la lingüística llevando los fenómenos de condensación y desplazamiento hacia la metáfora y la metonimia, formaliza la matáfora y en particular, la metáfora paterna:


Todo lo que está por debajo de la barra está velado, inconsciente. El deseo de la madre no es conocido por el niño; si la metáfora funciona paterna en la madre, que es la portadora, hace que su deseo esté regulado por este elemento doctrinal.

En la cancelación de los términos "Deseo de la madre", surge la idea que si el nombre del padre está operando en la madre, prima el significante del Nombre-del-Padre y esto permite una regulación de los tiempos que posteriormente veremos, que tienen que ver con esta célula primera que se establece inicialmente entre la madre y el hijo, donde aparece un tercer elemento (la x), que supone que ese sujeto se acomoda a lo que cree que es el deseo de la madre. Eso es ser el falo imaginario de la madre.

Si el sujeto está regulado por el Nombre-del-padre, como vemos en la fórmula, tenemos una neurosis. Si esto falla, estamos en el campo de la psicosis.

En el seminario 4, Lacan propone un cuadro, donde aparecen permutados agentes, objetos y las formas en que esos objetos pueden faltar. Se trata del cuadro de las formas de falta del objeto.

Hay un padre real, que produce la castración sobre un objeto imaginario. Una madre simbòlica que produce una frustración sobre un objeto real; un padre imaginario que produce la privación de un objeto simbólico.

El primer Padre real es el padre existente, Lacan hace coincidir a este padre con el padre de la realidad, aunque más adelante le da otra vuelta. Este padre supone una castración simbólica sobre el niño, que implica un objeto imaginario, que es el falo imaginario. Es decir, le impide ser al niño el falo imaginario de su madre. Es lo que Lacan llama la verdadera castración, que es sobre el sujeto.

Abajo de todo dice que un Padre imaginario (para el niño es la imagen imaginarizada, fantasmatizada, del padre) es el que produce una privación (una especie de castración) en la madre, que es privada de ese niño. De ese modo instala algo de la ley sobre la madre. Por supuesto que esto fue instalado previamente en ella por su propio padre, ley que ahora ella porta. Es decir, no es el padre del niño el que actúa totalmente, sino que está mediatizado por la madre, que lleva en su palabra la ley y la presenta a ese niño. Si la madre se opone al uso de esa ley, estamos en el campo de la psicosis, porque es una madre que hace uso de su deseo sin ninguna orientación. El objeto es simbólico, porque a diferencia del objeto imaginario, se trata del falo simbólico ó la instalación de la metáfora paterna.

En la formulación intermedia, la de la frustración, corresponde al campo de la madre y no del padre. La madre simbólica (que no es la imaginaria ni la que está presente con el niño), en su posibilidad de no brindarse toda a ese bebé, siendo "suficientemente buena" -como diría Winnicott - y no satisfacer totalmente al niño, es capaz de abrir ese campo que diferencia a la demanda del deseo y frustra al bebé de un objeto real, que es el pecho. 

Para pensar la cuestión del Edipo en Lacan, en base a este cuadro, podemos establecer que en la primera líneas se instituye una forma de falta que tiene que ver con el tener. Ubicado en esta línea de ser o tener el falo, se abre la dimensión para pensar el tema de la distribución de los goces como Lacan las plantea en el seminario 20 y que tienen que ver cómo el goce es distribuido en el humano, que tiene que ver con una pérdida radical que ocurre con la entrada en el Edipo:


El cuadro tiene dos lugares, el del hombre y el de la mujer. En el primero, todo está regulado por la función fálica (en la neurosis) y en el otro no todo está dentro de la función fálica, pero a su vez, en base a un juicio tomado en la idea de Aristóteles del juicio contrario y juicio contradictorio, Lacan modifica las fórmulas de verdad de Aristóteles y produce esta nueva fórmula con un juicio contradictorio, donde las dos premisas se contradicen, pero pueden ser ambas verdaderas, a diferencia de Aristóteles. De esta manera, alguien puede no estar fuera dentro de la función fálica, pero sin embargo no lo está del todo. Esto queda homologado como el lugar de La Mujer. 

Lacan dice claramente que ningún hombre ni mujer están del todo en un lado de estas fórmulas. Nada impide que un hombre cruce hacia el otro lado por momentos o permanentemente y nada indica que una mujer esté solo del lado derecho, pese a que gran parte del saber de la mujer esté del lado izquierdo y acceder a ese "goce otro", que Lacan llama goce femenino. Goce que si pensamos en las formas de falta del cuadro, tiene que ver con la renuncia a las formas de gozar, que es lo que aqueja al neurótico y que implica una renuncia pulsional y que produce lo que Freud expone en El Malestar en la cultura.

Si la primera línea de la castración es lo que tiene que ver con la instalación del tener o ser. La posición femenina implica ser el falo (semblante) con todo sui cuerpo, mientras la posición masculina es tenerlo. El falo va más allá del pene, aunque el neurótico tiene siempre esta vertiente imaginaria y no termina de salir de eso. 

Para Lacan, la segunda línea abre al campo del poder, de lo posible y lo imposible. Aquí entramos en el campo del desdoblamiento entre la demanda y el deseo. 

El tercer elemento abre al campo del deber, del código, la ley, donde se instalan las dos posiciones solidarias con el primer campo.

En el seminario 5 (1957-58), en la clase 10, Lacan plantea que el Edipo está constituido en tres etapas o fases lógicas, no necesariamente temporales. El primer tiempo es pre edípico, pues en rigor el Edipo sería el segundo y tercer tiempo. En ese primer tiempo el niño se identifica con el deseo de la madre y constituye el falo imaginario de la madre. Es decir, se arma esa suerte de triángulo amoroso entre el niño, la madre y ese tercer elemento imaginario que mediatiza esa transferencia entre los dos. 

En un segundo tiempo, en lo que se llama la fase edípica real, se produce la castración de la madre, es decir, la privación de ese niño como falo. El padre imaginario priva a la madre de hacer del niño su falo. 

En un tercer tiempo, que podemos llamar post edípico, recae la castración sobre el niño. Es el padre real el que produce la castración, vehiculizada por la palabra y algunas fantasías de que el niño podría perder algo valioso. Se trata del momento de las protofantasías infantiles que Freud describe con la premisa fálica de que todos tienen y si no lo tiene es que lo perdió. 

En el campo del Edipo estamos en el campo de las neurosis, pero si algo fallara entre el segundo y el tercer tiempo, estamos en el campo de las psicosis. Habíamos dicho que el padre imaginario produce una privación en la madre de un objeto simbólico, que básicamente es el falo simbólico y que produce la castración en la madre y en el hijo. Si la castración no se efectiviza en el niño, entramos en el campo de la psicosis: hay un significante que no entró en el campo simbólico de ese niño. Se trata del significante del Nombre-del-padre, de la falta en el Otro, significante impar, fálico, que posibilita dar algún tipo de registro de la posibilidad de la falta en el Otro. ¡Pero qué implica la falta en el Otro? Que el sujeto no sea quien complete esa falta y que así pueda entrar en el campo del deseo. Como vimos acá, la posibilidad de estar falto de algo, según Sócrates, es lo que nos produce esa ansia de buscar lo que no se tiene.

El falo y el padre en los tres registros

El Nombre del padre es impar porque no tiene otro par significante y no entra en par con su significante complementario, por lo que queda por fuera de la batería significante, que es del Otro. Como el 0 en los números naturales, se trata de un elemento que debe ser creado para que los otros existan, de alguna manera este significante es el que permite armar ese universo simbólico como un equivalente a un cero. El cero es un número, pero a la vez es el representante de la nada, de la inexistencia. El significante del N del P representa la inexistencia, la falta. Es lo que motoriza lo simbólico y el deseo humano.

Dijimos que el padre imaginario es la imagen que alguien se hace de su padre, su imaginarización. Es el padre bueno, malo, jodedor, es el agente de la privación en la madre. Es el que termina moviendo la fantasmática del niño. El padre simbólico es equivalente a la función paterna, a la posición simbólica, es solamente un significante. Es la metáfora paterna, el nombre del Padre e incluso el padre muerto en Freud. Se trata de algo que ha instalado algún tipo de orden o legalidad.

Todo esto se basa en la idea de los tres registros: real, imaginario y simbólico. En la obra de Lacan hay tres momentos que se pueden pensar 

1) 1953 - 1963: Primacía de lo simbólico, por sobre lo imaginario y lo real. En el seminario 4 y 5, sobre todo en este último, lo simbólico está en la base de los otros dos registros. Toda la teorización del síntoma freudiano se basa en la ubicación de lo simbólico. Es la etapa del síntoma como metáfora.

(1959 - 63 período de transición) Lo real aparece como un límite al análisis, vinculado al objeto de la angustia.

2) 1964 - 1973: Primacía de lo real. Del seminario 11 "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis" y el seminario 20 "Aún".

3) 1973: Equivalencia RSI. Lo real ya no tiene un lugar primordial como antes, sino que se establece con el anudamiento un lugar equivalente de los tres registros, donde ninguno tiene mayor jerarquía que el otro. Corresponde a los seminarios 22 y 23.

Freud buscó en la obra de Freud los conceptos necesarios para formalizar su teoría.

BEJAHUNG, como lo que posibilita el ingreso de los significantes y el ingreso de los primeros elementos de la lengua. Se trata de una afirmación primordial y la inscripción de los primeros significantes y representaciones en lo simbólico. La Behajung es la inscripción de los significantes que permiten el armado de lo simbólico. Aquí encontramos la VERDRÄNGUNG (represión primaria y la represión secundaria, que da origen a la neurosis. También encontramos a la VERLEUNGUNG, mecanismo que para lacan será para la perversión, pero que Freud lo describe en La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis. 

El AUSSTOSSUNG es una forma de repudio o rechazo primordial de significantes, que engendra a la psicosis. La AUSSTOSSUNG no debe ser confundida con la VERWERFUNG, aunque lacan a veces parece sugerir que estos dos conceptos son lo mismo. Esto fue estudiado por Soler Rabinovich. El AUSSTOSSUNG es un rechazo primordial que genera lo real por antonomasia, lo real totalmente por fuera de lo simbólico y lo imaginario, totalmente irrepresentable. Algunos autores lo llaman R1, ó real primario, real puro, lo perdido para siempre, la cosa en sí, el das ding, lo que jamás vio la luz de lo simbólico. 

A diferencia de la AUSSTOSSUNG, en la VERWERFUNG un significante asociado a la castración puede ser rechazado de lo simbólico hacia lo real, formando un real secundario, de manera que puede volver a tocar nuevamente lo simbólico y lo imaginario. Es decir, primero estuvo admitido en lo simbólico y luego fue rechazado. Tiene un estatuto diferente que el R1, por eso algunos autores lo llaman real secundario, R2, lo que fue inscripto originariamente pero luego perdido. es un real que tiene cierto anudamiento con lo simbólico. Por eso, lo que fue rechazado de lo simbólico puede volver desde lo real. 

Esta es la idea lacaniana de la diferencia entre lo que sería la neurosis y la psicosis. 
- En la neurosis encontramos un retorno de algo también expulsado, pero dentro del campo simbólico. Se trata de algo rechazado pero que habita en el inconsciente, mantenido dentro del mismo registro simbólico. Lo rechazado regresa sin cambiar de registro.

- En la psicosis, producto de la verwerfung, lo rechazado de lo simbólico retorna desde lo real. Acá encontramos el delirio y la alucinación, que proviene de un campo distinto y para el sujeto tiene una presencia totalmente distinta.

¿Pero por qué Lacan toma a la VERWERFUNG y no a la VERLEUNGUNG? Este último término fue el que Freud propuso para la psicosis y la perversión. En Neurosis y Psicosis, y La pérdida de la realidad en la neurosis y psicosis, esa es la posición de Freud.

Lacan tomó el texto de 1894 en Las Neuropsicosis de defensa, Freud había mencionado la psicosis alucinatoria o delirio de Meynert, Freud habla por primera vez de algo que puede ser rechazado o desestimado de la conciencia, algo que resulta insoportable (y no intolerable). Freud allí menciona un mecanismo radical. Además tomó el texto de 1895 El manuscrito H, donde Freud le escribe a Fliess. Donde habla sobre la paranoia, utiliza la idea del abuso del mecanismo de proyección, concepto que utiliza en el caso Schreber para justificar parte de lo que sucede en el caso.

En 1911, en el caso Schreber, mismo año que Breuler publica su trabajo sobre las esquizofrenias, Freud publica este caso de demencia precoz (hoy esquizofrenia), aunque se ocupa de los aspectos paranoides. Allí propone las 4 fórmulas de la negación para ver cómo aparecen los delirios persecutorios, erotómanos, celotípicos y de grandeza. De allí, Lacan tomó del punto 3 ("Del mecanismo paranoico") un punto en donde Freud vuelve otra vez un término que se tradujo como "cancelar" ó "abolir". El sintagma de que lo que se cancela desde adentro retorna desde afuera es uno de los puntos fundamentales que Lacan toma para pensar a la forclusión: un afuera que no tiene nada que ver con lo simbólico.

Si pensamos en la idea de cancelación, por ejemplo tachando una palabra, uno la tacha hasta que la palabra desaparece. Se trata de tapar aquello para intentar que deje de existir, ocultarlo de una manera mucho más eficaz que la negación o la represión. Para Freud es un mecanismo mucho más enérgico y eficaz que la represión que implica otro punto de retorno.

Del texto de 1918, en el caso del Hombre de los Lobos, Lacan toma la propuesta de Freud para pensar el dedo cortado: el rechazo ó supresión de una percepción. 

Esta distinción del campo simbólico del real nos permite hacer una distinción entre la verwerfung freudiana de la forclusión lacaniana. La verwerfung implica una supresión, repudio, anulación o rechazo de algo, pero la forclusión es un mecanismo más enérgico que la verwerfung freudiana. Solal Rabinovich, cuando trabaja este concepto de Lacan, supone que es una espcie de exilio de un significante. Es como omitir, quitar, "encerrar afuera": hacer que algo deje de existir borrando incluso las huellas de aquel procedimiento mismo que lo expulsó. ya no es solamente sacar algo haciendo un agujero en la hoja, sino hacer desaparecer la hoja para que no se note que en esa hoja hubo algo que se eliminó, no quedando constancia de que eso existió. Rabinovich dice ("Encerrados afuera. La preclusión, un concepto lacaniano"): 

"Funda con posterioridad el agujero que ella misma se encarga de sellar. Funda una nueva realidad, fuera del tiempo y el espacio, con un real fuera de lo simbólico. Arroja a un significante a las tinieblas exteriores y sella las mismas huellas de ese rechazo, haciendo después que las pistas se vuelvan inhallables".

De esta manera, se hace un paralelismo entre lo que Freud dijo que lo que fue rechazado vuelve desde afuera con la afirmación de Lacan en el seminario 3, de que lo rechazado en lo simbólico retorna desde lo real. 

martes, 7 de septiembre de 2021

Las psicosis: Sus formas de abordaje a través de la enseñanza de Lacan

En esta ocasión intentaremos situar las psicosis y su abordaje en relación a un caso de  psicosis paranoica en una adolescente.  

Los antecedentes previos, a lo que Lacan nos dice sobre las psicosis son  abundantes. Daré sólo unas pinceladas.  

Tenemos a Krepelin que dió un gran salto en torno a este tema, entre 1909  y 1913 donde introdujo un método de clasificación, muy diferente al de la  época, en que las psicosis hasta entonces eran abordadas como un trastorno  funcional del Sistema nervioso central. Diferencia las neurosis, las psicosis  de destino, y las psicosis de relación: delirio a dos, y delirio de  persecución.  

En 1920 tenemos a Clerembaut, que nos da referencias de psicosis  pasionales, erotomanía y celotipia, y trata del automatismo mental, que  luego será tomado por Lacan para hablar de fenómenos elementales,  introduciendo la idea de que las psicosis no se pueden pensar sólo a partir  de delirios y alucinaciones, sino de otros fenómenos como el automatismo  mental. 

En Freud, tenemos cuatro textos fundamentales, en relación a las  psicosis, que son:  

1894, Neuro-psicosis de defensa. Plantea el concepto de representación  intolerable para el paciente, así como la defensa que pone en marcha para  contrarrestarla. En la psicosis el yo “rechaza la representación intolerable  y el afecto y se conduce como si la representación no hubiese llegado  nunca a él. El sujeto sucumbe a una psicosis que hemos de calificar de  locura alucinatoria.” 

1911: Caso Schreber. Caso retomado por Lacan. Freud a través de este caso  avanza que más que rechazo, en la psicosis se da una “abolición” de lo  simbólico. También dice que lo “abolido retorna desde el exterior, en  forma de alucinaciones o delirio.  

1924: La pérdida de la realidad en la psicosis y en la neurosis. En este  texto, hay un párrafo que condensa su pensamiento: “La neurosis no niega  la realidad, se limita a no querer saber nada de ella. La psicosis la niega e  intenta sustituirla.”

Desde Lacan:  

La enseñanza de Lacan en relación a la psicosis cambió el abordaje  psicoanalítico de esta estructura, en relación a la cual Freud se había  mostrado reservado en cuanto a su tratamiento por medio del método  analítico. 

El texto fundamental es Cuestión preliminar a todo tratamiento de las psicosis de 1958.. Sin embargo, hay dos textos que constituyen sus  antecedentes: Su tesis doctoral de 1932 y el Seminario III de 1955-1956.  

Su tesis doctoral llevaba como título: De la psicosis paranoica en sus  relaciones con la personalidad. En dicha tesis Lacan analizó el caso de la  Sra. Aimée, que fue detenida después de atacar a una famosa actriz cuando  ésta salía del teatro. Aimée ingresó en prisión y poco después su delirio de  persecución se desmoronó. Lacan interpretó que la paciente con su agresión  a otra persona, se castigaba a sí misma, y por ello este caso recibió el  nombre de paranoia de autocastigo.  

Para Lacan en este texto hay dos puntos importantes:  

1- El delirio en la paranoia es un mensaje y significa algo.  2- El delirio intenta que el sujeto se signifique socialmente.  Es decir que el delirio es una forma de comunicación, y su mensaje lo  quiere dirigir a alguien. Nos dice Lacan: “Se dirige a relaciones de índole  social: con la familia, con los colegas, con los vecinos”.  

El Seminario III, Las Psicosis, fue impartido en 1955-1956. Lo primero de  todo es destacar, que Lacan centra su seminario en la paranoia, dejando a la  esquizofrenia en un segundo término.  

Po otra parte, hace una crítica de Kreapelin, ya que Lacan comenta que al  contrario de él, piensa que el proceso paranoico no es insidioso, sino que se  caracteriza por la aparición de brotes o fases. Siempre hay un momento de  ruptura, que marca el inicio del brote o la recaída. No es cierto que se deba  sólo a causas internas, ya que siempre hay un elemento emocional en la  vida del sujeto, que tiene que ver con sus relaciones externas. Por ello,  Lacan lo denominó delirio de relación.  

También nos dice que lo que está en juego no es la realidad, admite una  cierta irrealidad, pero” tiene una certeza, que lo que está en juego desde la  alucinación hasta la interpretación, le concierne. Esta certeza es radical.  Esto es que constituye el fenómeno elemental”. 

En La Cuestión preliminar, texto redactado por Lacan en 1957-58, su  finalidad esencial es introducir un mecanismo, el de la forclusión del  Significante del Nombre del Padre, propio de la psicosis, para diferenciarlo  radicalmente de la neurosis. La forclusión es la incapacidad simbólica de  sustitución, la incapacidad de metáfora, en particular la Metáfora paterna,  el no pode sustituir al deseo de la madre, el o los Significantes del Nombre  del Padre, o sea el fracaso de esta metáfora. No hay tercero que regule las  relaciones de la madre y el hijo, que queda en una relación dual. La  forclusión se sustituye a la afirmación o simbolización primordial de los  neuróticos. 

Desde esta época, 57-58, hasta el Seminario RSI de 1975, Lacan avanza en  cuanto a la comprensión y el tratamiento de las psicosis. 

Dos hitos marcan este recorrido: 

1-El fracaso de la metáfora paterna como hemos dicho. Los efectos de esta  forclusión, serán puestos de relieve en cuanto al desencadenamiento como  a las estabilizaciones de las psicosis. 

2- Más allá del mecanismo de la forclusión, Lacan desarrolla en un Seminario denominado “El Sínthoma” que dedica al escritor Joyce, el  concepto de suplencia. Si bien en las psicosis no se puede curar la  forclusión del Nombre del Padre, si es posible en algunos casos, crear una  suplencia que daría una estabilidad al sujeto, a través de la creación de una  significación por medio de una obra o creación propia. 

Por otra parte, ya en el tema de las psicosis desencadenadas en la  adolescencia, nos encontramos a veces con el problema de que no siempre  son descompensaciones con síntomas como el delirio o las alucinaciones.  Muchas veces, los pacientes adolescentes, aparecen con trastornos de  comportamiento, con crisis narcisistas. Algunos psicoanalistas denominan  a estos casos, “borderlines”, es decir fronteras entre psicosis y neurosis.  Ciertamente, es una dificultad real en muchos casos de difícil diagnóstico,  y la discusión se centra en los que remiten y se compensan. Recordemos las  bouffees delirantes en la adolescencia que remiten al poco tiempo.  

En relación a estas psicosis habrá que plantear dos dimensiones:  

1-Desencadenamiento 

2-Las estabilizaciones. 

 

1- Desencadenamiento: Significa un momento de eclosión brusca del  cuadro psicótico, con síntomas en ocasiones de delirio o  alucinaciones, o bien con fenómenos elementales, autorreferenciales  etc. Las coyunturas del desencadenamiento son peculiares en cada  caso. Generalmente estriban en el encuentro del sujeto con un  significante de la serie Nombre del Padre, es decir un significante  situado en un lugar de tercero, imposible de simbolizar para el  sujeto. No le puede dar una significación a ese encuentro, y tiene  lugar el retorno en lo real de lo que no simboliza. Puede ser un  encuentro con alguien en posición de Un padre, (un maestro, los  estudios, un examen, una promoción, una relación sexual, la  menarquia etc). La adolescencia no es es sí misma una coyuntura de  desencadenamiento, pero sí es favorecedora de encuentros y por ello  se oye hablar con frecuencia de crisis psicótica en esa edad de la  vida. Además, es una época de cambios, en cuanto a la imagen, a la  identidad y la posición sexuada que puede favorecer la aparición de  la crisis.  

2- Las estabilizaciones: Lo que estabilizaba al sujeto, y que perdió, se  trata de restituirlo, aunque de forma diferente. Casi siempre eso que  perdió, es del orden de una identificación que tiene que ver con el  Otro que le sostenía, y que no tiene simbolizada. Se trata de poder  crear otro tipo de significación, que no sea delirante. Puede ser una  forma de estabilización imaginaria, o una metáfora delirante: el  sujeto ya no se sitúa sólo en relación al Otro, sino que sitúa al Otro  aunque sea de forma en ocasiones delirante en relación a él. O bien,  puede ser una obra que le remita a hacerse un nombre a través de  ella, como numerosos pintores o personas dedicadas al arte o a la  ciencia que suplen con su obra el NP que no está.  

Creo que todas estas cuestiones son de actualidad en nuestra clínica de hoy  tanto por la dificultad diagnóstica desde la psiquiatría como también por  todo un cortejo de síntomas que pueden acompañar a las psicosis,  (trastornos de la alimentación, trastornos en el control de impulsos,  toxicomanías etc.) y que pueden llevar a confusión en torno al diagnóstico.  Es decir, es muy importante diagnosticar no sólo por los fenómenos que  presenta un paciente, sino por su estructura, la relación con el mundo que le  rodea y con el discurso.  

El caso de una joven paciente,, a la que llevé en tratamiento, me conduce  a poder desplegar las cuestiones teóricas . Para ello trataré los siguientes  puntos que cito a continuación, después expondré el caso, para volver  después sobre estos puntos, en los que trataré de los efectos terapéuticos.  Estos puntos son:


1-El significante principal o la alusión imaginaria, en torno a lo que el  psicótico forja su ideación delirante, podemos decir su sentimiento de auto referencia, tal como Lacan lo comenta en el Seminario III, Las Psicosis de  1956. En este caso se trata a partir del material clínico que la paciente trae  del significante: Mirar. Representa la alusión imaginaria o la primera  significación delirante, con el fenómeno de la certeza, que podemos  detectar en la paciente es como veremos en el caso: “Me miran mal”. 

2-El esfuerzo de estabilización de la paciente, antes del desencadenamiento, en forma de construcciones imaginarias y la  búsqueda de modelos ideales. 

3- Desencadenamiento de la psicosis, a los 13 años con ocasión de la  primera menstruación. Tiene lugar el desencadenamiento, ante la  imposibilidad de darse una respuesta a la pregunta ¿Qué soy? (que es sobre  la sexuación: hombre/ mujer). 

4- Búsqueda a través del tratamiento de una nueva significación en el  lugar de la delirante con la constitución de significantes y de modelos  ideales, distintos a los anteriores al desencadenamiento.  

5- Caída de estas significaciones ideales y por lo tanto límites a los  efectos terapéuticos del tratamiento con la irrupción de las primeras  relaciones sexuales

6- Dirección del tratamiento analítico: Transferencia e Interpretación. 

EXPOSICIÓN DEL CASO: Por razones de confidencialidad no lo  expongo aquí.  

Volviendo a los puntos antes citados

1-El significante principal: Lacan despliega este concepto en el Seminario  III como el núcleo inicial como a su vez decía Clerembeaut en el seno de la  personalidad alrededor del cual el sujeto haría una construcción y daría una  significación delirante. Así, el sujeto no sabe que significación darle a este  núcleo pero si sabe que se le impone. En este caso se trata del: “Me miran  mal”. Es una interpretación delirante con un elemento que se repite, el  mirar, como significante principal y que se cierra a la dialéctica. Se trata de  un fenómeno que invade al sujeto. Nos dice Lacan en este seminario III “es la palabra clave que detiene la significación y da el fenómeno de la  certeza”.  

Así en el lugar de la falta o castración coloca el núcleo delirante como  punto de ruptura imaginaria para poder separarse de un Otro al que vive  absoluto e invasor.  

2-El esfuerzo de estabilización en forma de construcciones imaginarias.  El psicótico al no poder restablecer el pacto con el Otro entra en otro modo  de mediación diferente del neurótico. Sustituye la mediación simbólica por  una proliferación imaginaria que haga contrapunto a la significación  delirante. En el caso la paciente intenta una precaria estabilización en  forma de las identificaciones imaginarias a otras chicas de su edad.  

Se trata de un esfuerzo que equivaldría al intento de compensación del NP  ausente, y que no logra su éxito de estabilización ya que tiene lugar un  desencadenamiento en la pubertad. 

A este respecto, Lacan nos comenta en el Seminario III, que cuando el  registro de Nombre del Padre está ausente, el sujeto al no poder asumir la  realización del significante padre a nivel simbólico le queda la imagen  a la que se reduce la función paterna. Es una imagen que no se inscribe  en ninguna dialéctica triangular, cuya función de modelo, de alineación  especular le da un punto de enganche y le permite captarse en el plano  imaginario, como ocurre en este caso. Esta situación puede sostenerse  mucho tiempo, a veces toda la vida, pero también puede ocurrir como en  esta paciente que estas identificaciones imaginarias caigan y sobreviene el  desencadenamiento. 

3-Desencadenamiento a los 13 años, con ocasión de la primera regla. Cuando al sujeto se le aparece la pregunta por el ser: ¿Qué soy? Hombre,  mujer, ante lo imposible de las respuestas simbólicas, se desencadena la  psicosis. Estas preguntas la precipitan además en la pregunta que todo  sujeto se hace acerca de la posibilidad de engendrar, de ser padre o madre. 

4- Búsqueda de una nueva significación en el tratamiento en lugar de la  delirante. Sabemos que se trata en todos los casos de psicosis de situar que  había antes del desencadenamiento es decir en relación a que se había  estabilizado el sujeto. En esta paciente, ya lo hemos dicho, se trataba de  una estabilización vía unas identificaciones imaginarias. Entonces se trata,  y es la propia paciente que indica el camino, que pueda encontrar de nuevo  una construcción imaginaria, en donde insertar algo de un deseo, que la  estabilice de nuevo. Intenta una identificación con otros significantes no  delirantes y construirse una identidad a través de ellos.

A este respecto, recordemos que Lacan en 1957 hablaba de la búsqueda  de una significación a través de significantes que marquen los ideales  del sujeto y en 1975 hablando del escritor Joyce dirá que intenta a  través de su obra hacer un remiendo de su Ego movilizando de esta  forma el goce sobre sus construcciones (en vez de que el sujeto sitúe el  goce en el Otro (paranoia), lo puede sostener en su obra, lo que le permite  una identificación narcisista y hacerse un nombre. Por medio de esta obra,  producir una forma de metaforización: el sujeto ya no sólo se representa el  Otro para él (por medio del delirio) sino también él para el Otro con la  mediación de su obra o de los significantes que le representan 

5- En cuanto a los limites del efecto terapéutico podemos pensar en la  estructura misma y en la fuerza del empuje a la mujer, es decir del  goce que irrumpe y se deslocaliza ante la imposibilidad de poderlo  situar en el fantasma vía la significación fálica o NP. En efecto, la  paciente tiene sus primeras relaciones sexuales y presenta de nuevo, ante la  incapacidad de darse una respuesta a la pregunta ¿qué es una mujer?, una  descompensación. Intenta responderse a esta pregunta con la maternidad  pero puede acabar siendo crítica con esta idea. Es decir consiente a situarse  en una espera de que pueda realmente querer tener un hijo en la edad  adulta. Continúa con sus estudios, puede situarse como una más entre otras  chicas, aunque por su estructura sea un artificio tomado de las otras  jóvenes de su edad como referencia. Creo que este es el punto límite  adonde puede llegar en su camino. 

6- Para finalizar me gustaría poder hablar brevemente de la transferencia  y de la interpretación con esta paciente. Por una parte hemos visto que la  paciente se presentaba con una convicción delirante que es de su parte una  interpretación. Pero al mismo tiempo cuando en el tratamiento puede hablar  de esta certeza y enfrentarse a ella, trata de darle otra significación. Es por  la búsqueda de esta significación que también busca un saber. Es ahí en  esta búsqueda de saber que se puede introducir el analista como el que  comparte la búsqueda de esta significación y el que trata de que la paciente  ceda en cuanto a situarse como objeto de goce de un Otro perseguidor. Es  decir no se trata de interpretar como podemos entender que se hace en la  neurosis, sino de intentar producir una crítica de la certeza y por lo  tanto un vacío de significación. Ante esto no se trata de darle unos  significantes o un sentido que llenarían este vacío, sino de conducirla a que  los pueda construir con otra significación que irá encontrando en lo que le  produce un deseo de realizar su pequeña “obra”, en este caso sus estudios.  Asimismo, pienso que en la transferencia, el analista es el que ofrece por  su presencia y sus palabras unos límites, crea una demanda e introduce una  mediación entre el paciente y lo que le producía horror. Por último y este  ha sido el trabajo fundamental con esta paciente y lo que he tratado de  mostrar, da lugar con sus intervenciones a la creación por parte de la  paciente de una nueva significación, en donde situar su vida.  

Fuente: Clotilde Pascual (2014) "Las psicosis: Sus formas de abordaje a través de la enseñanza de Lacan"

jueves, 25 de febrero de 2021

La secta de Lacan

F. Roustang (1976) -filósofo psicoanalista- explica cómo opera la fé ciega de la Secta de Lacan (desde adentro): "
«Lacan puede afirmar cualquier cosa, e incluso lo contrario, y nos adherimos a ello sin tardar. Durante quince días corrió el rumor de que la forclusión era reversible, pues de muy buena tinta, aquel-que-sabe lo había dicho: por tanto, todo el mundo se lo creía. Pasado ese plazo, las mismas muy buenas fuentes habían hecho saber que no había nada de ello: y ese mismo todo-el-mundo creyó por lo tanto que no había nada de ello y que la forclusión no era reversible»".
Un simple soplido de rumor puede cambiar todo un marco teórico si de fondo "lo dijo" Lacan...

Se puede leer el ritual del "Passe" leyendo el informe de Jeanne Favret
«El día 22 de marzo pasado dejé la "Ecole Freudienne de Paris". Algunas semanas antes, una analista de la Escuela cuya vitalidad, cuya risa y cuya insolencia siempre me habían gustado, se había callado poco después de haber sido atrapada, como tantos otros, en esa máquina de moler sujetos a la que se llama la "passé" (...) La passe sólo puede producir alumnos, muertos o locos» (1977). 

De modo que el didáctico es una empresa muy exigente, en tiempo, en dinero y en derroches de orden psíquico. Se requiere que el candidato entregue su vida íntima, que desnude toda su personalidad y dé prueba de sumisión. Este rito de iniciación se desarrolla a lo largo de un número de años que oscilan entre cuatro y más de diez, y exige unas sumas de dinero considerables. Un ejemplo de los que da D. Frischer muestra cómo circula el dinero en la mafia de los analistas parisinos: 
«Un médico joven heredero de unos cincuenta millones y que estaba en análisis con Lacan, confiesa estar pagando 400 francos por sesiones de diez minutos. Acude al análisis, en períodos en los que algunas cosas particularmente importantes emergen del inconsciente, hasta unas diez veces por semana, lo cual representa una suma que puede llegar a alcanzar dos millones de francos antiguos por mes de análisis» (1977). 

Al final un individuo que concede tanto o más valor a su iniciación cuanto más difícil y costosa haya sido ésta. Es decir, una posición social tiene tanto más prestigio, a los ojos del beneficiario y de su entorno cuantos más padecimientos suponga ésta y así la fidelidad a un grupo es tanto más fuerte cuanto más difícil haya sido la adhesión.

lunes, 16 de noviembre de 2020

La etiología de las psicosis según Lacan: La forclusión del Nombre-del- Padre.



Como preámbulo de una de sus obras más importantes" Jacques Lacan enuncia: «En particular, no habrá que olvidar que la separación en embriología, anatomía, fisiología, psicología, sociología, clínica, no existe en la naturaleza y que no hay más que una disciplina: la neurobiología a la que la observación nos obliga añadir el epíteto de humana en lo que nos concierne». Parece ser que, en efecto, la naturaleza humana es de lo más antinatural que hay. Dentro de la evolución de los repertorios operativos específicos del hombre, el lenguaje simbólico es un acontecimiento único en la biósfera. Desde el lenguaje, cabe referimos al significante como esencia de la materialización del inconsciente lacaniano; se dice que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Así también, a decir de Lacan, el drama de la locura se situaría en la relación del hombre con el significante. El psicótico se halla congelado en una línea de relación binaria donde no hay acuerdo concertado o pacto que gobierne las diatribas de la experiencia sensorial. «En el lugar donde el objeto indecible es rechazado en lo real, se deja oír una palabra», pues ocupa el lugar de lo que no tiene nombre; la irrealización no está toda en el símbolo ya que repentinamente irrumpe en lo real. Es en lo real donde experiencia el psicótico; en un real inminente, directo y encarnizado, irreconciliado con los entramados de un orden simbólico transigente en la concesión, un referente capital en la contextualización del lenguaje aún allí en su mínima expresión atómica: el significante. 

Un signo lingüístico, como entidad significativa aislada tiene la propiedad, no de unir una cosa con un nombre, por ejemplo, la palabra «gaviota» con el ave marina, sino de un concepto interno con una imagen acústica, de manera tal que ambas representaciones son cognitivas. El signo es la combinación del concepto y de la imagen acústica en una correspondencia recíproca cerrada, según Saussure. El significado vendría a ser la cosa en sí y por si, porque es; mientras el significante, la mera nominación que se da a la cosa («gaviota», «mouette», «seagull», «gabbíano», «Möwe», etc.). Su representación además de ser física por las vibraciones sonoras emitidas en su enunciación, trasciende la contingencia reservándose la plaza de una genuina huella psíquica. La asignación de un significante determinado a un significado se sostiene en un artificio arbitraría, obra de la convención lingüística; es decir, no hay nada en la palabra o fonación de «g-a-v-i-o-t-a» que nos sugiera a lo que esta referido y, a la inversa, no hay nada en la cosa que nos recuerde a la palabra per se. Se trata, simplemente de una sucesión de sonidos o fonemas que en base a un código de unidades diacrónicas dan lugar a la combinación y formación de otras mas complejas continentes de significación. Saussure dice: «En efecto, todo medio de expresión recibido de una sociedad se apoya en principio en un habito colectivo o, lo que viene a ser lo mismo, en la convención ( ... ) Se ha utilizado la palabra símbolo para designar el signo lingüístico o, más exactamente, lo que nosotros llamamos el significante. Pero hay inconvenientes para admitirlo como tal a causa de nuestro primer principio [de arbitrariedad]. El símbolo tiene por carácter no ser nunca completamente arbitrario; no está vació: siempre hay un vínculo natural entre significante y significado». Lacan disuelve está correspondencia biunívoca de relación entre significado y significante, confiriéndole al significante un estatuto de categoría polisémica y multívoca, independiente y fundamental. 



Son propuestas tres dimensiones subjetivas para idear el concierto de la identidad y existencia humanas. El sujeto está integrado de un registro simbólico, un registro imaginario y uno real activados siempre en sincronía. La dimensión simbólica introduce la ley y la convención que estatuyen los pactos rectores de las coordenadas sintagmáticas y paradigmáticas, donde las cosas tienen nombre y pueden ser evocadas. La dimensión imaginaria entraña la imagen y su poder cautivante de encantamiento y embeleso; ¿qué es lo que esconde tanto la belleza de las imágenes que extasía y paraliza? Pues que ellas mismas -las imágenes- son huecas y sólo aparecen para obturar su propia evanescencia. Un plano imaginario emparenta toda relación intersubjetiva con una posición de exclusión disyuntiva o bien fusión, siendo sin más alternativa, una relación mortífera signada por la pulsión de muerte. Lo real es lo imposible; aquello inefable e inaprensible que queda como esto de lo simbólico, no sometido a ningún acuerdo y cuya trascendencia excede la cognición o no es reductible a sus circunscripciones. Si tomamos lo real como el percepto avasallador en la delusión psicótica, se presta la simbolización como tentativa de adscribirle algún sentido, si bien desfasado y operativo por hipercompensación del agujero en su estructura. 

El estadio del espejo consagra la apertura del sistema imaginario y da cuenta del narcisismo primario, donde el bebé no posee aún una noción unificada de su cuerpo. La formalización del yo se funda en la identificación del niño con una Gestalt que lo forma, pero que lo aliena primordialmente haciéndolo «otro» (a'). El estadio del espejo transcurre entre los seis y los dieciocho meses y consiste en una identificación a la imago materna (identificación primaria). La inserción en el plano imaginario tiene cabida a razón de la propia prematuración humana del nacimiento, que trae la vida en un estado de completa indefensión y de inmadurez del sistema nervioso (fetalización): aún no hay mielinización del sistema piramidal -tracto corticoespinal- cuyos haces transportan señales que controlan la acción muscular; cuando se mieliniza la corteza y ya pueden reconocerse imágenes, todavía no puede coordinarse la motiliciad. La «cría de hombre» antes de la palabra, se diferencia del chimpancé de igual edad que aquí lo va superando en inteligencia instrumental, en que ya es capaz de reconocer su imagen en el espejo como propia, vivenciándola gozosamente. El niño sostenido por la madre reconoce su imagen en el espejo con gran algarabía, logrando una anticipación imaginaria de la forma total de su cuerpo que es percibido, vía propioceptiva, como fragmentado y disgregado, precipitándose a una transformación compositora que revoca la imagen asumiéndola corno propia. La indefensión vuelca al niño a una anticipación de su forma total, activada a partir de la amenaza de fragmentación dada por la fascinación y deslumbramiento de la imagen que es objeto de una libido «erotoagresiva»: los celos primordiales que buscan desmembrar y dislocar al otro (el semejante) en respuesta a su completud e indestructividad. La agresividad constitutiva del ser humano debe ganar su lugar sobre el otro que lo enajena y lo aliena con su imagen, e imponérsele suplantándolo a riesgo de ser él mismo aniquilado. Toma la forma como propia y formaliza los futuros objetos de su deseo según se refiera el deseo del otro, sujeto como él, del lenguaje. «El inconsciente es el deseo del Otro». Este Otro (Autre) es el lugar donde el inconsciente está estructurado como un lenguaje; tesoro de los significantes. 

La relación imaginaria es el espejismo narcisista en su contacto plenamente ambivalente con el objeto primordial, aquella matriz que sacia, colma y devora proyectivamente. La identificación primaria prefigura toda relación al borde de lo mortifero. Esta relación forja un plano introyectivo/ proyectivo que es el primer «campo de la realidad»; la imagen especular es el complemento narcisista o significante del objeto primordial: la Madre. El yo es aquí erigido por su contraparte imaginaria en ideal del yo: «el niño en cuanto deseado». El vector del inconsciente dirigido hacia el sujeto (S) significatizado como falo imaginario, ha de ser escindido o castrado desde el lugar del Otro, baluarte de la palabra, por el significante Nombre-delPadre. 


La identificación con la Madre se concreta siendo el yo significatizado como Falo. La exigencia de una madre es proveerse de un falo imaginario, siendo el hijo el soporte de esa prolongación imaginaria. La función imaginaria del Falo es el punto de apoyo del proceso de diferenciación anátomica de los sexos en el plano simbólico, llevado a cabo por el complejo de castración, que en la mujer se juega por la envidia del pene no habido, anhelando en su lugar un niño del padre.

El complejo de Edipo puede diseccionarse en base a tres momentos trascendentales: 

1) La identificación con el otro como imagen propia durante el estadio del espejo (identificación primaria a la imago materna). 

2) Irrupción de una terceridad que impide y hace retroceder las tendencias convergentes de cristalización narcisista de ambos entes (Madreniño) instituida por la «prohibición del Padre» como autoridad y ley, y su instrumento, la castración imaginaria. 

3) El sometimiento al orden que permite el acceso a la organización simbólica a través del Nombre-del-Padre. Acerca del Nombre-del-Padre, Lacan dice: «la atribución de la procreación al padre no puede ser efecto sino de un puro significante, de un reconocimiento no del padre real, sino de lo que la religión nos ha enseñado a invocar como el Nombre-del Padre». Lo que está en juego en el Edipo no es un triángulo padre-madre-hijo, sino un triángulo (padre)-falomadre-hijo, en cuanto es el Padre el agente magnético que oblitera la colisión imaginaria. 


El deseo fálico de la Madre de hacer del niño una prolongación suya es intervenido por el Nombre-del-Padre como significante normativo. En esta operación se anulan ambos «Deseo de la Madre» y el Nombre-del-Padre otorga un significado legitimador al sujeto. El Falo es un significado inducido por la metáfora lógica en el otro (a). El significante detenta una posición privilegiada en el otro como impartidor de la anuencia al pasaje simbólico. El psicótico está «fuera del discurso», puesto que no ha accedido a la directriz simbólica instituida por la metáfora paterna.

En la psicosis «lo interiormente rechazado (Verwerfung) retorna desde el exterior». Lacan traduce esta Verwerfung (rechazo, exclusión, repudio) por forclusion, que en francés equivale a «el vencimiento de una facultad o derecho legislativo no ejercitado en los plazos prescritos». La forclusión es un defecto que da a la psicosis su condición estructural esencial que la diferencia de la neurosis, y que implica que aquello que ha sido repudiado ya no puede volver al lugar mismo del que ha sido excluido: Un accidente en el registro del Otro en cuanto ámbito del inconsciente, cumplido en la forclusión del Nombre-del-Padre, fracaso de la metáfora paterna, y queda estructurado el germen de la condición psicótica, donde Ello habla.


La entrada en la psicosis se despliega en el campo imaginario, en relación con el corto circuito afectivo que hace del otro un ser de puro goce y de pura interdestrucción. En este momento, desde el lugar del Otro es invocado un significante inconcebible cuyo desencuentro hace despegar el cataclismo imaginario, la disociación y fragmentación de los objetos, el cuerpo desmembrado, el neologismo superdeterminado, el estribillo ecolálico mecánico y vacío, la descomposición del discurso interior. El sujeto es tomado por lo real.

Como sabemos, es de obligatoriedad un requerimiento exógeno, un llamamiento a la vida que posibilite la supervivencia del individuo en la especie humana. Tal requerimiento no tiene que ser, como también sabemos, de todas maneras delegado a la madre biológica, sino a la Madre. De igual forma, al hablar del Nombre-del-Padre, se trata de un Un padre situado en posición tercera, que vele por la sujeción a la ley que dicta los parámetros de la relación con la Madre establecida en un margen al borde del incesto prohibido. La Madre, en tanto madre fálica en su relación filial, ha de avenirse a un Un-padre y reservarle un lugar de promoción de la ley, para liquidar la unión narcisística inconcretable al vástago. Caso contrario habría de producirse la muerte del sujeto y la estructuración psicótica. El sujeto (S) ha de ser escindido en sujeto del inconsciente (S) por el Nombre-del-Padre para poder sujetarse al orden simbólico estructurante, una vez instaurado el dominio de la represión que atesora los contrapuntos significantes y que permite la existencia subjetiva. En la psicosis hay forclusión del Nombre-del-Padre y ha tenido lugar una regresión tópica al estadio del espejo, por cuanto la relación con el otro especular se reduce a su filo mortal.

Conclusión: La mayor parte de la actividad del sistema nervioso es iniciada por reacciones sensitivas emanadas de receptores sensitivos, ya sean receptores visuales, auditivos, táctiles sobre la superficie del cuerpo o de otros tipos. Estas reacciones sensitivas pueden causar una experiencia inmediata o su recuerdo puede ser almacenado en el cerebro por minutos, semanas o años, y luego puede ayudar a determinar la experiencia somática en el futuro. Hemos visto que para el psicoanálisis estas reacciones tienen consecuencias.

Existen, como es obvio, diferencias comparativas fundamentales entre la escala zoológica y la humana. Entre tantas otras, entendemos que el animal no se aliena con su propia imagen como lo hace la «cría humana». No hace mucho se han realizado experimentos donde se liberaba dopamina en cerebros de animales, observándose una conducta agresiva y de" huida análoga a la de los «sentimientos de persecución externa» conocidos en enfermos psicóticos. ¿Podríamos caer por un instante en la ridícula interpretación de que el animal «se psicotiza»? Seguramente si, en el caso de que perciba voces que le hacen mofa y lo insultan, de que se sienta el elegido de Dios para cumplir una misión redentora del mundo, o de que profiera neologismos o palabras estereotipadas. El hombre es un animal de lenguaje y de ahí que su universo subjetivo esté completamente organizado (o desorganizado) en función de sus símbolos. Un tratamiento posible de la psicosis por el psicoanálisis se orientaría en pos de procurar que el sujeto significatice una parte de su realidad interna obturada por la forclusión de un significante fundamental, o procurar significatizar tal significante en pro de una suplencia de significación; o bien, encaminarlo hacia la traslación a una posición depresiva que le permita elaborar la violencia de los objetos malos introyectados y proyectados que le producen las sensaciones de fragmentación y persecución, a fin de hacerse responsable por estos objetos y expiarlos. Claro que esto no es suficiente. La psiquiatría estima esenciales tanto la farmacoterapia como las campañas de educación y prevención familiar, y las psicoterapias. El psicoanálisis se inscribe en este último registro. Ha sido un error generalizado la creencia de que las psicosis tienen un curso de deterioro irreversible e irremisible. No es una novedad para la psiquiatría actual el hecho de que más del 50% de quienes sufren esquizofrenia se recuperan o mejoran significativamente a través de los años si siguen el tratamiento correspondiente por el plazo necesario.

El proceso enormemente complejo del metabolismo cerebral está dado por la constitución genética individual que es a su vez modelada por la experiencia subjetiva estructurante; Ortega y Gasset diría: «yo soy yo y mi circunstancia». Al pasar del tiempo iremos contando de seguro con instrumentos cada vez más eficaces para identificar factores genéticos potencialmente patógenos que permitan discernir mejor la etiología de las enfermedades en general. Actualmente ya contamos con muchos. Y bien que podamos manipular y modificar los genes a nuestro antojo, ¿no intentaremos erradicar por este medio factores patógenos potenciales con la finalidad de precaver a nuestros semejantes de la posibilidad del sufrimiento que trae consigo la enfermedad?, y todavía, ¿no buscaremos librar a nuestra especie de «taras», haciendo del hombre un ser más fuerte y vigoroso, encarnación ideal de nuestras ilusiones de perfección? Desde luego, no serán invocados aquí preceptos éticos, filosóficos o religiosos para justificar una negativa, sino que simplemente remitiré la reflexión a la naturaleza como expresión de la biodiversidad que ampara la ya muy precaria estabilidad de nuestro ecosistema del que depende a su vez toda vida. Pero tampoco soy un ecologista. ¿De qué sociedad de personas «normales» o «sanas» habrían surgido personalidades corno Nietzsche, Van Gogh o Tchaikovski -por nombrar sólo a tres- cuyos aportes a la cultura y el arte de la civilización son invaluables? Tal vez no de una sociedad homogeneizada. La mayor riqueza del hombre (puede que la única) reside en su variabilidad y diversidad de posibilidades culturales.

Otra tentación por la que nos sentimos seducidos a menudo, consiste en la legítima aspiración de demarcar discretamente el ámbito de aquello admitido como «normal» o «sano». Es muy posible que tal como ocurre en la medicina «somática», las enfermedades mentales puedan ser conceptualizadas según un criterio de rango de desequilibrio orgánico, como las alteraciones anatómicas, los desórdenes fisiológicos y las desviaciones biológicas dentro del conjunto de un concierto neurometabólico. Sin embargo aquí también nos encontramos con una importante objeción, esta vez mejor fundamentada y que no apela al sentido común. Se trata de la viabilidad de una teoría cuántica de la consciencia (Quantum consciousness theory) propugnada por el físico y matemático Roger Penrose de la Universidad de Oxford. Penrose rescata argumentos de la filosofía, las matemáticas, la física, la biología y la psicología para entender la dinámica de la consciencia en los términos de la física extendida: además de la relatividad, la mecánica cuántica. Por ejemplo, se sabe que en la retina humana hay células con sensibilidad hasta para un solo fotón; entonces, así como la retina forma parte del sistema nervioso, se infiere que en éste hay ciertos tipos de sensibilidad a otras partículas subatómicas que estarían regidas por los principios de la física cuántica. La dualidad onda/partícula en mecánica cuántica es el concepto de que no hay distinción entre ondas y partículas; las partículas pueden a veces comportarse como ondas y las ondas como partículas. El principio de incertidumbre de Heisenberg estipula que nunca puede estarse seguro acerca de la posición y la velocidad de una partícula en el espacio subatómico; cuanto con más exactitud se conozca una de ellas, con menos exactitud puede conocerse la otra. Para la teoría cuántica es imposible definir ambas, la posición y el momento de una partícula al mismo tiempo. Tan pronto se establecen los parámetros de movimiento de un cuerpo, su posición es incierta y puede sólo ser descrita matemáticamente como una onda u órbita de probabilidad. Un punto de vista cuántico de la consciencia reconoce que en su raíz, nuestra consciencia se comporta como el flujo incuantifícable del mundo subatómico. El cerebro puede así ser visto como un sutil dispositivo que amplifica los eventos cuánticos.

El postulado de que la mecánica cuántica y la consciencia humana están ligadas está basado en el principio de que el acto de ponderación, que implica a un observador consciente, tiene un efecto sobre los eventos cuánticos; un observador no puede divorciar su consciencia de los eventos observados. Penrose en conjunción con Stuart Hameroff de la Universidad de Arizona, propone que la conexión de los estados cuánticos con los de la física clásica ocurre dentro de ciertas proteínas llamadas microtúbulos, que son estructuras largas y huecas que forjan caminos para el transporte de vesículas, organelos y otros elementos de la arquitectura citológica. Estos microtúbulos cerebrales estarían dispuestos para desempeñar la transformación física ("switch"), produciendo «ocasiones de experiencia» que, con el fluir del tiempo, animan la corriente del pensamiento consciente (se ha calculado que el número de interconexiones existentes en el cerebro humano excede al número de átomos existentes en todo el universo; en este sentido el microcosmos parece corresponder al macrocosmos). Como quiera que la colocación física de una idea o de un pensamiento puede ser soportada sólo por un lapso corto de tiempo, la cuota cuántica debe ser reintegrada,y el punto de nuestra consciencia es forzado a dar un «salto» hacia otro estado cuántico, pero en otra región del cerebro. Así no hay un «libre albedrío» determinado por leyes físicas computables y nuestros pensamientos son constantemente interferidos por emociones, percepciones, recuerdos, imágenes fantásticas, etc. El «salto cuántico» no es determinista e introduce un elemento completamente aleatorio en la evolución temporal de la mente consciente, inmersa en el cauce de las asociaciones pautadas según patrones de acción previos. Dichos circuitos de probabilidad indeterminada funcionan más allá de la actividad biofísica mensurable por la consciencia.

Añadiremos, en lo que a la psicosis respecta, cierta información reciente proporcionada por científicos ingleses, que reporta la presencia disminuida de la expresión de una proteína asociada a los microtúbulos (microtubule-associated protein - MAP) en el hipocampo (sistema límbico) en pacientes esquizofrénicos. Se sugiere que los cambios de esta proteína asociada a los microtúbulos en la esquizofrenia son mucho más complejos de lo que antes se presumía.

Considerando que este dato supondría una menor actividad cuántica en el cerebro de estos pacientes, aventuramos la conjetura de que, quizás, la psicosis se contacta de un modo más cercano a «las cosas» -significados- de la materia en la «realidad objetiva»; aquellas que corresponden al dominio de la física clásica. En todo caso, aunque no podamos formular por el momento ninguna definición conclusiva, ni mucho menos, en lo tocante a la etiología general de las psícosis, tenemos en cuenta que la presencia e importancia de: la subjetividad ha cobrado una fuerza inusitada en la ciencia contemporánea, insospechada hasta hace muy pocos años.

Hipótesis: los procesos imponderables e indeterminables cuánticos vendrían a ser la cualidad distintiva de lo psíquico o mental, diferenciados del resto del organismo vivo y del mundo material regido por la física clásica determinista. Se instala en el discurso científico un antiguo criterio filosófico que situaba al sujeto y a lo subjetivo en un plano de primer orden.

Fuente: Sparrow, César, "Explicaciones etiológicas de las psicosis" - Instituto de Investigaciones Psicológicas - UNMSM Revista de Investigación en Psicología Año II No. 2 138