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miércoles, 16 de octubre de 2024

Ludopatía y el trading en los jóvenes: ¿Una variante de los juegos de azar?

Existen varias similitudes y diferencias entre los juegos de azar online y el trading, y comparar ambos fenómenos puede ofrecer una visión interesante de por qué algunas personas se obsesionan con estas actividades. Aunque el trading no es intrínsecamente un juego de azar, la forma en que muchos jóvenes lo abordan —sobre todo sin una formación sólida— puede hacer que se comporte de manera similar.

Tanto los juegos de azar online como el trading atraen a personas por la emoción del riesgo y la posibilidad de obtener ganancias rápidas. La obsesión que algunos desarrollan por ambas actividades está impulsada por mecanismos psicológicos similares, como la búsqueda de adrenalina y la respuesta a recompensas variables. Sin embargo, el trading, cuando se hace correctamente, implica habilidades, análisis y un propósito económico más claro, mientras que los juegos de azar dependen principalmente del azar y están orientados al entretenimiento. No obstante, cuando el trading se practica sin conocimientos sólidos, puede convertirse en un acto tan especulativo como jugar en un casino.

El fenómeno del trading entre los jóvenes ha ganado popularidad en los últimos años, y muchas personas desarrollan una especie de "obsesión" con él debido a varios factores psicológicos, económicos y sociales:

1. Promesa de Riqueza Rápida

El trading, especialmente el de criptomonedas y acciones, se presenta en redes sociales como una forma de obtener ingresos elevados en poco tiempo. Algunos ven ejemplos de personas que han conseguido grandes sumas en cuestión de días, lo que crea una ilusión de accesibilidad económica sin necesidad de un camino profesional largo y costoso.

2. Adrenalina y Dopamina

El trading tiene un componente similar a los juegos de azar. La incertidumbre, la volatilidad del mercado y la posibilidad de ganar o perder dinero en segundos generan una liberación de dopamina, el neurotransmisor del placer y la recompensa. Esto puede llevar a que las personas repitan la conducta buscando esa sensación de emoción y logro, lo cual alimenta una "obsesión" o adicción al trading.

3. Influencers y Redes Sociales

Plataformas como TikTok, Instagram y YouTube están llenas de influencers que muestran vidas lujosas, automóviles deportivos y grandes ganancias, todo atribuido al trading. Este tipo de contenido crea una fuerte presión social, sobre todo entre los jóvenes, que buscan un estilo de vida rápido y exitoso.

4. Autonomía y Control

Muchos jóvenes ven en el trading una forma de independencia financiera, ya que pueden operar desde cualquier lugar y en cualquier momento. Esto genera una sensación de control sobre su propio destino económico, algo muy atractivo en una sociedad que muchas veces perciben como limitante o controladora.

5. Gamificación del Trading

Con el surgimiento de plataformas de trading accesibles y sencillas, como Robinhood o Binance, operar en los mercados financieros se ha vuelto algo muy parecido a jugar videojuegos. Estas apps están diseñadas para hacer que el trading se sienta como una experiencia lúdica y fácil, utilizando gráficos llamativos, notificaciones constantes y recompensas visuales que motivan a seguir operando.

6. FOMO (Fear of Missing Out)

El miedo a quedarse fuera de una oportunidad puede ser un poderoso motivador. Cuando los jóvenes ven que otros parecen estar ganando mucho dinero, sienten que si no actúan rápido también, se perderán de la "próxima gran oportunidad". Esto genera un ciclo de decisión impulsiva y ansiedad constante por estar al día con el mercado.

7. Educación Financiera Limitada

En muchos casos, la falta de educación financiera contribuye a que los jóvenes no comprendan del todo los riesgos del trading. Al no tener una sólida comprensión de los mercados, ven el trading más como un juego de azar que como una estrategia de inversión a largo plazo, lo que aumenta su inclinación a tomar riesgos desmedidos.

8. Crisis Económicas y Búsqueda de Alternativas

En tiempos de inestabilidad económica o crisis laborales, el trading parece ofrecer una alternativa rápida frente a trabajos tradicionales. Para muchos jóvenes, atrapados en empleos mal remunerados o en incertidumbre laboral, el trading parece la única vía para lograr una independencia económica rápida.

9. Comunidad y Sentido de Pertenencia

Muchos traders jóvenes se integran a comunidades en línea donde comparten consejos, estrategias y experiencias. Esta sensación de pertenencia a un grupo también refuerza el comportamiento, ya que se sienten parte de algo más grande que los motiva a seguir adelante.

10. Problemas Psicológicos Subyacentes

Finalmente, algunos jóvenes que se obsesionan con el trading podrían estar utilizando esta actividad como una forma de evasión de problemas personales o emocionales. La concentración extrema en algo incierto como el trading puede distraerles de otros aspectos de su vida que les generan insatisfacción.

Estos factores, combinados, ayudan a explicar por qué el trading se convierte en una obsesión para algunas personas jóvenes.

jueves, 18 de noviembre de 2021

Ludopatía: la creencia, la ilusión y la religiosidad en el jugador compulsivo.

En mayo del 2021 se abordó, en el Seminario de Pasión por el juego y Ludopatia, el tema de la creencia, la ilusión y la religiosidad en el jugador. En esta dirección una pista singular la provée un analista poco conocido en nuestro medio, Edmund Bergler, discipulo de Freud.

Él escribe, declinando la creencia en fanatismo:
"El jugador es un optimista patológico que siempre cree que va a ganar, y nunca aprende de su derrota. Apela a tres argumentos para justificar su práctica, todos ellos irracionales, pero para él completamente convincentes.
Primero: está absolutamente seguro de que va a ganar. ¿Cómo puede ser tan engreído? El simplemente lo sabe. Ni su burla ni su convicción pueden ser refutadas.
Los fanáticos nunca se mueven con argumentos lógicos y el jugador es un fanático que cree en su éxito final.
Segundo: Tiene una fe ilimitada en su propia astucia, es el típico individualista que desprecia al resto de los jugadores. Convencido de su superioridad, sin embargo esconde razones afectivas inconcientes y sus argumentos toman la forma de una inflación, que rechaza cualquier intervención.
Tercero: para el jugador la vida misma puede cobrar el valor de una apuesta"

miércoles, 14 de julio de 2021

Las ludopatías y las intervenciones del analista

Si bien el término ludopatía surge a partir de la psiquiatría, el tema de los juegos data de 2000 años antes de Cristo. Para la patología, se trata de una impulsividad. A partir de los aportes del psicoanálisis, de los aportes de Freud y Lacan, podemos pensar la ludopatía como una adicción sin sustancia, en el sentido en que remite a la adherencia una actividad que el sujeto no puede dejar de hacer y que es impulsiva y reiterativa

Hoy en día y por el estado actual de nuestra civilización y del empuje al goce y a estar adherido a determinada sustancia, objeto o acción, empuje propio del capitalismo y el mercado, nos permite pensar que la adicción al juego es una adicción. 

Cualquier cosa puede transformarse en una adicción, porque lo que importa es la relación del sujeto con ese objeto. Tenemos referencias lacanianas  que nos permite a pensar esta adicción como interacción, como interacción de lo Uno. Ya no es la repetición en sentido freudiano, donde siempre es una vuelta a encontrar algo nuevo, sino que en las ludopatías actuales nos encontramos con un desenfreno que no tiene límites y no tiene sentido. Es un sinsentido absoluto, el uno, el uno y el uno... 

Hay un punto importante que también podemos destacar y que tiene que ver con los aportes de freud en el texto de Dostoievski, donde encontramos que la adicción tiene que ver con una adicción primordial, que es la masturbación infantil. Con Freud vamos a pensar a la ludopatía desde el Edipo, el retorno, la repetición. Dostoievski más producía cuanto más perdía, por lo tanto bueno acá podemos encontrar otra otra lista interesante en el tema del juego que tiene que ver con la pérdida.

En el sentido freudiano entonces nos encontramos con esta cuestión del juego del carretel, que es una de las referencias freudianas, donde el niño juega y es una actividad que tiene que ver con la constitución subjetiva, con el aparecer y el desaparecer. Freud se pregunta por qué el niño repite algo que no resulta placentero. Hay una relación a un otro y un intento de recuperar algo algo perdido. Por ejemplo, en Dostoievski donde má jugaba, más creatividad.

Hoy las consultas no son por este lado, que van por el lado de lo edípico, la necesidad de castigo, la cuestión del parricidio, de la culpa, los autorreproches y que tienen que ver con sentido que Freud le da al juego.

La característica actual puede ser que hace una combinación de varias adicciones, como al alcohol y las drogas. Una característica actual es que hoy el casino está en casa, con la compradora, el celular y el dinero virtual como las criptomonedas. Lo cual es mucho más peligroso, porque apunta a un desenfreno y a un sin límites y a una incontabilidad, es decir, algo que no se puede contabilizar. Antes, cuando el jugador se quedaba sin dinero se tenía que retirar o estaban las maniobras de autoexclusión cuando el sujeto puede abstenerse de jugar y firmar un formulario en el casino donde con una foto en dni donde el sujeto podría quedar excluído. 

Hoy en día, un juego te invita a otro juego, donde al paciente le aparece una notificación, un aviso donde está invitado a jugar a otro juego. Hay un desenfreno absoluto, un sin límites esa y esa es una característica propia del goce y de la época actual. El juego patológico está desamarrado del otro, donde incluso los niños pueden quedarse atascados sin poder salir de la pantalla. 

El encuentro con el juego contingente es azaroso y después termina siendo necesario y que aparte involucra el cuerpo, pues sabemos que la sustancia tóxica es el goce. Freud hablaba de este quimismo interno que existía en cada sujeto.  En ludópta,a así como en el sujeto toxicómano, hay cierta decrepitud y cierta pulsión de muerte que bombea y que deja en ruinas a él y su familia. 

Desde el psicoanálisis hay que trabajar cuál es la función que cumple ese escenario que se arme el sujeto, porque si en toxicomanías siempre estamos en búsqueda de cuál es la función del tóxico, esto también lo podemos plantear qué función cumple el juego para un niño, para un adulto, para un obsesivo... Más que preguntarnos por la causa, preguntarnos para qué juega. Muchas veces el juego está relacionado con la insatisfacción, la soledad, no querer saber nada de la responsabilidad de su vida, jugársela ahí para no jugársela en la vida. 

"Soy jugador" es una identificación que coagula y de subjetiviza, porque un sujeto que se nomina como jugador o como toxicómano se desresponsabiliza de la pregunta que le concierne: ¿qué tengo solo que ver con este goce en el que estoy sometido? Por eso es muy difícil hacer entrar a un adicto al juego al dispositivo analítico, porque ahí hay un rechazo al inconsciente, un rechazo a la palabra y al hablar, lo cual se relaciona con el deseo del analista de ver cómo hacerlo entrar.

Hay que entender que es una enfermedad y el sujeto sufre, porque muchas veces la familia cree lo podría manejar y no entiende muchas veces que esto tiene que ver con un sufrimiento. El ludopata tiene un pensamiento mágico, primitivo, de creer enla felicidada absoluta y que puede volver a reencontrarse con ese objeto perdido, que no lo perdí y que lo vuelvo a encontrar. Sabemos que el circuito pulsional es un circuito, no un un círculo que se termina. No tiene un fin, no es que el sujeto gana y deja de jugar; al contrario: el jugador gana y sigue jugando... y si pierde y también sigue jugando, para recuperarlo. El jugador cree en el destino, en un Otro absoluto, en la cifra que determinan el destino. Por eso hay una irresponsabilidad del sujeto en sentido psicoanalítico que termina mortificando al cuerpo. 

La época nos invita al consumo de objetos y sustancias y el sujeto se termina transformando en el mercado y el capitalismo como un objeto más de consumo, donde finalmente somos consumidos. La apuesta que puede hacer el psicoanálisis es a lo singular de cada sujeto, ubicarlo en relación a las adicciones también en general ya la época. ¿Cuál es el antídoto de eso? Tiene que ver con el amor, el amor por el inconsciente, el amor de transferencia. El amor puede, a veces, salvar a un sujeto del desenfreno de la época.

domingo, 18 de abril de 2021

La adicción al juego

Ante la irrupción del trauma y la desestructuración psíquica consecuente, la constitución de una defensa deviene de la necesidad de un aparato psíquico afectado de hacer soportable de alguna manera el excedente de una tensión libre, sin anclaje que, por lo tanto, angustia. Opera allí, donde no hay sujeto libre sino un sujeto objetivado, irrumpido de tempestades pulsionales que lo dejan sesgado al azar de sus impulsiones, con la dolencia del sentirse por fuera de la posibilidad de elegir y esclavizado en la repetición. Su narcisismo se encuentra arrasado por un circuito de satisfacción que desborda en goce y afecta el desempeño del yo que se vuelve incapaz para su mediación. El sujeto mantiene como única vía de descarga el goce en sobre-investir una fantasía omnipotente que sostiene la creencia de éxito y niega los fracasos brindando una adaptación ilusoria. De tal manera, se constituye una defensa que emplea los patrones que marca su historia, la cultura familiar y la época de éxito del universo actual en la cual se perciben los efectos de la sobre-estimulación en la subjetividad a través del borramiento ilusorio de los síntomas que podrían dar cuenta del problema. Los estados excitatorios asociados a la manía operan como una modalidad de respuesta asociada a esta fantasía de control permitiendo la descarga del excedente intolerable a través de la formula redentora de “ganar y salvarse”. Se sirven de un estilo de pensamiento mágico y primitivo y de la desvalorización del dinero como factores que abogan por su mantenimiento.

El juego de azar ofrece la matriz ideal donde se instala dicha fantasía. Sus atractivas características en relación con la satisfacción inmediata, la adrenalina interviniente y la promesa de éxito alimentan la ilusión de una forma mágica de resolución de problemas. Si bien el lugar que ocupa el juego para el sujeto responde a la particularidad del caso a caso, se pudo inferir cierto denominador común. Actúa como distractor e invisibilizador de la realidad no deseada, escondite para la soledad y muleta afectiva ante la carencia de vínculos.

La adicción al juego es una salida posible frente al desvalimiento subjetivo ocasionado por la presencia de traumas respondiendo a un intento de defensa maníaca. Desde esta perspectiva, sumar una variable a ser tenida en cuenta en su causalidad nos abre una nueva dirección de la cura ponderando la elaboración de estos eventos como medio para intentar irrumpir el circuito del goce vía la palabra. El recorrido sobre la génesis del juego patológico, la discusión con las diversas posiciones teóricas e incluir la prevalencia en nuestro país cobra la relevancia de contextualizar el marco actual de esta problemática y demostrar la importancia de ocupar un lugar en la agenda presupuestaria de la Salud Pública para disponer de medios económicos a fin de desarrollar programas de tratamientos adecuados y específicos. 

El presentar los últimos estudios epidemiológicos a partir de nuestra propia casuística evidencia que contamos con información particular sobre el impacto de la ludopatía a nivel nacional, más allá de las investigaciones a nivel mundial. El fin de desarrollar políticas de prevención, asistencia y tratamientos ajustados a nuestra cultura también contempla el visibilizar aquello que los sectores privados y políticos desestiman por sus propios intereses ya que la actividad en si misma es uno de los soportes clave de la economía de nuestro país. La desidia observada en los sectores sanitarios y de salud pública, aquellos quienes deberían responder a la necesidad de creación de espacios específicos para su tratamiento, debe ser denunciada a través de estudios que den cuenta de la real dimensión de esta problemática, independientemente a su baja prevalencia. El crecimiento notable de la práctica de juego en la población mundial en los últimos años presupone un incremento de personas que asisten y, por lo tanto, un mayor número de afectados por su práctica inadecuada. Independientemente del bajo índice de consulta, el hecho de que el momento de pedido de asistencia del jugador patológico acontezca durante estadios agudos amerita disponer tratamientos que alojen la complejidad de los factores que se conjugan en su génesis para un abordaje adecuado.

El análisis y discusión con las distintas escuelas de saber refleja que nuestra disciplina es la indicada para comprender el mecanismo generador de la compulsión y su resolución causal. El Psicoanálisis se esfuerza en pesquisar las coordenadas y condiciones de los síntomas y su función en el psiquismo.

El psicoanálisis se propone que el paciente se responsabilice, invente y transforme, del modo que pueda, esa fuerza pulsional que rechaza y que lo domina en la repetición. No apelamos a la voluntad ni a pautar conductas reeducativas. Los síntomas, las inhibiciones y las compulsiones, podemos pensarlas como un modo singular en que cada uno trata el sufrimiento que su vida acarrea. El psicoanalista no se guía por el deseo de curar, sino por el deseo de analizar, y los efectos terapéuticos sobrevienen por añadidura”. [1] El desafío terapéutico —entonces— comprenderá el análisis del sujeto en juego y buscará la responsabilidad del mismo sobre su propio goce.

En el más allá de las peripecias de las pulsiones y su vía predeterminada de descarga, se abogará por la pregunta sobre ellas y el reconocimiento en su elección con el deseo de un cambio de posición subjetiva que permita al sujeto modificarla y renunciar a ella.
Notas al pie

[1] Coletti, M. (2015). Los poderes de la pulsión y los resortes de la recuperación. En D. Blanca y S. Jiménez Murcia (comps.), Cuando el juego no es juego.¿Es adicción? Buenos Aires: Lugar.

martes, 6 de octubre de 2020

La compulsión ludopática en la clínica psicoanalítica

¿Cómo entender la ludopatía desde la clínica psicoanalítica? Seguimos la clase "Juegos y usos de las pantallas" de Gustavo Dessal del 19/9/2020.

Es un hecho de estructura privilegiar el orden significante como creador de la ficción de cada uno. En la medida de que el hábitat de todo sujeto es la ficción, todo el mundo delira. No obstante, no todo el mundo delira de la misma manera. El principio de realidad es controvertido, en especial en el psicoanálisis lacaniano, aunque solemos utilizarlo y quizá no necesitemos desprendernos del todo de él. "Principio de realidad" es casi una mala palabra. Lacan no prescinde de esta noción, pero la trabaja de una manera muy particular siguiendo a Freud. El principio de realidad es la continuación del principio del placer, pero por otros medios. 

A partir de la condición delirante universal, hay que introducir lo singular, el modo en que un sujeto va a consentir a una pérdida de goce. Es un consentimiento que implica un duelo. Lo que llamamos efectivamente principio de ralidad, quizá se pueda traducir como el pasaje del principio del placer al duelo por la pérdida de goce. El jugador es alguien que ha sufrido un traspié en ese duelo, en esa pérdida estructural de goce. 

La vida del jugador, como idea general, es algo que gira alrededor de una renegación de esa pérdida y lleva a que el sujeto se identifique con la pérdida misma. Lo que se repite en el jugador es una elaboración maníaca de triunfar sobre la castración, con el consecuente retorno de la derrota. El sujeto queda enganchado a la producción de una ganancia de goce y su pérdida inmediata

¿Qué hacemos en la clínica? Tratamos de indagar si esa secuencia ganancia-pérdida se sitúa del lado del sujeto o del lado del Otro. Hay dos vertientes principales en el juego. Una, vinculada al autoerotismo. La otra, vinculada al Otro, a lo edípico. En el fondo de esta compulsión, encontramos la voluntad del sujeto de desmentir la falta en el Otro, ¿Pero hasta que punto está cautivo en el deseo del Otro? También puede ser que ese juego ganancia-pérdida esté del lado del sujeto, se trata de jugar con su propia pérdida, no con lo que debe restituírle al Otro.

Lacan, utiliza el apólogo de Aquiles y la tortuga para mostrar que el goce fálico nunca alcanza a realizar el goce del Otro, La verdadera apuesta en el juego patológico es desafiar la imposibilidad que funciona como límite.

En Dostoievski hay una cuestión muy interesante, quien tenía una relación fundamental con una mujer. Freud dice que él juega no solamente por el placer de jugar, sino que también juega para llevarle dinero a ella. La mujer habpia aprendido a maniobrar con el alcoholismo de Dostoviesky y sabía lo que tenía que hacer para que él escribiera. Es Dostoievski, la pasión por el goce es desenfrenado. El dinero, en él, era para entregárselo a la mujer. En muchos casos como en este, la compulsión ludopática se conecta con la alienación al deseo del Otro: es un jugar para el Otro. 

Hay una dimensión del goce del apostador a triunfar sobre la castración. En el momento que el sujeto apuesta, se sitúa momentáneamente en el lugar del amo. Acto seguido, se precipita como desecho. La apuesta es un juego sobre el más y el menos del goce.

La ludopatía es transclínica, aparece en cualquier estructura clínica. Lo escencial es la relación con la castración en estos sujetos, que da la impresión de estar vinculada con una forma de renegación, aunque no se trata de la renegación estructurante de la perversión. El ludópata no forcluye la castración: la admite, pero al mismo tiempo la burla. Por eso hace este juego con el más y con el menos. 

El ludópata hace en su apuesta un cálculo donde el goce falla. Esto es típico de los apostadores "Esta es mi ultima apuesta" y siempre es la última, claramente. Una partida más, una mano más... En el punto que está perdiendo, cree que va a recuperarlo todo. O cuando estando a un paso de realizar su deseo, la caga. Esto del desecho es muy importante, no olvidemos que la relación del dinero con el excremento es una equivalencia clásica.

Toda la vida del jugador gira alrdedor del punto de la admisión de la castración, pero con este rodeo renegatorio que dijimos. En muchas situaciones el sujeto la admite; el sujeto neurótico que juega tiene una especie de doble vida. Entra en una escena, normalmente acompañada de cierta ritualización, como vestirse de determinada manera, ciertas comidas o cigarros. Hay otro momento en que el sujeto sale despedido de la escena. 

El juego como tal es ininterpretable. Cuando el juego tiene que ver con lo edípico del sujeto, con su relación con el Otro, pareciera que son casos con pronósticos más benignos que los casos donde el juego está por fuera de toda significación, donde aparece de manera compulsiva y ahistórica. En este segundo caso se dificulta separar al sujeto de su goce que cuando el juego se vincula a la historia del sujeto. 

Hay episodios de ludopatía que aparecen luego de un duelo no tramitado. Se trata de un período acotado de la vida, articulado a un otro. Hay ahí una trama, un a historicidad. 

Juego y pantallas. Evidentemente, casi todos actualmente estamos vinculados a las pantallas. El celular es hoy el dispositivo por excelencia. Con ese objeto, el sujeto establece una relación muy particular. Ningún objeto tecnológico ha llegado antes a constituírse como un condensador de goce como el smartphone. Podemos privarnos de estar sin alguien, pero es muy difícil soportar un día sin consultar el móvil. Perder el celular o que se lo roben son acontecimientos casi traumáticos. La angustia es incocomparable, pese a ser un objeto sustituible. El modo en que nuestras vidas han sido apresadas -con nuestro consentimiento- demuestran que la tecnología no responde a cuestiones prácticas de la vida, aunque es indiscutible sus comodidades. 

Los psicoanalistas hemos cometido un gran error al desentendernos de los estudios cognitivo-conductuales. La terapia cognitivo conductua es una cosa; los estudios en psicología cognitiva son otra. Independientemente de cómo se utilicen esos estudios, tenemos que rescatar que saben lo que están buscando. Por ejemplo, muchos de esos descubrimientos se utilizan para la programación y el diseño de ciertas tecnologías y aplicaciones. Las personas que fueron las cabezas más importantes de estos cambios, han confesado públicamente que han diseñado todo para producir un efecto de adicción. 

En las redes sociales y sus aplicaciones, hay un miedo a perderse algo. La posibilidad de ser privado de un goce. Los padres, que les sacan los celulares a sus hijos, ponen en juego este fantasma de que el chico en ese momento se está perdiendo algo.

Los ingenieros ya saben que no todo se resuelve de un modo semántico. La significancia no agota el campo del sujeto, y todos los algoritmos de la era digital dan cuenta de eso. Evidentemente, hay algo más: un obstáculo imposible que la tecnología no cuenta. Para la tecnología y la investigación tecnocientífica, no existe la dimensión de lo imposible. Para ese discurso, lo imposible es pasajero: lo imposible hoy, puede ser posible mañana.

¿Cómo hacen los investigadores para indagar en el campo del goce? Los rastreos de los algoritmos de Facebook sobre las interracciones de los usuarios a lo largo de un período de tiempo hace que ellos puedan recrear rápidamente el estado de ánimo que ha tenido el sujeto en cada momento. El sistema aprende cuáles son los mecanismos que tiene que utilizar para intervenir en ese momento, en ese estado de ánimo determinado. Las sugerencias de Youtube tampoco son azarosas: están en función del estado de ánimo que captaron. Que se equivoquen o no es otra cuestión, lo que a nosotros nos importa es no bajar la guardia en estos temas, que son parte de los síntomas de la época.

La atmósfera de la forma de jugar en la época de Dostoievki es muy diferente a cómo se juega hoy, sobre todo en la forma del lazo social. ¿Cómo poner un límite al mercado de las apuestas?