Valor. Ideal e imagen
El ideal:
Representa el valor en una etapa evolutiva posterior en su proceso de encarnación; representa el momento de apropiación personal.
Es el valor en su trayectoria de interiorización y personalización.
Es en sí mismo, una traducción subjetiva y personal del valor.
Un valor o una determinada constelación de valores, poco a poco o de un modo fulminante, cobra relieve en el fondo del aprecio de un hombre, se destaca del grupo de valores afines y lo siente como más entrañable, intimo, propio y único.
A medida que esos valores se configuran de modo tal que el resto se convierte en simple telón de fondo, a medida que más se acercan a nosotros, experimentamos una sensación interior de pertenencia radical, de destinación esencial y de secreta complicidad con ellos.
Es como si nos apercibiéramos de pronto que nuestro ser esencial estuviese hecho para la realización de esos determinados valores. Como si ellos fuesen algo que madura “en” nosotros y “con” nosotros y que ahora se nos muestra como aquello que deberá definirnos y diferenciarnos.
Es en esta vivencia donde se experimenta el aspecto objetivo y subjetivo del valor.
Por una parte, es sentido como algo que viene a nosotros, como algo recibido, como algo que atrae y exige.
Pero, por otra parte, es experimentado como algo que para llegar a ser, depende de nuestro empeño y compromiso.
Gracias al hombre, el valor alcanza su plenitud terrestre.
Ideal: es la traducción personal y subjetiva del valor, objetivo y universalmente valido.
Imagen: designa la etapa ultima del proceso apropiador del valor. Es la apropiación más honda del valor.
El valor se ha vuelto ya, no algo de nosotros mismo, sino en “nosotros mismos”.
El ideal, por una parte, representa el “bien en si”; por lo tanto es objetivo, persistente y universalmente valioso. Pero por otra parte, en cuanto es un “bien para mi”, debido a los rasgos específicamente personales que aporto, solo me convoca a mi.
La diversidad de vocaciones surge así, de la diversidad de matices con los que un mismo valor puede ser actualizado en distintas personas.
El ideal como imagen, es vivido desde dentro de nuestra vida personal.
Cuando nuestra persona comienza a salirse del esquema existencial, de la imagen central, todo nuestro organismo psicológico y moral sufre y se resiste. Es en este momento cuando aquella imagen ideal, pasa al primer plano de nuestra vivencia, alertándonos acerca de la desviación de nuestra vida.
(Aquel valor que destaco del resto, lo convierto en ideal .Cuando uno se organiza alrededor del ideal y este dirige la personalidad, la unifica, normatiza y estabiliza, pasa al nivel de imagen. Ya no forma parte de el; es el).
Ideal. Ídolo e ilusión.
De la visión moral de las posibles metas que el hombre se puede proponer, solo aquellas que se dan dentro de un ordenamiento moral podrán recibir el titulo de ideales de vida.
El ideal encierra el valor mas alto al que puede aspirar un determinado individuo en función de sus posibilidades y de su determinada circunstancia histórico-social.
Pero el valor encerrado en un ideal, debe respetar la jerarquía de los valores y poseer la riqueza que la aspiración humana pone en él. De lo contrario se vuelve ídolo o ilusión.
Cuando en la preferencia interior se pospone un valor que debe ser preferido y se prefiere al que debe ser pospuesto, ese valor, al ser sacado del lugar que ocupa en el conjunto, pierde su razón de ser. El valor se vuelve ídolo. La vida del hombre entregada al ídolo, se destruye.
Este falseamiento del valor, surge por un desorden que implica el derrocamiento de los valores superiores en beneficio de un valor subordinado.
Cuando la persona coloca como valor mas alto algo que excede sus posibilidades reales, entonces no se trata de un ideal, ni tampoco de un ídolo, sino simplemente de una ilusión.
Las sociedades actuales son proclives a suscitar en las personas toda una serie de autoengaños.
Se trata de un desequilibrio entre los “talentos” y los “deseos”. Todos esos deseos fantásticos sin los talentos reales terminan con la conciencia del fracaso o la frustración.
Las ilusiones se presentan en forma de “hechizos” que encantan o embelesan, pero que no llena, sino por el contrario, empobrecen.
Metas de vida que se han vuelto mitos.
El buen pasar, la fuerza, el éxito en la empresa, son valores que cuando se los absolutiza se los vuelve mitos e ídolos.
Apetito de verdad y apetito de realidad constituyen el antídoto contra el falso ideal: mito o ilusión. El verdadero ideal esta hecho de verdad y de realidad.
(La diferencia entre meta y mito es la realidad.)