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domingo, 20 de julio de 2025

¡Feliz día del amigo!

Para Aristóteles, la amistad era “una virtud o va acompañada de virtud; además es la cosa más necesaria de la vida”. Aristóteles dice que hay tres clases de amistad: por interés o utilidad, por placer y por virtud. Esta es la “amistad perfecta, la de los hombres de bien y semejantes en virtud, porque éstos se desean igualmente el bien”. Los dos primeros tipos de amistad son accidentales y están destinados a durar poco; el tercero es perdurable y es uno de los bienes más altos a que puede aspirar el hombre.

Freud señala la contribución de la fuente erótica en distintos vínculos entre los que incluye a la amistad: “Tras alcanzar la elección de objeto heterosexual, las aspiraciones homosexuales no son, como se podría pensar, canceladas ni puestas en suspenso, sino meramente esforzadas a apartarse de la meta sexual y conducidas a nuevas aplicaciones. Se conjugan entonces con sectores de las pulsiones yoicas para constituir con ellas, como componentes apuntalados, las pulsiones sociales, y gestan así la contribución del erotismo a la amistad, la camaradería, el sentido comunitario y el amor universal por la humanidad. En los vínculos sociales normales entre los seres humanos difícilmente se colegirá la verdadera magnitud de estas contribuciones de fuente erótica con inhibición de la meta sexual” (Psicología de las masas y análisis del yo).

Borges y otras de sus memorables frases: "La amistad puede prescindir de la confidencia".

Pregunta Nietzsche: “¿Eres un esclavo? Entonces no puedes ser amigo; ¿Eres un tirano? Entonces no puedes tener amigos”.

lunes, 23 de diciembre de 2024

¿Dónde ubicar al partenaire del sujeto?

En la experiencia clínica psicoanalítica, es verificable que el discurso del sujeto está, en la mayoría de los casos, profundamente marcado por su vida amorosa. Sin embargo, esta no debe entenderse exclusivamente como los vínculos románticos, matrimonios o relaciones sexuales que el sujeto establece, sino como un campo más amplio que abarca las modalidades de deseo, demanda y goce que configuran su relación con el Otro.

En este contexto, es crucial explorar qué o quién constituye el partenaire del sujeto. Este concepto adquiere relevancia porque el sujeto carece de un complemento innato, un objeto natural que le otorgue identidad o lo complete plenamente.

Inicialmente, el Otro, como garante de la verdad en el esquema L, puede ocupar la posición de partenaire para el sujeto. Sin embargo, la práctica psicoanalítica muestra que el Otro no es inmune a la castración; esta lo afecta igualmente, desvaneciendo su función como garante. Su inexistencia, entonces, impide que el Otro se constituya como un partenaire definitivo.

Ante esta falta, surge la pregunta: ¿dónde localizar al partenaire del sujeto? Un punto clave para identificarlo son los rasgos que comandan el campo de la satisfacción en el sujeto, aquellos que delinean sus recortes pulsionales. Estos recortes orientan la elección de objeto, configurando preferencias o fijaciones que el sujeto, aunque pueda quejarse de ellas, no abandona fácilmente.

En este proceso, el partenaire se desubjetiviza y despersonaliza, reduciéndose a aquello que sostiene una condición de goce para el sujeto. Así, el partenaire deja de ser una persona en su dimensión simbólica para convertirse en una función ligada al campo del goce, marcando la manera en que el sujeto se relaciona con lo que le falta y con el deseo del Otro.

sábado, 5 de agosto de 2023

¿Cuáles son los componentes del universo infantil?

El amigo, para un niño, es una figura decisiva en su estructuración subjetiva. Dicho amigo se constituye en un espacio intermedio (ni exterior, ni interior), libre de amenazas.
Por brindarle un suelo de confianza, le permite al niño lanzarse a jugar, con la libertad de “hacer como si”, haciendo de cuenta que es otro (una persona grande, un mago, un superhéroe, alguien de la realeza). Los amigos dan rienda suelta a fantasías que se despliegan en forma conjunta. Situaciones lúdicas que permiten elaborar -uno con otro- miedos, angustias, fantasmas y deseos.

El juguete: la creación en acto

Si se le pregunta a un infante muy pequeño cuál es el mejor amigo, no nos sorprendería si responde "mi osito". El juguete es, para él, mucho más que un objeto inanimado, en tanto le otorga su don amoroso y su fantasía. Es el mismo niño el que lo crea, en el preciso momento que lo transforma en otra cosa y le otorga vida propia. A esta invención, Donald Winnicott la denomina: “creación en acto”.

Importante conclusión: ¡¡No confundamos un juguete con un producto ya fabricado y envasado!!

El juego

La actividad lúdica tiene en sí misma una dimensión terapéutica (tal como Freud nos lo señala en “Más allá del Principio de Placer”). En el juego el niño crea un mundo aparte, fuera del espacio y tiempo común. Lo inviste con mucho afecto, repite lo displacentero al tiempo que lo elabora y vivencia otras experiencias -hasta aquí inéditas-.

Asimismo, Freud nos afirma en el texto “El poeta y los sueños diurnos” que: “Todo niño que juega se conduce como un poeta, creándose su mundo propio, o, más exactamente, situando las cosas de su mundo en un orden nuevo”.

El “amigo imaginario”

En la infancia aparecen los amigos imaginarios. Este fenómeno se encuentra dentro del desarrollo esperable de la fantasía infantil, la creatividad y la imaginación, tramas fundamentales de la salud psíquica del niño/a.

¿Y qué función cumple el “amigo imaginario”?

Se trata de un personaje que el mismo infante crea, y le otorga la posibilidad de depositar allí sus frustraciones, sus deseos y sus primeras elecciones de objeto. Se transforma en una herramienta lúdica, que permite tener más confianza en sí mismo y temerle menos al afuera, facilitándole, así, la sociabilización y el armado de nuevos vínculos.

¡Aclaración!

El “amigo imaginario” suele patologizarse y confundirse con una alucinación. Sin embargo, la diferencia fundamental con dicho fenómeno radica en que, además de crearlo, el infante le otorga la función que él desea y lo tiene bajo su control -lo puede invocar y hacerlo desaparecer cuando quiera-. Con la madurez creciente del niño, el amigo imaginario toma su maleta invisible y decae.

La comunidad de amigos: una apuesta imprescindible

Es tan importante para el niño introducirse dentro de un grupo de amigos, ya que este hecho le permite desarrollar un sentido de pertenencia y de descentramiento de su narcisismo. Ser uno entre otros. Comenzará a lograr autonomía de los adultos, aprenderá a relacionarse con sus pares, compartir intereses, respetar las reglas del juego y apoyarse mutuamente en los amigos. Todo este acontecimiento ocurre, generalmente, en la edad escolar.


miércoles, 14 de diciembre de 2022

La amistad en la infancia ¿Por qué es un hito constitutivo?

El niño deambulador, que ha alcanzado la bipedestación y va de un lado a otro, recorriendo el espacio impulsado por una “pulsión epistemofílica” (pulsión de conocer, conceptualizada por Freud), consigue encontrarse en el camino con otro niños y niñas. Encuentro inaugural, que puede dar lugar a una relación inédita: la amistad.
¿Por qué la amistad en la infancia es concluyente en la estructuración subjetiva?

La experiencia de tener un amigo, es decisiva en la constitución del psiquismo porque le permite a la niña y al niño:

- Ubicar y sentir, por primera vez, un amor que no pertenece al orden de lo familiar. La experiencia del amigo es una vivencia que propicia el orden exogámico, es decir, fuera de los lazos de parentesco.

- Reconocer la alteridad (percibir al otro, apreciarlo). Tener la experiencia de lo diferente. Surge, así, la capacidad de sentir la empatía. Salirse de uno mismo, comprender y compartir lo que le ocurre al otro, que es distinto a mí.

- Realizar de manera conjunta con el amigo una exploración del mundo, como consecuencia de la protección que ofrece la complicidad. El amigo se convierte en un aliado con quien niños y niñas se animan a: armar fantasías en conjunto, construir intimidad, empezar a conocer en compañía el riesgo y el desafío -en compañía- y a tentarse (deseo) por vivir nuevas y sucesivas aventuras.

Asimismo, la amistad en la infancia:

. Promueve el sentirse querido, apoyado y valorado.
. Genera sentimientos de confianza, seguridad y creencia en las propias potencialidades
. Favorece la adquisición de roles de grupo y de género.
. Ayuda a obtener y mejorar la adquisición de habilidades sociales.
. Y, por sobre todo, posibilita la maravilla del jugar, divertirse y experimentar la felicidad.

Consultas clínicas frecuentes:

En la actualidad, es cada vez más común, recibir la consulta por niños y niñas que manifiestan problemas para interactuar con pares, en tanto presentan una marcada actitud de inhibición y retraimiento, o su contraria, una agresividad destructiva -falta de inhibición de los impulsos- que impide el jugar con otros.

Donald Winnicott: “El analista, una forma especial de amistad”

El niño/a tiene una difícil tarea para constituir la amistad, y esta consiste en averiguar qué pulsiones que lo constituyen se pueden aprovechar para el armado del vínculo y cuáles deberá apartar de sí. Las amistades se forman en la escuela y en el entorno inmediato, separadas del vínculo primario. Cuando el niño está en problemas, estará, probablemente, un analista, y gran parte de su trabajo es una forma especial de amistad

Las intervenciones del analista
En la clínica con niños/as que presentan inhibiciones para constituir al otro de la amistad, la intervención del analista se orienta a poder activar una capacidad de encuentro con un otro, que se halla debilitada tempranamente o no constituida aún.

¡¡Importante!!

Nuestra respuesta como psicoterapeutas, al decir de Winnicott, es construir, con esta imposibilidad, un terreno de amistad que comience por el propio analista y que sirva como guía identificatoria que le permita al niño/a armar sus propios recursos para constituir la amistad entre sus pares.

lunes, 28 de diciembre de 2020

La amistad y el amor, sus diferencias según Borges

“La amistad no necesita frecuencia. El amor sí. Pero la amistad, y sobre todo la amistad de hermanos, no. Puede prescindir de la frecuencia o de la frecuentación. En cambio el amor, no. El amor está lleno de ansiedades, de dudas. Un día de ausencia puede ser terrible".

"Yo tengo amigos íntimos a quienes veo tres o cuatro veces al año. Y a otros ya no los veo porque se han muerto. Por ejemplo, con (Adolfo) Bioy Casares nos vemos quizás cuatro o cinco veces al año y somos íntimos amigos",

Borges contó una anécdota, que está filmada. "Uno de mis mejores amigos se casó y se olvidó de decirme que se había casado. Porque como hablábamos de temas generales y era muy tímido también, le parecía que contar algo personal podía ser una impertinencia. Nunca nos hicimos confidencias. La amistad puede prescindir de la confidencia. El amor no. Si no hay una confidencia, yo lo siento como una traición", concluyó el genio de la literatura.

Con esas palabras, el célebre escritor argentino reflexionó sobre las diferencias entre el amor y la amistad. Fue durante una entrevista hecha en 1980 por Joaquín Soler Serrano.

lunes, 14 de septiembre de 2020

La amistad.


Por Raúl Courel
Se ha escrito mucho sobre el amor y no poco sobre la amistad. Hay épocas en las que nos ocupan más las vicisitudes del amor y de su opuesto el odio, y otras en las que lo hacen más las de la amistad y las del suyo que es la enemistad.

La amistad es, junto al amor, el sentimiento más celebrado; el novelista noruego Tage Aurell, por ejemplo, decía que “la única pasión sin un resabio de peste es la amistad". Es lógico que se la busque y se le canten loas, tanto bien se espera de ella que a veces se siente que no alcanza lo humano para darle existencia, de donde la expresión que reza: “un verdadero amigo es un regalo de Dios".

Simone de Beauvoir estaba en desacuerdo con esa idea cuando señalaba que "la amistad nunca viene dada, sino que debe conquistarse indefinidamente". Tenía razón, es prudente no comprometer demasiado a Dios en estas cosas, se empieza recurriendo a él para lo bueno y se acaba usándolo para lo contrario, como es el caso de las guerras, que son lo más opuesto a la amistad que podamos imaginar. "Todas las guerras son santas", escribía Jean Anouilh, agregando: “os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su parte".

De entre las muchas agudezas que se han dicho sobre la enemistad es para recordar una de Juan Goytisolo: "no critiques a tus enemigos, que a lo mejor aprenden". Es una recomendación que procura, sin demasiado éxito, que la pasión del odio no invada demasiado las divisiones y discrepancias. También invita a considerar que no es conveniente sostener una amistad a cualquier costo, como suele suceder en el amor cuando desestima lo malo que está a la vista. “La amistad del canalla es más peligrosa que su desprecio”, decía José Ramón de la Morena.

Es difícil que entre la multitud de sentencias y aforismos sobre la amistad no sea habitual la referencia a sus límites, algunas son extremadamente escépticas, como la de Evelyn Waugh, en su novela “La odisea de Gilbert Pinfold”, cuando dice: “No creo que la amistad entre el hombre y el perro fuera duradera si la carne del perro fuera comestible”. No me parece, la carne de perro es comestible, de modo que es probable que gracias a la amistad que tenemos con el perro no sea frecuente que hagamos con él salchichas ni hamburguesas.

Los alcances limitados de la amistad se destacan comúnmente en la política, que, como reconocía el español Francisco Fernández Ordóñez, “no es terreno propicio para la amistad”. A su vez, el inglés Anthony Sampson bromeaba: “En el mundo del petróleo las amistades son grasientas". La imagen de una mugre pringosa para referir que la política no es campo fértil para una amistad verdadera es convincente, a menos que se siga a rajatablas el criterio de Bertolt Brecht cuando decía: "porque no me fío de él, somos amigos". Pero no sólo en la política la amistad puede ser engañosa, como se ve en esta divertida observación atribuida al actor alemán Georg Thomalia: "para conseguir una buena biblioteca particular se necesitan dos cosas: un amplio círculo de amigos y una mala memoria".

Es cierto también que el amor da bastante para la comedia, mientras la amistad se presta mejor a la tragedia, por eso la traición en el amor es ocasión de escándalos virulentos pero pasajeros, mientras en la amistad es la fuente de dolores acotados pero de consecuencias perennes. La idea es congruente con la observación de Jorge Luis Borges de que las relaciones de amistad, a diferencia de lo que pasa en las amorosas, no necesitan de la presencia para mantenerse siempre iguales. También notaba que, a diferencia de lo que sucede entre los amantes, "un amigo no es otro yo”, agregando que “si así fuera, sería muy monótono". Cuadra con ello este consejo de José Narosky: "al amigo no lo busques perfecto. Búscalo amigo".

Comparando al amor con la amistad se advierte que ésta es más proclive que aquél a ser para siempre, debido a lo cual es habitual el temor del amado a dejar de serlo. Por eso no tenía razón Anita Loos, la autora de “Los caballeros las prefieren rubias”, cuando decía que “los diamantes son los mejores amigos de las mujeres” porque reflejan una visceral preferencia femenina por el lujo y el dinero. No es así, el verdadero atractivo de la piedra preciosa es su duración, que queda a la luz en la conocida publicidad: “un diamante es para siempre”. A veces no se ve.

jueves, 6 de agosto de 2020

Amores locos: ¿Qué amor?

La época actual exige revisar los conceptos, pues la subjetividad presente amenaza con arrasar la ética del analista. Es un mundo donde todo es posible, donde la ciencia avanzó de tal manera que tiene las respuestas a todas las preguntas. El analista, sin embargo, se encarga de aquello que no tiene respuesta. Esto es lo que hay sostener a lo largo de un tratamiento, que el sujeto no dé una respuesta rápida. Esto va en contra de la subjetividad de la época, donde las cosas se quieren ya.

Tener una pareja no implica estar enamorado. El amor puede correr por la lógica del tener y así, tener una pareja de cualquier manera. Todas las parejas que funcionan como tal, tienen un costado renegatorio, que es el amor. De lo que se reniega es que el amor no está en la lógica del tener, sino en la lógica del encuentro, que a su vez es un desencuentro.

Vayamos al nudo borromeo, que es el Complejo de Edipo:

El nudo borromeo anuda de forma trivial (sin la importancia de uno sobre otro) los tres registros: real, imaginario y simbólico. Los tres tienen el mismo valor y los tres anudados forman la estructura neurótica, sostienen la mentalidad neurótica. Los sostiene un vacío y ahí tenemos una neurosis de transferencia. Estas presentaciones casi no aparecen en la clínica actual, porque el amor es el que funda una neurosis de transferencia, como las que describe Freud cuando funda el psicoanálisis.

¿Qué es una neurosis de transferencia? Una neurosis en la que:
- Hay un síntoma, que es una formación de compromiso entre el deseo y la defensa;
- Hay una pulsión que hace un recorrido por los objetos de la pulsión: objeto oral, anal, mirada, voz.
- Hay un cuerpo imaginario que se refleja en el espejo, pero no hace Uno con la imagen alienada del espejo (cuando esto pasa, surge la agresividad con el cuerpo unificado del otro). Aquí se forman las parejas, en un imaginario pleno donde alguien encuentra lo que le falta.

El registro de lo real siempre insiste en mover la estructura, irrumpiendo con cosas de las que uno no quiere saber. Lo real molesta, chilla, mueve a los demás registros. Pensemos que el otro miembro de la pareja también tiene sus agujeros y sus nudos, armados de alguna manera. Cuando se impone desde lo social que la completud es lo que sirve a la felicidad, está la ilusión de armar uno solo a partir de dos. Podemos ir a la leyenda de los primeros humanos con 4 piernas y 4 brazos, que Zeus separa.

Podemos decir que los personajes de esta leyenda no hacen un duelo y que esa separación queda ahí suspendida. El duelo por la eparación de nuestro originario, de nuestro otro auxiliador (como dice Freud en el Proyecto) es fundamental para poder encontrarnos con otro semejante y que no nos complete. El duelo fundante es la separación del Otro primordial, del Otro que nos da la vida. Resulta que venimos al mundo de a dos, por eso el amor siempre se asocia con el dolor: el amor existe en tanto haya separación del cuerpo del otro y eso amerita un duelo. El duelo implica dejar ir, soltar... y volver. Volver a encontrarnos con eso que se supone que tuvimos en algún momento y que lo perdimos.

En la época actual, el duelo tiene mala prensa, así como también la tristeza ni la angustia. La ciencia se encargó de solucionar estos problemas con medicamentos. Si un sujeto no puede arriesgarse a estar triste porque perdió un amor, tampoco va a soportar que el amor se le vaya. Se dice frecuentamente que hay que tolerar al otro, pero se olvidan que la tolerancia invita a la ira, a la violencia, porque la tolerancia es soportar. Es necesaria la aceptación de la diferencia del otro cuando cae el enamoramiento.

Dos personas se encuentran por las razones más inverosímiles. Hay un momento del amor, según Freud, donde el encuentro parece posible. La fascinación y la idealización del cuerpo del otro es recíproca. Coinciden en todo, hacen todo juntos... ¿Cómo es posible esto? En cierto momento, el enamoramiento cae. Si el sujeto se queda en ese lugar, empieza a desubjetivarse, porque depone sus ideales en el enamorado y deja de estar tomado por sus propios títulos, rasgo y marcas. El enamorado se mimetiza y desaparece en los brazos del otro. Entonces en los consultorios escuchamos cosas como "Yo querría estudiar, pero mi pareja no me deja", como si uno tuviera que pedir permiso para continuar haciendo su vida y siguiendo a su deseo. Estos movimientos que ocurren dentro de en una pareja causan tensión y enojo y éstos son necesarios para que caiga el ideal y haya una oportunidad para el amor.

El amor no es desde el principio. El tiempo de conocer a una pareja responden a los tiempos de la subjetividad: tiempo de ver, tiempo de comprender y tiempo de concluir. El amor está íntimamente relacionado con el tiempo y esta es una coordenada que no se puede agarrar. Nosotros tenemos tiempo cuando lo damos, sino el tiempo no existe. Sin hacer el don de tiempo, no hay tiempo. Nuestra sociedad actual es la del rendimiento: el hombre tiene que producir para encontrar la felicidad, que no está muy en claro qué es. Lo que sabemos es que hoy la felicidad se ha convertido en obligatoria y es a cualquier precio. Por otra parte, vivimos en un mundo de gente deprimida, melancolizada, agobiada, explotada. La pareja y el amor entraron bajo esa égida: la explotación de la pareja. Entonces escuchamos de parejas que hace 6 meses que alen y se van a vivir juntos porque a uno le venció el contrato de alquiler. Actualmente, no existe más el noviazgo, que era para conocerse y armar un proyecto de convivencia. Hoy en día, a algunos les alcanza con llevarse bien y tener buenas relaciones en la cama.

Cuando el enamoramiento cae, aparecen todas las manchas de cada uno, las diferencias, que pueden ser buenas o malas. Empieza a generarse una tensión agresiva, donde la especularidad los remite a la época del estadío del Espejo donde la formación del yo estaba dado por el Otro auxiliador y sostenido por la palabra. Cuando cae el enamoramiento, la palabra ya no sostiene a la relación. Ante esto, algunos intentan probar con otra pareja donde se supone amor, que reinicia el círculo de repetición de lo mismo.

Lo que no se soporta, justamente, es que el otro sea... otro. El mercado tiene una oferta increíble para que haya otros otros, todo el tiempo. La soledad de las masas se reúne en aplicaciones, pero los tiempos los tiene que poner cada quien. Conocer al otro es conocer lo que no anda y ver qué se hace con eso. El amor, además de ser un vacío fundante, es un alojamiento donde el otro puede sumergirse, confiar y esperar que al otro le pase lo mismo. El amor no es el encuentro con el objeto que a uno le falta, sino el encuentro con lo incierto de la vida, con la ganas de seguir apostando a esa persona.

El amor no es sinónimo de sacrificio, tampoco de dolor, aunque viene asociado a él, porque para que haya amor nuevo, tiene que haber habido un duelo, una separación de los padres. El encuentro amoroso no totaliza ni unifica. No se puede saber todo de la pareja, ni dominarlo: eso raya con la locura. Freud decía que los celos vienen con el amor, que tienen que ver con ubicar la mirada allí donde a uno le gustaría también estar. Hay celos normales, como querer saber, pero privarse de preguntar y saber es algo del orden de la neurosis bien armada.

¿Qué arma las cuerdas en la estructura? La función paterna. La función materna aloja en ese vacío fundante para qye después el sujeto pueda salir deese lugar tan acogedor a buscar lo que ya no tiene, el lugar en la madre. El ordenador y orientador de esa salida es la función paterna. Cuando el amor falta a la cita, la carencia de las herramientas subjetivas están a flor de piel. Aparece la ira, la violencia contra todo lo que el otro intenta hacer con uno y que no puede alojar por lo haber sido alojado en el amor. Son casos donde se desconfía del significante del amor, no hay posibilidad de tener encuentros amorosos con amigos, pares del trabajo, además de la pareja. En el caso de la relación erótica hace la diferencia, porque el encuentro con los cuerpos compromete el vínculo de una manera especial. El encuentro con los cuerpos también está presente en la madre y el niño.

Hay gente que no tienen dificultad en el tiempo separarse y la distancia es subjetiva. Hay colapso de los encuentros amoosos y estas consecuencias se vuelcan sobre los hijos. Cuando una madre no está separada de su propia madre, tampoco puede alojar a un hijo en nombre del amor que le tiene a su pareja. Se escuchan casos donde una madre no quiere donarle el hijo a su marido, sino a su propia madre, de manera que el papá del niño empieza a celar el lugar que el niño ocupa para su mujer, sin saber que su mujer lo tuvo para su propia madre o padre. Estos son algunos enredos del amor.

La época actual también reniega sobre el tiempo biológico para tener hijos, como en el caso del congelamiento de óvulos. Hay un apuro que debe ser separado de la función de la prisa: la función de la prisa en un análisis en una prisa nos orienta a la angustia. El sujeto humano es el único que al nacer sabe que se va a morir. La oferta de la ciencia nos permite negar permanentemente hasta que la biología dice basta.

Las parejas y el nudo borromeo.
En el registro imaginario, Lacan ubica al cuerpo y al amor. El cuerpo se va formando con la imagen que devuelve el espejo, que tiene algo que no es especularizable, que no se logra ver por la madre ni el sujeto. Eso se llama -φ y es la reserva libidinal operatoria a cargo del sujeto. Cuando me dirijo al cuerpo del otro, hay algo de su cuerpo que se me escapa y por eso me puedo enamorar. Sino, es lo mismo un robot, un animal o una persona. Cuando se trata de una relación imaginaria, de yo a yo, nosotros podemos ubicar en el nudo lo que ocurre en las parejas.

La intersección del registro imaginario con el simbólico ubicamos el sentido, que es el usufructo del cuerpo. Cuando eso se transforma en padecer, es mortífero. Tiene que ver con los sentidos: la mirada, la voz, el contacto con la piel... En esa interseción, cuando el imaginario está completo, aparece la idealización, la ilusión de la pareja completa.

El agujero de lo simbólico, está el significante unario, el S1. Ese significante nos unariza, nos nombra como sujetos. Nos pone en órbita de la función paterna. Es el potencial borrador de las huellas del Otro. Nos unifica, pero a la vez no nos homogeneiza, porque es un significante (y no un significado). Se trata de un agujero que no puede ser llenado y ese significante nos permite partirnos como sujetos. En esa división, el sujeto habla pero no sabe lo que dice. Algo le viene de otra escena, la inconsciente, como decía Freud. El significante unario borra lo que viene del Otro, para poder apropiárselo. Por eso unariza. En este lugar aparece la muerte como lugar de deseo, en el sentido de que no todo es posible, no todo es completo y no se puede decir todo del otro ni de uno mismo.

Lo real tiene su agujero que es el falo. En la intersección del registro simbólico con el registro de lo real está el goce fálico, que es el goce de la palabra. El destino de la pulsión es recortar zonas del cuerpo para poder gozar de la vida y de dese cuerpo. No se goza del cuerpo completo, como en la perversión, sino de las zonas erógenas que la pulsión va recortando para que caiga el objeto y aparezca un agujero. La anatomía es el destino de la pulsión y eso no tiene que ver con los genitales ni con los géneros. Cuando se trata de la intersección de lo simbólico y lo real, tenemos amigos con derechos. En realidad, en este lugar del nudo está el síntoma, por eso esos amigos con derechos sufren justamente no saber cuáles son esos derechos y por eso chillan. La meta amistad, decía Freud, es diferente a la de la pareja porque es de meta inhibida, es decir, no llega al cuerpo. ¿Se puede ser amigo de la pareja? El discurso de la amistad no es el mismo que el discurso erótico. 

Cuando el agujero de lo real se hace cargo de aparecer, rompe la vida eterna. En lo real está la vida eterna, el organismo que no sabe de morirse sino hasta la introducción del significante. Cuando hablamos de vida eterna hablamos de sexo. Sexualidad y muerte son 2 significantes de los que no tenemos representación. Sexualidad no es genitalidad e implica a todo el cuerpo. Cuando la madre le imprime al niño sus significantes, la libido es esta atribución fálica que la madre le otorga a un niño, la atribución de un valor que equivale para ella a un valor supremo y que es equivalente en la ecuación fálica: niños, regalo, oro... El sexo quiere decir rajadura (sexum, corte) y sexualidad y muerte fundan la estructura. Por eso, el amor es fundante de un vacío y propicia otras cosas. Se trata de un vacío que debe ser mantenido y no debe ni puede ser llenado por objetos. El vacío propicia la creatividad en el encuentro amoroso. 

Cuando se trata de lo real con lo imaginario, tenemos las parejas socialmente adaptadas a una normativa.  Son parejas estables, de las que no se puede decir si se quieren o no. Entre lo real y lo imaginario se encuentra el goce del Otro. Son parejas que cumplen mandatos, que pueden ser de sus orígenes o sociales. Pero también aparecen acá las parejas swingers, donde el cuerpo de uno o ambos se objetaliza y luego no pueden volver al encuentro amoroso. Se trata de parejas con mucha angustia.

Amor y fidelidad
La infidelidad no es una cuestión de moral, pero es cierto que impide el corte y hacer un duelo. La infidelidad impide hacer el acto que subjetivice y qué hacer con la vida de uno. La infidelidad es cobarde, porque el infiel cede al deseo, que no es sexual, sino lo que nos constituye como sujetos. Ser infiel es mantener el encuentro con el Otro primordial intocado. En la fantasía del Don Juan, él está con muchas mujeres, pero le sigue siendo fiel a la madre. 

La infidelidad siempre es incestuosa. En el consultorio, en lo casos de infidelidad uno puede escuchar el discurso de su Otro primordial y constatar esto: aparecen las madres toda bondad. Son madres que no permitieron el ingreso de la función paterna para que la separe del niño. Para que una madre no se despegue de su hijo, tiene que sacar al padre de la cama. Y también es al revés: para que el padre entre en la cama, tiene que mandar al niño a su cuarto. La cobardía es contraria al deseo, ceder al deseo puede manifestarse en ser infiel o en otras áreas de la vida. 

En la clínica, la infidelidad renueva a la pareja. Las mujeres empiezan a registrar que hay otra y se puede poner celosa. Para que un tercero o tercera entre en la cama matrimonial, los dos tuvieron que hacerle lugar. No es de a uno la infidelidad. Hay personas que miran hacia otro lado para que ingrese un tercero que se quede con su pareja. No se trata de un tema moral, sino de tratar de teorizar el discurso que escuchamos en los consultorios.

El signo de amor es justamente un signo y el ser humano no siempre está en condiciones psíquicas de alojar algo del orden del amor. 

Fuente: Nota confeccionada con las notas de la conferencia de María Marta de Palma titulada "¿Amores? locos: ¿Qué amor?", dictada el 12/02/2020

miércoles, 29 de julio de 2020

La transferencia en la psicosis - Élida Fernandez


El analista al convocar a los demonios se encuentra con la transferencia. No hay análisis sin ella, a ella debemos esperar para dar comienzo a la interpretación, ella nos autoriza a ocupar el lugar del Sujeto Supuesto Saber.
La transferencia, santo y seña del comienzo de análisis, no tiene lugar para Freud en la psicosis.
Si el psicótico en su catástrofe libidinal no tiene otro objeto que él mismo, y vacía el mundo de relaciones, no puede quedar lugar para el analista.
En Construcciones en psicoanálisis, la tarea principal del analista no es ya la interpretación sino que ésta prepararía el camino  para acceder a la construcción, que ubicará al sujeto en análisis en relaciona su historia desde la lectura de los efectos del inconsciente.
Pero he aquí que esta tarea es similar a la que realiza el psicótico con su delirio.
Ya en Freud hay similitudes entre el lugar del analista y el del psicótico: ambos interpretan, ambos constituyen. 
Si lo que constituye a la transferencia es el lazo entre el sujeto y el intérprete ¿cómo pensar esta relación en la psicosis?
Lo que la neurosis dialectiza la psicosis lo suelta, y esto en fenómenos de mortificación  y goce desenfrenados.
¿Qué lazo puede anudar a un sujeto psicótico con un analista?
Pienso que es por sufrir en lo real, sin malla imaginaria, que reconstruya este agujero, sin simbolizaciones que regule este goce sin límite.
Por ser objeto sin coto, por no tener el instrumento de la castración, viene a pedir que cese el padecimiento.
Creo que todos lo que trabajan con pacientes psicóticos, coinciden en afirmar:
Hay transferencia en la psicosis. El lío se arma cuando se intenta encontrar una fundamentación teórica. Por eso pienso que la fundamentación de la transferencia en la psicosis es el punto más álgido en su teorización.
En el tratamiento de las neurosis uno se apodera de la parte flotante de la libido del paciente y la transfiere a su propia persona. La traducción del material inconsciente al plano consciente se realiza con ayuda de dicha transferencia. La cura por lo tanto, se efectúa por medio de un amor consciente.
En la histeria, la neurosis obsesiva, parte de la libido es móvil y el tratamiento  puede comenzar con esta parte.
Esto no es posible en la paranoia a causa de la regresión al autoerotismo. El médico no encuentra fe por que no encuentra amor.
En Lo inconsciente, en el capítulo VII  Freud se aboca a las llamadas neurosis narcisistas, para diferenciarlas justamente por vía de las otras neurosis.
En la esquizofrenia la libido no buscaría un nuevo objeto sino que se retiene en el yo  produciéndose un estado de narcisismo primitivo.
Acá Freud  ubica en primer plano las alteraciones del lenguaje con referencia a órganos  o inervaciones  del cuerpo.
El dicho esquizofrénico, ha devenido lenguaje del órgano.
En las esquizofrenias las palabras son sometidas al mismo proceso que desde los pensamientos oníricos latentes crea las imágenes del sueño y hemos llamado proceso psíquico primario.
El proceso primario caracterizado por la condensación (una representación puede tomar sobre si la investidura integra de muchas otras)  y por desplazamiento (Una representación puede entregar a otra todo el monto de su investidura).
Si propone Freud que en la esquizofrenia las representaciones de palabra están sometidas al proceso primario podemos deducir aquí la no instauración de la represión primaria como constituyente del sistema inconsciente separado del preconsciente.
El sueño reconoce una regresión tópica, la esquizofrenia no. En el sueño esta expedito  el comercio entre investiduras de palabra  (precc.)  e investiduras de cosa (icc.), lo característico de la esquizofrenia es que este comercio permanece bloqueado.
Este comercio bloqueado, el tratamiento de las representaciones de palabra por el proceso primario nos da como resultado un aparato psíquico diferente en las neurosis narcisistas: una no instalación de la represión primaria, por lo tanto la no traducción  entre representación inca y la representación palabra sobre investida como intento de restablecer la relación con el objeto.
Esta relación de objeto fue recortada, forcluida, tratada como si nunca hubiese existido “el yo se arranca de la representación insoportable pero esto se entrama de manera inseparable con un fragmento de la realidad objetiva.
Todo este recorrido lo hizo para poder situar este dato clínico. HAY TRANSFERENCIA EN LA PSICOSIS, No la transferencia de la neurosis, sino otra distinta, de características peculiares que propongo que se puede leer también desde Freud.
Es justamente  en este recorrido, en esta afirmación “la investidura de las representaciones palabra de los objetos se mantiene” donde podemos situar su particularidad.
El psicótico no nos toma por objeto, nos toma por palabra, palabra excluida de la estructura del lenguaje. Nos da el tratamiento que le da la palabra, nos trata como signo.
Tampoco podemos decir alegremente que el neurótico nos toma por objeto, mas bien busca reconocimiento, ser amado.
Es cierto que el psicótico no nos pide que lo amemos, asevera que lo hacemos (en la erotomanía) o que tiene la certeza que podemos hacerle daño (paranoia). Pero nada mas ajeno que la transferencia a la subjetividad y a la dialéctica del reconocimiento de un otro.
Entonces podemos decir que la palabra es transferencial y si hay palabra en la psicosis hay transferencia.
Pero hay diferencias:
El tratamiento que le da el psicótico a la palabra es peculiar.
Ya sea que digamos con Freud que la representación de la palabra esta aquí afectada  por el proceso primario o que afirmaremos la existencia de holofrases donde S1 y S2  están condensados de tal manera que no se produce un intervalo, o que situemos el neologismo como un sentido pleno sin posibilidad de dialéctica alguna, estamos situando la palabra en la psicosis en un estatuto distinto y con un tratamiento propio, con otra lógica.
Cuando el psicótico nos engloba en su delirio generalmente la relaciona al analista  como palabra es paranoide o erotómana. O somos los que hablamos la lengua del perseguidor, o la del amante.
Transferencialmente el analista queda ubicado en el lugar donde proviene eso que le habla, lo persigue, lo ama. Esto en el momento del despliegue delirante. Este otro que lo ama, persigue, habla, etc. se dirige a él. Acá podemos  pensar como lo forcluido retorna desde lo real pero no idéntico. El sujeto que no pudo alojarse en el otro delira que ese que no lo alojo lo busca, lo necesita (erotomanía) o necesita destruirlo por su enorme poder (paranoia).
No es lo mismo la ubicación de la relación con el analista durante las crisis o fuera de ellas.
Después dice que así pueden coexistir en la psicosis, la relación salida de su eje con el otro, con la relación amistosa.
Se pregunta ¿que lugar entonces para el analista fuera del delirio, fuera de esta relación  salida de su eje con el otro?
Retornando a la afirmación: el psicótico no nos toma por objetos sino por palabra. Esto dio lugar a todas las advertencias sobre las precauciones de no interpretar y todos los riesgos que corremos en cada intervención.
Acá propone lo siguiente:
Dijimos la posibilidad de un “amor de amistad, de una phillia, de un amor de uno o más sujetos en relación a una idea” un primer amor al semejante, salido de la relación al otro que goza, en la psicosis. Este es el lugar posible para el analista en el tratamiento, el secretario del alienado, el lector de un lector, el testigo de un testigo.
Amor posible fuera de la dialéctica de la castración.
Dentro de esta phillia, la transferencia es aquí a una idea, al analista como palabra, palabra que toma por si misma el lugar de una cadena integra de pensamientos, palabra tomada por la cosa, sometida al proceso primario.

domingo, 19 de abril de 2020

Figuras de lo masculino.


La hetero-amistad
En el capítulo 4 del libro IX de la Ética a Nicómaco, Aristóteles afirma que la amistad (philia) deriva del amor de sí (philautia). En efecto, demuestra el Estagirita, todas las definiciones que pueden darse de la amistad (aquel a quien se hace bien, se desea una vida prolongada, con quien se comparten alegrías y tristezas, etc.) dependen de la relación que cada uno tenga consigo mismo.

He aquí el núcleo de la relación con el semejante, en una concepción que hallaría su continuidad en la elaboración freudiana que establece que la amistad entre varones se basa en una sublimación de pulsiones homosexuales. Esta doctrina de la amistad, basada en el amor de sí, fue retomada en el curso de la Edad Media, especialmente por Tomás de Aquino, a quien Jacques Lacan cita en su conferencia de Italia (el 4 de febrero de 1973) en los siguientes términos:
“No hay teoría del amor que pueda fundarse [...] en el amor de sí, es decir, en eso que, por lo general, llamamos ‘egoísmo’.”
Esta afirmación de Lacan permite extraer una conclusión respecto de la relación con el prójimo: desear el bien de alguien quiere decir someterlo. Por esta vía, el amor en que se funda la amistad lleva, finalmente, a la guerra con el otro. Se trata, entonces, del amor basado en el narcisismo y en el reconocimiento, donde la falta de este último introduce la discordia.

Sin embargo, no es este el único modelo que puede tomarse de la Antigüedad para pensar una relación entre amigos. Podría pensarse también, por ejemplo, en el canto XXIII de la Iliada, que narra los ritos funerarios que son dedicados al amado de Aquiles, quien se hubiera presentado por la noche ante su amante en calidad de fantasma (psyché eidolon) solicitando una sepultura humana. Patroclo no podía morir hasta tanto no se realizara el duelo que, simbólicamente, inscribiera su pérdida. G. Agamben ha dedicado páginas hermosas a esta cuestión en su libro Infancia e historia.

Desde la infancia, Patroclo era el mejor amigo de Aquiles; eran amantes, y la muerte de aquél acontece en el contexto en que simuló ser Aquiles al ponerse su armadura. Esta última indicación basta para apreciar de qué modo su relación era intransitiva y cómo Aquiles sólo puede responder por su amistad con un acto que rinda tributo al ausente, sacrificando varias de sus propias pertenencias.

Esta indicación del amigo que responde ante la muerte de otro, en una actitud que desafía la empatía y el amor de sí, es la que puede encontrarse en una referencia contemporánea a partir de la obra de M. Blanchot. En un artículo escrito en homenaje a G. Bataille, titulado justamente “La amistad” (1971), Blanchot encuentra la ocasión para pensar sobre la amistad en su relación con la inminencia de la muerte e introduce algunas reflexiones que permiten circunscribir la función del interlocutor:
“Debemos renunciar a conocer a aquellos a quienes algo esencial nos une; quiero decir, debemos aceptarlos en la relación con lo desconocido en que nos aceptan, a nosotros también, en nuestro alejamiento.”
Una paráfrasis de esta referencia de Blanchot permite apreciar diferentes elementos: 
a) en primer lugar, el amigo no puede ser conocido, esto es, no cabe plantear una relación simétrica de comprensión o empatía; 
b) en segundo lugar, si hay reconocimiento sólo es de la extrañeza del prójimo, una “extrañeza” que es recíproca, es decir, una relación que consiste en la “no relación” misma; 
c) en tercer lugar, a partir de lo anterior, el amigo no puede ser el objeto de un enunciado, sino un destinatario específico: el interlocutor o, para utilizar la expresión de Blanchot: “Aquellos a quienes se habla”.

viernes, 14 de febrero de 2020

El amor y el narcisismo de la época: presentaciones clínicas.


El amor va tomando distintas coloraturas a través de las épocas, a partir de que los significantes epocales van definiendo determinados modos de relacionarse con el semejante. Partimos del amor cortés en la época del medioevo y vamos asistiendo ahora a un fenómeno nuevo, que es el amor en la época del post-capitalismo. El discurso capitalista forcluye las cosas del amor y decreta que todo es posible, todo se puede conseguir y tener. Con lo cual, no hay una barrera al goce ni nada se pierde. 

Sabemos que en el amor hay una pérdida y una ganancia. El amor, como dice Freud, puede tener que ver con el narcisismo, pero también se puede elegir amorosamente por apuntalamiento al modo del amor materno. Siempre en el amor se deposita algo en el otro que le es propio, por eso no hay que hablar demasiado mal de la pareja. No solo en relación al amor, sino también en relación al deseo, donde algo del objeto a (ese objeto de deseo de cada quien) también se deposita en el otro, quien es un soporte que encubre ese objeto a que es propio. El amor incluye una dosis de narcisismo, pero para que exista la posibilidad de amar, hay que dar lo que no se tiene. Es decir, dar una falta al otro, para que él pueda constituirse como nuestro objeto a. ¿Qué pasa en estos tiempos donde pareciera que la falta tiene que ser rápidamente borrada? 

El sujeto, en el discurso capitalista, es considerado un objeto a consumir y a consumirse. Hay un empuje al goce absoluto y a la consumición de objetos. Ya Lacan había anticipado esto en El reverso del psicoanálisis, diciendo que el mundo se estaba transformando en un mundo de letosas y gadgets. Los gadgets son los objetos tecnológicos que el sujeto consume. En este momento, el mundo es un espectáculo donde se da a ver todo aquello que no hace mancha en el cuadro. Lo que muestran las redes sociales es siempre el lado menos oscuro de la vida. Es decir, una imagen plena que captura al espectador. El sujeto mira lo que el otro consume, tiene y hace. Y cuando esa imagen que aparece en la pantalla no refleja lo que a él le puede pasar, aparecen distintos fenómenos como la depresión, el aislamiento y la dificultad de relacionarse amorosamente con el otro. 

Cuando hablamos del amor, no hablamos solamente del amor al partenaire, sino del amor de la amistad, de esa relación que conlleva mirarse a los ojos y escuchar y hacerse escuchar. En los tiempos actuales, esta intermediación de las pantallas, donde todo pareciera ser un espectáculo y donde no hay lugar a la intimidad del sujeto porque todo se muestra, el sujeto aparece como una pura mirada que mira, pero que no se mira a si mismo. Cuando no hay el mirarse (segundo tiempo de la pulsión), tampoco hay posibilidad de pensarse. El sujeto muchas veces no viene representado por las formaciones del inconsciente, sino que aparecen las adicciones, los actings, los pasajes al acto o los problemas en el cuerpo. Los analistas no podemos intervenir al modo tradicional del desciframiento del inconsciente y de la lectura jeroglífica de los sueños, sino que tenemos que pensar otros modos de abordaje. El sujeto está anudado borromeicamente - real, imaginario y simbólico-. Este anudamiento tiene que darse de un modo particular, con lo cual nos permite pensar en modos diferentes de intervención: intervenciones en lo real, en lo imaginario y en lo simbólico. 

En estas nuevas modalidades de presentación, desde hace algunos años aparecieron más demandas de parejas y familias que consultan y que muchas veces es la antesala a la posibilidad de un tratamiento individual. Dentro del psicoanálisis estaba muy mal visto quienes pecábamos en investigar esta especificidad y nadie contaba en voz alta algo de esto. Actualmente las cosas cambiaron y la gente puede cambiar más tranquilamente de por qué a veces uno invita a una pareja o a la familia. 

El análisis individual, aunque sea un análisis exitoso (reciclando goces y sostiene su posición deseante) muchas veces deja por fuera de discurso algunas situaciones de pareja o familia que muchas veces pueden ser leídas o pensadas a partir de la escena que se arma en el consultorio de una analista, donde él ocupa el lugar de tercero a descifrar eso que ocurre en la tensión, ya sea gozosa o deseante en una familia. Eso que no aparece en el discurso individual se muestra, se da a ver discursivamente en la escena con un analista. Ciertas intervenciones permiten descoagular o interrogar algunos silencios y algunas situaciones gozosas que no podían ser puestas en discurso en un análisis individual. Por eso creo que es importante en esta época, donde muchos analizantes no vienen representados por formaciones del inconsciente sino que vienen con mostraciones o adicciones, poder ampliar desde el psicoanálisis nuestra lectura. 

Lacan decía que el psicoanalista que no puede leer los significantes epocales pierde su rumbo. ¿Cuáles son esos significantes epocales que se toman como naturales? Nos encontramos con una falta de deseo sexual en parejas jóvenes, un afán de tenencia material, apresuramientos que no permite llegar a un acto verdadero, donde el sujeto se pierde es pos de un consumo (de éxito profesional o consumo tangible de ciertos bienes). hay apresuramiento, que es diferente al tiempo subjetivo, donde mirar, comprender y concluir en un acto verdadero hace que el sujeto emerja en ese lugar en otra posición subjetiva y que haya la posibilidad del encuentro con la posición deseante y un soltar de los goces mortíferos.

Caso clínico.
Pareja de profesionales de alrededor de 40 años de edad, hace 20 que están juntos. Exitosos ellos y con un gran nivel de peleas. No pueden dejar de pelear, incluso en las sesiones de entrevistas. Se gritan, lloran, se enojan y no tienen la posibilidad de pensarse. Cuentan que luego de muchos años de tratamientos infructuosos por temas de esterilidad sin causa (nunca se pudo diagnosticar), a partir de varios tratamientos logran tener unos mellizos hace 4 años. A partir del nacimiento de los mellizos, dejan de tener relaciones sexuales, pero que esto nunca les hio ningún obstáculo, que les parece absolutamente normal. Cuando les pregunto qué los trae a la consulta, dicen que es el nivel de peleas y un hecho que aconteció hace unos meses, cuando volvían de un evento familiar. El celular del caballero dispara un mensaje. Ella descubre que él está coqueteando vía chat con una alumna de él. Él es docente en una universidad. Él dice que simplemente estaba tratando de ser amable. Ella se pone a llorar y él le intenta explicar que era solamente un chat.

Una de las preguntas que yo hago en las entrevistas de pareja para poder ubicar algo de lo que pasa actualmente, es que primero me hagan una especie de raconto de cómo se conocieron y qué es lo que los enamoró el uno del otro.

Ella había estado en pareja, pero ese muchacho tenía una doble vida. El novio de ella tenía otra novia y a las 2 las llevaba a la casa paterna. Con lo cual, en la familia nadie decía nada y aceptaban que este muchacho tuviera 2 novias oficiales. Cuando ella se entera de esto, deja esa relación e inmediatamente, sin tiempo de duelo, se engancha casi en simultáneo con este hombre, que hoy es su marido. En un momento, ella decide que tiene que ir al psiquiatra porque no puede dormir, porque no podía dejar de mirar la pantalla. Ella averigua cómo hackear el celular y le instala un sistema donde se puede chequear dónde anda cada quien. Ella entonces se dedica a chequear dónde está la ubicación de él. Todo esto, seguido de escenas de celos, de ruptura de objetos de la casa y en una sesión lo toma a él del cuello. No había intermediación de la palabra, en tanto simbólica. Hay una actuación permanente. 

Cuando intento abrir el tema de las no-relaciones sexuales, ambos dicen que no es un tema que les interesen, pero eventualmente ella dice que él descuidó su cuerpo y engordó un poco y ella había engordado después del parto aproximadamente 30 kg. En las primeras entrevistas ella parecía una mujer mucho más grande que la edad que tenía. Pero esto de mirarse no había entrado en la cuenta de ella. 

Cuando intento abrir a la cuestión de a ver qué pasa cuando ellos obtienen esto que desean, que son los hijos, qué estarán pagando de más con esta imposibilidad un sumar de un tener fálico a eso que ya venían teniendo. Ellos tenían los títulos, el bienestar económico, todo entra en la ecuación: heces, pene, niño, regalos. Las entrevistas se suscitaron por un tiempo en un clima hostil, donde ella tenía miedo que yo me ubicara de parte del marido y que no la escuchara a ella. Cuando ella empieza a poder hablar algo de su historia, cuenta que es la mayor de 4 hermanos, donde ella es la única mujer. Fue la única profesional de la familia y la que llevó adelante su casa. Dice que sus hermanos son un desastre, que tienen muchos problemas laborales y que además tienen muchos problemas afectivos con las ex-mujeres y con la tenencia de los hijos, que la culpa no es de ella ni cómo se crió, dice que lo que a ella le pasa es actual y tiene que ver con esto que el marido le hizo que es chatear con la otra.

El marido decide dejar clases en esa universidad para que ella se tranquiliza. Él cree en los dichos de ella y ella se transform en un agente superyoico que indica qué se debe/puede hacer y qué no. Uno podría decir que esto de dejar una actividad fálica que tenía brillo para él (a él le gustaba la docencia) para que la mujer se tranquilice, fue un craso error porque esto no generó tranquilidad en ella. A ella se le acrecentó la idea cuasi delirante de que él se había ido porque algo había pasado. El tema de las pantallas insiste y ella entra en TindR bajo un seudónimo. Rastrea y lo engancha a él en esa aplicación. Hace una cita para que ambos se encuentren en una confitería. Él va y por supuesto, ella fue a corroborar que él fuera, pero sin hacerse ver. Cuando él vuelve a la casa, ella le tira todas las cosas fuera del departamento y él se va a dormir a la casa de la madre.
Él es hijo único de una señora viuda y ella dice que este hombre, por ser hijo punico, se cree el ganador. Él se va y pide un analista para él. Lo derivo para un análisis individual. En todas estas entrevistas, él fue dejando todas sus cosas para que ella se tranquilizara, cosa que no dio resultado. 

A partir de Tindr, ella empieza a conocer otros señores y empieza a salir indiscriminadamente con uno, con otro, sin ningún tipo de cuidado sobre su persona o su propio cuerpo. Esto lo cuenta en las entrevistas de pareja con cierta obscenidad, donde no hay ningún velo. Yo les digo que cuenten lo que sea contable y aquello de lo cual se puedan arrepentir y no poder volver atrás, que no se cuenta en la sesión. esto lo digo porque hay algunas cuestiones que alimentan el goce de la pelea y no permiten abrir o escribir otra cosa. Ella dice que es frontal y amante de la verdad. Le digo que una cosa es ser amante de la verdad y otra ser sincericida, con lo cual ella frena los insultos y sus historias con los tipos. Al tiempo, ella decide empezar a salir con un peluquero que ella tiene, que es un señor que tiene varias relaciones simultáneas con sus clientas. 

Tenemos que hacer una distinción del poliamor y la cuestión del deseo. El deseo es aquello que puede abrir a varias relaciones. El amor implica siempre la castración. Si 2 se aman, hay castración de por medio. Sino, hay una renegación de la castración y en el varón, si recuerdan en Freud La degradación de la vida erótica, tiene una escisión entre la corriente amorosa y la corriente deseante, en la medida que tiene que resolver su propia historia edípica -Freud dice, con su madre y su hermana- para poder hacer converger en una mujer las 2 corrientes: la sensual y la amorosa. Es decir, el deseo y el amor. En el varón está planteada, por su posición, esa divergencia. En la mujer, hay otra relación con el amor y Lacan dice que la mujer tiene una facilidad estructural para semblantear el objeto causa de deseo de un varón. Una mujer se tienta tentando a un varón y un hombre es el alfarero que va a rodear eso que aparece en ella como causa de deseo. Esto está en el seminario de la angustia, donde él plantea la disimetría entre amor, deseo y goce en varones y mujeres y toma La Metamorfosis de Ovidio para plantear cómo alguien que pudo tener las 2 posiciones sexuadas para saber de qué se trata la masculinidad y la femineidad. La posición sexuada tiene que ver con su relación al falo, como cada quien se ubique en relación al falo y a la falta. Acá había, en esta mujer, una posición reivindicativa que no pasaba por la posición femenina, donde ella no tenía en su disposición esto de ser causa de deseo del Otro. Lo quería imponer por decreto.

Con el peluquero, ella también tiene una relación donde hay peleas, desplantes y todo un armado que hubo de trabajar, porque ella no ponía velo a esto, frente a sus hijos. En un momento yo decido interrumpir las entrevistas de pareja porque el que se angustiaba frente a esto que contaba era él, mientras ella seguía en un nivel de actuación sin poder implicarse en eso que ocurría. 

Pregunta: ¿Por qué seguían teniendo entrevistas de pareja?
Era una demanda que ellos tenían, porque no podían dialogar por fuera de las entrevistas y lo que les preocupaba era que en el colegio de los niños habían empezado a llamarlos porque los chicos iban al jardín con una serie de síntomas. El nene mordía, pegaba y se hacía pis. La nena se iba del jardín, salía, insultaba a la maestra. El jardín les había sugerido que siguieran con las entrevistas de pareja. Yo escuché la demanda un tiempo, hasta que decidí la interrupción para que siguieran análisis individual. Había algo del lado de ella que escapaba a la posibilidad de trabajar los 3. Ella pide un análisis individual conmigo. Sigue un tiempo conmigo, con muchos llamados por fuera de la sesión, con muchas dificultades para asociar libremente y para historizarse en aquello que le acontecía.

En las entrevistas de pareja uno intenta localizar cuál es el pacto fantasmático que se juega entre ambos, de qué se trata. Cada uno viene con su historia, con su singularidad y su pacto fantasmático. La dificultad, por lo general, es poder tolerar esa diferencia que hace del otro un prójimo y no un semejante. En estos tiempos, esta dificultad de ubicar al otro como prójimo da lugar a que emerja la agresividad especular, es decir, que cada uno responda imaginariamente en espejo frente al otro. En esta pareja no había lugar para que se inscribiera, desde lo simbólico, algo en relación a la diferencia que ellos tenían como sujeto, por historia y por posición sexuada, que es lo que hace tolerable la relación con el otro. Cuando la diferencia es borrada, prima lo más primario de la agresividad especular, donde “es el otro o yo”, por eso esas escenas de tanta violencia, generalmente más ejercidas por ella. Una vez lo encerró en el baño y le tiró toda la ropa por la ventana. No llegó a eso que a veces leemos en los diarios, porque había tallado algo del Nombre del Padre como límite simbólico. 

Cuando se llega a ese nivel donde es el otro o yo y se juega esa escena del cuerpo a cuerpo, donde la única chance es eliminar al otro, hacerlo desaparecer de la faz de la tierra, yo tengo algunas hipótesis al respecto: asistimos a una época de cambio de paradigmas en lo que es la vida familiar y también se viene anticipando esto que se nombra como la degradación del Nombre del Padre. El N del P opera en los 3 registros -real, simbólico e imaginario- y del padre hay que valerse para ir más allá de él. El padre es real, imaginario y simbólico. El padre simbólico que interdicta el goce de la madre para que pueda no hacer de sus hijos objeto de su propio goce y pueda largarlos al mundo para que sean sujetos deseantes. En el seminario R.S.I., dice que si un hombre hace de su mujer un objeto causa de su deseo, aparta a los hijos de su propio goce, es decir, estos no quedan bajo la égida incestuosa del Otro materno. Es el agente que irrumpe el incesto con el Otro materno. 

En estas cuestiones donde todo se puede y todo vale, se ha perdido el falo como vector indicador de los goces posibles. Si todo se puede, nada se pierde y todo vale, entonces hay algo de esa ley (que acota el goce incestuoso) que se está perdiendo. Se pierde, pero también se pierde para aquellos que se ubican del lado varón de la fórmula de la sexuación, en tanto quedan arrinconados en el lugar de falos anónimos, no falóforos n valiosos. Si un hombre queda arrinconado en esa posición donde lo que él tiene no sirve para causar el deseo de una mujer ni para limitar el goce de una madre, ese hombre pierde valía fálica y queda en una posición de objeto. Si queda en una posición de objeto, sólo puede actuar, hacer un pasaje al acto. El modo de castrar a lo que aparece como La Mujer, toda completa, es el asesinato. 

Pregunta: No entendí esto último. 
El falo es un vector organizador de la subjetividad. Un hombre se representa del lado fálico en las fórmulas de la sexuación. Él tiene y porta el falo. Cuando ese brillo fálico es denotado, dejado de lado, no considerado, queda caído como varón falóforo, queda como puro resto, puro objeto. Al ser puro resto, puro objeto, no dispone del capital simbólico de la palabra para perforar o agujerear de lo que viene del lado de la demanda de una mujer. Y esta se transforma en un oráculo, o en una Medusa que se lo va a tragar y el único modo de no creer en los dichos de ella, es decir, de agujerear lo que ella dice, es hacer un pasaje al acto. El pasaje al acto es operar sobre el cuerpo de la mujer, matándola. Ahí ya no se dispone del capital simbĺico que permite soportar la diferencia. Cuando ese capital no está, queda lo imaginario, que es el sentido sin agujerear que cada uno le da a las palabras del otro. Entonces, si una mujer le dice a un varón “idiota”, este queda coagulado en ese “idiota” sin poder decir, por ejemplo, que está enojada con otra persona. 

Cuando uno escucha estos casos muy graves, vemos que el que se ubica del lado hombre se queda sin recursos simbólicos para decir “Detrás de eso que me dice, ¿qué quiere?” Porque la pregunta fundante en el sujeto es qué quiere el Otro de mi. Esa pregunta primero se efectúa con el Otro materno. De las distintas demandas del Otro, el sujeto va a deducir me quiere la linda, el feo, la perrita, etc., hay posibilidad de que el sujeto responda con una posición fantasmática al qué quiere el Otro. Cuando ese sujeto no puede leer en las demandas del Otro materno un agujero que alojara su falta para él ubicarse ahí, llenando ese lugar de falo imaginario del Otro, ahí aparecen estas patologías graves. No existe la posibilidad de construcción de una respuesta fantasmática. Entonces, el encuentro con cualquier semejante se torna de un encuentro de cuerpo a cuerpo. No hay mediatización simbólica. Aparece un borramiento de la escena y el sujeto queda desdibujado. 

Un sujeto con un armado fantasmático logrado, cuando una mujer se enoja, puede preguntarse “Detrás de eso que me dice, ¿qué me querrá?” Recordemos la pregunta freudiana de qué quieren las mujeres, pero ahí hay una interrogación del decir. El decir no opera matando la posibilidad de la interrogación. Cuando un hombre cree totalmente en lo que una mujer dice, se transforma en eso y una mujer se transforma en la voz superyoica. La voz superyoica es aquello que dice “Así como el padre debes ser, así como el padre no debes ser”, con lo cual es una paradoja irresoluble, porque encierra 2 términos contradictorios. Lacan dice que la mujer puede ser un síntoma para el hombre, es decir, dar lugar a otra cosa; ser aquello que le permite vehiculizar su deseo, pero el partenaire también puede transformarse en un superyó cruel que ordena gozar. El superyó insiste en que el sujeto goce. Si el sujeto está bajo el mandato de goce, no hay posibilidad de desear, porque el deseo siempre aliviana el discurso injurioso del Otro. O sea, ante un insulto uno puede salir de la escena o hacer un chiste. Cuando alguien queda bajo el mandato, no puede hacer otra cosa más que actuar. Acuérdense que el superyó es también el heredero de los padres y aunque sea insoportable, a veces es también una compañía.

En estas entrevistas, la mujer cuando hablaba obscenamente de la cualidad sexual del marido, lo condenaba a él a ese lugar donde él se la pasaba pensando si era suficientemente o no. En la historia de ella, habían muchos silencios, desde la época de sus abuelos. Recordemos que el sujeto es efecto de 3 generaciones. Es decir, aquello que fue silenciado y(o renegado en lo simbólico, siempre aparece en lo real. Cuando fuimos abriendo en el análisis de ella algunos lugares de los varones, aparecían historias de devaluación, no solo del abuelo, sino del padre de ella en el decir de las mujeres. No eran sujetos aptos para ser amados y/o deseados. Con lo cual esta chica actuaba lo que ya venía desde hace 2 generaciones. Freud decía, en las series complementarias, la filogenia, la ontogenia, y el discurso actual. 

Volvamos al discurso actual, que promueve la devaluación del Nombre del Padre, la devaluación de lo simbólico y la objetalización de los sujetos. Si los sujeto son objetalizados, son cosas que se pueden destruir, tirar por la borda o hacer cualquier cosa. 

Pregunta: ¿Y cuál era la posición de él?
Él estaba en la posición de hijo de madre viuda, a la que había que conformar con sus logros profesionales y tenía una sumisión a la palabra de la madre, donde la madre era bastante similar a lo que era esta mujer. Era una mujer que lo denotaba, aunque por el otro lo ensalzaba como el muchacho con logros. Pero para esta madre, siempre le faltaba algo y lo comparaba con su propio padre, con el abuelo de este muchacho, donde él siempre quedaba en cierta minusvalía. Por otro lado, había una historia del lado de la madre de él y la hermana, donde también los hombres de su lado, venían siempre en ese lugar de criticados, denotados, de poca valía. En ese sentido, se enganchaba fuertemente el fantasma de él con el encuentro de esta mujer que tenía eso. Por lo tanto, estaban perfectamente casados en la medida que había la ilusión de la relación sexual -que no existe- porque cada uno hacía empalme en su propio goce. Él no podía interrogarla a ella, porque el lugar de los hombres de su familia era un lugar en menos, una posición un tanto masoquista. Era la ilusión de que si él hacía eso, ella iba a ser otra distinta. Él hacía lo imposible para que tanto la madre como la esposa pudieran aceptarlo. Aún cuando él se ofreciera como estropajo, uno advertía su goce ahí.

Pregunta: Esto del goce de él, ¿se lee en la escena?
Justamente, si nosotros decimos que hay una escena, hay una apuesta de los cuerpos en esa escena que se da a ver y el analista puede leer la posición corporal, la mirada de cada uno. Ella ocupaba la mayor parte de la escena con sus movimientos, gritos y llantos. Él aparecía sentado en la silla como una especie de pollito mojado. Ahí estaba gráficamente cuál era el interjuego entre ambos, donde ella aparecía como que siempre se había sacrificado por el bienestar económico, y ella decía que él estudió esa carrera universitaria gracias a ella. Arrogarse que el partenaire estudia algo es complicado, porque es no darle crédito que esa carrera la había hecho él. Cuando él hace su análisis individual, cambia algo de esta posición y un día le dice “Yo hoy me voy a sentar acá y vos ahí”. 

Hay parejas que se miran cuando se hablan, que intercambian los lugares en el consultorio, otras que no se miran o me hablan a mi… Todos esos son indicadores en la escena de que hay algo ahí, en esa pareja, de cómo funciona. Obviamente, después vamos a leer los significantes en juego de cómo se conoció la pareja, cuál fue su historia de esa pareja, qué le gustó del otro y lo que a ella le gustó es que él fuera seductor. A él le gustó que ella fuera decidida y arrogante. O sea, ellos consultan porque él seduce a otra por chat y él padece de la arrogancia y el empuje de ella, quedando fuera de juego.

La mayor parte de las consultas de 20 años atrás eran las dificultades sexuales, la caída del deseo, si uno quería y el otro no… En este momento, esto del deseo sexual pareciera no ser motivo de consulta. Incluso, a veces de varias entrevistas y con las preguntas que uno hace, aparece esto de que no hay deseo sexual. Aparece como natural, por lo cual podríamos investigar que si el deseo desaparece del mapa, ¿cómo se juega ahí el a que hace diferente a un sujeto del otro? El objeto a es en principio de fijación y que luego es objeto causa del deseo, no solamente en relación a una pareja, sino en relación a cualquier cosa de la ida. Aparece como una carrera, un sin tiempo, una inscripción del deseo en tanto falta que motoriza lo viviente de un sujeto. Si no hay motor deseante, lo que va a reinar va a ser más el imperio de goce mortífero, que deja al sujeto en una posición incestuosa, con lo cual no hay lugar a un otro.

También se ha ido perdiendo el arte de la conversación. Conversar con el otro implica mirarlo a los ojos, escuchar el tono de voz, escuchar la enunciación. Si eso se pierde, el sujeto queda como en una especie de máquina que pone likes y la gente ahora viene de acuerdo a los likes que tienen: si hay muchos están contentos; si hay pocos, se ponen tristes o se deprimen. Los síntomas actuales dicen que esto que aparece, si pensamos al sujeto como efecto de la palabra, podemos apostar a una dignidad del sujeto al pensar y describir la tecnología en otro orden. La tecnología está, ¿pero qué hacemos los psicoanalistas con eso cuando a veces los sujetos nos dicen que tienen una relación y el hablar es chatear y la relación es solo virtual, en el sentido que no hay estrechamiento de cuerpos. El cuerpo implica el cuerpo propio y el del otro, la alteridad de los sentidos: el olor del otro, el aspecto de la piel, la tersura de la piel, la mirada, etc. Es el otro en tanto cuerpo y se está perdiendo el encuentro de los cuerpos y avanza algo que deja al sujeto fuera de juego y con síntomas muy complejos que a veces no se advierten, porque estamos todos metidos en este mundo de la carrera y se olvida de eso que hace al encuentro con el otro y está marcado al inicio, cuando le dona la voz al bebé. Cuando una madre lo mira y lo acaricia, le está donando algo de su cuerpo para que después, en el estadío del espejo, pueda armar no solamente su imagen yoica, sino también una dimensión del propio cuerpo.

En este tiempo, ¿qué se le da a un bebé muy pequeño? Un celular. Los padres miran también el celular, ¿cómo se dona voz y mirada, que son los 2 objetos primordiales que hacen a la imagen yoica y a la libidinización del cuerpo, si no hay esa donación previa? El trabajo con padres y parejas también implica interrogar esto, cómo se están haciendo estos niños, qué se les ofrece. Estos mellizos que yo les contaba del caso, no tenían la disponibilidad de estos 2 padres, en relación a la donación de esto para después poder conformar un cuerpo pulsional, donde la pulsión pueda hacer el tour por los bordes erógenos: mirar, hacerse mirar, mirarse. Eran chicos que habían sido muy buscados, con muchos tratamientos, dinero y tiempo, pero podían sostenerlos porque estaban empeñados en las peleas de ellos y en seguir creciendo económicamente. Los nenes eran unos “tecnócratas”, según ellos. Cuando investigo esto, resulta que desde muy niñitos, tenían pantallas y por lo tanto eran chicos que no perturbaban ese lugar de los padres ni les demandaban tiempo. Hacer un niño implica tiempo y donación de la falta y ahí no faltaba nada. estaban los chicos para la postal de la familia tipo. Mi preocupación como analista es que cada vez hay más de este tipo de consultas.

Las dificultades de ahora son las peleas, dificultades donde hay un cuerpo a cuerpo, insultos y la cosa del actuar y no soportar la intimidad del otro. Porque mirar en el celular del otro es no respetarlo en su intimidad. Hay un avasallamiento del semejante, ¿cómo se genera una confianza en el otro si hay que estar todo el tiempo chequeando si eso que dice coincide con eso que marca el GPS de dónde está el otro? Antes había una interrogación por el cuerpo, la sexualidad-cuerpo. Ahora, viene la queja y la actuación, donde se borra el cuerpo del otro, porque no respetar esa intimidad es también avanzar sobre el cuerpo del otro. Estar pendiente de dónde está en cada momento, lo convierte en una especie de objeto que se puede controlar y manipular. La sociedad actual tiene 2 mecanismos fuertes que tienen que ver con el discurso capitalista, que es el control y la manipulación. 

Como analistas, ¿cómo inscribimos algo de esto en los tratamientos que conducimos? Ya Freud hablaba de los velos, cuando el niño miente para que el padre o la madre respeten su -φ, o sea, esa posibilidad que tenemos de sustraernos al Otro. Más allá de que ese discurso no permita fácilmente esa sustracción del Otro, ¿cómo operar en aquellas familias donde esto está todo el tiempo a la vista? Sustraerse es respetar la diferencia. 

El sujeto se transforma en un autómata en estos puntos, con la posibilidad de ser controlados para hacer lo que otro quiera. Ella decía lo que él tenía que hacer y él obedecía por su posición fantasmática. Ahí hay un casamiento fantasmático, podríamos decir, tal para cual. Se trata de un pacto inconsciente que se puede empezar a develar en las entrevistas de pareja, pero que después cada uno tendrá que trabajar para ver cómo repacta eso. Cuando las parejas van cambiando, cada tiempo de la vida implica un reordenamiento imaginario y simbólico frente al nuevo real. Esto de ser padres implicó hacer un movimiento que ellos no habían hecho. A ella le jugó en el cuerpo, ella engordando en demasía; él avocado en trabajar y ganar dinero, pero no hubo un cuestionamiento de cómo construir esa familia.

Pregunta: La falta de deseo de la pareja, ¿fue motivo de desconfianza?
Es interesante, porque justamente en esta pareja, en los primeros tiempos de las entrevistas, a ninguno de los 2 le hacía pregunta que no tuvieran relaciones sexuales hacía 4 años. Esto de la tercera posible, que yo en algún momento señalé, aparece la posibilidad de preguntarse por eso. En las relaciones virtuales, vemos que el encuentro con el cuerpo del otro no está puesto en discusión. 

Superyó: en los casos de impertivo superyoico, la culpa incestuosa está más acentuada y eso detiene al sujeto frente a la posibilidad de avanzar en relación a lo que desea. Es lo que Freud intentó transmitir en su recuerdo de la Acrópolis, Él se encuentra con el hermano y no puede creer que hayan llegado tan lejos. Al sujeto le cuesta avanzar en eso que desea porque en el camino aparece la culpa incestuosa y el imperio del superyó. A más voz del superyó, mayor detenimiento del sujeto. Por eso, un análisis que avanza hacia su límite intenta que el superyó sea una voz menos audible y una mirada menos penetrante para que no caiga como peso sobre el sujeto. En estos momentos hay un imperio superyoico, porque se puede todo es la dificultad de poder sustraerse del superyó. 

Los neuróticos tenemos nuestro superyó e intentamos hacer algo con eso. Cuando el superyó está puesto afuera, va más allá del narcisismo, se trata de otra cosa. El superyó puede encarnarse en el otro y no es posible barrarlo. La única horadación posible es eliminarlo o matarlo. 

Pregunta: ¿Qué es el amor para el psicoanálisis?
Freud decía que para que un sujeto pudiera constituirse como tal, era necesario amar y trabajar. El amor es aquello que hace falta, que no se tiene y se da y es también aquello que permite el intercambio de dones: recibir y dar. También hace a la vida más vivible. No solo se trata del amor de las parejas, sino el poder estar con otros, amigos, para que el sujeto tenga en cuenta su dimensión humana. 

(Pregunta por el obsesivo)
El padre muerto, para que opere, tiene que operar como padre simbólico, que da lugar a la primera identificación y esa identificación es por amor a ese padre. Es lo que determina la posibilidad de desear. La neurosis obsesiva tiene una particularidad en relación a este tema, donde el otro es su amo pero a medias… No siempre se transforma en ese amo absoluto del superyó. El partenaire, decía Lacan, puede ser el superyó y juega con lo de la mitad: si el otro es tu mitad, es un problema, porque se depende dee sa mitad para constituirse. La neurosis obsesiva, en algún momento interroga a ese otro con el enojo, pero tiene otro mecanismo. El neurótico obsesivo en algún momento puede desbancar a ese otro como amo.  

La idea es poder pactar la pareja desde otro lugar, que se pueda preguntar lo que se dice. Hay parejas que pueden repactar y otras que necesitan la separación en lo real, porque no hay pacto simbólico posible.