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lunes, 22 de febrero de 2021

De la neurosis de guerra al trastorno de estrés postraumático

El psicoanálisis ha aprendido mucho de lo que antes se denominaban como “neurosis de guerra" y que ahora se suele llamar trastorno de estrés postraumático. Dice Erik. H Erikson:

"(La guerra) nos ha llevado al conocimiento de la neurosis por sobrecompensación, es decir, al deseo inconsciente de contibuar sufriendo con el fin de sobrecompensar la debilidad de haber abandonado a los otros"

De hecho fueron los fenómenos observados en este tipo de trastornos una de las razones por las que Freud acabó defendiendo la existencia de la pulsión de muerte y la compulsión a la repetición.

Erikson habla de la necesidad de seguir sufriendo por la culpa inconsciente que sentían muchos soldados cuando eran retirados de los campos de combate tras haber sufrido una daño físico o desarrollado algún tipo de sufrimiento psíquico exarcebado. Esto dificultaba mucho su reinserción en la vida civil y levantaba grandes resistencias a una cura o alivio sintomático en psicoterapia.

Un fenómeno parecido a éste se suele llamar "la culpa del superviviente" que es muy común de observar en sujetos que han sobrevivido a una situación violenta, accidente o catástrofe, donde conocidos suyos perdieron la vida.

sábado, 30 de enero de 2021

Trastorno por estrés postraumático: definición y su peritazgo

Desde el punto de vista biológico, el TEPT se origina en una inadecuada respuesta a una situación de estrés. Los pacientes con TEPT suelen consultar, pasado un tiempo, por síntomas inespecíficos como cefaleas, estado de hiperactivación o hiperarousal (respuestas de alerta exageradas, insomnio, irritabilidad), síndrome depresivo como trastorno del sueño, falta de concentración, trastornos de memoria. Es raro que mencionen el antecedente del evento traumático. Esto se debe a otro tipo de síntoma de la misma enfermedad: DISOCIACIÓN (como es el caso de la amnesia).

Este trastorno es más frecuente entre las mujeres con una prevalencia del 18.3%, siendo en los hombres del 10.2%. Puede afectar a cualquier persona, de cualquier edad y es mucho más común en niños de lo que se creía. Es un desorden que está incluido, en el DSM IV, dentro de los trastornos de ansiedad. Según este manual, los eventos potencialmente traumáticos son:

  • Agresión violenta (secuestro, sexual, físico, un robo, etc)

  • Muerte repentina e inesperada de un ser querido

  • Ser testigo de un evento traumático.

  • Ser tomado como rehén. Combate militar

  • Ataque terrorista

  • Tortura

  • Encarcelamiento

  • Desastres naturales o provocados por el hombre

  • Accidentes automovilísticos graves

  • Diagnóstico de una enfermedad mortal.

Asimismo, este trastorno produce los siguientes síntomas:

REEXPERIMENTACIÓN / INTRUSIÓN

Incapacidad para apartar el evento de la mente, las escenas del hecho vuelven involuntariamente en forma de imágenes, recuerdos indeseados, pesadillas o escenas retrospectivas (flashbacks). Por lo general, este síntoma está acompañado de un intenso distress, experimentándose con frecuencia síntomas físicos como palpitaciones, falta de aliento y otros síntomas de pánico. Recuerdos intrusivos, respuestas físicas y emocionales exageradas desencadenadas por estímulos asociados con el evento traumático.

EVITACIÓN / EMBOTAMIENTO

En un intento por tratar de manejar estos recuerdos, los pacientes desarrollan una serie de conductas evitativas cuyo fin es restringir la exposición a los recuerdos traumáticos: evitan personas, lugares, pensamientos, sentimientos, conversaciones o cosas que les evoquen el hecho traumático. En casos extremos, los sobrevivientes “olvidarán” o posiblemente reprimirán aspectos del evento traumático. Otro tipo de conducta evitativa es el embotamiento emocional, la inhibición y la falta de respuesta al medio. 

ESTADO DE HIPERVIGILANCIA

Trastornos del sueño, irritabilidad, dificultad para la concentración y una mayor respuesta al sobresalto. Enojos no provocados. Ataques de ira, dificultad para concentrarse.


Los síntomas específicos van a variar en intensidad y en número dependiendo de cada sujeto. Se diagnosticará TEPT si por lo menos tiene un síntoma de cada grupo. Estos síntomas deben ser recurrentes y provocar alteraciones en la actividad global del sujeto. Una persona que tiene una imagen del episodio puede pensar que en realidad está experimentando o viendo el evento traumático otra vez, por ejemplo un excombatiente puede cubrirse como si estuviera en un bombardeo.

Los sujetos con TEPT, por lo general tienen problemas para sentir y expresar emociones, especialmente a los más allegados. El comportamiento de evitación también puede interferir en las actividades diarias. Otras personas con TEPT pueden evitar responsabilidades, pierden el interés en sus actividades favoritas o se sienten desesperanzados la mayor parte del tiempo. Estas respuestas pueden conducir al empobrecimiento en el trabajo y en las relaciones laborales y familiares. Algunas veces los sujetos con TEPT tienen crisis de pánico con síntomas como dolor en el pecho, mareos, respiración acelerada, temor a la muerte, etc.

¿Cuándo aparecen los síntomas? A las pocas semanas de ocurrida la situación traumática y en raras ocasiones puede haber un gran período entre el suceso traumático y el comienzo del TEPT.

El trastorno de stress postraumático describe una condición en la cual existe una falla en la restitución de la respuesta normal al stress. El DSM IV admite que el desarrollo del TEPT puede demorarse varios meses o años luego del evento traumático, puede manifestarse dentro de los días subsiguientes (hasta cuatro semanas) de un evento traumático. Sin embargo, no todas las víctimas de un evento traumático que desarrollan este síndrome agudo presentan luego síntomas de TEPT demorado o crónico. En algunos casos, una reacción demorada de TEPT “demorada” puede verse precipitada o reactivada por un hecho stressante más reciente, aunque no necesariamente sea traumático.

Algunas consideraciones diagnósticas a tener en cuenta: en la mayoría de los casos el TEPT se presenta con otro tipo de desórdenes, siendo los más habituales: la Depresión Mayor, otros Trastornos de Ansiedad: Pánico, Fobias, Espectro Obsesivo-Compulsivo; Trastornos de Personalidad y el abuso de alcohol y otras sustancias. Es importante saber que el TEPT tiene muchos síntomas en común con la depresión: disforia, culpa, aflicción, irritabilidad, dificultades sociales e insomnio.

Pericia: ¿Qué debe tener?

  • Evento trumático

  • Tiempo de exposición: cuándo empezó; si empezó en algún momento vital; hace cuánto lo está padeciendo.

  • Daño psíquico

  • Consecuencias producidas por la victimización.

  • Evaluar riesgo.

  • Potencial de letalidad.

  • Personalidad.

  • Estrategias defensivas usadas por la víctima

  • Estrategias de afrontamiento.

Las consecuencias más comunes de la violencia son los trastornos depresivos y el TEPT.


viernes, 7 de agosto de 2020

Daño psíquico: El Trastorno por Stress Postraumático

El marco teórico del psicoanálisis arroja luz sobre dos cuestiones centrales en la determinación del daño psíquico:

  1. Si la peritación psicológica se realiza después de mucho tiempo de ocurrido el hecho de autos (en ocasiones hasta 10 años después), ¿es posible hallar en el tiempo presente signos claros que evidencien el impacto de dicho suceso en el aparato psíquico, a pesar del tiempo transcurrido?

  2. ¿Qué respuesta produce el sujeto frente al impacto de un hecho disruptivo o potencialmente traumático?

La conservación en lo psíquico: Freud análoga la labor del psicoanalista con la del arqueólogo, ya que la reconstrucción que realiza el analista dice, se funda en el hallazgo de restos conservados en esa dimensión particular que es el psiquismo, en donde todo lo que una vez fue formado jamás desaparece y puede retornar en circunstancias favorables. Afirma que todo lo esencial está conservado. Si el hecho que se investiga en autos ha tenido para el sujeto entidad suficiente como para ser significado como traumático, hallaremos sus huellas en el aparato psíquico.

La concepción freudiana de trauma: “Acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, la incapacidad del sujeto de responder a él adecuadamente y el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica. En términos económicos, el traumatismo se caracteriza por un aflujo de excitaciones excesivo, en relación con la tolerancia del sujeto y su capacidad de controlas y elaborar psíquicamente dichas excitaciones”. Llamamos TRAUMATISMO a “una experiencia vivida que aporta, en poco tiempo, un aumento tan grande de excitación a la vida psíquica, que fracasa su liquidación o su elaboración por los medios normales y habituales, lo que inevitablemente da lugar a trastornos duraderos en el funcionamiento energético”.

Trauma se refiere a una herida, un corte que se produce como consecuencia de una acción externa violenta y sorpresiva. Un trauma psíquico es una herida producida por un suceso externo que aparece en forma sorpresiva y que rompe el equilibrio que hasta ese momento una persona mantenía, para adaptarse a sus necesidades internas y externas. Cuando un sujeto se ve sometido a una cantidad de estímulos que sobrepasan la tolerancia habitual, se produce una ruptura de la capacidad de respuesta, se agotan los recursos defensivos y aparece el daño o lesión. Éste dependerá de la susceptibilidad específica y de la significación que el suceso asuma para cada sujeto conforme al concepto de realidad psíquica, según el momento vital por el que está pasando el sujeto, según los recursos que posea en el momento del hecho y de acuerdo a sus antecedentes biológicos y familiares.

Entonces llamaremos traumáticas a las excitaciones externas que poseen fuerza suficiente para perforar la protección antiestímulo. Un suceso como el trauma externo provocará, sin ninguna duda, una perturbación enorme en la economía energética del organismo y pondrá en acción todos los mecanismos de defensa. Freud establece la barrera de protección antiestímulos como formando parte del sistema Percepción Conciencia, y su función es hacer que las energías más potentes del mundo exterior se propaguen en forma atenuada a los estratos contiguos, para que el aparato psíquico pueda recibir los volúmenes de intensidad filtrados.

La neurosis traumática en Freud: generó una teoría a la que denominó “descarga por reacción”: el aparato psíquico, dado un estímulo, tiende a descargarlo, reaccionando, aclarando que no es el único medio que dispone el aparato psíquico normal del individuo sano para anular los efectos de un trauma psíquico. Luego agregó que el recuerdo del trauma psíquico, aunque no haya sido descargado por reacción, entra por las funciones de asociación, y se yuxtapone a otros sucesos, opuestos a él quizás, pero desprovisto del afecto, concomitante al trauma. Nos dice Freud que aparecen los síntomas como intentos de descargar esa energía y de esa forma restarle su eficacia psíquica; explica que todo suceso, toda impresión psíquica, se halla provista de cierto valor afectivo, del cual el Yo debe liberarse, bien por reacción motriz, bien mediante una labor psíquica asociativa. Si el individuo no puede poner en práctica estos medios, el recuerdo de la impresión de que se trate adquirirá la importancia de un trauma.

Freud atribuye en la causación de las neurosis traumáticas un rol esencial al factor sorpresa, que es el que hace que el sujeto entre en un estado de terror, por no hallarse en modo alguno preparado para la ocurrencia del suceso que conlleva un peligro.

Las patologías psíquicas reactivas al impacto de un suceso sorpresivo, violento y accidental más comunes son: los trastornos adaptativos y los trastornos de ansiedad. En los casos más graves donde se produce un importante derrumbe yoico podemos encontrarnos ante un cuadro psicótico de tipo melancólico o disgregativo.

Nuevos conceptos en el campo de lo traumático. Desarrollos de Moty Benyakar: propone que una situación nunca es traumática per se. Benyakar propone llamar a los eventos fácticos externos desestabilizantes como situaciones disruptivas y no necesariamente traumatogénicas. Por lo tanto una situación disruptiva habrá sido traumatogénica en la medida que produzca en el sujeto que la vivió, una reacción psíquica del orden de lo traumático impidiendo la normal articulación entre afecto-representación. Por lo tanto lo que es esencialmente traumático es la vivencia del sujeto y no el hecho en sí.

La vivencia es subjetiva y tiene cuatro formas patológicas: vivencia traumática, de estrés, siniestra, y de ansiedad. En la vivencia traumática se desarticula el afecto y la representación y por lo tanto el evento disruptivo permanece en el psiquismo como no elaborado.

La vivencia será postulada como la unidad funcional compleja con la cual el aparato psíquico opera, configuración subjetiva resultante de la relación mundo interno-mundo externo, la relación intersubjetiva, el afecto resultante y el resto permanente de un prototipo vivencial “huella mnémica” que cualificará futuras experiencias análogas. Será la vivencia la que dotará de sentido personal a la experiencia, siendo ésta última una conjugación entre la vivencia (mundo interno) y el evento fáctico (mundo externo).

Concepto de introducto: en circunstancias normales el psiquismo transforma en representación psíquica lo que se le presenta, en un proceso llamado internalización, diferenciando sus tipos como introyección e incorporación. Como un evento disruptivo no se presenta, sino que irrumpe, atropella, se incrusta con violencia en el psiquismo, impide este proceso y lo que ocurre es que el aparato psíquico se ve forzado a darle alguna inscripción a la realidad arrolladora pero sin poder otorgarle las características de una representación procesable. Al producto de esta internalización forzada Benyakar propone denominarlo INTRODUCTO. La internalización forzada refiere a la imposibilidad de la incorporación de lo externo sobre el psiquismo, caracterizándose por su efecto desubjetivante: el sujeto se convierte en objeto pasivo de una realidad que lo avasalla.

El introducto se mantiene en el aparato como presentación, manteniendo su condición de actualidad perceptual; hay una repetición permanente de la percepción. El registro mnémico de lo no articulado evocará en forma permanente la vivencia traumática.

El complejo traumático: ante un elemento fáctico disruptivo que impacta y perdura como introducto se desencadena una experiencia traumática. El núcleo de la misma será la vivencia traumática que a modo de cascada activará otras vivencias del complejo traumático, a saber:

  • Vivencia de vacío traumático: es la percepción endopsíquica de la falla que corre entre el afecto y la representación; hay algo que el aparato no puede incluir en el entramado vivencial y que por lo tanto no podrá significar.

  • Vivencia de desvalimiento: es la percepción de la propia incapacidad psíquica para procesar la experiencia, hay un registro de que se han perdido los recursos para articular y producir una vivencia. Es una afrenta narcisista ante la ilusión de omnipotencia psíquica.

  • Vivencia de desamparo: el mundo externo no ampara donde debiera haber amparado al sujeto.

lunes, 11 de febrero de 2019

Aspectos teóricos relacionados al abuso sexual infantil.

Por Lic. Patricia Martínez Llenas
Ante la sospecha de maltrato físico no demostrado como en la sospecha de abusos sexuales en que la víctima no puede declarar por falta de madurez, equilibrio emocional suficiente o estar coaccionada, el objetivo ees rastrear la presencia del TEPT (Trastorno de estrés postraumático DSM IV­ 309.81) en el menor; los rasgos emocionales de depresión y ansiedad endógena; los niveles de aislamiento y falta de recursos sociales; las formas comportamentales que indiquen victimización o identificación con el agresor.

El TEPT es uno de los cuadros más severos por el impacto que produce en el desarrollo del menor (A.P.A. 1997) siendo éste de manifestaciones diferenciadas según: a) el impacto traumático sea puntual, como sería una violación o un atentado, o sea crónico como pasaría en el maltrato o en los abusos sexuales (Terr 1996) b) sea el menor víctima directa o sea padecido de forma vicariante (presenciado en un tercero).

Se ha observado, con el transcurso de los estudios longitudinales, que dicho impacto, y consiguiente trastorno emocional, no tiene una naturaleza transitoria, forzando de forma directa el desarrollo ulterior del menor (Gurwitch 1998). El TEPT aparece incorporado en el DSM III en 1980. El DSM IV lo subdivide en dos tipos A y B en que ya se establecen criterios separados para adultos y niños, especialmente en niños de corta edad (Scheeringa 1997, A.P.A. 1998). En situaciones altamente traumáticas la prevalencia del TEPT en el niño es del 24 al 70 %, dejando huellas psicopatológicas en la edad adulta (Shaw 1996).

En el niño de 0 a 5 años el malestar psicológico del menor se traduce en intranquilidad, comportamentalidad y fijaciones o regresiones de las fases evolutivas puesto que la expresión verbal es muy escasa. De los 3 a los 6 años el niño tiende a encerrarse y negarse a hablar de sus experiencias traumáticas. Es sobre los 7­ - 9 años que el niño es ya capaz de dar una cronología fidedigna de los acontecimientos y hasta los 12 años a veces el niño no es capaz de dar una narrativa coherente. Podemos encontrarnos por añadidura con adolescentes que recurran con mucha más facilidad a la manifestación comportamental que a la explicitación verbal (Ottino 1998).

Los síntomas en adultos del TEPT sufren la siguiente reconversión en el niño: Re­experimentación o flashbacks del suceso traumático en los niños, se expresan a través de las pesadillas recurrentes, sueños terroríficos y en el juego repetitivo y monótono que representa el hecho traumático, así como en la imitación estereotipada de acciones, frases o gestos que utiliza el maltratador.