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sábado, 19 de octubre de 2024

Las Neurosis Narcisisticas “El Fracaso de la Ternura”

El Inconsciente se origina en la Invalidez Infantil, un estado en el que el infante, por la falta de una palabra propia, tiene pocas oportunidades de generar pensamientos que puedan ser recordados conscientemente en el futuro. Sin embargo, todo lo que se inscribe en este período contribuye a la constitución del Inconsciente.

La Ternura Parental, según Fernando Ulloa, implica un acto de renuncia al apoderamiento del infante, reconociendo al niño como un sujeto único y diferente. Este acto se convierte en una instancia ética, y a través de la mediación de la ternura, se generan en el niño sentimientos de confianza y rechazo hacia lo que le perjudica.

El fracaso de la ternura parental puede darse tanto por exceso como por carencia. En el caso de un exceso, las figuras parentales se apoderan del sujeto infantil para satisfacer sus propias necesidades, lo que compromete la autonomía del niño y puede llevar a relaciones simbióticas que bordean la psicosis. En el caso de una carencia, el niño se enfrenta a un duelo difícil por la pérdida de algo que nunca ha tenido, lo que puede llevar a la creación de vínculos sustitutivos de carácter adictivo, como ocurre en las adicciones.

Cuando la ternura parental falla por exceso, el sujeto infantil queda atrapado en relaciones simbióticas que comprometen su autonomía. Si la ternura parental falla por carencia, el sujeto infantil tiende a organizar relaciones adictivas, en las que se cambia de objeto pero no de estilo relacional, como ocurre con un alcohólico que cambia de bebida pero no deja de beber.

La Ternura Parental es un pilar fundamental en la fundación de la Condición Humana, actuando en el tiempo de la invalidez infantil. Es el don necesario para sobrevivir, proporcionando el reconocimiento de que el infante es un otro único y diferente, hasta que alcance su autonomía futura.

jueves, 5 de septiembre de 2024

Las urgencias en nuestra época

La Urgencia en la Clínica: Un retrato de la época actual

En la actualidad, recibimos con frecuencia sujetos en “estado de Urgencia” a causa del desamparo, el abandono y las violencias de distinto orden–que, lamentablemente, son marcas distintivas de nuestra época-.

Hay un sufrimiento de base: ¿Cuál es?

Las presentaciones clínicas de la época actual –con mucha frecuencia- tienen como causa la falta de un lugar en donde el sujeto pueda alojarse. Fernando Ulloa conceptualizó y denominó a esta situación recién nombrada como “Cultura de la Mortificación”.

¿De qué se trata la “Cultura de la Mortificación”?

Con “Cultura de la Mortificación” Fernando Ulloa nombra, nomina al sufrimiento social contemporáneo el cual produce: un sujeto falto de fuerza, apagado, malhumorado, portador de un cansancio sostenido.

Otro daño de la Mortificación hecha Cultura:

Un daño de la Mortificación, que según F. Ulloa nombra a la subjetividad de nuestra época, produce en el sujeto –además de lo nombrado anteriormente- una creciente desaparición de la valentía, una disminución de la inteligencia y del deseo para la acción.

El dolor psíquico de la Mortificación

El sujeto, en esta época del desamparo social, se halla –como nos dice F. Ulloa- en una “encerrona trágica”: para vivir, trabajar, depende de alguien o de algo que lo maltrata o destrata, sin tener en cuenta su situación de invalidez.

¿Cómo puede el analista romper la “encerrona trágica”?

El analista, al decir de F. Ulloa, deberá oficiar de tercero que rompa la encerrona, ofreciendo como antídoto la Ternura, la hospitalidad del dispositivo. Mostrándole en acto la posibilidad de salida, cuando le abre las puertas de la confianza amiga que opone al “destrato” el “buen trato”.

La Ternura como artificio clínico. Es esencial, en los sufrimientos contemporáneos, que el analista haga uso de la Ternura como intervención clínica, en tanto ella produce una humanidad humanizadora. Esto permite que el sujeto pueda volver a confiar en su existencia y fundarse como sujeto ético para sí y para sus semejantes.

viernes, 1 de mayo de 2020

La degradación de la vida erótica en el varón


Es muy frecuente en la consulta de pacientes neuróticos el planteo de problemas de impotencia o dificultad en el acto sexual. En el marco de nuestra revisión de los ensayos de Freud sobre sexualidad, buscaremos algunas respuestas que nos guíen en la dirección de la cura.

En “La degradación de la vida erótica”, Freud nos plantea ejes que, pese a los cambios culturales y sociales que se han dado desde su publicación en 1912, son fundamentales para interrogar en el hombre la impotencia, la escisión amorosa, la degradación y la barrera del incesto. Lo inconsciente, recordemos, es atemporal.

Ubicamos la impotencia como la imposibilidad de llevar adelante el acto sexual, aunque antes o después los pacientes se muestren capaces de consumarlo. Los pacientes plantean que les pasa con una determinada mujer, no con todas.

Freud plantea en principio un proceso —no consciente— inhibitorio de ciertos complejos psíquicos. Sus razones son:
  • Una fijación incestuosa no superada a la madre o las hermanas.
  • Impresiones penosas accidentales de la actividad infantil.
  • Reducción de la libido dirigida a las mujeres.
Como en toda neurosis, esto produce una inhibición en la historia de la libido: sus dos corrientes —la tierna y la sensual—, cuya reunión asegura una conducta amorosa “plenamente normal”, en este caso no confluyen.

Retrocedamos un poco. La corriente tierna es la más antigua, y proviene de la primera infancia. La ternura de los padres y de personas que se encargan de la crianza del niño no está exenta de erotismo, y a lo largo de la infancia el niño va tomando un erotismo desviado de sus metas sexuales.

En la pubertad se añade la corriente sensual, que nunca deja de transitar el camino de las marcas del erotismo que han dejado la ternura de los padres, y de investir entonces con más intensidad los objetos de la elección infantil primaria.

Como se encuentra con la barrera del incesto, el púber pasa de esos objetos incestuosos a otros objetos ajenos a su familia sin dejar de llevar sus marcas. Así quedarán juntas la ternura y la sensualidad.

Nos dice Freud que este progreso en el desarrollo de la libido fracasa por dos factores: por un lado, la frustración o fracaso que implica la nueva elección; por el otro, la atracción ejercida por los objetos sexuales infantiles que deben abandonarse.

Si estos factores son lo bastante fuertes, se pone en marcha el mecanismo universal de la formación de neurosis.

La libido se pone en juego en las fantasías onanistas reforzadas por la prohibición del incesto: el progreso que fracasó en la realidad se consuma en la fantasía a través del onanismo.

Se tratará de impotencia absoluta si toda la sensualidad del sujeto está fijada en fantasías incestuosas.
En cambio, hablaremos de impotencia psíquica cuando la corriente tierna sea intensa y la sensual no haya desaparecido.

Bajo estas condiciones, hay mucha dificultad en la ejecución del acto (falta de erección, eyaculación precoz o demasiado retrasada) y produce entonces poca satisfacción.

Se trata de la escisión de la vida amorosa: ahí donde los sujetos aman, no desean y ahí donde desean, no aman.

Para protegerse de esta perturbación, el recurso que tiene el neurótico es una degradación psíquica del objeto sexual y la sobrestimación  reservada para el objeto incestuoso y sus sustitutos. Así es posible que la sensualidad pueda llevarse adelante.

Estos conceptos nos dan la pista para operar en la clínica. No se trata de ubicar con el paciente qué le pasa con su pareja o la mujer en la ocasión, ya que de ese modo apuntaríamos a la relación de objeto posfreudiana.

Freud nos ofrece una alternativa: el procesamiento del complejo de Edipo, el camino de la sexualidad infantil en el recorrido de un análisis para ubicar la mayor o menor distancia con los objetos incestuosos.

jueves, 25 de julio de 2019

Clínica del abuso sexual en la infancia y la adolescencia.

Lic. Susana Toporosi

¿Qué es el abuso sexual? El abuso sexual es la convocatoria a un niño, por parte de alguien por lo menos 5 años mayor que él, a participar en actividades sexuales que no puede comprender, para las que no está preparado su psiquismo por su nivel de constitución y a las cuales no puede otorgar su consentimiento desde una posición de sujeto, y que viola los tabúes sociales y legales de la sociedad. Las actividades sexuales pueden consistir en cualquier tipo de relación orogenital, genital o anal con el niño o un abuso sin contacto como el del exhibicionismo, voyeurismo o la utilización en la pornografía, la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes para la prostitución; incluye una amplia gama que varía desde la violación forzada hasta la sutil seducción.

La familia, sostenida a su vez por el Estado, debería garantizar, además de los cuidados materiales y afectivos, la no confusión entre sexos y generaciones; son los anclajes simbólicos imprescindibles para su inserción en la cultura. El abuso sexual es el resultado de la desmentida de la diferencia de generaciones, que lleva a que se produzcan relaciones sexuales entre padres e hijos.

¿Cuál es la diferencia entre abuso y juegos sexuales? La condición para el abuso es que haya sometimiento de un sujeto a otro y esto puede ocurrir aun entre niños de edad similar. Esto marcaría la diferencia entre abuso sexual y juegos sexuales. Para que haya juego debe existir el consentimiento de ambos sujetos. Cuando la diferencia de edad es de varios años, es difícil hablar de juego, ya que el niño puede asentir pero desde un luga de sometimiento. Para hablar de juego sexuales ambos niños deben estar de acuerdo en el juego. Se producen esporádicamente, y habitualmente ambos niños sienten culpa por su juego, que responde al deseo de exploración del propio cuerpo y del cuerpo del otro en busca de placer y por curiosidad experiencial. En el abuso, la satisfacción está en tener el poder de ejercer el dominio y el sometimiento del otro.