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martes, 22 de julio de 2025

El valor libidinal de la imagen y el campo fantasmático en el estadio del espejo

La operación del estadio del espejo requiere una apoyatura simbólica que le confiere su verdadero valor estructurante. Lejos de reducirse a la futilidad o apariencia de una imagen, es precisamente en esa articulación con lo simbólico que la imagen cobra valor libidinal.

Este valor se evidencia en el júbilo del niño al reconocerse en la imagen especular. No se trata de una mera identificación óptica: ese entusiasmo libidinal lo impulsa a trascender sus limitaciones motrices, anticipándose en una forma que aún no domina, pero que inaugura un modo de ser.

Es en este punto donde Lacan ofrece una de sus pocas referencias cronológicas explícitas: sitúa esta experiencia entre los seis y dieciocho meses de vida. Sin embargo, lo crucial no es el dato empírico, sino la coordenada lógica que se establece: el infans, en tanto aún no habla, pero ya está inmerso en el campo del lenguaje. El tiempo que interesa aquí no es cronológico, sino estructural: el tiempo lógico de una operación constituyente que no requiere palabras articuladas, pero sí la presencia de un Otro significante.

Ese desequilibrio motriz, esa inercia del cuerpo aún no dominado, se compensa con la asunción jubilosa de una imagen ilusoriamente unificada. Esta imagen ideal, que introduce una función de dominio, no remite a ninguna esencia ontológica, ni sostiene una inmanencia. Por el contrario, es una ficción estructurante: un montaje donde la libido se distribuye en una economía que compromete tanto lo imaginario como lo simbólico.

Así, el dinamismo libidinal no responde a un impulso natural, sino que se despliega como una distribución de catexias, orientadas por el deseo del Otro, que configuran el campo fantasmático del sujeto. No se trata sólo del espejismo de la imagen especular, sino del entramado de significantes que sostiene esa ficción, y que constituye un primer modo de organizar el mundo y la verdad.

Este campo fantasmático, que se constituye en el cruce de la imagen y el significante, protege y expone al mismo tiempo la radical dependencia del sujeto hablante. Dependencia no sólo motriz o biológica, sino estructural: porque en ese punto interviene el Otro encarnado, el “sostén humano” del que habla Lacan. Un deseo no puede ser anónimo: el deseo del Otro se presenta con rostro y voz, y es esa presencia la que torna posible la inscripción subjetiva.

viernes, 25 de abril de 2025

Temor a la mujer

 Winnicott (1950) y el olvido que se reconoce en temor:

"La dependencia original ha caído en el olvido y, por ende, la deuda no se reconoce, excepto en la medida en que el temor a la mujer representa la primera etapa de este reconocimiento.
En la labor psicoanalítica se comprueba que todos los individuos (hombres y mujeres) experimentan cierto temor a la mujer. Algunos individuos experimentan este temor en mayor medida que otros, pero puede afirmarse que es universal. Esto no significa sostener que un individuo teme a una mujer en particular".
Winnicott sabía muy bien (desde Klein) que en la dependencia no sólo hay díada satisfactoria, sino que en la misma se dejan huellas del mismo temor que alguna vez se tuvo cuidado. Freud (1913) a su manera dice que la mujer transita en 3 instancias: "Vida, Compañera y el abrazo mudo de la muerte".
De esta última, podemos encontrar, entre otras, diversas figuras mitológicas:
- Kali, diosa indú de la muerte y la resurrección.
- Mictecacihuatl, señora de la muerte y reina del Mictlán
- Perséfone, diosa griega que significa "la que lleva la muerte"
- Hel en mitología nórdica era originalmente el nombre del mundo de los muertos; más tarde llegó a significar la diosa de la muerte.
- Ker en la mitología griega, diosa de la muerte, especialmente de la muerte violenta en batalla.

domingo, 18 de agosto de 2024

La Pareja como Síntoma ¿Cómo reconocerla clínicamente?

 La Pareja como Síntoma ¿Cómo reconocerla clínicamente?

Cada vez son más frecuentes los casos de parejas que consultan por:

  • Dependencia Extrema en el vínculo.

  • Desconfianza y Celos Patológicos. 

  • Violencia verbal, psicológica y/o física.

  • Desborde y/o desgaste en el vínculo. 

Estos son SÍNTOMAS DE LA PAREJA, pero… ¿Qué significa clínicamente: “La Pareja como Síntoma, El Compañero como Síntoma”?

“La Pareja como Síntoma”: 3 manifestaciones que reconocemos en la Clínica

A) La pareja (el compañero) puede representar un estado fijo y salvaje -que no llega a lograr la metaforización y el desplazamiento característico del síntoma-. 

Produce así un puro padecimiento, del cual los sujetos se hallan imposibilitados -psíquicamente- de desprenderse. 

El compañero adquiere el estatuto de un “deseo loco”, por estar enlazado a un extremo y totalizante ideal.


B) La pareja puede representar un síntoma asimilado al Yo, al que se le encuentra un beneficio.

No se tolera al compañero, pero el vínculo brinda tantas ganancias (económicas, reguladoras y convenientes para otros órdenes de la vida), que se prefiere hacer la vista a un lado. Así, estamos en el plano de lo que S. Freud denomina “beneficio secundario del síntoma”.


C) La pareja puede representarle al sujeto un enigma que cause su propia interrogación, tal como ocurre cuando un síntoma está siendo analizado.

Así, a partir del vínculo con el compañero, el partenaire es capaz de hacerse una pregunta que lo implique subjetivamente en aquello que lo concierne a lo íntimo de su ser. De esta forma, se le concede a la pareja el don de la palabra y la escucha, lejos de que sus dichos sean tomados como un ataque o una desestabilización afectiva.

 

Una enseñanza de J. Lacan: 
“No hay relación sexual”

miércoles, 19 de octubre de 2022

Notas sobre el trastorno dependiente de la personalidad

PRESENTAN UN PATRÓN GENERAL DE:

Marcada necesidad de aprobación social y de afecto.

Viven de acuerdo a los deseos de los otros.

Falta de confianza en sí mismos.

Subordinan sus necesidades a las de los demás.

Delegan responsabilidades en áreas importantes de la vida.

Gran disconformidad cuando están solos.

Pareciera haber un aprendizaje en la relación con los otros.


CRITERIOS DIAGNÓSTICOS

Persistente necesidad de ser cuidados que los lleva a conductas de sumisión por temor a ser abandonados.

Comienza en la adultez temprana y se presenta en una variedad de contextos.


SEGÚN EL  DSM IV.

Tienen grandes dificultades para tomar decisiones cotidianas.

Piden consejo y necesitan del reaseguro de los otros.

Temor a expresar desacuerdos.

Dificultades para iniciar proyectos por sí mismos.

Falta de confianza en sí mismos.


PRESENTAN ADEMÁS…

Insatisfacción y sentimiento de abandono cuando están solos

Son capaces de hacer voluntariamente cosas displacenteras con tal de ser cuidados y sostenidos por los otros.

Busca con urgencia otra relación cuando pierde un vínculo estrecho.

Miedo exagerado a que lo dejen de cuidar.


POSIBLES CAUSAS

Desde la teoría psicoanalítica estaría relacionado con el estadío oral del desarrollo psicosexual.


OTROS RASGOS CLÍNICOS

Pesimismo, duda, pasividad y miedo a expresar sentimientos con la sexualidad o con lo agresivo.

En cualquier relación se constituyen en miembro pasivo.

Evitan las posiciones de responsabilidad y se ponen muy ansiosos cuando se los fuerza.


DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

Con el T. P. histriónico se diferencian porque éstos son manipulativos y simpáticos en los hábitos sociales, seductores y con tendencia a llamar la atención.

En cambio el T. P. dependiente se caracteriza por la docilidad, actitudes pasivas y obedientes.


DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL.

Con el T. P. por evitación vemos que comparten la necesidad de afecto y apoyo.

En el desorden por evitación el individuo teme relacionarse por temor a la deslealtad del otro.

En el T. P. dependiente por temor al abandono.


TRATAMIENTO

Se muestran receptivos al mismo.

Buen pronóstico.

En general llegan por la posible pérdida de una relación afectiva.

Responden bien a diferentes tipos de terapia.

Incrementar la autoestima y la independencia.

domingo, 24 de mayo de 2020

Trastornos por consumo de sustancias y trastornos inducidos por sustancias

Antes de comenzar un tratamiento, durante las primeras entrevistas, el psicólogo debe descartar organicidad y consumo de sustancias. En estos casos, deberá hacer una interconsulta con el médico. ¿Pero cuáles son estos trastornos?


Trastornos por consumo de sustancias

  • Dependencia de sustancias: La característica esencial consiste en un grupo de síntomas cognoscitivos, comportamentales y fisiológicos que indican que el individuo continúa consumiendo la sustancia, a pesar de la aparición de problemas significativos relacionados con ella. 

Existe un patrón de repetida autoadministración que a menudo lleva a la tolerancia, la abstinencia y a una ingestión compulsiva de la sustancia.

La «necesidad irresistible» de consumo (craving) se observa en la mayoría de los pacientes con dependencia de sustancias. 

  • La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un período más largo de lo que inicialmente se pretendía

  • Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de la sustancia

  • Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia (ej., visitar a varios médicos o desplazarse largas distancias), en el consumo de la sustancia (ej., fumar un pitillo tras otro) o en la recuperación de los efectos de la sustancia

  • Reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de la sustancia

  • Se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos recidivantes o persistentes, que parecen causados o exacerbados por el consumo de la sustancia (ej., consumo de la cocaína a pesar de saber que provoca depresión, o continuada ingesta de alcohol a pesar de que empeora una úlcera)


Tolerancia: Necesidad de recurrir a cantidades crecientes de la sustancia para alcanzar la intoxicación (o el efecto deseado) o una notable disminución de los efectos de la sustancia con su uso continuado a las mismas dosis. 


Abstinencia: La característica esencial consiste en la presencia de un cambio desadaptativo del comportamiento, con concomitantes fisiológicos y cognoscitivos, debido al cese o la reducción del uso prolongado de grandes cantidades de sustancias.

  •   Abuso de sustancias: La característica esencial consiste en un patrón desadaptativo de consumo de sustancias manifestado por consecuencias adversas significativas y recurrentes relacionadas con el consumo repetido de sustancias.


Puede darse el incumplimiento de obligaciones importantes, consumo repetido en situaciones en que hacerlo es físicamente peligroso, problemas legales múltiples y problemas sociales e interpersonales recurrentes. Estos problemas pueden tener lugar repetidamente durante un período continuado de 12 meses.

  • Consumo recurrente de sustancias, que da lugar al incumplimiento de obligaciones en el trabajo, la escuela o en casa (ej., ausencias repetidas o rendimiento pobre relacionados con el consumo de sustancias; ausencias, suspensiones o expulsiones de la escuela relacionadas con la sustancia; descuido de los niños o de las obligaciones de la casa)

  • Consumo recurrente de la sustancia en situaciones en las que hacerlo es físicamente peligroso  (ej., conducir un automóvil o accionar una máquina bajo los efectos de la sustancia)

  • Problemas legales repetidos relacionados con la sustancia (ej., arrestos por comportamiento escandaloso debido a la sustancia)

  • Consumo continuado de la sustancia, a pesar de tener problemas sociales continuos o recurrentes o problemas interpersonales causados o exacerbados por los efectos de la sustancia (ej., discusiones con la esposa acerca de las consecuencias de la intoxicación, o violencia física)


Trastornos inducidos por sustancias:

  • Intoxicación por sustancias: La característica esencial es la aparición de un síndrome reversible específico de la sustancia debido a su reciente ingestión (o exposición). 

Los cambios psicológicos o comportamentales desadaptativos (ej. agresividad, labilidad emocional, deterioro cognoscitivo, deterioro de la capacidad de juicio, deterioro de la actividad laboral o social) son debidos a los efectos fisiológicos directos de la sustancia sobre el SNC y se presentan durante el consumo de la sustancia o poco tiempo después. 

Se asocia con frecuencia a la dependencia o abuso de sustancias. 

Los cambios más frecuentes implican alteraciones de la percepción, de la vigilancia, la atención, el pensamiento, la capacidad de juicio y el comportamiento psicomotor e interpersonal. 

  • Abstinencia de sustancias.

Delirium, demencia, tr. amnésicos y otros tr. cognitivos.


miércoles, 8 de enero de 2020

Identidad, identificación y lazo social. La enseñanza de Lacan (4)


Por Enric Berenguer


La identidad y el fantasma
Uno de los abordajes de la cuestión de la identidad a partir de la enseñanza de Lacan es el que nos permite la teoría del fantasma.

El fantasma (término técnico que sustituye a la idea más vaga de fantasía) nos remite a aquellos relatos a través de los cuales antes hemos visto que, según R. Rorty, el sujeto da sentido a su vida.

Recordemos que el propio Rorty, aunque de una forma del todo inespecífica, se refiere a las fantasías como relatos en los que están en juego las preferencias de cada uno, sus maneras peculiares de encontrar placer, etc.

Pero también hemos visto que Freud descubrió las fantasías primordiales o protofantasías.

Idea clave 15
Freud descubrió, por un lado, que había una serie limitada de fantasías que tendían a ser universales y, por otro lado, que las soluciones particulares que cada individuo encontraba a los problemas planteados por dichas fantasías parecían definir una orientación particular, altamente individualizada, que surge en un momento de su historia y tiene efectos determinantes en lo sucesivo.

Como sucede, por ejemplo, en el caso del fetichista o en otras orientaciones sexuales que desde que cristalizan no dejan de condicionar la vida del sujeto. Sería absurdo explicar las fantasías en las que se sostienen esos comportamientos y gustos sexuales recurriendo al expediente de que se trata de “historias privadas” con las que el sujeto busca complacerse.

Porque ¿qué determina que esas historias y no otras le den placer? Lacan profundiza en esta idea, llegando a la conclusión de que existe un fantasma fundamental.

Idea clave 16
El fantasma fundamental se manifiesta de formas muy variadas, imprime su carácter a todo tipo de formaciones del inconsciente y se traduce en muchos aspectos de la vida del sujeto, no sólo en sus preferencias sexuales.

Constituye una especie de núcleo de “identidad” del sujeto, basado fundamentalmente en la interpretación que éste hace sobre una serie de aspectos de su relación con el Otro y, en particular, sobre el lugar que él mismo puede ocupar como objeto de amor y/o deseo para el Otro.

De todas formas, esta identidad debe entenderse como la cristalización de una respuesta del sujeto que, en un momento dado de su existencia, responde al problema de su falta de ser (efecto de la estructura del lenguaje) mediante una interpretación o una serie de interpretaciones que adquieren cierto grado de estabilidad y que, en adelante, orientarán la posición del sujeto frente a diversas vicisitudes de su relación con el Otro.

La respuesta que constituye el fantasma a la pregunta “¿qué soy yo?” es considerada por el psicoanálisis como una respuesta, que, con independencia del grado relativo de justificación que tenga y obtenga en la vida del sujeto, debe considerarse en lo fundamental falsa, o, en todo caso, como una de aquella clase de verdades que lo son porque tienden a autorrealizarse.

En efecto, aquel sujeto que encuentra en su relación con el Otro la marca de un rechazo fundamental puede tender activamente, de un modo sobre todo inconsciente, a provocar situaciones en las que este rechazo se confirme.

El grado de convicción que el fantasma genera es tal, que no sólo el propio sujeto no se sustrae a su influjo, sino que este influjo se ejerce también sobre su entorno con gran eficacia.

Por este motivo, el sujeto que se cree rechazado normalmente acaba consiguiendo hacerse rechazar “de verdad”. Como se ve, a este nivel, la verdad y la ficción se confunden en toda regla.

Idea clave 17
A pesar de reconocer el papel determinante del fantasma, el psicoanálisis se plantea como objetivo mostrar su relativa falsedad y permitir al sujeto sustraerse a su influjo.
Por ejemplo, en el caso que hemos planteado antes, del sujeto que tiende a demostrar que es rechazado y verifica que los demás, “en efecto”, le rechazan, el psicoanálisis tratará de sacarle de la fascinación que le produce que sus “peores expectativas” se hagan realidad, mostrándole que, hagan lo que hagan los otros, el responsable es él.

Y aquí, la cuestión de quién empezó primero debe ser considerada en todo punto irrelevante.
Hay un aspecto concreto de la estructura que Lacan atribuye al fantasma que vale la pena comentar.

La fórmula que de él propone es la siguiente:
($ ◊ a)

Incluye, por una parte, al sujeto dividido del inconsciente, es decir, al sujeto afectado de una “falta en ser” y, por otra parte, un objeto, conocido como objeto a, que funciona como un complemento de ser, cuya función sería, precisamente, remediar la mencionada falta de ser (remediarla, en cierto modo, obturándola, tapándola).

Esto significa que una de las formas más evidentes a través de las cuales el sujeto trata de remediar la falta de ser pone en juego la función de un objeto libidinal.

Y ello se produce en dos modalidades distintas, que en cada caso se articulan de un modo particular: por una parte, se trata del objeto libidinal que el sujeto es, fue, cree ser o cree haber sido (objeto que tiene una serie de determinaciones concretas, no se trata sólo de serlo o no serlo); por otra parte, se trata de la función que el partenaire sexual desempeña para el sujeto, pero en este caso se trata de un objeto parcial tomado del partenaire y no del partenaire como otro sujeto.

Con respecto a esto último, es interesante destacar que, en efecto, la relación con un partenaire sexual constituye una de las formas primordiales por las que el sujeto trata de remediar el sentimiento general de carencia que Lacan formula como “falta en ser”.

Es preciso tener en cuenta, sin embargo, que en algún momento restringe algo la validez de esta fórmula, fórmula que da cuenta del fantasma masculino, porque no parece apta para simbolizar algunos aspectos de la relación del sujeto femenino con su objeto de amor.

De todas formas, una de las virtudes de la fórmula del fantasma en el contexto de la pregunta por la cuestión de la identidad, es poner de relieve que la pregunta del sujeto por su propio ser parece inducir toda una serie de respuestas que se sitúan en el registro de una posesión de objetos cargados de un valor libidinal, objetos que participan de lo imaginario y de lo real pulsional.

En cierto modo, esto se relaciona con la idea, verificada en la experiencia común, de que la pregunta por el ser tiende a ser contestada en términos de tener.

Ahora bien, como demuestra el estudio psicoanalítico del fantasma, en este terreno es muy difícil deslindar aquello que corresponde al objeto libidinal a cuya posesión se aspira y el papel, más discreto pero omnipresente, del objeto que se fue para el Otro (y que, dada la estabilidad de la solución fantasmática, se sigue siendo en gran parte).

Sea como fuere, el psicoanálisis insiste en la falsedad relativa del “tú eres eso” determinado por el fantasma, por lo que un psicoanálisis debería tender a un cuestionamiento, al menos relativo, de esa “identidad”.

Esa identidad no deja de tener efectos sintomáticos para el sujeto. Porque si bien en primer término tiene un efecto contrario a la angustia vinculada a la indeterminación del ser, fija al sujeto en una relación de dependencia respecto al Otro planteada en unos términos que a su vez tiene otro tipo de efectos angustiantes.

En este sentido, la fórmula del fantasma revela un tipo de alienación de la que el sujeto extrae una seguridad tramposa.

Uno de los aspectos simbolizados en la fórmula en cuestión, si en ésta se piensa el objeto en el registro del tener, nos muestra la posibilidad siempre abierta de que el sujeto se extravíe en una búsqueda de objetos que saturen el vacío siempre abierto de su falta de ser.

Como el ser y el tener resultan profundamente incompatibles, los riesgos son evidentes, y encontramos ejemplos de ello en toda una serie de patologías en las que determinado uso de los objetos se enmarcan en aquello que se ha venido en llamar “adicciones”.

Si nos fijamos, en cambio, en los riesgos de una respuesta al problema del ser excesivamente planteada en términos de lo que soy para otro, los riesgos son igualmente graves, aunque distintos en su forma: nos encontramos con personas que, en su necesidad de asegurarse de cumplir un papel para el otro, consienten fácilmente en identificarse con algo que para dicho otro es más bien degradante.

Se abre ante nosotros toda la problemática de la dependencia, con toda su retahíla de malos tratos y degradación.

Ambas vertientes de la problemática del objeto (usando aquí una expresión muy aproximada por necesidades expositivas) tienden a expresarse en una patología en que el pasaje al acto y la repetición se disfrazan muy a menudo en el sentimiento subjetivo de que “esta vez es diferente”, o “esta vez es la última”.

Pero una adecuada perspectiva histórica muestra invariablemente un grado de compulsión que en ocasiones puede ser muy peligroso.

El aspecto más pernicioso de este tipo de problemáticas es que generan un círculo vicioso que podemos entender como sigue: primero, el sujeto calma la angustia vinculada con la falta en ser recurriendo a un mecanismo que la reduce eficazmente; con el tiempo, sin embargo, el sujeto se vuelve cada vez más incapaz de enfrentarse con ese vacío original, que parece haberse ido agrandando a medida que se van encontrando formas de no enfrentarlo.

Esto supone una aceleración de la dependencia o la adicción y tiende a producir situaciones de “huída hacia adelante” cuya gravedad es bien conocida.

Por supuesto, en algunos casos pueden ir asociados ambos lados del problema, pues no hay nada que los haga necesariamente excluyentes, aunque uno de los dos aspectos suele predominar en un sujeto dado, o en un momento determinado de su existencia.

La expresión, claramente patológica en algunos casos, de estas dos vertientes del fantasma, no debe llevarnos a olvidar que se trata de virtualidades abiertas a todo ser hablante, que casi siempre se han manifestado en un momento u otro de la vida del sujeto, aunque no hayan llegado a dar lugar a síntomas, o al menos a síntomas graves.

Idea clave 18
Frente a la (mala) solución aportada por el fantasma a la pregunta por el ser, el psicoanálisis se propone encontrar cuáles son los referentes identificatorios (significantes) sobre los que dicha respuesta está construida. Se trata de demostrar que con esos mismos significantes (como tales imborrables, por lo que no es cuestión de eliminarlos) el sujeto puede construir una interpretación distinta a la que el fantasma consagra.

El sujeto no puede, pues, renunciar a todo aquello de su identidad que se encuentra articulado en su fantasma, pero puede reducirlo a unos elementos mínimos, que permiten más de una interpretación.
De esta forma se trata de conjugar lo inevitable de la repetición con la posibilidad de leerlo de otra manera.

El psicoanálisis se propone que cada cual pueda asumir aquellas marcas ciegas que lo determinan, pero a su vez, dándole la máxima libertad en cuanto a la forma de traducirlas, encaminarlas.

En lo que se refiere a la operación concreta que se pretende llevar a cabo con respecto al fantasma, se trata de “construirlo”, es decir, desmenuzar su armazón significante, o sea, una serie de significantes fundamentales que tienen un papel determinante como identificaciones del sujeto.

Todo ello con la finalidad de “atravesarlo”, es decir, poder desprenderse de algún modo de la influencia de ese marco de referencia fijo que constituye.

Contrastando una vez más nuestros planteamientos con los de Rorty, diríamos que no se trata de que el sujeto construya en toda libertad su narrativa.

Se trata, en primer lugar, de que pueda dejar de someterse a un tipo de narración muy condensada, su fantasma, en la medida en que tiene para él efectos nocivos, y pueda extraer de ella unos elementos mínimos, pero para construir una narración distinta.

Como se ve, existe un cierto grado de libertad, pero también unos condicionamientos mínimos: la historia no se puede volver a escribir desde cero.

Fuente: Enric Berenguer, "Identidad, identificación y lazo social. La enseñanza de Lacan"

miércoles, 23 de octubre de 2019

El humor de Tute



lunes, 25 de febrero de 2019

Dependencia a las drogas: la cocaína.

La cocaína es una droga estimulante del Sistema Nervioso Central y anestésica de mucosas y raíces nerviosas. Se la procesa químicamente a partir de la hoja de coca, planta muy común en el norte argentino y Bolivia.

Se presenta en forma de polvo blanco, ligeramente picante al gusto y con discreto olor aromático.

Su incorporación al organismo se hace por vía que no exige mayor preparación, pues se absorbe a través de la mucosa nasal, de donde pasa al torrente circulatorio por los plexos cavernosos de la submucosa.

La reiteración de este pasaje a través del tiempo es la responsable en el adicto de lesiones locales, que van de simples focos irritativos a francas úlceras y perforaciones en especial del tabique nasal. Se los ha llamado "estigmas de la cocainomanía" y ayudan en parte a hacer el diagnóstico de la enfermedad.

Puede ser también incorporada al organismo por las vías digestiva y parenteral, pero en mucho menor grado.

La droga produce una gran excitación psicomotriz que se traduce por inquietud, ansiedad, extroversión, desinhibición, impulsión, que se manifiesta con locuacidad, temblores, movimientos y actitudes injustificadas y desproporcionadas, irritabilidad, agresividad y compulsividad. Produce marcada midriasis.

En lo sexual se incrementa el erotismo, pero se anula la capacidad sexual por inhibición y anestesia medular, acciones típicas de la cocaína.

Suelen producirse episodios alucinatorios (delirium tremens), en especial con componente visual y táctil, en los que se incluyen típicas microzoopsias (creer ver y sentir pequeños animales, arácnidos o roedores que corren bajo sus pies).

Pese a producir exclusivamente dependencia psíquica su abstinencia origina una gran impulsividad, lo que facilita la realización de actos delictivos contra otras personas y/o cosas. Por tanto, la cocaína es factor desencadenante de delitos por su uso y por fenómenos de abstinencia.

Fuente: Astolfi, Emilio y otros (1982) "Toxicología de pregrado" pág. 299. - Lopez Editores.