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lunes, 3 de mayo de 2021

El sujeto en el fenómeno psicosomático... ¿Dónde está?

Hoy vamos a hablar sobre ciertas letras y escrituras que se encarnan en el cuerpo y en la superficie, en particular en el órgano má extenso que tenemos, que es la piel. Se trata de unsa escritura jeroglífica que, a diferencia de un sueño, no se dejan leer y no tienen lectura.

¿Es el fenómeno psicosomático una formación del inconsciente? ¿Es un síntoma? ¿Es interpretable? ¿Dónde está el sujeto en el fenómeno psicosomático? Esto ya lo vimos en la conferencia pasada: el fenómeno psicosomático no se trata de una formación del inconsciente. No es un síntoma, por lo cual tampoco es interpretable ni pone a jugar lo que en psicoanálisis se llama efecto sujeto. 

Entonces, ¿De qué se trata el sujeto al que se refiere el psicoanálisis? Necesitamos deducir por qué se dice que en el fenómeno psicosomático no se pone a jugar el efecto sujeto. El fenómeno psicosmático no responde a las leyes del inconsciente, no es algo subsumido a la represión. Es decir, ese recorte no está bajo la represión ni bajo las leyes del inconsciente. En este sentido, el fenómeno psicosomático es transestructural, se puede presentar en cualquiera de las estructuras clínicas: neurosis, psicosis y perversión. El recorte del fenómeno psicosomático no responde a la represión, y eso no quiere decir que el sujeto no sea un neurótico.

Ya dijimos que a partir de Descartes se descubre la posibilidad de un sujeto, el sujeto del pensamiento. A partir del cógito algo de la verdad puede ser alcanzada por el hombre como un hecho a producir. Para los filósofos, la idea de sujeto y objeto implica una relación intrínseca entre ambos. Es imposible para el sujeto no quedar afectado por el objeto o por el semejante. Hay un modo de afección que hay que ver cuál es la dinámica que se modifica entre ambos. Cuando decimos objetos, también incluimos al semejante, al otro. 

Para el psicoanálisis, el sujeto es un efecto del significante. Se trata de una articulación entre sujeto y objeto, entendiendo que uno está siempre fuera del Otro. El sujeto del psicoanálisis, como efecto, surge en la discontinuidad, discrepancia, diferencia y disyunción con el Otro. Cuando el efecto sujeto se produce, queda borrado y suspendido en un conjunto abierto de significantes. Este sujeto no es coactable ni tangible, porque justamente se produce en su evanscencia. 

En la facultad escuchamos la famosa defición del sujeto "Sujeto es lo que un significante representa para otro significante". ¿Qué es esto? El intervalo propicia y da lugar a lo que consideramos sujeto en psicoanálisis. Este sujeto no está en ninguna parte, solo está en su acto, que es el decir. Cuando el paciente habla, algo de ese acto del decir nos hace topar con eso que se llama sujeto. Para los analistas, algo de la superficie del decir del analizante aparece de forma incalculada y sorpresiva. En esa hiancia ó intervalo se produce el efecto sujeto, como en un sueño (el analizante no elige lo que sueña), el acto fallido. El acto fallido cobra valor en la medida que el paciente asocia libremente. 

En la repetición, algo de lo viejo se actualiza, produciendo lo nuevo. Ya veremos que reiteración no es lo mismo que repetición. Hay un término que nos interesa, que es el de nachträglich refiere a la  singular temporalidad, que es el resultado de un efecto de retroacción. En una formación del inconsciente, en la repetición, aparece algo nuevo en lo viejo. Lo viejo se actualiza, proponiendo una diferencia. Aunque un paciente hable "de lo mismo" una y tantas veces, en cada vuelta hay una diferencia. Esa diferencia hace a la condición apaciguante de la elaboración, que toca lo trumático.  El significado que surge entre las palabras, por retroacción, funda con lo viejo algo de lo nuevo, con otro sentido que da cuenta de otra localidad y temporalidad. Los significantes que se escuchan no son arbitrarios, ya estaban en el bolillero del Otro. El sujeto se produce en el intervalo o hiancia. Lo que caracteriza al fenómeno psicosomático es que, justamente, falta esa hiancia. 

El encuentro y el fenómeno psicosomático
En el encuentro, por ejemplo en esta conferencia, hay una distancia lógica que hace posible encontrarnos. Una sociedad nos puede encontrar. Un contrato, un acuerdo, también. Así podemos pensar en la amistad, el noviazgo, en un contrato de alquiler. El encuentro tiene un espacio que hace de mediación entre uno y otro. Los seres hablantes estamos imposibilitados de una relación, porque entre todos hay una diferencia. Es necesario que algo medie entre las partes para hacer posible el encuentro. 

Todo encuentro supone una distancia mínima pero sustancial que tiene que operar como condición entre uno y otro. Es necesario, entonces, el intervalo: se lo necesita para que suceda la experiencia de lo distinto, a lo extraño y a lo extranjero. En el fenómeno psicosomático, hay un rechazo de lo extraño.

El intervalo permite dar lugar al sujeto desconocido, a esto evanscente que se produce entre significantes. Lo que opera en la serie generando la sucesión de un miembro a otro es la función del sujeto desconocido. En la cadena significante, algo que corresponde al sujeto desconocido va a generar una nueva serie. Lo que encontramos en el fenómeno psicosomático es algo del orden de lo natural que se rechaza en el organismo como algo extraño. Por ejemplo, en las distintas reacciones alérgicas vemos que se produce algo que hace que el cuerpo se tenga que alejar, ya sea de una frutilla o del encuentro con el otro. Ahí es donde tenemos que sospechar que falla algo de la mínima distancia. En un caso, por ejemplo, al paciente se le hincharon los labios al besar a su pareja, lo que lo llevó a la guardia para que le aplicaran corticoides. Tenemos que pensar qué de ese rechazo se pone a jugar allí.

Al no producir esa mínima distancia, el otro, cualquier comestible aparece como rechazado, pero no a nivel del sujeto (donde hay distancia) sino a nivel del organismo. El sujeto no es un cuerpo, pero tampoco es sin el cuerpo. Si el sujeto del inconciente no se pone en juego en el fenómeno psicosomático, entonces ese recorte no se corresponde al cuerpo, sino al organismo. En el recorte del fenómeno psicosomático no hay cuerpo, sino que e un recorte de lo orgánico. El fenómeno psicosomático es una reacción inmediata, sin la magia del innstante (intervalo), una reacción que irrumpe dañando el organismo de manera voraz en el preciso lugar en el que el instante hubiese sido posible. Planteamos a esta reacción precipitándose en esa oportunidad en la que un intervalo o una distancia hubiese sido posible.

La reacción puede ser pasajera o ser un sin fin hasta terminar acabando con la vida de alguien, como en el shock anafiláctico. De manera instantánea o a largo plazo (como el cáncer). El fenómeno psicosomático no se cura, pero se adormece y se enlentece. 

Esta reacción es del orden de una respuesta, cuya reacción irrumpedañando al organismo de manera grosera, voraz, en el lugar donde ese intervalo pudo haber sido y no lo fue. La pregunta para los psicoanalistas es si es posible subjetivar algo de este tiempo a construir, allí donde el intervalo no tiene lugar. ¿Puede alguien implicarse subjetivamente ante esta ausencia de intervalo, ante esta falta de falta? ¿Qué es lo que dispone a que ciertas informaciones portadas en el código genético, relacionadas a un tipo de enfermedad, despierten o estallen en el organismo? ¿Qué es lo que propicia a esta reacción en el organismo? El ejemplo más claro son los hermanos con la misma predisposición genética a tener determinada enfermedad, ¿Qué dispone a que se manifieste? Esto lo vamos a descubrir en el caso por caso, porque las generalizaciones en psicoanálisis son dífíciles.

Cuando la distancia mínima entre sujeto y objeto no se respeta, cuando ese vacío o distancia estructural y estructurante entre uno y otro no tiene lugar, no es sin consecuencias. En psicoanálisis, lo que damos a llamar objeto queda recortado y ubicado fuera del cuerpo, para que la erogenización del cuerpo sea posible. 

Recordemos que el fenómeno psicosomático no se trata de la pulsión, pues esta en su recorrido va haciendo borde de aquellos agujeros con los que vinimos al mundo. La pulsión separa, en su recorrido, al cuerpo de sus objetos pulsionales: voz, mirada, heces, pecho. Estos objetos pulsionales hacen referencia a un hueco ó vacío, que Freud decía que cualquier objeto puede ocupar. La satisfacción de la pulsión solo es posible en su recorrido y no con el objeto. No hay ningún alimento que satisfaga a la pulsión oral, por ejemplo.

El año pasado vimos que la pulsión sexual es la pulsión objetal. Para el fenómeno psicosomático, es importante pensar qué es lo que ocurre con los encuentros. ¿Hay encuentro allí, en ese recorte? ¿De qué encuentro se trata? Lo característico en el fenómeno psicosomático no es el encuentro, pues dijimos que en el encuentro hay un distancia mediadora. Lo que vamos a encontrar en el F.P. es el pegoteo: se hace uno de dos. En el F.P. falta la falta, un espacio que no está. Lo que se hace presente es algo del estallido, algo de la irrupción, algo del rechazo que se testimonia en el organismo. 

El analista le pide al paciente que hable de eso, "mirando con las orejas y no con los ojos". No tenemos que permitir que nos muestren las manchas de la psoriasis, sino que hablen de eso que le ocurre. Ante la ausencia de esa distancia (condición del espacio para que el sujeto del inconsciente advenga), es posible un fenómeno psicosomático. 

La apuesta del analista es que por vía de la función de corte que aporta la palabra, hacer lugar y construir un espacio allí donde hay ausencia de una falta. La palabra concierne a lo simbólico, que avanza sobre lo real y hace posible aquello imposible que aparece en el organismo. Cuando en lugar de ese espacio aparece el pegoteo que hace uno de dos, hay un gran problema a experimentar.

Fenómeno psicomático y signo
Las presentaciones del fenómeno psicosomático hacen de signo. En el seminario 11, en las clases 16 y 17 Lacan dice algo de esto.

Para el psicoanálisis, el signo no desliza en una cadena. Un signo puede ser lo que representa a un sujeto para el Otro. Esto es diferente que el sujeto representado por un significante para otro significante. El signo puede representar al sujeto para el Otro y no para otro significante.

El fenómeno psicosomático es del orden del signo. Es también un significante, pero no desliza en la cadena y por eso no representa al sujeto para otro significante. El FP hace signo para el Otro y le otorga un ser para el Otro: soy asmático, soy alérgico. El analist puede preguntar por el nombre, porque los pacientes se presentan así.

El trabajo del analista es espaciar, vaciar e inventar una lectura allí donde no se pudo leer una escritura. El analista debe intentar construir un espacio allí donde no lo hay. El FP puntúa sobre el organismo como la máquina de tatuar. Lo que más aparece ene stos fenómenos es el pegoteo y el aglutinamiento. Esos modos de goce, si bien se enraízan en ciertos recortes carcomiendo la misma carne, se dejan escuchar en un análisis, pero esto no quiere decir que el paciente lo escuche. El paciente debe poder implicarse subjetivamente en su decir, para poder espaciar. Hay que proponer interrogación allí donde no la hay, para que una pregunta advenga. 

Hay que intentar que el paciente interrogue la demanda del Otro, porque lo que vemos en estos casos es que hay una respuesta automática a ella. Esto que nosotros teorizamos como par de significantes coagulados, no deslizan en la cadena significante. Ese pegoteo es a la demanda del Otro y que el sujeto en este caso no puede interrogar. Al no ser interrogada, se produce la respuesta automática y la holofrase. Una holofrase podría ser que la madre diga "abrigate" y que el paciente se abrigue sin ponerse a pensar si tiene frío o calor.  La correspondencia de este pegoteo con otros aspectos de la vida del paciente -en la pareja, con los padres, etc- se corresponden con estos pegoteos en el organismo, como en la ploriferación indicriminada de células, donde algo del corte no funciona.

Repetición y reiteración
El inconsciente es un hecho nuevo, como dijimos, porque a partir de la retroacción lo viejo da lugar a lo nuevo. A partir de la repetición, en cada vuelta algo de lo nuevo se puede escuchar. La repetición conlleva a lo nuevo. El principio de identidad dice que A no es igual a A. Lo que aparece en segundo término como repetido, no es idéntico a lo primero. La segunda A es una novedad, no es idéntica a la primera, pues apareció después. Por eso decimos que la repetición es de lo nuevo y el inconsciente es un hecho nuevo, que funda una verdad de lo precedente.

En las formaciones del inconsciente, el mecanismo por excelencia es la repetición.

En la reiteración, es siempre de lo mismo. Hay una insistencia sin diferencia, una y otra vez lo mismo. Lo vemos en el discurso de la psicosis y también en el fenómeno psicosomático. Por eso el FP no es un síntoma, porque lo que está en juego aquí es la reiteración.

El fenómeno psicosomático es lo que se muestra, lesionando físicamente y orgánicamente. Se presenta bajo su propia luz y la marca que lo representa es del orden de la letra, aunque sea una letra sin lectura, una letra al rojo vivo, que no es resultado de una operación simbólica. No se trata de una metáfora, pero sí se da a ver. Es por eso que el analista debe "mirar con la oreja", pedir que nos hable de eso. 

En el fenómeno psicosomático hay un estallido de padecimiento y sufrimiento. El paciente no sabe sobre esa marca y quien sanciona eso es el Otro, que puede ser el médico y el saber que porta. Los médicos pueden medir, radiografiar, diagnosticar. 

En las clases 16 y 17 del seminario 11, Lacan trae cuestiones relativas al fenómeno psicosomático, en lo relativo a cuando el sujeto del inconciente no se pone en juego. Lacan dice aquí que el Otro es un lugar, un campo, que no es ni el profesor, ni los padres, sino un campo donde el Otro debe advenir. En los tiempos instituyentes los padres se conforman como el Otro, pero después tiene que haber algo que supere esta condición: ir más allá del padre a condición de haberse servido de él. Aunque estuvo ese que en algún momento estuvo exceptuado de la castración al dictar las leyes, el sujeto debe eventualmente ir más allá de esa función, sirviéndose de ella.

Fenómeno psicosomático y distinciones con la histeria de conversión, la hipocondría y las neurosis actuales.
En Introducción al narcisismo, Freud dice que hay localizaciones narcisistas de órgano, que puede concernir a la neurosis actual, a la conversión histérica, o al fenómeno psicosomático.
En la histeria, todo lo que afecta al cuerpo tiene que ver un particular modo de enjambre de palabras, donde a partir de la palabra también cede el síntoma. Están en juego las pulsiones de objeto o sexuales. El objeto está fuera del cuerpo.
En el fenómeno psicosomático, lo que ofrecemos es una mejor calidad de vida. El psicoanálisis no lo cura (tampoco la medicina), en todo caso lo adormece interrumpiéndolo con una cadena asociativa y de significantes. Aquí están en juego las pulsiones del yo.

El texto de Introducción al narcisismo aparece como respuesta de Freud cuando Jung habló de la introversión de la libido para el caso de la psicosis. Si diferenciamos la libido del yo, que concierne a la autoconservación y al tiempo del armado del aparato psíquico, de la libido sexual, que concierne a la posibilidad posterior al paso del estadío del espejo del primer y segundo narcisimo, de poder amar al otro a la manera que fui amado.

Entonces, en el narcisismo primario tendríamos "yo soy amado", donde el yo es libidinizado y construída esa sede central...

...Mientras en el narcisismo secundario "puedo amar al semejante", porque los objetos ya están fuera del cuerpo. La pulsión acá ya hizo su recorrido. Amar al otro semejante como yo fui amado, se trata de la libido objetal o sexual. Acá el sujeto hace una inversión libidinal, donde el retorno vuelve filtrado a partir del cuerpo del otro. El amor tiene su costado simbólico y su costado real, es al cuerpo del otro.

En la hipocondría, se trata de la libido del yo, donde la libido que debería ser dedicada a reptartirla y a transaccionar con los objetos del mundo, pero se ha quedado en un nivel más precario o anterior. En la hipocondría, realmente el sujeto siente como verdadero lo que le ocurre.

En las neurosis actuales, de lo que se trata es de la libido objetal o sexual, porque los objetos están fuera del cuerpo. En la hipocondría, la zona erógena es el interior del ser de la persona que lo padece.

Fuente: Taller Clínico Virtual "El Fenómeno Psicosomático ¿Dónde está el sujeto?" a cargo del Lic. Juan Pablo Capdevielle.

martes, 11 de febrero de 2020

El Fenómeno Psicosomático. Abordaje clínico psicoanalítico.

Una clínica no se hace sin una práctica y vamos, a partir de la presentación de un caso, pensar de qué se trata el tema que en este artículo nos convoca a trabajar.

Es importante que pensemos que toda nuestra práctica se funda en una pregunta. La pregunta abre y propone un espacio donde se devela lo que está oculto, lo que está subsumido en otras representaciones. La clave clínica para pensar en nuestro trabajo como analistas en relación al fenómeno psicosomático será la de abrir. Hoy intenttaremos diferenciar el fenómeno psicosomático del síntoma psicoanalítico. El síntoma es tal en la medida que se puso a jugar en el dispositivo del análisis, a través de la pregunta. Una pregunta es lo que nos llevará a la posibilidad de un desplazamiento significante. 

A Lacan lo invitaron en una mesa de médicos para hablar del cruce entre medicina y psicoanálisis. Lacan, en esa época, hablaba de la extraterritorialidad del psicoanálisis en la práctica del hospital. Yo invito a que cada uno construya y haga su lugar dentro del hospital. Lo que traigo hoy da cuenta de lo que se puede hacer con un paciente entre la medicina y el psicoanálisis. Yo no digo que el psicoanálisis sea extraterritorial, porque si cada quien asume el costo de su deseo, será posible que se haga un lugar dentro de los médicos. La medicina apuesta a nuestro discurso.

Caso Eugenia.
Hace muchos años, en el servicio de alergia e inmunología del hospital Ramos Mejía. Se presenta una paciente al servicio, de 26 años, embarazada de 6 meses. En el dispositivo que estaba instalado dentro del servicio era necesario que antes de la derivación tuviéramos un espacio de interconsulta entre el médico y el psicoanalista. En ese entonces, la medica psicoanalista que atendía a esta paciente cuenta que se trataba de una paciente con asma, con severas crisis, internaciones. Estaba cursando una crisis de asma al momento que yo iba a recibirla en la entrevista. 

El asma es una enfermedad de inflamación de las vías aéreas respiratorias, afectando al pulmón y a los bronquios. La medicina llama órgano de choque al lugar donde se presenta la manifestación. ¿Cómo podríamos pensar nosotros esto del choque en un órgano particular?

La médica también había dicho que la paciente tenía un tatuaje en su brazo, de una bebé y el nombre del bebé. Para ese entonces, yo recibía a los alumnos y entraba de a uno o de a dos en la entrevista con el paciente. Esta paciente me había estado esperando un rato largo en una lista de espera. Los alumnos dicen que ella esperó de pie, pese a que le ofrecieron el asiento en varias oportunidades. 

En el consultorio, el tono de voz de Eugenia es apaciguado. Entre palabra y palabra, donde nosotros podríamos ubicar un intervalo, se escuchaban las sivilancias. Entra muy abrigada, le pregunto si tenía calor y no se quería sacar el abrigo. Se saca la campera, la bufanda, un buzo y seguía estando abrigada. Le pregunto por qué se abrigó tanto, a lo que ella responde que la madre le dijo “abrigate”. Ese “abrigate”, en este caso, es una holofrase. Ella no se preguntó si tenía frío o calor. La madre le dijo que se abrigue y ella se abrigó. Es decir, allí se produce cierta respuesta directa y sin interrogación a la demanda del Otro. No hay una pregunta respecto de lo que el Otro le indica a la persona. 

Cuando se presenta, lo primero que dice es “soy asmática”. Ahí hay algo respecto de la nominación. Esta nominación hace pensar en un sr que representa la persona para el Otro. La primera intervención del analista ahí es preguntarle cómo se llama. Eugenia. Ella cuenta que estaba cursando un embarazo. Un embarazo hace que el cuerpo de la mujer esté más exigido que en otras ocasiones y también está más restringido de ser medicado, como en el ataque de asma. La medicación de mantenimiento es localizada en la zona de la afección, para los casos de urgencia a estos pacientes les inyectan adrenalina y cortisona y eso invade todo el organismo. Una mujer embarazada está llena de algo, ¿pero de qué? Si la ecuación simbólica se efectivizó, está llena de falo. También, esta paciente, tiene asma.

El asma es una enfermedad inflamatoria, que concierne a la hipereracción de las vías aéreas superiores y lo que caracteriza a la presentación es sed de aire o falta de aire. El paciente lo dice, siente que falta el aire. Los médicos me explican que no es que al paciente le falte el aire, sino que la dificultad es la de exhalar el aire. Por lo cual podríamos decir que hay otro llenado. En esta mujer, hay un llenado del falo y la cuestión del llenado por este aire. Este aire, nosotros vamos a hipotetizar, remite y responde directamente a la demanda del Otro.

Un año atrás a la entrevista, Eugenia había perdido a una bebé de meses recién nacido. Se fue a dormir la siesta y al despertar encontró a su lado, en su cama, “a un bebé tieso, rígido, frío, muerto”. Así lo definió ella. El certificado de defunción versaba muerte súbita. Sin embargo, la paciente dice “La ahogué”. Los hechos son de discurso. Hecho es el pasado participio del verbo hacer y se constituye en hecho una vez que decimos algo. Entonces, algo se constituye en hecho a partir de contarlo. En este sentido, este “la ahogué” es un hecho de discurso, pero que no concierne una falta. El hecho concierne a algo que ya se perdió. A partir del momento que cuento lo que hice el fin de semana, es que eso ya se perdió. Este “la ahogué” estaba presentado de manera distinta. 

Ella cuenta que tenía un tatuaje en el brazo, tatuaje al que yo me negué a ver. Cada vez que nosotros estamos con un paciente y el paciente porta algo del orden de una marca en la superficie del cuerpo, sea cual fuere, nosotros debemos evitar mirarlas. Esas marcas llaman a la mirada del Otro para que las signifique. Sea un tatuaje, sea una psoriasis, sea una quemadura, un eczema o una urticaria. “Mirá lo que tengo, mirá como estoy”, dicen. 

No, no me muestre, cuénteme- debemos responder.

Ese cuénteme va en la dirección de nuestro trabajo, posicionados en un lugar de vacío, de semblante de objeto a. El analista no está en el lugar del saber, sino justamente en el lugar de la falta de ese saber. A veces nos pueden agarrar desprevenidos y mostrarnos el tatuaje. Pero en este caso, le pedí por favor que no me mostrara, sino que me contara. En el brazo llevaba escrito, tatuado, el dibujo y el nombre de su bebé fallecida. Si bien sabemos que el duelo por un hijo es algo prácticamente imposible de elaborar (es una pérdida que no tiene nombre, al contrario de ser huérfano, viudo). Se trata de un duelo imposible de algo que para esta paciente nunca iba a estar perdido porque lo iba a llevar escrito en su cuerpo hasta los últimos días de su vida. Con lo cual, aquí tenemos una bifurcación entre duelo y sufrimiento. 

¿Cuál iba a ser el porvenir del bebé a advenir? El antecedente es que esta mamá perdió un bebé de muerte súbita. Sin embargo, el bebé estaba al lado de la cama y no en la cuna. En este decir “la ahogué” ya hay una marca para el próximo bebé a advenir, que va a forjar cierta economía singular de goce. Si antes veíamos la ligazón entre la demanda del Otro, que es voraz, y una marca, un punto de fijación en el organismo, la pregunta es cuál es el destino para ese bebé. ¿Cuántas veces iba esta madre a ver por demás si su bebé respiraba? Esto es lo que nos da a pensar que lo que concierne al fenómeno psicosomático no es del orden de lo reprimido. Freud en algún renglón dice que es del orden de lo sepultado, pero es aquello que no retorna como el síntoma (retorno de lo reprimido), sino que retorna en su falla en los tiempos de inscripción. Estamos hablando de tiempos instituyentes.

No hablamos de pacientes psicosomáticos, enfermos psicosomáticos, enfermedades psicosomáticos y por qué hablar de fenómeno psicosomático. Los fenómenos psicosmáticos pueden aparecer en cualquier paciente. Algunos incomodan, otros arriesgan la vida. Otros la quitan. 

Con Freud sabemos que la constitución del cuerpo es a partir de la constitución del organismo. Primero está el organismo y a partir de una serie de operaciones será posible pensar en el cuerpo. Esta serie de operaciones conciernen a lo que en Psicología de las masas… Freud llama las tres identificaciones. Veámosla con la lectura de Lacan:

Identificación primaria: concierne a lo real. Es a lo real del Otro real.
Identificación secundaria: es simbólica, es la identificación al trazo.
Identificación terciaria: identificación especular, que hace juntura entre la imagen y el símbolo.

La identificación tercera o especular la ubicamos en varios textos como en el esquema óptico, en el estadío del espejo. En Freud tendríamos que ir a textos y ser puntillosos: los que aparecen después de que Jung escribe sobre la metamorfosos de la libido y la introversión de la libido en los casos de psicosis. Esto fue en 1914 , año a partir del cual aparecen los textos metapsicológicos de Freud. Estos textos son Duelo y melancolía, Introducción al narcisismo, Pulsiones y sus destinos, Lo perecedero

Freud seguía la modalidad de estudio de su época y se acompaña de la biología. No nos olvidemos que él fue médico. ¿Por qué no pensar en las enfermedades psicosomáticas y sí pensar en el fenómeno psicosomático? Hablar de la psicosomática o enfermedades psicosomáticas implicaría sostener y sustentar nuestro trabajo a partir del dualismo psique-soma, alma-cuerpo. Es con Descartes y el cógito ergo sum, pienso y luego existo, que tenemos la posibilidad de trabajar con algo de su invento: un sujeto. Hasta antes de Descartes, lo corpóreo sensible, el mundo exterior era algo dado sobre lo cual el hombre iba a edificar.
A partir de Descartes y la puesta en juego de la duda metódica, se pone todo en duda y la verdad, el mundo exterior, lo relativo a lo corpóreo y todo lo que corresponde a lo que la filosofía llamó “lo sensible”, va a estar dado a partir del sujeto del pensamiento. Entonces, con Descartes tenemos la primera posibilidad de poner a cargo al ser hablante el descubrimiento de lo que nosotros vamos a llamar el exterior, el mundo, la realidad, la verdad, etc. El sujeto de conocimiento en Descartes está puesto en el pensamiento. 

Lacan va a trabajar muchísimo con el postulado de Descartes y lo va a discutir, diciendo que ese lugar de saber que Descartes le supone al pensamiento, en realidad es un lugar de desvanecimiento. Es un lugar de pleno desconocimiento, como dice Lacan en el seminario del acto y que hoy no vamos a desarrollar. Lacan ubica en el lugar del “yo pienso” el lugar de máximo desconocimiento.

Decíamos que Freud estaba embebido en la cultura dualista. Sin embargo, él propuso una terceridad, tal vez sin saberlo. La terceridad que propone es la pulsión. Cuerpo, aparato psíquico, pulsión. La pulsión, como límite entre lo somático y lo psíquico, como la falla entre lo somático y lo psíquico, como la denuncia de esas tensiones internas que conciernen al aparato psíquico. Nosotros sabemos que la pulsión es un concepto que Freud toma de la física y la pulsión tiene 3 características que son fundamentales: la fuerza, la atracción y la materia.

Freud además habla de 4 términos de la pulsión: el empuje, la fuente, el objeto y la meta. Va a decir que las pulsiones son parciales. Las pulsiones están al servicio de la satisfacción de un aparato psíquico, que también involucra al “cuerpo”. Lo pongo entre comillas porque soma y cuerpo son desiguales. El soma pasa a ser cuerpo a partir de la segunda identificación, la simbólica, que concierne al trazo. El trazo es un significante al voleo, en menos, que va a hacer posible la serie significante, la vida para el ser hablante. No es posible la entrada al lenguaje sin una pérdida, sin una caída o un agujereamiento. 

También están las pulsiones del yo y las pulsiones sexuales y de objeto. Las pulsiones del yo y las sexuales en un momento se entrelazan y se ponen al servicio de la vida. La pulsión del yo es lo que concierne al armado del yo. Lacan trabaja al yo como una imagen. Freud, en El yo y el ello, va a decir que el yo es una superficie. El cuerpo es superficie, tiene forma, volúmen y movimiento. Todo eso va a pasar a partir de la imagen, pues es la imagen lo que nos da esta juntura entre imagen y símbolo, lo que nos da la posibilidad de decir “Tengo un cuerpo”. Podemos decir que el cuerpo es un obsequio del lenguaje.

¿Qué hace que el cuerpo sea tal? El recorrido de las pulsiones por las zonas erógenas, los agujeros con los que vinimos al mundo. En el esquema óptico vemos en la izquierda la imagen real; a la derecha, la imagen virtual. A la izquierda vamos a ubicar el yo ideal; a la derecha vamos a ubicar el ideal del yo. A la izquierda vamos a decir que se ve a propio cuerpo en los tiempos de la constitución del yo como un objeto exterior al niño y en el segundo tiempo (segundo narcisismo, que concierne a la imagen virtual) voy a amar al Otro en la misma modalidad que aprehendí a ser amado. Lo que estoy proponiendo, de la mano de Freud, es que es necesario pasar por el autoerotismo para luego poder tener elección de objeto y para que luego la sexualidad se ponga a jugar, acorde a los puntos de fijación de la pulsión. No podemos hablar de pulsión si no hablamos de fijación. 

En el seminario XXIII Lacan dice que las pulsiones son el eco de un decir en el cuerpo, pero para que ese cuerpo resuene y consuene, el cuerpo debe ser sensible. Lo que lo hace sensible son los agujeros, siendo el más importante es la oreja, que es el agujero que nunca se cierra y por donde entra la voz. Por eso, en el estadío del espejo no nos quedamos solamente con la mirada como fundacional del yo, del sujeto y el cuerpo, sino que también se trata de la voz, las caricias, los susurros que cada quien haya tenido en tiempos instituyentes lo que le dará la posibilidad de la modalidad de goce con un objeto fuera.

El destino no es la anatomía, sino que será a partir del discurso como cada quien se diga hombre y mujer, en tanto lados respecto de la función fálica. En un análisis nosotros podemos hacer hipótesis e intuir cómo se fue recibido, amado o despreciado. Pero si así fuera que fue despreciado, de todas maneras hubo un sentido para el Otro. El problema está cuando no lo hubo. El calificativo más espantoso aún está del lado del sentido. En alienación y separación, en el conjunto de la derecha Lacan pone el sentido. El sentido es lo que cada uno fue para el Otro, sea lo mejor o lo peor. Un psicoanálisis es un análisis de la economía de los goces que nos habitan. 

Lacan dijo que el trauma, a diferencia de Freud, concierne en la entrada al lenguaje. Todo lo que nosotros muchas veces confundimos con el trauma es lo que se edifica sobre ese trauma verdadero y original. Ese agujereamiento tiene que ver con una falta, con algo que se pierde en el origen. Eso que se pierde en el origen es el goce mítico, aquello que fue y que no tenemos la menor idea. Solamente sabremos acerca de las edificaciones sobre lo que en eso se fundó en la entrada al lenguaje.

El organismo es el conjunto de órganos, un sistema que tiene que funcionar en cierto orden para producir la supervivencia. Tenemos que grabarnos que en psicoanálisis no hablamos de origen, porque ese tiempo está perdido. En todo caso, hablamos de tiempos instituyentes, con lo cual también diremos que el organismo en funcionamiento, produciendo vida, no va a estar desde el origen, sino que se va a producir en un tiempo de compás mítico, maravilloso, que tiene que ver con la relación de la cría humana recién llegada al mundo con aquel que se apueste en el lugar de recibirlo en el lenguaje. En general, suele ser la madre, pero puede ser el papá u otros. Este es el único tiempo donde podemos pensar en una relación, pues el psicoanálisis propone que la relación no existe. En ese momento inaugural, algo de la mirada y de la voz de ese Otro apostado allí dándole la bienvenida al lenguaje al crío, es lo que va a hacer que se ponga en marcha este sistema que nosotros llamamos organismo.

Freud se atrevió a proponer 3: cuerpo, psique y pulsión. Con Lacan, tenemos más herramientas para trabajar esto que llamamos recorte. No hay pacientes ni enfermos psicosomáticos, sino que hay un recorte del organismo al que vamos a llamar fenómeno psicomático. Freud dijo en algún momento que estas presentaciones no eran analizables. Cuando él habla de las neurosis actuales en los artículos técnicos, tenemos que agregar una premisa, que es tiempo y paciencia. Sí es posible pasar a discurso aquello que concierne a la neurosis actual, pero en Iniciación al tratamiento tenemos que agregar tiempo y paciencia, sin prometer nada. 

Para estos casos, es de buen augurio trabajar de la mano de Lacan, pues con él estamos autorizados a decir que el inconsciente penetra en todos los rincones del cuerpo y del organismo. Lacan trabaja con tres: real, simbólico e imaginario. Estos tres están presentes desde el seminario n° 1. Estamos acostumbrados a ver el nudo en el plano, pero una vez que nos amigamos con él sirve mucho para la clínica. 

El fenómeno psicosomático tiene función en las estructuras, si bien el fenómeno psicosomático no es una estructura. Las estructuras clínicas son la neurosis, la psicosis y la perversión. En cada una de estas presentaciones o modalidades de goce, el fenómeno psicomático ubica una función.

En la psicosis siempre tenemos que tomarnos un tiempo para hacer una intervención. En un caso de asma, cuando yo era un aprendiz, si un paciente dijo “me ahoga, me ahoga”. Yo le pregunté “¿qué ahoga?” y ella dijo “Mi mamá”. Fue muy fuerte que ella escuche eso de ella en una primera entrevista. La paciente no volvió porque eso fue muy fuerte de escuchar. El Otro no necesariamente es la madre, y esa relación al Otro marca el destino de goce de alguien. La voracidad de la demanda del Otro es en tanto que aquello que pudo haber sido un sujeto del inconsciente, por tanto sujeto faltante, afanísico, sujeto del fadding, en ese lugar aparece una respuesta automática a la demanda del Otro. Con lo cual, el Otro se convierte prácticamente en un voraz pac-man. La demanda es voraz cuando el sujeto no tiene los elementos simbólicos con qué denegarse, para decir algo tan difícil como “no”. O, si seguimos la clase 16 del seminario XI de alienación y separación, diríamos que la demanda del Otro es voraz cuando el sujeto no puede interrogarla. 

En medio el nudo, participando del anudamiento de los 3, está el objeto a. El objeto a es un operador lógico que se presenta de una manera muy formal. En el seminario X aparecen 2 columnas, donde en el piso de arriba aparecen el Otro y el sujeto predeterminados, completos ambos. 

A  l  S
$  l  Ⱥ
a  l

Es necesario que se produzca una separación de este tiempo mítico donde la cría humana es ubicada como objeto de goce incestuoso de una mamá, que es necesario y se produce en un tiempo casi sin espacio, porque primero tiene que ver haber un espacio para que se produzca un embarazo. Es necesario hacer un lugar para ese crío que vino al mundo. Pero también es necesario que se produzca otra operación, que es la de separación. En el seminario XI hablábamos de la alienación, que es una elección forzada, donde no es posible acceder al lenguaje sin estar alienado a un Otro. Ahora, el Otro necesariamente tiene que mostrar su falta, que pone en falta a lo que nosotros llamamos sujeto, a condción de que haya una pérdida. Esa pérdida es el objeto a, el resto de una división, que es una nada. Esa nada que se pierde es la que funda el acceso al lenguaje y es la que funda el inconsciente. 

Con Lacan nosotros tenemos la posibilidad de trabajar desde el psicoanálisis, porque es el objeto a el que participa de todos los registros. En el registro simbólico, Lacan va a poner “muerte”. El circuito pulsional es lo que uno en la facultad vio como mortificación del cuerpo. ¿Y qué es eso? El recorrido de la pulsión sobre el organismo. A partir de la entrada de lo simbólico, tenemos la posibilidad de penetrar y jugar con lo real.

En el real, va a poner “vida” y en el imaginario va a poner “cuerpo”. 
• El real concierne a la ex-sistencia. No es la existencia, sino lo que está por fuera. 
• El simbólico, concierne al agujero.
• Lo imaginario concierne a la consistencia.

Son 3 propiedades que se van a dar en cada uno de los registros: consistencia, ex-sistencia y agujero. 

Entre real y simbólico, Lacan escribe goce fálico (Jφ)
En la intersección de real e imaginario, goce del Otro (JA)
Entre el simbólico y el imaginario, está el sentido.

¿Dónde ubicamos lo que Freud trabajó en Introducción al narcisismo? ¿Y dónde están las diferencias clínicas?

Lacan dice que el síntoma viene de lo real. Lo real es lo que no anda y que siempre retorna. Freud dijo que el síntoma era una transacción, una solución de compromisos. Esa transacción implica fuerzas contrarias y en conflicto entre sí, que se ponen de acuerdo a partir de un compromiso. Ese compromiso es el síntoma. El síntoma viene a sustituir aquello que como exigencia del ello se quiere manifestar e incomoda la homeostasis del aparato. Se trata de una transacción de un compromiso, donde lo que estamos hablando es de una sustitución, por algo menos incómodo. El síntoma es incómodo, pero lo es en menor medida para el aparato que la manifestación de aquello que estuvo reprimido. Es una lucha entre ciertas representaciones y la represión secundaria.

El síntoma, en tanto solución de compromiso, es una metáfora. Además, el síntoma concierne al cuerpo, porque simbólico, real e imaginario se entrecruzan todo el tiempo. Ubicamos al síntoma en el goce fálico, porque el síntoma concierne una escritura que se puede descifrar. Por ejemplo, la tos de Dora. El síntoma concierne a lo simbólico sobre lo real. 

Freud, siguiendo a Weisman, va a pensar en 2 cuestiones fundamentales para pensar la vida y estas son el plasma germinal y el plasma somático. El somático es mortal y el plasma germinal es el que hace que el individuo se perpetúe en la especie. A través de las gametas, nosotros somos portadores de una especie. Lacan va a decir que el individuo, de antemano, ya está muerto y se transmite de generación en generación como genotipo y fenotipo, pero no por individuo. Uno nace para morir, la muerte es parte de la vida. En Freud, el texto Lo perecedero habla de esta dificultad que tenemos porque lo bello deje de serlo, que el cuerpo decaiga, etc. 

Fuera del cuerpo, dice Lacan, el goce fálico es un fuera de cuerpo. ¿Qué quiere decir fuera de cuerpo? Si vemos en el nudo que el goce fálico es la intersección entre real y simbólico, fíjense como en el nudo queda demostrado que lo que concierne al síntoma en el cuerpo es fuera del cuerpo. El síntoma puede tener varios colores, algunos son relativos al cuerpo como las parálisis histéricas. Pero los síntomas no lastiman, no hieren, no marcan ni muerden la carne. Son estrictamente marcas descifrables y simbólicas que a través de las vueltas de la repetición va a haber la posibilidad de un simbólico que se interponga a la irradiación de lo real.

El fenómeno psicosomático (fenómeno: lo que se da a ver bajo su propia luz, encubriendo una verdad) es objetivable, pasible de cualquier estudio científico. Lo que no alcanza la ciencia es a hacer una radiografía del goce que se pone en juego en el fenómeno psicosomático. 

El fenómeno psicosomático no es una formación del inconsciente, porque concierne a lo que se llama una protoescritura, una escritura primaria, precaria y que no se deja leer. Lacan dijo que se trataba de un jeroglífico del cual no sabemos cómo descifrarlo. Y no sabemos cómo descifrarlo porque tiene que ver con algo anterior a los caminos de la represión. No es una formación del inconsciente porque no es una metáfora. Si uno al paciente le pide asociaciones respecto al fenómeno psicosomático, el paciente va a decir que le agarra, que es asmático, que lo toma de sorpresa. La posición del paciente en el discurso es en apariencia pasiva y también le da un nombre. 

En la clase de alienación y separación Lacan va a hablar del tatuaje y va a decir que la libido -nombrada en ese momento como órgano irreal- no se le impide infiltrarse. La libido, como órgano, puede penetrar y localizarse en un recorte del cuerpo. No se trata de libido ubicada en el exterior, donde habría un comercio: un cuerpo amado que permite amar a otro cuerpo fuera de él, en lo exterior, sea cual fuera la modalidad de goce que se imprimió en los tiempos instituyentes. Esto es la pulsión sexual, pulsión de objeto. ¿Pero qué pasa en estos casos donde una parte de la libido queda metida en un órgano o en un recorte del organismo? Eso no es libido sexual. Freud en ningún lugar habla de fenómeno psicosomático, pero sí habla de enfermedades somáticas. La coagulación de libido de la que se trata no es libido sexual, sino libido del yo, la que concierne al narcisismo primario, la primera, queda ubicada en ese recorte. 

Lacan dice que el cuerpo es sustancia gozante, entonces si la libido está para transaccionar con los objetos sexuales y eróticos del mundo, esa libido viene aireada y tamizada del Otro, porque el otro, la planta o el perro algún placer me va a dar. Nuestra pregunta es qué hace un cúmulo de libido metida en el organismo. Ese cúmulo, encima, representa al sujeto para el Otro. El sujeto en psicoanálisis se lo define como un significante que representa al sujeto para otro significante. Entre significantes, para que haya efecto sujeto (fallido, olvido, chiste, síntoma, lapsus) tiene que producirse una caída, que es la del objeto a, que deja en falta al sujeto. El sujeto, por eso, no es ninguna consistencia, sino una evanescencia. Por eso está mal que uno en psicoanálisis diga “El sujeto se presentó…”. El sujeto solamente es un efecto que se produce en el sueño, en el chiste, en el lapsus, en el equívoco de las palabras. Provenimos de un equívoco.

El fenómeno psicosomático concierne a la certeza, no al equívoco. No es una metáfora, sino algo objetivable, radiografiable, estudiable, sale en la tomografía, en el laboratorio. El goce puesto en juego no se puede observar. 

Nuestras intervenciones con el fenómeno psicosomático no tienen que ir en sentido de lo que éste representa, sino justamente lo contrario: a la paciente que dice soy asmática le pregunté “¿Cuál es tu nombre?”. El médico dice “Es alérgica, es asmática y lo será durante toda su vida”. En el texto de Lacan Ciencia y verdad, dice que el sujeto de la ciencia es el sujeto del psicoanálisis. 

El fenómeno psicosomático no es interpretable porque no tiene lectura posible. Se trata de un agujero en el organismo que tiene que ver con un despliegue en el nudo, donde lo real se ensancha más que el resto. Si el problema lo tenemos es entre real e imaginario, me adelanto a que concierne al goce del Otro. Lacan lo llama goce específico, por la especificidad del significante de ubicar allí una marca que representa el sujeto para el Otro. 

¿Qué es el goce del Otro? Es aquel goce donde el sujeto no tiene con qué negarse a lo grosero de la demanda del Otro. No es que el Otro lo goce: en el análisis se subjetiva eso que le pasa. Si nosotros decimos que el objeto a participa de cuerpo y organismo en todos los rincones, eso que le pasa tiene que pasar a una voz activa: Hacerse hacer. 

En estas presentaciones encontramos muchas veces un pegoteo excesivo, una falla en los filtros, una dificultad enorme para amar. Como lo que se pone en juego no es la libido sexual, sino la libido del yo, que es más originaria y precaria, nosotros tenemos que pensar en intervenir en función de algo que “me hago hacer”. La dificultad en amar está porque el amor es incompleto, solo es posible desde la incompletud. El amor debe estar atravesado por una falta, que es la que hace posible ir a buscar algo en el cuerpo del otro como semejante. 

Por ejemplo, paciente con problemas renales. En el análisis se descubre que el hermano le usaba la ropa, la familia le sacaba el dinero, y aparecía poco filtro con el Otro.

No obstante, siempre hay que consultar con los médicos cuando aparecen cuestiones con el cuerpo, aunque sospechemos que se trate de una histeria. Con las neurosis actuales, lo mismo: que vayan a la guardia todas las veces que se sienten mal a que no haya algo que esté realmente comiendo la carne. 

El fenómeno psicosomático es un significante, si, pero no representa al sujeto para otro significante. Se trata de un significante que lo marca y lo representa para el Otro. Cuando alguien dice “yo soy alérgico”, uno puede pensar que hay una sacralización de un órgano, por ejemplo de la piel o el esófago. La dificultad para nombrar del neurótico es insoslayable. El que nombra supuestamente es Dios. Cuando uno encuentra este término, es que hay un nombre específico que recorta al órgano de todo el aparato. Este órgano no participa del cuerpo, sino como recorte. Está sustraído de la imagen, falla lo imaginario y falla lo simbólico.

Nuestras intervenciones ante la sospecha del avance de lo real sobre los otros dos registros, es empezar a edificar simbólico e imaginario sobre esa marca que tiene un borde erótico (como dice Lacan en el tatuaje) y le da pertenencia a un conjunto (ej. Los alérgicos). El costado erótico de lo que es la alergia, el asma, etc., es desvergonzado, es un recorte melancólico. Tenemos que discernir sufrimiento de dolor. El dolor concierne a una pérdida y lo que estamos planteando tiene que ver con algo que no se pierde. 

Para edificar lo simbólico y que haya algo que mortifique para dar vida, esa intervención va a tener que ser del lado simbólico y del lado imaginario. Las intervenciones en lo imaginario no son “Qué linda que estás, qué fea la mancha”. No obstante, el fenómeno psicomático no es interpretable, al contrario del síntoma. Lacan dice que el síntoma no hay que agregarle sentido porque lo engordamos como a un pez. El síntoma sí tiene un sentido y ese sentido es real. En cambio, en el fenómeno psicosomático el sentido se lo damos nosotros.

Hay una propiedad de las células que se llama apoptosis, que es la condición que tienen las células de morir para poder generar nuevas. Ante la alarma de alguna enfermedad, salen a la luz esas células, se deshacen de lo que está enfermo y se desintegran inmediatamente para seguir el circuito de la vida. El proceso inverso, opuesto es la necrosis. El tejido necrótico implica células que no mueren, sino que se multiplican y van por todo. 

En ese “van por todo” va la intervención quirúrgica y la intervención del análisis. La palabra es lo que mata la cosa y la palabra mortifica, eso es lo que discute a esta multiplicación celular que es viva, pero produce la muerte. 

Pregunta: ¿Qué es el órgano de choque?
Llamamos órgano del choque al órgano donde impacta y se acumula la libido que debería estar transaccionando con el mundo.

Pregunta: ¿Qué destino tuvo el bebé del caso, que el médico dijo que iba a ser asmático?
El recorte concreto de la demanda se ubica en el pulmón de su bebé. Con lo cual, esta paciente, que solo fue a una entrevista, puedo pensar que es posible allí un recorte de fenómeno psicosomático. 

Texto confeccionado en base a las notas de la conferencia dictada por Juan Pablo Capdevielle, el 11.2.19

miércoles, 12 de abril de 2017

El Fenómeno Psicosomático. Abordaje clínico psicoanalítico. (2° parte)

Apuntes de la clase dictada por Pablo Capdevielle el 18/02/2016.

La vez pasada estuvimos pensando a qué se llamaba fenómeno psicosomático a la materia que nos convoca a estudiar. Introdujimos desde la filosofía para pensar por qué el psicoanálisis, y sobre todo Lacan en los primeros años, habla de fenómeno psicosomático. Entonces, pasamos por el dualismo cartesiano, luego por el cogito cartesiano. Ahí nos enteramos que la palabra sujeto está ahí, pero nosotros nos servimos y diferenciamos que ese sujeto era el sujeto del pensamiento. También hablamos de Spinoza, de que la percepción, las afecciones y el conocimiento del mundo pasan a partir del cuerpo y no del pensamiento. También introdujimos la vuelta que propone el psicoanálisis: Freud con el aparato psíquico y el inconsciente; Lacan, con el nudo de 3. Por eso nosotros no vamos a hablar nunca de dualismos.

Creo que me faltó comentarles la vez pasada es por qué es fenómeno. Fenómeno tiene que ver con la apariencia. Hay un seminario, que es el semblante de Lacan, el XVIII, donde Lacan diferencia bien la apariencia del semblante. Si bien nosotros hoy no vamos a tener oportunidad de meternos con el semblante, vamos a decir que el semblante es real y que es semblante del objeto a. La diferencia de la apariencia, entonces vamos a definir fenómeno como “lo que aparece”. El fenómeno implica una apariencia y fíjense que todos estos datos que estamos recolectando, es para pensar la clìnica. ¿Con qué nos encontramos, a diferencia de cuando hablamos del sujeto del inconsciente? En el fenómeno psicosomático, podríamos decir que el cuerpo está y no está. Se lo tiene y no se lo tiene, dejémoslo entrecomillado ahí. El cuerpo no está en el lugar de cuerpo imaginario.

Vamos a hacer un paneo por el esquema óptico, para pensar cómo es que constituimos cuerpo y de dónde pensamos nosotros que podemos ubicar nosotros estas presentaciones que, decimos de antemano, no son del orden de lo reprimido. Entonces, digo, el cuerpo en el fenómeno psicosomático es algo que no está en el registro imaginario, algo que no se simboliza fácilmente. El término freudiano es “escotoma”. El escotoma para Freud es el punto ciego. El mundo del fenómeno, o el mundo de las apariencias, es un mundo de meras representaciones. Heidegger, del que Lacan se sirve muchísimo, sobretodo para pensar la caída del objeto a, dice que el fenómeno es lo que se hace patente por sí mismo. Aparece bajo una luz. El fenómeno es siempre materia de descripción para la ciencia; lo que no alcanza la ciencia es a discernir de qué se trata esta apariencia. Es un objeto de estudio, es algo que se manifiesta, pero que puede ser distinto y opuesto a la vez. Para los griegos, fenómeno puede contraponerse entre el ser verdadero y encubrimiento del ser. Lo que más me importa, es que es un concepto equívoco, sobre todo para pensarlo en psicoanálisis: puede ser verdad, a la vez puede ser apariencia; puede ser evidente y por por otra parte puede ser lo que encubre la verdad. Esto implica aquello a lo que la verdad se manifiesta como camino a lo verdadero.

La vez pasada yo les comentaba a ustedes que una analista, a la que yo aprecio mucho y con la que estudié mucho, Liliana Donzis, que ella habla del fenómeno psicosomático como algo que tiene vocación de síntoma. Es un “como sí”.

Hoy vamos a presentar el nudo:
El goce fálico está entre el registro real y el simbólico. En los libros “goce” aparece como J, por jouissance (francés). El sentido es algo que no nos va a interesar hoy. Y entre real e imaginario, está el goce del Otro. En la Tercera, Lacan ubica el cuerpo en el registro imaginario, aunque después lo cambia.

En 1914, Freud escribe “Introducción al narcisismo”. Y entre 1914 - 1918, Freud presentó sus artículos metapsicológicos, a partir de una presentación que hizo Jung. El título del libro de Jung era “Metamorfosis y símbolos de la libido”. Lo más importante es lo que piensa Jung en ese momento, con lo que aporta para hablar de la psicosis. Dice que en la psicosis, la libido está introvertida en el mundo interior. Si somos estrictos, dice “en el individuo”. Entonces Freud va a presentar una relación entre 2 tipos de pulsiones: las pulsiones sexuales y las pulsiones del yo. Freud plantea la sexualidad como mucho más amplia que la genitalidad y que la sexualidad no se produce a partir de la pubertad, sino a partir del nacimiento.

Yo hablé de pulsión, entonces hay que decir algo. Una de las cuestiones, además de lo que dijo Freud, que es el límite entre lo psíquico y lo somático, es que la pulsión es un error de estructura entre el soma y el aparato psíquico. Y que la pulsión es pensar al representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo. tenemos que suponer, siguiendo a Freud, que hay un estadío primitivo anterior al que todo análisis  puede acceder. Entonces, Freud en esa época plantea 2 tendencias de la libido: libido sexual y libido del yo. Sexual-libido, ich-libido. O podemos decir también pulsiones sexuales y pulsiones del yo. ¿Se acuerdan del yo primitivo? El yo primitivo lo pueden encontrar como el Lust-Ich y Real-Ich. Este yo primitivo va a funcionar como un sistema nervioso central, así lo dice Lacan en el Seminario I, destinado a garantizar cierta homeostasis de las tensiones internas. Y será la pulsión el montaje a través del cual la sexualidad participa en la vida psíquica y se adecúa de modo plástico (que se puede acomodar) a la estructura del inconsciente, que es una hiancia. La hiancia es el agujero, el espacio entre uno y otro objeto. La hiancia también la vamos a pensar como el intervalo que se produce necesariamente entre significantes para que haya una caída y que en esa caída se produzca una desaparición, teniendo nosotros ahí una aprehensión evanescente de lo que es el sujeto para el psicoanálisis.

Recordemos los 4 términos de la pulsión: el empuje, la fuente, el objeto y la meta. Sin detenernos en cada uno de estos términos, vamos a recordar que el objeto de la pulsión nunca se alcanza, porque la pulsión es parcial, porque parece que la pulsión no tiene objeto. Bueno, en el fenómeno psicosomático, parece que la pulsión sí tuviera objeto. La pulsión del yo remite a la de autoconservación. Nosotros vamos a definir que la verdadera pulsión es la pulsión de muerte. La pulsión de vida es lo que tiene que ver con la autoconservación, pero la que hace el trabajo de orificiar o recorrer los agujeros con los que venimos al mundo, es con la pulsión de muerte. Cuando uno repite como un loro que “el cuerpo es lo que está mortificado por el significante”, no es ni más ni menos que se constituye cuerpo a partir del recorrido de la pulsión. Y es a partir de ese orificeo, bordeado, que hace la pulsión por cada uno de los agujeros con los que venimos al mundo que se va a organizar la erogenización del cuerpo.

Cuando Freud plantea la teoría de la libido, habla de una bipartición fundamental. Y esto es entre las finalidades de la preservación del individuo, que es lo correspondiente a la autoconservación, y la de la continuidad de la especie. Y va a hablar de plasma germinal y plasma somático. El plasma germinal es lo que perpetúa la especie. Sigue vivo de un individuo a otro, es inmortal en tanto que va gestando el cuerpo que sigue, de generación en generación. Lo podríamos ubicar en las células que se necesitan para la reproducción, óvulos y espermatozoides. Eso lo plantea Freud y lo retoma Lacan como lo inmortal. Freud lo saca de un biólogo alemán, que se llamaba Weismann, quien estudiaba estas cuestiones. Me interesa la cuestión de lo inmortal. En relación a la mortalidad, ya Freud plantea al soma, al plasma somático, como mortal, acompañando esto con lo que dijimos antes: cuerpo mortificado por el significante. Lo que pasa es que “significante” Freud no lo tenía a la mano como Lacan.

¿Qué es lo que hace funcionar a la maquinaria sexual en el cuerpo del ser hablante? La imagen. Nosotros vamos a decir siempre R-S-I, pero lo imaginario va a coser lo real  y simbólico.

Las tres identificaciones:
1ª identificación: Es la identificación a la voz del padre muerto, padre horroroso, padre del terror, o identificación a lo real del otro real. Esa identificación es la responsable que toda lengua materna que haga advenir al infans en el mundo del lenguaje esté agujereada. Y está agujereada por el Edipo suyo (el de la madre o quien tenga el lugar de función materna). Lo que agujerea a la lengua materna es la primera condición para el acceso al lenguaje y esto tiene que ver con la primera identificación y con el Edipo de quien esté allí apostado en esa función, que también la vamos a llamar, como dice Lacan en el S. XI, campo o lugar. El Otro es un campo o un lugar, donde el sujeto como ser viviente debe advenir como tal sujeto barrado. El infans accede al lenguaje gracias a esta primera identificación.

En las primeras épocas de Lacan, nosotros vamos a confundir al Otro con el otro, porque en el estadío del espejo y a partir del esquema óptico, lo que vamos a tener es la idea del semejante, con lo cual ahí vamos a pensarlo conceptualmente al gran Otro. Y no me meto a trabajar esto directamente desde el S.XI, porque ese seminario sin darle las vueltas necesarias (clases 16 y 17), se presta a confusión, porque parece que todo es una serie de etapas evolutivas para que el infans pueda hablar, y lo que está diciendo en esas clases del S. XI Lacan es: la condición, sí, para que el infans tenga oportunidad de dejar de ser cría humana y pasar al lenguaje, participando de la posibilidad de subjetividad, y también alienación y separación quiere decir a cada vez que se produce sujeto del inconsciente. Quiero decir sujeto del inconsciente a las formaciones del inconscientes: ese episodio a partir del cual lo que escuchamos no es del orden de una consistencia, sino de una evanescencia.

2ª identificación: Es la identificación al trazo, lo que nosotros llamamos trazo unario. Es la simbólica. Hasta la segunda identificación llega el animal doméstico: yo llamo al gato y el gato viene. Lo que no alcanza el gato es al falo, es decir, a la tercera identificación.

3ª identificación: Se trata de la identificación especular. Estas 3 identificaciones se ponen a jugar a esta tercera, que retroactivamente pone en función la posibilidad subjetiva para cada quien. Cuando digo “posibilidad subjetiva para cada quien”, digo pasible de un análisis. Lacan en 1975 dice que el psicótico se puede analizar y que también puede producir formaciones del inconsciente. Lo dejo entre paréntesis, porque no voy a poder sostener hoy eso. Si vamos a hablar de las psicosis en relación a la presentación del fenómeno psicosomático.

Una vez que gracias a la identificación especular, de la imagen, se ponen a trabajar las 3. Estas 3 identificaciones se dan en pasos lógicos, no en tiempos cronológicos. Ocurren “en un golpe”, así como en “Pegan a un niño”, que es en el segundo tiempo donde se instala la ley. Bueno, acá también es un golpe de a 3, por retracción de la tercera identificación, a partir del lenguaje y a partir de ciertas fallas y discordancias, porque no todo va a entrar en la imagen.

Lacan ya desde el seminario I habla de alienación. Habla de ciertas marcas y pone el ejemplo de un pajarito que le dice “el ave picón”. Pero el ave picón lleva unas marcas que hacen que se la ubique como tal. Gracias a esa marca, el pajarito macho sabe cuál es la hembra. La palabra que usa Lacan acá, que no la encontré en ningún otro lado, es MERZEICHEZN. Los que nos entusiasmamos con la conferencia de Ginebra, con el S. XI y pensamos que se habló poco del fenómeno psicosomático, sepan que ya los filósofos estaban hablando de esto. Lacan, en esa época, habla de esto, de merzeichezn. Esto quiere decir rótulo, etiqueta, emblema, signo, sello. Quienes leyeron conferencias de Ginebra, los recortes de la conferencia de Ginebra cuando Lacan dice que en estas presentaciones el cuerpo aparece con un marbete (etiqueta) que funciona como un signo para el Otro. Lo que pasa en el ser hablante es que tiene otras oportunidades que el pájaro picón: representarse entre significantes, representarse por su nombre propio. Lo que vamos encontrando, y aproximándonos en relación a estas presentaciones, es que hay una falla en la función del nombre propio, que entonces representa al sujeto como signo para el Otro, pero no como un significante para otro significante. Entonces, hoy les traje unos ejemplos y el paciente va a decir: ”SOY alérgico”, SOY asmático”, “SOY hipertenso”.

En el hospital, el paciente se presenta y dice “soy asmático”, entonces la primera intervención del analista va a ser preguntarle por el nombre. Porque si yo le sigo la corriente, lo único que estoy haciendo es vivificando algo que tiene que estar mortificado. Estas presentaciones guardan relación con algo demasiado vivo dentro del organismo. Las células del cáncer, que es el que más nos asusta, aunque hay otras dentro del fenómeno psicosomático que matan más rápido, pero las células del cáncer se reproducen de manera indiscriminada, hace multiplicaciones por todos lados, su núcleo es mucho más grande que la célula común y no muere. Las células sanas todo el tiempo entran y salen, hay entropía, entrada y salida en el organismo. Lo que hace posible el exterior, el pasaje de endo a exo, va a ser la entrada del lenguaje, va a ser justamente la primera identificación. En estas presentaciones o en el fenómeno psicosomático, vamos a encontrar algo que está demasiado vivo. Cuando digo “demasiado vivo”, estoy diciendo que hay lesión y que no está abrazada de manera interesante por lo simbólico. Como les expliqué la vez pasada, si estamos hablando de un sujeto neurótico, nunca tenemos que pensar que del todo está desamarrado el simbólico, porque siempre hay nudo. En el nudo plano es más difícil verlo.

En la cuestión del cáncer, fíjense que el cáncer es anti-castración. Se multiplica, se multiplica y se multiplica. Va en contra de lo que nosotros conocemos como la represión, la castración, como la falta. Ahí falta una falta.

Lacan sigue a Freud y dice que las instancias psíquicas fundamentales se pueden concebir, en su mayoría, como representantes de lo que sucede en un aparato fotográfico. Si nosotros vemos el esquema óptico, (vamos a hacer un paneo porque no tenemos tiempo).

Vamos a encontrar 2 espejos, el espejo cóncavo y el espejo plano. Pueden buscar esquema óptico en Google y ahi explica bien el despliegue del esquema óptico. También se puede verlo en una cuchara y su reflejo interior. A la izquierda van a encontrar el espejo cóncavo y en el medio, el espejo plano. Arriba a la izquierda está el ojo, que es fundamental, porque todo esto no es posible sin la mirada del portador. Portador de la mirada, de la imagen, del simbólico y del real, es decir, quien nos recibe en el lenguaje. La vez pasada habíamos hablado del trauma. El trauma es, para Lacan, el acceso al lenguaje. Nosotros después podemos pensar cuáles son el estrés postraumático, y otras modalidades para la ley. Estos son tejidos que se arman sobre el cráter del verdadero trauma. La guerra también es un episodio de trauma, pero remite siempre al trauma de entrada.
En el espejo cóncavo, lo que se va a reproducir en el mismo plano, es decir, la imagen queda reflejada “en la cuchara”, invirtiéndose arriba y abajo, y lo que vamos a tener es la imagen real.
En el espejo plano, pensemos cuando nos miramos en el espejo, se invierte el plano, es decir, el plano es exterior. Es muy interesante, porque ahí tenemos cómo justificar lo que empezamos en “Introducción al narcisismo”, que es que en el espejo plano lo que propicia es el exterior, el objeto exterior, el mundo exterior. Se produce en un plano exterior y se invierte de derecha a izquierda. Ahí están las imágenes virtuales, que son a las que nosotros vamos a acceder. A las imágenes reales ¿quienes acceden? Los que no acceden a la tercera identificación: las psicosis.

La imagen virtual es la que corresponde al segundo narcisismo, fíjense que se habla de 2 narcisismos.
El primer narcisismo está a nivel del yo primitivo. Ese yo primitivo es “Ella me mira”, podríamos decir. “Miro mi cuerpo como un objeto exterior a mi”. Invento, esto es un mito, nadie tiene recuerdo de ese momento. El primer narcisismo, que lo vamos a ubicar en el espejo cóncavo, es el tiempo del yo ideal, del yo primitivo, en la retracción de la libido sobre el yo. Entonces, se ama al cuerpo como un objeto exterior, siempre a condición de que esté ese ojo, donde se halla la mirada de este Otro que aloja. También lo podemos llamar “La parentalidad”. Ese Otro (u “otro”, si lo pensamos en tanto semejante), es el que anticipa la imagen unitaria que cautiva, tal como se percibe en el espejo, o bien en la realidad, es la realidad toda del semejante. Lo que se está empezando a armar allí, lo necesario para que se arme, es el yo - no yo.
El narcisismo secundario puede situarse con precisión en su relación imaginaria y libidinal con el mundo exterior, con los objetos exteriores. Esta operación le va a permitir al individuo ver su lugar y estructurar su ser en función de su lugar y de su mundo.

El yo tiene 2 funciones: estructurar la realidad y sí o sí pasa, como dice Lacan en el S. I, por la alienación. Alienación fundamental y constitutiva de la imagen reflejada de si mismo, que es del yo primitivo o primera representación de sí. Insisto mucho en la cuestión imaginaria, porque es a partir de ahí que nosotros vamos a pensar muchísimas cuestiones clínicas. Hoy vamos a diferenciar la hipocondría, del síntoma neurótico, del fenómeno psicosomático y el caso de las neurosis actuales, mal llamadas ataques de pánico.

Cuando yo decía “yo ideal” e “ideal del yo”, el ideal del yo lo ubicamos en el narcisismo secundario, lo ubicamos gracias al espejo plano. El sujeto anticipa la mirada, que es lo que dice Lacan en el estadío del espejo. Pero gracias a esa anticipación de la unidad, es que el cuerpo puede aparecer despedazado. En la imagen real, en el florero invertido, del lado izquierdo, vemos el florero invertido, que serían los cachos de cuerpo despedazados y que solamente van a venir a nuestras formaciones del inconsciente a partir de las fantasías o a partir de los sueños. Muchas mujeres, cuando están embarazadas, tienen sueños de que le falten dedos al nene, o cuando uno sueña que le faltan los dientes. El papá también sueña que su hijo va a nacer sin un brazo… Bueno, esto aparece en las fantasías. Pero es posible pensar en el cuerpo despedazado a partir de la unidad.

Cuando hablé del plasma germinal, como lo inmortal de la especie, diferente al plasma somático, lo que tenemos que pensar gracias a introducción al narcisismo, es en esta distribución económica de la libido. También es importante, si bien Freud no habla más que de enfermedades orgánicas, ubicando también la implicancia de la libido en las enfermedades orgánicas. Freud va a plantear el ejemplo de la muela: cuando hay un cuerpo afectado, sea cuerpo o sea organismo, el yo era capturado por ese recorte del cuerpo. En otros términos, podríamos decir que la libido del yo está puesta sobre ese recorte. Cuando el sujeto está en reposo también, la libido se retracciona del mundo exterior y pasa al sueño.

Me interesa que recalquemos el concepto de erogeneidad. Porque lo que vamos a pensar en relación de esta acumulación de libido (en los años ‘50). En el seminario XI, creo que después ya no lo repite más, Lacan va a hablar de la libido como órgano y va a hablar del mito de la laminilla.

Es Freud el que plantea puntos semejantes entre la hipocondría y las enfermedades orgánicas. La diferencia entre ambas es la existencia de “una aparente lesión orgánica”. Si bien en el hipocondríaco se presentan cambios orgánicos, postulando una similitud entre el estado de excitación de una zona cualquiera del cuerpo y la excitación sexual. Nosotros nos encontramos con esto de las zonas erógenas, que dice Freud que pueden reemplazar lo genital y comportarse como tal. Hay ciertos recortes del cuerpo que pueden ser sede de carga y descarga y que en la carga y descarga, la erogeneidad en un órgano puede ser análoga a un cambio de carga de libido en el yo. Recalco, entonces, que para Freud hay un recorte del soma que puede estar erogeneizado y que puede responder a un cambio de carga de la libido del yo.

Pregunta: ¿Lacan dijo que aparte de esa identificación tiene que haber una alienación a esta imagen?
Nosotros pensamos la alienación al hablar de la psicosis. Pero cuando habla de alienación Lacan, se sirve de la dialéctica hegeliana. Entonces, Hegel planteó la dialéctica del amo y el esclavo. Lacan dice que si o si se trata de una elección forzada que si o si es necesaria para acceder a la subjetividad: pasar por el campo del Otro. Pasar por el campo del otro, porque en el Otro se sitúan los significantes de la cadena de los significantes. Entonces, en el 54 y 63-64, clase 16 y 17 del S. XI, Lacan va a hablar de la alienación a la imagen del Otro. Y después en el año ‘63 va a plantear que si o si es posible que se produzca sujeto, que haya anudamiento R-S-I, es posible acceder al lenguaje, que haya sujeto del inconsciente, por un pasaje forzoso por el campo del Otro. Después tiene que pasar por la separación.


En el seminario X, sobre todo cuando habla de las neurosis obsesiva, nosotros decimos que el objeto a es un objeto inaprensible. Es solamente un operador lógico, y solamente vamos a tener aprehensión de él a partir de los objetos pulsionales.




Estos cìrculos, que son los cìrculos de Euler, los toma Lacan en el S.X para trabajar cuestiones de la neurosis obsesiva y en esta clase, 16 y 17, para hablar de alienación y separación.

En el conjunto de la derecha vamos a poner la A. En el conjunto de la izquierda vamos a poner una S. Él va a hablar de una lúnula, que nosotros ubicamos como la intersección entre uno y otro conjunto, y va a hablar del veil de la alienación. El veil no es ni más ni menos que el corazón que nosotros ubicamos en la fórmula del fantasma, esos vectores de doble entrada, donde primero se pasa por el campo del Otro y después al campo del sujeto vía la separación. Y ese es todo el secreto del rombito ◊ que aparece con 2 flechas en el S. XI.
En el seminario de Paidós aparece “ser”.

La raya en el medio es un invento mío: la vez pasada dijimos que el nudo tiene ciertas propiedades, que cada registro es un toro. Un toro es como un salvavidas: tiene un agujero interior y un agujero central. La condición del toro es que se puede dar vuelta y pasar de endo a exo a partir de un agujero. Si uno agarra el salvavidas y le hace un agujero en cualquier lugar de su superficie, lo das vuelta. Un hecho del discurso es, cuando uno tomó demasiado, dice “me di vuelta como una media”. Pero eso es un hecho del discurso. Lo que pasa en este pasaje de endo a exo, a partir de estas identificaciones, es que se da vuelta la historia: empieza a funcionar un toro enlazado con 2 toros más, produciendo sujeto. Todo esto, muy por encima.

Nosotros tenemos que en el nudo tenemos que encontrar existencia, consistencia y agujero. Este esquema es un anticipo del nudo, la topología ya la viene presentando desde el seminario anterior. Este es un anticipo del nudo, del toro va a hablar en el S.X. Entonces, nosotros tenemos que pensar que lo que agujerea es lo simbólico. La consistencia es lo imaginario y la existencia es lo real. Toda esta introducción para decirles que por el esquema tiene que pasar algo que atraviese estos 2 redondeles, porque nosotros no estamos trabajando en un plano, sino que trabajamos en el espacio. Lo que tiene que pasar por acá es el sentido, el sentido que cada uno tuvo para ese Otro que nos trajo al lenguaje. Siendo que seamos en Tarzán de la selva, la muñeca más linda o la cucaracha más horrible, después construimos el fantasma en un análisis y pensaremos de qué manera la posición subjetiva se puede con-mover. Pero este sentido es lo que le da cocción a todo el conjunto de cuestiones que estamos hablando. Entonces, en el campo del Otro está el viel, esa flechita que va hacia el campo del Otro. Sí o sí yo dije “elección forzada”, es decir, si o si hay que pasar por el campo del Otro. Pero se tiene que producir una separación. Lo que produce una separación, al toque, es decir, en el preciso momento de la falta en el Otro, que produce y propicia la posibilidad de sujeto para el infans, o la posibilidad que se produzca, en algún momento para el ser hablante, un acto fallido, un olvido, un sueño, un síntoma o un lapsus.


Esto quiere decir, que el Otro está atravesado por su falta: que algo le falte es el regalo más interesante, la donación de una falta. A partir del momento que se descompleta el Otro de esta cría humana, que se dirige nuevamente a su deseo… En la clase 17 del S.XI Lacan dice que el deseo de la madre tiene que ser desconocido. Eso quiere decir que aunque una madre esté soltera o se haya separado, el pibe puede enterarse que sale. El pibe puede ver a la madre llorando porque el novio la dejó y es necesario que el pibe sepa que se llora cuando te dejan. No hay que esconderse, porque eso es mostrar algo en relación al deseo desconocido también. Tampoco es que hay que avisarle todo al chico, pero el hijo de vez en cuando debe saber que de vez en cuando tenés cosas que hacer. Y eso es como el acertijo: siempre una madre, el padre debería tener un signo de pregunta en la espalda, algo que cause a la pregunta. En este tiempo, Lacan confunde y dice “¿Qué me quiere?”. Lo toma del cuento “El diablo enamorado”, y esa pregunta es una invitación al deseo, a partir de que el Otro, de quien esté apostado en este lugar, muestre su falta. Obviamente que no estoy de acuerdo con el colecho. Obviamente que estoy de acuerdo que los niños duerman en la cama de los padres. Imagínense qué lugar, si el medio no es un lugar. ¿Qué hace el pibe en el medio de los padres? Hay un artículo hermoso, “2 notas para un niño”, donde Lacan plantea que el mejor de los porvenires para un niño es ser producto del síntoma de la pareja parental. Podríamos decir que en las perturbaciones que tenemos los neuróticos. El peor de los destinos es quedar coagulados como objeto de goce, como objeto del fantasma materno. Es ahí donde falla la separación. Podemos pensar que en el autismo se llega a la segunda identificación. La primera identificación que no pasa por la segunda, muere. El autismo veras casi no se ve.

¿Entendieron lo que es el sentido? Es esto que agujerea, que pasa, que tiene que ver con las palabras que nos acompañaron cuando nosotros estábamos en el moisés, cuna tacho de basura algunos. Acá, en vez de ser, deberíamos poner des-ser.  Y esto lo vamos a pensar de otra manera.

Cuando se dice que el sujeto se produce entre significantes, comúnmente pensamos en S1 y S2. Para que el sujeto se produzca, lo que tiene que producirse un intervalo. Y lo que produce ese intervalo es una caída en la cadena significante, entre significantes, y ese es el objeto a.

S1 S2



a


Lacan, en este momento, lo va a llamar “como una nada”, como un rien, nada. Pero esa nada es testimonio de la división subjetiva. Entonces, entre alienación y separación, lo que tenemos que hacer es poner una flecha para abajo y poner un objeto a. Entonces, lo que divide al sujeto justamente es una caída que va a propiciar, en tanto caída, causa. Etimológicamente, una de las acepciones de la palabra causa es caída, por eso les decìa que Lacan toma bastante de Heidegger. Porque la caída del objeto a es causa de deseo, causa de que se siga… Dijimos que el sujeto es evanescente, se produce entre significantes, es una división. Y se accede al lenguaje a partir de un primer corte.

La cuenta comienza en cero: Para hablar del 1 contable, que hagamos progresión uno, y uno, y uno, y uno, tenemos que pensar que la cuenta comienza a partir de un corte. Ese corte es la primer pérdida, o sea que es una primer pérdida lo que nos hace entrar a nosotros en el lenguaje. Es una pérdida que constituye, a su vez, sujeto. Es un vacío que instituye la posibilidad de “se sigue”. A veces un analista puede decirle a un analizante que se separó, que se quedó sin trabajo, que lo echaron, bueno, “se sigue”. Este “se sigue” quiere decir de qué manera el trabajo de análisis puede hacer borde de ese vacío, constituyéndolo en agujero, para que propicie causa de la cadena. La progresión de los números reales empieza gracias a un primer conjunto, que es el primer conjunto, un conjunto vacío, que cuenta como uno.

Otro modo que van a encontrar en el seminario X, de hablar de lo mismo, de alienación y separación, es el cuadro de división subjetiva:
Lacan pone al campo del Otro y del sujeto como predeterminado. A partir que el Otro presenta su falta (A/), el sujeto se constituye barrándose ($), a condición de una caída, el objeto a. Y si somos pícaros, metemos en el medio el losange y tenemos la fórmula del fantasma. Y fìjense que el fantasma se constituye en el campo del Otro. El sujeto se constituye en el campo del Otro y el fantasma también.

Diferenciaciones:
Al pensar la hipocondría, nosotros vamos a decir, recordando a la libido del yo y a la libido sexual, que la libido sexual es la que está en comercio. Ahì ya está instalado el mundo exterior: entra y sale. Hay una transacción entre el mundo exterior y el interior de cada quién. En la hipocondría nosotros vamos a pensar que lo que está en juego es la libido del yo. Puede excitarse, como decíamos con Freud, cualquier zona del organismo pero sin lesión.
En el fenómeno psicosomático, en el caso de la neurosis, también depende de la libido del yo. Puede excitarse un órgano o una parte del organismo, como pasa en la hipocondría, pero la diferencia es que la excitación produce lesión y alteración de los tejidos.
En ambos casos, estamos pensando en cierta precariedad simbólica. Estamos hablando de libido del yo, no de la sexual. Estoy retrayéndome a eso primitivo.
Entonces, en el fenómeno psicosomático, como decía Lacan, la carne está mordida.
En las neurosis actuales, en los mal llamados ataques de pánico, ahí si, la libido es objetal, es libido de objeto, libido sexual. La libido está puesta sobre el objeto. Si bien Freud dice que las neurosis actuales son inanalizables, lo que tiene el síntoma es que es actual. En ese caso, aunque no tenga historia, no deja de ser un síntoma. A este caso lo ubicamos entre las formaciones del inconsciente, aunque es medio difícil porque no tiene historia.

Recomendación: Si o si y cada vez que se presente algo en relación al cuerpo, en el trabajo con nuestro paciente, no nos arriesguemos a que solamente sea trabajado por medio del análisis. Si o si, hay que mandar al paciente al médico para despejar. Una paciente, hace muchos años, se había fumado su primer porro con su marido y empezó a tener alteraciones en la visión y ella se los adjudicaba a los efectos del porro, pero del porro habían pasado 3 semanas, 4. Entonces empecé a sugerirle que fuera al médico, pero no iba, pese a la insistencia. Ahí nosotros tenemos que pensar en cierto tipo de intervenciones. La intervención puede ser en lo real, intervención en lo simbólico o intervención en lo imaginario. Por eso, las intervenciones del analista fueron en lo real: “si no va al médico, no la puedo seguir recibiendo”. Esta paciente tenía, finalmente, un adenoma de hipófisis, no tenía nada que ver con el porro. Luego nosotros tenemos que pensar cuál fue el huevo y cuál la gallina, qué estuvo primero y que vino después. Muchas veces, cuando se presentan estos recortes en el consultorio, uno muchas veces trabaja con el médico. Entonces, si el médico se analizó, es un golazo. Porque, ¿qué fue lo que hizo que justo, entre 5 hermanos, uno tuviera asma, alergia? Hubo un disparador. Ese disparador es el exceso o la grosería de la demanda del Otro.

Cuando decimos goce del Otro, nosotros vamos pensar que es un goce que no existe, como dice Lacan en el seminario “Aún”, pero sabemos de él por sus efectos. Entonces, yo no puedo decir “Es un goce del Otro” a la madre que estaba escuchando la entrevista del niño en el hospital, detrás de la puerta. En esa época yo era más joven y creía que sí. Lo que iba a confesar el chico, meses más tarde, es que lo golpeaba fuerte. Yo pensaba que lo de la puerta era goce del Otro y no, no lo es. El goce del Otro es la respuesta automática. Lacan habla de la respuesta automática y se sirve del ejemplo de la experiencia de Pavlov: suena una campana y el perro viene a comer. Esa es la respuesta automática, y hay que entenderla como que no hay espacio, no hay duda, no está el “che vuoi?” (¿qué me quieres?). Hay una certeza. Lean “Asma y embarazo, la  opresión de la estrechez”, donde hay una chica de 26 años super embarazada, tatuada, viene super abrigada y entonces en la entrevista le pregunto: “¿No tenés calor?”. Me responde que sí. “¿No te querés sacar algo?”. Ella empieza a sacarse campera, bufanda… “¿Por qué te abrigaste tanto?”. Ella responde “mi mamá me dijo que me abrigue”. Entonces, la madre le dice que se abrigue y ella no se pregunta si tiene calor o no.
Atiendo a un pibe que es fantástico. Tiene 13 o 14 años y vino con la madre. Y el pibe me dice “Juan Pablo, por favor, decile a mi mamá que la que tiene frío es ella y que yo no tengo frío”. En este recorte, no está el fenómeno psicosomático.
Entonces nosotros pensamos que en ese recorte del fenómeno psicosomático, cuando nosotros decimos “los significantes pegoteados”, fíjense cómo lo armamos desde la filosofía. Cuando decimos eso, cuando hablamos de la función de la apariencia, cuando hablamos de lo que parece que es y al final hay otra cosa, el mito “significantes pegoteados” lo que no es justamente, es el intervalo. Pero no solamente es lo que teoriza Lacan, sino la distancia entre uno y otro. Una señora con metástasis, después de varios cáncer de mama, sufriendo porque el hijo se había separado.

  • ¿Pero por qué sufrís?
  • Me duele, me duele, me duele que mi hijo se haya separado, porque mi hijo está mal, porque sus hijos no lo pueden ver...
  • ¿Pero cómo es posible que le duela a usted?
  • Pero los hijos son parte de uno.

Lo que nos autoriza a la intervención, a la interpretación o al acto analítico es el soporte de la transferencia. Y en transferencia le dije, “¿dónde está su hijo, que no lo veo, dónde lo tiene si es parte de usted?” Nosotros sabemos, porque Lacan lo ubica, que  por suerte siempre hubo algo que separó el cuerpo a cuerpo: la mamá de un pibe, que es la placenta. Cuando hay un caso de infidelidad, que ya sabemos que las infidelidades son del yo (no es al otro la infidelidad, porque si tenés un problema económico, son 2 o 3 además de tu marido), a veces es necesario ver si se cuidó al tener relaciones sexuales con el marido. ¿Hubo ese mínimo de telita de goma, que se llama profiláctico, que separa las carnes? Porque si su marido la puso en cualquier otro lado y trae un bicho, usted queda absolutamente expuesta. La queja no sirve para nada, después va y se la deja pasar, se la deja pasar, se verá si hay un pacto establecido entre 2… Porque en definitiva lo que tendríamos que pensar para esos casos es en el contrato que se arma entre 2.

Vuelvo al fenómeno psicosomático: cuando nosotros decimos “congelado”. A Lacan en la conferencia de Ginebra le dicen “¿Pero cómo, es del orden de un grito?” No, porque también en el seminario 11 vamos a ver que el grito, si es bien interpretado por este sentido que dibujábamos acá, se va a convertir en demanda. Y que  la demanda siempre es de amor y es de la madre, que lo que va a demandar es ser demandada. En ese juego de demanda y demanda, es donde la pulsión va a empezar a hacer su recorrido por los agujeros con los que vinimos al mundo. Y cada cual le pone una fijación pulsional que hubo, en su recorrido, y va a gozar con su cuerpo erógeno. Pero dice Lacan “No es un grito, es del orden del jeroglífico”. ¿Hay una estructura? Si, hay una escritura en su cuerpo, lo que no sabemos es leerla. Entonces, repetí desde la semana pasada: no es una formación del inconsciente, no es una formación del inconsciente, no es una formación del inconsciente. Si no es una formación del inconsciente, lo que nunca podemos, ni va a servir para nada, es interpretarlo. Porque no está bajo las leyes de la represión.

¿Qué es lo que tiene que hacer un analista? Prestarle historia, hacerle hablar sobre eso. Si ustedes escuchan y trabajan en el servicio de medicina de un hospital, el médico lo llama al otro y le dice “te mando un riñón”.

Participante: Se da de alta con hemorroides superada...
¡La fisura! Lo que no tenemos que hacer nunca es estandarizar. Pero la fisura es típica del obsesivo, no quiero decir con esto estándar. Digo, le cuesta tanto dejar caer al obsesivo y hace tanta fuerza por retener, que aparece en el cuerpo lo que tendría que haber aparecido en el orden de lo simbólico.

Diferencias entre el síntoma y el fenómeno psicosomático.

  • El síntoma, letra de goce legible.
En el fenómeno psicosomático, lo que vamos a pensar es una marca de goce específico. Lacan le dice “goce específico” porque es en la especificidad de ese significante y punto, porque ese significante no desliza. La vez pasada explicaba que justamente son presentaciones que le prestan un nombre a la persona y como dice Lacan en el S. XI, cuando habla de la laminilla del órgano, dice que este órgano, por ser irreal (que no significa que no esté en el registro de lo real), no le impide encarnarse. Libido encarnada, por ejemplo en el tatuaje. El tatuaje es una marca para el Otro, más allá que está de moda, tenemos que decir que es una insignia que le muestra al Otro, de que pertenece a un conjunto. Además, y por eso hicimos todo este recorrido de la erogenización, para que ustedes entiendan cuando lean la clase 16 del S. XI, dice que el [inaudible] pertenece a un conjunto, cuando el nombre propio está fallido, bueno, voy con los gordos, voy con los asmáticos, con los alérgicos, con los cardíacos”. ¿Quién de nosotros no es cardíaco acá? Todos tenemos corazón, por suerte. Pertenencia a un grupo, pero además, esa encarnadura tiene un costado erótico. El costado erótico lo respondimos con lo que vinimos hace un rato hablando, donde hay una carga, una masa, una acumulación de libido allí donde no debe estar.


  • Para el síntoma, dijimos, es interpretable, lo ubicamos entre real y simbólico, es una formación del inconsciente.
El fenómeno psicosomático, podríamos decir, es una formación (como diría Nassio), de objeto a en el cuerpo. Mejor dicho, en el organismo. La psoriasis es un ejemplo del fenómeno psicosomático. Fíjense que el órgano más extenso que tenemos es la piel y que justamente es la que sirve de contacto entre uno y otro. Y lo que separa, además, lo endo de lo exo. Entonces cuando aparece algo del interior tan a flor de piel, irrumpiendo en la piel, Lacan habla del detrito, del ditritus. En vez de caerse un objeto a, se cae un polvillo, es el exceso del eczema, los cachos de piel que se le caen, en vez de que se produzca una caída a nivel de lo simbólico.


  • En el síntoma, hay retorno de lo reprimido.
En el fenómeno psicosomático hay un retorno en el soma, en el organismo, de algo que no da paso a la represión. Es impune el fenómeno psicosomático, es obsceno.


  • En la letra del síntoma, nosotros encontramos las leyes del inconsciente, condensación y desplazamiento, metáfora y metonimia.
En el fenómeno psicosomático, lo que encontramos es justamente esto, la respuesta automática, la huella, la marca, el signo para el Otro. Por eso les decía que si uno va a trabajar a un servicio de medicina, se escucha al paciente decir “míreme, doctor, míreme”. Acuérdense los casos que veíamos la semana pasada, uno el ojo ahí se lo tiene que meter en el bolsillo y solamente tiene que mirar con las orejas: “Cuénteme”.


Lacan, en el S. XXIII, dice que la pulsión es el eco del decir en el cuerpo y que entra en el cuerpo porque hay un agujero que no se cierra: la oreja. Porque en definitiva, por eso habla del yo par en el seminario X. El yo par, dice Lacan, es la voz de Dios, la voz del padre que hace agujero en la lengua materna y que es lo que hace posible que entre por ese agujero “agujereado”, valga la redundancia, todo lo otro que venimos hablando hace un rato.

  • En el síntoma, hay angustia, hay señal de angustia.
En el fenómeno psicosomático no hay angustia. Lacan, en el S. X, presenta un cuadro como los ejes cartesianos invertidos y hace 2 flechas: la de arriba es la dificultad y la vertical es la de movimiento. El punto de máxima dificultad, dice, es el embarazo. El embarazo, según el diccionario, es una situación embarazosa, metido en el lodo. Dice Lacan, es el punto de máxima dificultad dónde está absolutamente a la vista la barra, perque embarrado es “en barra”. Pero la barra no está al servicio de dividir, sino que abraza a lo que podría haber sido sujeto, que queda escondido detrás de esa barra, detrás de esa marca, de esa merkzeichezn, como decíamos hoy.

  • Lo que decìamos de las neurosis actuales, lo que decimos del síntoma, lo que decimos del síntoma conversivo, lo que está alterado es la función de un órgano o un recorte del cuerpo, pero no hay lesión orgánica, no hay marcas.
En cambio, en el fenómeno psicosomático, hay corrosión de la carne.

  • En el síntoma, lo que está en juego es la pulsión de muerte, porque es lo que va a mortificar ese ser viviente para darnos un regalo a partir del lenguaje, que es el cuerpo. Es la mortificación del significante.
En el fenómeno psicosomático, lo que vamos a encontrar es un desborde pulsional, un desamarre de la pulsión, una desmezcla de la pulsión.

  • El síntoma tiene historia.
El fenómeno psicosomático no lo vamos a encontrar historizado.

  • En el síntoma, hay intervalo entre los significantes.
En el fenómeno psicosomático vamos a hablar de la holofrase.

Pregunta: ¿Podrías aclarar algo sobre la identificación real al otro real? La vez pasada lo mencionaste en el caso Elías.

Cuando decimos identificación real del otro real, de lo que estamos hablando es de una transmisión que no se sabe que la hay, que viene per-se, in situ. Sobre todo a los papás les pasa esto, quieren tener una valija de herramientas simbólicas para que su hijo ande bien. Por más voluntad que le ponga, si no se analiza y no se las ve con su propia falta, es imposible transmitir esto de buena voluntad. No es vía la voluntad, se transmite vía las identificaciones de uno a otro. Y no es sanguínea la cosa. En un caso de adopción, pasa exactamente lo mismo, porque no es la sangre lo que se transmite, sino las identificaciones. Entonces, algo que no fue elaborado en alguna de las generaciones, por ejemplo en las cuestiones de guerra, el Holocausto, con la guerra de Bolivia, hace que el paciente porte marcas de algo que no se sabe. Cuando nosotros decimos que algo no tiene historia, es que pre-histórico y se trabaja en análisis. Si Elías se hubiere quedado en el consultorio a trabajar, se podría haber hecho un ensamble, un enganche en esto que precipita tan alocadamente, lastimando su organismo, y lo que le había pasado a su papá y a los hermanos de su papá, que se habían muerto en la cámara de gas.