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lunes, 11 de mayo de 2020

El síntoma como metáfora.

Fuente: Clase de Daniel Zimmerman del 20/9/2012, cátedra "Psicoanálisis II" - UMSA.

Habiendo visto la metáfora en la clae pasada, van a aparecer cuestiones que desde la perspectiva psicoanalítica: el síntoma neurótico y psicótico debe ser considerado como una metáfora.

Si Dora es histérica y un síntoma responde a esta estructura (afonía, tedio de la vida, las conversiones), deberían responder a esto. Su develamiento levanta el síntoma, tenemos que interrogar lo que Lacan dice de que el síntoma histérico es considerado una metáfora, qué dice él respecto a la metáfora.

La vez pasada dijimos que la metáfora, en términos de Lacan, es una operación que pone en juego el significante. Es una operación de sustitución de un significante por otro que da lugar a una significación.
Una significación surge del interjuego entre significantes. Lacan subraya la significación que adviene con el cruzamiento de la barra. Incluso, jugando con este signo +, con un plus de sentido.

Ejemplo: En el caso del fallido “Venga un abrazo, suegro, ahora por fin voy a poder putear/tutear”, un significante viene a sustituir a otro significante para producir un efecto de sentido que escapaba de la intensión del joven que pronunció la frase para develar algo que tenía que ver con su dimensión de sujeto. La metáfora tiene que ver con la operación que da lugar al sujeto en la medida que experimenta este atravesamiento de la barra. En la metonimia, se mantiene la vigencia de la barra en una situación de contigüidad significante.
Cuando Lacan va a trabajar la metáfora paterna en otro texto de los escritos sobre el tratamiento de las psicosis, nos va a proponer otra fórmula para la metáfora, que quizás resulte gráficamente más elocuente. Esta misma operación de sustitución del significante generando el efecto de una nueva significación, se escribe así.

Un significante ligado a un significado X es sustituido por otro. Como en la secundaria, lo que está arriba se simplifica con el denominador y queda 1/s. Lo interesante es que conserva la idea de sustitución de un significante por otro. Se subraya la sustitución, aparece el significante cargado con un efecto de creación o poesía. El efecto poético, dice Lacan, surge en la metáfora, que es la base de todo efecto poético o creación.

Cuando decíamos “Y no hables más muchacha, corazón de tiza, cuando todos duerman te robaré un color”. ¿Alguien puede decir cuál es el sentido de eso? Seguramente que no. Un efecto de creación se produce en la medida que “muchacha” entre en juego significante con “tiza”, por ejemplo. Nadie piensa que tenga un corazón hecho del material con que se hacen las tizas. Ese efecto poético lo escribimos así:

El significante cargado de un efecto de sentido, que surge del interjuego significante. No se trata de revelar ningún significado, que permanece allí entre paréntesis. Esta ecuación no trata de develar X.

Ejemplo: Hace muchos años en la cancha, en carteles luminosos estaba la Voz del Estadio, donde se anunciaban los cambios de jugadores y donde la publicidad se trasmitía por esos medios. Había una publicidad en donde Gatti (locutor) promocionaba la Ginebra Bols. Textualmente, decía:
¿Usted cree que no es posible? ¡Con osmowing todo es posible! ¿Quiere tener osmowing? Tome Ginebra Bols!” [Bols gritado como cuando el comentarista grita gol]

Smowing es un neologismo. Lo que propone esa publicidad se puede escribir así.

El significante osmowing, de significado desconocido, entra en juego significante con Bols, y busco un efecto en el que Bols queda cargado de un plus de significación. Osmowing va cargado de algo singular, de algo buenísimo. Lo único que nos dice es que Bols tiene que ver con eso que nos sugiere el osmowing.

La chispa de creación o poética la deberíamos encontrar en un tropiezo del habla, en el efecto del sentido chistoso de esos chistes que vimos.

Lacan dice que el síntoma neurótico es una metáfora y el deseo es una metonimia, porque el deseo es siempre el deseo de otra cosa. Entonces uno podría decir que cualquier síntoma histérico, con la característica que los distingue en el campo de los síntomas neuróticos de apelar al mecanismo de la conversión (aprovechando la complacencia somática), lo que propone Lacan es que tenemos que estar disponibles para detectar que allí lo que se opera sea una sustitución significante. Lo mismo vale para el obsesivo y para el fóbico.

Entonces, los síntomas que pueden ser para Dora, para Isabel que no podía caminar, o la tos de Dora con su afonía, se podrían investigar a la luz de esta prioridad del significante y a su vez anclando o enganchándose con otros significantes para producir el síntoma. El efecto de sustitución significante en Dora, aparece en el segundo sueño, donde Freud hace una admirable lectura de ese sueño, en donde Dora va a una estación de tren, entra en un patio, llega a un cementerio y Freud dice que esta es una hermosa pictografía de una exploración sexual.
Voy paseando por una ciudad desconocida y veo calles y plazas totalmente nuevas para mí. Entro luego en una casa en la que resido, voy a mi cuarto y encuentro una carta de mi madre. Me dice que habiendo yo abandonado el hogar familiar sin su consentimiento no había ella querido escribirme antes para comunicarme que mi padre estaba enfermo. Ahora ha muerto, y si quieres   puedes venir. Voy a la estación y pregunto unas cien veces: «¿Dónde está la estación?» Me contestan siempre lo mismo: «Cinco minutos.» Veo entonces ante mí un bosque muy espeso. Penetro en él y encuentro a un hombre al que dirijo de nuevo la misma pregunta. Me dice: «Todavía dos horas y media». Se ofrece a acompañarme. Rehúso y continúo andando sola. Veo ante mí la estación, pero no consigo llegar a ella y experimento aquella angustia que siempre se sufre en estos sueños en que nos sentimos como paralizados. Luego me encuentro ya en mi casa. En el intervalo debo haber viajado en tren, pero no tengo la menor idea de ello. Entro en la portería y pregunto cuál es nuestro piso. La criada me abre la puerta y me contesta: «Su madre y los demás están ya en el cementerio»
Ahora vamos a la parte de la exploración sexual:
En él volvió a encontrar a K., que se acercó a ella para pedirle perdón y rogarle que no contase a nadie lo sucedido. Dora no se dignó contestarle. El bosque de su sueño era idéntico al que cubría la orilla del lago en la que se había desarrollado la escena nuevamente descrita. Pero también el día anterior al sueño había visto la sujeto un bosque análogamente poblado en un cuadro de una exposición. Este cuadro mostraba en segundo término varias figuras de ninfas.
Aparece el bosque, aparece la evocación de cuadro que había visto el día anterior tenía ninfas y Freud dice “ya lo tengo”.
Quedaba así confirmada una sospecha. que ya venía asaltándome. En efecto, los conceptos de estación   (Bahnhof) y cementerio (Friedhof) me habían parecido harto extraños e inhabituales como símbolos de los genitales femeninos y esta singularidad había orientado mi atención hacia la palabra Vorhof (vestíbulo), de análoga formación, empleada también como término anatómico para designar una determinada región de los genitales de la mujer.
Hof🡪 patio.
Bahnhof🡪 patio de vías (estación).
Friedhof🡪patio de paz (cementerio).
Vorhof🡪 patio anterior.
Sumado a ninfas, en alemán, es un modo de designar a los labios menores del genital femenino.
La nueva asociación relativa a las «ninfas» en el fondo de su «espeso bosque» vino ahora a disipar por completo tales dudas, confirmando plenamente mi hipótesis, pues estaba de lleno en la geografía simbólica sexual. «Ninfas» es un término anatómico, totalmente desconocido en este sentido por los profanos e incluso poco usado por los mismos médicos, con el que se designan los pequeños labios del genital femenino situado al fondo del «espeso bosque» del vello sexual.
No tomamos el significado de cementerio como de muerte, ni ponemos a las ninfas en otro contexto. Acá cada término es utilizado en su estricto valor significante en una cadena de sustituciones hasta llegar a esta propuesta. Entonces queda teñido de una significación sexual. Hasta ahí nos sacamos el sombrero, la pregunta que nos queda es lo que viene a continuación, donde Freud derrapa.
Así, pues, detrás de la primera situación del sueño se ocultaba, si mi interpretación no era errónea, una fantasía de desfloración; esto es, cómo un hombre se esfuerza en penetrar el genital femenino.
La pregunta, siguiendo a Lacan, sería: ¿Dónde está la fantasía de desfloración? Porque Dora en el sueño se adentra sola en esa exploración, ¿por qué vamos a convertir ese sueño en una fantasía de desfloración? ¿no está acaso Freud demasiado teñido de su teoría y empecinado en verificar que el síntoma histérico responde al conflicto entre su inconsciente y su conciencia que no admite que está enamorada del Sr. K como sustituto del padre, jugado a la transferencia con el propio Freud? Lacan va a tomar esto y va a decir que la pregunta de la histérica es ¿qué es una mujer? ¿Cómo situarse como mujer frente a un hombre? ¿Se trata de una fantasía de desfloración con el Sr. K o es una joven que está explorando los misterios de la sexualidad femenina?

En el seminario 4, de la Relación de Objeto, Lacan plantea estas cuestiones de Dora. Todos los primeros seminarios de Lacan son interrogaciones de los historiales de Freud. En el seminario 4, en una versión simplificada, dice que el esquema que conocemos como Esquema L sirve para graficar la posición de los personajes en el historial de Dora.



En la lectura lacaniana lo que se acentúa es la ausencia de la madre (Lo que dice el sueño que no le dona el alhajero). Ante una madre que no dona el alhajero, que sería ese lugar del Otro que le correspondería a la madre, allí Dora tiene que poner al padre para montarse en el deseo de ese padre y ver hacia donde dirige su pregunta. En el lugar de la pregunta estaría la dimensión del sujeto. Mientras que para Freud el objeto de deseo de Dora es el Sr. K, según Lacan al Sr. K le corresponde el lugar de su otro yo. No es una fantasía de desfloración, el personaje masculino no juega más que un papel de identificación y que eso también se insinúa en el sueño frente al personaje masculino y es lo que Freud no puede advertir. El Sr. K sería el pasaporte, el otro yo de Dora que le permite el acceso a lo que verdaderamente le interesa, el misterio que guarda la Sra. K. La pregunta de Dora no es si le gusta o no le gusta el Sr. K, sino qué tiene la Sra. K que atrae al Sr. K. Freud no puede encajar con su teoría el hecho de la bofetada cuando el Sr. K le dice “Te aseguro que mi mujer no representa nada para mí”. Ahí el Sr. K cae del pedestal en que ella lo había puesto. Al decir el Sr. K que su mujer no le interesaba, a Dora ya no le sirve para nada ese intermediario. Se rompe el equilibrio de ese cuadrilátero.

Freud dice que no hay que perder de vista la corriente ginecofílica en la histeria, donde el objeto de su verdadero interés es el objeto del mismo sexo. Pero eso no quiere decir que esa joven sea una homosexual latente. Dora avanza identificada al Sr. K, el padre es quien frente a la ausencia de la madre (que sería ese Otro primordial que debería trasmitirle algo que tiene que ver con el alhajero, no con las gotas de perla), que está obsesionada con la limpieza y lo poco de mirada que le queda lo dedica a su hijo varón, Dora para avanzar en su misterio, no tiene otro camino que sostener su propio deseo siguiendo el deseo del padre por la Sra. K. El interés del padre por la Sra K le permite una vía para mantener ese rumbo vigente de su deseo, encaminarlo. Porque si el deseo del hombre es el deseo del Otro, como dice Lacan, ella logra sostener algo de su deseo en el deseo del padre por la Sra. K por procuración. El deseo del padre procura una vía para enganchar su deseo y sostenerlo.

El sujeto necesita que un Otro se ponga “en función de”. Si por ejemplo la tía de Dora se aparecía y para el cumpleaños le regalaba su primer set de maquillaje y la acompañaba, no hubiera enfermado. Por eso el Otro es un lugar.

Próxima clase: La metáfora paterna.

viernes, 24 de abril de 2020

Metáfora y metonimia. Metáfora paterna.

Fuente: Clase de Daniel Zimmerman del 13/9/12, cátedra "Psicoanálisis 2" - UMSA.
Hoy vamos a ver el tercer aspecto del módulo de la cursada, tratando de aproximarnos a esta afirmación de Lacan acerca de que el inconsciente, tal como lo presenta Freud, estaría estructurado como un lenguaje. Lo anterior que habíamos visto, podríamos graficarlo:


Leyendo el texto de Jakobson, habíamos dicho que el citaba otro texto que nos parecía interesante para aproximar la última vuelta en esta cuestión del lenguaje y cómo funciona el inconsciente, a partir de aproximarnos a lo que ya habíamos anticipado como eje de similutud y contigüidad, que Jakobson daba por sabido para referirse a cómo funcionaba el mensaje poético y que nos va a llevar en la medida que leamos este texto, a vincularlo con la metáfora y la metonimia en el sentido poético del lenguaje para vincularlo con la vuelta de tuerca que le da Lacan en relación a los procesos que intervienen en el trabajo del inconsciente.

FUNDAMENTOS DEL LENGUAJEPARTE II: DOS ASPECTOS DEL LENGUAJE Y DOS TIPOS DE AFASIASI. LA AFASIA COMO PROBLEMA LINGÜÍSTICOSi la afasia es un trastorno del lenguaje, según sugiere el propio término, entonces todo intento de descripción y clasificación de los síndromes afásicos debe empezar por la cuestión de saber cuáles son los aspectos del lenguaje alterados en las diversas clases de afasia.
Ese es el eje que va a encauzar su pregunta.
II. EL DOBLE CARÁCTER DEL LENGUAJE.Hablar implica efectuar dos series de operaciones simultáneas: por un lado, supone la selección de determinadas entidades lingüísticas [por ejemplo, cierta cantidad de palabras del léxico] y, por el otro su Combinación en unidades lingüísticas de un nivel de complejidad superior [de este modo se realiza una división del lenguaje según dos direcciones: la de las  selecciones y la de las combinaciones]. Esto se ve claramente al nivel del léxico: el hablante [locutor]  selecciona palabras y las combina formando frases de acuerdo con el sistema sintáctico de la lengua que emplea, y a su vez, las oraciones se combinan en enunciados.
Está claro que cuando yo digo esto, estoy seleccionando entidades lingüísticas. Este próximo párrafo me gustaría subrayarlo por lo que van a ver en la psicosis:
Pero el hablante no es en modo alguno un agente totalmente libre en su elección de palabras: la selección (excepto en el caso infrecuente de un auténtico neologismo) debe hacerse a partir del tesoro léxico que él mismo y el destinatario del mensaje tienen en común.
Es decir, nosotros estamos forzados a elegirlas y ponerlas en continuidad con el repertorio que tenemos. En el caso que no se cumpla esa regla, es un caso infrecuente de neologismo. Acá neologismo es un sentido amplio, porque a medida que la lengua se va recreando permanentemente, siempre hay palabras nuevas que en un primer momento se llaman neologismos y que después adquieren una significación común y son incorporadas a la lengua. Lo que van a ver en la psicosis, es que justamente el lenguaje se va perturbar de tal modo que el sujeto va a romper esta regla y va a referir a palabras existentes de significados inusuales, o va a inventar palabras para expresar significaciones también particulares.
Incluso cuando teóricamente son posibles otras combinaciones de fonemas, el hablante, por regla general, es sólo un usuario de palabras [word-user] y no un acuñador [creador] de palabras [word-coiner].
“Por regla general” dice. Ya vimos que un chiste puede basarse en una palabra que no existe, como famillionarmente. Esto es un neologismo, en sentido estricto, porque la palabra es inventada. Podríamos ver también que no solo en la psicosis, sino en el polo extremo, la poesía misma puede hacer un uso más libre del lenguaje. Incluso el poeta puede inventar palabras a los fines de su expresión de lo que quiere decir.
Todo signo lingüístico se dispone según dos modos:1) La combinación.- Todo signo está formado de otros signos constitutivos y / o aparece únicamente en combinación con otros signos. Esto significa que toda unidad lingüística sirve a la vez como contexto para las unidades más simples y/o encuentra su propio contexto en una unidad lingüística más compleja. De aquí que todo agrupamiento efectivo de unidades lingüísticas las englobe en una unidad superior: combinación y contextura son dos caras de la misma operación.
Con contextura se refiere al contexto en el que aparece. Si usamos el ejemplo del significante “mate”, según cómo lo combinemos va a dar su significación.
2) La selección.- Una selección entre alternativas implica la posibilidad de sustituir una por la otra, equivalente a la anterior en un aspecto y diferente de ella en otro. De hecho, selección y sustitución son dos caras de la misma operación.
Está claro ahora por qué nos refería en el otro texto a que fuéramos a éste. Es lo que él decía: cuando un poeta elige, puede elegir entre pibe, muchacho, o lo que fuera. Hay un criterio para elegirlo, que es equivalente en cierto modo pero diferente en otro. Va a poner el acento en cómo suena pero una palabra que tenga un punto de equivalencia con la otra, juega a su vez una diferencia.
Está claro que los trastornos del habla pueden afectar en grado variable la capacidad del individuo para combinar y seleccionar las unidades lingüísticas; de hecho, la cuestión de saber cuál de estas dos operaciones resulta principalmente dañada, alcanza notable importancia en la descripción, análisis y clasificación de las diversas formas de afasia.
Repasa clasificaciones previas, y luego da ejemplos:
Para los afásicos del primer tipo (los de la selección deficiente), el contexto constituye un factor indispensable y decisivo. Cuando se les muestran retazos de palabras o frases, tales pacientes las completan rápidamente. Hablan por pura reacción: mantienen fácilmente una conversación, pero les es difícil iniciar un diálogo; son capaces de replicar a un interlocutor real o imaginario cuando son, o creen ser, los destinatarios del mensaje. Les cuesta especialmente practicar, e incluso comprender, un discurso cerrado como el monólogo. Cuanto más dependan sus palabras del contexto, más éxito tendrán en sus esfuerzos de expresión. Se muestran incapaces de articular una frase que no responda ni a una réplica de su interlocutor ni a la situación que se les presenta. La frase “está lloviendo” no puede articularse a menos que el sujeto vea realmente que llueve.
Este es otro ejemplo:
«Tengo un piso muy bonito, vestíbulo, dormitorio, cocina», dice la paciente de Goldstein. «No, también hay pisos grandes, sólo en la parte de atrás viven los solteros» En lugar de  solteros, podría haber escogido una forma más explícita, el grupo  gente no casada, pero la hablante prefirió emplear un solo término; cuando se le insistió para que respondiera lo que era un soltero, la paciente no contestó: «aparentemente estaba distraída» […] Los términos equivalentes se transforman en partes correlativas de la frase y como tales ligadas por la contigüidad. La paciente era capaz de escoger el término adecuado, soltero, cuando se apoyaba en el contexto de una conversación habitual sobre los «pisos de soltero», pero no podía utilizar el grupo de sustitución  soltero = hombre no casado como tema de la frase, porque se encontraba alterada su capacidad de efectuar selecciones y sustituciones autónomas.[…]La misma dificultad surge cuando se pide al paciente que nombre un objeto que el observador señala o maneja. El afásico cuya facultad de sustitución se encuentra alterada no podrá completar con el nombre de un objeto el gesto que hace el observador al indicarlo o tomarlo. En lugar de decir «eso se llama un lápiz», se contentará con añadir una observación elíptica acerca de su uso: «escribir».
O por ahí, en vez de “tía” dice “la hermana de mi papá”. Los afásicos van a refugiarse en la contigüidad al no poder encontrar la sustitución. Éstos son todos ejemplos donde está afectado… También podríamos subrayar esto:
Los afásicos de este tipo no pueden pasar de una palabra a sus sinónimos o circunlocuciones ni a sus heterónimos, es decir, a las expresiones equivalentes en otros idiomas. La pérdida de la capacidad políglota y consiguiente confinamiento en una sola variedad dialectal de una única lengua son manifestaciones sintomáticas de este trastorno.[…]«Cuando no conseguía recordar la palabra ‘negro’, describía este color como ‘lo que se hace por los muertos’, lo que abreviaba diciendo ‘muerto’»Tales metonimias pueden caracterizarse como proyecciones de la línea del contexto habitual sobre la línea de sustitución y selección: un signo (tenedor, por ejemplo) que suele aparecer junto a otro (cuchillo) puede usarse en lugar de este último. Expresiones como «cuchillo y tenedor», «lámpara de mesa» o «fumar en pipa» han provocado las metonimias tenedor, mesa, fumar; la relación entre el uso de un objeto (una tostada por ejemplo) y el medio de producirlo da lugar a la metonimia comer por tostadora.[…]Cuando la capacidad de efectuar selecciones está seriamente dañada y se conserva, al menos parcialmente, la facultad combinatoria, entonces la contigüidad determina la totalidad de la conducta verbal del paciente, dando lugar a un tipo de afasia que podemos llamar trastorno de la semejanza.
Entonces, va a tomar este primer trastorno de afasia, trastorno de la semejanza. En la medida en que está afectado la selección, parcialmente conservada la capacidad de combinación y acá dijo metonimia. Metonimia como vamos a ver más adelante. Ya podemos decir, según los términos que encontramos acá:
  • Contigüidad
  • Concatenación
  • Combinación.           
  • Metonimia
Se trata del procesamiento de palabra a palabra. Una palabra induce a otra palabra. En estos tipos de afasia, lo que predomina en el trastorno es en el eje de la semejanza.
IV. El trastorno de la contigüidad. […]En esta afasia, en la que se altera la capacidad de contextura, que podría llamarse trastorno de contigüidad , disminuye la extensión y variedad de las frases. Se pierden las reglas sintácticas que disponen las palabras en unidades superiores; esta pérdida, llamada agramatismo, es causa de que la frase degenere en “mero montón de palabras”, usando la imagen de Jackson. El orden de las palabras se vuelve caótico y desaparecen los vínculos de la coordinación y la subordinación gramaticales, tanto de concordancia como de régimen. […] de ello surge el modo de expresión que se ha dado en llamar “estilo telegráfico”. La palabra que menos dependa gramaticalmente del contexto, será la que mejor se mantenga en el habla de los afectados por un trastorno de contigüidad y la que antes se pierda como consecuencia de un trastorno de las semejanza. Por ello, el sujeto, pieza clave de la frase, es el primer elemento que hacen desaparecer de esta los trastornos de la semejanza y el que más tardan en destruir las afasias de tipo opuesto.O sea que al anterior le costaba poner el sujeto. Ésta es lo primero que pone en la oración.Una vez que falla la contextura, el paciente, que sólo puede intercambiar los elementos de que dispone, maneja semejanzas y cuando identifica algo lo hace de modo metafórico, no ya metonímicamente como los afásicos de tipo contrario. Catalejo por microscopio y fuego por luz de gas son ejemplos típicos de tales expresiones, que Jackson denominó cuasi metafóricas, ya que se distinguen de las metáforas retóricas o poéticas por no presentar una transferencia de significado deliberada.
¿Acá que palabras tendríamos?
  • Sustitución
  • Selección,
  • Continuidad
  • Metáfora.
Todas estas tienen dificultades para sustituir una palabra por otra. En el último punto, Jakobson va a poner las palabras que pusimos al final: metáfora y metonimia. Metáfora es palabra por palabra, la sustitución de una palabra por otra palabra. Y metonimia implica la concatenación (o la relación) de una palabra a otra. Esto es lo que desarrolla en el último punto.
V. LOS POLOS METAFÓRICO Y METONÍMICOLa afasia presenta numerosas variedades muy dispares, pero todas ellas oscilan entre uno y otro de los dos polos que acabamos de describir. Toda forma de trastorno afásico consiste en una alteración cualquiera, más o menos grave, de la facultad de selección y sustitución o de la facultad de combinación y contextura. En el primer caso se produce un deterioro de las operaciones metalingüísticas, mientras que el segundo perjudica la capacidad del sujeto para mantener la jerarquía de las unidades lingüísticas. El primer tipo de afasia suprime la relación de semejanza; el segundo la de contigüidad. La metáfora resulta imposibilitada en el trastorno de la semejanza y la metonimia en el de la contigüidad.
Sería adecuado hablar del desarrollo metafórico del primer tipo discurso y desarrollo metonímico para el segundo, dado que la inscripción más concisa de cada uno de ellos se contiene en la metáfora y en la metonimia respectivamente.
En un conocido test psicológico, se presenta un nombre a unos niños y se les pide que manifiesten la primera respuesta verbal que les venga a la cabeza.
Se les dan unas palabras y se les pide que asocien.
Una de las respuestas al estímulo cabaña (hut) fue  se ha quemado (o quemada: burnt out en el original, T.); otro, es una casa pequeña pobre. Ambas reacciones son predicativas, pero la primera crea un contexto puramente narrativo, mientras que en la segunda se establece un doble enlace con el sujeto hut: por un lado, una contigüidad de posición (en este caso sintáctica), y por otro una semejanza semántica.El mismo estímulo produjo también las siguientes reacciones sustitutivas: la tautología cabaña; los sinónimos choza y chamizo (cabin y hovel) ; el antónimo  palacio (palace) y las metáforas antro y madriguera (den y burrow). La capacidad que tienendos palabras de reemplazarse la una a la otra nos da un ejemplo de semejanza posicional; […] Las respuestas metonímicas al mismo estímulo, como chamiza, lecho de paja o pobreza (thatch, litter y poverty) combinan y contrastan la similitud posicional con la contigüidad semántica.[…]En poesía diferentes razones pueden determinar la elección entre estos dos tropos. La primacía del proceso metafórico en las escuelas literarias del romanticismo y del simbolismo se ha subrayado repetidas veces, pero todavía no se ha comprendido suficiente que en la base de la corriente llamada “realista”, que pertenece a una etapa intermedia entre la decadencia del romanticismo y el auge del simbolismo y se opone a ambos, se halla, rigiéndola de hecho, el predominio de la metonimia. Siguiendo la vía de las relaciones de contigüidad, el autor realista opera disgresiones metonímicas de la intriga a la atmósfera de los personajes al marco espacio-temporal. Gusta de los detalles cuya función es la de una sinécdoque.
Sinécdoque es tomar la parte por el todo.
En la escena del suicidio de Anna Karenina, la atención artística de Tolstoi se concentra en el bolso de la heroína; y, en Guerra y pazelmismo autor emplea las sinécdoques “pelo en el labio superior” y “hombros desnudos” para referirse a los personajes femeninos a quienes pertenecen tales rasgos.
Esa cuestión de la parte por el todo, que tiene que ver con el realismo y con la metonimia, se ve muy claro en el cine. Cuando de repente, a un personaje que ya conocemos por alguna característica, se abre una puerta y lo primero que se ve es un cigarro. Y todos decimos “es fulano”.
Un destacado ejemplo de la historia de la pintura es la manifiesta orientación metonímica del cubismo, el cual transforma cualquier objeto en un conjunto de sinécdoques;
Recuerden la parte por el todo. En poesía sería “En el horizonte se formaron 3 mástiles”. Nadie va a imaginar que en el horizonte aparecieron 3 palitos solos. El mástil está formando como parte del todo “barco”. Otro podría ser “Hoy entraron al mercado de Liniers 400 cabezas”. Eso es una sinécdoque, que funciona.
Mi gran sorpresa es que Jakobson, antes que Lacan, se mete en temas freudianos. Hacia el final dice:

En todo proceso simbólico, tanto intrasubjetivo como social se manifiesta la competencia entre los dos procedimientos metafórico y metonímico. Por ello, en una investigación acerca de la estructura de los sueños, la cuestión decisiva es saber si los símbolos y las secuencias temporales utilizadas se basan en la contigüidad (“desplazamiento” metonímico, y “condensación” sinécdoquica freudianos) o en la similaridad (“identificación” y “simbolismo” freudianos).
Esto lo dice Jakobson y lo dice al pasar, pero no se mete más que en esto. Jakobson dice que reconoce en el desplazamiento de Freud la metonimia y propone para la condensación la sinécdoque. Parece que en la contigüidad estarían basados el desplazamiento y la condensación, las 2. Y en la semejanza, la identificación y el simbolismo.
Si la condensación es la parte por el todo, uno podría en cierta manera estar de acuerdo. Si la sinécdoque es la parte por el todo y la condensación es juntar varios aspectos en una sola cosa (cada aspecto remite al todo), entonces es bastante coherente.
Freud dice que soñar salir del agua tiene que ver con nacer. No dice condensación ni desplazamiento, Freud dice simbolismo. Él nos autoriza a decir que en una escena donde alguien es rescatado del agua, puede leerse como nacimiento. O tiene que subir escaleras, puede ser el símbolo del acto sexual. Jakobson dice que se está privilegiando el eje de sustitución. Y por último, el último párrafo dice:

El principio de la semejanza rige la poesía; el paralelismo métrico de los versos o la equivalencia fónica de las palabras que riman suscitan la cuestión de la semejanza y el contraste semánticos; existen, por ejemplo, rimas gramaticales y antigramaticales, pero nunca rimas agramaticales. La prosa, en cambio, se desarrolla ante todo por contigüidad.Hasta acá sería el desarrollo lingüístico. Hemos resumido, a propósito de la afasia, para conocer estos ejes de sustitución y de contigüidad que nos llevaron a la metáfora y la metonimia.
Lacan, en el texto “La Instancia de la letra en el Inconsciente”, va a desarrollar sus cuestiones sobre la metáfora y la metonimia. Plantea el algoritmo del inconsciente (S/s) y se mete en este texto de Jakobson. Lacan menciona la formulación de Jakobson, y va a subrayar la relación de la metonimia como palabra a palabra y la metáfora como una palabra por otra.
La clave que va a poner Lacan en esta cuestión es que si hay sustitución y hay contigüidad, decimos en principio “palabra a palabra”, pero si buscamos decirlo de una manera más estricta, vamos a volver a poner en primer plano al significante para decir que son operaciones de estructuras que tienen que ver con la sustitución de un significante a otro o, en la contigüidad, un significante por otro.
Según Lacan, el inconsciente funciona con el algoritmo S/s. Él va a proponer 2 fórmulas, para la metáfora y la metonimia para después ligar la metáfora a la condensación y el desplazamiento a la metonimia.
Lo que este nos permitió desarrollar en cuanto a la incidencia del significante sobre el significado permite su transformación en
F(S) 1/s

Fue de la copresencia no sólo de los elementos de la cadena significante horizontal, sino de sus contigüidades verticales, en el significado, de las que mostramos los efectos repartidos según dos estructuras fundamentales en la metonimia y en la metáfora.
Podemos simbolizarla así:
¿Cómo se lee la fórmula?
[…]es la conexión del significante con el significante la que permite la elisión por la cual el significante instala la carencia de ser en la relación de objeto, utilizando el valor de remisión de la significación para llenarlo con el deseo vivo que apunta hacia esa carencia a la que sostiene. El signo - situado entre ( ) manifiesta aquí el mantenimiento de la barra -, que en el primer algoritmo marca la irreductibilidad en que se constituye en las relaciones del significante con el significado la resistencia de la significación.
La metonimia es palabra a palabra, esto está en contigüidad. Un significante está en continuación con otro. La función metonímica, es decir, la función de relación entre un significante a otro significante, es congruente con (acuérdense que esta es la barra de la represión. Entonces dice, es congruente con el “mantenimiento de la barra”, que tiene que ver con la resistencia a la significación, es decir, que podemos inferir que en la medida que esto se mantiene, todavía no se ha producido nada que tenga que ver con el atravezamiento de esa barra que es lo que va a tener que ver con la metáfora. Según Lacan, en la metonimia lo que se verifica es que la relación entre los significantes es de contigüidad y esa contigüidad es congruente con el mantenimiento de la barra. Podemos decir que es el modo de hablar hasta que se produce el tropiezo, o el olvido.

Hagamos el contraste con la metáfora. Lacan, a la metáfora la escribe así: 
S’ viene a sustituir a S, porque es la metáfora. Eso es congruente con S (+) s. Eso debe leerse así:
La estructura metafórica indicando que es en la sustitución del significante por el significante donde se produce un efecto de significación que es de poesía o de creación, dicho de otra manera de advenimiento de la significación en cuestión. El signo + colocado entre paréntesis manifiesta aquí la trasposición de la barra - y el valor constituyente de esa trasposición para la emergencia de la significación.
Esto funciona tanto para la poesía como para un chiste. O el fallido de “putear” por “tutear”, llegado al extremo. La otra lectura que se puede hacer de ese (+) es que el significante queda cargado con un plus de significación. Está en el chiste, en el sueño y el paso fuerte sería afirmar que también ocurre en el síntoma neurótico.
La metáfora paterna es una especie de metáfora, donde hay una sustitución que es crucial que el sujeto haga. Entonces decir que hay un problema con la metáfora paterna es decir que hay un problema en la psicosis al nivel del significante. El agujero es simbólico. Lacan dice que en un determinado momento puede haber una invitación a un determinado sujeto a intentar a hacer metáfora con un significante y resulta que ese significante el sujeto no lo tiene. El agujero del que habla, en esta fórmula, estaría acá:
Ese sería el problema en la psicosis para Lacan. Una determinada situación de la vida apremia al sujeto a sostenerse en el universo simbólico. Y cuando tiene que ponerse en la operación de sustituir significantes, se encuentra con que hay un significante que falta: el nombre del padre. El nombre del padre es un significante y no un significante cualquiera. Es un significante primordial. Entonces, decir que falta la metáfora paterna quiere decir que falla en la obligación de sustitución de un significante, una metáfora. Y no una metáfora cualquiera: aquella en la que el significante “nombre del padre” tiene que devenir de su función sustituyente. Una situación típica sería un hombre al que la esposa le anuncia que está embarazada, ese sujeto, para sostenerse de la novedad de la paternidad necesita del apoyo significante simbólico del nombre del padre. Y cuando lo va a buscar, no está, no lo tiene. Ahí la estructura se descompensa. La falla estaba, pero nunca se había puesto en manifiesto. Esto ocurre tanto en hombres como en mujeres.
El delirio, en esta teoría, la reacción vecina al agujero, resultado de la confrontación con la falla. El delirio es la reacción significante, la conmoción significante, frente a la confrontación del agujero. El delirio no llena el agujero.
Finalmente, el psicótico tiene un hablar más bien metonímico y falla en algunas metáforas.

Próxima clase: El síntoma como metáfora.

miércoles, 16 de octubre de 2019

El síntoma como metáfora.

En "La instancia de la letra" Lacan define, de una vez y para siempre, al síntoma como metáfora. La vertiente de goce enlazada al síntoma no deshace su funcionamiento metafórico, sino que acentúa lo que hay de metonimia en el síntoma. Si bien en esta época afirma que el deseo es metonimia, existen relaciones particulares entre ambas figuras retóricas.

El punto de partida es el binario significante-significado retomado de de Saussure[1]. Pero su posición es diferente: por un lado, invierte el esquema saussuriano y le da preeminencia al significante; por otro, le critica su concepción de la relación arbitraria puesto que el significante participa en la producción del significado, e indica que una afirmación tal de arbitrariedad pertenece al discurso amo[2]. Incluso plantea en "Radiofonía" que es un "lapsus" que Saussure cometió[3]. En "Aun" dice que hablar de arbitrario "...es escurrirse, escurrirse hacia otro discurso, el del amo, para llamarlo por su nombre. Arbitrario no es lo que cuadra"[4]. Y luego: "Decir que el significante es arbitrario no tiene el mismo alcance que decir simplemente que no tiene relación con su efecto de significado, pues es escurrirse hacia otra referencia"[5].
El binario significante-significado es modificado al final de su enseñanza -tal como lo señala J.-A. Miller[6]-: el binario signo-sentido toma su lugar. El primero, da como efecto la significación; el segundo, queda vinculado al goce. Estudiaremos en esta clase exclusivamente el primer binomio.
1.- La teoría de los signos
La semiótica es la ciencia de los signos. Muchas veces se considera que es un sinónimo de la semiología. Existen dos escuelas fundamentales y opuestas dentro del campo de los estudios semióticos. En líneas generales puede decirse que se oponen una corriente anglo-americana que sigue los fundamentos semióticos establecidos por el filósofo pragmatista del período de entre-siglos Charles Peirce, y la escuela francesa que ha continuado los principios semiológicos formulados por Saussure. Por esto, suele designarse como semiótica a la escuela americana, y como semiología al estructuralismo francés.
Charles Morris, seguidor de Peirce, en su libro Fundamentos de la teoría de los signos[7], indica que algo es un signo sólo si un intérprete lo considera signo de algo. Aquí puede verse ya la diferencia fundamental entre la semiótica y la semiología: en la primera, todo se funda sobre relaciones triádicas, mientras que para el estructuralismo las relaciones fundamentales serán siempre binarias.
El signo y el intérprete se implican mutuamente. Un signo debe tener un designatum, pero no todo signo se refiere a un objeto existente real. Esto incluye el caso del señalar: alguien puede señalar con un propósito determinado, sin que señale nada concreto. Cuando aquello a que se alude existe realmente como algo referido al objeto de referencia, hablamos de denotatum.
La definición de signo de Peirce es: "El signo es lo que representa algo para alguien". J.-A. Miller[8] indica que Lacan retoma esta definición para contraponerla a la del significante: "El significante es lo que representa algo para otro significante". Si bien guarda la estructura de la representación, el alguien no es el destinatario de la representación, sino que es el sujeto vehiculizado por la cadena de significantes, que no es una consciencia de representación sino un conjunto significante.
Esta oposición entre signo y significante pone en primer plano la articulación significante. Miller indica: "Los significantes hablan a los significantes y hablan del sujeto. Mientras que los signos hablan a las consciencias"[9].

miércoles, 4 de abril de 2018

Necesidad, deseo y demanda en el grafo del deseo (4)

Ver la primera clase Necesidad, deseo y demanda en el grafo del deseo.
Ver la segunda clase Necesidad, deseo y demanda en el grafo del deseo.
Ver la tercera clase de Necesidad, deseo y demanda en el grafo del deseo.

En el grafo, Lacan propone localizar al sujeto en su relación con el significante. Para que se comprenda, Lacan divide al grafo del deseo en 4 grafos distintos. El texto de la subversión del sujeto, que es muy confuso y difícil, lo que Lacan trata de subvertir es al sujeto de la teoría del conocimiento. En la relación entre el sujeto y el objeto, había una complementariedad. estaban dados, no había una confusión. Se planteaba una relación de acomodamiento o acomodación entre sujeto y objeto y esto es lo que va a subvertir Lacan, al sujeto de la teoría clásica, que era un sujeto cerrado, que podía acoplarse al objeto.


Lacan también subvierte el signo lingüístico de Saussure. El signo de Saussure era una unidad psíquica compuesta de 2 caras, donde el significado (s) estaba arriba de la barra y el significante (S) abajo. La barra vincula al significante con el significado.
Tienen una relación de biunicidad recíproca entre uno y otro. Saussure dice que la lengua es algo convencional, arbitrario. Dice que el signo es arbitrario, pero lo que implica que a un significante le corresponde un significado. El significado sería el concepto y el significante es la huella de la imagen acústica. Hay ideas, sonidos y correspondencia entre ellos: a un significante le corresponde un significado. Hay una unidad en ellos, por eso Saussure los encierra con una elipse. Hay una relación de correspondencia y junto a otros signos componen la lengua. Estos signos, se relacionan por oposición y diferencia. Por ejemplo, el día es día porque hay un significante noche.


Lacan va a destruir el signo lingüístico de Saussure, junto al sujeto de la psicología clásica y de la teoría del conocimiento:
La barra en Lacan implica resistencia. Esto es muy importante, porque esto es lo que tiene que ver con la barra que encontramos en $ (sujeto barrado) o en Ⱥ (Otro barrado). Es la barra que sería el falo, ɸ, que es el símbolo que marca la falta del significante en el Otro.


Lacan invierte el lugar del significado y el significante para marcar que el significante tiene primacía sobre el significado y que en realidad son 2 estamentos distintos que no tienen correspondencia, sino que el significante y el significado se da en la articulación significante y así se producen los efectos de significado. Por eso va a decir que un sujeto es lo que representa un significante para otro significante. Esto sería, en la cadena significante, la cadena mínima.

S1                                S2


$


Lacan va a hablar en el grafo I, de un sujeto mítico de la necesidad (Δ). Está la línea del significante (S - S’), que es la diacronía. Es donde se produce la metáfora, la metonimia. Es lo que nosotros escuchamos y leemos cuando el paciente viene y nos habla. La línea diacrónica del significante se cruza con otra línea, que tiene que ver con la intencionalidad del sujeto cuando se quiere ir hacia la búsqueda del objeto.
El sujeto mítico de la necesidad (Δ) tiene la intencionalidad de encontrar el objeto con el objeto y en su lugar se encuentra con el código ©. En este primer grafo, Lacan se está remitiendo a términos de la lingüística. El código va a puntuar y va a hacer de obstáculo a este encuentro del sujeto con el objeto. El código es el lugar de todos los signos de una lengua, en este momento. Luego vamos a ver que no, pero en este momento pensemos que están todos y esta es la manera como nos entendemos. Si dicen un chiste y no pertenecemos a la misma comunidad, no lo entendemos. Es necesario que compartamos el mismo código. Cuando el sujeto se encuentra con el código, la necesidad se transforma en demanda. La demanda es un pedido. ¿Pero quién va a significar lo que el sujeto quiere? Pensemos en un bebé que grita. Hay un otro que va a tener que decodificar lo que el bebé necesita, lo que quiere y va a tener que darle un significado a ese grito. Ese grito, entonces, se transforma en un llamado y va a definir qué es lo que quiere ese chico: tiene hambre, tiene frío, etc. Entonces, así se produce el mensaje (M). Pero como el bebé no está metido en el sistema de signos, en realidad, vuelve otra vez al código para que sea sancionado. Es retroactivo. Sacamos código y ponemos Otro (A), porque el Otro no está compuesto por todos los significantes de la lengua, sino que le faltan significantes. En lugar de mensaje, ponemos significado del Otro [ s(A) ].


Entonces, el sujeto se encuentra con el Otro, que va a estar encarnado como un sujeto como el lugar y el tesoro de los significantes y el sujeto va a constituir su mensaje en s(A). Pero como los significantes están en el Otro, su significación también viene del Otro. Para que el mensaje se produzca, el sujeto necesita de esta función del Otro. Si no hay sanción del Otro, no se produce el mensaje. Entonces, Lacan va a apelar a lo que es el punto de capitón o de almohadillado, para decir que ocurre lo mismo cuando se produce la puntuación en un sistema de comunicación, que en realidad es fallido, pero va a decir que se produce algo así como el modelo del punto de capitón, porque hay un entrecruzamiento de los hilos que cuando se produce una tensión de los hilos, la superficie se acomoda a esa tensión. Eso sería la puntuación en el mensaje que el Otro da. Esto lo veíamos la vez pasada con la frase “Ay, así yo no puedo seguir viviendo”. Si puntuamos en “Ay, así yo no puedo”, la parte “seguir viviendo” cae por fuera. Esto es lo que ocurre cuando nosotros puntuamos en análisis. Puntuamos lo que el sujeto dice para darle un significado diferente. El significado, entonces, se lo da el Otro en su sanción y en su puntuación. La puntuación tiene que ver con la metonimia de lo que va diciendo, pero que quizá puede llegar a producir una metáfora, porque con esto vamos a introducir al segundo piso del grafo.


El sujeto se va a preguntar qué queremos decir con lo que estamos diciendo. El resultado de la operación es el sujeto dividido ($), porque el Otro al sancionar un sentido, no lo puede decir todo. Entonces esto produce que surja la falta en el Otro. Al surgir la falta en el Otro, surge la pregunta del sujeto por esa falta y por ende, el sujeto dividido entre un significante y otro significante que lo representa.  Porque en realidad antes de ir a pedirle algo al Otro, el Otro no puede satisfacer a la demanda. Acuérdense que del objeto perdido de la necesidad, lo que surge es la demanda, que se articula en significantes. Pero hay un resto que la demanda no puede articular, que es el objeto a que cae. Es el objeto perdido aún antes de haberlo hallado, porque está perdido por el lenguaje. No existe la posibilidad de que el lenguaje abarque una significación completa. Ese objeto a que cae, va a ser causa del deseo. Ese objeto a cae de la posibilidad de estar completo, por eso es la causa del deseo y de esta mentira al Otro, que es al Otro tesoro de los significantes, porque no existe ese Otro completo, ese código. Ahí tenemos la diferencia entre lo que es el objeto causa de deseo y el objeto del deseo del fantasma que después vamos a ver.


Tiene que haber una falta en el Otro para que el deseo aparezca. Por eso, si en el Otro no aparece la falta, tenemos el autismo, por ejemplo. Puede ser que el Otro sea un neurótico, pero que para ese chico a ese Otro no le falta. Ahí no se va a encontrar con la falta en el Otro, entonces no aparece el deseo y ahí no se va a poder constituir el deseo dividido. Todo le va a hacer signo, porque no cae el objeto a. Ese objeto viene del Otro, tesoro de los significantes.


Luego Lacan cambia el lugar del sujeto en el grafo:
Dice que el sujeto ya está dividido. Pone ciertas líneas quebradas, que significa que se trata del significante, que son elementos discretos. Un significante remite a otro y son discretos hay S1, S2, etc. Entonces, el sujeto ya está dividido desde que nace. En realidad no porque no hay inconsciente, pero el objeto de la necesidad ya lo perdió por el hecho de haber nacido. Por eso en el significante ya pone esta línea del sujeto en el encuentro con el otro como cortada, un trazo quebrado. En cambio, el trazo pleno marca una unidad de sentido. Se produce un mensaje y hay una unidad de sentido. Hay una cierta estatización de la significación y tiene que ver con el yo, ya lo vamos a ver. De S a s(A) también hay una línea quebrada porque son significantes.


Al final del recorrido del grafo nos vamos a encontrar con los ideales. Lacan va a poner al ideal del yo I(A). Los ideales van a estabilizar la significación del sujeto. I(A) es una marca del sujeto, porque el lenguaje y por la omnipotencia del Otro. Es un emblema, un rasgo de esa omnipotencia. Esa marca estabiliza al sujeto en la significación: “Soy...”. Cuando viene un sujeto a consulta, puede venir desde I(A). Dice “Soy…”, desde una identificación estabilizada y no desde el $, como se presenta más la histérica. En cambio lo del “Soy…” es más una presentación del obsesivo. El resultado del recorrido hacia I(A) es la estabilización. Cuando hablamos con una persona, generalmente nos encontramos con que están estables en sus significaciones. Esto viene como una marca que le da una cierta identificación simbólica a un rasgo del Otro que tomó. Al tomar un rasgo del Otro e identificarse con ese rasgo, el sujeto no se identifica con la falta, sino con un rasgo que es más del ser. El Otro aparece sin barrar, porque el neurótico no quiere saber nada con la castración del Otro, incluso sufriendo a costa de su propia castración. El sujeto prefiere ser él mismo el que no puede, el que le cuesta y no al Otro. Así aparecen los Otros malísimos, o super bondadosos. Cuando el neurótico se queja, habla de un Otro sin agujeros, que lo castiga y es omnipotente. Este Otro tiene distintos nombres en la enseñanza de Lacan:
  • el Otro primordial, generalmente la madre o quien haga esa función,
  • el Otro de la interdicción,
  • el Otro del otro sexo, tanto para el hombre como la mujer. El Otro como hétero, que es el Otro. Por eso tenemos el enigma de la femineidad, que es el Otro del otro sexo, tanto para el hombre como para la mujer. La sexualidad es una posición.


En el grafo II, va a mantener la estructura, pero se va a referir a las formaciones del inconsciente para luego referirse al grafo III, que es el segundo piso.
Acá estamos en el primer piso. β’ va a ser el moi y β (objeto metonímico) posteriormente va a ser i(a). El circuito del discurso corriente. De A parten los significantes de un sujeto que se ubica en el lugar del que habla (yo) que hablo de un objeto y armo un mensaje sobre un objeto. Ese mensaje luego es sancionado por el Otro. Esta es la comunicación y el discurso corriente. Yo hablo de tal cosa con otra persona. Es un mensaje para el Otro y el Otro sanciona. Se trata de la palabra vacía, porque en este punto lacan habla de palabra plena y palabra vacía. La palabra plena tiene que ver con algo de la verdad que pudiera asomar, si bien no se alcanza. Es un yo que habla de un objeto (que después va a ser i(a), que es la imagen del objeto velado, del objeto que satisface al yo, al moi). El yo (je, que indica el sujeto que habla en el discurso), habla de un objeto al Otro.


Lacan se refiere al ejemplo del chiste que habla en el seminario V de formaciones del inconsciente. De hecho, este grafo está en el seminario V y el anterior está en El deseo y su interpretación del seminario VI. En el seminario V y VI y en los escritos es donde despliega el grafo. El V es formaciones del inconsciente y el VI es el deseo y su interpretación.


Pregunta: Todos los pisos y las modificaciones que Lacan fue haciendo, ¿siempre es con la intención de ubicar al sujeto en relación con el significante?
Al sujeto en relación con el significante y además a ubicar al inconsciente como estructurado como un lenguaje. Porque en el segundo piso vamos a hablar del inconsciente y el deseo. Porque en realidad el sujeto con relación al significante es que ese significante lo representa para otro. O sea que está dividido. Lacan dice que no hay correspondencia entre significado y significante, que en realidad hay articulación entre significantes y que nunca se abarca el sentido de forma completa. No hay un significante que le diga al sujeto quién es, qué es para el Otro, que tiene que hacer...  Hay una estrategia por la cual el sujeto se sirve para poder responder a estas preguntas: el fantasma. Del lado derecho del grafo tenemos las preguntas. Y del lado izquierdo están las respuestas.


Lacan se sirve del chiste de famillonario. Famillonario no es una palabra que está en el código, entonces Lacan intenta explicar mediante este grafo es la interferencia de un lapsus. Va a decir que el yo va a hablar de un objeto. El objeto podría ser “me trató familiarmente”, pero en realidad el objeto, que siempre es metonímico, se encuentra que en lugar de familiar, lo trató famillonariamente. Esto es sancionado por el Otro. Por homofonía se produce el chiste. Se trata de una condensación de familiar y millonario. Esto es la metáfora, que es la sustitución de un significante (familiar) por otro significante (famillonariamente). Pero es necesario de la metonimia para que se produzca la metáfora. Lacan dice que la metonimia es condición de la metáfora, como Freud decía que el desplazamiento es en la condensación en el resultado. No existe la metáfora si no es a partir de la cadena de significantes que es metonímica. Entonces esto nos introduce a la dimensión del inconsciente, porque “famillonario”, es una metáfora fallida. Para que no lo fuera, tendría que haber dicho “Me trató millonariamente”. Es fallida porque está la palabra familiar, que es lo que está reprimido. En realidad, lo que no muestra es que lo que realmente está reprimido, el significante reprimido, que es lo que está atrayendo en la represión secundaria, es el significante reprimido que es “familiar”. Seguramente ese significante está en conexión con algo del Otro en este hombre que dice el chiste, con su inconsciente. ¿Y por qué con el Otro? Porque el inconsciente es el discurso del Otro. Se constituye desde el Otro a partir de la falta del Otro y en el Otro. Este “familiar” está en conexión con el inconsciente de Heine. Está reprimido.


Pregunta: No entendí por qué la metáfora es fallida, si es que agrega un plus de sentido.
La metáfora nunca es totalmente lograda, porque tendría que haber una represión completa del significante. Según Jacobson, el lenguaje tiene la función de la metáfora y la metonimia. La metáfora es un plus de significación porque la fórmula de la metáfora es esta:
La sustitución de un significante por otro es congruente con el traspasamiento de la barra, que da un plus de significación que es positivo.
Para la metonimia:
La función de un significante en combinación con otro significante es congruente con el no traspasamiento de la barra, con que la barra siga ahí. No produce nunca un nuevo sentido.


El caso de famillonario no está completamente reprimido y entendemos el chiste porque es famillonario. El significante no puede decirlo todo, pero en la metáfora se puede decir algo más de lo que se puede decir actualmente. Por eso es tan importante el síntoma en su dimensión metafórica. Lo que está diciendo es que ese significante reprimido es el significante de la falta en el Otro.
Ahora tenemos:
D es el piso del enunciado y D’ es el piso de la enunciación. Es decir, lo que se dice y lo que está más allá de lo dicho, el decir.


Cuando el sujeto mítico de la necesidad, que ya Lacan le pone $ porque preexiste al orden significante, se dirige a buscar un objeto, se encuentra con un Otro (A), con el tesoro de los significantes. Ahí el sujeto encuentra la falta en el Otro. Entonces, el sujeto se encuentra con el deseo del Otro (A⬨d). Lo que le falta al Otro es el deseo y el sujeto se va a preguntar por eso. Por eso está la pregunta “Chi vuoi?” o ¿Qué me quiere?.


El sujeto se encuentra con el deseo del Otro, de la cual Lacan va a decir que la implicación recíproca del deseo en el campo del Otro. El sujeto de la necesidad se encuentra con el significante, entonces se transforma la necesidad en demanda y siempre es un pedido de incondicionalidad al Otro. Se trata de una demanda de incondicionalidad que el sujeto le hace al Otro, que implica que el Otro no esté atravesado por ninguna ley. El sujeto pide incondicionalidad, como pasa en las relaciones humanas, pero en su lugar se encuentra con la condición absoluta del deseo. La incondicionalidad que el sujeto pide es la incondicionalidad del amor, porque siempre la demanda es demanda de amor, y se va a encontrar con que es imposible, más allá de los esmeros narcisísticos. El Otro, bajo la condición absoluta del deseo, se va a negar algo, digamos, alguna de las suyas va a hacer.


La demanda del primer piso (D) es una demanda consciente. Es pedirle algo al Otro: que lo mire, que lo lleve al cine… Esto se estabiliza en un significado, que puede estar en el ideal del yo [ I(A) ] o en yo ideal [ i(a) ], que se corresponde con el moi. El yo sería apropiarse, de alguna manera imaginaria, del deseo. Es como si el que deseara fuera el yo, pero en realidad el deseo es el deseo del Otro. El yo se apropia imaginariamente de la enunciación, como si el yo creyera que es autor de lo que dice, cuando en realidad es el discurso del Otro. ¿Pero quién habla en un lapsus? El Otro. El yo es una estructura imaginaria, es la proyección de la superficie corporal. Para este yo hay un objeto señuelo que lo satisface, que es la imagen del semejante. El yo se satisface con la imagen del semejante, que puede ser como semejante, otro yo, que también tiene las mismas características y se hacen de señuelo el uno al otro. Acá estamos al nivel de la imagen nada más, que en realidad viene del Otro, donde están los significantes. El mensaje que se produce en el discurso corriente tiene los significantes del Otro. En el grafo anterior vimos cómo el discurso corriente sufría la interferencia de un lapsus. Esto es lo que muestra que en realidad cuando uno habla, habla el Otro. Se muestra en el lapsus.


En el segundo piso, la demanda insiste. Es el piso del inconsciente, sin que la demanda pueda ser sancionada por un Otro. La intencionalidad de la demanda, sin que el sujeto pueda reconocer ninguna intencionalidad ahí. La insistencia de la demanda para la cual el sujeto no reconoce su interdicción es la repetición, el más allá del principio de placer. Está ahí en el grafo y es la pulsión ($⬨D). Se escribe como el significante del Otro tachado. Se encuentra en una implicación recíproca con la demanda. Es la demanda la que va a dividir al sujeto, pero esta demanda tiene la característica de herir los agujeros del cuerpo. Es una demanda que se produce en el cuerpo. Acuérdense que Freud hablaba de que era el Otro el que introducía al sujeto en la pulsión vía la erogenización del cuerpo. Ese cuerpo, esa superficie, no es solamente imaginaria, sino que se produce satisfacción y goce. Pero no ocurre en cualquier lado, sino en los agujeros del cuerpo. Pensemos en cómo introduce el Otro la pulsión escópica: por los agujeros. Le hace borde -los párpados- a la mirada. Porque en realidad el objeto es la mirada, pero el objeto tiene que estar perdido. Porque si el objeto mirada no está perdido, no podríamos ver. Veríamos que nos ven por todos lados, como en el terreno de las psicosis, donde los ojos nos miran por todos lados. Tiene que sustraerse el objeto a siempre del Otro para que se constituya la posibilidad de ver, para que vaya ahí un objeto mirada perdido, es decir, desde el deseo y no objeto causa, para que haya mirada. Que sea pacificadora. Hay miradas y miradas, por eso el sujeto puede gozar con que lo miren, o con hacerse mirar.


Lo mismo pasa con la pulsión invocante, que es la voz. Con la pulsión oral, con la anal. El Otro, porque el sujeto es prematuro, va a erogenizar al cuerpo. Van a haber pulsiones que van a primar sobre otras en relación a esa relación que tiene el sujeto con la demanda del Otro. Hay demandas de miradas y constituyen al objeto mirada con lo que goza el sujeto. Para que se constituya pacíficamente el sujeto, se tiene que producir lo que es la intrincación pulsional. La mirada se tiene que intrincar con la voz. La madre puede no solo mirar al chico, sino hablarle, acariciarlo, mientras que da el pecho. En cambio, si tenemos una madre que le da la teta y mira hacia otro lado y el pibe cuelga, o una madre que lo mira todo el tiempo y no hay ninguna voz pacificadora, eso termina siendo muy siniestro para el chico.


Decíamos que el sujeto mítico de la necesidad se dirigía hacia el objeto, se encuentra con el tesoro de los significantes (el Otro). Como no está completo, en el pedido de incondicionalidad al Otro, el sujeto se encuentra con la condición absoluta del deseo. El sujeto se hace una pregunta sobre lo que el Otro desea pasando, por supuesto, por la pulsión. Fíjense que hay una duplicación de los pisos inferior y superior y complementariedad. Por ejemplo:
  • El circuito con trazo pleno del discurso corriente, en la parte de arriba está con trazo quebrado.
  • Del lado izquierdo tenemos las respuestas del sujeto: tenemos al Otro, al moi, al deseo, la pulsión.
  • Del lado derecho: el significante de la falta en el Otro, el fantasma, el significado del Otro y el yo ideal y el ideal del yo.
  • El fantasma ($⬨a) está en relación directa con el deseo (A⬨d). Es lo que le hace marco al deseo.


Cuando el sujeto se encuentra con el deseo, le va a preguntar al Otro en relación a la falta y el Otro le contesta con una pregunta: ¿Qué quieres? (Chi voui?). Es el Otro que pregunta primero. El sujeto va y pide, y el Otro de la demanda le pregunta qué quiere. Eso lo vemos con los chicos, que quieren que el otro les diga lo que quieren. El Otro no sabe lo que el sujeto quiere, entonces ahí es cuando se encuentra con el significante de la falta en el Otro S(Ⱥ). En realidad, es una respuesta, porque la respuesta es una pregunta que va a permitir que el sujeto se pregunte por qué me quiere ese Otro. ¿Qué me quiere a mi ese Otro que me pregunta a mí lo que quiero, si tiene que tener todas las respuestas?


La respuesta ante el deseo del Otro, que es lo que angustia, es el fantasma. Esta es una de las respuestas: tenemos al fantasma, el significado del Otro, el yo ideal y tenemos el ideal del yo. Esas son respuestas que van a dar una respuesta a lo que el Otro desea de uno. O es por la vía de una identificación a un ideal con un rasgo a un significante del Otro, o vía el fantasma. El fantasma está en el piso de lo no dicho, en la enunciación. Cuando el sujeto habla, habla de lo que quiere pero lo que quiere decir está en el vínculo fantasmático con el Otro. La pulsión tiene relación con el fantasma, en el sentido de que Freud habló de las voces gramaticales de la pulsión en su circuito. La pulsión tiene un recorrido y una meta. El trayecto, es el trayecto que va a hacer la pulsión alrededor del objeto, siempre en relación a los bordes del cuerpo. El objeto está perdido, por lo cual no va a ir al objeto, sino a los bordes del cuerpo y retorna siempre a la fuente. Por eso hablaba de los labios que se besaban a sí mismos, el retorno a la fuente. Freud decía que la pulsión siempre es activa, cuando en “Pegan a un niño” teníamos las voces gramaticales de la pulsión:


Voz activa
Pegar.
Oir
Voz refleja
Pegarse
Oírse
Vos pasiva
Ser pegado
ser oído


Lacan va a decir, acerca de la voz pasiva, “hacerse oír”, o “hacerse ver”, porque dice que siempre la pulsión siempre es activa. Las dos primeras formas son activas, pero lo que sería pasivo -ser oído-, en realidad es hacerse oír. Cuando la pulsión hace el cierre en el circuito pulsional, hay en el hacerse, según Lacan, hay un nuevo sujeto. En la primera y segunda voz (oir y oírse) no hay sujeto, es autoerótico. En la tercera voz hay un Otro, que aparece en el “ser oído”. Ahí está la cuestión del fantasma, donde Lacan va a decir “hacerse oir”, porque ahí aparece la relación del sujeto con el Otro. deja de ser autoerótica y pasa a intervenir la relación del sujeto con el Otro. Para que se produzca el fantasma, es necesario que la pulsión haga todo el recorrido alrededor del objeto. Luego lo veremos en un caso.


Hay sujetos que se presentan en el consultorio “haciéndose”. Esto sería el síntoma para lacan, porque lo que se trata es que está duplicado el moi, que sería la duplicación imaginaria del deseo (porque no es el sujeto el que desea, sino que desea el Otro). En el piso inferior está el moi y en el piso superior está el deseo. En el piso inferior está la imagen del objeto, señuelo del yo y en el piso superior está realmente la implicación del sujeto con el verdadero objeto del deseo, que es el verdadero objeto causa del deseo, que está perdido. En el primer piso estamos a nivel de lo imaginario (determinado por el plano simbólico) y en el segundo piso estamos en los 3 planos anudados: sujeto simbólico, imaginario y real.


Cuando nosotros recibimos a un consultante, vamos a recibir a veces a un sujeto que viene identificado a un determinado rasgo del Otro. A uno le dicen que es un rasgo igual al padre, igual a la madre… Uno escucha esto en relación a las identificaciones. También hay sujetos muy armados en el yo ideal, en la identificación a algo del orden de lo imaginario: mujeres arregladitas, cuestiones de la moda, que le da cierta prestancia imaginaria que les da una estabilidad en relación a su identidad de esa palabra con relación a su yo. Es como cuando se va a una entrevista de trabajo, eso tiene que ver más con el yo ideal.


Del lado izquierdo, tenemos el significado del Otro (1° piso) y el significante de la falta en el Otro (2° piso). El significado del Otro va a metaforizar ese significante reprimido, que es el síntoma. El síntoma lo que hace es sustituir un significante por otro significante, sería el síntoma como metáfora, pero no nos olvidemos que en el síntoma el sujeto se satisface. En la conferencia 17 Freud habla del síntoma como metáfora y en la 23, del síntoma como satisfacción pulsional. Fíjense en el grafo cómo se duplica, pero las líneas aparecen cortadas en el piso de arriba y unida en el piso de abajo.


Caso clínico:
Claudia (22 años) es psicóloga y como se interesaba por la clínica, le resultaba según ella necesario hacer un análisis y pasar por la experiencia del inconsciente. No hay un cuestionamiento del deseo, ella dice que no le pasaba nada. Desde su ciudad natal se vino a Buenos Aires a estudiar. Vive sola en un departamento que alquila y paga su padre, quien corre con todos sus gastos. Inclusive, él paga el tratamiento. Refiere no tener mucho de qué hablar, dado que “no tenía ningún problema con su familia”. La presentaba como una familia ejemplar. Del padre dice que es muy recto, trabajador y se ocupaba mucho de sus hijos. Tenía una empresa de seguridad y maestranza en la que también trabajaba su madre. De la relación de ellos comentaba que se llevaban muy bien. Su hermano estudia en otro lugar y otro hermano menor vivía con sus padres. Concluye esa primera entrevista diciendo que eso de no tener problemas, terminaba siendo un problema para ella, porque no tiene nada que hablar con sus amigas. Ella solo escucha lo que sus amigas dicen de sus problemas.


Ella viene y está en el piso de abajo. Por preguntas que yo le hago, la llevo a que ella termine diciendo que esto de no tener problemas termina siendo un problema para ella. Ahí surge el sujeto dividido, porque ella está entre 2 significantes. Eso que ella enuncia que no es un problema, termina siendo un problema. Ya en la primera entrevista sale dividida, que es a donde uno tiene que apuntar. No siempre sale en la primera entrevista. A veces, también vienen muy divididos y hay que des-dividir un poco.


Ella dice también “solo escucho lo que ellas cuentan”. Ahí está la posición subjetiva. Ahí leemos, aunque ella no lo sabe, que ante el Otro, ella escucha. Podemos pensar “yo escucho”. Estaríamos en un trayecto de la pulsión, la voz activa.


Refiere estar de novia desde hace 5 años y de este chico, va articulando una queja. Ella dice que él es muy bueno, pero que no la tiene en cuenta para el sexo. O sea, si es una queja, estamos hablando de una demanda que le hace al Otro. Es una demanda consciente, del primer piso. Dice que cuando discuten, la asusta su propia violencia. Ella le pega y termina echándolo, después de lo cual ella termina comiendo sola un paquete de galletitas sin poder parar. Es una secuencia que se repite. Encontramos la demanda consciente articulada en significantes, pero con algo del orden de la repetición que insiste en otro lugar de la cadena, que es en la enunciación (piso superior), porque estamos hablando de lo pulsional. Esto parece dar cuenta de la insistencia pulsional incoercible, iniciando el tour alrededor del objeto oral que satisface en su recorrido en el acto de comer. Esto lo vemos en un recorte chiquitito, porque además ella habla del yo, de lo que era el novio para ella, etc. También habla del fantasma, de la relación del sujeto con el objeto que está en el Otro…


En relación al ideal del yo, ella ocupaba un rasgo de ser tomada como la chica estudiosa, la que hacía todo bien, la que no llevaba ningún problema a la familia. Tenía este rasgo del Otro que había tomado que la nombraba de una determinada manera a la cual se identificaba y la estabilizaba en su significado siendo que con 22 años ya se había recibido de psicóloga.

En el desarrollo del análisis, comienza saliendo con un chico en forma paralela, de quien dice que le gustaba mucho. Relata una escena en la que termina haciéndole una felatio de parada. Se lo come, dice ella. Este hecho la consterna y se pregunta por qué.


Ella habla de 2 objetos: el objeto oral y la pulsión invocante, pero esto tendría que trabajarlo mejor. Claudia escucha: escucha en un empuje constante la voz de su madre que le cuenta acerca de su padre, que no la tiene en cuenta para el sexo y de que ella quiere saber cosas del padre, pero no le pregunta porque ella piensa que no le va a creer al padre. La madre dice que el padre es un mentiroso. A esta madre no le falta nada para esta chica. Y siendo mentiroso, al padre tampoco le falta nada porque el que miente tiene a la verdad de su lado. En ella, el Otro está sin barrar. Le pregunto por qué sí le cree a su mamá, intervención que le causa sorpresa y abre la puerta a la instalación de un síntoma analítico de su primera ubicación: la que no tiene nada que hablar pasa a la que no puede dejar de escuchar. Ella no puede dejar de escuchar a la madre, que le cuenta todo esto del padre. esto introduce la cuestión de la falta en el Otro. ¿Qué le pasa a la madre que le habla todo el tiempo de esto a ella? ¿Qué me quiere?, empieza a preguntarse por el lugar que ocupa ella en el deseo de la madre. ¿Por qué le habla a ella todo el tiempo, si tiene 2 hijos más?


Claudia escucha y se reserva para sí comer galletitas. Acá hay que ver cómo ella podría reservarse un espacio para el deseo, porque está muy tomada por el deseo del Otro, así que hay que ver cómo ella con esto de comer las galletitas se está reservando un espacio para su propio deseo. Obviamente acá se juega la pulsión, pero se anuda pulsión con deseo. Cuando Claudia escucha, es comida por su madre, que le come las palabras. Con el tratamiento, va dejando de escuchar y comienza a escucharse. Sin embargo, se queja de que no puede hablar con nadie de lo que le pasa, excepto conmigo. Le da vergüenza. No habla con sus amigas ni se puede hacer escuchar. Ahí está lo que le pasa a ella con este objeto que es la voz.


Claudia relata un episodio donde el hermano viene lastimado de una salida. Ella se pregunta si fue violado, o si fue algo consentido y si su hermano es homosexual. Se confirma la homosexualidad del hermano y la sífilis. El padre lleva a su hijo a tratarlo a una ciudad cercana para que nadie se entere. Aparecen denuncias de que el padre participó el proceso militar. Liquidaba gente. Esto la avergüenza, pero el padre dice que esto no era así. Su padre comienza a ausentarse de su casa; la madre se deprime. Él comienza una relación con una empleada de su empresa, la que queda embarazada. Ahí Claudia se siente engañada. Claudia comienza a poder hablar con sus amigas. Es importante para ella que pueda aparecer la falta en el Otro (tanto en la madre como en el padre) para que ella pueda preguntarse por el lugar que ella tiene para la madre o el padre, en el Otro, para que ella pueda empezar a desear y a hacerse escuchar. Salir de lo endogámico hacia lo exogámico.


Se separa de su novio, logra comenzar a hablar con sus amigas, comienza a salir con chicos. Su problema es no poder tener relaciones sexuales. Conoce a un chico que le gusta y dice que está para comérselo, pero posterga el encuentro sexual y solo le hace sexo oral. Los padres se juntan y se separan contínuamente, Claudia ya no viaja hacia esa ciudad. Lleva a su ciudad a una amiga que habla mucho para que la madre no le hable. La lleva como un señuelo para que ella sea la que hable y Claudia no tenga que escuchar a su madre. Refiere que con el novio comienza a tener relaciones sexuales y comienza a disfrutar. Dice que se hace comer a besos y esto le abre la vía del deseo. Dice que la calienta.


Fíjense cómo está articulado esta cuestión de la pulsión al fantasma. Cómo ella puede, en esto de comer y no poder parar, comer galletitas o comer penes, y pas a a poder hacerse comer por el Otro. Es como que la pulsión cierra el circuito y aparece algo más pacificador, la posibilidad de hacer un cierto marco que hace a la cuestión fantasmática, en este caso con el objeto oral. Acá habría que analizar el objeto voz, que no está analizado. Esto es lo que hacemos nosotros en un análisis, para que el sujeto pueda desear. A veces nosotros recibimos a sujetos que no tienen la posibilidad de calentarse por un hombre, una mujer… De desear al Otro y que la sexualidad deje de ser tan autoerótica. Que pueda pasar a anudarse el deseo, el amor y el goce, que es lo pulsional. Muchas veces esto viene desunido: aman, pero no tienen deseo por esa persona. O tienen deseo por esa persona, pero no se le para. O tiene deseo, pero no llega al orgasmo.


Se tiene que anudar el amor, el deseo y la sexualidad en todos los casos. Fíjense que para que se anude el amor al deseo y a la pulsión, se tiene que dar todo esto. El amor es esta cuestión de la demanda, este pedido de incondicionalidad al Otro que se le hace. ¿Y qué pasa cuando el sujeto se encuentra con el deseo del Otro? Ahí el sujeto va a responder con su fantasma. Esto el sujeto no lo sabe, y tampoco sabe que está actuando otra demanda que es inconsciente, que es el objeto con el que goza y se satisface la pulsión. En realidad, en la articulación significante, que sería la cuestión de la demanda, lo que estaría apaciguando la demanda es el principio del placer. Lo pulsional sería más allá del principio del placer. De la cuestión decanta el deseo anudado a la pulsión vía el significante. No se puede satisfacer totalmente la pulsión, pero algo se satisface en el hablar. La articulación significante sería el principio del placer que va haciendo desplazar el deseo, de significante a significante en la demanda.


El deseo se va desplazando vía el objeto metonímico que se van desplazando en el acto de hablar. Por eso es que la palabra es apaciguante: viene un sujeto “puro acto”, donde viene con una satisfacción pulsional muy complicada. ¿Por qué se apacigua cuando puede hablar? Porque ahí, en esa articulación significante, algo de la pulsión se descarga. Ese es el principio de placer, que lo que puede hacer es acotar la deriva pulsional que se satisface en la pulsión. La pulsión en realidad es acéfala, tiene que encontrar un objeto que sería el objeto del fantasma. tenemos el objeto causa del deseo y el objeto del fantasma. En el objeto del fantasma, la pulsión se satisface. Pero es como si vía el señuelo encontramos un objeto que sería el objeto para la pulsión, pero que en realidad no es el objeto perdido. Es el objeto que va en lugar del objeto causa.


Tenemos:
GRAFICO.
El objeto causa va por delante del objeto dividido y el objeto del deseo, que está atrás. Esto es el fantasma y esto es el objeto causa del deseo.
Supongamos que nosotros tuviéramos un sujeto del goce mítico, que no existe. Sería un sujeto que estuviera antes de su relación con el significante, que es imposible, pero supongamos. Lacan va a hacer la división en el seminario de la angustia. Si nosotros decimos 8:4=2, decimos cuántas veces 4 entra en 8. Entra 2 veces. Lacan se pregunta cuántas veces el sujeto entra en A. O el significante en A:
No entra, entra infinitas veces. No puede entrar el significante en A, porque siempre va a haber algo que se va a escapar. El sujeto podría entrar en A infinitas veces, porque no puedo abarcar a A. Por eso en el segundo piso pone Ⱥ. El resultado de la operación 8:2 da 4, pero lo que da A:S es la falta en el Otro, porque no entra. De esto se produce un resto que es a, que está en el Otro, causa del deseo. Y también está la fórmula el fantasma ($⬨a). Esto produce un sujeto dividido. La caída del Otro, que está atravesado por la barra, produce también la falta en el sujeto. El sujeto -o el significante- no puede entrar completamente en A porque a este Otro le falta un significante y al sujeto también, por eso es lo que representa un significante para otro significante.


La fórmula del fantasma está en el Otro, porque está en el inconsciente, que es el discurso del Otro. Y fíjense que S(Ⱥ) sería el significante de la falta en el Otro. Esto tiene que ver con el deseo y esto tiene que ver con la angustia. La angustia aparece cuando lo que falta es la falta, es decir, cuando se presentifica el a sin velar por la imagen o por el fantasma. Cuando se presentifica el a sin este velo que le hace de marco, resulta del orden de lo siniestro. Es como si apareciera la mirada ciega, por ejemplo, o la voz sin el velo o el marco fantasmático. Cuando la respuesta que se da el sujeto, ya sea vía la imagen, por la vía del ideal o por la vía del fantasma vacilan, el sujeto se queda totalmente desamparado ante el deseo del Otro, sin respuesta. Esto es lo que tiene la angustia.


Nosotros como analistas vamos a obturar la posibilidad de metaforizar el significante de la falta en el Otro. Y eso no se hace sin el pasaje por la angustia, porque en realidad esta chica, para poder decir “vengo porque me recibí y no tengo ningún problema”, donde todo era divino y ella era el ideal de los padres, de golpe se le arma un lío cuando aparece la falta en el Otro y cuando esto viene a ser cuestionado. El sujeto a veces viene armado y hay que desarmarlo y esto es imposible sin el pasaje por la angustia. Por supuesto, a veces cuando el paciente está muy angustiado por encontrarse sin este marco que le hace el fantasma, o sin ningún significado que lo tranquilice, es necesario volver a armar ahí para que la cosa no sea tan terrorífica ni horrorosa. Sino, no se puede trabajar porque el sujeto queda totalmente perplejo. El objeto está perdido, pero cuando se presentifica ese objeto perdido sin el velo y aparece como lo real (una mirada terrorífica, una voz del superyó que le ordena gozar permanentemente y no deja de decir injurias)... Aparecen sujetos que no pueden dormir, o no pueden dejar de consumir,porque hay una voz que golpea y dice “goza, goza, goza”. Ahí hay que tranquilizar, pero cuando vienen demasiado tranquilos, si quiere saber va a saber de la falta en el Otro.


Pregunta: A veces los chicos preguntan mucho por qué.
Es muy interesante, porque eso tiene que ver con la anorexia mental. Cuando el Otro se anticipa a la articulación de la demanda. Al pibe no le dan tiempo de preguntarse por qué. El Otro responde antes de que pueda preguntar el sujeto. El sujeto se sustrae, como en la anorexia donde no se come, acá el chico no pregunta ni quiere saber. El chico se sustrae de que el Otro se anticipe en la demanda y que justamente dice que el deseo es indestructible, hasta en el punto que se puede desear “nada”. Deseo de nada, de no saber. El niño le está pidiendo un lugar para su deseo, porque el Otro se anticipa a su demanda antes de ser sujeto. Lo que puede ocurrir es que en el intento de que al pibe no le falte nada, el pibe deje de preguntar para que el Otro le de espacio para su deseo y para su demanda. Pero las respuestas a todos los por qué no las va a encontrar nunca.

De esto hablamos siempre y cuando el chico sea el falo para el Otro, que se constituya en este objeto que le falta. Porque puede ser que no sea falo y que al Otro no le importe nada del pibe y que lo único que haga sea alimentarlo, sea alimentarlo, bañarlo, y decirle que haga una cosa y otra. En este caso no hay falta, el chico no le hace falta al Otro. Pero si le falta, se va a encontrar con esto. El pibe se va a tener que preguntar qué lo quiere el Otro. Porque si le falta, va a aparecer esta cuestión del deseo en el Otro.