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domingo, 14 de noviembre de 2021

Las intervenciones del analista... ¡Con las redes sociales del paciente!

Parte de la subjetividad de nuestra época tiene que ver con cómo habitamos y nos manejamos en las redes. Lo que acontece en los  mensajes de Whatsapp y otras redes sociales tienen mucha presencia en los análisis. Estos sirven muchísimo para trabajar los fantasmas y las resistencias que el paciente tiene, sumado a la lectura de lo que el paciente hace sobre lo que ocurre del otro lado.


Freud, en Recuerdo, repetición y elaboración, hace al comienzo un pequeño recorrido histórico desde la hipnosis, su abandono para buscar el hecho reprimido para hacer consciente lo inconciente y dice que al día de hoy la técnica analítica implica seguir al paciente en la superficie psíquica, hacia dónde va. En esta tercera etapa ya no se busca perseguir al hecho reprimido, sino seguirlo en la superficie de su discurso, idea fuertemente tomada por Lacan posteriormente. La repetición hace que el sujeto, al preguntarse por lo que le pasa, por qué se choca con la misma piedra. A partir de ahí se busca el recuerdo.

El tema de la realidad cotidiana importa mucho en Freud. Él veía a sus pacientes todos los días, porque no quería perder la cotidianeidad de cómo se desarrollaban las cosas en la vida diaria del paciente. Lo que a nosotros nos importa es cómo el aparato psíquico lee esa realidad mediante su fantasma. En los ámbitos psicoanalíticos, no está bien visto que el analista vaya a la realidad material. Esto le ha valido severas críticas al psicoanálisis por parte de otras corrientes, porque así se están dejando por fuera realidades. Un paciente puede decir, por ejemplo, "soy buen padre" y concretamente no saber cuál es la comida favorita de su hijo ó siquiera por qué llora. El ideal del bien, del que Lacan habla todo un año, termina haciendo que muchas veces uno tome por obvio cuando alguien dice que es bueno en algo. Puede ser que el paciente se vea como buen padre ó madre, pero esa es la distinción entre el yo (je) y el yo (moi), lo que yo pienso de mí y lo que la estructura me hace posible pensar de mí.

Al analista le importa la realidad psíquica del paciente, pero lo simbólico no alcanza a cubrir lo real del paciente. No todo lo que el sujeto piensa de sí es tan definitivo. Lo real sobre un determinado hecho puede cambiar todo el relato. Es interesante, entonces, la distinción entre lo real y la realidad. Este último concepto tiene que ver con lo que el sujeto ve desde su fantasma. El das ding como lo real es lo más familiar, pero a la vez lo más ajeno que tenemos, por eso es un punto de siniestro de la madre. 

Trabajar con las comunicaciones del paciente nos permite ver aspectos que ellos no ven de sí mismos. Es una oportunidad de verse allí donde no se ven. El fantasma puede aparecer a través del texto y los comportamientos del paciente en la red. 

En el esquema L del seminario 2  de Lacan vemos que hay 4 elementos que se relacionan entre sí:
A esta altura del seminario de Lacan, no existe el concepto del Otro barrado, concepto que empieza a aparecer en el seminario 5. En este seminario, Lacan está trabajando la determinación que el símbolo tiene sobre la realidad imaginada. Recordemos que Lacan en el Seminario 1 ya había trabajado el esquema del florero invertido y la constitución de lo imaginario. Lo simbólico, dira Lacan, determina el modo en que nosotros vemos esa realidad. El ser humano no tiene un acceso directo a la realidad, sino que lo hace a partir de su fantasma. En el fantasma está, más adelante en la obra, tanto lo simbólico como lo real. 

En el esquema L, hay flechas salen del Otro (A). Una de ellas se dirige al sujeto (S), el sujeto sujetado al símbolo. Otra flecha sale y llega al yo "moi" (a), esa parte imaginaria del yo. En el camino del Otro al sujeto, vemos lo inconsciente. Ahora, esa flecha se cruza con el eje imaginario que une al yo (a) con el otro imaginario (a'). Eso que se interpone es el muro del lenguaje. La relación imaginaria invierte, retarda, interrumpe e impide que el sujeto tome contacto con la realidad. Es por eso que para estar cerca de la realidad del paciente hay que intervenir sobre las cuetiones que hacen a esa realidad, utilizándolas para ponerlo a trabajar y a disposición del análisis del fantasma.

Lo imaginario, en esta época, tiene una vertiente muy importante y que va a hacer que este registro determine, respecto a lo simbólico, la forma en que el sujeto lea la realidad. El trabajo que el analista haga sobre lo simbólico va a hacer que el sujeto lea a la realidad de otro modo. 

Lacan dice, por estos años (55-56), que la resistencia es del analista. Esto ocurre cuando el analista no se mete en determinados temas o no pregunta de lo otro. También Lacan dice que el psicoanálisis tiene que mirar de frente a lo real. En ese punto, lo real como das ding, como siniestro que aparece en la realidad del objeto material, es lo que hay que dilucidar. Se trata de un encastre entre lo real, lo simbólico e imaginario, que en la clínica se traduce en qué puntos lo imaginario hace de obstáculo, o en qué punto las marcas del discurso de Otro, o el fantasma en lo real hace que el sujeto vea allí algo que no está y que tiene que ver con él.

El aparato psíquico es defensivo, ¿pero es defensa frente a qué? La perspectiva de lo traumático del encuentro con la realidad es necesaria en el análisis, para que el sujeto funcione en distintos ámbitos como el amor y el trabajo.

domingo, 4 de julio de 2021

Marketing para psicólogos: ¿Sirven los portales Doctoralia, RedPsi, Psychology Today...?

En esta entrada vamos a hablar sobre ciertos portales de búsqueda de psicólogos, para ver sus ventajas y sus desventajas. 

Los portales como Doctoralia, Redpsi, Psychology Today, entre otros, crean directorios/listados de psicólogos por ubicaciones que después posiciona en Google y en los que incluye si te suscribís.

Entonces, si por ejemplo alguien busca "psicólogo en Buenos Aires" en Google, le aparecerá en las primera posicisiones de la búsqueda algo así:


El potencial paciente se meterá en estos listados y elegirá a su profesional en estos listados. Ahora, dependiendo de cuál sea el posicionamiento del profesional dentro del listado, tendrá más o menos chances de ser elegido. La mayoría de los psicólogos consultados dijeron que les suele traer uno o dos pacientes al mes

Ventajas👍

Para los profesionales que no tienen una página, este tipo de portales puede resultarles cómodo. Aparte, las páginas están hechas a la manera de una cartilla de obra social, así que le dará autoridad a quien se inscriba (aún se haya recibido ayer), pues aparecen lemas como "los mejores psicólogos" y demás. Por otra parte, estos portales cuentan con su propio programa de gestión de citas.

Desventajas👎

El tema es que resulta más caro inscribirse a estos portales que colocar la propia página por Google ads. Estos portales no enlazan páginas personales. La permanencia es peligrosa, ya que ellos dependen del SEO (Search Engine Optimization) y esto puede cambiar en cualquier momento. 

La autoridad de estos sitios se construye de manera cuestionable. Es decir, se han posicionado primeros en Google pagando y siendo enlazados por varios sitios de psicología. Esta práctica se llama linkbuilding. Incluso hay sitios, como Doctoralia, que te proponen gestionar tu usuario de Google My Business, para enlazarse a sí mismos y ganar en SEO. 

En conclusión, estos portales son una manera fácil y sencilla de tener una entrada regular de pacientes, pero que para nada considero suficiente. Lo ideal, para quien pueda, sería tener su propia web, administrar su propia publicidad ó posicionamiento orgánico, tema del que muchos psicólogos desconocen. 

sábado, 3 de julio de 2021

Las intervenciones del analista: ¿Encuadre presencial, virtual, telefónico?

A partir de la pandemia, proliferaron las consultas por la vía virtual, y los anaistas nos pusimos a atender por teléfono ó por videollamada. Muchos analistas que trabajaban de manera presencial (con diván o sentados) dieron por sentado el pasaje a lo virtual una vez que la pandemia irrumpió. Las dificultades no tardaron en llegar: algunos pacientes se quejaban, o no se podían presentificar para sus pacientes. También ocurrió que muchos pacientes no querían que se los viera. Lo cierto es que se puede trabajar con pacientes sin nunca haberse visto.

Incluso, una analista llegó a comunicarse por e-mail con sus pacientes, como quien escribe una carta. Recordemos que Diana Rabinovich decía que un análisis no es más que una carta de amor dedicada al Otro. Lo interesante es que en esa carta aparecen fallidos, formas de enunciar, etc.

El punto central es averiguar qué es lo que al paciente lo hace sentir más cómodo. Las videollamadas incomodan a algunis pacientes, por lo que pueden optar por el teléfono. ¿Por qué deberíamos nosotros repetir el modelo del consultorio? A veces, a partir de experiencias traumáticas, el cuerpo del Otro está comprometido con el cuerpo del sujeto: gritos, golpes, pánico u otras situaciones, por lo que prefieren no tener tanta cercanía corporal. Ciertas escenas de la infancia y la adolescencia hacen que el cuerpo del Otro se vuelva siniestro. Este es un límite que debemos escuchar, preguntándonos cómo hace esa persona para permitir que alguien se acerque. 

El teléfono puede funcionar como el diván, porque el paciente no ve a su analista. 

Otras intervenciones, en caso de gravedad, pueden tener que ver con aparecer por la pantalla o presencialmente, intervenciones que se ubican casi en lo real. El analista deja allí de ser solo una voz.

Un analista debería poder seguir a su paciente en lo que él pueda. Con un encuadre individual, la transferencia tomará características singulares con cada paciente. También hay situaciones que pueden requerir el pasaje de un espacio a otro. Por ejemplo, un paciente en duelo debería ser atendido por videollamada, para lograr la presencia del cuerpo, que hace de suplencia ante el agujero que se traga al sujeto. La voz y la mirada transmiten a su modo la pulsión de vida.

El resto del tratamiento es como siempre: corte y empalme y las maniobras del analista. De lo que se trata es de tomar el caso de alguien que nos consuta por su sufrimiento.

viernes, 23 de abril de 2021

El proceso de pericia psicológica on-line

A partir de la feria extraordinaria del Poder Judicial por la pandemia de Covid-19, nos preguntamos cómo se puede hacer una evaluación a psicológica a distancia, de manera on-line, en el contexto pericial.

Lo cierto es que las modificaciones a práctica pericial en lo que a tele-evaluación se refiere ha recibido críticas y elogios, con distintas posturas sobre el tema. Por ejemplo, Castex, Silva y Licitra opinan que "...han sido y deben seguir siendo un acto presencial y no virtual por motivos legales y de técnica pericial". Opinan que la tele-evaluación agregaría un considerable nivel de estrés , además que limita a los peritos de parte al ir en contra de las normas de rito.

Lo cierto es que la práctica también ha recibido voces a favor, relacionadas a las ecomendaciones en pandemia que hizo la Asociación Latinoamericana de Psicología Jurídica y Forense. Sobre la práctica fundada en presencialidad, propone recomendaciones transitorias que se ajusten a la necesidad actual, cumpliendo los estándares de cientificidad y lineamientos legales de cada país.

El marco normativo para explicar esta modalidad de tele-asistencia lo encontramos en la Resolución 1825 - E/2016, donde se creó la Dirección de Telesalud. Desde el año 2012 se empezó a trabajar desde el Estado Nacional en Cibersalud, con el fin de promover una política pública destinada a "mejorar la calidad de atención de la salud e igualar las condiciones del derecho universal de acceso a la salud de toda la población". En el año 2014, se desarrolló una estrategia de despliegue federal de tecnologías de la información y la comunicación que conforman los nodos de la red de telesalud. Desde la reglamentación, no solo hablamos de internet, sino que también la red telefónica.

Cuando el perito es auxiliar de la justicia, debe responder a los requerimientos del Juez. El perito judicial o el perito forense es un profesional dotado de conocimientos especializados y reconocidos a través de sus estudios superiores, que suministra información u opinión fundada a los tribunales de justicia sobre los puntos litigiosos que son materia de su dictamen. Ahora bien, no es obligación del perito tener conocimientos especializados y/ó reconocidos en informica y/o tecnología. Tampoco es obligación poseer los dispositivos y/o recursos necesarios para poder suministrar una información u opinión fundada.

La posibilidad de una pericia virtual no está contemplada en el Cócigo Procesal y sabemos que "lo que no figura en el Código no existe". Esto es algo que los consultores técnicos pueden tomar para impugnar la pericia, que beneficiará a uno u a otra parte.

¿Cómo determinar la viabilidad del proceso de pericia on-line?
Debemos pensar en los siguientes puntos:
- Capacidad para el uso de herramientas telemáticas.
- Recursos tecnológicos, dispositivos, conectividad, programas.
- El entorno, la privacidad.
- Las caracterpisticas del potencial evaluado: su edad, estado físico, nive de instrucción, etc.

Si resultara viable la realización de la pericia a distancia, se establecerán pautas y condiciones en que se llevará a cabo, debiendo firmar consentimiento informado.

Dichas pautas, tendrán en cuenta también la presencia de peritos de control, letrados, por ejemplo, restricciones en el uso del micrófono y cámara.

Deben establecerse las pautas de trabajo antes del inicio de la actividad pericial. Se deberá establecer claramente que deberá acreditar identidad , que la reunión no podrá ser  grabada, que deberá realizarse en un ambiente libre de interrupsiones el tiempo que dure la entrevista, que deberá silenciar los equipos de comunicación que no estén en uso exclusivo para la entrevista, uso de auriculares, plan de apoyo ante eventual interrupción de sesión, etc. Todo ello deberá constar en un consentimiento informado que deberá ser aportado al perito, previo al inicio de su labor.

Indicaciones para el uso de la videoconferencia
✔Utilizar aplicaciones de videoconferencia que hayan sido previamente exminadas y que cuenten con los parámetros de verificación, confidencialidad y seguridad correspondientes y necesarias para ser utilizadas con este fin.
✔Contar con cámaras y sistemas de audio de calidad profesional o de alto nivel y auriculares.
✔Poseer un software antivirus actualizado y un firewall instalado.
✔Conectividad confiable y velocidad adecuada.
✔En el caso de que se produxca un fallo tecnológico que interrumpa la sesión, el profesional debe contar con un pan de apoyo.
✔Establecer parámetros para evitar distractores, ya que el proceso de entrevista será virtual. Se debe: identificar que las necesidades fisiologicas estén resueltas para el momento de la entrevista, no consumir alimentos o bebidas durante el proceso de entrevista, no hacer uso del celular.
✔ Verificar la identidad.
✔ Consentimiento informado previamente.
✔ Entorno físico adecuado.
✔ Garantizar que la persona evaluada no obtenga ayuda por ningún medio (llamada telefónica o personal externo al proceso de evaluación), acceso previo a las preguntas.
✔ Iniciar la primera entrevista con una prueba que acredite el buen funcionamiento de sistemas y capacidad del peritado de utilizar el sistema adecuadamente, requisito fundamental para llevar adelante esta vía.

¿Qué técnicas utilizar?
La validez y confiabilidad de los instrumentos a utilizar, en situaciones de evaluación telemática no ha sido aún acreditada, excepto lo autoinventarios completados por el propio peritado en plataformas especializadas. Es por eso que deberá dejarse contacia que nos encontrams en una situación atípica y que los resultados podrían presentar algunas variaciones a las esperadas en condiciones normales, siendo esta dificultad algo inevitable en este contexto.

Las pruebas recomendadas por TEA para el área forense, que poseen evaluación on-line y por ende no requieren formato papel, contando casi todos con baremos locales, algunos son:

PAI, Inventario de Evaluación de la Personalidad: Baremos: España, Argentina, Chile, México.
LSB-50 Listado de Síntomas Breve: 50 síntomas. Eficiente en la valoración de las principales dimensiones psicopatológicas. Baremos disponibles: España, Latinoamerica, Argentina, Bolivia, Colombia, México, República Dominicana.
MMPI-2. El Inventanrio Multifásico de Personalidad es una de las herramientas más utilizadas para la evaluación de la personalidad y de la psicopatología en diversos contextos clínicos, médicos, forenses y de selección de personal.

En cuanto a técnicas más conocidas, disponemos de la entrevista semiológica, el Minimental (como reemplazo de Bender),  el test desiderativo, que es una técnica oral. Los cuestionarios de ansiedad o de depresión de Beck también pueden hacerse de manera oral.

En cuanto a las técnicas gráficas, sólo podremos evaluar pautas de contenido y no de forma (trazo, movimiento).

Los testimonios de cámara Gesell en menores de manera virtual están actualmente desaconsejados: se vulnera la confidencialidad, no se puede saber si el menor efectivamente es ese.

domingo, 14 de marzo de 2021

Hay silencios y silencios

(Mirada, voz y transferencia).

A propósito del apólogo de la mantis religiosa[1], la angustia o terror que siente el pobre hombre ante ella no sólo resulta de que los opacos ojos del bicho no le espejan la imagen de la máscara que tiene puesta y que nunca vio, dejándolo sin saber si será o no devorado. La mantis no sólo angustia por ser pura mirada que nada refleja sino también porque es sorda y muda. Es el impasse de una angustia sin posibilidad alguna de preguntas ni de respuestas, parálisis sin esperanza, ausencia absoluta de lenguaje.

El silencio puede operar primeramente no como voz faltante sino como mirada dada a ver, antes objeto que sentido ausente, antes poder hipnótico que casilla vacía a ser llenada por el analizante. Si el analista no escande en los dichos del paciente, sea con palabras o silencios, puede incluso contribuir a que éste se aleje más de las cuestiones del caso. De allí que el propósito de distinguirse del hipnotizador valiéndose del silencio puede sostener, a la inversa, una sugestión que se fortalece en el apoyo que pueden dar una mirada fija o una voz ausente.

Las funciones que la voz y la mirada tienen en la sugestión y en la hipnosis se diferencian y relacionan de modos no necesariamente complementarios. Cuando el analizante está en el diván la privación de la visión del analista no implica de suyo que su mirada no lo siga como representación de su superyó. Otra cosa es la privación de la voz. En lugar que a la mantis que no escucha y no habla, el analista se asemeja a la esfinge, monstruo de otra índole que sí escucha, que sí habla y que es de temer antes que angustiante. Es de temer porque enfrenta a cada uno con la tarea de producir la respuesta verdadera al enigma ineludible, so pena de morir estrangulado. No es de extrañar, en consecuencia, que el ahogo de la angustia resulte ser la indicación más cierta para la ceguera (ceguera del pensamiento).

En nuestra época la web realiza la omnipresente mirada del Gran Hermano de Orwell. La subjetividad científica, “la que el científico que ejerce la ciencia comparte con el hombre de la civilización que la sostiene”[2]realiza en su extensión una mathesis universalis cibernética cuya herramienta capital hoy es internet[3]. La web, como la mantis, no es subjetividad, es el contenido silente escrito en la nube, real mantis religiosa que no da vida a los hombres sino que recibe la suya de ellos. Una mantis religiosa disfrazada, mirada que llega a todas partes sin ser vista por nadie, por eso no da miedo: es inercia que no asusta sino que, por el contrario, atrae, como la bella Biondetta en la que se transfigura el diablo en El diablo enamorado de Cazotte.

El inocente servicio que parece prestar internet, ¿guarda alguna homología con el que ofrece el psicoanálisis en el mercado global? ¿Puede el analista reconocerse en función ya no de angustiado sino de angustiante, hecho mantis religiosa no por sostener la disparidad subjetiva esencial al análisis de la transferencia sino por hacerse partícipe de un progresivo desvalor de la proximidad de los hablantes, del cual es un antecedente el prejuicio contra el verbalismo sobre el que Lacan alertaba?[4]

De las mantis que nada saben y que el analista puede llegar a sostener, de las miradas que no viendo nada todo lo abarcan como un panóptico híper moderno, nada queremos saber. Pero la novedad no es sostener horrores de los que nadie quiere saber, sino que esos horrores no están a la vista porque son imposibles de ver. La web en la nube no necesita velo, ella es a la vez la mirada y el velo. La función que cumplimos de animadores de este Golem se agrega a la lista de desconocimientos que el psicoanálisis ha leído entre los que hacen la esclavitud radical del hombre contemporáneo, que delira confundiendo su libertad con su servidumbre[5].

La web no habla, escribe. Se dice que el analista no habla, escande, corta. Pero, ¿ve dónde? La web no escucha, registra. El analista, si corta demasiado rápido tampoco escucha. Si “el inconsciente pide tiempo para revelarse”[6]es porque a la transferencia hay que esperarla. Este tiempo no puede ser corto, es largo por una razón similar a la que hace extremadamente difícil y complejo abandonar un dogma o adhesión (sea ciego o sólo algo miope) que no consista en reemplazarlo por otro. La paciencia ha de provenir del analista puesto que el corte de la sesión es una interpretación que no sólo calla al paciente impidiéndole continuar su verba, también calla al analista. Es momento de concluir, como se sabe, que acaba el tiempo para comprender, sin duda en primer lugar el del analista. Es el momento en el cual éste se llama a silencio, es su conclusión.

El análisis de la transferencia requiere indagar más sobre las funciones que tanto la mirada como la voz del analista adquieren para el analizante. Habrá que considerar también que no sólo el paciente sino también el analista es atrapable en la sugestión y la hipnosis. El psicoanálisis no es una práctica inteligente de la sugestión, no es un saber hacer con la sugestión sino su lectura e interpretación.
Notas.
[1] Cf. Lacan, S10, Paidós, p.14.
[2] Lacan, E2, Siglo XXI, p.550.
[3] Cf. Assange, J. (2013). Criptopunks: la libertad y el futuro de internet. Buenos Aires: Ed. Marea, 2013, passim.
[4] Lacan, E1, Siglo XXI, p.272.
[5] Cf. Lacan, “Acerca de la causalidad psíquica”. E1, Siglo XXI, p.179.
[6] Lacan, E1, Siglo XXI, p. 300.

Fuente: Courel Raul (2020) "Hay silencios y silencios"

viernes, 5 de febrero de 2021

Detectives en nombre del amor: ¿Qué es stalkear?


Por Lucas Vazquez Topssian

En el ámbito de las redes sociales se instaló, desde hace algunos pocos años, el uso del verbo stalkear, tomado del inglés stalk. La expresión es frecuentemente utilizada en el contexto de parejas -y en los incontables enredos que allí ocurren- para designar a la conducta de rastrear las actividades de una persona, generalmente por el ámbito de las redes sociales, sin ser detectado. Las coordenadas de una escena romántica, repentinamente se transforman en un policial. Así, encontramos casos de stalkeos por enamoramiento, pero también los hay por celos y sospechas. Hay además stalkeos a las ex parejas por amores no correspondidos o por situaciones que quedaron inconclusas. Hoy nos dedicaremos a este fenómeno tan actual y particular.

¿Qué significa stalkear? Básicamente significa espiar, pero en el sentido más persecutorio del término. El stalker rastrea, espía, vigila, invade, acosa a una persona y lo hace generalmente desde un lugar donde no puede ser visto, aclarando aquí que la posición del stalker no tiene nada que ver con la del voyeur.
Stalk en inglés significa acoso y también acecho. Los ingleses pueden llamar stalker a alguien particularmente insistente en querer convencer al otro de hacer algo, ir a tal lugar, etc. Además, existe otra acepción de stalk, que es acecho. El diccionario de Cambridge da un ejemplo: 
Have you ever stalked deer / been deer-stalking?
(¿Alguna vez has acechado a los ciervos / has estado acechando ciervos?) 

El acecho es es una acción frecuente en la caza y también aparece en la interacción biológica de depredación entre animales. El cazador acecha moviéndose gradualmente lo más cerca posible de la presa, tratando de permanecer escondido. También ubicamos la conducta de acecho en algunos animales. Ni bien un perro focaliza su atención en algo que pudiera poder cazar, jugar, o poder perseguir, adopta ciertas conductas de acecho: fijan su mirada en el estímulo sin pestañear; orientan sus oídos hacia el lugar de observación, y echan su cabeza completamente hacia delante, utilizando todos sus sentidos para no perder ningún detalle. Por otro lado, un perro en acecho cierra la boca, no sea que ningún jadeo pudiera alertar sobre su presencia.

El stalkeo también está muy relacionado con la actual proliferación de las tecnologías de información y comunicación. El stalker analiza cada foto, texto y video que su objetivo comparte; utiliza la georreferenciación de los celulares para averiguar los lugares que frecuenta, averigua cuáles son sus relaciones y sus contactos (incluso puede acercarse a ellos), la aborda desde perfiles falsos, controla horarios de conexión. Los más sofisticados hackean dispositivos y contraseñas de emails y otras aplicaciones, e incluso llegan a instalar programas espías.

En casos extremos, el stalking puede ir más allá de lo digital y tornarse en una situación de acoso grave: conductas tales como presentarse personalmente y sin aviso en el trabajo de su víctima, en su vivienda, interceptarla sorpresivamente en la calle o en otros lugares (bares, centros educativos) donde el acosador sabe que puede encontrarla, el envío de cartas anónimas redactadas de puño y letra, serán motivo de angustia para el acosado. 


El caso de Joe Goldberg en la serie You.

Tomaremos los primeros 30 minutos del primer episodio de la popular serie You (2018) para armar un caso. La serie cuenta la historia del Joe Goldberg, quien se enamora a primera vista de Beck, una clienta que asiste a la librería donde él trabaja para comprar un libro. Ella mantiene con Joe una breve charla y a partir de ese momento, él se obsesiona con ella y comienza a utilizar las herramientas digitales actuales para indagar aspectos de la vida de Beck. La serie utiliza el recurso de incluir el relato de lo que el propio Joe Goldberg piensa, de manera que el espectador accede a lo más íntimo del protagonista. De alguna manera, el mismo público de la serie se torna en stalker de un stalker. 

Joe obtiene el nombre y apellido de Beck de la tarjeta de crédito que ella utilizó para pagar el libro. Él la busca en Google y encuentra todos los perfiles de redes sociales donde ella participa, que están en modo público, preferencia muy común hoy en día. Por sus perfiles, él averigua dónde nació y fue criada, cómo está compuesta su familia y algunos eventos de la misma, como el divorcio de los padres de Beck. Descubre por Facebook que estudia literatura. 

Joe decide dar un paso más al considerar insuficiente lo que las redes sociales de Beck muestran, consideradas por él como un collage intencionalmente armado por ella. Utilizando sus fotos y Google Street View, él descubre la dirección donde ella vive: se trata de un departamento en la planta baja con un gran ventanal sin cortinas. Joe va hasta allí y puede espiarla desde la vereda de enfrente. Junto con la información que obtiene de sus estados en las redes sociales, Joe descubre que Beck da clases de yoga en su casa por la mañana, que luego trabaja como ayudante de un profesor en la universidad. La sigue a un bar y averigua quiénes son sus amigas. También se entera que el hombre que Beck invitó a su casa para mantener relaciones sexuales con ella, es su pareja. Las redes sociales le permiten conocer que se trata de Benjamin. Joe busca todo cuanto puede sobre este hombre: los miembros de su familia, de qué trabaja, dónde y qué estudió, sus compras, las frases que comparte… para determinar que Beck elige mal a los hombres.

Sabiendo los horarios de Beck y que ella no estaría, Joe hace una falsa denuncia de fuga de gas en la casa de Beck. Se hace pasar por el novio para entrar detrás del gasista, quien abrió la puerta del departamento de Beck ante su ausencia (la serie dice que la ley de Nueva York lo permite). Cuando el gasista se va, él revisa la casa y las pertenencias de Beck. Revisa la heladera, sus libros, roba una ropa interior y encuentra su notebook, que tampoco tiene contraseña. Joe revisa fotos, los poemas que ella escribe, y los mensajes en las redes sociales. Lee una conversación que ella mantuvo con las amigas y por los comentarios descubre que Beck se fijó en él...

¿Qué formas de la mirada dan cuenta del fenómeno del stalking? El caso y lo antes expuesto permite asociar el “stalkear” con el acoso, la insistencia, el mirar sin ser mirado y también enlazar esta modalidad de la mirada al aspecto voraz de la depredación, propio del acecho. El descubrimiento de Freud de que las pulsiones pueden alejarse de la necesidad vital hasta incluso no tener nada que ver con ellas, nos permite sostener la voracidad del stalking. Lo que Freud llamó carácter oral (orogenital), asociado según él a la histeria, no se trata solamente comer comida, sino también comerse al otro. Demandas como “Mirame”, “No mires el fútbol”, “¿A quién miraste por la calle? Mirame a mi” si inscriben en esta línea. En el caso presentado, podríamos decir, Joe Goldberg avanza vorazmente sobre el ser de Beck. 

El stalking se relaciona también con el control y el dominio del otro, que también se aprecia en el caso y en todo lo que ocurre en la serie. En la pulsión anal hay un apoyo en la necesidad de la higiene y en la posibilidad de desprenderse del sobrante del cuerpo. Nuevamente, lo que estaba apoyado en una necesidad vital del esfínter anal y el escíbalo, trasciende hacia la motricidad, el placer del movimiento de la musculatura estriada, el dominio, la apropiación, la ganancia del territorio, la avaricia, la codicia, y lo contrario, como el desprendimiento. El carácter anal implica también el dominio y la obediencia. Así, el stalkeo también puede tomar este punto de control del otro.

El stalking es un fenómeno bastante frecuente en la clínica actual que no solo está facilitado por la proliferación de las tecnologías de la era digital, sino por la tendencia actual al espectáculo, donde todo se intenta dar a ver. El anhelo de obtener likes y seguidores (¿seguidores a dónde?) pone en un segundo plano la observancia del cuidado de la intimidad y la valoración del público, que en definitiva se reduce a un número: muchos seguidores es bueno; pocos, lanza a la persona a un angustiante anonimato.

Finalmente, el stalking tendrá más o menos grado de gravedad, según el nivel de insistencia, de duración y de la estructura clínica de que se trate. Puede ser particularmente intenso como en las erotomanías, pero lo es también los casos de celos.

jueves, 14 de enero de 2021

La viralización de un delirio

La categoría de psicosis ordinaria propuesta por Jacques-Alain Miller ha demostrado una fecundidad no solo clínica sino también útil para el análisis del estado actual de la civilización. Las redes sociales son sin duda patrimonio de todos, pero constituyen un espacio particularmente propicio para alojar el discurso del psicótico ordinario. 

Como sabemos, la psicosis ordinaria es una variante clínica que gracias a un anudamiento supletorio logra una funcionalidad bastante adaptada al discurso corriente. No falta en ella el núcleo delirante, por lo general perfectamente localizable por la escucha analítica, y que permanece latente, sin expansiones notables. En muchos de esos casos, la ausencia de un desarrollo ideativo estructurado les permite establecer un lazo social entre ellos que se organiza alrededor de un contenido delirante compartido. 

El ejemplo de los terraplanistas es bien elocuente. La creencia delirante no funciona de modo individual, sino que actúa como amalgama que reúne a los sujetos en una comunidad donde se reconocen mutuamente, conquistan una suerte de insignia que los nomina y con la cual consiguen encontrar un modo de colectivizar el síntoma de suplencia. La clínica no recoge casos de delirios individuales sobre la tierra plana. Aunque un psicótico puede haberse constituido como el “caso cero” -el “inventor” del delirio- resulta más interesante formular una secuencia lógica en la que el delirio antecede a sus seguidores. Se trata de una construcción narrativa hecha conforme a las leyes de la paranoia, las que permiten reenviar al campo del Otro el goce que retorna por el agujero de la forclusión. Dicha construcción tiene un estatuto semejante al mito, que logra dar sentido a lo real primario, posee una virtud explicativa que permite localizar el mal, o procura despertar las conciencias adormecidas o hipnotizadas por la acción de fuerzas manipuladoras. 

A partir de la circulación social del delirio, actualmente favorecida por el efecto multiplicador de las redes, los sujetos psicóticos -y en particular aquellos que responden clínicamente a la forma ordinaria- enlazan la singularidad de su posición subjetiva a la universalidad de la creencia delirante que ya está “editada” en el discurso que corre por la aletósfera. Dicho enlace posee la ventaja de dar mayor credibilidad a la idea nuclear, reforzada por el sentimiento de pertenencia a una “religio”, en el sentido originario del término latino “religare”, unir fuertemente. Las “religio” delirantes han existido siempre, pero es indudable que el paradigma contemporáneo baumaniano de licuefacción del Nombre del Padre las ha pluralizado de forma notoria. 

Vale la pena aclarar que las teorías delirantes encuentran además un número incalculable de fieles que no podrían ser considerados clínicamente psicóticos, habida cuenta de que la condición delirante no es un rasgo intrínsecamente mórbido, o en todo caso responde a la locura esencial de la lengua y sus efectos en el cuerpo.

Dessal Gustavo (2020) Publicado originalmente en Revista Enlaces N° 26, "Clínica y política en lanpandemia" Grama, Buenos Aires, Año 2020.

martes, 6 de octubre de 2020

La compulsión ludopática en la clínica psicoanalítica

¿Cómo entender la ludopatía desde la clínica psicoanalítica? Seguimos la clase "Juegos y usos de las pantallas" de Gustavo Dessal del 19/9/2020.

Es un hecho de estructura privilegiar el orden significante como creador de la ficción de cada uno. En la medida de que el hábitat de todo sujeto es la ficción, todo el mundo delira. No obstante, no todo el mundo delira de la misma manera. El principio de realidad es controvertido, en especial en el psicoanálisis lacaniano, aunque solemos utilizarlo y quizá no necesitemos desprendernos del todo de él. "Principio de realidad" es casi una mala palabra. Lacan no prescinde de esta noción, pero la trabaja de una manera muy particular siguiendo a Freud. El principio de realidad es la continuación del principio del placer, pero por otros medios. 

A partir de la condición delirante universal, hay que introducir lo singular, el modo en que un sujeto va a consentir a una pérdida de goce. Es un consentimiento que implica un duelo. Lo que llamamos efectivamente principio de ralidad, quizá se pueda traducir como el pasaje del principio del placer al duelo por la pérdida de goce. El jugador es alguien que ha sufrido un traspié en ese duelo, en esa pérdida estructural de goce. 

La vida del jugador, como idea general, es algo que gira alrededor de una renegación de esa pérdida y lleva a que el sujeto se identifique con la pérdida misma. Lo que se repite en el jugador es una elaboración maníaca de triunfar sobre la castración, con el consecuente retorno de la derrota. El sujeto queda enganchado a la producción de una ganancia de goce y su pérdida inmediata

¿Qué hacemos en la clínica? Tratamos de indagar si esa secuencia ganancia-pérdida se sitúa del lado del sujeto o del lado del Otro. Hay dos vertientes principales en el juego. Una, vinculada al autoerotismo. La otra, vinculada al Otro, a lo edípico. En el fondo de esta compulsión, encontramos la voluntad del sujeto de desmentir la falta en el Otro, ¿Pero hasta que punto está cautivo en el deseo del Otro? También puede ser que ese juego ganancia-pérdida esté del lado del sujeto, se trata de jugar con su propia pérdida, no con lo que debe restituírle al Otro.

Lacan, utiliza el apólogo de Aquiles y la tortuga para mostrar que el goce fálico nunca alcanza a realizar el goce del Otro, La verdadera apuesta en el juego patológico es desafiar la imposibilidad que funciona como límite.

En Dostoievski hay una cuestión muy interesante, quien tenía una relación fundamental con una mujer. Freud dice que él juega no solamente por el placer de jugar, sino que también juega para llevarle dinero a ella. La mujer habpia aprendido a maniobrar con el alcoholismo de Dostoviesky y sabía lo que tenía que hacer para que él escribiera. Es Dostoievski, la pasión por el goce es desenfrenado. El dinero, en él, era para entregárselo a la mujer. En muchos casos como en este, la compulsión ludopática se conecta con la alienación al deseo del Otro: es un jugar para el Otro. 

Hay una dimensión del goce del apostador a triunfar sobre la castración. En el momento que el sujeto apuesta, se sitúa momentáneamente en el lugar del amo. Acto seguido, se precipita como desecho. La apuesta es un juego sobre el más y el menos del goce.

La ludopatía es transclínica, aparece en cualquier estructura clínica. Lo escencial es la relación con la castración en estos sujetos, que da la impresión de estar vinculada con una forma de renegación, aunque no se trata de la renegación estructurante de la perversión. El ludópata no forcluye la castración: la admite, pero al mismo tiempo la burla. Por eso hace este juego con el más y con el menos. 

El ludópata hace en su apuesta un cálculo donde el goce falla. Esto es típico de los apostadores "Esta es mi ultima apuesta" y siempre es la última, claramente. Una partida más, una mano más... En el punto que está perdiendo, cree que va a recuperarlo todo. O cuando estando a un paso de realizar su deseo, la caga. Esto del desecho es muy importante, no olvidemos que la relación del dinero con el excremento es una equivalencia clásica.

Toda la vida del jugador gira alrdedor del punto de la admisión de la castración, pero con este rodeo renegatorio que dijimos. En muchas situaciones el sujeto la admite; el sujeto neurótico que juega tiene una especie de doble vida. Entra en una escena, normalmente acompañada de cierta ritualización, como vestirse de determinada manera, ciertas comidas o cigarros. Hay otro momento en que el sujeto sale despedido de la escena. 

El juego como tal es ininterpretable. Cuando el juego tiene que ver con lo edípico del sujeto, con su relación con el Otro, pareciera que son casos con pronósticos más benignos que los casos donde el juego está por fuera de toda significación, donde aparece de manera compulsiva y ahistórica. En este segundo caso se dificulta separar al sujeto de su goce que cuando el juego se vincula a la historia del sujeto. 

Hay episodios de ludopatía que aparecen luego de un duelo no tramitado. Se trata de un período acotado de la vida, articulado a un otro. Hay ahí una trama, un a historicidad. 

Juego y pantallas. Evidentemente, casi todos actualmente estamos vinculados a las pantallas. El celular es hoy el dispositivo por excelencia. Con ese objeto, el sujeto establece una relación muy particular. Ningún objeto tecnológico ha llegado antes a constituírse como un condensador de goce como el smartphone. Podemos privarnos de estar sin alguien, pero es muy difícil soportar un día sin consultar el móvil. Perder el celular o que se lo roben son acontecimientos casi traumáticos. La angustia es incocomparable, pese a ser un objeto sustituible. El modo en que nuestras vidas han sido apresadas -con nuestro consentimiento- demuestran que la tecnología no responde a cuestiones prácticas de la vida, aunque es indiscutible sus comodidades. 

Los psicoanalistas hemos cometido un gran error al desentendernos de los estudios cognitivo-conductuales. La terapia cognitivo conductua es una cosa; los estudios en psicología cognitiva son otra. Independientemente de cómo se utilicen esos estudios, tenemos que rescatar que saben lo que están buscando. Por ejemplo, muchos de esos descubrimientos se utilizan para la programación y el diseño de ciertas tecnologías y aplicaciones. Las personas que fueron las cabezas más importantes de estos cambios, han confesado públicamente que han diseñado todo para producir un efecto de adicción. 

En las redes sociales y sus aplicaciones, hay un miedo a perderse algo. La posibilidad de ser privado de un goce. Los padres, que les sacan los celulares a sus hijos, ponen en juego este fantasma de que el chico en ese momento se está perdiendo algo.

Los ingenieros ya saben que no todo se resuelve de un modo semántico. La significancia no agota el campo del sujeto, y todos los algoritmos de la era digital dan cuenta de eso. Evidentemente, hay algo más: un obstáculo imposible que la tecnología no cuenta. Para la tecnología y la investigación tecnocientífica, no existe la dimensión de lo imposible. Para ese discurso, lo imposible es pasajero: lo imposible hoy, puede ser posible mañana.

¿Cómo hacen los investigadores para indagar en el campo del goce? Los rastreos de los algoritmos de Facebook sobre las interracciones de los usuarios a lo largo de un período de tiempo hace que ellos puedan recrear rápidamente el estado de ánimo que ha tenido el sujeto en cada momento. El sistema aprende cuáles son los mecanismos que tiene que utilizar para intervenir en ese momento, en ese estado de ánimo determinado. Las sugerencias de Youtube tampoco son azarosas: están en función del estado de ánimo que captaron. Que se equivoquen o no es otra cuestión, lo que a nosotros nos importa es no bajar la guardia en estos temas, que son parte de los síntomas de la época.

La atmósfera de la forma de jugar en la época de Dostoievki es muy diferente a cómo se juega hoy, sobre todo en la forma del lazo social. ¿Cómo poner un límite al mercado de las apuestas?

lunes, 21 de septiembre de 2020

Aquello que sólo se enlaza en la piel

El vacío prolifera en épocas de hiperconexiones. La foto subida en las redes sociales, al alcance de los camuflajes, hacen que los encuentros cedan a lo ficticio, sean ganados por la decepción, y borren lo ficcional del amor.

Es a través de la ficción, del montaje del amor que la pulsión es soportable en la vida.

"Si a tu corazón yo llego igual, todo siempre se podrá elegir. No me escribas la pared, solo quiero estar entre tu piel..." Luis Alberto Spinetta.

El presente escrito intenta hacer una aproximación al amor como aquello que nos encuentra bajo diversas vestiduras, ropajes, ficciones, que cuando acontece anudan el deseo y el goce. Desde el Psicoanálisis sabemos que no hay "el amor" o "un amor", no hay una esencia, entidad finita, aprehensible, explicable en una serie limitada de conceptos.

Tanto Freud como Lacan han escrito acerca del amor, separándose de toda pretensión de sublime universalización. Son ensayos, intentos de decir, ya que el amor sólo puede cernirse en la contingencia. El encuentro transcurre en el terreno de lo contingente. El amor parte de una falta y vuelve a ella, en principio, bajo la forma de una ilusión.

Para aproximarnos al nudo amor y deseo, el "entre" spinetteano nos servirá de brújula. Quiero decir que "entre dos que se aman hay piel o no hay nada". Si plegamos la frase, podría decirse que "al corazón se llega a través de la piel". La piel como envoltura sensible, cálida, en principio, indeterminada e ilusoria donde se constituye el cuerpo. Es la primera envoltura que soporta nuestra fragilidad fundamental como humanos. Sin el contacto amoroso del Otro no habría cuerpo.

El amor nace en la piel (del Otro) y vuelve a ella, como marca. La piel es, entonces, un objeto que se pone en juego, vale decir, cuando algo del amor está en juego. Es real, en tanto cuerpo, y es también escenario del deseo. La piel, como superficie sensible, delimita un "entre", una extimidad se vuelve íntima, frontera del cuerpo que se concibe "propio" solo a través del Otro. El amor sale al encuentro de los sujetos, cuando algo del otro toca la piel, como correlato inconsciente del acaecer subjetivo. Lo genuino del amor es la falta que lo funda. Una falta que habilita a la construcción de ficciones posibles.

"Lo ficcional" se diferencia de "lo ficticio". En tiempos de las hiperconexiones prolifera el vacío. Al vacío de la foto subida a las redes sociales, salen al alcance los más diversos camuflajes, hashtags -palabras concatenadas de difícil lectura, apelmasadas, que fluyen ilimitadamente como ríos al mar- un mar de datos y coordenadas precisas, para nunca perderse. Etiquetas sin "entre", sin espacios. Los encuentros post-redes ceden a lo ficticio, siendo rápidamente encontrados por la decepción, desconociendo y borrando lo ficcional del amor.

Lo imaginario se hace presente denunciando ese punto de extrañamiento donde algo de ese espejo que era la pantalla (en tanto reflejo de la propia sombra), no retorna igual. Pasar a la segunda cita es soportar la emergencia del deseo, de ese resto, esa pregunta, ese no saber, al que expone el encuentro, ya no con el otro, sino con el propio vacío.

Recuerdo una paciente que le temía, no al encuentro per-se con el candidato, sino a los mensajes inquisitorios de sus amigas luego de la cita. ¿Qué les diría si el joven no le gustaba, si no tenía "toda" la onda, si había silencios, si mencionaba a su madre? En cierta forma, se privó de pasarla bien por no privar a sus amigas de las migajas de aquél encuentro, (fallido). Pero, ¿qué encuentro no lo es? Que sea fallido es un poco garantía de que fue realmente un encuentro piel a piel, aunque no se hayan tocado. Aquí me interesa destacar la piel como lo perdido, como superficie inconsciente que retorna en el amor. En este punto, cabe destacar que la era de la hiperconexión no es demonizable, por el contrario, puede habilitar lazos así como estar al servicio de las privaciones del sujeto, como cualquier otra escena a la que se le pueda echar mano para que nunca haya piel.

Cabe, entonces, preguntarnos desde el Psicoanálisis, qué amor se cuela entre esos rincones de intimidad, donde existe la ilusión de un otro al alcance de la mirada… asequible, transparente, visible. La prevalencia de la mirada tiene, en su reverso, un fundamental ocultamiento. Mirarlo "todo" del otro, parece equivalente a saberlo todo. El saber-mirada se vuelve escenario para nuevas formas del amor capturadas en lo imaginario. Lacan advertía acerca del engaño de lo imaginario, su carácter de ocultamiento, donde algo queda velado.

Volviendo a Spinetta, me interesa pensar el lazo entre amor y piel. En el lenguaje cotidiano, "tener piel" remite a cierto pacto inconsciente, que compromete entonces a los sujetos, más allá de sus voluntades.

Es a través de la ficción, del montaje del amor que la pulsión es soportable en la vida. El amor es un velo a la falta del Otro, sólo en tanto ese velo también, y fundamentalmente, recae sobre la propia falta.

Pasar de "lo ficticio" a "lo ficcional" es hacer con el engaño constitutivo del amor. En este punto, es preciso interrogarnos por el lugar que el Psicoanálisis puede darle a estas nuevas formas del amor y al modo en que pueden suscitarse esos encuentros con la propia falta, allí donde "ya no brillara el sol… y no quedara más que viento".

Fuente: Giordanengo, María Paula (2019) "Aquello que sólo se enlaza en la piel" - Investigación en "El Carretel", Institución de Funes.

miércoles, 26 de agosto de 2020

Frecuencia: El Psicoanálisis de una vez por semana.


Desde hace un tiempo que los psicoanalistas trabajamos con pacientes una frecuencia de una vez por semana. Esta práctica se tornó habitual, pero no es mucho lo que se profundiza en las particularidades de este trabajo.

Para desarrollar esta temática invitamos a psicoanalistas para que respondan este cuestionario para poder iluminar este dispositivo.

1- ¿Qué indicaciones y contraindicaciones encuentra para el psicoanálisis de una vez por semana? ¿Qué límites y posibilidades encuentra en esta clase de trabajo?
2- ¿Cómo utiliza las otras variables del dispositivo analítico como el diván o el tiempo de la sesión? ¿Incluye otros recursos técnicos para este trabajo?
3- ¿Encuentra alguna particularidad la asociación libre, las intervenciones del analista, el manejo de la transferencia y el trabajo con los sueños en esta frecuencia?

Mariana Wikinsky
1- La indicación es siempre el resultado de un proceso de entrevistas que evalúa no sólo las cuestiones diagnósticas, sino también el modo en el que el paciente que consulta “imagina” su tratamiento, qué lugar ocuparía en su vida, cómo ha llegado a la decisión de consultar, qué impacto produce en él haber tomado esa decisión, cuánto tiempo le llevó tomarla, con qué expectativas me eligió a mí para desarrollar esas entrevistas, si resulta natural a su historia cultural y biográfica hacer una consulta psicoanalítica. Todas estas cuestiones inciden mucho en la indicación de la frecuencia semanal que formulo al finalizar las entrevistas. Del mismo modo, del trabajo que se empieza a desplegar una vez iniciado el análisis, van surgiendo también decisiones -siempre compartidas con el paciente- acerca de la frecuencia semanal con la que seguiremos desarrollando nuestro trabajo. Con esto quiero decir que la indicación de la frecuencia no es para mí un recurso técnico que se aplica como un reglamento de trabajo, sino que es siempre el resultado del conocimiento de cada paciente singular.

Si entendemos por indicación aquella frecuencia que el terapeuta marca como conveniente para el inicio de un tratamiento, son pocas las ocasiones en las que indico análisis de una vez por semana. Lo que ocurre más bien es que no me opongo a trabajar con esa frecuencia, y realmente encuentro la puesta en marcha de procesos productivísimos con ese ritmo de trabajo. Pero la indicación la hago sólo cuando creo que no cuento con el paciente para trabajar con más frecuencia, o la insistencia en el trabajo con mayor frecuencia podría generar sentimientos de rechazo al tratamiento en su conjunto, con la consiguiente amenaza de interrumpirlo, o cuando me doy cuenta de que el paciente considera absolutamente natural esa indicación, y absolutamente antinatural cualquier otra. Son muy pocas las ocasiones en las que comienzo por oponer mi criterio al del paciente en cuanto a la validez de atenderse más veces por semana, y lo hago sólo cuando la situación clínica lo justifica. Incluso he indicado en algunas oportunidades la disminución de dos veces a una vez por semana en el caso de adolescentes que plantean venir con cierto desgano. Aún convencida de que la frecuencia ideal en algún caso particular sea dos veces por semana, opto por preservar un buen vínculo terapéutico, y renuncio a presionar en un sentido “técnicamente correcto”.
Me encuentro muchas veces con la situación de que los pacientes en sus primeras entrevistas dan por sentado que vendrán una vez por semana, en muchos casos por motivos económicos, en otros casos sencillamente porque de este modo han pensado en todo momento el curso de su terapia. Se sorprenderían si les planteara la necesidad de venir más veces. En estos casos, salvo contraindicación como lo especifico más abajo, decido comenzar a trabajar con esa frecuencia. Más de una vez ha ocurrido que naturalmente se aumenta el número de sesiones semanales, y cuando no ha sido así, lo fue porque con una vez por semana el trabajo ha encontrado productividad.

La contraindicación de la frecuencia de una vez por semana, para el tipo de pacientes que habitualmente atiendo (es decir, adultos neuróticos y adolescentes en general) se sostiene básicamente en dos motivos: a) tendencia a la actuación, b) altos niveles de sufrimiento o angustia.

En estas situaciones puedo llegar incluso a oponerme a comenzar un tratamiento si no se cumple la indicación de dos o más veces por semana, ya que no puedo considerar de ningún modo que en estos casos se pueda poner en marcha un proceso terapéutico cuando no hay espacio ni tiempo disponible para abrir procesos de simbolización.

Encuentro absolutamente natural en mí desde el punto de vista técnico la propuesta de trabajar una vez por semana. Realmente me ocurre a veces que si no existen motivos clínicos como los que especifico más arriba, y no existen motivos de tipo profesional (en el caso de algunos analistas que podrían preferir analizarse con mayor frecuencia) que justifiquen el requisito o la necesidad de trabajar dos o más veces por semana, no surge en mí ningún conflicto respecto de la frecuencia, ni siento que esté traicionando al método psicoanalítico. No tengo compromisos institucionales que condicionen ese pensamiento en mí, ni que me obliguen a dar explicaciones acerca de por qué en muchos casos trabajo una vez por semana. Tampoco aceptaría una discusión en esos términos, si sólo remite a justificar por qué no elijo un tipo de práctica profesional más cercana a la planteada desde las instituciones “oficiales”. Sólo me parece válida la discusión si se plantea en términos de requerimientos de la clínica. Pertenezco a una generación de analistas para quienes -en muchos casos- el análisis tiene el sentido de aliviar el sufrimiento de las personas. O al menos ese es el sentido que el psicoanálisis tiene para mí. Y si ese objetivo se logra sin cumplir con los “cánones oficiales” que cierto terrorismo intelectual propuso (o más bien impuso) como los únicos posibles, entonces sencillamente no me siento obligada a cumplir con esos cánones. Prefiero mantener una discusión en términos francos, una discusión en la que todos contemos lo que efectivamente hacemos puertas adentro del consultorio. No creo que practiquemos el “vil cobre”, ni creo que debamos pensar resignadamente nuestra práctica como si hubiésemos estado obligados a renunciar por circunstancias sociales, económicas, culturales o del sistema de salud, al único modo válido en el que debe ejercerse nuestra tarea. Si fuera así no deberíamos de ningún modo aceptar esos condicionamientos, en ningún caso. Con franqueza, no creo que haya muchos analistas que decidan radicalmente sólo tomar tratamientos si son de dos o más veces por semana, y esto significa que encuentran validez en el trabajo que se despliega con una frecuencia menor. Lamentablemente la discusión acerca de la frecuencia semanal y otros recursos técnicos, ha degenerado en una discusión más de índole institucional que clínica.

Por todo lo antedicho, encuentro muchas posibilidades de trabajo psicoanalítico con esa frecuencia, y los límites me los planteo cuando son límites clínicos, y no un pre-requisito de la técnica. Como lo plantean Ana Berezin y Eduardo Müller en su trabajo “Cuando la técnica es una resistencia al método”, lo que debemos garantizar es la construcción de las condiciones en las que el método psicoanalítico pueda desarrollarse. Y estas condiciones no necesariamente están asociadas a la frecuencia semanal.

2- Nuevamente, no utilizo el diván a reglamento, sino cuando resulta adecuado para el paciente, y esto es no sólo qué situación clínica presenta, sino si desea trabajar de esa manera. Respeto las contraindicaciones para el uso del diván que todos conocemos. Lo propongo para tratamientos de una vez por semana o más, cuando existe capacidad asociativa, cuando el diván no se transforma en sí mismo en una fuente de angustia, cuando el paciente no lo vive como un rito extraño a su cultura. Difícilmente imponga el uso de diván, y la frecuencia no es determinante en esa decisión, sino que lo son los motivos clínicos, de diagnóstico, y -como lo decía más arriba- la puesta en marcha del método. No en todas las ocasiones lo propongo, y no insisto cuando el paciente ofrece resistencias que me parecen atendibles. Durante mi etapa de formación, mucho antes de que me tocara dirimir en mi propia clínica este tipo de cuestiones, leí un texto en el que el autor (psicoanalista) planteaba que a veces los analistas, entre la técnica y los pacientes, eligen la técnica. Si pensamos que difícilmente una persona consultaría si no sintiera un alto monto de sufrimiento, si pensamos que el comenzar a analizarse implica siempre -desde la primera entrevista- un impacto subjetivo y emocional importante, si pensamos que quien consulta debe aceptar la idea de hablarle a una persona que acaba de conocer, de lo que quizás represente sus secretos más íntimos, o lo que más pudor le produce, entonces se vuelve indispensable que “hospedemos” a nuestro paciente en un ámbito cómodo y confiable, en el inicio de un proceso en el que la técnica no se vuelva un obstáculo.

En relación al tiempo, las sesiones duran habitualmente 50 minutos. Sobre todo en pacientes adolescentes, extiendo (si puedo) o reduzco el tiempo en alguna sesión específica si considero que el cierre unos minutos antes o después puede favorecer el trabajo.

Estoy disponible para hablar por teléfono si un paciente lo necesita, y también utilizo el e-mail en algunos casos. Lo ofrezco cuando hay distancias geográficas importantes (por vacaciones o por viaje), y también he recibido y contestado -es cierto que en poquísimas oportunidades- mails de pacientes que aún estando en la misma ciudad que yo, han preferido entre una sesión y otra comunicarse conmigo de ese modo. Accedo primero a esa forma de contacto, y luego eventualmente retomo personalmente en sesión la pregunta acerca del por qué han elegido esa forma de comunicarse conmigo.

3- Francamente, no. Ni las asociaciones, ni el relato y análisis de los sueños, ni la interpretación de la transferencia, ni mis modos de intervención han sido distintos en los análisis de una vez por semana, que en los que trabajé dos veces por semana, o en los pocos en los que trabajé tres veces por semana. Insisto en la validez de ocuparnos de la puesta en marcha del método psicoanalítico, y estoy convencida de que se logra también con una frecuencia de una vez por semana. Estaría dispuesta a pensar en las diferencias que una y otra frecuencia podría generar en el despliegue de estas producciones (sueño, asociación libre, transferencia, intervenciones e interpretaciones del analista), y seguramente las habrá. Pero no estaría dispuesta a discutirlas, por ejemplo, en términos de psicoanálisis vs. psicoterapia, ni en términos de la invalidación del trabajo de una vez por semana, porque con absoluta franqueza, cuestionarlo no se desprende de mi experiencia ni como analista ni como paciente.

lunes, 17 de agosto de 2020

El Yo Saturado (Gergen): La saturación social y la colonización del Yo.

Las tecnologías de la saturación social

En el proceso de la saturación social, nuestros días están cada vez mas colmados por la cantidad, variedad e intensidad de las relaciones.


Han sido una serie de innovaciones tecnológicas las que han llevado a esa enorme proliferación de las relaciones.


Tecnologías de bajo nivel.


Todas estas tecnologías  de saturación social se expandieron rápidamente en el curso del siglo XX. Cada uno de estos avances vincula más estrechamente a las personas, las expone a sus semejantes y fomenta una gama de relaciones que nunca podrían haberse dado en el pasado.


  • Ferrocarril: Fue uno de los pasos significativos en el avance hacia la saturación social.


  • Servicios postales públicos: El volumen de envíos se ha expandido velozmente.


  • Automóvil: La cantidad de automóviles ha crecido. Autopistas: han ofrecido una nueva oportunidad para hacer viajes de larga distancia.


  • Teléfono: Esta modificándose el esquema de las relaciones entabladas a través del teléfono, que ha dejado de ser un medio de comunicación local, para convertirse en un medio nacional e internacional.


  • Radiodifusión: Ha alterado la forma de vida en comedores y cuartos de estar, dormitorios, etc.


  • Cinematógrafo: Con el perfeccionismo de la fotografía, de los aparatos de proyección y de registro sonoro, el cine se popularizó.


  • Libro impreso: Ha estado difundiendo ideas, valores y modalidades de vida desde hace mas de 400 años.


Tecnologías de alto nivel.


  • Rumbos aéreos: Crece paulatinamente el numero de personas para las cuales viajar en avión significa un asunto de rutina. Los empresarios ya conciben sus negocios del planeta entero como cosa corriente. Para muchos académicos, los congresos mundiales se han incorporado al estilo de vida.


  • Televisión: Produjo un fenómeno llamado “multiplicación del yo” (capacidad de estar significativamente presente en mas de un lugar a la vez). 

Videoclubes: Se pueden escoger los actores con los que se desea identificar o la clase de relatos o de historias que traerá a la vida sus fantasías. Esto significa que se puede producir un sentimiento de conexión social, y un actor cualquiera es capaz de trascender su propia muerte.


Medios: están ampliando en un grado vital la gama y variedad de relaciones personales que puede tener la humanidad. Las figuras de los medios de comunicación social pasan a formar parte significativa de la vida personal. Se han documentado numerosos casos de personas que actúan según lo que vieron en televisión.

Además, mantener esas relaciones con los medios, implican una inmensa cantidad de tiempo y de dinero y de esfuerzos personales. Todos los años se gastan millones de dólares en revistas, posters.


A diferencia de la mayoría de nuestras amistades, el cine puede catapultarnos rápida y eficazmente a estados de horror, tristeza, enamoramiento. La cuestión pues, no es saber si las relaciones entabladas a través de los medios se aproximan en su significación a las normales, sino mas bien si las relaciones normales pueden aproximarse a los poderes del artificio.


Recurrimos cada vez mas a los medio, y no a nuestra percepción sensorial, para que nos digan lo que pasa. Ej: los aficionados a un deporte prefieren ver los encuentros por tv. en lugar de acudir al estadio.


  • Innovaciones electrónicas: Dos de los más grandes obstáculos que afrontaban las comunicaciones, y por ende las relaciones, establecidas a gran distancia eran la lentitud y el coste.


Microchips: Con él cobro de nuevo vuelo la eficiencia del almacenamiento, procesamiento y transmisión de la información.

Computadoras: Se han abaratado y se pueden adquirir para uso hogareño.

Impresoras y fotocopiadoras: Con ellos, cada propietario de una computadora es un editor de libros en potencia.

Modem: Gracias a él, cualquier computadora puede conectarse, a través de las líneas telefónicas, a cualquier otra. Todo esto ha dado origen al correo electrónico, las teleconferencias computadorizadas y las bases de datos o servicios de información “en línea”.

Han surgido los diálogos por computadora. Casi siempre hay “allí” en línea, alguien con quien conversar. Muchos de los que participan de estos intercambios elogian las gratas y receptivas amistades que han hecho en este medio.

Satélites de comunicaciones: Transmiten señales de radio, comunicaciones telefónicas, datos digitales, de manera instantánea hasta los rincones mas apartados del globo.

Fax: Es capaz de transmitir material impreso de modo vez y barato a cualquier lugar del mundo.

Celular.


El proceso de saturación social esta en pleno desarrollo.


El proceso de saturación social

Hace un siglo, las relaciones sociales se circunscribían básicamente al perímetro de las distancias que podían recorrerse sin cansancio: familia, vecindario, pueblo donde se residía. Lo más probable era que las relaciones de un individuo terminaran donde terminaba su comunidad.


Pero la pequeña comunidad cara a cara quedó sepultada entre las páginas de los libros de historia. Como consecuencia del desarrollo tecnológico, la vida contemporánea es un mar turbulento de relaciones sociales. Oleadas de rostros nuevos aparecen por doquier (rostros de personas que vienen a pasar un día en la ciudad). Es bastante raro que permanezcamos todo el día en el mismo barrio. Viajamos con perfecta naturalidad al otro extremo de la ciudad, o al campo, o a localidades vecinas.


Por obra de las tecnologías de este siglo, aumentan continuamente la cantidad y variedad de las relaciones que entablamos, la frecuencia potencial de nuestros contactos humanos, la intensidad expresada en dichas relaciones y su duración. Y cuando este aumento se torna extremo, llegamos a un estado de saturación social.


Multiplicación de las relaciones.

Si se suman los miembros de la propia familia, los noticieros de televisión por la mañana, los colegas que se encuentra uno en el tren y el periódico local, puede toparse, en las dos primeras horas de su jornada laboral, con las mismas personas que su antepasado comunitario viera al cabo de un mes.


Nuestros pensamientos y sentimientos ya no están ocupados únicamente en la comunidad inmediata que nos rodea, sino en un reparto de personajes diseminados por todo el planeta y que cambian de manera constante.


Merecen destacarse dos aspectos de esta expansión:


  • Perseverancia del pasado: Antes, el alejamiento de una persona implicaba casi siempre una perdida. Hoy, ni la distancia ni el tiempo constituyen un serio inconveniente para una relación. Las agendas para anotar las fechas de cumpleaños son de uso corriente en cualquier hogar: la memoria no alcanza a registrar todas las celebraciones de las que uno es responsable. En la practica, a medida que avanzamos en la vida, el elenco de personajes significativos se vuelve mayor.


Pero a la vez que se persevera el pasado, hay una...


  • Aceleración del futuro: El ritmo de las relaciones se incrementa y quizá se concreten en pocos días o semanas procesos cuyo desarrollo antes necesitaba meses o años. Hace un siglo, algunas horas de intercambio amoroso se interrumpían por largos periodos de silencio, que prolongaban el trayecto de la mera amistad a la intimidad. Con las tecnologías actuales una pareja puede estar en contacto casi permanentemente.


La sugestión a nuevas formas de vida.

También aparecen nuevas pautas de relación. La próxima llamada telefónica puede abocarnos a una nueva relación con un antiguo compañero de estudios que organiza una reunión de ex alumnos, un pariente que vive en la otra punta del mapa, etc.


La televisión es desde luego la que más ha incrementado la variedad de relaciones en que participamos. Podemos identificarnos con héroes de miles de relatos, apoyar a deportistas de cualquier lugar del planeta.


Los niños del siglo pasado no tenían acceso a ninguna información relativa a la vida privada de los adultos. Los padres, maestros y autoridades policiales podían mantenerlos a resguardo de sus peripecias de adultos simplemente llevándolas a cabo en sitios privados. Tampoco tenían acceso a libros que reflejaran los errores, engaños, recelos y conflictos del mundo adulto. Los niños seguían siendo niños.


La televisión cambió la situación por completo. Los programas televisivos les revelan a los chicos en forma sistemática toda la panoplia de aventuras, ensayos y tribulaciones de los adultos que se desarrollan “entre bambalinas”. Como consecuencia, el niño ya no actúa con adultos unidimensionales idealizados, sino con personas que despliegan una compleja vida privada, llenas de dudas y vacilaciones, y vulnerables. Y los padres no tienen frente a si al tranquilizador niño ingenuo de antaño, sino a otro que les guarda tanto respeto y cuyas opiniones pueden ser muy incomodas.


La tecnología actual, además de ampliar la gama de las relaciones humanas, modifica las preexistentes: al desplazarse del vinculo cara a cara al vinculo electrónico, las relaciones con frecuencia se alteran. Muchas de ellas pueden tener lugar en cualquier sitio. A diferencia de las relaciones cara a cara, la electrónicas ocultan la información visual, de modo tal que la persona que habla por teléfono no puede leer indicios gestuales que le revelen si el interlocutor aprueba o no lo que dice. Como resultado, hay una mayor tendencia a crear el otro imaginario con el cual relacionarse.


Nuevas claves de relación.

El proceso de saturación ha contribuido a gestar dos nuevas formas de relación:


  • Amantes amigables. La creencia de que uno se casa llevado por un “amor verdadero” sigue en pie, pero en la medida en que el mundo social se satura cada vez mas, tales relaciones resultan poco realistas. Hombres y mujeres suelen rondar en permanente movimiento: negocios, congresos. Murmurarle a la amada “no puedo vivir sin ti” pierde autenticidad cuando uno debe agregar “salvo hasta el jueves que viene, y luego, hasta el miércoles siguiente”. Y como en el camino aparecen muchos especimenes atractivos del sexo opuesto, se ofrecen las condiciones para que se entable una multiplicidad de “romances” amistosos, de moderado compromiso.


  • Relación de microondas. La saturación social ha interferido profundamente en la concepción tradicional de la familia. Ahora es muy probable que marido y mujer trabajen y se diviertan fuera de casa, y por lo tanto, mantengan fuera sus relaciones; cada vez más recurren a los servicios de guarderías; la actividad social de los hijos casi siempre se reparte entre diversos puntos de la ciudad, y lo típico es que los fines de semana los integrantes de la familia vayan a visitar a sus propios amigos o desarrollen alguna actividad externa (deportiva, religiosa). Y aunque se reúnen todos en el hogar, sus diferentes necesidades televisivas los dispersan en encontradas direcciones. 


En muchas familias, reunirse para cenar, ha llegado a ser un acontecimiento. El hogar ya no es más el “nido”, sino un lugar de paso.


Pero muchos progenitores son reacios, al mismo tiempo, a renunciar a su idea tradicional de la familia unida, y surge así una nueva variante por la cual los miembros del grupo familiar procuran compensar los grandes abismos de falta de relación con expresiones intensas de ligazón. La cantidad es reemplaza por la calidad. 


Para quienes viven una vida socialmente saturada, el horno de microondas es algo mas que una ayuda tecnológica: es un símbolo de la incipiente modalidad de relación. Tanto en el artefacto material como en su contrapartida social, los usuarios aplican un calor intenso con el objeto de obtener de inmediato lo que habrá de alimentarlos.


Intensificación de los intercambios.


La tecnología también incrementa el nivel emocional de muchas relaciones. Con ella, la gente llega a sentir en mayor profundidad y a expresar más plenamente.


La brevedad de los encuentros ocasionales contribuye asimismo a su intensidad. Si uno acepta que el otro sea un “buen amigo”, o  “una persona muy especial”, los encuentros, por mas que sean breves, no pueden dejar de ser expresivos: de algún modo hay que demostrar la importancia de los propios sentimientos y la consideración en que se tiene ese vinculo. Y como hay poco tiempo, las demostraciones tienen que ser claras y elocuentes. El resultado puede ser reservas en un restaurante de lujo, etc.


La colonización del Yo

Un individuo dueño de la sensación de poseer una identidad coherente se encuentra impulsado de repente por motivaciones contrarias. Tenía la certeza de una manera de ser, y sin embargo aflora a la superficie otra, ya sea en una opinión intempestiva, en la imaginación, en un cambio repentino de sus intereses o en una actividad particular.


Estas experiencias de variación y de contradicción consigo mismo son efectos preliminares de la saturación social, señales quizá de una colonización del yo, de la adquisición de múltiple y dispares posibilidades de ser.


Las tecnologías de la saturación social nos exponen a una enorme variedad de personas, otras formas de relación, circunstancias y oportunidades únicas en su genero, e insospechadas intensidades del sentimiento.


El proceso de socialización dura toda la vida. Seguimos incorporando si cesar información del medio que nos rodea, y al quedar expuestos a otras personas, cambiamos en 2 sentidos: Aumenta nuestra capacidad de: 


  • Saber acerca de. Aprendemos infinidad de detalles sobre las palabras, actos, gestos de los demás; asimilamos un enorme cúmulo de info. acerca de las pautas del intercambio social. basta circular una hora por cualquier calle para reconocer el estilo de indumentaria de la clase alta y clase baja. Los comentaristas de radio exponen sus puntos de vista en materia de boxeo, contaminación ambiental. Este aumento masivo del conocimiento del mundo social sienta las bases de otra modalidad del saber, el saber cómo.


  • Saber como. Aprendemos como poner en practica tal conocimiento. Si nuestro cónyuge nos anuncia que esta pensando en divorciarse, no nos vamos a quedar mudos de asombro: ya hemos asistido a este drama tantas veces en la tv. y en el cine que cualquier ocasión nos coge preparados.


A medida que avanza la saturación social, acabamos por convertirnos en imitaciones baratas de los demás. Llevamos en la memoria las pautas de ser ajenas. Y si las condiciones se vuelven favorables, las ponemos en acción. Cada uno de nosotros se vuelve otro. 


Dicho en términos mas generales, a medida que pasan los años el Yo de cada cual se embebe cada vez mas del carácter de todos los otros, se coloniza. Ya no somos uno, sino que contenemos multitudes.


Cada Yo que adquirimos de los demás puede contribuir al dialogo interno, a los debates privados que mantenemos con nosotros mismos respecto de toda clase de sujetos, sucesos y cuestiones. A estas voces interiores, a estos vestigios de relaciones reales o imaginarias, se les ha dado diferentes nombres, entre ellos, el de espectros sociales.


Estos espectros sociales no solo son interlocutores u objetos de contemplación, sino ejemplares de modelos de acción. Ej: Una chica refiriéndose a su abuela dijo: “Me enseño a ser tolerante y respetuosa con cualquiera”.


Los espectros manifiestan su opinión sobre diversas cuestiones; lo mas frecuente es que se los use para apuntalar las propias ideas. En ocasiones, sus opiniones tienen una importancia suprema.


Multifrenia.

Es un termino con el que se designa la escisión del individuo en una multiplicidad de investiduras de su yo.


Este estado es resultado de la colonización del Yo y de los afanes de este por sacar partido de las posibilidades que le ofrecen las tecnologías de la relación. En tal sentido, se avanza en una espiral cíclica hasta el estado de multifrenia: a medida que las posibilidades propias son ampliadas por la tecnología, uno recurre cada vez mas a las tecnologías que le permitirán expresarse, y a medida que se utilizan, aumenta el repertorio de las posibilidades.


Dimensiones de la multifrenia:


a)  El vértigo de la valoración. (o la coexistencia de valores antagónicos)

Cada persona, pasión o posibilidad incorporada impone una pena en dos ámbitos:


  • El del ser. Al introducirse a otros en el Yo, se infiltran sus gustos y preferencias, sus objetivos y valores. A través de los demás comenzamos a valorar las harinas integrales, las novelas chilenas. A medida que se suman al Yo los demás y sus deseos se vuelven nuestros, hay una ampliación de nuestras metas: de nuestros “debo”, nuestros “necesito” y nuestros “quiero”. Eso requiere atención y esfuerzo, y ocasiona frustraciones. Cada nuevo deseo plantea sus propias exigencias y reduce la libertad del individuo.


  • El del ser con. Mantener la relación significa hacer honor a las definiciones, tanto de uno mismo como del otro. Por ej, si dos sujetos entablan estrecha amistas, cada uno adquiere respecto del otro ciertos derechos, deberes y privilegios. La mayoría de las relaciones humanas significativas acarrean una gama de obligaciones: comunicación mutua, actividades comunes. De este modo, al acumularse y expandirse las relaciones en el tiempo, se incrementan al mismo ritmo las llamadas telefónicas que hay que hacer o responder, las comidas que preparar, etc. Hay una multiplicación de los “debo”.


b) El ascenso de la insuficiencia. (Aumento de los criterios de autoevaluación)

Existe además una infiltración, en la cc. cotidiana, de la duda sobre si mismo, una sutil sensación de insuficiencia. Esta sensación de insuficiencia es un producto colateral de la colonización del Yo y de la presencia de espectros sociales; pues al incorporar a otros en nuestro ser, se amplia la gama de lo que consideramos “bueno”, “correcto” o “ejemplar”. 


Muchos acarreamos el “espectro del padre”, que nos recuerda los valores de la honradez y el esfuerzo, o de la madre, que nos inclina a ser comprensivos y cariñosos. También es posible que adquiramos de un amigo el valor de la salud corporal y e ejercicio físico.


Entretanto, los periódicos, las revistas y la tv. arrojan una andanada de nuevos criterios para nuestra propia valoración. ¿Es uno lo bastante aventurado, pulcro, leído, conocedor del mundo, esbelto, buen cocinero?


Pero la amenaza de la insuficiencia no se limita en lo absoluto a la confrontación inmediata con los compañeros  y los medios. Muchos de estos criterios de calificación se incorporan al Yo en el cuadro general de los espectros sociales y quedan en libertad de hacerse oír en cualquier momento.


Cada voz autorizada se alza para desacreditar a todas las que no cumplen con sus requisitos. De este modo, todas las voces que discrepan con el proceder actual de alguien son críticos internos que se burlan de él, lo ridiculizan y privan a su acción de su consumación potencial.


C) El receso de la racionalidad. (Debilitamiento de la capacidad de reflexión)


¿Por qué tengo que dejar de fumar?, se interroga uno, y la replica es contundente: el tabaco causa cáncer y por ende fumar es una forma de abreviar la vida.


La racionalidad de estas respuestas depende por entero de que se compartan ciertas opiniones: de que uno haya incorporado los puntos de vista de otros. La identificación con otros enclaves culturales convierte a estas “buenas razones” en “racionalizaciones”, “falsa cc” o “ignorancia”. 


Para muchos, fumar forma parte integral de une estilo de vida osado, proporciona una sensación de intensidad vital, excentricidad, robusto individualismo. Análogamente, ahorrar dinero para la vejez es “sensato” en una familia mientras que en otra es una tontería que ignora “el desgaste que produce la inflación”.


La racionalidad es consecuencia de la participación social.


Pero, a medida que se amplían nuestras relaciones, la validez de cada racionalidad circunscrita corre peligro. Lo que es racional en una relación es cuestionable o absurdo desde el punto de vista de otra.


Cuando antes habría recurrido a un conjunto reducido de criterios racionales o habría visto el asunto desde un ángulo limitado, ahora puede aplicar una variedad de criterios y contemplar diferentes aspectos.


El grado de complejidad aumenta a tal punto que resulta imposible asumir una posición coherente desde el punto de vista racional.


Orientación vocacional.

Al estar expuestos a permanentes intercambios de estímulos reales o virtuales se les impone la necesidad de satisfacer múltiples formas de ser. Esta multiplicación se convierte en un mar de exigencias que intensifica la crisis vital por la que está atravesando.


Este aumento de autocalificación amplia la gama de lo que se considera bueno, etc.


La variedad de argumentos contrapuestos crea dudas frente a la validez de eso.