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jueves, 13 de abril de 2023

La Angustia y las Intervenciones del analista (Isidoro Vegh)

El 11/4/23 tuvo lugar la Conferencia Magistral a cargo del maestro Dr. Isidoro Vegh en la Institución Fernando Ulloa. Lo cierto es que en el 2021 el autor abordó el tema en  La angustia y la ansiedad; la angustia y lo siniestro: distinciones clínicas y en el 2017, en Clínica de la angustia: su lógica

Vayamos a "la previa" y luego a las notas de la conferencia.

La angustia ¿De cuál peligro nos despierta?

La angustia es definida por Jacques Lacan como un afecto. Cuando se hace presente, irrumpe de manera repentina y brusca, sin mediación de representaciones simbólicas. Trae aparejada repercusiones displacenteras sobre nuestro cuerpo: opresión en el pecho, palpitaciones, tensión e inquietud en nuestra musculatura.

J. Lacan en el Seminario 10 “La Angustia”, relaciona el surgimiento de la angustia (en su momento crítico) con aquello que Freud expusiera en su texto “Lo siniestro”: la angustia es ese instante -sin palabras- en donde lo que nos es familiar se nos aparece como extraño (unheimlich).

La función de la angustia. ¿De qué peligro nos anoticia?

Siguiendo con los desarrollos de J. Lacan en el Seminario 10, cuando la angustia se nos manifiesta aparece como un huésped inesperado, que nos anoticia de un peligro inminente: quedar en posición de objeto a merced del Otro primordial de nuestra historia o quien en el tiempo presente ocupe -fantasmáticamente- su lugar (una pareja, un jefe, un hermano).

¿Por qué la angustia como fenómeno tiene su origen en los tiempos fundantes e instituyentes de nuestra subjetividad?

La operación de alienación: Está configurada por el tiempo de la indefensión del infans al nacer. Por carecer de recursos biológicos y psíquicos para poder vivir, necesitaremos que haya un Otro primordial, que desde su deseo -Su falta- signifique nuestras necesidades -a través del lenguaje y su cuerpo- transformándolas en demanda (de comer, de sentarnos, de controlar nuestros esfínteres) Posición pasiva de objeto.

La operación de separación: Está configurada por el tiempo de la crianza (niñez, pubertad y adolescencia). Ocurre cuando podemos formularnos una pregunta: “Entre todas las demandas del Otro primordial, ¿qué me quiere?”. Así como también cuando nos damos una respuesta: esto ocurre cuando recortamos un “objeto privilegiado”, un “objeto parcial” (oral, anal, fálico, escópico, invocante) para quedar implicados -a partir de aquí- con el Otro primordial (a nivel de la fantasía). Ya no como cuerpo entero. Posición activa del sujeto.

¡¡Importante!!

La angustia: su relación con los dos destinos posibles para ese objeto parcial y privilegiado que hemos recortado de las demandas del Otro

Un destino posible para el objeto que cae recortado como el privilegiado entre todas las demandas del Otro, es que actúe como recordatorio de la falta (no ser para el Otro un cuerpo entero). Esta falta provoca un movimiento deseante en tanto, como sujetos, sólo podemos desear aquello de lo que estamos faltos.

Otro destino posible para el objeto que cae recortado como el privilegiado entre todas las demandas del Otro, es que sea usado -por un mecanismo de regresión- como tapón de la falta del Otro (deseo del Otro). Este taponamiento provoca un congelamiento de nuestro deseo. Si el deseo queda, así, fuera de juego, nos ocasionará un sufrimiento crónico –un “penar de más”-.

¡¡Clave Clínica de la Angustia!!

La angustia, a la manera de un peligro -si se nos aparece-, tiene una enorme e importante función: anoticiarnos que, como sujetos, hemos hecho una regresión sacrificial: Ofrecernos como objeto para anular la castración del Otro.

Por este motivo, J. Lacan nos dice que “la angustia se manifiesta cuando Falta la Falta”. Este es el punto preciso en donde, como sujetos hacemos un abandono de nuestra condición deseante.

Fernando Ulloa: “La única subversión que el psicoanálisis propone es la del sujeto cuando asume su deseo”.

Crisis de Angustia: Esa “Catástrofe Subjetiva”

La Crisis de Angustia -una presentación clínica tan frecuente en nuestro tiempo- es causada por una irrupción pulsional sin límite (angustia masiva) que es experimentada como un verdadero tormento subjetivo. Con fuertes y conmocionantes síntomas sobre el cuerpo: taquicardia, mareos, sensación de ahogo, dolor agudo de estómago, temblores.

¡¡Importante!! Ya Sigmund Freud, en 1894/95, nos advierte: “Estos síntomas físicos no son fáciles de distinguir de una afección cardíaca”. Por este motivo, hay que primero descartar causas orgánicas a través de una consulta médica.

La Crisis de Angustia está motivada por una angustia masiva e indeterminada -sin representaciones psíquicas-, a diferencia de la angustia señal (que le señala al sujeto algo preciso y determinado: que se halla ubicado como objeto para taponar la falta del Otro).

Diferencias entre la Angustia Señal y la Angustia Masiva:

La Angustia Señal: Sus características
  • La angustia señal lo anoticia al sujeto de algo preciso: que se halla ubicado como objeto para taponar la falta del Otro.
  • Es una señal dirigida al Yo del sujeto, proveniente de la trama inconsciente.
  • En la angustia señal, el sujeto se sostiene en el mundo a través de su trama fantasmática.
  • La angustia señal es susceptible de interpretación, como intervención privilegiada del analista.
La Angustia Masiva (propia de la Crisis de Angustia): Sus características
  • Irrumpe en la subjetividad de manera traumática, sin aviso previo y de manera ilimitada.
  • Puede provenir de: la realidad externa (ejemplo: pandemia), del Ello (pulsiones sin dique) o del Superyó (exigencias desmesuradas, sin límite alguno).
  • El sujeto queda arrasado, se desarma su fantasmática que lo sostiene en el mundo. Aparece, así, el puro cuerpo.
  • Las intervenciones del analista se orientan a las construcciones, es decir, a armar -nuevamente- la trama fantasmática.
En las “Crisis de Angustia” lo que se halla suspendida -temporalmente- es la función del Nombre del Padre, aquella que marca la prohibición de: “ser” un objeto entero a merced del Otro.

La función Nombre del Padre es -más allá de quién la ejerza- una función de corte, a la que Freud denominó “Prohibición del Incesto”.

En la Crisis de Angustia, la función de corte -Nombre del Padre- está momentáneamente suspendida, el sujeto vivencia el horror del desamparo primario, entendido como una posición de entera pasividad frente al Otro de los primeros cuidados (tiempo necesario de Alienación para sobrevivir y hacer nuestra entrada al lenguaje).

¡¡Clave Clínica!! En el momento tan perturbador -por lo terrorífico- de estar en total posición pasiva frente al Otro (tiempo traumático), las coordenadas del mundo (temporales/espaciales) se borran y/o desaparecen. Hay una pérdida momentánea de la trama fantasmática que nos orienta en el mundo -a través de nuestro deseo-.

Intervenciones Clínicas en la “Crisis de Angustia”:

Como analistas, -fundamentalmente- acompañaremos y alojaremos al sujeto. Le transmitiremos que existe una causa para ese padecimiento tan intenso e intolerable.De a poco y a través de preguntas, trataremos de situar en qué momento de la vida particular del sujeto irrumpió la Crisis de Angustia.

Cuando poco a poco el sujeto va recuperando la subjetividad arrasada por la angustia masiva -a través de la donación por parte del analista de las representaciones simbólicas (construcciones)-, se volverá a instalar la trama fantasmática y, con ella, el sentido y la orientación de su existencia.

Notas de la conferencia "La Angustia y las Intervenciones del analista" (Isidoro Vegh)

¿Por qué reímos cuando nos cuentan un chiste? Es algo invariante de nuestra estructura, todos lo hacemos. Cuando estamos tristes, lloramos, por ejemplo ante un duelo que concierne a nuestro ser. La palabra duelo y dolor tienen la misma etimología. El duelo es un dolor cuando transitamos la pérdida de un ideal de algún ser querido. La angustia también es una manifestación que tiene sus invariantes: sensación de opresión en el pecho, de no encontrarse bien en ningún lado, respiración agitada, taquicardia, sudoración en las manos. Son signos que indican que hay alguien dominado por la angustia.

La inteligencia artificial puede escribir "Estoy triste", pero, ¿Puede sentir lo que siente el cuerpo humano cuando está triste? Lo mismo con la angustia, ¿Puede la IA sentir la opresión en el pecho de la angustia? Los sentimientos, pasiones y afectos son elementos esenciales de nuestra constitución como humanos.

Angustia y ansiedad. En la primera clase del seminario de la angustia, Lacan distingue la angustia de la emoción, del embarazo, del tropiezo. La ansiedad se produce en el sujeto por apremios que le llegan desde el ello (tentaciones), el superyó (mandatos), del yo (que sostiene el ideal de la armonía) y también de las irrupciones de lo real.

En la ansiedad, vemos al sujeto nervioso y podemos confundirlo con la angustia. La ansiedad es un efecto de estos apremios variados que no encuentran la letra para su resolución. Ni la letra, ni la circunstancia adecuada. El ansioso se mueve agitado, no se puede calmar... 

La angustia es algo diferente. 
La angustia de muerte surge ante la irrupción traumática. Allí Freud indica que hay que ponerle palabras para poder ligar simbólicamente eso que irrumpió desde lo real.
El ataque de pánico, también llamado crisis de angustia. Para Víctor Iunger, es un tiempo de suspensión de la función paterna. Se trata de un momento de vacío de no poder apuntar hacia ningún lado, de sensación de muerte y vacío que no lleva ni impulsa a nada.

Freud trabajó la angustia señal en dos tiempos distintos, con dos teorías diferentes. La primera refiere a la angustia que aparece en las neurosis actuales, neurosis que surgen porque en lo actual hay una represión que lleva a la neurastenia, a la masturbación, a la eyaculación precoz y que produce un acúmulo de libido sin descargar. Esa energía sexual no descargada pasa a convertirse en síntomas. La represión produce angustia.

En la segunda teoría, es al revés: la angustia produce la represión. Para Freud la angustia tiene que ver con la castración, una amenaza de castración que se centra en el órgano del pene y que produce que el sujeto renuncie al incesto para salvaguardar su narcisismo del órgano que no quiere perder.

Lacan propone que no se trata de la pérdida del órgano, sino de la castración del Otro. Para Lacan no se trata del pene como órgano, sino del falo como un significante. Recordemos que si decimos "El inconsciente está estructurado como un lenguaje", la palabra clave es "como": se trata de un conjunto de elementos discretos, donde falta al menos un elemento. No hay conjunto que tenga todos los elementos, al menos uno tiene que faltar.

Amplío esto con ChatGPT:
La teoría de conjuntos, desarrollada por el matemático Georg Cantor en el siglo XIX, establece que para un conjunto finito no vacío, siempre hay al menos un elemento que falta en otro conjunto. Esta afirmación se conoce como el Principio de Faltante o el Principio de Omisión.

Formalmente, si A y B son conjuntos finitos no vacíos, y A está incluido en B (es decir, todos los elementos de A están en B), entonces existe al menos un elemento en B que no está en A.

Este principio se utiliza en la teoría de conjuntos y en la matemática en general para demostrar la existencia de elementos faltantes o para establecer propiedades de conjuntos. Por ejemplo, se puede utilizar para demostrar que hay diferentes tamaños de infinitos, o para probar que hay números irracionales entre los números racionales.

Es importante tener en cuenta que este principio se aplica solo a conjuntos finitos no vacíos. Para conjuntos infinitos o vacíos, pueden aplicarse otras reglas y principios de la teoría de conjuntos. Además, el Principio de Faltante no especifica cuántos elementos faltan en B en relación con A, solo asegura que al menos uno falta.

El significante que falta es el significante fálico, falo simbólico, que falta en el ser hablante sea hombre o mujer. Esto hace que el inconsciente responda a una lógica de incompletud. El problema es cuando esa incompletud se tapona.

Cuando Lacan dice que la angustia "no es sin objeto", refiere a que no se trata de uno consciente, como establece la psicología para los miedos. Hay un objeto causa de la angustia. También dice que la angustia surge ante el deseo del Otro.

A|S
$
a|

El Otro (A) es necesario para que nazca un niño. Debe desearlo, es decir, hacerle falta. Se trata de un Otro atravesado por la falta, que le permite desear ser madre de un hijo. En ese primer tiempo, está la S sin barrar porque se trata de un sujeto por venir. Para Freud, el niño adviene como sustituto del falo que el padre no le dio. En este primer momento, el niño está identificado al falo imaginario.

En un segundo tiempo, el sujeto y el Otro está barrados producto de la ley de prohibición del incesto, una doble prohibición que va hacia el niño y hacia la madre. El Otro barrado es el inconsciente.

Debajo está el famoso objeto a, que tiene 2 nombres distintos. Si es el objeto que deseo pero me falta, es un objeto causa de deseo. Otro de los nombres del objeto a es el de "plus de gozar". Un paquetito de goce.

Todo esto es la constitución normal de un sujeto. Si uno hiciera un rombo entre el $ y el a, tendría la fórmula del fantasma. El deseo se articula en el fantasma y es diferente al anhelo de tal cosa. 

Ahora bien, el paciente viene al consultorio porque sufre. ¿Qué le pasó?

A|S
a
$|

Vemos una inversión entre el objeto a y el sujeto. Del otro lado está el Otro barrado, que es el inconsciente. Es decir, donde debería estar el sujeto hay un objeto como tapón de la falta y se posterga como sujeto deseante. De eso sufre. La tarea del analista es invertir nuevamente la fórmula del fantasma, ordenarla como corresponde para recuperar su posición deseante. 

No es lo mismo el goce enlazado al deseo que los goces que sostienen una fijación (fixierung), que son las que producen inhibiciones, síntomas o angustia. Cuando la angustia surge en el curso de un análisis, es que el paciente está próximo a atravesar un umbral, a hacer un paso de liberación.

Caso: "Ante la ley" de Kafka.
"Ante la ley" es un breve cuento escrito por el autor checo Franz Kafka, que fue publicado póstumamente en 1925. El cuento trata sobre un campesino que intenta acceder a la ley, pero se encuentra con una serie de obstáculos y un guardián que le impide el paso. El cuento es alegórico y se interpreta como una reflexión sobre la búsqueda del sentido de la vida, el acceso a la justicia y la burocracia.

La historia comienza con un campesino que llega a una puerta que da acceso a la ley, pero encuentra que un guardián lo bloquea. El campesino espera pacientemente durante años, intentando convencer al guardián de que le permita el acceso a la ley, pero el guardián siempre le pone obstáculos y le dice que no puede permitirle el paso en ese momento.

A lo largo de la historia, el campesino se enfrenta a diversas tentaciones y distracciones que lo alejan de su objetivo de acceder a la ley. Sin embargo, él sigue esperando y creyendo que en algún momento podrá entrar y obtener la justicia que busca.

Finalmente, cuando el campesino está a punto de morir, le pregunta al guardián por qué nadie más ha venido a buscar la ley. El guardián le responde que la puerta estaba destinada sólo para él y que ahora se va a cerrar para siempre. El cuento termina con el campesino aceptando su destino y esperando la muerte.

El analista que dirige la cura tiene que saber que ante esa angustia, el sujeto debe pasar el umbral. Que se anime a hacer caer ese goce que tapona el lugar de la falta. Son las distintas especies de goce que describió Freud y que funcionan como goces parasitarios. Los goces parasitarios son los que separan al sujeto de su deseo.

El hombre de los Lobos: Cómo intervenir cuando el sujeto está por atravesar el umbral de la angustia.

En el historial del Hombre de los Lobos, él llega en un estado crítico en donde ya no podía vestirse solo. Freud lo atiende y de a poco se va recuperando de ciertos aspectos. En el historial, aparece el famoso sueño de los lobos. En el sueño, se abren las ventanas y ve un árbol, donde ve a los lobos y siente una angustia terrible. 

En las asociaciones, los lobos están erguidos, en cuatro patas. Freud construye la escena primaria: el  niño estuvo expuesto a la escena donde el padre estuvo erguido penetrando a su madre. Freud incluso estima la hora en que los padres tuvieron la relación, en base al horario de las represiones. 

Sabemos que el padre del Hombre de los Lobos tuvo muchas internaciones por depresión y se terminó suicidando. Años después, también se suicidó la hermana. Un hermano psicótico y la mujer de él también se suicidó cuando comenzó el nazismo. Fue criado por la Ñaña, quien lo crió como a un hijo, pues ella había perdido al suyo.

Tras años de tratamiento, Freud detecta que el cuadro no se mueve. Freud le dice que a fin de año se terminará el análisis, se resuelva o no se resuelva. El analizante, apremiado por esto, recuerda cosas que hasta ahora no había contado.

Recuerda a otra criada llamada Grusha, que en ruso significa "pera". 

El recuerdo de la niñera fregando el piso, por cierto degradada en su postura, trajo a la luz esa motivación. Todos los posteriores objetos de amor fueron personas sustitutivas de esa, que a su vez había devenido el primer sustituto de la madre por la contingencia de la situación. La primera ocurrencia del paciente sobre el problema de la angustia ante la mariposa puede discernirse fácilmente, con posterioridad {nachtraglich}, como una remota alusión a la escena primordial (la hora cinco). 

El corroboró el nexo entre la escena con Grusha y la amenaza de castración mediante un sueño particularmente rico en sentido, que él mismo atinó a traducir. Dijo: «He soñado que un hombre arranca las alas a una "Espe"». 
«¿Espe?», no pude menos que preguntar; «¿qué quiere decir usted?». 
«Pues el insecto de vientre veteado de amarillo, capaz de picar. Debe de ser una alusión a la grusha, la pera veteada de amarillo». 
«Wespe {avispa}, dirá usted», pude corregirle. 
«¿Se llama Wespe? Realmente creí que se decía Espe». (Como tantos otros, se valía del hecho de hablar una lengua extranjera para encubrir sus acciones sintomáticas.) «Pero Espe, ese soy yo, S. P.» (las iniciales de su nombre).''' 
La «Espe» es, naturalmente, una Wespe mutilada. El sueño lo dice claramente: él se venga de Grusha por su amenaza de castración. 

Yo propongo otra interpretación. Freud sigue pensando la castración del falo y como amenaza. Pero si hablamos de la castración del Otro, que el Otro deje de sentir que su hijo es el falo imaginario, es retornarle a la madre la posibilidad de desear. 

Al hombre de los lobos le angustiaba ver a una mariposa cuando abría sus alas, como las piernas de una mujer, cosa que Freud anotó. Yo interpreto que no es un sueño de angustia, sino un sueño de liberación de una mujer, que puede ser la madre, Grusha, etc. Cuando sale de las piernas de la mujer, él tiene nombre y apellido: S. P. Emerge como sujeto.

El problema que tenemos es que eso se puede interpretar cuando se trata de algo que pasó "por el colador del inconsciente", es decir al inconsciente como lógica de incompletud. Como vimos en el diagrama de flujo, hay pulsiones que vienen del ello que no pasan ni pasarán nunca por el colador del inconsciente y no responden a la interpretación simbólica. También hay frases inamovibles que vienen del superyó que no pasaron tampoco. Si pasaran, el inconsciente dejaría afuera del goce parasitario. 

No se puede interpretar como aquello que alguna vez pasó por el colador del inconsciente e hizo una regresión. La interpretación clásica, simbólica, es aquello que pasó por el inconsciente, se postergó como deseo y quedó fijado a un goce parasitario. Lo que nunca pasó por allí, que yo llamo fijación primaria, requiere intervenciones en lo real y en lo imaginario. Por ejemplo, si uno toma lo que le dijo el paciente a la letra y hace un chiste con eso, puede ser una excelente intervención psicoanalítica. Lo mismo si uno toma una queja del paciente "¿Qué gano yo enfrentándome a padre?", uno puede preguntar qué ganaron los judíos cuando enfrentaron al faraón... la libertad. Esa intervención puede tener valor psicoanalítico.

En un final de análisis, se trata de ayudar al analizante con intervenciones simbólicas, en lo real y lo imaginario. También a construir en lo real nuevos canales de goce, es decir, un sinthome.

No se trata de retroceder ante la angustia, de decirle al paciente que no se angustie por su jefe que es parecido a su padre... sino de que mate simbólicamente al jefe, de creer que el jefe es el Gran Otro que se las sabe todas. Si mata a su jefe, también está matando a su padre. Tótem y tabú describe un fantasma estructurante: a un niño pequeño, se le dice "No metas el dedo en el enchufe... porque lo digo yo". El niño recibe eso como una prohibición de goce. Años después, el padre puede explicar que seguía a una ley para proteger a su hijo. 

Del fantasma del padre de la horda, hay que prescindir. En ese sentido, todos somos criminales simbólicamente hablando. El mito del padre de la horda es menos hipócrita que el mito del Edipo contado como un cuento. El Edipo, en realidad, es una lógica. 

En el seminario El Sinthome, Lacan dice que cuando se hace un empalme entre el inconsciente y lo imaginario, es decir cuando se pone al descubierto el fantasma imaginario por el inconsciente que lo sostiene, al mismo tiempo se hace un empalme entre el síntoma y lo real parásito del goce. Ahí se descubre por qué los síntomas persisten y los sueños se olvidan. Los síntomas persisten porque están sostenidos por la fijación a un goce parasitario. 

En el Sinthome, Lacan habla de la perversión con dos sentidos: la palabra perverso, un padre que se desvía de la función, pero también la buena versión del padre. Un padre se supone que busca el goce en el cuerpo de una mujer, por lo que la libera de ser todo el tiempo madre. También él canaliza su goce y no se transforma en un padre abusador. También se espera que un padre proteja a sus hijos, eso concierne a la función paterna. Un buen padre introduce una restricción de goce y soportar que su hijo lo odie. Un padre que solo quiera que su hijo lo ame no sirve de nada. El padre de Joyce era un quebrado, un inútil, que obligaba a la familia a mudarse de casa en casa a lugares cada vez más pobres. Jung dijo que allí donde su hermana se ahogó en la esquizofrenia, Joyce salió adelante mediante la escritura.

miércoles, 13 de abril de 2022

La orientación de la estructura y las operaciones del analista

El objeto del psicoanálisis no es la imagen ni el organismo, ni los efectos del lenguajes que Freud llamó inconsciente... Sino todo eso articulado en la buena orientación.

Lacan dijo, en la conferencia de Caracas "Mis tres no son sus tres", refieriéndose a los tres de Freud y de él. El tema es que los tres de Freud son seis: consciente, preconsciente y inconsciente de la primera tópica; la segunda: ello, yo, superyó. 

La dimensión del yo en Freud se encuentra en el texto "Introducción al narcisismo" (1915), definiendo al narcisismo como algo que implica tener como objeto de amor al propio yo.

Respecto del cuerpo, Freud tenía dos palabras: insktint y trieb, siendo esta última la elegida para nombrar a lo que nosotros llamamos pulsiones. Hablar de pulsión es hablar de un cuerpo que no es reductible al organismo. Para Lacan, lo que produce a la pulsión no es sino una resonancia del inconsciente. Hablar de pulsión concierne al cuerpo, a las zopas erógenas, a una energía (según Freud) ó a lo real (según Lacan). Para Freud, las pulsiones son fuerzas ligadas al representante pulsional, que son las palabras que llegan del Otro. Ya no se trata de un puro instinto gestado en el movimiento de un organismo. 

Freud habló de las incidencias del lenguaje: planteó al inconsciente y sus formaciones: sueños, chistes, lapsus. También cuando habló del superyó y el ideal del yo. 

Con Lacan, cuando dice que sus tres no son los tres de Freud, se refiere a lo que es el algoritmo que regula su enseñanza a lo largo de toda su obra. Desde el inicio hasta el final, el paradigma lacaniano es el R-S-I: real, simbólico e imaginario. Tempranamente, Lacan señaló que la función del yo es una función de desconocimiento, lo que le valió su expulsión de la Internacional psicoanalítica.

En respuesta al desvío hacia registro imaginario de los analistas de su época, Lacan postuló que el inconsciente estaba estructurado como un lenguaje, refiriéndose a la lengua que hablamos. Allí introdujo conceptos de la lingüística estructural, especialmente de Saussure, como la distinción entre significante y significado. Trabajó durante muchos años la lógica que constituye el saber inconsciente. 

Lacan introdujo el concepto de sujeto, que en Freud no está. Un sujeto dividido entre consciente e inconsciente, entre significante y objeto a, un sujeto dividido entre lo que dice y lo que sabe. Habla también de un sujeto de la pulsión, un sujeto acéfalo que no gobierna a la pulsión mediante su consciencia. En tanto es pulsión y no instinto, está determinado también por la palabra del Otro, que está en los inicios del sujeto. Habla también del sujeto del fantasma, cuando articula la lógica del inconsciente, con los goces que ese inconsciente distribuye. Por último, cuando habla de la estructura, dirá que la estructura es el Nudo Borromeo, una escritura donde Lacan por primera vez utiliza la teoría de los nudos:
El nudo borromeo consta de tres anillos que representan lo real, lo simbólico y lo imaginario. Están anudados con la fórmula "por arriba del de arriba, por debajo del de abajo". Esto cumple con dos cláusulas:
1- Una restrictiva: ningún anillo interpenetra al otro.
2- Una prescriptiva: Si se corta un anillo y se separa, los otros también se separan.

Para Lacan, esta es la estructura real que nos habita. Un real compuesto por tres dimensiones, efecto de ser habitados por el lenguaje y que anudados determinan efectos. El primero de ellos es ser parletres, es decir, sujetos del inconsciente. El inconsciente, determinado por lo simbólico, se anuda a lo real y a lo imaginario. 

Muchos analistas plantearon una ruptura cuando lacan dijo "Mis tres no son sus tres", pero Lacan siempre se consideró freudiano. Según una escritura de Lacan, en el nudo podemos ubicar a la inhibición, el síntoma y la angustia dependiendo qué registro inmiccione sobre el otro:


Inhibición, síntoma y angustia
es uno de los textos clásicos de Freud. Lacan no produjo una ruptura con Freud, sino una extensión de la teoría psicoanalítica freudiana. También produjo desarrollos que cuestionaron a Freud, como el concepto de castración. Para Lacan, la castración no es reductible a la pérdida imaginaria del órgano. Para lacan, el falo no es un órgano, sino un significante. Desde la perspectiva de lacan, la castración no es una amenaza, sino una oportunidad. No se trata de la castración del órgano, sino de la castración del Otro que está en los orígenes del sujeto. De esta manera, la castración es tanto la prohibición del hijo de acostarse con la madre, así como también para la madre la prohibición de reincorporar su producto. Esta castración simbólica es liberadora del sujeto. 

Lacan utilizó los grafos en Las formaciones del inconsciente y en El deseo y su interpretación. Propongo un pliegue de ese grafo con el nudo borromeo de final de su enseñanza. El nudo tiene grandes beneficios, como mostrar que una vez constituida la estructura, los tres registros son imprescindibles y necesarios. Cuando Lacan abordó a las psicosis, siempre hizo el diagnóstico en base a la pérdida del registro imaginario. Para Lacan, los tres registros son los nombres del padre (en R-S-I).

Veamos el diagrama de flujo, un algoritmo que permite un recorrido desde una dirección específica hacia un resultado:


VIDA está en el campo de lo real. La muerte está en lo simbólico porque al contrario del signo, el significante remite a otro significante. En cambio, el signo remite a un significado y a un referente. Es decir, un significante puede nombrar a otro significante aún en ausencia del referente. Esto es lo propio de los humanos y no de los animales. El significante permite nombrar la ausencia, por eso puso "muerte", porque solo el parletre puede nombrar la ausencia y la ausencia extrema es la muerte. 

En lugar de la muerte está el LENGUAJE, para señalar que se trata del lenguaje que desde el inicio nos habita. El ser humano tiene una vida desde el inicio anudada al lenguaje y a la palabra, lo que tiene efectos. ¿Por qué no poner Lalengua? Porque Lacan utilizó ese neologismo para acentuar la lengua materna, pero puse LENGUAJE para poder sostener el algoritmo primero de Lacan cuando dice que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. también podría haber puesto lalengua, en tanto recibimos del Otro el software, que es el lenguaje. Lalengua quiere decir que nuestra madre nos transmite el lenguaje junto a sus deseos, sus prejuicios, sus dialectos, sus historias, sus marcas y sus goces. 

Del lado que dice VIDA puse ELLO, el lugar de las pulsiones y el matema lacaniano $◊D, que quiere decir sujeto acéfalo en relación a la demanda pulsional inconsciente que llega desde el Otro. En ese lugar del ello, ya tenemos una tesis muy importante: el instinto no es una fuerza hereditaria, sino que se trata de algo que se origina en el cuerpo marcado por el lenguaje. Lo que llega del Otro como información modifica nuestras cuerdas vocales, la relación con la lengua, y a partir de cierto momento es irreversible. 

¿Por qué el ello no es el inconsciente? El Freud, el ello es del cuerpo. Ahora, el pecho viene de alguien que lo da. Sabemos por las experiencias de Spitz que si alguien no da amor y desea al niño, ocurre el hospitalismo. La demanda del Otro, que puede ser un infierno, es también necesaria. La demanda tiene el valor de significar la existencia y de propiciarla. 

Del otro lado tenemos SUPERYÓ y la A. A es la inicial de Autre (Otro). SUPERYÓ está al comienzo y quien mejor lo trabajó fue Melanie Klein, que no está como heredero del Edipo cuando se resuelve. Freud en su obra puso muchas veces superyó-ideal del yo. Se dio cuenta que son dos conceptos distintos, pero los puso juntos. Lacan los distinguió. El superyó es cuando por primera vez el lenguaje llega desde el Otro, cuando ese lenguaje comienza a instalarse y todavía no tenemos los elementos para interrogarlo. El el lugar de los mandatos y muchas veces recibimos pacientes cuyo principal sufrimiento es que están atravesados por mandatos que no pueden liberarse. 

Del lado del ELLO, esas pulsiones son las que van a constituir las tentaciones. No es lo mismo una tentación que un mandatos, aunque en ambos casos está el goce. Lacan define al superyó como un goza-goza, lo que hizo que muchos creyeran que era lo mismo que la pulsión, porque si hay algo que caracteriza a la pulsión es la de ser un goce enlazado a un significante. Pero una cosa es la pulsión como tentación y otra cosa es el mandato, que al sujeto se le impone. 

Desde el ELLO y el SUPERYÓ, se avanza a un espacio central S(Ⱥ) INC, es decir, el inconsciente. S(Ⱥ): S es por significante y el Otro barrado. Si nos quedamos con Freud, el ello sería el inconsciente, porque Freud habla de la pulsión inconsciente, del inconsciente pulsional. Quien dijo que ello no era el inconsciente, es Lacan. Para Lacan, el inconsciente está estructurado como un lenguaje y la palabra clave es "como". El lenguaje que hablamos son fonemas articulados en palabras para producir frases. Es decir, el lenguaje está constituido por estructuras discretas. No está habitado por afectos, en el inconsciente solo hay vorstellung reprezentanz, o sea, representantes de la representación. Esto, en Lacan, son significantes. O significantes del signo, según Isidoro Vegh. 

El inconsciente se trata de un saber. Un saber un articulado de significantes. Existe el saber de la alquimia, de la metodología, de la física... Y existe un saber inconsciente. El conjunto de los significantes que constituye el inconsciente. La lógica del inconsciente es que al ser un conjunto de elementos discretos, cumple con la lógica de incompletud. El subconjunto vacío indica que hay por lo menos un elemento del conjunto que está por fuera del campo y no le pertenece. Eso que queda fuera del conjunto en lacan es el falo simbólico, el significante que al ser exterior al conjunto deja al Otro incompleto. Por eso, en el matema el Otro se encuentra barrado. Ese lugar de incompletud del Otro es el lugar que uno a sus inicios de la estructuración como sujeto tiene que retirarse. La castración simbólica del Otro es condición de la emergencia del sujeto del deseo, un sujeto que está habitado por un punto inconsciente, estructurado como un lenguaje y habitado por una falta. La falta propiciatoria impulsa al deseo, porque ¿Quién desea lo que ya tiene? Lacan admiraba a Spinoza, que propuso que el deseo era la esencia de lo humano y con ese afán de ser, el humano ama e inventa.

Los mandatos del superyó son tópicamente inconscientes, pero con Lacan el inconsciente, estructurado como un lenguaje, tiene la característica de incompletud, lo que implica que se han producido operaciones de pérdida de goce, como al dejar de ser el falo imaginario de la madre. Toda marca de la cultura implica pérdidas de goce. A este inconsciente lo llamo "colador del inconsciente", que deja fuera a los goces que parasitan al sujeto y lo liberan, de manera que en vez de estar sometido a los mandatos del superyó, pasa a constituir un ideal del yo. Es Lacan el que diferencia absolutamente al superyó del ideal del yo, que si no se convierte en idealización, es propiciatorio. Por ejemplo, un mandato puede ser "Tenés que estudiar", que si pasa por el colador del inconsciente puede constituir un ideal: "Sí, mi papá quería que yo fuera un ingeniero, pero yo no quiero serlo, me dedico a otra cosa". Deja de ser un mandato inexorable y que no se puede interrogar, sino que al interrogarlo y combinarlo con el deseo, se puede hacer otra cosa. Un an{alisis hace que el sujeto advierte que el deseo es lo que le da gusto a la vida, con los pequeños goces que se enlazan a él. Cuando los goces se desenlazan del deseo, son mortíferos.

Del inconsciente estructurado como un lenguaje, sale una flecha hacia el FANTASMA. Allí se articula el deseo. La fórmula del fantasma, $◊a, significa sujeto barrado en relación al objeto a. El objeto a en la teoría lacaniana se presenta de dos modos: plus de gozar o como causa de deseo. No es lo mismo el objeto del deseo, que puede ser cualquiera de la vida cotidiana, que el objeto causa de deseo. Si un objeto causa deseo, es porque está ausente, porque falta. En el fantasma, el deseo está articulado. 

Puede ocurrir, como vemos en la flecha que va del FANTASMA hacia el ELLO, que haya una inversión y que en lugar de que el analizante busque ese objeto que lo lleve al goce, se identifique al objeto de goce. Ocurre ahí una fixierung, una fijación. La fijación es a un objeto de goce y ahí el plus de gozar ya no es propiciatorio, pasa a convertirse en un goce parasitario. Un goce parasitario lo defino al goce que aparta al sujeto de su deseo. El ejemplo clásico son los consumos problemáticos.

En el diagrama de flujo, está el YO. De un lado está situado i'(a), que es lo que Lacan sitúa como la imagen especular y del otro lado la m de moi, en francés "yo". Es lo que Lacan introdujo en el Estadío del Espejo. El espejo, en el modelo óptico que Lacan trae, quiere decir el cuadro en el que el sujeto se constituye ante la mirada del Otro. Es como el Otro primordial me ve que constituyo mi yo. Muchos pacientes, aún siendo neuróticos, tienen una fragilidad yoica. Algunos de los pacientes descritos como borderline por la escuela americana tienen una fragilidad yoica que les dificulta los encuentros afectivos, los lazos de amistad, situar un anclaje para su deseo.

Del YO pasamos al s(A). La s significa significación en relación al Otro. Se trata del MENSAJE, el lugar desde donde el analizante habla. Se dirige conscientemente hacia un OTRO, del que también recibe el lenguaje. Al paciente se le pide que hable, pero para hacerlo necesita estar habitado por el lenguaje, por eso las flechas van de un lado hacia el otro. Lacan dio el aforismo de que el sujeto encuentra su mensaje invertido del lugar del Otro, le llega del Otro. Esto quiere decir que un analista va a escuchar un flujo de lalengua. Muchos analistas piensan que lalengua se opone al lenguaje, cosa que Lacan desmintió al decir que al hablar de lalengua no lo iba a hacer desistir del inconsciente estructurado como un lenguaje que la habita. 

Tenemos que distinguir lo que llega a ese lugar del MENSAJE, que pasó por el colador del inconsciente. Eso que pasó, puede haber sufrido una regresión, que son las flechas que van hacia abajo. El IDEAL DEL YO puede hacer una regresión a un mandato, el FANTASMA puede invertirse del lugar de donde se articula un deseo hacia un retorno a la demanda pulsional del Otro. Esto se puede interpretar simbólicamente, lo que pasó por la castración simbólica. Ahora, lo que nunca pasó por el colador del inconsciente (las flechas que salen del ello hacia arriba sin pasar por el inconsciente, o las flechas que van hacia arriba sin pasar por el inconsciente) hace a la interpretación simbólica inútil. Se trata de fijaciones primarias, constituidas en tiempos donde no había un sujeto que interrogue. 

Todo lo primario en Freud (identificación primaria, represión primaria, narcisismo primario, masoquismo primario) es anterior a la relación de objeto. El gran error en la historia del psicoanálisis fue creer que eso era sin Otro. En realidad, no hay relación de objeto porque no hay sujeto, es decir, lo que llegó del Otro aún no pudo ser interrogado y no se puede sustraer eso que llega como tentación o como mandato, convirtiéndose en goces parasitarios. Allí el analista debe hacer otro tipo de intervenciones. Por ejemplo, algunos chistes son una forma extraordinaria de llegar al inconsciente, porque la cuota de placer que tienen los chistes hace que haya menos resistencia. El chiste no es una interpretación simbólica, sino que va por el lado de lo imaginario y puede tocar algo de lo real. Las intervenciones imaginarias son tan válidas como las demás. 

Fuente: Notas de Conferencia Virtual dictada por Isidoro Vegh, titulada "La orientación de la estructura y las operaciones del analista". Forma parte del Ciclo de Conferencias 2022 "Desafíos en la clínica. Herramientas para la práctica", de la Institución Fernando Ulloa.

viernes, 16 de abril de 2021

La angustia y la ansiedad; la angustia y lo siniestro: distinciones clínicas

En la práctica, suele haber dificultades para reconocer que ciertos síntomas, parecidos a la angustia, no son lo que Freud llamó angustia señal. Lo mismo pasa en relación a la angustia y lo siniestro, que el mismo Lacan homologó en el seminario 10. ¡Y no son lo mismo!

¿Cómo se juega la angustia en la clínica? 
¿Cuál es la relación de la angustia con la dirección a la cura?
¿Cuál es la diferencia entre la angustia y la ansiedad? ¿Y con lo siniestro?

Lacan tomó de Freud el concepto de angustia señal. Pero nos preguntamos, ¿señal de qué? En psicoanálisis se suele opner la angustia señal a la angustia de muerte, que es otra manifestación diferente.

En la teoría freudiana se distinguen dos tiempos doferentes de esta angustia. 

En la primera teoría, Freud adjunta esta angustia a lo que él llamaba neurosis actuales, efectos tóxicos de la acumulación de la libido. Esta angustia podía darse por una relación sexual ineficiente, con descarga escasa de la libido. La libido es un concepto fibológico, que nombra tanto a la pulsión sexual como a la energía de la pulsión sexual. Esa descarga insuficiente haría que hubiera un acúmulo en el cuerpo de esa energía, que se convertiría en angustia. A través de ese sufrimiento, la angustia le indicaría al sujeto que hay un esceso de energía sexual acumulada. También nos recuerda que la represión también puede llevar a ingibiciones sexuales y producir ese mismo efecto de angustia. En esta primera formulación, la represión antecede y lleva a la angustia. La represión disminuye la descarga sexual, acumulando libido y producuente angustia.

La segunda teoría, que la podemos leer en el historial de Juanito, es la que la angustia desencadena la represión. Juanito, dominado por la angustia, inventa su fobia a los caballos como respuesta sintomica para vivir el espacio. De esta manera, hay lugares donde la angustia lo invade y otros donde estpa protegido de ella. Lo mismo podemos ver en el historial del hombre de las ratas, donde la duda obsesiva de poner o no poner la piedra en el camino donde pasaba el carruaje de la amada le sirve para controlr esa angustia que lo acompaña. Se trata de un movimiento inverso de la primera teoría: la angustia lleva a la represión.

Lacan le consagró un seminario entero a la angustia. Esto es porque hablar de la angustia implica mencionar los resortes principales de la estructura que constituye al parletre. Situar esos lugares determina la dirección de la cura y el valor que habremos de otorgarle a la angustia.

Para Lacan la angustia es un afecto. Se produce un cambio enorme en la teoría, porque para Freud la angustia señal era señal de una amenaza para el sujeto: la amenaza de castración, que Freud situaba en el órgano, en el pene. Por su eficacia, permitía que el niño o la niña dejara de lado su deseo de matar al padre para mantener una relación incestuosa con la madre. Esa era la culminación del Edipo en Freud. El complejo de castración es la disolución, la caída o el sepultamiento del Edipo. Lacan intenta deshacerse de los aspectos imaginarios de esa posición, al decir que no se trata del órgano.

Hay que subrayar la magnitud de lo que implica el cambio que Lacan hace en La significación del falo. La tesis principal de ese texto es que el falo no es el órgano, lo cual liberó a los psicoanalistas de controversias imaginarias. El falo, para Lacan, es un significante de la falta en el Otro. El deseo, como el deseo de tener un hijo, no se constituye por una fuerza vital, sino sustentado en la falta: se busca aquello que uno carece. El falo es el significante, metaforizado por el órgano, de una falta en el Otro.

El falo es un significante porque partimos de un primer aforimo: al homo sapiens lo caracteriza el saber, que es un conjunto articulado de significantes. Para Lacan, el inconsciente está estructurado como un lenguaje. La palabra clave de esto es "como". El lenguaje se constituye por fonemas que forman palabras, palabras que forman frases. El lenguaje está constituído por elementos discretos, donde al menos un elemento no le pertenece. Esto es porque no hay conjunto universal. El falo es precisamente ese significante que le falta a ese conjunto. Esto habita en el Otro, que puede ser ka madre real (como lo usa en el seminario de la angustia) y oreas veces es el software ya incorporado, el saber inconsciente. La barra viene a representar un conjunto que es no-todo.

Lacan dio una serie de esquemas que sirven como apoyo al pensamiento y que ya describimos en otra conferencia.
En los tiempos de estructuración del sujeto, primero hay un Otro que desea tener un sujeto, que Lacan dice que es la madre real. El sujeto sin barrar es el bebé, que para la madre es el falo imaginario que responde a su deseo. En la dimensión inconsciente, una madre tiene la opción cultural de la maternidad para responder a su falta. 

Si ocurre la prohibición del incesto, que para la madre implica no reincorporar a su hijo; para el niño, no acostarse con la madre, se produce un movmiento cruzado y el sujeto y el Otro pasan a estar barrados. La barra se refiere a la división entre consciente e inconsciente, entre lo que dice y lo que sabe, entre el significante y el objeto. El niño incorpora a ese Otro barrado. Toma como propio lo que antes era un decir de la madre, campo del que el niño se deberá descontar.

En el tercer nivel vemos una pérdida. La madre pierde el falo imaginario, pero recupera su relación al deseo. Del objeto a, que Lacan dijo que era su único invento... Aunque sabemos que Freud habló del objeto, Melanie Klein también. Lo que Lacan hizo fue articuar la lógica que le concierne al objeto. El objeto a tiene que ver con los objetos parciales de la pulsión y tiene 2 funciones:

1. Como objeto falta causa de deseo. Uno no desea lo ya tiene. Es el objeto del que se trata en el fantasma: 
$◊a
El fantasma, cuando está bien articulado, sostiene al deseo. El sujeto, de esta manera, transcurre por la vida con una cuota de felicidad. Lo que caracteriza al ser humano es una carencia en ser que lo invita a hacerse, a realizarse.
2. Objeto a como plus de gozar. Acá el objeto funciona como tapón, como un goce que tape al deseo, pero también puede articularse al deseo y son los pequeños goces que le dan gusto a la vida.

Cuando alguien consulta al analista por un síntoma, una inhibición, angustia, actings que no puede parar, sufrimientos que no da cuenta, lo que vamos a encontrar es un esquema diferente:

En donde estaba el sujeto barrado, el sujeto hace una regresión hacia algún lugar de la red que lo constituye y se ofrece como objeto para el deseo y el goce del Otro. En función de eso, el sujeto se posterga como sujeto deseante y sufre por ello. El piso de arriba del esquema corresponde al goce; el inferior, al deseo. 

El goce del primer escalón está a cargo del Otro y no del sujeto. Vemos que allí hay un viviente (S) y no un sujeto ($). Este goce es mítico, no se puede registrar como tal porque no había sujeto. 

La Angst (angustia) del piso del medio, implica que en ese lugar donde el sujeto está retenido como objeto puede llegar a producirse la angustia, pero no es seguro que suceda. Muchos pacientes viven en el confort. La angustia anuncia el lugar donde el sujeto se encuentra y qué precio paga. Uno puede gozar sin saber, pero una vez que sabe ya no goza. Esta angustia es la angustia señal, que no debe ser confundida con un trastorno como el que describe el DSM. 

Para el analista, la angustia es un aviso que le llega al analizante, que no hay que aminorar (mientras esté en límites aceptables) para que el sujeto saque la consecuencia favorecedora de lo que este anuncio le dice: tu estás preso y tienes la posibilidad de liberarte de ese lugar. La angustia marca el ubral donde se puede pasar de la posición de objeto a constiuírse como sujeto de deseo que apunta a sus propios goces.

La angustia no debe ser ahogada, sino dosificada mediante aumento de las sesiones, dar el teléfono al paciente, etc. Se trata de una angustia propiciatoria. Lacan da dos aforismos sobre la angustia: 
1. La angustia surge ante el deseo del Otro, que implica que el sujeto ya tuvo alguna separación de su goce y ya puede advertir que está retenido en el deseo del Otro.
2. La angustia no es sin objeto. La psiquiatría decía que en la fobia hay un objeto y en la angustia no hay objeto definible. En la angustia, para el psicoanálisis, el objeto está cuando el sujeto advierte a qué está fijado. Freud hablaba de la fixierung, fijación. La fijación es a un goce parasitario, que Kierkegaard lo describe así: La angustia surge cuando la libertad se anuncia, pero nada la asegura. Acompañar a los analizantes en ese recorrido es acompañarlos en una tarea de liberación.

Angustia y ansiedad
La ansiedad implica una serie de manifestaciones que parecen semejantes a la angustia: se siente en el cuerpo, el sujeto vive en una sensación de desazón, no encuentra un lugar que le convenga, insomnios, puede empujarlo al acting y al pasaje al acto. La ansiedad es un sufrimiento del sujeto ante el reclamos a los que no encuentra respuesta. Se manifiesta con variados efectos ante los diversos apremios. Se trata de un sujeto apremiado, un apremio que toca su cuerpo y es allí donde actúan los ansiolíticos. La supresión de la ansiedad no implica que se resuelva su causa, así que no logra liberarse de eso que lo vuelve a condenar en una nueva ansiedad.

Lacan, en su anteúltimo seminario, El momento de concluir, dice que no alcanza con que el analizante se libere de sus síntomas; es preciso que también sepa dónde se enredaban sus pies para producir esos síntomas. En la ansiedad, los apremios le llegan al sujeto desde distintos lugares. Son apremios ante los que el sujeto no tiene letra para responder.

En la angustia, en cambio, el sujeto está en el umbral de su liberación.

El analista debe advertir la diferencia, en el juego transferencial, si el sujeto está en el umbral de un cambio que apunta a su deseo, donde ya recibió el anuncio de la angustia y ya no puede retroceder, que cuando está la ansiedad, que tiene manifestaciones parecidas a la angustia. En la ansiedad, el sujeto no encuentra respuesta, por ejemplo
- ante una irrupción de lo real (ej. un evento inesperado), 
- apremios desde el ello (tentaciones) a las cuales el yo no puede ponerles coto y que contradicen sus ideales,
- apremios del superyó, exigencias desmesuradas antes las cuales el sujeto no puede responder, porque haga lo que haga siempre se siente menos o desvalorizado.

En la ansiedad, entonces, de lo que se trata es una respuesta ante la que el sujeto no tiene letra. ¿Qué hace el analista con eso? Hay que intentar descubrir los inicios de esa ansiedad, que el paciente cuente los momentos concomitantes de ese tiempo. Yendo a su historia, hay que investigar los condicionantes en su estructura como sujeto que llevan a esa carencia de una respuesta o de letra adecuada para frenar esos apremios que llegan de tentaciones y mandatos a los que no puede enlazar. Esto suele funcionar cuando la ansiedad es producto de una regresión, es decir, cuando se trata de tentaciones y mandatos que en algún momento pasaron por el colador del inconsciente, por la castración y por la pérdida de goce necesaria.

Cuando se trata de fijaciones primarias que no pasaron ni pasarán nunca por el colador del inconsciente, tenemos síntomas que persisten. Hay allí un goce anclado ó una exigencia de homeostasis de un yo que quiere tener todo ordenado. En estos casos, la interpretación simbólica no funciona. Hay que ayudar al analizante a encontrar un remedio en lo real. Ante un déficit simbólico, una falta de letra para enlazar adecuadamente los distintos apremios que llegan, puede construirse en lo real algo que detenga el flujo de la ansiedad, que sino arrasaría e inundaría todo. Por ejemplo, la escritura en el caso Joyce (estuvo 12 años escribiendo El Ulises) canalizaba un goce que él no podía resolver pasándolo por el colador del inconsciente. Lacan decía que Joyce era un desabonado del inconsciente, lo cual es una desgracia, porque es producto de una forclusión del nombre del padre.

Los analistas no solo intervenimos desde lo simbólico, sino también desde lo real y lo imaginario cuando la lógica del discurso lo requiere. 

Angustia y lo siniestro
Al referirnos a lo siniestro, la referencia clásica es inevitable: Lo siniestro de Freud. Lo siniestro es algo que afecta al sujeto hasta el límite del terror que lo anulaba. Es angustia más horror. Cuando Lacan dio como ejemplo de angustia a lo siniestro y no hay que temer que se hubiera equivocado.

La angustia no es lo siniestro, sino que lo siniestro es la angustia más el horror. Tiene que ver con lo secreto, lo oscuro, lo sombrío. Lo siniestro aparece desde el exterior, pero tiene que ver con lo más íntimo del sujeto. Un ejemplo podría ser el que da Freud del Hombre de arena de los cuestos de Hoffman.

Tratándose de la literatura, lo siniestro tiene dos efectos: el que aparece aludido en los protagonistas de la ficción y el efecto que puede producir en el lector o el espectador. Lo característico de lo siniestro es la irrupción de un real que no coincide con lo que estamos habituados como realidad, como cuando Edipo ve en el suelo sus propios ojos que acababa de arrancarse. La realidad es una cubierta imaginaria acorde con nuestro fantasma. Lo real puede desbordar esa cubierta y ahí sucede algo atípico, como que Edipo vea sus propios ojos sangrantes, símbolo de un goce que está prohibido: no tener relaciones sexuales con la madre ni gozar de la mirada del cuerpo desnudo del Otro. 

Entonces, en lo siniestro hay una irrupción de lo real que produce angustia y se le suma un sentimiento de horror. Freud cuenta que estando en el tren ve entrar a su camarote a un hombre viejo y que cuando fue a hablarle, vio que era él mismo refejado en un espejo. Su imagen, por un instante, se le apareció como un doble. 

Lo siniestro alude a un tiempo donde la estructura desfallece o nos retrotrae a una tiempo anterior a la constitución adecuada de lo imaginario, como en el ejemplo de Freud. Se trata de un primer tiempo donde el infans se ve como yo ideal en el espejo del Otro, que antecede a la operación de identificación de cuando se mira al espejo y ve que la imagen no es él, pues se ha descontado una parte de goce que no pasa el espejo. Lacan, enigmáticamente, dice que el objeto a no es especularizable. Cuando eso no esto no está, lo que aparece no es una imagen de júbilo, sino una imagen amenazante.

Lo siniestro nos da cuenta de que aún en la neurosis hay lugar en la red que lo constituye que hay lugares que no pasaron ni pasarán nunca por el colador del inconsciente. La referencia al colador es porque al inconsciente lo caracteriza la lógica de imcompletud. Esta lógica tiene una ganancia gracias a una pérdida. Una pérdida de goce, la castración simbólica del Otro y una ganancia que es la de disfrutar los goces de la vida, enlazados al deseo y quizás al amor. Hay zonas de la red que nos habitan que no están castradas. Esas zonas son las que dan el diagnóstico de fijación primaria. En un diagnóstico estructural dominante (neurosis, psicosis, perversión), se puede hacer un diagnóstico de fijación primaria, que es a aquellos trazos que no han pasado por el colador del inconsciente. 

Con lo siniestro, hay que hace ligazón. El paciente, ante el horror, tiene que empezar a contar y a armar la cubierta imaginaria a ese real, que sino se convierte en una bomba mortífera. Esta intervención por lo imaginario requiere una articulación simbólica. 

Fuente: Entrada confeccionada con las notas de la conferencia "La angustia y la ansiedad. La angustia y lo siniestro. Distinciones desde la clínica" a cargo Isidoro Vegh, el martes 6 de abril de 2021.

viernes, 26 de junio de 2020

Los dos odios.

Richard de Saint Victor, autor del siglo XII, en Los cuatro grados de la violenta caridad (citado por Guy Le Gaufey), dice: “Hay cuatro grados de amor: un primer grado es el amor invencible, nada sabría abatirlo pero no constituye más que un interés entre otros. El segundo grado es cuando este amor invencible se convierte además en obsesionante, siempre presente en el espíritu. Hay un tercer grado del amor, mucho más profundo, que es aquel donde, además de ser obsesionante, es exclusivo. No deja lugar a nada más en la vida del que ama. Y por último hay un cuarto grado del amor que es el amor invencible, obsesionante, exclusivo y además insaciable. Este último matiz, esta última cualidad de insaciable es la que engendra, cuando se dirige a otro humano, odio. El otro no me da lo que colme mi amor y mi deseo. Esto en cambio se pacificaría si, en vez de ser un amor entre humanos, fuera un amor dirigido al Otro Divino, en cuyo caso llegar a ese cuarto grado del amor es lo mejor que a un ser humano le puede suceder”. Sólo Dios puede responder a una demanda insaciable.

También dice: “El odio no debe confundirse con la agresión”. Efectivamente, la agresividad, la tensión agresiva, como dice Lacan, es la disputa del prestigio, es la disputa del territorio, es el hecho de establecerse como unidad y dejar del lado del otro lo que llamamos el cuerpo despedazado. En la brutal claridad de la tragedia antigua, el odio será una radiación del orden simbólico, mientras que la tensión agresiva es algo que sucede en la dimensión imaginaria.

Alain Didier-Weill, en Les deux haines (“Los dos odios”), advierte que la cuestión del odio no es unívoca: hay odios y odios. Uno de los dos odios que propone Didier-Weill surge cuando el sujeto vive una decepción ante el Otro, cuando el Otro cesa de responder a la demanda del sujeto. Un ejemplo clásico es el del adolescente que descubre que el papá no lo sabe todo. El odio dirigido a ese Otro provoca en primera instancia, dice Didier-Weill, “una interpretación delirante”: lo que no me responde es porque no quiere decírmelo. Si todo va bien, ese odio podrá enlazar con el amor. Será cuando el sujeto advierta que el Otro no responde a la demanda porque no tiene significante para hacerlo. Este odio, bien encauzado, es propiciatorio: cuando el sujeto advierte la incompletud del Otro, es invitado a producir sus propios significantes.

El otro odio se dirige al sujeto. Se lo puede encontrar cuando una madre responde con odio contra su hijo que le ha presentado una opacidad a la que ella no sabe responder. Por ejemplo, una madre criada en valores victorianos podría encontrarse en serias dificultades para comprender o recibir lo que su hijo o hija adolescente le propone con el despertar de su sexualidad. Su insuficiencia en el saber puede llevarla a un odio que tiende a desconocer al sujeto. Este no es un odio propiciatorio y puede llevar a la aniquilación del sujeto.

Lacan advirtió que el odio se dirige al ser. Y, en el seminario Encore, comenta que ciertos autores “me leyeron bien, como ninguno de mis discípulos, porque me odian un poquito”. Indica que en el odio hay algo propiciatorio.

Hay un odio que, desde el Otro, se dirige al sujeto; es ese odio de la madre que no puede entender lo que el despertar sexual de su hijo o hija adolescente planteaba a sus valores de otro tiempo. Si no estuviera mitigado por la ternura, este odio puede llegar a homologar el sujeto a un desecho, puede llegar a ser aniquilante. Este odio parte del lugar del Otro como lugar de la Ley sin atenuantes: el Otro como orden simbólico que no encuentra su falta. El nazismo no es una eficacia irracional; cuando busca el exterminio de los gitanos, los homosexuales, los discapacitados o los judíos, se trata de la vigencia de un orden simbólico; es lo racional que no encuentra límite, ni en lo real ni en lo imaginario. Es, insisto, un odio que lleva al sujeto al lugar del desecho, hasta su desaparición.

Pero hay otro odio cuyo orden podríamos plantearlo exactamente al revés: va del sujeto al Otro, Este odio tiene por objeto descubrir que el Otro no existe como completud. Es un odio que permitiría al sujeto reencontrarse con el deseo.

* Miembro fundador de la Escuela Freudiana de Buenos Aires (EFBA) y ex director de la revista Cuadernos Sigmund Freud. Texto extractado del artículo “La lógica del acto”, publicado en la revista Psicoanálisis y el Hospital, que a su vez proviene del seminario Sentimiento, pasión y afecto en la transferencia, dictado en la EFBA.

Fuente: Por Isidoro Vegh (2015) "Los dos odios" - Página 12.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Tentaciones y mandatos.

Notas de la conferencia de Isidoro Vegh, del 09/04/2019 - Institución Fernando Ulloa.

Este año, el tema son las pulsiones en la clínica psicoanalítica. Ya hablar de pulsiones y no de instintos es toda una posición. La insistencia no es lo mismo que la repetición de lo mismo. La insistencia significante o en una posición quiere decir que se articula allí algo del orden del deseo. La repetición de lo mismo implica un goce que no permite el movimiento. Ya que hablamos de insistencia, voy a insistir en algo que quizá muchos de ustedes hayan visto desplegar en los últimos años. Tiene que ver con una escritura a la que me sentí invitado, porque la obra de Lacan se extiende a lo largo de muchos años y él mismo dijo que se desvivía por decir lo mismo de otra manera. Mi anhelo es poder articular conceptos que Lacan desarrolló en distintos tiempos de su enseñanza y que él presentó con distintas escrituras.

Si uno hace un estudio riguroso de las escrituras de Lacan, advierte que el paso de una escritura a otra nunca fue el anhelo de ser original. Lacan dijo que nunca quiso ser original, lo que quiso fue hacer una lógica de los relatos freudianos. Entonces, podemos ver que cada paso que él da de una escritura a la siguiente, por ejemplo del modelo óptico a los grafos, de los grafos a la topología de superficie, de la topología de superficie a la escritura nodal, fue cuando llegó al límite de una escritura y encontró la insuficiencia de esa escritura. Eso lo llevó a hacer una progresión… Y no un progreso. La diferencia es que la idea de progreso nos hace suponer que lo último es mejor que lo anterior. En cambio, la idea de progresión no desconoce ese movimiento, pero cuando se avanza hay que ver también qué es lo que se pierde.

Lacan también dijo que sus escrituras no debían tomarse de modo religioso, sino que son producto de su experiencia como analista. No hay que forzarlas más allá del lugar de donde provienen y que son un apoyo para el pensamiento. Son reflexiones, hasta diría que un intento desesperado de un psicoanalista que sigue las enseñanzas de su maestro, Sigmund Freud, quien dijo que gracias a su metapsicología el psicoanálisis seguiría teniendo vigencia en el futuro.

Todo esto es para darles la razón de por qué voy a insistir con una escritura en la que intenté hacer un pliegue entre una escritura primera y una escritura última de Lacan. Es un pliegue entre los grafos y la escritura nodal. Se llama diagrama de flujo, se usa mucho en informática y es lo que se llama la escritura de un algoritmo. Un algoritmo es una fórmula matemática que se repite a lo largo de un proceso y que permite ir desde un punto de inicio a un punto de salida. El diagrama de flujo es una mostración de un algoritmo.

Freud, cuando empezó a desarrollar el psicoanálisis, se apoyó en lo que era la ciencia más avanzada de su tiempo, la física, especialmente la termodinámica. Es de ahí que él tomó, por ejemplo, el concepto de energía y de libido. Hoy para nosotros es habitual tocar un botón y que se prenda la luz. ¿Quién se acuerda que la energía lumínica es la transformación de la energía hidráulica? O la transformación de la energía química en cinética cuando le ponemos nafta al auto. Freud utilizó el concepto de libido y habló de ellas de 2 modos distintos: como pulsión sexual y como energía de la pulsión sexual. Freud tomó un concepto de la termodinámica, porque con el concepto de libido Freud nos trajo las equivalencias de las distintas pulsiones. Para decirlo rápidamente, puede haber miradas dulces, miradas filosas, se puede cagar con la boca, decir frases amargas… Hay una posibilidad de transformar las distintas zonas erógenas en ejercicio de una satisfacción pulsional variable. En todas ellas, juega lo que Freud llama sexualidad. Sexualidad oral, anal, escópica, invocante. Yo agregué el tacto, la pulsión táctica, tomando el tacto (tactus, en latín), y las formas sublimadas de la caricia, el pellizco, la tortura, el látigo, que es la esencia del sadomasoquismo. Todo esto tiene que ver con la sexualidad, que no se reduce a la genitalidad. Con Lacan, lo vamos a llamar goce. Los distintos modos de goce.

Este es el diagrama de flujo:



Con este diagrama de flujo, propongo una escritura de la estructura que nos habita, tal y como podríamos pensarla desde el psicoanálisis que está en el horizonte de nuestra disciplina: el eje Freud-Lacan.

Comencemos diciendo que nosotros somos seres vivientes, por eso acá pongo VIDA, una vida que viene desde tiempos inmemoriales. Si estudiamos lo que nos enseña la biología, desde el primer coacervado, las estructuras unicelulares, multicelulares, etc., nosotros pertenecemos a esa serie: algo que tiene vida.

Por otro lado, estamos habitados por algo que se llama LENGUAJE. Este lenguaje también viene de tiempos inmemoriales. Los antropólogos, para saber si se trata de una cultura humana, buscan el culto funerario. Ahí saben que hubo lenguaje, distinto al lenguaje de signos de los animales. Una abeja puede danzar de cierto modo para indicarle a otra que hay polen, pero esta última no puede hacer lo mismo y trasmitírselo a otras. Los animales no pueden hacer una frase de otra frase. Ustedes pueden contar acerca de lo que alguien más dijo, el lenguaje de los animales no lo permite. Solo nosotros tenemos el goce del chisme. Hay algo específico de la vida humana: está interceptada por el lenguaje. Eso produce efectos diferentes respecto a cualquier otro viviente.

Esta VIDA, va a ser interceptada por ese otro que cumpla la función materna. El ser humano llega al mundo en condiciones de desamparo, como dijo Freud, y al cabo de pocas horas, si nadie acude, se muere de frío, de hambre o de sed. ¿Cuál es la lógica de qué es un chico y qué es un adulto? No es la edad, los psicoanalistas tenemos una lógica: el chico necesita de un Otro real para que lo cuide. Un adulto tiene incorporado esos valores del Otro y se supone que sabe cuidarse. Por supuesto, sabemos que eso no es del todo así y por eso nosotros tenemos trabajo. En este lugar, entonces, vamos a poner el ELLO. La fórmula de Lacan se escribe así:
$◊D
Sujeto barrado, lozenge, D mayúscula. Significa sujeto acéfalo en relación a la demanda pulsional del Otro. Cuando la mamá ofrece el pecho, está ofreciendo lo que yo quiero que vos recibas. Si es la madre de un neurótico, puede decirlo. Está en juego su propio deseo y goce. El sujeto está acéfalo, porque es lo que se incorpora. Ya no lo vamos a llamar instinto, sino pulsión. Es algo que al sujeto se le va a quedar grabado sin poder tener comando de eso. Podemos registrar fácilmente los efectos en la vida de un adulto: alguien quiere lucirse para el verano y quiere bajar de peso, pero no es tan fácil: llega a casa y va a la heladera come lo que sabe que le va a hacer recuperar el kilo que perdió en el gimnasio. Es lo que los psicoanalistas llamamos el apremio pulsional. Es una energía que empuja, incluso aunque no querramos hacer ese trabajo. Por eso Freud lo llamó ello, si no soy yo, lo llamo ello. Esa energía que está en juego la llamó libido, y no es una palabra que inventó Freud, sino San Agustín. En el libro n° 4 de Historia de la sexualidad de Foucault, en el capítulo cuatro que habla de la libidinización del sexo, dice que hará una breve mención de la ciudad de Dios y dice que en lo que es en su forma y en su desarrollo el acto sexual que permite acotar el problema. Allí San Agustín retoma de manera muy fiel la descripción del paroxismo sexual en tres puntos esenciales. Una sacudida física del cuerpo que no se puede controlar. Un estremecimiento del alma arrastrada a su pesar por el placer. Un eclipse final del pensamiento que parece acercarlo a la muerte.