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sábado, 10 de septiembre de 2022

El hilo invisible: marcas de lo no dicho en la filiación en familias homoparentales

Por Lucas Topssian

Una de las conformaciones familiares actuales más interesantes, cada vez más frecuentes en la clínica, son las llamadas familias homoparentales, cuya proliferación ha sido facilitada por los adelantos biotecnológicos y el cambio de legislación en algunos países respecto a los derechos de población LGTBI. Son familias que, por su conformación, abren la brecha entre progenitor/a y padre/madre, relanzando viejas preguntas: ¿Qué es un padre o una madre? ¿Bajo qué pactos se fundan? Familias que, como cualquier otra, no escapan al sufrimiento como cualquier otra. Berenstein, en ese sentido, recalca que las parejas del mismo sexo deberán pasar también por las vicisitudes del vínculo, dificultades que tienen que ver con el trabajo arduo que propone la ajenidad. (1)

En este trabajo acompañaremos una de estas familias, tomada de la película “El hilo invisible”, para pensar temas tan frecuentes en la clínica como la filiación, los silencios y la infidelidad.



Paolo (52) y Simón forman una pareja italiana de hombres unida bajo la figura de “sociedad civil”, pronta a la celebración de su vigésimo aniversario. Ambos crían a su hijo de dieciséis años Leone, quien nació por subrogación de vientre en California a través de Tilly, una mujer estadounidense que ayudó a sus padres a traerlo al mundo y que todo este tiempo ha sido una presencia amorosa en sus vidas. Tilly tardó dos años en tener a Leone. Tilly, por su parte, tiene su pareja con quien vive en EEUU, Leroy. Leone se encuentra haciendo un documental sobre su familia para el secundario, con especial acento sobre los derechos de filiación por parte de parejas del mismo sexo. A los 15 años de Leone, el alcalde transcribe la partida de EEUU donde figura que ambos son sus padres.

La película nos muestra que esta familia ha vivido una vida relativamente común, ocupada en sus asuntos cotidianos, donde la pareja parental sólo discutía por temas “normales”, según ellos. Simón administra un restaurante (que Paolo es dueño) y además es sommelier. Guarda en la casa una colección de vinos. Para poder criar a Leone, ambos debieron hacer sacrificios: Paolo le pidió a Simón que abandonara su doctorado, a lo cual éste último accedió. Paolo, por su parte, se puso a trabajar vendiendo cocinas y renunciando, según él, a ser un gran arquitecto.

En este tipo de familias, los lugares y las funciones de “madre” y “padre” se reparten obligatoriamente entre ambos “patrés”, plural de pater, como Berenstein menciona haciendo mención a la institución romana y medieval. Es interesante que no solo Berenstein, sino la psicología en general, han propuesto históricamente al padre como una figura mediadora o tercera interdictora entre el hijo y su madre (2). Poco se suele teorizar acerca de qué hace un padre por su cuenta, en qué medida está implicado su deseo, su cuerpo.

La novedad.

La noche anterior al vigésimo aniversario de la pareja, Paolo descubre, revisando por primera vez el celular que su pareja se había olvidado, que Simón lo ha estado engañando durante dos años con Riccardo. Encontramos aquí una novedad, es decir, ese evento imprevisto, dispar entre el evento y el recuerdo, fundadora de un nuevo tiempo y espacio para la familia (3). Este evento coincide con que Leone (17 años) comienza a salir con su primera novia. Como en todo evento, a los sujetos les toca hacer con esto que se presenta, no sin incertidumbre. Ahí se puede ubicar las dimensiones de Berenstein acerca de la semejanza, ajenidad y la diferencia. Paolo se encuentra con eso y se topa con la ajenidad, donde al otro se lo desconoce y también a él mismo en esa versión que aparece.

Paolo inmediatamente acude y le cuenta el hallazgo a su hermana, quien lo calma y le responde que en lugar de Simón, ella se hubiera ido hace tiempo de su lado porque desde que Leone nació, no pensó en otra cosa que en “comida para bebés, pañales, pediatras y vacunas, cursos de inglés, de chino, la escuela…”. Ella le pregunta por la sexualidad de la pareja y Paolo responde que hace años que “Eros se fue de vacaciones” y que la pareja se sostenía desde otros pilares, “como el amor”. La hermana le resalta que hace tiempo que Paolo no mira a Simón a los ojos, que no le pregunta cómo está, qué piensa, lo que teme. Paolo se justifica diciendo que no tienen tiempo.

Un dato para observar es que la infidelidad comienza justo para la época en que el alcalde transcribiera el acta de nacimiento de Leone. Es lícito preguntarse, si no hipotetizar, si ese obstáculo legal no tenía que ver con el flujo posibilitador para la emergencia del querer estar juntos. Desde “Psicología de las masas…” reconocemos bien la cohesión del grupo mediante la identificación a un ideal, a la vez que la experiencia de lo extranjero, de lo otro, mantiene la aspiración al universal implícita en las identificaciones simbólicas. En ese sentido, Bernard Nominé lo resume diciendo que “nada une más a un grupo como un buen enemigo común. Cuando el enemigo común desaparece la cohesión del grupo resulta amenazada(4)

Por otra parte, la infidelidad se descubre en el momento de salida de exogamia de Leone, quien se encuentra saliendo con su primera novia y relación sexual. Ubicamos aquí una reformulación del el contrato narcisista, según Kaes, que es aquel que asigna a cada sujeto un cierto lugar en el grupo y que para P. Castoriadis-Aulagnier“incluye los ideales y los valores; transmite la cultura y la palabra de certeza del conjunto social(5) Es la adolescencia de Leone lo que encuentra la falla el contrato, trastocando la triple función del contrato narcisista: asegurar un origen, establecer una continuidad, asegurar al niño, en contraparte de su investidura del grupo. Leone reclama un nuevo lugar y eso no es sin una modificación en la dinámica familiar. Se debe tener en cuenta que el contrato narcisista mantiene una temporalidad de proyecto y de futuro para el grupo, de manera que tal evento también afecta a los padres.

La reconfiguración de dicho contrato que pone a jugar en cada sujeto el posicionamiento subjetivo en relación a la filiación y si habilita en los difentes actores una permutación simbólica que dirija a la exogamia.

La infidelidad de la pareja, no necesariamente rompe el contrato narcisista tampoco, sino que lo pone a trabajar. La crisis emerge en la pareja y  ahí se lanza el conflicto que los llevará a ver cómo lo resolveran. La infidelidad puede ser un acting dirigido al otro, en ese olvido del celular. Muchas veces la infidelidad no tiene que ver con una cuestión de deseo, puede ser una venganza, una respuesta al miedo a sentirse atrapado en un vínculo, un modo de recuperar una complicidad perdida,un refugio narcisista. También habrá que ver qué lugar tiene ello en el plano de la fantasía de la pareja..

Paolo confronta a Simón frente a toda la mesa por su infidelidad. Simón, enojado porque su pareja violó su intimidad y le leyó los mensajes, se va de la casa decidido a separarse. Entre ambos ocurre una pelea a los gritos y Simón finalmente se va de la casa.

Ocurre una seguidilla de venganzas cruzadas: Paolo rompe una foto de la pareja; descorcha y tira por drenaje la colección de vinos de Simón. Cuando Simón y Riccardo van a buscar sus cosas sin avisarle a Paolo, descubre las botellas vacías de su colección de vinos, lo que lo hace enojar. En represalia, él le destruye a Paolo un estimado traje de Prada. Más tarde Paolo nota y llora por su traje destrozado. Paolo contraataca e intenta vender el restaurante que Simón administra. Su hijo lo ve y trata de reconfortarlo, a lo que él le pide que no vea más a su otro padre, pero Leone trata de mantenerse al margen. Lo que detiene la seguidillas de venganzas es el hecho de que Simón y Paolo son citados por su abogado y allí se enteran que la Corte ha fallado en contra de la doble parentalidad de Leone. En Italia rige el principio ius sanguinis, y la ley les pide volver a un estado anterior y pruebas para determinar quién es el progenitor (por ejemplo, un ADN), cosa que ellos ignoran porque no habían querido saberlo cuando hicieron la subrogación. El abogado les advierte que la Justicia puede, en favor del menor, obligarlos a tal prueba.

Aquí encontramos una especificidad en este tipo de familias, que cuestiona la idea de que la pertenencia al parentesco que los hace parientes esté necesariamente determinada por el vínculo de sangre y “lo natural”, conforme a la definición de familia que también menciona Berenstein. En realidad, esta manera de pensar data de la Grecia del siglo V a.C, según Eric Dodds, donde a partir de las invasiones jónicas apareció la idea de la transmisión de las enfermedades por la sangre, como así también la familia vinculada por la sangre (6). Surge también la figura de familia condenada como se ve, por ejemplo, la vemos en la tragedia de Edipo y Antígona. Hasta entonces no existía la idea de “culpa de sangre” en sentido estructural, sino que la culpa era algo individual respecto a los otros.

Si bien Berenstein también ubica para la época estructuralista los lugares familiares de padre, madre, hijo y el tío materno, en este caso encontramos otra figura, que en la película es “la dede”: la mujer que gestó el embarazo (que no es quien puso el óvulo). Se trata de las subrogadas, gestantes, ó portadoras (“carrier”). Tanto en la película como en las familias homoparentales reales que se pueden ver en la clínica, se escucha que estas mujeres muchas veces conservan una relación más o menos estrecha con la familia, aún después de haber dado a luz. En este trabajo no se hará sino más que plantear la pregunta por qué lugar tienen estas mujeres.

Una de las preguntas frecuentemente formuladas en los análisis por los pacientes que constituyen este tipo de familias es qué y cómo transmitir el relato del origen a su descendencia, ya que el proceso de fertilización asistida es de por sí complejo y requiere la participación de diversas personas. [CZ3]  La GS (gestación subrogada) es de gran complejidad e introduce elementos como el dador de los gametos, el gestante y las figuras de crianza. Además, la clínica muestra que no faltan las comparaciones con las parejas heterosexuales, en el sentido que las parejas suelen plantear que falta una madre, sobra un padre, en lugar de plantear que la familia “es así”.  En la familia del caso que estamos analizando, lo que vemos es que hasta ese momento, la familia se manejaba con la siguiente máxima: “El ADN y la sangre no une a la familia, sino el amor y la sinceridad”. Se trata de un pacto denegativo, que implica una restricción al saber. Para lograrlo, en su momento, ambos hombres habían mezclado su semen en lo que ellos llamaban “cóctel” y haciendo silencio respecto al asunto.

El pacto denegativo es una formación inconsciente bifásica que mantiene la ilusión de que el vínculo se burla de la negatividad radical, siendo un pacto que se hace sobre el no-vínculo. Tal acuerdo se hace sobre los mecanismos de represión, desmentida o rechazo. Estos pactos, según Kaës, sirven para la conformación del vínculo y también como modalidad defensiva (7). El caso nos deja ver un pacto formado a la manera de la desmentida, en tanto el conocimiento sobre la filiación de Leone es activamente rechazado. Cumple con la fórmula “Yo sé que, pero aún así…”. Este tipo de pactos, por otra parte, mantienen al hijo excluído de parte de su propia historia.

Roto el mencionado pacto de ignorancia sobre la filiación de Leone, comienza entre los padres una batalla por el ADN, pues cada uno afirma ser el progenitor de Leone en base a los parecidos, los gustos, la personalidad de Leone. Riccardo convence a Simón de tomar pelos del cepillo de pelo de Leone para obtener una muestra y así anticiparse al resultado del ADN, sin Leone saber nada de esto. Paolo secretamente también realiza por su cuenta una prueba de ADN.

Por separado, ambos descubren que no son los progenitores de Leone, pero creyendo recíprocamente que el otro lo es. Comienza una etapa de “paz”: Simón le compra a Paolo un traje nuevo, Paolo le cede el restaurante a Simón. Hablan de lo que han logrado juntos con la crianza de Leone, de lo importante del respeto. Incluso hablan de un régimen de visitas. Pero conforme la charla avanza, ambos se dan cuenta de la realidad: ninguno de los dos es progenitor de Leone.

Ambos confrontan a Leone con los resultados, pero éste se enoja al darse cuenta que lo hicieron sin su consentimiento, recordándoles lo que siempre le han dicho sobre el ADN, el amor y la sinceridad. Los padres terminan confesando que ninguno es su progenitor. Leone huye de la casa, se toma unas pastillas, escala una palestra sin protección y cae desde lo alto sobre unas colchonetas, quedando inconsciente. Es llevado a un hospital por sus amigos.

Los padres rápidamente aparecen, junto con la tía, quien le aclara que lo del ADN no cambia el hecho de que ellos sean los padres. Tilly, la gestadora subrogada, se hace presente y al ser confrontada, ella confiesa que ante el séptimo embrión que a ella le habían implantado, la mujer temía que tuvieran que volver a empezar. Ella confiesa haberse acostado una vez con su ex marido, Stephen, pese a que el médico le dijo que no lo hiciera. Tilly ya tenía tres hijos con él. Al quedar embarazada supuso que el embrión implantado había sobrevivido, aunque siempre dudó de eso y no lo dijo para conservar la alegría de Paolo y Simón y porque ella sintió que ellos lo deseaban. Ella le dice a Leone que sus padres hicieron de él quien es, no ella ni Stephen. Leone los perdona a todos.

La respuesta sobre el origen de Leone llega: su progenitor es Stephen, a quien no conocerá por haber él fallecido unos años antes. Paolo y Simón logran, con su abogado, adoptar a Leone. Leone cuenta, en un video, que pasa los días viviendo con un padre o con el otro, que no han vuelto a juntarse. Leone rescata el amor que ambos padres le tienen a él y que siempre serán una familia.

Marcas de lo no dicho

Se puede formular la pregunta de si todo el proyecto escolar de Leone de hacer un documental de la familia no se motorizaba a partir de una marca silenciada. Por otro lado, el accidente de Leone se trata de una situación grave que en la clínica podemos catalogar de pasaje al acto, motivada ante una gran angustia, como Lacan señala en el seminario X.

En los casos donde la patología de ciertos sujetos no estuvo marcada por ningún trauma grave en su propia vida, se vuelve necesario revisar los traumas de las generaciones anteriores. ¿Por qué? Si bien el concepto de repetición que Freud menciona en “Recuerdo, repetición y elaboración” (8) se refiere a la tendencia del paciente a repetir una experiencia pasada de su propia vida con un acto, en vez de recordarla, la repetición puede darse también en la generación siguiente, es decir en los hijos o en los nietos. De esta manera, por ejemplo, un hijo puede incorporar ideales y valores de los padres, ó montos de afecto no procesado, que deberán ser ligados de alguna manera.

En Tótem y Tabú leemos que “…habremos, pues, de admitir que ninguna generación posee la capacidad de ocultar a la siguiente hechos psíquicos de cierta importancia(9)

Tisseron aporta que lo indecible, de la primera generación, pasa a ser innombrable a la segunda e impensable en la tercera. (10) El resultado son marcas ausentes de pensamiento, marcas de lo no dicho que tienen que ser tenidas en cuenta al pensar el padecimiento, sobre todo en aquellos no mediatizados por la palabra, que son las patologías del acto.

En cuanto a los secretos, por un lado Piera Aulagnier los relaciona con la estructuración de la vida psíquica, en tanto es posibilidad de crear pensamientos ajenos a la mirada del otro. Dice:

El derecho a mantener pensamientos secretos debe ser una conquista del Yo, el resultado de una victoria conseguida en una lucha que opone al deseo de autonomía del niño, la inevitable contradicción del deseo materno a su respecto(11)

J. Puget, sin embargo, nos habla de otra vertiente del secreto, que no tiene que ver con la subjetivación: “Algunas familias quedan estructuradas en torno a secretos grupales que deben conservarse definitivamente silenciados. La consigna tácita es que sus miembros nunca deben referirse a lo que saben y menos aún a pensarlo o decirlo todos juntos. Fantásticamente se evita así la desintegración familiar que se produciría al difundirse algún hecho penoso o vergonzoso” (12)

En el caso, encontramos un secreto referido a la filiación, donde Leone queda desubjetivado, Ilustrado en el caso como un pasaje al acto que expulsa al joven de la escena; con la suerte de poder armar otra. También podemos pensar en lo no dicho referido a los orígenes de la filiación, filiación que sí está operando en ese hijo con los padres,  pero que indudablemente queda afectada por la desmentida que funcionaba en la trama familiar, sumado a la figura del secreto.

 Recordamos, para concluir, que el Edipo no es otra cosa que la introducción un sistema de parentesco es una estructura simbólica en la cual se introduce y comprende la sucesión de las generaciones, la comprensión de la muerte y el acceso a simbolismos más grandes que lo introducen en otros grupos sociales.

 

Por otro lado, el caso nos ha dejado diferenciar la mentira sostenida en un pacto de pareja (un engaño) que la mentira que involucra a un hijo en un pacto de silencio sobre su filiación.

Bibliografía

(1)Berenstein I (2007)., Del ser al hacer. Curso sobre vincularidad. Paidós)

(2) Ibid, p.100.

(3) Ibid, p. 75.

(4) (Nominé, Bernard (2008) “Estructuras clínicas y salud mental. Memorias” En Cap. 1. La secta: un fenómeno)

(5) Kaes, R. Conferencia del 16 de abril 2007. El malestar del mundo moderno, los fundamentos de la vida psíquica y el marco metapsicológico del sufrimiento contemporáneo.)

(6) Dodds, E (1951) “Los griegos y lo irracional”

(7) Kaes, R. - El pacto denegativo en los conjuntos trans-subjetivos - Rene Kaes. Amorrortu editores)

(8) Freud, S. “Recuerdo, repetición y elaboración” (1914) A. E., XIV.)

(9) Freud, S. “Tótem y Tabu”. (1912) Obras Completas Tomo XIII. Amorrortu Editores. 1979)

(10) S. Tisseron. Las imágenes psíquicas entre generaciones. 1995. En El psiquismo ante la prueba de las generaciones. Amorrortu editores.)

(11) Piera Aulagnier “El derecho al secreto, condición para poder pensar”, en “El sentido perdido”, Ed. Trieb, 1980)

(12) Janine Puget y Leonardo Wender “Los secretos y el secretar” en revista Psicoanálisis ApdeBA. Vol. II)

sábado, 10 de julio de 2021

Diario de un psicólogo en apuros: Cómo saber si tu pareja te engaña.

Cierta paciente me había comentado acerca de un ritual mágico de adivinación para saber si la pareja lo engañaba y quería saber qué opinaba yo:

Dentro de un círculo de sal, colocar tres fósforos parados, uno al lado del otro. El fósforo central es la persona por la que se pregunta; los fósforos a su lado representan la pareja y el tercero en discordia. Se encienden los tres fósforos. La inclinación del fósforo quemado marcará a dónde apunta el deseo del amado.

Me llama la atención que la que sufre y pregunta sos vos, pero el fósforo central sea ÉL y su deseo —le comento, poniendo en relieve de que lo que se trata es siempre del deseo del Otro.

De todas formas, el procedimiento oracular fue realizado:


Una colega, en la supervisión, me confronta escandalizada por  permitir semejante despliegue delirante dentro de mi consultorio. Le contesto con una pregunta, para la que aún no tengo respuesta: ¿No es todo lo relacionado a los celos acaso delirante? 

Empecemos por el delirio principal del celoso -y la de los neuróticos-, que es la de creer ciegamente en que algo o alguien es capaz de colmar al Otro en general, al otro en particular y a su pareja en el caso singular. La persona celosa delira, pero ciertamente no es estúpida: sabe que ella no es aquello que la colma. ¿Pero entonces quién? Debe haber alguien capaz de lograrlo.

El rival del celoso es más deseable, todo lo tiene y todo lo puede, pues está creado homoeróticamente a imagen y semejanza de lo que la persona celosa fue, lo que es y lo que le gustaría ser. Hay algo casi lésbico en el relato de la mujer celosa al describir a su contrincante, lo mismo ocurre en el varón. 

La persona celosa supone que su pareja es alguien experto en la actuación y el engaño, por lo que adopta la actitud de un detective profesional. El celoso se dedica al arte del espionaje, del hackeo de las redes sociales, transforma la escena de la pareja en una pericia criminal, recogiendo y analizando la evidencia, aunque más no se trate de un cabello. Para el celoso, importan más los detalles que lo obvio de que alguien con un amante cambia grosera y radicalmente de actitud, de aspecto y de costumbres. Nadie puede ocultar un secreto tan grande durante mucho tiempo y menos de la pareja con la que convive. Los casos de infidelidad exitosos son aquellos en donde la pareja es cómplice y se hace la que no se da cuenta, seguramente, porque gana algo a cambio.

El tramposo común, más temprano que tarde tropieza y revela su traición, la mayor parte de las veces, de forma burda y torpe, casi como si pidiera a gritos ser descubierto. La pregunta es si en esta clase de oráculos como los fósforos, ¿Es para saber o para confirmar lo evidente de que tu pareja te está siendo infiel? 

Lo peor que puede pasarle al celoso es que el tercero en discordia no exista. En ese caso, ha de construir y hacer consistir a este mítico ser de la forma que sea. Por ejemplo, un pelo hallado en el piso es sinécdoque del encuentro sexual del marido con una despampanante mujer (la dueña del cabello); una mínima tardanza puede transformarse en una clara pista de la escena romántica clandestina con un amante; un mensaje de texto fuera de horario es un obvio fragmento de un amor prohibido. Canta Willie Colon, en Gitana:

Y tengo celos del viento porque acaricia tu piel
De la luna la que miras
Del sol porque te calienta
Yo tengo celos del agua
Y del peinecito que a ti te peina

En este último aspecto de hacer consistir al amante a cualquier precio, la persona celosa es insistente. Puede caer en el ridículo miles de veces, no importa, siempre habrá un nuevo indicio que relance la duda (o la certeza) de que esa persona usurpadora existe. Jamás se detiene realmente a pensar qué puede pensar su pareja -o cómo se siente- al acusarla permanentemente de traicionera, cagadora, sucia, etc. 

Finalmente, el celoso es un apasionado de la ignorancia. Compró el modelo romántico de las dos media naranjas del siglo XIX y por alguna razón misteriosa se adhiere a él, desconociendo que desde las hetarias griegas, el concubinato chino y las cortesanas, siempre hubo espacio para seguir deseando, sin tener la necesidad de corresponder al ideal de completar a nadie

jueves, 6 de agosto de 2020

Amores locos: ¿Qué amor?

La época actual exige revisar los conceptos, pues la subjetividad presente amenaza con arrasar la ética del analista. Es un mundo donde todo es posible, donde la ciencia avanzó de tal manera que tiene las respuestas a todas las preguntas. El analista, sin embargo, se encarga de aquello que no tiene respuesta. Esto es lo que hay sostener a lo largo de un tratamiento, que el sujeto no dé una respuesta rápida. Esto va en contra de la subjetividad de la época, donde las cosas se quieren ya.

Tener una pareja no implica estar enamorado. El amor puede correr por la lógica del tener y así, tener una pareja de cualquier manera. Todas las parejas que funcionan como tal, tienen un costado renegatorio, que es el amor. De lo que se reniega es que el amor no está en la lógica del tener, sino en la lógica del encuentro, que a su vez es un desencuentro.

Vayamos al nudo borromeo, que es el Complejo de Edipo:

El nudo borromeo anuda de forma trivial (sin la importancia de uno sobre otro) los tres registros: real, imaginario y simbólico. Los tres tienen el mismo valor y los tres anudados forman la estructura neurótica, sostienen la mentalidad neurótica. Los sostiene un vacío y ahí tenemos una neurosis de transferencia. Estas presentaciones casi no aparecen en la clínica actual, porque el amor es el que funda una neurosis de transferencia, como las que describe Freud cuando funda el psicoanálisis.

¿Qué es una neurosis de transferencia? Una neurosis en la que:
- Hay un síntoma, que es una formación de compromiso entre el deseo y la defensa;
- Hay una pulsión que hace un recorrido por los objetos de la pulsión: objeto oral, anal, mirada, voz.
- Hay un cuerpo imaginario que se refleja en el espejo, pero no hace Uno con la imagen alienada del espejo (cuando esto pasa, surge la agresividad con el cuerpo unificado del otro). Aquí se forman las parejas, en un imaginario pleno donde alguien encuentra lo que le falta.

El registro de lo real siempre insiste en mover la estructura, irrumpiendo con cosas de las que uno no quiere saber. Lo real molesta, chilla, mueve a los demás registros. Pensemos que el otro miembro de la pareja también tiene sus agujeros y sus nudos, armados de alguna manera. Cuando se impone desde lo social que la completud es lo que sirve a la felicidad, está la ilusión de armar uno solo a partir de dos. Podemos ir a la leyenda de los primeros humanos con 4 piernas y 4 brazos, que Zeus separa.

Podemos decir que los personajes de esta leyenda no hacen un duelo y que esa separación queda ahí suspendida. El duelo por la eparación de nuestro originario, de nuestro otro auxiliador (como dice Freud en el Proyecto) es fundamental para poder encontrarnos con otro semejante y que no nos complete. El duelo fundante es la separación del Otro primordial, del Otro que nos da la vida. Resulta que venimos al mundo de a dos, por eso el amor siempre se asocia con el dolor: el amor existe en tanto haya separación del cuerpo del otro y eso amerita un duelo. El duelo implica dejar ir, soltar... y volver. Volver a encontrarnos con eso que se supone que tuvimos en algún momento y que lo perdimos.

En la época actual, el duelo tiene mala prensa, así como también la tristeza ni la angustia. La ciencia se encargó de solucionar estos problemas con medicamentos. Si un sujeto no puede arriesgarse a estar triste porque perdió un amor, tampoco va a soportar que el amor se le vaya. Se dice frecuentamente que hay que tolerar al otro, pero se olvidan que la tolerancia invita a la ira, a la violencia, porque la tolerancia es soportar. Es necesaria la aceptación de la diferencia del otro cuando cae el enamoramiento.

Dos personas se encuentran por las razones más inverosímiles. Hay un momento del amor, según Freud, donde el encuentro parece posible. La fascinación y la idealización del cuerpo del otro es recíproca. Coinciden en todo, hacen todo juntos... ¿Cómo es posible esto? En cierto momento, el enamoramiento cae. Si el sujeto se queda en ese lugar, empieza a desubjetivarse, porque depone sus ideales en el enamorado y deja de estar tomado por sus propios títulos, rasgo y marcas. El enamorado se mimetiza y desaparece en los brazos del otro. Entonces en los consultorios escuchamos cosas como "Yo querría estudiar, pero mi pareja no me deja", como si uno tuviera que pedir permiso para continuar haciendo su vida y siguiendo a su deseo. Estos movimientos que ocurren dentro de en una pareja causan tensión y enojo y éstos son necesarios para que caiga el ideal y haya una oportunidad para el amor.

El amor no es desde el principio. El tiempo de conocer a una pareja responden a los tiempos de la subjetividad: tiempo de ver, tiempo de comprender y tiempo de concluir. El amor está íntimamente relacionado con el tiempo y esta es una coordenada que no se puede agarrar. Nosotros tenemos tiempo cuando lo damos, sino el tiempo no existe. Sin hacer el don de tiempo, no hay tiempo. Nuestra sociedad actual es la del rendimiento: el hombre tiene que producir para encontrar la felicidad, que no está muy en claro qué es. Lo que sabemos es que hoy la felicidad se ha convertido en obligatoria y es a cualquier precio. Por otra parte, vivimos en un mundo de gente deprimida, melancolizada, agobiada, explotada. La pareja y el amor entraron bajo esa égida: la explotación de la pareja. Entonces escuchamos de parejas que hace 6 meses que alen y se van a vivir juntos porque a uno le venció el contrato de alquiler. Actualmente, no existe más el noviazgo, que era para conocerse y armar un proyecto de convivencia. Hoy en día, a algunos les alcanza con llevarse bien y tener buenas relaciones en la cama.

Cuando el enamoramiento cae, aparecen todas las manchas de cada uno, las diferencias, que pueden ser buenas o malas. Empieza a generarse una tensión agresiva, donde la especularidad los remite a la época del estadío del Espejo donde la formación del yo estaba dado por el Otro auxiliador y sostenido por la palabra. Cuando cae el enamoramiento, la palabra ya no sostiene a la relación. Ante esto, algunos intentan probar con otra pareja donde se supone amor, que reinicia el círculo de repetición de lo mismo.

Lo que no se soporta, justamente, es que el otro sea... otro. El mercado tiene una oferta increíble para que haya otros otros, todo el tiempo. La soledad de las masas se reúne en aplicaciones, pero los tiempos los tiene que poner cada quien. Conocer al otro es conocer lo que no anda y ver qué se hace con eso. El amor, además de ser un vacío fundante, es un alojamiento donde el otro puede sumergirse, confiar y esperar que al otro le pase lo mismo. El amor no es el encuentro con el objeto que a uno le falta, sino el encuentro con lo incierto de la vida, con la ganas de seguir apostando a esa persona.

El amor no es sinónimo de sacrificio, tampoco de dolor, aunque viene asociado a él, porque para que haya amor nuevo, tiene que haber habido un duelo, una separación de los padres. El encuentro amoroso no totaliza ni unifica. No se puede saber todo de la pareja, ni dominarlo: eso raya con la locura. Freud decía que los celos vienen con el amor, que tienen que ver con ubicar la mirada allí donde a uno le gustaría también estar. Hay celos normales, como querer saber, pero privarse de preguntar y saber es algo del orden de la neurosis bien armada.

¿Qué arma las cuerdas en la estructura? La función paterna. La función materna aloja en ese vacío fundante para qye después el sujeto pueda salir deese lugar tan acogedor a buscar lo que ya no tiene, el lugar en la madre. El ordenador y orientador de esa salida es la función paterna. Cuando el amor falta a la cita, la carencia de las herramientas subjetivas están a flor de piel. Aparece la ira, la violencia contra todo lo que el otro intenta hacer con uno y que no puede alojar por lo haber sido alojado en el amor. Son casos donde se desconfía del significante del amor, no hay posibilidad de tener encuentros amorosos con amigos, pares del trabajo, además de la pareja. En el caso de la relación erótica hace la diferencia, porque el encuentro con los cuerpos compromete el vínculo de una manera especial. El encuentro con los cuerpos también está presente en la madre y el niño.

Hay gente que no tienen dificultad en el tiempo separarse y la distancia es subjetiva. Hay colapso de los encuentros amoosos y estas consecuencias se vuelcan sobre los hijos. Cuando una madre no está separada de su propia madre, tampoco puede alojar a un hijo en nombre del amor que le tiene a su pareja. Se escuchan casos donde una madre no quiere donarle el hijo a su marido, sino a su propia madre, de manera que el papá del niño empieza a celar el lugar que el niño ocupa para su mujer, sin saber que su mujer lo tuvo para su propia madre o padre. Estos son algunos enredos del amor.

La época actual también reniega sobre el tiempo biológico para tener hijos, como en el caso del congelamiento de óvulos. Hay un apuro que debe ser separado de la función de la prisa: la función de la prisa en un análisis en una prisa nos orienta a la angustia. El sujeto humano es el único que al nacer sabe que se va a morir. La oferta de la ciencia nos permite negar permanentemente hasta que la biología dice basta.

Las parejas y el nudo borromeo.
En el registro imaginario, Lacan ubica al cuerpo y al amor. El cuerpo se va formando con la imagen que devuelve el espejo, que tiene algo que no es especularizable, que no se logra ver por la madre ni el sujeto. Eso se llama -φ y es la reserva libidinal operatoria a cargo del sujeto. Cuando me dirijo al cuerpo del otro, hay algo de su cuerpo que se me escapa y por eso me puedo enamorar. Sino, es lo mismo un robot, un animal o una persona. Cuando se trata de una relación imaginaria, de yo a yo, nosotros podemos ubicar en el nudo lo que ocurre en las parejas.

La intersección del registro imaginario con el simbólico ubicamos el sentido, que es el usufructo del cuerpo. Cuando eso se transforma en padecer, es mortífero. Tiene que ver con los sentidos: la mirada, la voz, el contacto con la piel... En esa interseción, cuando el imaginario está completo, aparece la idealización, la ilusión de la pareja completa.

El agujero de lo simbólico, está el significante unario, el S1. Ese significante nos unariza, nos nombra como sujetos. Nos pone en órbita de la función paterna. Es el potencial borrador de las huellas del Otro. Nos unifica, pero a la vez no nos homogeneiza, porque es un significante (y no un significado). Se trata de un agujero que no puede ser llenado y ese significante nos permite partirnos como sujetos. En esa división, el sujeto habla pero no sabe lo que dice. Algo le viene de otra escena, la inconsciente, como decía Freud. El significante unario borra lo que viene del Otro, para poder apropiárselo. Por eso unariza. En este lugar aparece la muerte como lugar de deseo, en el sentido de que no todo es posible, no todo es completo y no se puede decir todo del otro ni de uno mismo.

Lo real tiene su agujero que es el falo. En la intersección del registro simbólico con el registro de lo real está el goce fálico, que es el goce de la palabra. El destino de la pulsión es recortar zonas del cuerpo para poder gozar de la vida y de dese cuerpo. No se goza del cuerpo completo, como en la perversión, sino de las zonas erógenas que la pulsión va recortando para que caiga el objeto y aparezca un agujero. La anatomía es el destino de la pulsión y eso no tiene que ver con los genitales ni con los géneros. Cuando se trata de la intersección de lo simbólico y lo real, tenemos amigos con derechos. En realidad, en este lugar del nudo está el síntoma, por eso esos amigos con derechos sufren justamente no saber cuáles son esos derechos y por eso chillan. La meta amistad, decía Freud, es diferente a la de la pareja porque es de meta inhibida, es decir, no llega al cuerpo. ¿Se puede ser amigo de la pareja? El discurso de la amistad no es el mismo que el discurso erótico. 

Cuando el agujero de lo real se hace cargo de aparecer, rompe la vida eterna. En lo real está la vida eterna, el organismo que no sabe de morirse sino hasta la introducción del significante. Cuando hablamos de vida eterna hablamos de sexo. Sexualidad y muerte son 2 significantes de los que no tenemos representación. Sexualidad no es genitalidad e implica a todo el cuerpo. Cuando la madre le imprime al niño sus significantes, la libido es esta atribución fálica que la madre le otorga a un niño, la atribución de un valor que equivale para ella a un valor supremo y que es equivalente en la ecuación fálica: niños, regalo, oro... El sexo quiere decir rajadura (sexum, corte) y sexualidad y muerte fundan la estructura. Por eso, el amor es fundante de un vacío y propicia otras cosas. Se trata de un vacío que debe ser mantenido y no debe ni puede ser llenado por objetos. El vacío propicia la creatividad en el encuentro amoroso. 

Cuando se trata de lo real con lo imaginario, tenemos las parejas socialmente adaptadas a una normativa.  Son parejas estables, de las que no se puede decir si se quieren o no. Entre lo real y lo imaginario se encuentra el goce del Otro. Son parejas que cumplen mandatos, que pueden ser de sus orígenes o sociales. Pero también aparecen acá las parejas swingers, donde el cuerpo de uno o ambos se objetaliza y luego no pueden volver al encuentro amoroso. Se trata de parejas con mucha angustia.

Amor y fidelidad
La infidelidad no es una cuestión de moral, pero es cierto que impide el corte y hacer un duelo. La infidelidad impide hacer el acto que subjetivice y qué hacer con la vida de uno. La infidelidad es cobarde, porque el infiel cede al deseo, que no es sexual, sino lo que nos constituye como sujetos. Ser infiel es mantener el encuentro con el Otro primordial intocado. En la fantasía del Don Juan, él está con muchas mujeres, pero le sigue siendo fiel a la madre. 

La infidelidad siempre es incestuosa. En el consultorio, en lo casos de infidelidad uno puede escuchar el discurso de su Otro primordial y constatar esto: aparecen las madres toda bondad. Son madres que no permitieron el ingreso de la función paterna para que la separe del niño. Para que una madre no se despegue de su hijo, tiene que sacar al padre de la cama. Y también es al revés: para que el padre entre en la cama, tiene que mandar al niño a su cuarto. La cobardía es contraria al deseo, ceder al deseo puede manifestarse en ser infiel o en otras áreas de la vida. 

En la clínica, la infidelidad renueva a la pareja. Las mujeres empiezan a registrar que hay otra y se puede poner celosa. Para que un tercero o tercera entre en la cama matrimonial, los dos tuvieron que hacerle lugar. No es de a uno la infidelidad. Hay personas que miran hacia otro lado para que ingrese un tercero que se quede con su pareja. No se trata de un tema moral, sino de tratar de teorizar el discurso que escuchamos en los consultorios.

El signo de amor es justamente un signo y el ser humano no siempre está en condiciones psíquicas de alojar algo del orden del amor. 

Fuente: Nota confeccionada con las notas de la conferencia de María Marta de Palma titulada "¿Amores? locos: ¿Qué amor?", dictada el 12/02/2020