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martes, 12 de enero de 2021

¿Queda alguna pregunta sobre la sexualidad masculina?

Hace unos cuantos años, después de entusiasmarme con la primera lectura de Encore, presenté dos trabajos sobre el goce femenino, que me habían dejado bastante satisfecho, por los comentarios que me volvían. En ellos había ubicado no sólo las preguntas sobre el goce femenino, sino también en la sexualidad de las mujeres. Había glosado del escrito de Lacan aquello, de que el orgasmo femenino mantiene su “tiniebla inviolada”, así como diversas referencias a los cambios de nombres que les ocurre sólo a las mujeres en circunstancias tales como el cambio de estado civil. En ese estado de creer tener aclaradas algunas cuestiones importantes de la teoría, recibo la consulta de un varón que rondaba los treinta, profesional, culto, bien parecido, que me describe su síntoma.


Él no tiene problemas en la relación con las mujeres, mantiene relaciones sexuales normales dice, que a ellas las dejan satisfechas pero él aunque eyacula se siente privado de la sensación orgásmica que conoce por descripciones de las novelas y el cine. Como ellas quedan satisfechas, él socialmente bien ante ellas, se negó a sí mismo valorar esta situación como un problema, pero la interrogación le insistía: ¿por qué yo no puedo sentir eso? ¿por qué sólo me entero que terminé porque se me bajó?

Mi sorpresa transitaba porque siempre había tratado como sinónimos eyaculación y orgasmo, y sólo sabía de oído y por alguna lectura que el taoísmo diferenciaba como virtud el tener orgasmo sin desperdiciar el semen y los espermatozoides que pertenecen a la especie y no a cada varón, según esa visión del mundo. Tampoco había leído nada semejante entre los cuadros descriptos por Freud cuando se refiere a la sexualidad masculina en “La degradación general de la vida erótica” y “Una particular elección de objeto en el hombre”, ni en los Escritos o Seminarios de Lacan. Recordándolos, ubicaba que Freud situaba la impotencia y la eyaculación precoz como patologías de un sujeto muy apresado en la madre, temeroso de visitar la misteriosa oquedad femenina por la representación incestuosa de ese cuerpo, que nosotros podríamos situar como preso del goce del gran Otro J (A).

Para las otras patologías que tan bien describe, sitúa a quienes les es posible sostener la erección fálica del deseo disociando su vida erótica en mujeres de las que goza sin amar y otras que ama sin gozar de sus cuerpos, y en las que puede leer como dos versiones maternas, antes y después de descubrir que son mujeres. Quienes hacen esta elección de objeto suelen no tener ningún problema en la erección, pero aún ya agotados no pueden alcanzar ni el orgasmo ni la eyaculación. Estas consultas ya las había tenido y también eran varones que las dejaban satisfechas a ellas, se esmeraban largamente en eso, pero no podían ir más allá del goce fálico - J (ф)-. No soportaban la detumescencia fálica, que ese ansiado final les esperaba, lo vivían como dice Dalmiro Saenz: “en lo mejor sobreviene lo peor”.

Una y otra consulta masculina me eran conocidas, pero este paciente que se preguntaba a sí mismo porqué su eyaculación no venía acompañada de orgasmo, me resultaba novedosa y extraña.

Vuelvo a aclarar que no se trataba de un eyaculador precoz, que no era por eso que disociaba eyaculación de orgasmo, podía tener coitos de una duración satisfactoria para sus partenaires, pero él sentía que terminaba, sólo por la detumescencia y la sensación de salida de un chorro de líquido.

En la bibliografía médica, psiquiátrica y psicológica quedan sinonímizados eyaculación y orgasmo, salvo cuando describen la llamada eyaculación precoz.

Lacan dice en Encore: “Si con ese S(Ⱥ) no designo otra cosa que el goce de la mujer, es ciertamente, porque señala allí que Dios no ha efectuado aún su mutis” (página 101. Paidós. Barcelona. Buenos Aires 1981) Así dicho parecería quedar significado el S (Ⱥ) sólo para escribir el goce de ellas; quedaría del lado varón, sólo el J (ф). Si así fuese: ¿qué estaría pasando con este paciente que no tiene dificultad alguna en la erección?

Si en cambio pensamos en S(A) como ligado al lado femenino del goce, tendríamos que pensarlo en relación a “lo femenino” y no sólo a las mujeres. Cuando en medio de una manifestación nos diluimos al gritar al unísono con tantos otros una consigna o cuando en el estadio de fútbol nos unimos a la multitud en el grito de ¡Gol! , ¿no estamos en ese éxtasis mentando algo de lo que como goce se juega del lado de lo femenino de las fórmulas de la sexuación?

En Análisis terminable e interminable Freud dice: “La repudiación de la femineidad no puede ser otra cosa que un hecho biológico, una parte del enigma de la sexualidad. Sería difícil decir sí y cuando logramos domeñar ese factor en un tratamiento psicoanalítico” Sólo podemos consolarnos con la certidumbre de que hemos dado a la persona analizada todos los alientos necesarios para reexaminar y modificar su actitud hacia él. (Ed. B. Nueva, Madrid 1968, Tomo III página572)

¿No interviene en este sujeto el rechazo de lo Real de la femineidad (que Freud llama biológico en esta cita) con su dificultad de ir más allá del goce fálico? ¿Por qué no situar también el goce que el S(Ⱥ) escribe, del lado de la aceptación de lo femenino en los varones?

Para este joven, que una mujer tenga o no orgasmo, dependía exclusivamente de sus propias virtudes fálicas nombradas como tamaño, pericia, etc. Al igual que Freud en los artículos que antes citaba, reduce la causa de los síntomas sexuales de los varones a un encuentro incestuoso con la madre o a la rivalidad fálica con el padre, sin poner en cuestión la subjetividad de ellas. Esta articulación fantasmática estalla para él cuando despotricando contra una frígida insoportable, le preguntó: ¿Cómo, con usted? ¿Cómo es eso posible con un hombre tan virtuoso? Su dificultad insistía en no aceptar que la subjetividad de las mujeres les determinaba la posibilidad de acceder al orgasmo. El costo de este rechazo de lo femenino no sabía hasta donde tenía que ver con su síntoma, con rechazar lo que llamamos “lo femenino” de su lado.

No es en absoluto mi intención armar una simetría al modo de E. Jones entre ambos sexos que Freud explícitamente desconsidera, sino que como tantas veces ocurre en el psicoanálisis, partiendo de una patología, poder considerar algo atinente a la estructura del sujeto y a su economía de goce.

En este caso al aceptar justamente “lo femenino” en ellas y en él mismo, es que puede ir resolviendo este síntoma que lo interrogara,

En la aceptación de “lo femenino”, lo que lo llevará a dar otra consideración a sus objetos a. Y así anudar deseo y goce en relación al objeto que lo causa.

Joan Manuel Serrat describe el amar como

El orgullo de gustar...
La emoción de desnudar....
Y descubrir, despacio, el juego
el reto de acariciar
prendiendo fuego
La delicia de encajar
y abandonarse.
El alivio de estallar
y derramarse

A este joven le estaban negados estos dos últimos versos, que sitúo como escritos en el goce más allá del falo, S (Ⱥ) en los varones, para poder diferenciar entonces, desde el psicoanálisis el goce que se juega en la eyaculación y en el orgasmo, diferenciando así también ambos términos.

Cuando K. Abraham, le pregunta a Freud cómo hace para atender tantos pacientes y dejarse tiempo para escribir y publicar, Freud le responde que él necesita recuperarse de la posición pasivo-femenina de estar escuchando en el consultorio, tomando una posición más viril al escribir, polemizar y sostener sus ideas. Borges nos decía en la Escuela Freudiana de Buenos Aires que la inspiración él la recibía, y que una vez que era íntimamente tocado por ella se ponía a garabatear borradores hasta que el cuento lo satisfacía o su editor le reclamaba el cumplimento del contrato. La descripción de Borges la podemos leer también como “lo femenino” de la inspiración y lo viril de una posición más activa cuando escribe y corrige borradores.

Lo que Freud y Borges expresan de una escena que no tiene que ver con el coito, me sirve para ejemplificar mejor a qué llamo femenino y masculino a lo largo del trabajo.

El objeto del presente es, entonces diferenciar desde el psicoanálisis eyaculación de orgasmo, y los goces que cada uno de estos términos escribe.

Fuente: José Ángel Zuberman (2011) "¿Queda alguna pregunta sobre la sexualidad masculina?" -

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Síntoma histérico, ataque histérico y fantasma histérico: Clínica y cura.


Apuntes de la conferencia dictada por José Zuberman, el ­ 03/06/14

El término histeria se usa para muchas cosas. Vamos a dilucidar distintos espacios donde se usa la palabra histeria. No es lo mismo el síntoma histérico, que el ataque histérico, que el fantasma histérico o el discurso histérico. No es lo mismo la histeria de la psiquiatría, que como Freud presenta este término. Pensemos que en la ciencia el sujeto del psicoanálisis es sujeto de la ciencia, no es porque la ciencia estudia lo mismo que el psicoanálisis, sino porque de la ciencia moderna no va a la sustancia de la cosa, sino a cómo se relacionan. Es decir, toda la ciencia moderna está establece un sistema de relaciones, o sea, de relaciones significantes. Entonces, ahí es donde va a ubicar al sujeto y ahí es donde podemos decir que lo que era la histeria de la medicina no tiene nada que ver con las cosas que vamos a hablar hoy. Que etimológicamente, histeria tiene que ver con histerum, que es útero. Se suponía que histerias eran femeninas y eran producidas por alguna sustancia que emanaba el útero. De ahí el nombre histeria, pero como ven, la etimología no determina nada desde que sabemos que hay histeria masculina o en cualquier momento que nos podemos poner a embromar con amigos diciendo “eso es ovárico”, “eso es uterino”. El sujeto de la ciencia moderna es el sujeto de relacionar este término con el otro, entonces, no es lo mismo lo que la medicina definía como histeria, lo que fue definiendo después la psiquiatría a través de diferentes definiciones, lo que Freud definió como síntoma y ataque, de lo que Lacan describe como fantasma histérico. Hay histeria masculina, la analizamos y lo comprobamos todos los días. Entonces, nada que ver con la etimología.

Síntoma histérico.

El significante no se significa a sí mismo. Histeria no es igual a histeria. Una cosa es el síntoma y otra cosa es el ataque, para empezar con las descripciones freudianas. Freud empieza todo su trabajo definiendo y trabajando sobre elsíntoma neurótico. Era lo que más le hacía preguntas en su consultorio en su momento: el síntoma neurótico. Con las coordenadas que nos propone Lacan, es decir, con los registros, tratemos de definir con citas de Freud a qué vamos a llamar síntoma. Lo que más trabaja Freud del síntoma, explícitamente, es lo simbólico​, que se define con una frase reprimida. Freud dice que el síntoma se sostiene en una frase reprimida, podemos decir de significantes reprimidos, que por estar reprimidos no es que desaparecen sino que tienen una eficacia suficiente como para provocar un síntoma. Entre el cariño que le tengo y las ganas de pegarle un trompazo, hago una parálisis de brazo, por ejemplo. El elemento simbólico es la frase esta que queda reprimida.

Sin embargo, Freud va a agregar que no es solamente una frase reprimida, dice que también hay una modificación del esquema corporal en cualquier síntoma histérico (aspecto imaginario del síntoma). El bolo histérico no le permite comer, o la astasia abasia, o los ojos desviados o afonía. Hay una modificación del esquema corporal. Como decía Freud, cualquier órgano puede tomar el valor de falo cuando se agranda, se hincha, se congestiona y se torna doloroso. Además, hay una modificación en lo real del goce del sujeto, en la economía del goce del sujeto. Recordemos frases como “la vida sexual del neurótico es su síntoma”. Si alguien no puede sostener el equilibrio y no puede caminar, eso también determina su punto de goce.

Pregunta: ​¿Cómo es esto que el neurótico goza de su síntoma?

J.Z: El goce fálico se sostiene de la palabra, en los varones de la erección fálica del deseo. Esto, en el síntoma histérico, queda ligado al goce del síntoma. Nadie larga así nomás el síntoma. Del síntoma también se goza. Que el dentista les explique que va a ser una gran economía para sus bolsillos si largan el chicle, el que tiene el estúpido goce del chicle, no lo larga así nomás por ahorrarse unos mangos. Cualquier síntoma implica la presencia de un goce que no abandonamos, salvo cuando podemos descubrir otro goce. Por eso Freud decía que el síntoma es la vida sexual del neurótico.

Entonces, en lo simbólico una frase reprimida, en lo imaginario una modificación del esquema corporal y en lo real una modificación de la economía de goce. ¿Qué particularidad tiene? Que interroga al sujeto. El síntoma es una pregunta para el propio sujeto, que es como llega a análisis la mayoría de los presentes.No sé qué pasa conmigo, que siempre gozaba tanto de la lectura y ahora me pongo a leer el libro y me quedo dormido”. Inmediatamente, como tengo esta pregunta sobre mí, yo no sé qué pasa conmigo, supongo que usted sí lo sabe. Se instaura inmediatamente la transferencia simbólica, el sujeto supuesto saber. Esto es el síntoma neurótico: hay una frase reprimida que modifica el esquema corporal, modifica el esquema de goce y que interroga al propio sujeto. La consecuencia de este interrogarse es que inmediatamente se instaura la transferencia simbólica, lo que Lacan llama sujeto supuesto saber. Le suponemos el saber sobre eso que no entendemos qué demonios nos pasa.

Freud decía que el interés de quien estudia la histeria, abandona pronto los síntomas para dirigirse a las fantasías de las cuales procede. Es decir, que no se queda en lo descriptivo de los síntomas histéricos, él dice claramente que hay que abandonar los síntomas para dirigirse a las fantasías de las cuales proceden. Luego retomaré esto de las fantasías, que es lo que nosotros llamamos fantasma.

En el síntoma histérico, la dirección de la cura va a ser ir del síntoma a la fantasía que lo sostiene. O sino, voy adelantando algo: voy a decir que la dirección de la cura es en el síntoma neurótico, el del síntoma al fantasma en el que se sostiene. Pero para no dar por sabido qué es el fantasma, voy a decirlo en términos más freudianos para que sepamos de lo que estamos hablando. Freud, en los escritos técnicos, dice que para que un síntoma se resuelva, pidan asociaciones, pidan una línea asociativa.

Puede ser que asociando libremente, esa línea asociativa determine ir a frase reprimida con la cual se resuelve el síntoma. Si esto no ocurre, pidan otra línea asociativa, que la grafico con una línea diferente. Y puede ser que así tampoco se resuelva elsíntoma. No les ataque el furor curandis, como dice Freud, operen según técnica como un cirujano, sigan pidiendo asociaciones. Pidan otra línea asociativa. Si aún no se resolvió el síntoma, es que además de la frase reprimida, hay que pensar en la fijación del sujeto a un objeto​, que Freud trabaja especialmente el objeto oral y el objeto anal. Él le dejó a Lacan trabajar la mirada y la voz. Además de las representaciones reprimidas, por hablar en freudiano, hay una fijación a un objeto. Si me permiten, todas estas cadenas de significantes determinan la posición del sujeto del significante​.

Los 2 términos del fantasma, son el sujeto y el objeto. Del lado del sujeto, del significante, podemos leer la dimensión del deseo que Freud leía en las formaciones del inconsciente: sueños, novela familiar del neurótico, fallidos, síntomas, chistes. Y del lado del objeto, el estilo de goce. No eslo mismo el goce oral, de alguien que traga libros, como decíamos en el colegio, alguien que quiere saber todo rápido, que el estilo anal de retener todo el saber, como le pasaba a una compañera mía de la facultad que antes del parcial tenía un desprendimiento impresionante porque se le iban los conocimientos. Los estilos de goce son distintos en uno y en otro, en cada uno de los 5 objetos que trabajamos con Lacan en la angustia: el objeto oral, anal, la mirada, la voz y el falo como objeto.

Hay 2 operaciones: la alienación, donde el sujeto queda alienado al objeto. El hombre de las ratas se presenta como un sorete, está hecho mierda, como diríamos en Buenos Aires. Pero, con la otra operación, la de separación, recupera su condición de sujeto, toma la palabra y así podemos saber a qué objeto está fijado. Entonces, aunque Freud decía que el interés de quien estudia la histeria abandona pronto los síntomas para dirigirse a la fantasía de cuáles procede, si yo les digo que el síntoma histérico, el camino del síntoma histérico al fantasma, en vez de la fantasía, es porque, agrego a lo que Freud definía de fantasía de la cadena de significaciones, es la fijación al objeto.

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¿Por qué esto es importante? Lacan dice en el Seminario VIII, que si no entienden su idea de fantasma, remítanse a lo que es la fijación en Freud. La fijación de un sujeto al objeto que es lo que traté de demostrar en este esquema. El sujeto queda fijado a un objeto, esa idea freudiana de fixierung, es mi fantasma. Entonces yo puedo decir con esto que la dirección de la cura, en el caso del síntoma histérico, es del síntoma al fantasma que lo sostiene. Cuando Lacan dice en el seminario de angustia que el fantasma es sostén de mi deseo, del fantasma se sostiene el deseo, del deseo reprimido se arma el síntoma. Entonces, el camino de la cura en la histeria, será como dice Freud, del síntoma a la fantasía que lo sostiene y nos permitimos traducir fantasía por fantasma, haciendo la aclaración que no solamente estamos hablando de la cadena de representaciones, sino también del objeto al cual el sujeto está fijado. Con lo cual vemos no solamente el deseo del sujeto, sino su estilo de goce, el punto del objeto al cual está fijado.

Ataque histérico.

Freud dice que cuando se somete al psicoanálisis a una histérica cuyo padecer se exterioriza en ataques, no en síntomas, uno se convence fácilmente de que esto no se trata de otra cosa que fantasías proyectadas sobre la motilidad, figuradas de manera pantomímica. Son fantasías inconsciente, claro está, de la misma índole de lo que uno puede capturar inmediatamente en los sueños diurnos o desarrollar en los sueños nocturnos. Es como si se jugase al “Dígalo con mímica”, la frase hace que esto se suba a escena, se actúe pantomímicamente y entonces nos tocará descifrarlo, como cuando jugábamos a “Dígalo con mímica”.

Agrega Freud: “A menudo un sueño sustituye un ataque”. Si hay sueño, hay formaciones del inconsciente, no hay ataque. “...y con frecuencia, todavía mayor, lo ilustra, pues idéntica fantasía alcanza una expresión diversa en el sueño y en el ataque”. Es decir, la misma fantasía puede formar una formación del inconsciente (sueño, síntoma, novela familiar, chiste, lapsus) o puede armar un ataque histérico. La diferencia es que en una las fantasías quedan proyectadas sobre la motilidad, figuradas de manera pantomímica, pero son fantasías inconscientes de la misma índole que uno puede capturar inmediatamente en los sueños diurnos o desarrollar en los sueños nocturnos.

El ejemplo que primero nos surge, para recordarlo todos, es lo que leyeron en “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”. Allí Freud describe un ataque histérico en que una mujer se saca la ropa como un hombre en una mitad del cuerpo y con la otra se defiende como una mujer, esto sería en los tiempos de Freud. Freud lee allí que si en una mano actuó como un varón y con la otra como una mujer, lee fantasía de bisexualidad en una paciente que no habla, en una paciente que sube esa fantasía, la proyecta en la motilidad y la actúa pantomímicamente. Nosotros diríamos “la sube a escena”. Aunque Freud nunca teorizó esto, fíjense que Freud lo lee en la escena, porque no es una paciente que asocie.

Pregunta: ¿Pero es unívoco un gesto?

J.Z: Freud no dice eso. El gesto es significante si lo hacés correr con otros significantes y vas descubriendo la fantasía que sostiene el ataque. No es solamente por lo simbólico del significante, desde Lacan, antes el acting out era de los actuadores, de los psicópatas. Después de Lacan, el acting out es subir la fantasía a escena y eso el analista lo lee en la escena de la sesión. Los de la APA decían que los que hacían actings eran inanalizables. La extensión de la validación del psicoanálisis al acting out y al pasaje al acto es de Lacan, que amplía nuestro horizonte enormemente. Freud esto nunca lo teorizó, pero dice que la fantasía queda proyectada sobre la motilidad de un modo pantomímico, que eso se lee en la escena y no solamente en el ataque histérico, también cuando la ve a Dora jugando con el monederito, habla de masturbación. Y no es que Dora dijo algo, sino que relacionó ese gesto con todo lo que viene ocurriendo y todo lo que viene diciendo ella. Cuando el hombre de las ratas se incorpora, él no dijo “me quieren meter una rata por el ano”, sin embargo Freud descubre esto y le presta las palabras que faltaban. Entonces, justamente el RSI de Lacan nos permite leer los 3 registros. Esto que Freud ve en la escena, pero nunca lo teoriza porque él solamente teoriza el valor de la representación, el valor de lo simbólico, es algo que Lacan nos permite extender la verificación del psicoanálisis en estos terrenos. Analizable antes era el síntoma neurótico, todo lo que nosotros no recibimos en los consultorios era expulsado del consultorio del psicoanalista y enviado al psiquiatra. Si podemos atender bulimias, anorexias, y todos esos cuadros... Una anorexia es como un ataque histérico, de entrada presenta su fantasma: muerta soy toda tuya. Tomá, ¿querés que sea toda tuya? Bueno, acá me tenés. Como decía Freud, mezcla de histeria y melancolía. Toda tuya, y muerta voy a ser más enteramente tuya. Entonces, ahí está de entrada el ataque, que hay que intentar leer. No es que le vamos a tratar de encontrar sentido, pero si estamos en una casa y nos llaman y hay una mujer que se despierta y dice que hace 24 horas que no se despierta y dice “¿Qué hace toda la familia acá reunida y todos vestidos de negro? ¿qué pasó?” Está claro lo que sube a escena, que no se quiso enterar quién se murió ni fue al cementerio ni nada y que hizo un ataque y estuvo allí desconectada todo este tiempo y luego pregunta qué pasó.

En todos estos casos, en que el que se sube pantomímicamente la fantasía a escena, la dirección de la cura va a ser, justamente la contraria. Del ataque histérico, que puedo reemplazar por fantasma, porque muestra al fantasma, a hacer de esto un síntoma. Si acá la dirección de la cura era ir del síntoma al fantasma que sostiene, en el ataque, la dirección de la cura, será ir del fantasma (que podemos leer de entrada) a hacer un síntoma. Es decir, algo que interrogue al sujeto, que se pregunte​. Debe implicarse en algún modo de por qué está en esta situación.

Hay casos de pacientes que llegan sin hacerse una sola pregunta y que hay que acompañarlos. El único que lo puede acompañar en este camino de ser un paciente a un analizante, es un analista. Los pacientes muchas veces no vienen con una pregunta, sino con un sufrimiento que ya no soportan. No vienen con una pregunta, no es un síntoma, nadie está obligado a tratar a ese paciente, pero en la clínica psicoanalítica de Buenos Aires nos hemos acostumbrado a recibirlo y me parece bien, porque a Freud lo interrogaban los síntomas neuróticos y las preguntas de su tiempo, qué es un líder, por qué esos fenómenos de masa. A nosotros nos interrogan otras cosas, especialmente no podemos dejar de hacernos la pregunta por lo que nos viene en el consultorio. Hacer de un ataque, un síntoma, es una dirección de la cura que también lo podemos traducir “hacer del paciente un analizante”.

Esto de la mostración del fantasma, no es solamente para estos efectos que se podrían agrupar como psicopático, sino que es algo que se lee en la escena del análisis. No es solamente lo que se escucha. Porque una colega muy dedicada me consultaba con qué pasaba con un paciente que se quería ir del análisis. Él había tenido otro terapeuta y con ella el paciente logró completar su carrera de derecho y acercarse a una mujer. Pero el paciente había visto en Página 12 un recuadro que anunciaba una conferencia con el primer analista que él tuvo, y él se interesa. La analista actual se enoja, porque ya la otra vez le había dicho que quería cambiar en análisis por el homeópata para ver si le resolvía las alergias y ahora le venía con éste. Ella le dijo a su paciente que estaba atacando su análisis, desvalorizando todo lo que produjo ahí para volver atrás. Como ella había sido kleiniana y me tenía confianza, le dije que lo único que faltaba que le interpretara, era que él cagaba sobre su pecho y en vez de la ansiada leche, recibía su propia mierda. Eso en los años  '60 era una etiqueta. Yo le dije algo que me habían dicho en la escuela primaria, que uno tiene 2 orejas y una sola boca para escuchar el doble de lo que habla, así que silencio. Que no se enoje tanto, que se calle y aguante un poquito. Cuando se calla, en la segunda supervisión, él le empieza a decir que se encontró con un primo que le hizo recordar que su madre no lo dejaba ir a la cancha ni a ningún lado por la alergia que tenía de chico, ni en verano ni en invierno. En la transferencia se jugaba esto de que él quiere ver al hombre importante, al gran hombre y la madre no lo permite. Ella había sido llevada por el movimiento de la transferencia al lugar de la madre. Este chico se sentía a punto de ser tragado, entonces se tenía que ir. No es lo que la analista no había escuchado,sino lo que no había podido leer en la escena.

En todo análisis ocurre esto de que, como dice Lacan, el fantasma se lee en la escena. No es lo que se escucha, sino lo que se lee en la escena y allí se escenifica la cuestión del fantasma.

Fantasma en la histeria.

Lacan, en el seminario de la transferencia, escribe el fantasma de la histeria y el fantasma de la obsesión.

En el fantasma de la histeria, del lado del sujeto, está el objeto arriba de la barra. En el álgebra lacaniano, lo que está arriba de la barra es lo manifiesto. Debajo de la barra, lo que es latente. En el fantasma histérico, la histérica se ofrece como objeto al Otro y no como sujeto. La histérica se ofrece como aquello que falta al Otro. En lugar de brillar por sus pinturas, por sus escritos, por su desarrollo profesional y por lo que puede manifestarse como sujeto de su deseo, siempre está al servicio del Otro, sostieniendo al Otro. Justo cuando está por descubrir la barradura del Otro, ella se ofrece como el objeto que lo completa. Dora, cuando descubre que el padre es impotente, dice que el padre tiene 2 mujeres, siempre lo salva y lo completa.

El tipo llega muerto de laburar, porque tiene una crisis en su empresa y ella dice “claro, te voy a creer que llegás a las 2 de la mañana de una reunión”. Allí ella se ofrece y lo rearma, porque lo transforma en un canchero bárbaro, que viene de divertirse. Allí es el objeto que sostiene al Otro como completo porque lo necesita. “Me trata como a una porcelana” decía una paciente. Es decir, no estaba preocupada por qué deseaba como sujeto ella, sino porque el hombre la trate como a una porcelana. Otra podrá decir “me trata como a un trapo de piso”, para el caso, no importa si es lindo, feo o valioso, sino que se ofrece como el objeto que sostiene la completud del Otro. Ella se sostiene de ser “la señora de...” y no de sostener su deseo. Por eso Freud dice “La histérica enfermera del Otro”, porque lo sostiene al Otro de este modo, lo cual hace que quede bajo la barra la castración, porque no reconoce la barradura del Otro. Ofreciéndose para completar al Otro, lo que Lacan llama “el goce sacrificial de la histérica”, que es la que va a la Iglesia a limpiar los santos para ganarse la eternidad, está sosteniendo la completud del Otro. O la que da la vida por el partido o por evangelizar a los infieles. Se sacrifica por sostener la completud del Otro, lo cual deja la castración bajo la barra (­φ).

Desde el principio dije que como el significante no se significa a sí mismo, histeria no es igual a histeria. Una cosa es decir síntoma histérico, otra cosa es el ataque de histeria y otra cosa es el fantasma histérico El síntoma y el ataque tienen distintas direcciones de la cura. Y el fantasma es lo que sostiene, es el goce último al que la histérica renuncia, a ser víctima. Atravesar el fantasma sería que la histérica deje de completar al Otro como objeto, el goce sacrificial y que el goce sea sostener la singularidad de su deseo. Faltaría nombrar el discurso histérico, que Lacan lo menciona en el seminario XVII.

Pregunta: ¿Qué relación hay entre el ataque histérico y el ataque de pánico?

JZ: El ataque de pánico es una entidad que inventó el DSM IV para vender algún remedio. Es al revés ahora, primero inventan el remedio y después nombran el cuadro. Entonces, el ataque de pánico es muchas veces una crisis fóbica, o es una crisis de angustia. Eso que se llama ataque de pánico puede ser muchas cosas. Pero se parece al ataque de que se muestran en escena, como dice Freud.

Pregunta: Cuando habló de que el fantasma de la histérica es completar al Otro, ¿con qué fijeza del objeto tiene que ver?

JZ: Lo que Freud llama fixierung, hay que distinguir la fijación del objeto de la pulsión de lo que es la fijación al objeto del fantasma. El objeto pulsional del hombre de las ratas son las heces, diríamos “llegó hecho mierda”. El objeto del fantasma, es la rata, que es una forma más singularizada. La fijación pulsional del hombre de los lobos es la mirada y lo anal, que se combinan. El objeto del fantasma es el lobo, que aparece cuando las ventanas se abren. Entonces, el objeto del fantasma tiene una singularidad que no es tan generalizable como cuando nombramos al objeto de la pulsión, que son 5 objetos. El goce sacrificial es ofrecerse como el objeto que le falta al Otro y primero hay que ver lo que piensa que le falta al Otro y en qué lugar se ofrece.A esta Iglesia hace falta que alguien la limpie”, en ese caso el objeto es más anal.

Pregunta: La dirección de la cura en el ataque, que dijo que era del fantasma al síntoma, ¿Puede pensarse en un primer tiempo?

JZ: Si. Uno puede leer de entrada en la anorexia “soy piel y huesos, así soy toda tuya, hacé de mí lo que quieras”. Después cuando vamos trabajando y se hace una pregunta sobre sí, va construyendo su fantasma. La dirección de la cura es a veces del síntoma al fantasma, pero a veces es al revés.