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miércoles, 13 de agosto de 2025

¿Qué es lo que el falo-letra denota?

La interrogación que Lacan se plantea sobre el falo lo conduce a preguntarse por su valor de verdad. Señala que este no suprime el obstáculo implicado en la no relación, sino que predica sobre él. Aunque predicar suponga un paso más allá de la mera atribución, ello no resuelve el problema de cómo operar en ese punto, lo que justifica el pasaje rápido de lo modal a lo nodal.

En la hiancia de la relación sexual interviene el lenguaje, no sólo para suplirla, sino también para darle lugar como tal. De ahí que la verdad sea siempre un efecto primero ligado a la función de la palabra, lo que implica una estructura de ficción.

Este es el terreno que el Edipo puso en juego, y que Freud abordó mediante un mito que Lacan se encarga de explicitar: entre Edipo y Tótem y Tabú. No sólo Freud advierte los impasses a los que lo conduce este planteo mítico; algunas reformulaciones presentes en Moisés y la religión monoteísta pueden leerse como respuestas a tales controversias. En esta misma línea, Lacan propone afrontarlas a partir de la función de lo escrito.

El mito de Tótem y Tabú presupone un “todo” en el plano de las mujeres que el lenguaje no puede inscribir. Si no hay tal “todo”, la pretensión de un universal que las nombre se establece como un límite que afecta la consistencia del campo.

Vemos así cómo se enlazan ambas cuestiones: la interrogación por el valor de verdad del falo como obstáculo a la relación sexual y la lectura lacaniana del abordaje freudiano del Padre en el mito, que apunta a la imposibilidad de un universal femenino. El falo se convierte entonces en obstáculo en la medida en que no logra recubrir todo el campo del goce; a partir de esa falla se sitúa el deseo, pero un deseo ligado a su causa, y no al falo como respuesta.


miércoles, 2 de julio de 2025

La Identificación Primaria como contrainvestidura y soporte del Inconsciente

La literalidad que Freud atribuye al fenómeno de la identificación —como veíamos aquí— ofrece una clave fértil para pensar la identificación primaria como una primera contrainvestidura. Esto permite concebirla no tanto como un elemento ya articulado en la red de pensamientos inconscientes, sino como aquello que la sostiene, que actúa como su base estructural.

De la formulación freudiana se deduce que estamos ante un fenómeno de índole arcaica, algo que más adelante, en Moisés y la religión monoteísta, será asociado a lo filogenéticamente heredado. Siguiendo el hilo de la elaboración freudiana, encontramos que la identificación primaria aparece estrechamente vinculada al mito de la horda primordial y al asesinato del padre. Freud se interroga allí por las consecuencias de ese acontecimiento originario: ¿qué huella deja en el sujeto?, ¿de qué modo retorna?

Una dimensión central es la imposibilidad misma de representar a ese padre originario. Solo es posible hablar de él en el contexto del mito, y en ese marco, Freud lo caracteriza como tiránico, feroz, despótico. Esta imposibilidad de representación abre preguntas sobre el lugar —si lo hay— de lo imaginario en ese nivel, y sobre los modos posibles de pensar su incidencia.

Más allá de estas figuras, es precisamente a partir del acto del asesinato que emerge en los hermanos el sentimiento de culpa. Este punto no está exento de paradojas: ¿por qué la culpa surgiría como consecuencia del asesinato?, o más aún, ¿cómo es posible que de ese crimen derive la instauración de la ley?

Es Lacan quien despeja este obstáculo teórico, al afirmar que el padre está muerto desde el inicio. Esta operación lógica —no cronológica— le permite definirlo como significante, es decir, como aquello que funda el orden simbólico precisamente desde su falta, desde su imposibilidad de encarnación plena.

martes, 1 de julio de 2025

La Identificación Primaria como Litoral entre lo Real y lo Simbólico

Freud advierte: “Sabemos muy bien que con estos ejemplos tomados de la patología no hemos agotado la esencia de la identificación…”. Esta afirmación debe entenderse dentro del marco en el que la identificación es pensada desde dos ejes centrales: su papel en la formación del síntoma y su relación con el objeto.

Particularmente en el caso de la identificación primaria, esta esencia del concepto —su opacidad y la dificultad para ser representada— se vuelve especialmente evidente. Dos aspectos clave emergen aquí: su dependencia del mito del asesinato primordial y el carácter enigmático que conserva incluso en su formulación teórica. En este sentido, podríamos decir que lo inimaginable de la identificación primaria está vinculado a lo que no puede representarse en el origen mismo: la figura del padre primordial.

El mito de la horda, como señaló Lacan, funciona precisamente como una respuesta a esta imposibilidad estructural. Desde esta perspectiva, puede afirmarse que la noción freudiana de identificación primaria configura un primer litoral, una frontera móvil y no rígida, entre lo real y lo simbólico. Este borde delimita un campo donde lo susceptible de ser simbolizado —y por tanto, de cristalizarse en un síntoma— se diferencia de lo que retorna desde la represión primaria bajo la forma de afectos o manifestaciones corporales.

Un indicio temprano de esta problemática aparece en el Manuscrito L, adjunto a la carta 61 del 2 de mayo de 1897. Allí, en el contexto de su reflexión sobre la “arquitectura de la histeria”, Freud se pregunta por las relaciones entre fantasías y escenas originarias, afirmando: “El hecho de la identificación admite, quizás, ser tomado literalmente”.

Esta observación resulta especialmente sugestiva a la luz de la posterior elaboración lacaniana, pues sin formularlo directamente, Freud parece ya vincular la identificación a la letra, es decir, al punto de borde donde lo simbólico roza lo real.

lunes, 19 de mayo de 2025

La paradoja del "al menos uno"

En su abordaje modal de la castración, Lacan establece la excepción lógica como el punto de partida, configurando un decir modal que habilita la posibilidad de un inicio.

Se trata de un “al menos uno” que, paradójicamente, se sustrae a la castración, escribiendo el lugar de lo que no queda alcanzado por ella. Esta posición excepcional es clave porque todo ser hablante, inmerso en el lenguaje, está condicionado por la castración. Así, el decir que funda esta excepción sostiene un universal, el cual se emplaza en el campo fálico.

De la relación entre este existencial y el universal que constituye, surge una contradicción fundamental que define al campo fálico.

Más allá del Mito: La Estructura de lo Imposible

Con esta formulación, Lacan transforma la lectura de “Tótem y Tabú”, alejándola de la categoría de mito y acercándola a una estructura lógica que trasciende la anécdota. De ahí que pueda definir el mito como un enunciado de lo imposible.

La escritura modal, por su parte, permite deslindar lo imposible en juego al articular los modos lógicos con los planteos de Frege y Gödel.

En esta escritura modal, la excepción deviene fundante al asumir el modo lógico de lo necesario. Es decir, la serie solo es posible por aquello que no entra en ella, sino que la sostiene. Desde este punto, Lacan forja la función del síntoma como anclaje del sujeto.

El Síntoma y la Función del Padre

En este entramado, se anudan tres dimensiones fundamentales:

  1. La castración
  2. La función del Padre como excepción
  3. El lugar y la operación del síntoma

Este lazo entre castración, Padre y síntoma es el paso previo para definir el lugar del Padre como síntoma en lo nodal.

jueves, 15 de mayo de 2025

Dos modos de incidencia de la castración

En el Seminario 18, Lacan lleva a cabo un paso del mito a la estructura, una transición que responde a una necesidad lógica extraída del mito freudiano. En este movimiento, el "Padre feroz y tiránico" del mito es elevado a la categoría de la excepción: un elemento que no está afectado por la castración.

A partir de esta reformulación, Lacan establece una diferencia fundamental entre dos mitos en Freud:

  1. El Edipo, que surge del discurso histérico y está marcado por la insatisfacción.
  2. Tótem y Tabú, que responde a una inconsistencia lógica.
Edipo: La Ley en el Comienzo

El mito de Edipo es solidario con la tragedia y se estructura como un proceso en el cual el falo se transfiere del Padre al hijo (independientemente de su sexo). Sin embargo, esta transferencia nunca se cumple del todo, lo que subraya la separación entre sujeto y goce.

En este esquema:

  • La ley está en el origen y traza una vía de acceso al goce.
  • Pero esta vía se frustra, lo que da lugar a la insatisfacción.
  • El asesinato del Padre es el desenlace, pero el sujeto inicialmente no es consciente de él.
Tótem y Tabú: La Ley como Segunda

El mito de Tótem y Tabú, en cambio, parte de una inconsistencia:

  • El goce está en el origen y es exclusivo del Padre.
  • La ley aparece después, como una consecuencia de esa exclusión del goce.
  • El Padre goza, pero no transmite, estableciendo así un obstáculo estructural.

Esta duplicidad define dos formas de la operación de la castración:

  1. Desde lo discursivo: la palabra, la metáfora y la posibilidad de parodiar el goce.
  2. Desde lo lenguajero: el punto donde el lenguaje se revela insuficiente para resolver la anomalía del goce.

En términos semánticos, esta distinción se vincula con los dos niveles del lenguaje:

  • Connotación (lo que puede metaforizar y articular el goce).
  • Denotación (el punto en que el lenguaje no alcanza a capturar lo real del goce).

Así, en este tránsito del mito a la estructura, Lacan redefine la función del Nombre del Padre, no ya como un elemento mítico, sino como un operador lógico que organiza la relación del sujeto con la falta y el goce.

martes, 13 de mayo de 2025

El Padre como antecedente lógico: de Freud a Lacan

En el seminario 17, Lacan lleva a cabo un trabajo decisivo sobre el Nombre del Padre, lo que le permite repensar las diferencias en la conceptualización freudiana del Padre a lo largo de distintos momentos de su obra. Así, establece una distancia entre el Padre edípico, el Padre en el mito de la horda primitiva (Tótem y Tabú) y el Padre en "Moisés y la religión monoteísta".

Si bien la diferencia entre el Padre edípico y los otros dos es evidente, lo más interesante es la distinción que Lacan traza entre el Padre en Tótem y Tabú y el Padre en Moisés y la religión monoteísta.

Moisés y el problema del lenguaje en Freud

Uno de los aspectos más sugerentes del texto freudiano es el modo en que introduce nociones que tocan los límites del lenguaje. A lo largo de su elaboración, Freud trabaja con conceptos como lo arcaico, lo filogenético, lo originario, lo primitivo y lo prehistórico, aunque sin llegar a delimitar con claridad su relación con la estructura del sujeto.

A partir de esta observación, se puede formular una hipótesis:

  • Moisés y la religión monoteísta representa un punto de llegada en la obra de Freud, en el que se apoya en el Padre mítico de la horda primitiva para delinear lo que más tarde Lacan conceptualizará como un antecedente lógico.
El Padre como ordinal: La lógica del sucesor

En el seminario de los cuatro discursos, Lacan introduce una definición clave: "el niño es el padre del hombre". Aunque aparentemente simple, esta afirmación pone en juego una lógica que encuentra su fundamento en el planteo fregeano.

Desde esta perspectiva:

  1. El "niño" es el soporte gramatical de la función del Padre como antecedente lógico.
  2. Como agente de la castración, el Padre no es solo un significante, sino el término que condiciona la serie.
  3. Esto permite pensar su función desde una lógica ordinal, en la que el Padre se inscribe en la sucesión numérica.

Siguiendo esta línea, el Padre opera en la estructura como un ordinal en la serie de las dinastías, cuya lógica es impensable sin la función axiomática del 0. En otras palabras, su función solo adquiere consistencia si se inscribe dentro de un orden en el que el siguiente solo existe en relación con un primero que no deja de ser una falta estructural.

lunes, 12 de mayo de 2025

Del mito a la estructura: La reconfiguración del Nombre del Padre

Entre los seminarios 16 y 18, Lacan lleva a cabo una reformulación de la estructura del discurso, lo que permite el paso de una concepción singular a una pluralidad estructurada: los cuatro discursos. Esta reconfiguración tiene un impacto significativo en su abordaje de la función paterna, desplazándola del orden serial del significante hacia una lógica primero modal y posteriormente nodal.

El Giro del Seminario 17: De S₂ a S₁. En el seminario 17, Lacan desarrolla un cambio clave que permite este desplazamiento: sitúa el Nombre del Padre no ya como un S₂, sino como un S₁.

Este movimiento implica un cambio fundamental en su operación:

  • Como S₂, el Nombre del Padre operaba en la metáfora paterna, elidiendo el significante del Deseo de la Madre.
  • Como S₁, en cambio, se convierte en el agente de la castración.

Si bien Lacan ya había planteado esta función en el seminario 4, en ese entonces aún dejaba un vacío en la tabla de las formas de la falta de objeto, pues el lugar del agente no estaba claramente definido. La dificultad radicaba en precisar la función del Padre, que se situaba en un punto intermedio entre castración y privación.

Del Mito a la Estructura: La Castración como Agente

En la clase 8 del seminario 17, Lacan retoma esta cuestión que había quedado sin resolver en su planteo inicial. Su respuesta se construye en un paso del mito a la estructura, lo que le permite sortear los impasses en la conceptualización de la función paterna.

Este cambio tiene un impacto crucial:

  1. El Nombre del Padre deja de ser una instancia puramente discursiva y pasa a operar dentro del orden del lenguaje.
  2. Su función se define ya no como un elemento de la narrativa mítica, sino como un agente estructural de la castración.

Este tránsito del mito a la estructura es el que permite situar la función del Padre en un plano que ya no depende de una historia o de una sucesión de significantes, sino que se inscribe en la lógica misma del lenguaje y la estructura del sujeto.

viernes, 25 de abril de 2025

Temor a la mujer

 Winnicott (1950) y el olvido que se reconoce en temor:

"La dependencia original ha caído en el olvido y, por ende, la deuda no se reconoce, excepto en la medida en que el temor a la mujer representa la primera etapa de este reconocimiento.
En la labor psicoanalítica se comprueba que todos los individuos (hombres y mujeres) experimentan cierto temor a la mujer. Algunos individuos experimentan este temor en mayor medida que otros, pero puede afirmarse que es universal. Esto no significa sostener que un individuo teme a una mujer en particular".
Winnicott sabía muy bien (desde Klein) que en la dependencia no sólo hay díada satisfactoria, sino que en la misma se dejan huellas del mismo temor que alguna vez se tuvo cuidado. Freud (1913) a su manera dice que la mujer transita en 3 instancias: "Vida, Compañera y el abrazo mudo de la muerte".
De esta última, podemos encontrar, entre otras, diversas figuras mitológicas:
- Kali, diosa indú de la muerte y la resurrección.
- Mictecacihuatl, señora de la muerte y reina del Mictlán
- Perséfone, diosa griega que significa "la que lleva la muerte"
- Hel en mitología nórdica era originalmente el nombre del mundo de los muertos; más tarde llegó a significar la diosa de la muerte.
- Ker en la mitología griega, diosa de la muerte, especialmente de la muerte violenta en batalla.

domingo, 23 de febrero de 2025

El mito como respuesta a lo imposible de significar

En el uso cotidiano, la palabra mito suele asociarse a términos como “ficción”, “fábula”, “ilusión” o incluso “mentira”. Sin embargo, estas acepciones se alejan de su significado original y profundo. En su esencia, el mito no presenta su contenido como ficticio, sino como un relato de hechos reales, aunque enmarcados en un tiempo originario.

Este tiempo primordial es el escenario donde actúan seres sagrados: dioses, semidioses y héroes. Sus acciones no solo fundamentan la existencia del mundo tal como lo conocemos, sino que también explican su configuración actual. Así, el mito se convierte en la narrativa que da cuenta del origen de las cosas, relatando cómo, gracias a estos seres sobrenaturales, algo real llegó a existir: una isla, una planta, una institución o incluso un comportamiento humano. El mito, por tanto, describe la creación y el inicio de lo que “es”.

Estas historias han sido transmitidas de generación en generación, aceptadas por los griegos como verdades compartidas, sin cuestionar su autenticidad. Incluso las diferentes versiones de un mismo mito, a menudo contradictorias, no anulan su validez.

En la obra de Freud, especialmente entre "Tótem y tabú" y "Moisés y la religión monoteísta", se elabora un mito de origen que busca explicar el surgimiento de aquello que funda, delimitando y posibilitando el acceso a la existencia. Sin embargo, la dimensión del mito en el psicoanálisis no puede limitarse a esta función fundante.

Lacan, en su seminario dedicado a "La relación de objeto", extiende la consideración del mito hacia el campo fantasmático del sujeto. En sintonía con Freud, introduce el concepto de mito individual del neurótico, que no es una construcción contingente, sino una función clave en la constitución del campo de la verdad en el sujeto. La pregunta esencial que plantea es: ¿qué papel cumple el mito en la neurosis?

El mito, en este contexto, es una construcción ficcional, un entramado significante que funciona como una fábula. Esta fábula, como imaginación, combina lo simbólico y lo imaginario, articulando los semblantes que estructuran la experiencia subjetiva. Desde el decorado simbólico hasta las vestiduras de los personajes, el mito sostiene una leyenda que aporta una respuesta. Frecuentemente, esta respuesta adopta la forma de una genealogía, una narrativa de un pasado heroico (no siempre positivo) en el cual el sujeto desempeña un papel central.

Así entendido, el mito forma parte del sistema de creencias del sujeto. Su función es elaborar una respuesta allí donde el significante fracasa en responder. En este punto, los dos aspectos del mito convergen: por un lado, como una construcción que organiza y explica; por otro, como una respuesta a lo imposible de significantizar, operando en el borde donde la palabra encuentra su límite.

sábado, 28 de diciembre de 2024

El destino: Entre lo trascendente, lo trágico y Lo psicoanalítico

El concepto de destino se asocia a menudo con la idea de una fuerza superior o trascendental que precede a la existencia del individuo y, por tanto, determina su devenir. Desde una perspectiva religiosa, el destino se presenta como un designio inevitable, una suerte de plan o hado del cual el sujeto no puede escapar y del cual únicamente puede llegar a tener conciencia.

En el ámbito de la tragedia antigua, el destino adquiere una dimensión diferente. Un ejemplo paradigmático es el de Antígona, donde Sófocles sitúa a sus personajes frente a una encrucijada, marcada no por la imposición de un poder divino ineludible, sino por la necesidad de tomar decisiones. Aquí, el destino no se presenta como una fuerza que elimina toda posibilidad de acción, sino como una circunstancia que, aunque inevitablemente puede conducir a un desenlace trágico, deja espacio para una mínima elección. Lacan analiza este punto al resaltar el “error de juicio” de Creonte, quien reafirma rígidamente un Ideal petrificante, configurando su propio destino.

Desde el psicoanálisis, el destino adquiere otra perspectiva, vinculada al automatismo significante. Para Freud, esto se refleja en la "novela familiar", mientras que Lacan introduce el concepto del "mito individual". En esta concepción, el destino se articula como una cadena discursiva proveniente del Otro, en la que el sujeto está atrapado por un deseo que no le pertenece. Este “destino trágico”, como lo llama Lacan, encuentra su fundamento en la heteronomía, es decir, en la dependencia de un orden externo que marca al sujeto.

Sin embargo, el psicoanálisis introduce un matiz importante. Si bien el destino está determinado por esa cadena significante que parte de una contingencia, siempre queda un resto imposible de asimilar plenamente. Este resto, junto con la barradura que afecta al Otro, crea un margen de posibilidad. Es un borde que puede conmover al sujeto, abriendo la posibilidad de que el destino no sea completamente rígido, aunque tampoco garantizando su total superación. En este sentido, el destino en psicoanálisis no es ni una condena absoluta ni una elección completamente libre, sino un espacio intermedio donde la contingencia y lo imposible se encuentran.

lunes, 12 de julio de 2021

Cronologías para no perderse estudiando filosofía

En la cultura griega hay una historia que tiene que ver con la cultura del pensamiento. Vimos que el pensamiento occidental empezaba en la época homérica, pero taxativamente, el pensamiento filosófico se fijó por convención .

Hay un cuadro en el Vaticano llamado La escuela filosófica de Atenas, donde vemos a todos los personajes que el Renacimiento consideraba autores de la filosofía.

En el centro están Platón apuntando con el dedo hacia arriba y a Aristóteles apuntando hacia el medio. También está Heráclito, Parménides y otros personajes de la historia de la filosofía antigua.


La filosofía nace en Grecia en el siglo VI a C en las colonias Jonias de Asia menor, hoy Turquía. Si uno va a Turquía, puede ver los restos de Mileto, de Efeso, de Troya.


Cronología

Filosofía antigua: El comienzo es con lapredicción de un eclipse por Tales de Mileto el 25 de mayo de 585 a. C. Hace esta predicción por asociación y no por mitos o porque los dioses se lo dijeron. Termina con la caída del imperio Romano de occidente 476 d. C. 


Edad Media: hasta 1492 descubrimiento de América o 1453 en la caída del imperio bizantino.


Edad Moderna: hasta Revolución Francesa 1789 o declaración de la independencia de EEUU en 1776.


Otra cronología que a nosotros nos puede interesar es pensar a la filosofía desde otro lugar conceptual. Podemos pensar un primer momento desde la predicción del eclipse de Tales de Mileto hasta el siglo XVII que aparece Descartes. Se trata del pensamiento que tiene que ver con el estudio de las cosas, que constituye el pensamiento metafísico u ontológico. 


A partir del siglo XVII y que aparece Descartes, la filosofía vira y pasa a ser representacional, al introducir Descartes la dualidad mente-cuerpo y qué de las cosas aparecen en la mente. A finales del siglo XIX, con Peirce, que empieza a sospechar que la representación no es tan auténtica como parece, pues el lenguaje tiene un carácter pragmático, además de su sentido semántico y gramatical. Hay índices, signos y formas en que se traduce el lenguaje y a partir de eso.se pueden hacer interpretaciones diferentes. Aparece lo que autor, llamado Rorty, llama giro lingüístico. De esta manera, la filosofía pasa a tomar como base y fundamento del pensamiento a la lingüística. Todos los autores contemporáneos que tienen que ver con la escuela de frankfurt, la escuela de Viena (como Saussure), se interesan más por el lenguaje que por la representación. 


Hay tres autores que quedan en el medio, los autores de la sospecha, según Ricoeur: Marx, Nietzche y Freud. Ellos introducen una ruptura casi del orden de la modernidad. Lacan se inserta en la escuela de Viena, dentro del paradigma de pensamiento del giro lingüístico. Lacan lee a Freud desde un paradigma totalmente diferente. Si Freud estaba del lado de la modernidad, representacional. 


Lacan introduce elementos freudianos a una categoría conceptual del paradigma lingüístico que se venía hablando en la filosofía. En vez de hablar de condensación y desplazamiento como Freud, habla de metáfora y metonimia como hablaba Jakobson sobre las afasias, tema al que también se refirió Freud (las parafasias serán el acto fallido). Para Jakobson, en las afasias de comprensión y motora hay un problema con la metonimia. Esta forma de pensar la filosofía es muy interesante.


Vuelta al origen...

Habíamos dicho que el origen del pensamiento filosófico aparece con Homero, que fue el máximo representante de la poética griega junto a Hesíodo, que son contemporáneos en el siglo VII a.c. Hay pocos datos de su existencia, telata las epopeyas de la guerra de Troya. En la mitología griega, la guerra de Troya fue un conflicto bélico en el que se enfrentaron una coalición de ejércitos aqueos contra la ciudad de Troya, (tambien llamada Ilión y ubicada en Asia menor) y sus aliados. Homero traducía estos relatos de manera poética para que sean cantados.


Hesiodo fue un poeta muy importante. Nacio a fines del siglo VIII a. C en Boecia y su obra más importante fue Teogonía y Los trabajos y los días. En Teogonía, reconstruye una genealogía de los dioses y ordena los mitos tratando de explicar el origen del cosmos. En el origen está el Caos, o sea el desorden. El dios padre es Zeus.


Los mitos (mythos) eran transmitidos en forma poética. Se trata de un conocimiento prerracional, una forma esencial que responde a una interrogación sobre el mundo que lo rodea y particularmente lo que es conocido como cosmos.


Estos autores construyen la historia de los entes supremos, de lo verdadero y lo sagrado, una ficción que articula lo relatado de una manera eficaz para responder esas preguntas que tienen relación -no del todo históricas- con los hechos.  


La filosofía comienza cuando se pasa del mito al logos. Esto es muy importante porque es el paso de una explicación mitológica al conocimiento racional. A partir del siglo VI se comienza a interrogar el medio a partir de la explicación de lo racional tanto en Grecia como en Asia menor. 


El logos se puede latinizar como "ratio", pero no es una razón integrada a un sujeto, sino mas el sentido de una proporción en relación con la palabra. Logos es un término fundamental, con muchos significados, que los diccionarios suelen reducir a tres principales:

  1. Palabra, dicho, discurso.

  2. Relación, proporción.

  3. Razón, inteligencia, concepto.


Logos no es razón, porque actualmente la idea de razón se relaciona con otra idea, que es la del sujeto que razona. Para los griegos esta relación entre sujeto y razón no existía. 


Los presocráticos

¿Como llega hasta nosotros el conocimiento de los primeros filósofos? A través de autores intermedios y no de forma directa. Estos autores fueron llamados por Diels "doxógrafos". Se considera a Teofrasto, autor de Opiniones de los fisicos, fundador de la doxografia. 

Un ejemplo clásico de la doxografía griega es la obra de Diógenes Laercio Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres. 


De Tales de Mileto, que es considerado el primer filósofo, hay dos grandes seguidores: Anaxímenes y Anaximandro. Hay un montón más de presocráticos, como Pitágoras, Jenófanes, Heráclito, Parménides, Anaxágoras, Zenón, Protágoras, Empédocles, Georgias.


El que generó un giro en el pensamiento universal fue Sócrates de Atenas (470 - 399 a. C). Sócrates no escribió nada, pero Platón y otros autores sí lo hicieron.


Pese a que los presocráticos no tienen una relación cronológica con Socrates, no se trata del tiempo sino de su pensamiento. ¿Pero por qué es esto?


En el mapa de Grecia Antigua vemos la dispersión de los autores, en un tiempo donde las comunicaciones no eran muy fluidas. En esta época se mandaban rollos escritos, pero las discusiones entre ellos no eran tan sencillas.

martes, 6 de julio de 2021

Sexualidad en La Biblia

Siglo VIII a II a.C.

Pero con contenido directamente erótico sólo podríamos citar El Cantar de los Cantares (de dudosa atribución al Rey Salomón, y seguramente escrito entre los siglos IV y II a.C) así como también algún sector del libro de Esther.

Además, en la Biblia se encuentra toda una regulación y legislación acerca de la sexualidad: Exodo, Levítico y Números.

Quien ha hecho un estudio, aunque fácilmente criticable a la luz de nuestros conocimientos actuales, de la sexualidad en la Bibliaes el conde de Mirabeau en su Erotika Biblion.

sábado, 16 de enero de 2021

El trabajo con la perspectiva y los puntos de vista del paciente

Habíamos visto, en entradas anteriores, en los términos de una escena con tres personajes. Se trata de tres posiciones distintas que suele transmitirse en forma de la gramática pulsional (el circuito de la pulsión) y que cuesta situar en la clínica.  El asunto es que la clínica fue siempre soberana y el fantasma es eminentemente clínico. 

El trabajo del analista tiene mucho que ver con la operatoria sobre su fantasma. Tomemos este cuadro del período azul de Pablo Picasso "Mujer, mendigo y niño a orillas del mar".

Yo mendigo, él me mendiga, él le mendiga a ella

Por supuesto que cuando hablamos de fantasma estamos hablando de los goces del mismo sujeto. Lo importante que hoy veremos es la perspectiva, es decir, el punto de vista. El punto de vista tiende a ser dado per-se, pero la construcción de un punto de vista es saldo de un análisis. El punto de vista se construye y determina desde dónde se ve la historia y las cosas. En ese sentido, el punto de vista es único en cada sujeto. Cada punto de vista es necesario, incluso aquellos que nos chocan y que hablan de nosotros mismos.

Un sujeto, conforme avanza su análisis, puede escuchar un punto de vista diferente al suyo sin caer de rodillas frente a cada uno. Esto tiene que ver con la elaboración de su fantasma.

Veamos el mito de Ariadna como caso. El mito dice que Ariadna era la hija del rey Minos, con quien ella vivía. Aparece Teseo, que está dispuesto a entrar en el laberinto que Minos ha creado y donde se encuentra un minotauro. Teseo no estaba dispuesto a que los atenienses tuvieran que servir como alimento al minotauro cada 9 años. El laberinto era legendario porque era imposible de atravesar y cada 9 años se mandaba atenienses para alimentar al minotauro. Al tercer ciclo Teseo dice basta. 

Ariadna se enamora de él y le dice que le ayudará a encontrar la salida del laberinto, si él la lleva con él, lejos del padre. Teseo acepta, aunque luego no lo hace. Ella le da un ovillo (el hilo de Ariadna) y Teseo va adejando una huella para luego encontrar la salida. Es interesante lo de la huella como forma de salida. Logra llegar con el minotauro y lo asesina. Siguiendo el hilo sale del laberinto y se lleva a Ariadna.

Acá tenemos dos puntos de vista: el de Teseo, que lucha por proteger a los atenienses y sus derechos. Ahora, los derechos no siempre guían bien a los humanos. En el cuento corto de Borges La casa de Asterión (1947), tenemos la versión del mito desde un punto de vista diferente:

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que ho hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, cro, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madra; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Loas enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprndiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distacciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suel, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos.) Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.

No sólo he imaginado eso juegos, también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes, la casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris, he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensantgriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor, Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redeentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.

-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.

El lector descubre de quién se trata en la última frase de Teseo, cuando él mata al minotauro. Ahí sabemos que el minotauro es el padre de Minos con un toro. Era un engendro, un monstruo condenado a vivir dentro del laberinto donde nadie pudiera encontrarlo. El cuento de Borges nos marca que el minotauo estaba solo, a la espera que alguien viniera a rescatarlo. Es interesante la conclusión, porque si uno supiera desde el principio que se trata del minotauro, lo imaginario podría hacer de obstáculo.

Cuando Teseo lo entra a buscar, el minotauro toma a la muerte como una liberación. Por eso no se opone a Teseo. Ni el monstruo era tan monstruoso ni Teseo era solamente un héroe. Lo que nos importa es que hay distintos puntos de vista exactamente para la misma escena. Esto también pasa en los análisis, cuando los pacientes hablan de distintas personas en donde indudablemente se juegan cuestiones fantasmáticas.

Siempre hay que pensar que los recuerdos de los pacientes, según Freud, siempre son recuerdos encubridores y siempre se trata de una versión o un punto de vista. 

En las historias que los pacientes cuentan, hay que cuidarse de imaginarizar demasiado rápido el relato y tomarlo, más bien, como una narración y un punto de vista. Deleuze dice:

La misma idéntica escena, por más sencilla que parezca, es increíblemente compleja, pues es el esenario del desencuentro de dos historias siempre a legitimar. 

El punto en que coinciden o no la realidad psíquica con la realidad del otro es un tema muy discutido en psicoanálisis. El paciente está también determinado por lo que no puede ver y por eso va al análisis. El analista no puede limitarse a lo que el paciente dice, porque eso borraría las cuestiones imposibles de decir, los bordes donde lo simbólico difícilmente pueda tocar lo real. 

Veamos otro caso:

La escultura de Luciano Garbati (foto) "Medusa con la cabeza de Perseo" se convirtió en un símbolo del feminismo al reeditar la versión clásica donde Perseo la decapita. 

Lo que la obra invisibiliza es el goce de Atenea, la cual previamente había convertido a Medusa en un mounstro tras haber sido violada por Poseidón, cosa que la obra tampoco toma. Recordemos por Ovidio el pasado de Medusa, quien originalmente era una hermosa doncella, «la celosa aspiración de muchos pretendientes» y sacerdotisa del templo de Atenea, pero cuando fue violada por el «Señor del Mar», Poseidón, en el mismo templo, la enfurecida diosa transformó el hermoso cabello de la joven en serpientes.

El tema de los puntos de vista nos permite, en síntesis, leer cuestiones de la clínica habitual en nuestros consultorios.

miércoles, 10 de junio de 2020

Mito y fantasma.


Si el analista está obsesionado con no alimentar de sentido al síntoma puede que se incline a callar en demasía, es decir: no cuando su silencio es condición de posibilidad de la apertura del inconsciente sino cuando éste se cierra, situación en la que la interpretación es indispensable. Algunos piensan que haciendo de la asepsia de sentido una regla evitan contribuir al extravío del analizante en mitificaciones. Éstas, no obstante, son necesariamente inherentes al derrotero de la asociación libre.
El llegar del neurótico mediante el análisis a aprehender el fantasma que sostiene su deseo requiere que el mito familiar que lo habita deje de serle ajeno. Logra así ponerse a un paso de una revisión más decisiva de su posición al respecto. La travesía del fantasma es aquí concomitante de esta elaboración. La caída del mito del padre, su fracaso como resolución de la cura, puede suceder una vez que el analizante, no el analista, pasa por él en transferencia.

Raúl Courel.
(2016/05/19).

viernes, 5 de junio de 2020

El padre en los tres registros: padre simbólico, padre imaginario y padre real

En esta ocasión, veremos la función del padre en los tres registros propuesta por Lacan: padre simbólico, imaginario y real, conceptos fundamentales de ubicar en la clínica. Tempranamente Lacan, le dio importancia a la función del padre en la estructura psíquica. En su época, los kleinianos le daban mucha importancia a la relación madre-niño en la teoría de las relaciones objetales.

Anteriormente, Freud se había preguntado qué era un padre se basó en el valor de la muerte de un padre en el inconsciente. A raíz de estos puntos, podemos pensar la función del padre.

Empecemos con el padre imaginario...
El padre imaginario se ubica, justamente, en la relación imaginaria: es el padre a nivel del semejante y del que el paciente nos habla. Las identificaciones, la idealización y la dialéctica de la agresividad se ubican en este registro del padre, incluso lo terrorífico, que es el que se imagina y que no necesariamente tiene que tener relación alguna con ese que es el padre del niño.

El padre imaginario está construído imaginariamente, es una imago. Es una construcción imaginaria subjetiva que muchas veces no tiene que ver como el padre es en realidad. Puede tratarse de un padre ideal o "un padre que ha jodido al chico". A la forma de las religiones, puede ser un protector omnipotente o el terrorífico padre de la horda primitiva que impone el tabú a sus hijos.

El padre imaginario es agente de la privación, pues, al considerarlo la hija como omnipotente, lo culpa por haberla privado del falo simbólico o su equivalente: un niño.

En la psicosis y en la perversión encontramos una reduccion del padre simbólico al padre imaginario.

El padre simbólico
El padre a nivel simbólico no es un ser real, sino una función, una posición, que puede realizar un sujeto que ejerza la función paterna. El padre simbólico es un significante, una operación simbólica tiene que ver con la ley, con el Edipo, con la prohibición del incesto. Sin la categoría de significante, no podríamos pensar al padre simbólico. La posición del padre como simbólico no depende del hecho de que haya habido un coito y un nacimiento.

El padre simbólico, en tanto metáfora, es un significante que sustituye al primer significante introducido en la simbolización, el deseo de la madre. En la neurosis, la posibilidad de la metáfora paterna es fundamental: la palabra del padre sustituye el deseo materno y de esta forma, el niño no queda tomado, aprisionado o tragado por ese deseo materno que lo invade. Poner al padre en lugar de la madre, entonces, es lo fundamental del progreso en la relación al Edipo.

En la psicosis, la ausencia de padre simbólico es lo que determina a esta estructura: aquí el Nombre del Padre se encuentra forcluído.

Cuando se dice que el padre simbólico no está en ninguna parte o que se trata del padre muerto, lo quiere decir que se trata de un nombre, de un significante, un significante que viene al lugar de otro significante (metáfora). Esto es lo esencial de su posición en el complejo de Edipo: padre como procreador de lo simbólico. Lacan dijo que el único que podría responder absolutamente de la función del padre como padre simbólico, sería alguien que pudiera decir, como el Dios del monoteísmo, “yo soy el que soy”. Esta frase, que encontramos en el texto sagrado, no puede pronunciarla nadie literalmente.

La función del padre simbólico es intervenir; en primer lugar, el nombre del padre como único significante del padre. En segundo lugar, la palabra articulada del padre y en tercer lugar, la ley, en tanto que el padre está en una relación más o menos íntima con ella. Lo esencial de estos tres momentos es que la madre se advenga al lugar del padre como mediador de lo que está más allá de su propia ley (la ley de su capricho, según Lacan) y que de esta manera el niño no debe quedar aplastado por el capricho materno. El nombre del padre unido a la ley significa que el nombre del padre quede vinculado a la enunciación de la ley.

El padre simbólico, impensable sin la categoría de significante, no está en ninguna parte, Lacan nos manda a leer “Tótem y Tabú”. Totem y tabú es el gran mito freudiano, porque del padre de la horda no hay ningún indicio, aunque Freud sostenía en que era real. ¿Qué es un mito? El mito se presenta como un relato atemporal y tiene carácter de ficción. El padre simbólico no está representado en ninguna parte. Aparece como un mito estructural.

Lacan ubicó que para que subsista algún padre, el único padre que tuvo que haber estado antes de la historia es el padre muerto. Más aún, un padre asesinado. esto tiene un valor mítico y Lacan se pregunta para qué será que los hijos habrán tenido que adelantar su muerte… Para prohibirse ellos mismos lo que trataban de arrebatarle: sus mujeres. Este es el nacimiento de la exogamia, porque a partir de la muerte del padre, ellos mismos se prohíben y van a buscar las mujeres afuera del clan. Lo mataron para demostrar que era imposible matarlo, ya que una vez muerto, su poder y su figura, para sus hijos, se sobredimensiona. Es la eternización de un solo padre en el origen, con la característica de haber sido asesinado, para conservarlo. El padre mítico nos enseña lo que Freud apunta con la función de padre. El padre simbólico es una necesidad de la construcción simbólica, porque solo se alcanza con una construcción mítica.

Padre real
Las definiciones de Lacan sobre el padre real son tan claras en compación a las definiciones que dio sobre el padre imaginario y el padre simbólico. Una de sus formulaciones inequívocas es que se trata del padre agente de la castración simbólica en el sujeto. Interviene en el tercer tiempo del Edipo, como aquel que produce la castración en el niño.

Aclaremos lo que el padre real NO es:
- El espermatozoide (como dijo Lacan en 1970)
- El padre biológico del niño, no tiene que ver con lo real de la biología.

El padre real es un efecto del lenguaje y no puede captado por el niño, debido a los fantasmas y a necesidad de la relación simbólica. La castración del sujeto siempre está vinculada con la intervención del padre real.

El asunto del goce del padre no explicitado en el Edipo, se revela en Tótem y Tabú. Es la única referencia que encontramos en Freud sobre la excepción de un padre cuyo goce escapa a toda ley y a toda prohibición. El padre de la horda primitiva es dueño y señor del goce: está exceptuado de la castración, tiene un goce exclusivo. En el mito, el padre es asesinado pero nunca sufrió la castración. Este es el padre real, padre muerto y padre del goce es presentado por Lacan como el operador estructural más allá del Edipo y que introduce lo imposible en el centro de lo que Freud enunció. El goce del padre es la verdad (campo de lo real) del contenido latente en los mitos freudianos. 

Hay un sueño de un hombre en duelo que aparece en el texto La interpretación de los sueños de Freud, en el apartado de Los sueños absurdos. El sueño se trataba de un hijo que veía al padre tal y como estaba, con vida, y no sabía que estaba muerto. Freud toma este punto del absurdo, en que parecía como que estaba y no sabía que estaba muerto. Freud agrega una partícula, que esto es y ubica 2 cuestiones: una tenía que ver con su anhelo consciente, de que su padre dejara de sufrir. Y la otra, según su deseo edípico, por colocar al padre como rival. Pero Lacan le da una vuelta más y coloca allí también la cuestión de estos excesos del padre, como también los excesos del padre estuvieron tomados en otro sueño, el de “Padre, no ves que estoy ardiendo”, donde podemos ubicar el lugar de los excesos de un padre. Pertenece a lo reprimido primordial, a lo que toca a un padre real y el mito en juego en eso.

En el texto La interpretación de los sueños, también Freud cita un recuerdo que muestra lo necesario, en la constitución del síntoma, de un padre exceptuado de la castración, que supliera a un padre inconsistente. El padre de Freud le había contado que caminaba por la vereda y un hombre le quitó de un manotazo el sombrero que llevaba puesto mientras le gritaba “judío, bájate de la acera”. Freud le pregunta qué hizo él y el padre le responde que bajó a la calle y recogió el sombrero. Freud reconoció que eso no le pareció heroico por parte del hombre que lo llevaba de pequeño de la mano. Dice que contrapuso a esta situación, que no lo contentaba para nada, otra que respondía mejor a sus sentimientos: la escena que el padre de Aníbal Barca hace jurar a su hijo ante el altar doméstico que se vengará de los romanos. Desde entonces, tuvo Aníbal un lugar importante en sus fantasías.

Cuando el padre real falla, el niño puede buscar un sustituto simbólico del padre real ausente: un objeto fóbico. En el caso Jaunito, aunque el padre está físicamente en la familia, el padre real falla y no interviene como agente de la castración simbólica en Juanito.

Finalmente, debemos tener en cuenta que la función del padre es siempre fallida, nunca es toda. A pesar de que sea un búsqueda para cada hombre que quierra acceder a la posición paterna, nadie ha padre sido por entero.

martes, 26 de mayo de 2020

El rito como pasaje

El texto Culturas juveniles, de Rossana Reguillo, habla sobre los agrupamientos de los jóvenes y analiza las tribus urbanas en México, surgidas a partir de la crisis del 2001 de las instituciones. Se pregunta qué papel cumplen las vestimentas, los grupos, entre otros fenómenos. Describe 4 variedades de tribus: el anarquismo (punks anarquistas), los rastecas (rastas + aztecas), taggers (graffitis) y chamanismo electrónico.

Los rituales vienen de los mitos, del pensamiento arcaico. El rito separa al novicio de su madre y lo conecta con sus antepasados. Las ritualizaciones tratan de rescatar algo de la eficacia del rito.

¿Cuáles son las características de los ritos?

El cambio radical de régimen ontológico y de estatuto social. El primer rito es el bautismo, la circuncisión, etc. El pasaje del “venido” al pasaje del “nacido”, que ya fue libidinizado por el Otro. No alcanza con venir al mundo, hace falta otro. El ser se adquiere en este momento. Nadie muere hasta que se le hace un funeral.

Antígona, intentando enterrar a su hermano Polinices

El rito integra el sujeto a la sociedad. En la pubertad, el niño se enfrenta al rito de iniciación de la pubertad.

Implica una segunda identidad. Muere y vuelve a nacer. En estos ritos, el grupo iniciado es llevado al bosque o al desierto y pasa por prácticas tortuosas o que impliquen una destreza más el contacto con una divinidad totémica. Reik dice que el rito asegura que el niño no vaya contra sus propios padres.

Tiene una ceremonia tipo. El neófito es retirado de su familia y enviado “al más allá”, al bosque. La fiera es el maestro (que lleva emblemas del animal, que los conduce). Es un como sí que no es explicado. En otras partes se cree que los traga un monstruo. Los tatuajes son para testimoniar la iniciación. Se aprende una lengua secreta solo accesible al iniciado. El rito resuelve el pasaje del niño a la adultez.

En la adolescencia no tenemos el pasaje de la niñez a la adultez. Quizás exista porque no hay ritos. La pregunta de la autora es a qué responden las tribus urbanas, como si entre ellos se intentara hacer este paisaje.

La tribu comparte el mismo Dios y las máscaras son para representarlos. Los jóvenes se agrupan y forman un soporte identitario. El despertar del adolescente depende de ese soporte, de la banda. Aparecen los objetos, las marcas (máscaras). Buscan diferenciarse de otros y hacerse reconocer. Si todos los sujetos tienen que buscar este soporte, es que hay un déficit simbólico. Los grupos son intentos de producir una respuesta.

martes, 31 de marzo de 2020

Peste y culpa

La tragedia griega, Edipo Rey, comienza con una peste. Si hay una peste se considera un castigo por un crimen. Si hay un crimen se busca al culpable. Esta es la posición del ser humano: la disposición a la culpa e interpretar las desgracias como causadas por uno mismo o por alguien. La culpa esta siempre acechando, solo espera la ocasión para expresarse. 

Al dirigirse a Tebas, y antes de encontrarse con Layo Edipo ya estaba huyendo de un oráculo que le decía que iba a matar a su padre. Luego, al vencer a Layo en la encrucijada de caminos, con un valor simbólico descripto por Karl Abraham, su sentimiento de culpa infantil termina hallando una confirmación. Cuando tratamos a un neurótico, tratamos a edipos que se sienten culpables ya desde el final del complejo nuclear de sus neurosis en la infancia. Por eso Garma escribió el artículo: Edipo no es hijo de Layo y Yocasta.


La Biblia comienza con un mito Edípico: ese Dios de quién sólo se escucha la voz, es el padre muerto, el marido de Eva y el padre de Adán. Si analizamos el mito del nacimiento de Eva como salida de una costilla de Adán como un material onírico, podemos fácilmente invertir la situación: es Adán quien nació de Eva y no al revés. Ahí está el pecado original, el incesto y el parricidio. Y casualmente ambos mitos, el griego y el hebreo, continúan con que los hijos de la pareja incestuosa se pelean entre ellos, a muerte.