jueves, 18 de marzo de 2021
El síntoma... ¿Es valioso o perjudicial?
lunes, 14 de septiembre de 2020
La neurosis fóbica
Hoy continuaremos con el ordenamiento de la psicopatología freudiana. En la entrada anterior habíamos trabajado la neurosis histérica y hoy veremos la neurosis fóbica. Hay un caso emblemático en Freud, el Pequeño Hans, de donse de desprende una gran cantidad de aspectos teóricos.
La organización de la teoría de la neurosis fóbica es una organización extraída del caso Juanito y las observaciones de la ontogénesis del aparato psíquico y el complejo de Edipo. Freud no tiene un capítulo donde describa la teoría de la neurosis fóbica, ni de la histeria, sino observaciones.
Como toda neurosis, la neurosis fóbica tiene naufragio relativo del complejo de Edipo. El naufragio se ha realizado, pero con una gran cantidad de fijaciones, que es lo que define a una neurosis. Las fijaciones, en este caso, son al complejo de castración y fijaciones a la madre fálica.
El historial emblemático es el caso de un niño pequeño, Juanito. Este caso tiene una cierta dificultad o característica, que es que Juanito está en tránsito del complejo de Edipo. De todas maneras, es un historial valiosísimo y es muy importante para construir una teoría de la neurosis fóbica.
Juanito desarrolla una fobia al caballo. Es notable que Juanito le teme al caballo porque teme que éste lo muerda. Freud interpreta que teme que el caballo lo muerda como símbolo de la castración, porque ha transferido sobre el caballo la imago del papá. Ha transferido sobre las correas del bosal del caballo el bigote del padre. Además, ha transferido el deseo vengativo de que el padre se muera, al ver un día un caballo que cayó en un ataque. Entonces, no solo desea que el papá se muera, sino que por este deseo, teme la venganza de que el papá lo ataque, lo muerda, lo castre.
Es bastante evidente en el historial que Juanito es un heterosexual enamoradizo y que ama tiernamente a su mamá y está acostumbrado a ir a la cama con ella para mimarse. A los 5-6 años le llega la edad del complejo de Edipo y es muy claro el amor incestuoso a su mamá y la relación hetrosexual de objeto. Él es muy enamoradizo con las nenas. Este sería el edipo directo, pero en el temor al caballo hay otra corriente que es muy interesante: no solo lo teme por lo anterior, sino que teme a los caballos que tiran carretas, es decir, los caballos con carga. Esa carga es temible porque asocia a la mamá cargada, embarazada. Juanito ha transitado el nacimiento de su hermanita y por lo tanto ha podido percibir, intuir a su mamá cargada, embarazada. También tiene miedo a caerse en la bañadera, a quedar encerrado. Por lo cual, este historial invita a reflexionar es que Juanito tiene dos miedos: castración, en cuanto al Edipo directo, pero en cuanto al objeto de amor tiene miedo a quedar encerrado.
Freud marca el temor al encierro, confluyendo en el temor al caballo y este este uno determinantes de la fobia, donde es claro que el neurótico fóbico tiene miedo a quedar encerrado. El fóbico es evitativo del contacto, del compromiso, como podría ser el caso en la película Novia Fugitiva:
Casi todas las mujeres se quejan de los novios fugitivos, de la fobia masculina al compromiso. En la fobia hay una contradicción: quiero al objeto, pero quiero ser libre. "Juntémonos, pero dame aire", pide el fóbico, que como neurótico aspira a una relación imposible.
La madre de Juanito sostuvo ante él que ella tenía un gran hace-pipí (wiwimacher). La mamá embarazada puede ser vista, sentida o fantasada como una mamá fálica. La neurosis fóbica tiene fijaciones al complejo de Edipo heterosexual, pero tiene arrastre a fijaciones a la madre fálica, que hace que sobre todo en el caso de los varones hagan un intento de restitución de la unión con la madre fálica, que significa un encerramiento especular con esta madre fálica. Este encerramiento, en principio idílico, termina siendo espantoso, porque ese somos lo mismo activa fantasías de desidentificación e ideas de fuga.
La muralla fóbica es la extensión de la fobia original, por ejemplo, una fobia que empieza siendo al caballo de la plaza y luego se extiende a todos los caballos. Se contamina la fobia.
Un chico consulta porque consigue chicas que tienen todos los atributos, pero a los tres meses se le va el amor. La analista le dice que se le acaba el amor precisamente porque son amorosas, hermosas, y perfectas para vos y que tenía miedo a que avance. ¡Se acabó al análisis a la tercera sesión! La analista le dio en la tecla perfectamente y él huyó. Luego mandó un mensaje por Whatsapp diciendo que él creía que la problemática er cierta, pero que la psicoterapia no se la podría arreglar.
Una chica, en rivalidad fálica con el padre, se peleaba con él por el auto. El padre peleaba fálicamente con ella, no era buen padre. Le tenía amor al padre, pero a la vez hostilidad, un edipo positivo ambivalente. Ella, a su vez, solo se enamoraba de hombres casados, o sea que la fantasía era arrebatarle el falo a otra mujer. Si se aproximaba amorosamente a un hombre libre, ella temía que en la unión ella fuera poseída y perdiera identidad. Ella sentía que perdía identidad en el amor. Concretamente, lo asoció con un mito campero de que un sapo meó a un perro y lo cegó. De esa fantasía provenía la potencia castradora que le atribuía al padre y a los hombres libres que se enamoraran de ella. Ella sentía con ellos que perdía su identidad, parecido por las asociaciones a una posesión demoníaca.
Próxima entrada: El ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica: la neurosis obsesiva.
miércoles, 24 de junio de 2020
La angustia: desfiladero entre goce y deseo.
¿Qué tiene que ver esto con la angustia? En la versión de Marco Denevi:Según Heródoto, Candaules era un hombre muy enamorado de su esposa, sentía verdadera pasión por ella. Entre los colaboradores más apreciados por el rey, se encontraba Giges. Un día, Candaules empezó a alabar las virtudes de su mujer ante Giges y al final, creyendo que Giges pensaba que exageraba, le propuso visitar el dormitorio de su mujer antes de que ésta se acostara para que pudiera verla desnuda, y juzgar así por sus propios ojos lo que Giges escuchaba de su rey.
A pesar de los intentos de desechar la idea por parte de Giges por miedo a lo que podría sucederle después, la insistencia del rey acabó por hacerle aceptar muy a su pesar. Así pues por la noche, Candaules escondió a Giges en la habitación de su esposa. A la llegada de la mujer, todo se desarrolló tal y como los hombres habían planeado, excepto por el hecho que la mujer del rey se apercibió de la presencia de Giges cuando éste salía ya de la habitación, aunque no dio la voz de alarma.Al día siguiente, la mujer hizo llamar a Giges, quien desconociendo que la reina sabía lo sucedido la noche anterior, no sospechaba lo que iba a ocurrir. La reina le dijo a Giges que sólo tenía dos opciones: matar a Candaules por haberle ofrecido lo que él tenía prohibido ver y convertirse en nuevo rey con ella como reina, o morir él mismo para evitar en el futuro nuevas tentaciones a las que podía someterle Candaules. Tras unos instantes en que Giges no podía articular palabra por su sorpresa, rechazó la oferta de la reina., pero ante su insistencia, decidió matar a Candaules. La reina lo introdujo en el dormitorio del rey y lo ocultó en el mismo lugar donde había estado disimulado el día antes; Candaules murió, apuñalado por Giges durante su sueño.Cuando quiso ser coronado como rey, Giges tuvo muchos adversarios, que acordaron someter el caso al oráculo de Delfos. El oráculo confirmó los derechos de Giges y el control de Lidia paso a sus manos. El recurso al oráculo de Delfos es histórico: se sabe que en testimonio de reconocimiento Giges hizo un regalo consistente en objetos de oro y plata.
Excesos del pudor
Orgulloso de la belleza de su mujer, el rey Candaulo hizo entrar en la alcoba matrimonial a Giges, su favorito, para que viese a la reina desnuda y lo envidiase. Giges la vio y, en efecto, la envidia le nubló los ojos. La reina, sin perder su aire altivo (cosa nada fácil cuando se está sin ropa), se plantó frente a Giges y le arrojó a la cara esta verdad: «Una mujer decente sólo se muestra desnuda delante de su marido.» Entonces Giges mató a Candaulo, se casó con la reina y ocupó el trono.
Próxima clase: Acto, acto sintomático y pasaje al acto.
lunes, 8 de junio de 2020
La angustia: de Freud a Lacan.
El miedo angustioso de la zoofobia es el miedo a la castración, sin modificación alguna, esto es, un miedo real; miedo a un peligro verdaderamente inminente o juzgado real. La angustia causa aquí la represión, y no, como antes afirmábamos, la represión causa la angustia.Aunque no nos es agradable recordarlo, de nada serviría silenciar ahora que hemos sostenido repetidamente la opinión de que por medio de la represión quedaba la representación del instinto deformada, esto es, desplazada, etc., y transformado el impulso instintivo en angustia. Ahora bien, y como acabamos de ver, la investigación de las fobias, que creíamos habría de probar tales afirmaciones nuestras, no sólo no las confirma, sino que parece contradecirlas directamente. El miedo angustioso de las zoofobias es el miedo del yo a la castración; la angustia de la agorafobia, menos fundamentalmente estudiada hasta ahora, parece ser un miedo a la tentación sexual, miedo que ha de hallarse enlazado, en su génesis, al miedo de la castración.
Víctor Francés es guionista de televisión y escritor fantasma, encargado de redactar los discursos de hombres importantes e ignorantes. Divorciado recientemente, es invitado a cenar a su casa por Marta Telles, mujer casada cuyo marido está en Londres por trabajo y madre de un niño de casi 2 años. Tras la cena galante, el hombre y la mujer duermen al niño y pasan al dormitorio donde “aún medio vestidos y medio desvestidos, Marta Telles empieza a sentirse mal hasta que agoniza y muere en una escena sobrecogedora. Esta infidelidad no consumada se transforma en una especie de enganchamiento con problemas bien reales e inmediatos. ¿Qué hacer con el cadáver? ¿Avisar o no avisar? ¿Qué hacer respecto al marido? ¿Qué hacer con el niño dormido en la otra pieza? ¿Qué diferencia hay entre la vida y la muerte? Víctor Francés tomará pronto sus decisiones o bien no las tomará, dejándose llevar por sus pasos. Conocerá a la familia de su muerta, el padre, académico y cortesano; al marido, a la hermana menor Luisa, a la que seguirá sin propósito y se irá poniendo en situación de contar su secreto.
Todavía me acuerdo de los guateques de la adolescencia, en los que yo la pasaba fatal por su culpa: me prohibía que me gustara ningún chico hasta que ella no hubiera elegido. “Espérate a que yo decida, ¿eh?”, me decía a la puerta de la casa en que se celebrara. “Te vas a esperar, ¿verdad? Seguro, si no no entro”, me decía, y sólo cuando yo contestaba “Bueno, vale, pero date prisa” llamábamos al timbre. Por ser la mayor ejercía una especie de derecho de tanteo, y yo se lo consentía. Después tardaba bastante en decidirse durante la fiesta, bailaba con unos cuantos antes de comunicarme a quién había elegido; yo pasaba ese rato angustiada temiendo lo que casi siempre ocurría, acababa fijándose en el chico que a mí más me apetecía. Estoy segura de que muchas veces trataba de adivinar quién me gustaba a mí para entonces escogerlo, y luego, cuando yo protestaba, me acusaba de ser una copiona, de fijarme siempre en los chicos que a ella siempre le hacían gracia. Y ya no dejaba de bailar con él en toda la tarde. A cada ocasión yo disimulaba más mis preferencias, pero no había manera, me conocía bien y siempre acertaba, hasta que dejamos de ir a las mismas fiestas, ya más mayores. Era así –dijo Luisa con los ojos un poco perdidos de quien se abisma con facilidad recordando–, aunque también es verdad que habría podido elegir en todo caso, por entonces tenía bastante más pecho que yo y por lo tanto más éxito.
viernes, 29 de mayo de 2020
Los dos momentos de la angustia en la obra de Freud.
Esto lo empalmo con un párrafo anterior que dice:La angustia causa aquí la represión, y no, como antes afirmábamos, la represión causa la angustia.
Aunque no nos es agradable recordarlo, de nada serviría silenciar ahora que hemos sostenido repetidamente la opinión de que por medio de la represión quedaba la representación del instinto deformada, esto es, desplazada, y transformado el impulso instintivo en angustia. Ahora bien, y como acabamos de ver, la investigación de las fobias, que creíamos habría de probar tales afirmaciones nuestras, no sólo no las confirma, sino que parece contradecirlas directamente.
El problema de cómo surge angustia en la represión puede muy bien ser de carácter complejo, pero ello no obsta para mantener la idea de que el yo es la verdadera sede de la angustia y rechaza nuestra opinión primitiva de que la energía de carga del impulso reprimido era transformada automáticamente en angustia. Al expresarnos así en ocasiones anteriores realizamos una descripción fenomenológica y no una exposición metapsicológica.
Pero la conducta de aquél puede, una vez más, ser adecuada al ser reconocida la proximidad de la situación peligrosa y ser ésta señalada por la explosión de la angustia. En tal caso puede entonces ser suprimida la angustia en el acto por medio de medidas apropiadas. Se distinguen, pues, en seguida dos posibilidades de la aparición de angustia: una inadecuada, con relación a una nueva situación peligrosa; la otra adecuada, para señalar y prevenir tal situación.[…]No tenemos, en efecto, ningún motivo para atribuir al superyó manifestación alguna de angustia, y al hablar de una «angustia del ello» no hacemos sino usar una expresión impropia, que habremos de corregir, aunque más en la forma que en el contenido. La angustia es un estado afectivo, que naturalmente sólo puede ser sentido por el yo.[…]Se revela aquí innegablemente la tendencia de limitar a un mínimo el desarrollo de angustia, no utilizando ésta sino como señal, pues de no hacerlo así experimentará en otro lugar distinto el displacer que con el proceso instintivo amenaza, lo cual no constituye un éxito de los propósitos del principio del placer; sin embargo, esto es muy frecuente en las neurosis.
lunes, 20 de enero de 2020
La anorexia en la enseñanza de Lacan.
- En los Escritos, en el artículo "La dirección de la cura y los principios de su poder", en los puntos 2 ("¿Cuál es el lugar de la interpretación?") y 5 ("Hay que tomar el deseo a la letra").
- En los seminarios, en las siguientes sesiones del mismo:
- Seminario IV (La relación de objeto y las estructuras freudianas), Clases 11 y 20 del 27 de febrero y 22 de mayo del 57
- Seminario V (Las formaciones del inconsciente), Clase 29 del 2 de julio del 58
- Seminario VIII (La transferencia), Clases 14 y 27 del 15 de marzo y 21 de junio del 61
- Seminario IX (La identificación), Clase 11 del 28 de febrero del 62
- Seminario X (La angustia), clase 25 del 3 de julio del 63
- Seminario XI (Los fundamentos del psicoanálisis), clases 8 y 16 del 4 de marzo y 27 de mayo del 64
- Seminario XV (El acto analítico) Clase 14 del 20 de marzo del 68
- Seminario XXI (Los nombres del padre), Clase 11 del 9 de abril del 74