En el tramo final libro Posiciones perversas en la infancia1 conjeturamos que no hay posición perversa en el niño sin una madre que haga de ese niño su fetiche, entendido éste como un objeto de goce que desplaza al partenaire sexual. Dejamos así abierta una nueva línea de trabajo: la de las posiciones perversas en la madre. Este trabajo tiene por objetivo dar los primeros pasos en tal sentido. Dar los primeros pasos en un trabajo de investigación equivale a: situar qué se ha dicho al respecto y proponer alguna hipótesis que apunte a producir distinciones en un campo donde la caracterización de las presentaciones clínicas es difusa.
El tabú sobre la maternidad. La maternidad asoma como uno de los pocos campos respecto de los cuales se preserva un prudente silencio respecto de sus ligazones con la sexualidad. Tal como afirma Eric Laurent: “Se olvida, con la fascinación por la relación madre-hijo, que el hijo ocupa el lugar de un condensador de goce. (…) Que el maternaje, el ocuparse de los niños, es una actividad sexual y no educativa o sublimada”.2
Confluyendo en esta línea, La Dra. Estela V. Welldon en el libro conocido en nuestro medio como Madre, virgen, puta.Las perversiones femeninas, pero cuyo título original se traduciría mejor como La idealización y denigración de la maternidad, sostiene que “el fracaso a la hora de diagnosticar a estas mujeres [como perversas] es en parte el resultado de la glorificación social de la maternidad y el rechazo incluso a considerar que ésta pueda tener un lado oscuro”3.
Como dato ilustrativo, cabe recordar que en nuestro país permanece sin estrenarse desde 1989 la película Kindergarten, de Jorge Polaco, donde se roza el tema del incesto. Se trata de la única película argentina censurada desde el retorno de la democracia.
Laurent señala que el discurso analítico debe responder aquí destacando “el tormento que es, para una mujer, un niño y que a pesar de siglos de exaltación mística materna o de la mística femenina, es muy difícil ser madre, porque es un tormento efectivo”4. Tal tormento contempla entre sus salidas la perversión del maternaje.