Por Lucas Topssian
Una de las
conformaciones familiares actuales más interesantes, cada vez más frecuentes en
la clínica, son las llamadas familias homoparentales, cuya proliferación ha
sido facilitada por los adelantos biotecnológicos y el cambio de legislación en
algunos países respecto a los derechos de población LGTBI. Son familias que,
por su conformación, abren la brecha entre progenitor/a y padre/madre,
relanzando viejas preguntas: ¿Qué es un padre o una madre? ¿Bajo qué pactos se
fundan? Familias que, como cualquier otra, no escapan al sufrimiento como
cualquier otra. Berenstein, en ese sentido, recalca que las parejas del mismo
sexo deberán pasar también por las vicisitudes del vínculo, dificultades que
tienen que ver con el trabajo arduo que propone la ajenidad. (1)
En este trabajo
acompañaremos una de estas familias, tomada de la película “El hilo invisible”,
para pensar temas tan frecuentes en la clínica como la filiación, los silencios
y la infidelidad.
Paolo (52) y Simón
forman una pareja italiana de hombres unida bajo la figura de “sociedad civil”,
pronta a la celebración de su vigésimo aniversario. Ambos crían a su hijo de
dieciséis años Leone, quien nació por subrogación de vientre en California a
través de Tilly, una mujer estadounidense que ayudó a sus padres a traerlo al
mundo y que todo este tiempo ha sido una presencia amorosa en sus vidas. Tilly
tardó dos años en tener a Leone. Tilly, por su parte, tiene su pareja con quien
vive en EEUU, Leroy. Leone se encuentra haciendo un documental sobre su familia
para el secundario, con especial acento sobre los derechos de filiación por
parte de parejas del mismo sexo. A los 15 años de Leone, el alcalde transcribe
la partida de EEUU donde figura que ambos son sus padres.
La película nos
muestra que esta familia ha vivido una vida relativamente común, ocupada en sus asuntos cotidianos, donde la pareja parental
sólo discutía por temas “normales”, según ellos. Simón administra un
restaurante (que Paolo es dueño) y además es sommelier. Guarda en la casa una
colección de vinos. Para poder criar a Leone, ambos debieron hacer sacrificios:
Paolo le pidió a Simón que abandonara su doctorado, a lo cual éste último
accedió. Paolo, por su parte, se puso a trabajar vendiendo cocinas y
renunciando, según él, a ser un gran arquitecto.
En este tipo de
familias, los lugares y las funciones de “madre” y “padre” se reparten
obligatoriamente entre ambos “patrés”, plural de pater, como Berenstein menciona haciendo mención a la institución
romana y medieval. Es interesante que no solo Berenstein, sino la psicología en
general, han propuesto históricamente al padre como una figura mediadora o
tercera interdictora entre el hijo y su madre (2). Poco se suele teorizar acerca de qué hace un padre por su
cuenta, en qué medida está implicado su deseo, su cuerpo.
La
novedad.
La noche anterior
al vigésimo aniversario de la pareja, Paolo descubre, revisando por primera vez
el celular que su pareja se había olvidado, que Simón lo ha estado engañando
durante dos años con Riccardo. Encontramos aquí una novedad, es decir, ese evento imprevisto, dispar entre el
evento y el recuerdo, fundadora de un nuevo tiempo y espacio para la familia (3). Este evento coincide con que Leone
(17 años) comienza a salir con su primera novia. Como en todo evento, a los
sujetos les toca hacer con esto que se presenta, no sin incertidumbre. Ahí se
puede ubicar las dimensiones de Berenstein acerca de la semejanza, ajenidad y
la diferencia. Paolo se encuentra con eso y se topa con la ajenidad, donde al
otro se lo desconoce y también a él mismo en esa versión que aparece.
Paolo
inmediatamente acude y le cuenta el hallazgo a su hermana, quien lo calma y le
responde que en lugar de Simón, ella se hubiera ido hace tiempo de su lado
porque desde que Leone nació, no pensó en otra cosa que en “comida para bebés, pañales, pediatras y
vacunas, cursos de inglés, de chino, la escuela…”. Ella le pregunta por la
sexualidad de la pareja y Paolo responde que hace años que “Eros se fue de vacaciones” y que la
pareja se sostenía desde otros pilares,
“como el amor”. La hermana le resalta que hace tiempo que Paolo no mira a Simón
a los ojos, que no le pregunta cómo está, qué piensa, lo que teme. Paolo se
justifica diciendo que no tienen tiempo.
Un dato para
observar es que la infidelidad comienza justo para la época en que el alcalde
transcribiera el acta de nacimiento de Leone. Es lícito preguntarse, si no
hipotetizar, si ese obstáculo legal no tenía que ver con el flujo posibilitador
para la emergencia del querer estar juntos. Desde “Psicología de las masas…”
reconocemos bien la cohesión del grupo mediante la identificación a un ideal, a
la vez que la experiencia de lo extranjero, de lo otro, mantiene la aspiración
al universal implícita en las identificaciones simbólicas. En ese sentido,
Bernard Nominé lo resume diciendo que “nada
une más a un grupo como un buen enemigo común. Cuando el enemigo común
desaparece la cohesión del grupo resulta amenazada” (4)
Por otra parte, la
infidelidad se descubre en el momento de salida de exogamia de Leone, quien se
encuentra saliendo con su primera novia y relación sexual. Ubicamos aquí una reformulación
del el contrato narcisista, según Kaes, que es aquel que asigna a cada sujeto
un cierto lugar en el grupo y que para P. Castoriadis-Aulagnier“incluye los ideales y los valores;
transmite la cultura y la palabra de certeza del conjunto social” (5) Es la adolescencia de Leone lo que
encuentra la falla el contrato, trastocando la triple función del contrato
narcisista: asegurar un origen, establecer una continuidad, asegurar al niño,
en contraparte de su investidura del grupo. Leone reclama un nuevo lugar y eso
no es sin una modificación en la dinámica familiar. Se debe tener en cuenta que
el contrato narcisista mantiene una temporalidad de proyecto y de futuro para
el grupo, de manera que tal evento también afecta a los padres.
Paolo confronta a
Simón frente a toda la mesa por su infidelidad. Simón, enojado porque su pareja
violó su intimidad y le leyó los mensajes, se va de la casa decidido a separarse.
Entre ambos ocurre una pelea a los gritos y Simón finalmente se va de la casa.
Ocurre una
seguidilla de venganzas cruzadas: Paolo rompe una foto de la pareja; descorcha
y tira por drenaje la colección de vinos de Simón. Cuando Simón y Riccardo van
a buscar sus cosas sin avisarle a Paolo, descubre las botellas vacías de su
colección de vinos, lo que lo hace enojar. En represalia, él le destruye a
Paolo un estimado traje de Prada. Más tarde Paolo nota y llora por su traje
destrozado. Paolo contraataca e intenta vender el restaurante que Simón
administra. Su hijo lo ve y trata de reconfortarlo, a lo que él le pide que no
vea más a su otro padre, pero Leone trata de mantenerse al margen. Lo que
detiene la seguidillas de venganzas es el hecho de que Simón y Paolo son
citados por su abogado y allí se enteran que la Corte ha fallado en contra de
la doble parentalidad de Leone. En Italia rige el principio ius sanguinis, y la ley les pide volver a un estado anterior y
pruebas para determinar quién es el progenitor (por ejemplo, un ADN), cosa que
ellos ignoran porque no habían querido saberlo cuando hicieron la subrogación.
El abogado les advierte que la Justicia puede, en favor del menor, obligarlos a
tal prueba.
Aquí encontramos
una especificidad en este tipo de familias, que cuestiona la idea de que la
pertenencia al parentesco que los hace parientes esté necesariamente
determinada por el vínculo de sangre y “lo natural”, conforme a la definición
de familia que también menciona Berenstein. En realidad, esta manera de pensar
data de la Grecia del siglo V a.C, según Eric Dodds, donde a partir de las
invasiones jónicas apareció la idea de la transmisión de las enfermedades por
la sangre, como así también la familia vinculada por la sangre (6). Surge también la figura de familia
condenada como se ve, por ejemplo, la vemos en la tragedia de Edipo y Antígona.
Hasta entonces no existía la idea de “culpa de sangre” en sentido estructural,
sino que la culpa era algo individual respecto a los otros.
Si bien Berenstein también
ubica para la época estructuralista los lugares
familiares de padre, madre, hijo y el tío materno,en este caso encontramos otra figura, que en la película es “la dede”:
la mujer que gestó el embarazo (que no es quien puso el óvulo). Se trata de las
subrogadas, gestantes, ó portadoras (“carrier”). Tanto en la película como en
las familias homoparentales reales que se pueden ver en la clínica, se escucha
que estas mujeres muchas veces conservan una relación más o menos estrecha con
la familia, aún después de haber dado a luz. En este trabajo no se hará sino
más que plantear la pregunta por qué lugar tienen estas mujeres.
Una de las preguntas
frecuentemente formuladas en los análisis por los pacientes que constituyen
este tipo de familias es qué y cómo
transmitir el relato del origen a su descendencia, ya que el proceso de
fertilización asistida es de por sí complejo y requiere la participación de
diversas personas. La GS (gestación subrogada) es de gran complejidad e introduce elementos
como el dador de los gametos, el gestante y las figuras de crianza. Además, la clínica muestra que no faltan las comparaciones con las
parejas heterosexuales, en el sentido que las parejas suelen plantear que falta
una madre, sobra un padre, en lugar de plantear que la familia “es así”. En la familia del caso que estamos
analizando, lo que vemos es que hasta ese momento, la familia se manejaba con
la siguiente máxima: “El ADN y la sangre
no une a la familia, sino el amor y la sinceridad”. Se trata de un pacto
denegativo, que implica una restricción al saber. Para lograrlo, en su momento,
ambos hombres habían mezclado su semen en lo que ellos llamaban “cóctel” y
haciendo silencio respecto al asunto.
El pacto denegativo es una
formación inconsciente bifásica que mantiene la ilusión de que el vínculo se
burla de la negatividad radical, siendo un pacto que se hace sobre el
no-vínculo. Tal acuerdo se hace sobre los mecanismos de represión, desmentida o
rechazo. Estos pactos, según Kaës, sirven para la conformación del vínculo y
también como modalidad defensiva (7).
El caso nos deja ver un pacto formado a la manera de la desmentida, en tanto el
conocimiento sobre la filiación de Leone es activamente rechazado. Cumple con
la fórmula “Yo sé que, pero aún así…”.
Este tipo de pactos, por otra parte, mantienen al hijo excluído de parte de su
propia historia.
Roto el mencionado
pacto de ignorancia sobre la filiación de Leone, comienza entre los padres una
batalla por el ADN, pues cada uno afirma ser el progenitor de Leone en base a
los parecidos, los gustos, la personalidad de Leone. Riccardo convence a Simón
de tomar pelos del cepillo de pelo de Leone para obtener una muestra y así anticiparse
al resultado del ADN, sin Leone saber nada de esto. Paolo secretamente también
realiza por su cuenta una prueba de ADN.
Por separado, ambos
descubren que no son los progenitores de Leone, pero creyendo recíprocamente
que el otro lo es. Comienza una etapa de “paz”: Simón le compra a Paolo un
traje nuevo, Paolo le cede el restaurante a Simón. Hablan de lo que han logrado
juntos con la crianza de Leone, de lo importante del respeto. Incluso hablan de
un régimen de visitas. Pero conforme la charla avanza, ambos se dan cuenta de
la realidad: ninguno de los dos es progenitor de Leone.
Ambos confrontan a
Leone con los resultados, pero éste se enoja al darse cuenta que lo hicieron
sin su consentimiento, recordándoles lo que siempre le han dicho sobre el ADN,
el amor y la sinceridad. Los padres terminan confesando que ninguno es su
progenitor. Leone huye de la casa, se toma unas pastillas, escala una palestra
sin protección y cae desde lo alto sobre unas colchonetas, quedando
inconsciente. Es llevado a un hospital por sus amigos.
Los padres
rápidamente aparecen, junto con la tía, quien le aclara que lo del ADN no
cambia el hecho de que ellos sean los padres. Tilly, la gestadora subrogada, se
hace presente y al ser confrontada, ella confiesa que ante el séptimo embrión
que a ella le habían implantado, la mujer temía que tuvieran que volver a
empezar. Ella confiesa haberse acostado una vez con su ex marido, Stephen, pese
a que el médico le dijo que no lo hiciera. Tilly ya tenía tres hijos con él. Al
quedar embarazada supuso que el embrión implantado había sobrevivido, aunque
siempre dudó de eso y no lo dijo para conservar la alegría de Paolo y Simón y
porque ella sintió que ellos lo deseaban. Ella le dice a Leone que sus padres
hicieron de él quien es, no ella ni Stephen. Leone los perdona a todos.
La respuesta sobre
el origen de Leone llega: su progenitor es Stephen, a quien no conocerá por
haber él fallecido unos años antes. Paolo y Simón logran, con su abogado,
adoptar a Leone. Leone cuenta, en un video, que pasa los días viviendo con un
padre o con el otro, que no han vuelto a juntarse. Leone rescata el amor que
ambos padres le tienen a él y que siempre serán una familia.
Marcas de lo no dicho
Se puede formular
la pregunta de si todo el proyecto escolar de Leone de hacer un documental de
la familia no se motorizaba a partir de una marca silenciada. Por otro lado, el
accidente de Leone se trata de una situación grave que en la clínica podemos
catalogar de pasaje al acto, motivada ante una gran angustia, como Lacan señala
en el seminario X.
En los casos donde
la patología de ciertos sujetos no estuvo marcada por ningún trauma grave en su
propia vida, se vuelve necesario revisar los traumas de las generaciones
anteriores. ¿Por qué? Si bien el concepto de repetición que Freud menciona en
“Recuerdo, repetición y elaboración” (8)
se refiere a la tendencia del paciente a repetir una experiencia pasada de su
propia vida con un acto, en vez de recordarla, la repetición puede darse
también en la generación siguiente, es decir en los hijos o en los nietos. De
esta manera, por ejemplo, un hijo puede incorporar ideales y valores de los
padres, ó montos de afecto no procesado, que deberán ser ligados de alguna
manera.
En Tótem y Tabú
leemos que “…habremos, pues, de admitir
que ninguna generación posee la capacidad de ocultar a la siguiente hechos
psíquicos de cierta importancia” (9)
Tisseron aporta que
lo indecible, de la primera generación, pasa a ser innombrable a la segunda e
impensable en la tercera. (10) El
resultado son marcas ausentes de pensamiento, marcas de lo no dicho que tienen
que ser tenidas en cuenta al pensar el padecimiento, sobre todo en aquellos no
mediatizados por la palabra, que son las patologías del acto.
En cuanto a los
secretos, por un lado Piera Aulagnier los relaciona con la estructuración de la
vida psíquica, en tanto es posibilidad de crear pensamientos ajenos a la mirada
del otro. Dice:
“El derecho a mantener pensamientos secretos
debe ser una conquista del Yo, el resultado de una victoria conseguida en una
lucha que opone al deseo de autonomía del niño, la inevitable contradicción del
deseo materno a su respecto” (11)
J. Puget, sin
embargo, nos habla de otra vertiente del secreto, que no tiene que ver con la
subjetivación: “Algunas familias quedan estructuradas en torno a secretos
grupales que deben conservarse definitivamente silenciados. La consigna tácita
es que sus miembros nunca deben referirse a lo que saben y menos aún a pensarlo
o decirlo todos juntos. Fantásticamente se evita así la desintegración familiar
que se produciría al difundirse algún hecho penoso o vergonzoso” (12)
Recordamos, para concluir, que el Edipo no es otra
cosa que la introducción un sistema de parentesco es una estructura simbólica
en la cual se introduce y comprende la sucesión de las generaciones, la
comprensión de la muerte y el acceso a simbolismos más grandes que lo
introducen en otros grupos sociales.
Por otro lado, el caso nos ha dejado
diferenciar la mentira sostenida en un pacto de pareja (un engaño) que la
mentira que involucra a un hijo en un pacto de silencio sobre su filiación.
Bibliografía
(1)Berenstein I (2007)., Del ser al hacer.
Curso sobre vincularidad. Paidós)
(2) Ibid, p.100.
(3) Ibid, p. 75.
(4) (Nominé, Bernard (2008) “Estructuras
clínicas y salud mental. Memorias” En Cap. 1. La secta: un fenómeno)
(5) Kaes, R. Conferencia del 16 de abril 2007.
El malestar del mundo moderno, los fundamentos de la vida psíquica y el marco
metapsicológico del sufrimiento contemporáneo.)
(6) Dodds, E (1951)
“Los griegos y lo irracional”
(7) Kaes, R. - El pacto denegativo en los
conjuntos trans-subjetivos - Rene Kaes. Amorrortu editores)
(8) Freud, S.
“Recuerdo, repetición y elaboración” (1914) A. E., XIV.)
(9) Freud, S.
“Tótem y Tabu”. (1912) Obras Completas Tomo XIII. Amorrortu Editores. 1979)
(10) S. Tisseron.
Las imágenes psíquicas entre generaciones. 1995. En El psiquismo ante la prueba
de las generaciones. Amorrortu editores.)
(11) Piera
Aulagnier “El derecho al secreto, condición para poder pensar”, en “El sentido
perdido”, Ed. Trieb, 1980)
(12) Janine Puget y
Leonardo Wender “Los secretos y el secretar” en revista Psicoanálisis ApdeBA.
Vol. II)