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viernes, 11 de octubre de 2019

Los celos, ¿son una “pasión honesta”?

El autor parte de una pregunta tan clásica como actual: los celos, ¿son una pasión legítima o un testimonio del “desprecio por uno mismo y por el ser amado”? En el camino hacia una respuesta, recuerda la fuerte distinción entre los celos y la envidia, y advierte que los celos son “una pasión constitutiva del deseo”.

 Por Gabriel Lombardi *

En un pequeño tratado sobre las pasiones, Descartes plantea una pregunta cuya relevancia ética se reanima hoy: ¿es la pasión de los celos una pasión honesta y útil o un testimonio de la falta de amor y del desprecio de sí mismo y del ser amado? El filósofo rápidamente toma posición, advirtiendo los problemas que implica considerar al partenaire como un bien propio: “Despreciamos al hombre que es celoso de su mujer, ya que es un testimonio de que no la ama de buena manera y de que él tiene una mala opinión de sí o de ella. Digo que él no la ama de buen modo porque, si tuviera un verdadero amor por ella, no tendría ninguna inclinación a desconfiar de ella. Pero no es propiamente a ella a quien él ama, sino solamente al bien que él imagina, consistente en ser el único en poseerla, ser su único dueño. El no temería perder ese bien si no considerara que él mismo es indigno de tenerlo o bien que su mujer es infiel”.

Los celos forman parte de la vida cotidiana, por razones que hacen a la naturaleza del deseo humano, aunque de un modo diferente en el hombre y en la mujer. El término designa el ardor, la pasión, y también la emulación, una rivalidad que no necesariamente es nociva. Pero también se lo emplea para designar el sentimiento penoso experimentado al sospechar que el objeto amado puede ser disfrutado por un tercero, y el temer que pueda ser sustraído por él. El término evoca una pérdida y al mismo tiempo una paradoja: cuanto más el ser amado es deseado por otro u otros, cuanto más cerca del otro está en el deseo, tanto más estimable se vuelve para el sujeto. lo cual da a esta pasión ese aire de profunda irracionalidad subrayado por Descartes: los celos no surgen tanto de la fuerza de las razones que permiten juzgar que se puede perder al ser amado, como de la gran estima que cobra ese objeto justamente a partir de ser deseado por otro u otra.