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domingo, 24 de agosto de 2025

La Melancolía - Psiconeurosis narcisista y clínica actual

 

La Melancolía es una de las expresiones más dramáticas de las Afecciones Narcisistas, tan frecuentes en la clínica actual, donde el Yo queda atrapado bajo la sombra de un objeto resto, es decir, insignificante, sin una importancia valiosa.
1. Duelo y Melancolía: El mismo inicio, destinos opuestos.

En “Duelo y Melancolía”, S. Freud nos enseña que la reacción del sujeto ante una pérdida significativa puede seguir dos caminos: el Duelo normal o el Duelo patológico.

Ambos procesos tienen el mismo inicio: la pérdida de un ser querido o de aquello que, por la intensa implicación libidinal, adquiere para el sujeto un valor equivalente — el trabajo, un ideal, el lugar de residencia.

Enseñanza central

Fue la práctica clínica, y la escucha rigurosa de S. Freud, la que le permitió demostrar que esa coincidencia inicial no asegura el mismo destino: la Melancolía sigue otro derrotero, diferenciándose de manera radical del Duelo.

2. ¿Cómo impacta una pérdida significativa en el sujeto melancólico?

Al sujeto melancólico, la pérdida le produce un quiebre subjetivo de gran profundidad, en tanto su psiquis se ve imposibilitada de encontrar una vía simbólica que le permita elaborar y tramitar dicha pérdida.

De este modo, el sujeto queda escindido e imposibilitado de interrogar lo que esa pérdida pone en juego en su vida. 

Enseñanza central

Es este quiebre subjetivo, imposible de elaborar simbólicamente, el que precipita al sujeto melancólico hacia un abismo de gran gravedad clínica.


3. ¿Cómo distinguimos en la práctica clínica un cuadro de Melancolía?

En un Duelo normal, la reacción inicial se manifiesta con una profunda tristeza, desinterés por el mundo exterior, pérdida momentánea de la capacidad de amar e inhibición de las funciones vitales.

En la Melancolía, en cambio, a todo ello se añade un rasgo distintivo, ausente en el duelo normal: Una perturbación severa del sentimiento de sí, dado que el Yo del sujeto se encuentra profundamente afectado.

 
Enseñanza central
¿Cómo puede expresarse esta alteración profunda del Yo?
 
- El sujeto se autoincrimina.
- Se considera culpable de lo perdido.
- Puede caer en el delirio de creerse indigno, ruin o despreciable, sintiéndose sin derecho a convivir entre los demás.


4. Un Fracaso del Amor: la Melancolía y las Psiconeurosis Narcisistas.

Para S. Freud, la Melancolía constituye una Psiconeurosis Narcisista.

El Otro de los primeros cuidados —por razones siempre singulares— no pudo otorgarle al sujeto, en los tiempos inaugurales, una identificación narcisista suficiente. 

En “Introducción del Narcisismo” (1914), S. Freud lo llamó “Fracaso del amor” (Versagen der Liebe): el niño no llegó a encarnar para ese Otro la potestad esperada en este primer tramo identificatorio: “Su majestad, el bebé”. 
Así, la sombra de lo que el infante no llegó a ser recae sobre su Yo.

 
Enseñanza central
 
En Duelo y Melancolía, S. Freud expresa esta dramática con una frase que define al cuadro de la Melancolía: “la sombra del objeto recae sobre el Yo”.

5. Manifestaciones Clínicas de la Melancolía

En las psiconeurosis narcisistas, tal como S. Freud considera a la Melancolía, la libido queda fijada en el Yo y no encuentra una vía de tramitación en el campo simbólico, es decir, en el lenguaje. Esto provoca un empobrecimiento y un retraimiento del mundo exterior que se vuelven crónicos y clínicamente graves.
 
Enseñanza central
 
A diferencia de las Neurosis clásicas, donde el sujeto puede prestar su libido al analista y sostener el amor de transferencia, en las Psiconeurosis narcisistas —tales como la Melancolía— la libido queda fijada en el Yo. 

Por este motivo, el analista se encuentra ante un gran desafío clínico para constituir el lazo transferencial y, en consecuencia, deberá intervenir de un modo distinto, dado que se ve imposibilitado de recurrir a la Interpretación Clásica y a la Asociación Libre, propias del campo simbólico.


6. ¿Cuáles son las intervenciones “No Tipo” frente a la Melancolía (Psiconeurosis Narcisistas)? 

En el cuadro clínico d
e la Melancolía, debemos ser muy cuidadosos en la estrategia de intervención, para evitar reforzar el encapsulamiento yoico producto de la retracción libidinal, con su consecuente aislamiento del mundo y de los lazos. Dicho encapsulamiento genera, además, fuertes resistencias frente a toda apelación dirigida de manera directa al sujeto. 

Por eso recurrimos a vías indirectas, que no interpelen de manera explícita al sujeto, sino que abran pequeñas grietas hacia un horizonte deseante. 

Algunos ejemplos de intervenciones “No Tipo” -por alusión indirecta- serían:
“Sabés que este día me recuerda un paisaje que vi cuando viajé a Perú.”
“Vine caminando hasta el consultorio porque descubrí que caminar me alivia la lumbalgia.”
“En estos tiempos de tanta pelea social, qué bueno sería recordar una película como Billy Elliot.”

 
Enseñanza central
 
Con estas intervenciones, el propósito es, muy de a poco, despertar algún hilo deseante que opaque la sentencia que padece el melancólico: “¿para qué la vida, si yo me siento muerto?”

7. ¿Por qué es fundamental trabajar en Interdisciplina? 

El cuadro clínico de la Melancolía puede acompañarse de Ideación Suicida y riesgo de Pasaje al Acto.

Por este motivo, resulta indispensable el trabajo conjunto con un psiquiatra y, en ocasiones, con un acompañante terapéutico. La medicación, lejos de ser un recurso para taponar, debe operar como soporte que habilite la palabra, tantas veces ausente en la Melancolía. 

 
Enseñanza central 
 
El propósito del trabajo clínico —y en particular del abordaje interdisciplinario— será siempre que el sujeto logre expresar el padecimiento que su propia psiquis le impone. En esos decires se abre el terreno donde nuestras intervenciones podrán desplegarse, con la apuesta de que adquieran sentido y eficacia.

lunes, 9 de junio de 2025

Caso clínico: “Cuando me miras/ mis ojos son llaves”

 Joven, de 17 años, a la que llamaremos Magali, es traída a consulta por su madre porque dice que su hija “está depresiva, no quiere salir a la calle, no sale sola sino es conmigo”.

“Alguien me está gestando indefiniblemente. Sé que naceré muerta”

Vive con su hermana dos años mayor que ella, su madre y la pareja de ésta, a quien la joven lo nombra como padrastro. Hace veinte años que conviven y este le dio el apellido a Magali. Nunca conoció a su padre biológico quien según refiere la madre “apenas quedé embarazada no apareció nunca más …yo sé cómo encontrarlo, pero nunca quise, nunca le hizo falta a Magalí…yo hice y hago de mama y de papa”.

Lacan denomina “estrago materno” a las consecuencias mortíferas del deseo de la madre erigido como Otro materno en la constitución subjetiva.

Tengamos en cuenta que la palabra “estrago” en francés alude a “hacerse amar y hacer sufrir”, con lo cual se evocan claramente las manifestaciones clínicas del fenómeno a tratar (p.1).

Primera entrevista 

“Estoy deprimida, no me gusta estar con gente, si entro a un bar y veo mucha gente, me choco con las mesas, esto me pasa desde siempre, siento que la gente me está juzgando, que me tengo que comportar de otra manera, pero no se cual es... desde chica no podía ser yo misma.

“Estado peligroso de fatiga, insomnio y palpitaciones cardíacas. Me siento muerta, mejor dicho, un peso muerto, algo enormemente pesado, no mi cuerpo sino esto que se llama yo…”

No tengo ningún tipo de talento, soy una inútil, nunca encontré un lugar en el mundo y ahora tampoco quiero encontrarlo, soy desapasionada, no tengo deseo de nada, solo de morirme…siento muchas cosas, pero a la vez no siento nada”. 

Jules Ernest Séglas​, psiquiatra francés, dice al respecto: “Al inicio de toda melancolía, se observa un vago sentimiento de abatimiento o de tristeza, de inquietud, incluso de ansiedad; sentimiento que manifiesta el enfermo espontáneamente cuando dice sentirse deprimido, incapaz de actuar, triste, desazonado, vagamente inquieto o indiferente”.

“Alguien está herida de muerte y finge una salud perfecta, sólo para que no la hieran más, para que no la hieran de nuevo, de improviso, y se asiste sola, y no sabe asistirse”

Siempre estoy cansada, no tengo ganas de nada, pero algo tengo que hacer, no tengo fuerzas para nada, porque nada me llama la atención…me aburro, estoy casi todo el tiempo en mi casa sola porque mi mama y mi hermana casi no están y eso está bien porque no quiero hablar con nadie…además muchas veces ellas no se dan cuenta como estoy…solo estoy con mis perros y mis gatos”.

No sé para qué me tuvo mi mama, es más, no se para qué tuvo hijos, de hecho, antes que yo naciera, perdió un embarazo y enseguida quiso tenerme”.

Una madre en duelo, una hija que no se siente causa de deseo ni deseada por esta madre como así tampoco por su padre, duelo fundante no elaborado.

Philipen Julien (1995) dice que la identificación al falo da al niño una razón para vivir…sin esto, no vale la pena vivir. “Ser lo que le falta al Otro, eso es el amor, sino mejor suicidarse”. 

“Recuerdo mi niñez cuando yo era una anciana. Las flores morían en mis manos porque la danza salvaje de la alegría les destruía el corazón”

Comenta que fue al colegio hasta primer año de la secundaria porque “sufría bullyng” porque siempre estaba aislada y no hablaba con nadie…lo único que hacía en el colegio era actuar en los actos escolares porque desde chica me gustaba ser otra, porque tenía un problema existencial”.

Uso lentes porque si veo con claridad me mareo porque veo la realidad demasiado clara, demasiado cruda…nunca me relajo…no puedo vivir tranquila”.

 “merece un amor menos salvaje y temible e inútil que el tuyo”
En relación a su madre dice: “Ella no entiende nada, para lo único que sirve es que si no es con ella yo no salgo... igualmente, no quiero salir a ningún lado”.

Lugar obturado, sin salida., sin intervalos.

Silvia Amigo (1999) plantea que para que alguien pueda preguntarse y responderse respecto del deseo del Otro, es necesario que “el goce del Otro no abrume al sujeto” (p. 18), es decir, son necesarios los intervalos en que el sujeto se encuentre libre del goce del Otro. 

De la madre, dice: “Ella siempre tira para adelante, siempre está bien, intenta darme fuerzas, se muestra siempre perfecta, como si nunca le pasara nada malo o no tuviera problemas, pero no se pregunta ni me pregunta que me pasa”.

Silvia Amigo define al fantasma como “una respuesta que el sujeto se da a la pregunta enigmática por el deseo del Otro”. 

El fantasma entonces sería una respuesta del sujeto a la pregunta “¿qué quiere el Otro de mí?” (p. 18).

“Soy un deseo suspendido en el vacío”

Dice que a los 10 años a veces iba a piyamadas y robaba… “robaba cosas insignificantes, no plata, juguetes o ropa…no me daba culpa, era para hacer lo que nadie hacía...no eran cosas que necesitaba”.

Yo no quiero apegarme a la gente porque si hace la suya, me voy a sentir abandonada, no voy a poder superarlo y me voy a deprimir…no quiero sentir las relaciones, no quiero sentir afecto porque no quiero sufrir”.

A esa edad inventé que era bulímica para llamar la atención... en ese momento me cortaba y me golpeaba cuando me sentía mal... hace mucho tiempo que no quiero vivir más…siempre fui melancólica, 50% viva y 50% muerta”.

Tristeza, sentirse deprimida, desesperación desde siempre, dice Heinrich (2012) “no tienen comienzo, no se desencadenan por una pérdida o decepción, sino que acompañan al sujeto desde toda la vida y determinan un modo particular de relacionarse con el otro”.

“Alguien en mí se quema”

Siempre fui un poco rara, a los 11 casi prendo fuego mi casa…encendí un fósforo para saber que pasaba si quemaba papeles en la cocina y mi mamá cuando llegó del trabajo se enojó conmigo, se enteró, porque el vecino le contó, porque él apagó el fuego…me preguntó mi mamá porque lo había hecho y no sé, en ese momento no pienso nada…quizás para saber si podía controlar el fuego que es algo que me gusta”. 

Dice haberlo hecho en dos oportunidades más en el lapso de 2 años.

“No pudiendo respirar, asfixiándome en mi yo, imagino la muerte como un lugar en donde no necesite hacer tan horrorosos esfuerzos”

Le pregunto si tuvo miedo de que ocurriera algo grave al encender esos fósforos y dice: “No, para nada…no me preocupa morirme…quisiera morirme porque no me siento cómoda en este mundo…tengo problemas de identidad, confusión en quien soy”.

“El deseo se constituye en relación al deseo del Otro; sin el amor del Ideal del Yo no habrá lo que comúnmente se llama “autoestima” Heinrich (2020).

En la segunda entrevista se describe como: … “una cucaracha, no quiero sentir que mi personalidad se desprende de mí, pero me pasa... yo sé que si me muero voy a ser yo, de esa manera voy a encontrarme y sentirme libre”.

Vacío a colmar, el cual no es reconocido como estructural, a llenar con más dolor, con el suicidio. Si no ha existido un duelo instituyente en el Otro, el sujeto no podrá renunciar a la satisfacción ideal, total, y el deseo se verá dificultado.

“Este silencio de las palabras que me invaden, de las que digo y escribo, es el horror, el vértigo, el dolor en su estado más puro”

Mi manera de pensar es media rara... reviso lo que pienso dos o tres veces y muchas veces no puedo cortar la cadena de ideas …a veces pienso como si fuera el pensamiento de otra persona y meto más pensamientos”.

“Tiendo a sentir que son muy reales las cosas y eso me pone mal. Hablo bastante sola y cuando lo hago me olvido que estoy sola…mis fantasías, lo que pienso son más reales que la realidad. A veces no diferencio si es real o fantasía”.

A casi tres años de tratamiento, Magali termina el secundario acelerado (no cursando, sino que rinde materias libres), desaprueba un examen de ingreso para el traductorado de Ingles, cursa una materia de la carrera de Psicología y decide dejar de cursar, estos dos intentos de cursada universitaria la frustran y dice que “esto me confirma que soy una fracasada”, empieza a leer y escribir novelas, poesías que sugiero que las traiga a sesión (lo hace). Dice empezar a sentirse mejor. Función de terceridad, en términos de Winnicott la existencia de una zona tercera, espacio transicional entre el sujeto y el Otro. La escritura como elemento tercero que permite que se sostenga la relación entre dos. 

“Suicidarse implica la máxima atención y lucidez, decirse «esta soy yo, ahora, aquí”

Al respecto dice: “quiero escribir, vivir de escribir, vender libros así gano plata para vivir en otro lado…un pueblo que casi no haya gente, ahí ser yo misma, desapegarme de todo y quitarme la vida”.

A los cinco meses de esto, me comenta de manera “desafectivizada” que su hermana “se mató, manejando una moto…realmente la envidio…me hubiera gustado ser ella…Quiero un lugar para empezar de cero, para no ser”

“Desperté viéndome como un cuerpo sin piel, una llagada”

Al mes, me cuenta que ha decidido hacer fasting (desayuno intermitente), el motivo es “quiero bajar de peso, estoy pesando 55 kilos y quiero llegar a los 45…me veo la cara deformada, veo además que estoy gorda…quiero ser ultra delgada, invisible, ser perfecta…así soy asimétrica”.

Haydee Heinrich (1996) habla de personas(sujetos) que consultan de los cuales se podía/puede pensar que son “inanalizables”, dice textual “nos enteramos que hacen locuras, se exponen a situaciones de riesgo, no cuidan sus cuerpos. Tienen una imperiosa necesidad de sensaciones fuertes” que los haga sentir vivos”. 

Además del fasting, hice referencia a varios actings, cuando prende fuego los papeles en la cocina, cuando roba en la casa de sus compañeros.

Mi mama me dice que estoy bien, me llevó a dos médicos que me dijeron que no tengo la cara ni el cuerpo deformado y que estoy bien de peso (a mí me da la sensación que es delgada), yo no les creo. A vos tampoco te creería si me decís algo semejante…quiero ir a un cirujano plástico a que me opere y me cambie toda la cara”.

Le pregunto porque a 45 kilos y que pasaría si llega a esos 45 kilos y se sigue viendo “gorda y con la cara deformada”, a lo que responde: “No sé…ni lo pienso”.

Buscar. No es un verbo sino un vértigo. No indica acción. No quiere decir ir al encuentro de alguien sino yacer porque alguien no viene

A la semana me dice que me quiere preguntar algo (es la primera vez que lo hace): “¿Me podés decir que me pasa, hay algo para hacer?… ¿Se me puede ayudar? nada en mi es estable…todo es insignificante…estoy enferma de espíritu… ¿estoy fantaseando o es real?”

¿Son preguntas dirigidas a un Sujeto Supuesto Saber? ¿Comienzo de análisis? ¿Abre una hendija?

Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En ese sentido, el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, repararEscribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos”.

En relación a su producción literaria, comienza a escribir textos en los que aparecen situaciones de abandono, muertes y desamores ...momento del análisis en el que dice sentirse “más animada, más viva” aunque reticente de mostrarme lo que ha escrito, “hago esto para hacer algo…igualmente no me gusta, nada de lo que haga me va a gustar, aunque vos me digas que está bueno”. ¿Cierra la puerta?

Todas las frases que están en negrita son versos de Alejandra Pizarnik

A Magalí le gusta la poesía y la personalidad de la poetisa 

Comienzo esta presentación con la pregunta por el diagnóstico diferencial

Resulta necesario especificar cómo definimos en nuestra investigación el proceso diagnóstico psicoanalítico, ya que es sustancialmente opuesto al diagnóstico psiquiátrico. 

Definimos este proceso como “el trabajo por el que el analista se ubica en el campo transferencial del paciente para hacer posible desde allí una manifestación más nítida del síntoma en tanto expresión de un saber inconsciente que concierne y divide al sujeto que lo padece” (Lacan, 1964-65).

Desde la Psiquiatría, a manera de pregunta

¿Podríamos hablar desde el DSM 4 de un Trastorno Depresivo Mayor?

¿De un Trastorno distímico? 

¿De un Trastorno de despersonalización y de desrealización? (teniendo en cuenta que estos, son diagnósticos secundarios o adicionales a un diagnóstico principal diferente)

Desde Henry Ey, ¿Podríamos decir que se trata de una Melancolía? (estado de depresión intensa)

Desde E. Kretschmer, ¿Podríamos pensarlo como un Delirio sensitivo de relación? 

¿Desde Freud, podríamos pensarlo como una Neurosis Narcisista y dentro de ella, la Melancolía?

Desde una lectura lacaniana, referenciando a Haydee Heinrich, podría pensarse como una Neurosis fallida, Neurosis grave, Neurosis que no es de transferencia. 

¿Es una patología del acto?, ¿Clínica de bordes?

También abordaré el caso clínico con la teorización que hace Silvia Amigo de lo que denomina “clínica de los fracasos del fantasma” 

Comenzaré con algunas preguntas:

¿Podemos hablar de melancolía si no se lee/escucha ningún tipo de pérdida desencadenante?

¿Podemos hablar de melancolía sin hablar de duelo?

En términos de Winnicott, ¿Puede haber desilusión si nunca hubo ilusión?

¿Puede haber deseo sin duelo?

¿Siempre es posible establecer el “amor de transferencia”?

¿Hay personas(pacientes) inanalizables?

En términos freudianos, podemos pensar que el repliegue y aislamiento de Magalí está representado como el estado del dormir (estado narcisista).

En Magali se presentan todos los signos del duelo más la perturbación del sentimiento de sí, autoreproches (se reprocha no haberse matado y no, no haber matado a alguien), posición melancolizada, desgano, un desgarro profundo en el sentimiento de vida.

En Duelo y Melancolía, Freud dice: "La melancolía se singulariza en lo anímico por una desazón profundamente dolida, una cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad y una rebaja del sentimiento de sí que se exterioriza en autorreproches y auto denigraciones y se extrema hasta una delirante expectativa de castigo”.

¿Melancolía como psicosis?

En 1914, “Introducción del narcisismo”, Freud diferencia a las “neurosis de transferencia” de las “neurosis narcisistas”, estableciendo una clínica diferencial dentro del campo del psicoanálisis.

Dentro de las neurosis narcisistas se incluyen la paranoia, la melancolía y la esquizofrenia de Bleuler, que Freud llama “parafrenia propiamente dicha”.

Freud teoriza conceptos tales como los de: elección narcisista de objeto, identificación narcisística, y conflicto de ambivalencia, y esto ubicara a la melancolía del lado de las neurosis narcisistas. 

Propongo pensar a la melancolía como una neurosis narcisista tal como lo planeta Freud en su segunda nosografía y no como una psicosis.

Fallas en el narcisismo, el cual regula la relación con el “otro”, con el cuerpo (imagen de sí misma), relación con el deseo.

En Magali aparece  la “cancelación del interés por el mundo exterior y  la pérdida de la capacidad de amar  pero no podemos hablar de psicosis porque tiene una posición ambivalente frente al mundo externo y además citando a Freud “Pero el nuevo mundo exterior, fantástico, de la psicosis quiere reemplazar a la realidad exterior; en cambio, el de la neurosis, gusta de apuntalarse, (…) en un fragmento de la realidad –diverso de aquel contra el cual fue preciso defenderse-, le presta un significado particular y un sentido secreto que (…) llamamos simbólico”.

Tampoco aparece en su discurso un sustituto de la realidad, una nueva realidad, como lo hay en la psicosis, sino que esta joven reconoce la realidad material como amenazante y hostil (“veo la realidad demasiado clara, demasiado cruda…”).

En Magali, no se escucha/lee una relación amorosa hacia un objeto, ya perdido, cuyo resultado produce autorreproches hostiles, efecto de la identificación a aquel objeto, me pregunto entonces si alguna “sombra del objeto ha caído sobre el yo”, en principio diría que no.

¿Podemos hablar de melancolía si no se lee/escucha ningún tipo de pérdida desencadenante?

En Duelo y Melancolía (1915), Freud dice que en la melancolía hay una pérdida que no puede ser elaborada mediante un trabajo de duelo, porque hay algo de ese objeto perdido que justamente no puede ser dado por perdido y con respecto al duelo dirá que ya no será por la pérdida de la libido.

 En el Manuscrito G, Freud plantea que “La melancolía consistiría en el duelo por la pérdida de libido” (1895), años más tarde dirá que es por una pérdida de objeto del cual el sujeto tenía una ligadura libidinal que luego se perdió, de ahí la reacción frente a la pérdida. Freud en "Contribuciones para un debate sobre el suicidio” habla de libido desengañada o desilusionada. 

En relación a la pregunta formulada, podemos entonces responder afirmativamente, ya que podemos hablar de melancolías, algunas con fallas en la estructuración psíquica, en la constitución del narcisismo.

Tengamos en cuenta que, en la nosografía freudiana, la melancolía, a diferencia de las neuropsicosis de defensas y de las psicosis, no se explica por el mecanismo de la represión ya que para “dar cuenta de la sintomatología melancólica (...) Freud coloca en primer plano, las relaciones con el objeto de amor”, o sea, ubica en primer plano los vínculos libidinales con el objeto.  (Mazzuca 2006).

En este caso, podríamos preguntarnos qué relación con esos objetos primarios tuvo Magali, que lugar ocupó para esa madre, en relación a ella, dice: “se muestra siempre perfecta como si nunca le pasara nada malo o no tuviera problemas” a lo que agrega que muchas veces esta madre no registra lo mal que está su hija.

Una madre que le negó todo acceso al padre biológico y al padrastro: 

“Nunca le hizo falta a Magalí…yo hice y hago de mama y de papa”, una, madre sin límite, un goce materno voraz no regulado del todo por la función paterna que complica al sujeto en su recorrido deseante 

Plantea Haydee Heinrich (2013) que “Freud reconoce, efectivamente, que puede haber una pura afección yoica narcisista, que puede dar lugar a un cuadro melancólico, independientemente de la pérdida de un objeto. O sea que habría melancolías que no se desencadenaron por una pérdida, sino que evidencian algún problema en el narcisismo”.

Lacan (1963) en relación al duelo, plantea: "Sólo estamos de duelo por alguien de quien podamos decir 'Yo era su falta”.

De acuerdo al relato que hace Magali, podríamos inferir que no tuvo la posibilidad de alojarse en el campo del Otro como falo imaginario, para identificarse a lo que al Otro le falta, en otras palabras, no hubo distancia fálica. 

Dice Hayde Heinrich (1999):     

Cuando el Otro primordial no puede hacer el duelo por el niño en tanto objeto, cuandoesa primera pérdida estructural no se ha inscrito ni transmitido, cuando el Otro no dona su falta, el sujeto tendrá dificultades a la hora de tratar las pérdidas fortuitas que sufrirá en su vida.  ¿Cómo sobrevivir a tantas frustraciones, privaciones, problemas que se enfrenta todos los días, sin contar con el recurso del duelo?”.

Magali dice en una sesión que, si ella se muere, “si yo no estuviera, nadie se daría cuenta… solo mi mama, pero enseguida saldría adelante y no pensaría más en eso…ya le pasó con mi hermana que casi la olvidó”.

Se lo dice a su analista, quien en ese momento tampoco registra el lugar al que es convocado.

 “Si   el   sujeto   no   encuentra   una   respuesta   tranquilizadora   a   la   pregunta: “¿puedes perderme?”, si no es lo que le falta al Otro, no podrá más que preguntarse todo el tiempo para qué vivir”.

Teniendo en cuenta que para Freud lo que cura a “nuestros pacientes” es que se establezca una “neurosis artificial”, es aquí que me surge la pregunta, siguiendo la segunda Nosografía freudiana, si es posible establecer la transferencia con una paciente melancólica.

“Las neurosis narcisistas no tienen ninguna capacidad de transferencia o sólo unos restos insuficientes de ella. Rechazan al médico, no con hostilidad, sino con indiferencia” es decir, la investidura de objeto fue resignada, trasponiéndose en libido yoica.

En estas Neurosis, no solo hay regresión de libido al yo sino también en la viscosidad: “la libido, convertida en narcisista, no puede entonces hallar el camino de regreso hacia los objetos, y es este obstáculo a su movilidad el que pasa a ser patógeno” Freud (1916-1917). 

Heinrich (1996) plantea que hay neurosis en las que hay una falla en su constitución, con “formaciones al “estilo acting out” antes que con formaciones del inconsciente”.  

¿Es un borde de la neurosis que podemos llamar acting out? pregunta la autora: “En realidad no se trata de una especie de sujeto sino de una zona de relación, aquella que yo defino como Acting- Out” .

La pregunta por si hay posibilidad de transferencia, queda cuestionada por una paciente, quien a pesar de decirle a su analista que “siempre voy a sentirme así…una inútil, sin deseos de nada”, es la misma que sigue sosteniendo el espacio de análisis a pesar del sin salida en el que dice convencida estar.

Para Lacan, el acting out aparece cuando fracasa la posibilidad de la transferencia, es una indirecta, de alguna forma, al analista, mostrándole que ha fallado, que no pudo escuchar, que no la alojó en el campo del Otro.

 ¿Qué muestra ésta paciente?

 Dice Heinrich que muestra que el analista ha fallado en su función, que no pudo escuchar ,no pudo alojar “el objeto en el campo del Otro” advertencia, mostración fallida aunque también es importante plantear que en la paciente de referencia hay fallas en la constitución del narcisismo desde los primeros tiempos y entonces también “podemos suponer que fue el Otro primordial en tiempos instituyentes quien no ofreció  el intervalo necesario para que el sujeto transfiera el objeto al cual se identifica” .

Función de afanisis que no se produjo, entendiendo por esta, la pregunta que el sujeto le formula al Otro en el encuentro con su deseo: “¿Puedes perderme?”.

En Magalí no solo, no se ha constituido esa pregunta en los primeros tiempos de estructuración psíquica sino tampoco se instala en el análisis, ya que ella dice que puede no estar más, puede morirse y a nadie conmover semejante hecho. “el sujeto se ubica, se instala, se constituye como sujeto en ese intervalo, en ese lugar de falta del Otro, a condición que el Otro ofrezca ese intervalo”. (Heinrich 2020). Entonces, sino aparece el “puedes perderme”, sino aparece el deseo del analista, no se instalará la neurosis de transferencia.

La joven de referencia le pregunta al analista: “¿Me podés decir que me pasa, hay algo para hacer?… ¿Se me puede ayudar?”, éste en lugar de producir una falta, un intervalo, le dice: “lo que a vos te pasa…” y en esa obturación, que el Otro no ha mostrado una falta, anula la posibilidad de instalar la transferencia que “no es más que el analista haga semblant de ese objeto que el sujeto transfiere ya que el acting tiene la función de “cavar esa hiancia” de manera encarnizada. (Lacan,1964).

Si lo que define la posibilidad de transferencia es el deseo del analista, en términos de Lacan, si Magali muestra de varias maneras que a nadie le importa/importaría perderla, es el analista que debe ubicarse en otra posición, hacerle un lugar, en el caso de este análisis, podría haber sido mostrarle a la paciente que él lamentaría mucho su ausencia apostando al “yo soy su falta”.

jueves, 29 de mayo de 2025

Melancolizaciones en distintas estructuras clínicas


Hablar de melancolía en estos tiempos es hablar de las depresiones que se hacen escuchar en la clínica contemporánea. Y, ¿qué es la depresión? La depresión es primeramente una constatación clínica. En este sentido cabe preguntarse, cuando un psicoanalista habla de depresión, ¿se está refiriendo a lo mismo que un psiquiatra? Podría responderse que sí, sin embargo, la clínica psicoanalítica presenta una dificultad: la depresión no es necesariamente la razón por la que el paciente viene a la consulta. La depresión es algo que el analista debe entrever más allá de lo que le es dicho. (Leguil, 1996)

Por lo general, la depresión se presenta en la clínica como un estado y no necesariamente como una queja, un síntoma, una inhibición o una angustia. Es por esta circunstancia que la depresión desordena la clínica psicoanalítica, puesto que no se presenta como uno de los tres motivos de consulta descritos por Freud (1925), a saber, como una inhibición, un síntoma o bajo la forma de angustia.

El término "depresión" se refiere asimismo a esa mezcla he­cha de tristeza intensa, de culpa invasora, de angustia mayor que la habitual y de riesgo de pasaje al acto suicida. Como padecimiento psíquico, la depresión apunta a un abandono del sujeto, de lo que antes lo sostenía en la vida en relación a lo que él acostumbraba hacer, ser o soportar frente a los otros.

Hablar de la depresión como paradigma psicopatológico de nuestro tiempo implica también decir de la degradación progresiva de la vida amorosa en nuestra cultura, como uno de sus significativos malestares (Marucco, 1986). Degradación de los vínculos amorosos que puede desembocar en depresiones o melancolías.

Desde el punto de vista histórico, la psiquiatría clásica inventó la melancolía y Freud (1895) trabajó con lo que la disciplina psiquiátrica de su tiempo le presentó, asumiendo esta herencia. Desde esta perspectiva, la melancolía se encuadra dentro de una psicosis. Melancolía y manía se oponen. Acerca de la manía se dice que la melancolía es su negativo. Particularmente, la melancolía psicótica (depresión) se acompaña de elementos delirantes y el enfermo parece haber roto los lazos que lo unían a la vida.

El recorrido por las sendas freudianas nos revela que la melancolía es enigmática para Freud. Para poder explicarla aborda la noción del duelo. A partir del modelo del duelo, Freud (1915a) separa la melancolía de las depresiones neuróticas.

En los primeros textos freudianos, la respuesta depresiva no es un síntoma en tanto formación del inconsciente sino un efecto del duelo del yo. Desde 1895, Freud intuye que la melancolía consiste en una especie de duelo provocado por una pérdida de la libido descrita como una especie de "hemorragia libidinal.". La noción de pérdida destaca en la melancolía. En el duelo, el mundo se convierte en pobre y vacío; en la melancolía, es el yo mismo el que se vacía y empobrece. El melancólico se comporta como si tuviera una verdadera aversión moral a su propio yo. Los reproches destinados al objeto se vuelven contra el yo y el acto suicida es el resultado de la vuelta sobre el sujeto del impulso asesino dirigido contra el objeto. La depresión ya no es únicamente un duelo que se liga a una pérdida de libido sino a la pérdida de un objeto de amor.

La depresión, tal como fue concebida por los psiquiatras, es lo que el psicoanálisis llama "los afectos que retoman de lo real" y se vuelven humor, tornándose lo que ocupa el primer plano de todas las representaciones del sujeto.

Al respecto, Lacan (1988) dirá que el humor es "un disfraz del ser". Desde esta perspectiva, el humor es en realidad lo que acompaña al ser en su relación con el lenguaje. Ese afecto real que es el humor está entonces en relación con el significante. Desde el psicoanálisis se considera al sujeto siempre preso entre lo simbólico (el significante, el pensamiento) y lo que efectivamente no puede ser nombrado, aquello que los psicoanalistas lacanianos llaman el objeto a, el goce, etc. Así, el sujeto se encuentra dividido entre dos polos: entre todos los nombres, todo el lenguaje que le es legado y lo que no consigue ser pensado o ser dicho. El sujeto se deprime cuando predomina lo que no se puede pensar ni ser representado produciendo en él una inhibición de lo que antes podía hacer.

Desde el punto de vista de su origen, la depresión aparece cuando fracasa la estrategia del sujeto en relación al Otro. De aquí se desprende que podemos esperar una distinta manifestación de la depresión en diferentes sujetos.

¿Es factible encontrar la melancolía en el campo de las psicosis? Ciertamente sí, haciendo la salvedad de que en numerosos casos esto requiere ser discutido puesto que se trata de desplegar, en cada oportunidad, aquello que lo demuestre tanto en el plano teórico como en la lectura de los casos clínicos.

La depresión clásica, la inhibición, las ideas suicidas y los pasajes al acto no son en el plano estructural patognómicos de la melancolía. Requiere un esfuerzo clínico particular establecer el diagnóstico diferencial entre las psicosis patentes, objetos de disociación o "delirios de grandeza" y las psicosis melancólicas con su "delirio de pequenez" para utilizar las expresiones de Freud (1915a). Hacer esta distinción será crucial para la elección de las estrategias terapéuticas, radicalmente diferentes en estos dos tipos de psicosis.

Independientemente del ámbito de la psicosis, el neurótico también se deprime. En la histeria, la depresión puede surgir cuando el sujeto fracasa en el mantenimiento de su estrategia que apunta a asegurarse el deseo del Otro, de tal forma que el Otro desee y que el Otro piense en ser la causa de ese deseo.

También el neurótico obsesivo puede presentar una obsesión al caer un ideal que le permitía sostener la idea del deseo del Otro, decir lo que el Otro quería, quedando totalmente deprimido cuando ya no tiene más ese enganche en la demanda del Otro.

La depresión en la perversión se presenta cuando ésta última es insuficiente para situar al individuo respecto de las cuestiones de la castración. La depresión aparece entonces como un camino que fracasó.

La depresión en la paranoia se da cuando la desconfianza que el sujeto tiene en relación al Otro no le permite ver en lo que él mismo está implicado: que el combate que él podría realizar frente a la injusticia que piensa que le es proferida es suficiente para revelar la cuestión de su existencia y lo que le toca hacer en el mundo.

En síntesis, ninguna estructura clínica (neurosis histérica u obsesiva, perversión o psicosis) escapa a su posibilidad. Desde el psicoanálisis se dice que existe una "melancolización" de las diferentes estructuras.

jueves, 3 de abril de 2025

La melancolización en la neurosis

 Sigmund Freud identificó en la clínica a pacientes que, tras perder a un ser querido o algo significativo en sus vidas (un vínculo, un trabajo, un ideal, un proyecto), caían en un estado de quiebre subjetivo profundo. Para estos sujetos, la pérdida no se elaboraba como un duelo común, sino que los sumía en un abismo del que parecían incapaces de salir.

Clave Clínica: La Perturbación Narcisista

Freud subraya que el rasgo central de la melancolía es una profunda afectación del narcisismo. Esta se manifiesta en una degradación de la autoestima, con autoacusaciones severas y sentimientos de culpa desproporcionados.

Indicadores Clínicos del Sujeto Melancólico

  • Experimenta una falta de deseo y una subjetividad apagada.

  • Se autocrítica con dureza, viéndose a sí mismo como incapaz e indigno.

  • Expresa un pesimismo absoluto sobre su futuro.

  • Obtiene una suerte de “satisfacción sufriente” al hablar de sus defectos.

  • Muestra apatía, lentitud en sus movimientos y habla.

  • Puede padecer insomnio y rechazo a la alimentación.

Orígenes de la Melancolía en la Historia Subjetiva

La clínica revela que, en los primeros años de vida, el sujeto melancólico suele haber carecido de una identificación narcisista suficientemente sólida. Es decir, el Otro primordial (cuidadores principales) no logró transmitirle una imagen de sí mismo valiosa y amable.

Lacan conceptualiza esto como una fallida operación de alienación fundante, un déficit de amor temprano que impide al sujeto construir un Yo fuerte. Como consecuencia, la separación de este Otro también fracasa: por haberlo tenido poco, no puede soltarlo. Esta dificultad estructural le impide elaborar normalmente las pérdidas en la adultez.

"La Sombra del Objeto ha Caído sobre el Yo"

La frase de Freud describe cómo el sujeto melancólico, privado de un amor primordial suficiente, experimenta un colapso de su pulsión de vida. Su Yo queda dominado por una imagen oscura y empobrecida, que lo sumerge en el abatimiento y la desesperanza.

Este proceso psíquico se traduce en una identificación con un objeto sombrío que se convierte en la fuente del sufrimiento melancólico.

Abordaje Clínico: Intervenciones en la Melancolización Subjetiva

El trabajo analítico busca generar movimientos psíquicos que permitan al sujeto desidentificarse de ese objeto sombrío. Para ello, se implementan estrategias como:

  • Historización de su vida: Construir un relato de su historia más allá del monólogo depresivo.

  • Señalamiento de aspectos valiosos del sujeto: Ayudarlo a registrar su deseo y su potencial.

  • Intervención interdisciplinaria: En algunos casos, el apoyo psiquiátrico y el uso de psicofármacos pueden ser necesarios para evitar que el paciente abandone el tratamiento o llegue a poner en riesgo su vida.

El desafío clínico radica en introducir una perspectiva que permita al sujeto salir del encierro psíquico y abrirse a la posibilidad de desear nuevamente.