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lunes, 13 de enero de 2025

Episodio del enemigo, cuento de Jorge Luis Borges

Tantos años huyendo y esperando y ahora el enemigo estaba en mi casa. Desde la ventana lo vi subir penosamente por el áspero camino del cerro. Se ayudaba con un bastón, con un torpe bastón que en sus viejas manos no podía ser un arma sino un báculo. Me costó percibir lo que esperaba: el débil golpe contra la puerta. Miré, no sin nostalgia, mis manuscritos, el borrador a medio concluir y el tratado de Artemidoro sobre los sueños, libro un tanto anómalo ahí, ya que no sé griego. Otro día perdido, pensé. Tuve que forcejear con la llave. Temí que el hombre se desplomara, pero dio unos pasos inciertos, soltó el bastón, que no volví a ver, y cayó en mi cama, rendido. Mi ansiedad lo había imaginado muchas veces, pero solo entonces noté que se parecía, de un modo casi fraternal, al último retrato de Lincoln. Serían las cuatro de la tarde.

Me incliné sobre él para que me oyera.
-Uno cree que los años pasan para uno -le dije-, pero pasan también para los demás. Aquí nos encontramos al fin y lo que antes ocurrió no tiene sentido.
Mientras yo hablaba, se había desabrochado el sobretodo. La mano derecha estaba en el bolsillo del saco. Algo me señalaba y yo sentí que era un revólver.
Me dijo entonces con voz firme:
-Para entrar en su casa, he recurrido a la compasión. Le tengo ahora a mi merced y no soy misericordioso.
Ensayé unas palabras. No soy un hombre fuerte y solo las palabras podían salvarme. Atiné a decir:
-En verdad que hace tiempo maltraté a un niño, pero usted ya no es aquel niño ni yo aquel insensato. Además, la venganza no es menos vanidosa y ridícula que el perdón.
-Precisamente porque ya no soy aquel niño -me replicó- tengo que matarlo. No se trata de una venganza, sino de un acto de justicia. Sus argumentos, Borges, son meras estratagemas de su terror para que no lo mate. Usted ya no puede hacer nada.
-Puedo hacer una cosa -le contesté.
-¿Cuál? -me preguntó.
-Despertarme.
Y así lo hice.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

El libro interminable

 ¿Sabías que existe un libro que nadie podrá terminar de leer en su vida y que tan solo cuenta con 10 páginas?

En 1960, el escritor francés Raymond Queneanu, presentó el que probablemente sea el libro más extenso del mundo.

Se trata de Cent mille miliards de poémes, y apenas ocupa diez páginas, que contienen cada una un soneto. Los versos mantienen todos la misma rima y están cortados en tiras, de modo que pueden combinarse con los de otros sonetos.


Así, el número total de combinaciones posibles que contiene el libro es de 10 elevado a 14, es decir, cien billones de poemas distintos. Eso implica que nadie nunca podrá leer el libro entero por mucho que se empeñe, ya que se tardarían varios millones de años en casar todos los poemas, eso sin comer, ni dormir, ni leer revistas, ni nada. ¡Todo en solo diez páginas!

Cualquier mezcla que hagamos formará un soneto con sentido, atendiendo a las estrofas, el ritmo y la rima, además, es muy probable que tomando un poema al azar el lector sea el primero en leerlo ya que, según afirmaba el propio Raymond Queneau, si se nos toma unos 45 segundos en leer un soneto y otros 15 en preparar el siguiente, para leer todas las combinaciones tardariamos aproximadamente unos doscientos millones de años.

lunes, 31 de julio de 2023

Borges: "Cuando me siento desdichado..."

«Cuando me siento desdichado pienso en la muerte. Es el consuelo que tengo: saber que no voy a seguir siendo, pensar que voy a dejar de ser. Es decir, yo tengo la certidumbre de que voy a morir enteramente.
Y es un gran consuelo. Es algo que le da mucha fuerza a un hombre, el saber que es efímero.
En cambio la idea de ser duradero, me parece que es una idea horrible realmente. La inmortalidad sería el peor castigo. Cualquier forma de inmortalidad sería el infierno. El cielo si durara mucho sería el infierno también. Cualquier estado perdurable es la desdicha».
Fragmento De documental "Borges para millones" (1978) Jorge Luis Borges.

miércoles, 19 de julio de 2023

Arrimando al concepto de goce místico: La Transverberación

La Transverberación (del latín: transverberatĭo, que significa "traspasar"​) es una experiencia mística que, en el contexto de la religiosidad católica, ha sido descrita como un fenómeno en el cual la persona que logra una unión íntima con Dios siente traspasado el corazón por un fuego sobrenatural.

En la teología y en la espiritualidad católica la transverberación es considerada un regalo espiritual otorgado a personas que logran una intimidad mística con Dios, consistente en una «herida espiritual en el corazón», otorgada como señal del amor profundísimo a Dios por parte del místico.

En el siglo XVI, un grupo de hombres y mujeres inician en España un modo distinto de vivir la religiosidad, en el que la temática religiosa y la temática erótica se anudan de una manera especial. La mística cristina tiene la pretensión de identificarse a la pasión de Cristo, de esta manera el término “pasión” sufre una transformación pasando de ser algo pasivo, a tener una connotación opuesta que implica actividad: hay en el místico una voluntad de querer vivir la pasión, de querer experimentar esta mezcla de éxtasis y sufrimiento, que va más allá del principio del placer, principio del que Freud dice que es un límite a no sobrepasar cierto nivel de tensión y cuando este límite se sobrepasa, el placer y el sufrimiento se amalgaman en eso que Jacques Lacan nombrará como goce.

Acerca de esto, dice Santa Teresa:

Vía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla. [...] No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman Querubines [...]. Viale en las manos un dardo de oro largo, y al fin de el hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto.
Libro de la Vida. Capítulo XXIX

En el caso de Santa Teresa de Ávila, este fenómeno es descrito en su obra autobiográfica "Libro de la Vida", en el que relata una visión que tuvo hacia 1562 donde un ángel se le apareció y clavó una flecha ígnea en su corazón.

Bernini creó uno de los grupos escultóricos más espectaculares del barroco, este éxtasis de Santa Teresa que muestra el momento en el que Santa Teresa de Ávila recibe el don místico de la transverberación (tal como describe en su Libro de la Vida).


Ella muestra un evidente clímax erótico, entre el placer y el dolor y su vestido está tallado en olas de tela, casi flotando, evocando el terremoto espiritual que rodea a Teresa. El ángel por su parte sonríe travieso cuando va a penetrar con su flecha a la señora.

Si bien el caso de santa Teresa es el más conocido, la tradición católica le atribuye este don divino a otros santos tales como Catalina de Siena, Beatriz de Nazaret, Margarita María Alacoque, Felipe Neri, Pío de Pietrelcina, Francisco de Sales, Verónica Giuliani, Santa Teresa del Niño Jesús, entre otros.

El término "transverberación" proviene del vocablo latino "transverberatio", que significa "atravesado". Se dice que el Padre Pío experimentó esta vivencia en su cuerpo y alma, siendo herido y traspasado interiormente por un amor divino intenso.

En sus propias palabras, el Padre Pío describió la Transverberación como un "doloroso rapto de amor". Según los testimonios, experimentó la sensación de ser atravesado por una espada ardiente en su corazón, representando el amor de Dios que lo consume. Durante estos episodios, el Padre Pío experimentaba un éxtasis místico y un intenso sufrimiento interior.

Este fenómeno místico fue uno de los aspectos destacados de la vida espiritual del Padre Pío y se le atribuye una conexión especial con los sufrimientos de Jesucristo en la cruz. A lo largo de su vida, el Padre Pío manifestó los estigmas de la crucifixión de Cristo, es decir, las heridas en sus manos, pies y costado, lo que se considera un signo visible de su unión íntima con el sufrimiento de Cristo.

En sus obras, especialmente en su poema "Cántico Espiritual" y en su comentario a ese poema, San Juan de la Cruz describe la transverberación como una experiencia mística en la que el alma es herida y traspasada por el amor divino. Es un momento de unión íntima y transformadora con Dios.

San Juan de la Cruz utiliza el lenguaje del amor humano y la unión de los amantes para describir la transverberación. La imagen central que emplea es la del "dardo de amor", que penetra en el corazón del alma, produciendo un intenso dolor y éxtasis al mismo tiempo. A través de esta herida de amor, el alma experimenta una profunda transformación y se une más estrechamente a Dios.

San Juan de la Cruz describe la transverberación como un encuentro íntimo con la divinidad, una unión mística en la que el alma es consumida por el fuego del amor divino. En este estado, el alma experimenta un éxtasis espiritual y un conocimiento profundo de Dios.

Es importante destacar que la descripción de la transverberación de San Juan de la Cruz se encuentra en sus escritos y poemas, y las palabras y metáforas utilizadas son simbólicas para tratar de expresar una experiencia mística que va más allá de las palabras. Como con muchas experiencias místicas, la transverberación es algo profundamente personal y subjetivo, y puede variar en la forma en que se experimenta y se describe.

La pasión del amor místico con Dios tiene una relación con Otro goce, lo llamamos Otro, a la manera en que lo hace Lacan, para diferenciarlo del goce fálico en cualquiera de sus versiones, del goce perverso “normal”.

jueves, 29 de junio de 2023

Del pecado y la culpa

 La culpa es uno de los fundamento de las neurosis, en el sentido que el sujeto carga con culpas que no le pertenecen. El sujeto se constituye inscribiéndose en una cadena de generaciones, pero a condición de incorporar una deuda que lo preexiste. La deuda es del Otro y el sujeto la subjetiviza como culpa.

¿Se trata entonces de desculpabilizar a los pacientes? Más bien se trata de apropiarse de la deuda, porque no es lo mismo heredar algo que asumir una herencia. El superyó es lo heredado y asumido por otros. Ahí es donde está el trabajo: asumir una herencia implica establecer diferencias con lo quie se incorpora. La asunción de una deuda sin diferencias produce el aplastamiento subjetivo del superyó. Con la neurosis se trata de realizar un trabajo con la herencia del Otro.

Un caso de la literatura.

En la novela "Cometas en el cielo", el protagonista relata cuando confrontó a su padre por tomar alcohol, siendo que para los musulmanes esta conducta es un pecado. Lo interesante es cómo este padre interroga esta idea.




viernes, 16 de junio de 2023

La crisis de la mediana edad

La crisis de la mediana edad es un fenómeno psicológico que afecta a muchas personas en algún momento de sus vidas. A menudo asociada con sentimientos de insatisfacción, cuestionamiento y una búsqueda interna de significado, esta etapa crucial marca la transición de la juventud a la madurez. Si bien la crisis de la mediana edad ha sido objeto de numerosos estereotipos y chistes, es un período importante de crecimiento personal y oportunidades de autodescubrimiento.

En "Píldora roja", la nueva novela de Hari Kunzru, narra la crisis de la mediana edad de una generación atrapada entre un pasado que ya no existe y un futuro que no termina de comprender.

Escribe Kunzru al comienzo del libro, en referencia a la crisis de la mediana edad:
Es el momento en que te das cuenta por primera vez de que tu condición –física, intelectual, social, financiera– ya no es del todo mutable. Lo que ya pasó determinará, en gran medida, el resto de tu historia. Lo que hiciste no se puede deshacer, mucho de lo que pospusiste ya no lo podrás concretar. En suma, ahora sabes que el tiempo es un recurso finito y escaso

La crisis de la mediana edad se caracteriza a menudo por una profunda reevaluación de las prioridades y metas de la vida. Las personas pueden cuestionarse si han alcanzado suficientes logros o si han seguido el camino correcto. Los interrogantes sobre la carrera profesional, la estabilidad financiera, las relaciones personales y la salud pueden generar una sensación abrumadora de ansiedad y desilusión.

Sin embargo, esta etapa también puede ser vista como una oportunidad para redirigir la vida hacia un camino más gratificante y significativo. Muchas personas aprovechan este momento de introspección para perseguir nuevas pasiones, establecer objetivos personales y tomar decisiones audaces que les permitan encontrar un mayor sentido de propósito.

Creo que es posible rastrear el momento exacto en que llegaste a la mediana edad. Es ese momento en que examinas tu vida y, en vez de encontrar un mundo lleno de posibilidades que se abren más y más, te sobreviene la sensación de haber despertado de un sueño o haber llegado a tierra firme, a un lugar nuevo, después de un naufragio. Así que aquí estamos, te dices a ti mismo. Me convertí en esto.

Es el momento en que te das cuenta por primera vez de que tu condición –física, intelectual, social, financiera– ya no es del todo mutable. Lo que ya pasó determinará, en gran medida, el resto de tu historia. Lo que hiciste no se puede deshacer, mucho de lo que pospusiste ya no lo podrás concretar. En suma, ahora sabes que el tiempo es un recurso finito y escaso. De ahora en más, lo que sea que hagas, sea cual sea la satisfacción, la felicidad o la agitación que experimentes, nunca podrás sacarte de la cabeza esa sensación casi imperceptible de estar cayendo por una leve pendiente hacia la oscuridad.

¿Está perdiendo la razón? ¿O está tomando conciencia de una verdad inquietante que a diario preferimos ignorar? Adentrarse en esa madriguera de conejo implicará poner en crisis la frágil estructura de certezas que hasta ese momento había sostenido su vida y reconocer que la estabilidad del mundo no expresa más que la calma antes de la tormenta, el claroscuro monstruoso entre un viejo orden que muere y el nuevo que tarda en nacer.

La crisis de la mediana edad a menudo se presenta como un punto de inflexión en la vida de una persona. A medida que se confrontan con su propia mortalidad y reflexionan sobre sus logros y experiencias pasadas, muchos individuos sienten la necesidad de reinventarse a sí mismos. Pueden buscar cambios en su apariencia física, en su estilo de vida, en su enfoque hacia la salud y el bienestar, o incluso en su carrera profesional.

Además, la crisis de la mediana edad a menudo impulsa a las personas a reflexionar sobre sus relaciones personales. Pueden replantearse su matrimonio, amistades o vínculos familiares, buscando conexiones más auténticas y enriquecedoras. Algunos deciden embarcarse en nuevas aventuras, explorar el mundo o comprometerse con actividades que antes habían sido relegadas a un segundo plano.

Es importante destacar que la crisis de la mediana edad no tiene por qué ser una experiencia negativa. Aunque puede ser desafiante y emocionalmente agotadora, también puede ser un momento de crecimiento y transformación positiva. Es una oportunidad para aprender más sobre uno mismo, abrazar nuevas pasiones y metas, y encontrar un sentido renovado de identidad y propósito.

Además, a medida que las personas superan esta crisis y continúan avanzando hacia la siguiente etapa de sus vidas, a menudo adquieren una mayor sabiduría y perspectiva. Las experiencias vividas y las lecciones aprendidas durante esta etapa pueden proporcionar una base sólida para enfrentar los desafíos futuros con confianza y resiliencia.

Conclusión

La crisis de la mediana edad puede ser un período de profunda reflexión y cuestionamiento, pero también puede ser un tiempo de renacimiento y crecimiento personal.

martes, 25 de abril de 2023

Ver no es lo mismo que mirar. Un ejemplo en la literatura.

Según la teoría psicoanalítica de Jacques Lacan, la mirada es un objeto pulsional que tiene un papel importante en la formación de la subjetividad y en la construcción de la identidad.
En la concepción lacaniana, la mirada no se refiere simplemente a la capacidad de ver o percibir visualmente el mundo que nos rodea, sino que es un objeto pulsional, es decir, algo que despierta un deseo inconsciente en el sujeto. En este sentido, la mirada es un objeto de deseo que tiene un poder seductor y fascinante sobre el sujeto.

Lacan sostiene que la mirada es un objeto pulsional fundamental en la construcción del yo, ya que el sujeto se forma en relación a la mirada del Otro. Es decir, el sujeto se define a sí mismo a través de cómo es visto por los demás, y esto implica una relación de poder en la que el sujeto se siente expuesto y vulnerable a la mirada del otro.

Por lo tanto, la mirada es un objeto que representa el deseo del otro y que puede generar angustia y malestar en el sujeto, ya que éste se siente como objeto de la mirada del otro. De este modo, la mirada es una fuerza que puede tanto seducir como aterrorizar al sujeto, y que tiene un papel fundamental en la construcción de la subjetividad.

El caso Jorge de Burgos

"El nombre de la rosa" es una novela histórica escrita por el autor italiano Umberto Eco y publicada en 1980. La trama de la novela se desarrolla en la Italia del siglo XIV, en la que el protagonista, el monje franciscano Guillermo de Baskerville, es enviado a una abadía a investigar una serie de misteriosas muertes que han ocurrido allí.

El personaje bibliotecario de la novela de Umberto Eco En nombre de la Rosa, llamado Jorge de Burgos, es un monje anciano e invidente, venerado y temido, de enorme erudición, que dirige una abadía donde varios monjes han sido asesinados en extrañas circunstancias.

Dice en la novela:

"Clavaba los ojos en nosotros como si nos estuviese viendo, y siempre, también en los días que siguieron, lo vi moverse y hablar como si aún poseyese el don de la vista. Pero el tono de la voz, en cambio, era el de alguien que solo estuviese dotado del don de la profecía"

Umberto Eco reconoció publicamente la influencia literaria de Borges en el personaje de Jorge de Burgos.

—Me gustaba la idea de tener un bibliotecario ciego y le puse casi el mismo nombre de Borges—

jueves, 13 de abril de 2023

La Angustia y las Intervenciones del analista (Isidoro Vegh)

El 11/4/23 tuvo lugar la Conferencia Magistral a cargo del maestro Dr. Isidoro Vegh en la Institución Fernando Ulloa. Lo cierto es que en el 2021 el autor abordó el tema en  La angustia y la ansiedad; la angustia y lo siniestro: distinciones clínicas y en el 2017, en Clínica de la angustia: su lógica

Vayamos a "la previa" y luego a las notas de la conferencia.

La angustia ¿De cuál peligro nos despierta?

La angustia es definida por Jacques Lacan como un afecto. Cuando se hace presente, irrumpe de manera repentina y brusca, sin mediación de representaciones simbólicas. Trae aparejada repercusiones displacenteras sobre nuestro cuerpo: opresión en el pecho, palpitaciones, tensión e inquietud en nuestra musculatura.

J. Lacan en el Seminario 10 “La Angustia”, relaciona el surgimiento de la angustia (en su momento crítico) con aquello que Freud expusiera en su texto “Lo siniestro”: la angustia es ese instante -sin palabras- en donde lo que nos es familiar se nos aparece como extraño (unheimlich).

La función de la angustia. ¿De qué peligro nos anoticia?

Siguiendo con los desarrollos de J. Lacan en el Seminario 10, cuando la angustia se nos manifiesta aparece como un huésped inesperado, que nos anoticia de un peligro inminente: quedar en posición de objeto a merced del Otro primordial de nuestra historia o quien en el tiempo presente ocupe -fantasmáticamente- su lugar (una pareja, un jefe, un hermano).

¿Por qué la angustia como fenómeno tiene su origen en los tiempos fundantes e instituyentes de nuestra subjetividad?

La operación de alienación: Está configurada por el tiempo de la indefensión del infans al nacer. Por carecer de recursos biológicos y psíquicos para poder vivir, necesitaremos que haya un Otro primordial, que desde su deseo -Su falta- signifique nuestras necesidades -a través del lenguaje y su cuerpo- transformándolas en demanda (de comer, de sentarnos, de controlar nuestros esfínteres) Posición pasiva de objeto.

La operación de separación: Está configurada por el tiempo de la crianza (niñez, pubertad y adolescencia). Ocurre cuando podemos formularnos una pregunta: “Entre todas las demandas del Otro primordial, ¿qué me quiere?”. Así como también cuando nos damos una respuesta: esto ocurre cuando recortamos un “objeto privilegiado”, un “objeto parcial” (oral, anal, fálico, escópico, invocante) para quedar implicados -a partir de aquí- con el Otro primordial (a nivel de la fantasía). Ya no como cuerpo entero. Posición activa del sujeto.

¡¡Importante!!

La angustia: su relación con los dos destinos posibles para ese objeto parcial y privilegiado que hemos recortado de las demandas del Otro

Un destino posible para el objeto que cae recortado como el privilegiado entre todas las demandas del Otro, es que actúe como recordatorio de la falta (no ser para el Otro un cuerpo entero). Esta falta provoca un movimiento deseante en tanto, como sujetos, sólo podemos desear aquello de lo que estamos faltos.

Otro destino posible para el objeto que cae recortado como el privilegiado entre todas las demandas del Otro, es que sea usado -por un mecanismo de regresión- como tapón de la falta del Otro (deseo del Otro). Este taponamiento provoca un congelamiento de nuestro deseo. Si el deseo queda, así, fuera de juego, nos ocasionará un sufrimiento crónico –un “penar de más”-.

¡¡Clave Clínica de la Angustia!!

La angustia, a la manera de un peligro -si se nos aparece-, tiene una enorme e importante función: anoticiarnos que, como sujetos, hemos hecho una regresión sacrificial: Ofrecernos como objeto para anular la castración del Otro.

Por este motivo, J. Lacan nos dice que “la angustia se manifiesta cuando Falta la Falta”. Este es el punto preciso en donde, como sujetos hacemos un abandono de nuestra condición deseante.

Fernando Ulloa: “La única subversión que el psicoanálisis propone es la del sujeto cuando asume su deseo”.

Crisis de Angustia: Esa “Catástrofe Subjetiva”

La Crisis de Angustia -una presentación clínica tan frecuente en nuestro tiempo- es causada por una irrupción pulsional sin límite (angustia masiva) que es experimentada como un verdadero tormento subjetivo. Con fuertes y conmocionantes síntomas sobre el cuerpo: taquicardia, mareos, sensación de ahogo, dolor agudo de estómago, temblores.

¡¡Importante!! Ya Sigmund Freud, en 1894/95, nos advierte: “Estos síntomas físicos no son fáciles de distinguir de una afección cardíaca”. Por este motivo, hay que primero descartar causas orgánicas a través de una consulta médica.

La Crisis de Angustia está motivada por una angustia masiva e indeterminada -sin representaciones psíquicas-, a diferencia de la angustia señal (que le señala al sujeto algo preciso y determinado: que se halla ubicado como objeto para taponar la falta del Otro).

Diferencias entre la Angustia Señal y la Angustia Masiva:

La Angustia Señal: Sus características
  • La angustia señal lo anoticia al sujeto de algo preciso: que se halla ubicado como objeto para taponar la falta del Otro.
  • Es una señal dirigida al Yo del sujeto, proveniente de la trama inconsciente.
  • En la angustia señal, el sujeto se sostiene en el mundo a través de su trama fantasmática.
  • La angustia señal es susceptible de interpretación, como intervención privilegiada del analista.
La Angustia Masiva (propia de la Crisis de Angustia): Sus características
  • Irrumpe en la subjetividad de manera traumática, sin aviso previo y de manera ilimitada.
  • Puede provenir de: la realidad externa (ejemplo: pandemia), del Ello (pulsiones sin dique) o del Superyó (exigencias desmesuradas, sin límite alguno).
  • El sujeto queda arrasado, se desarma su fantasmática que lo sostiene en el mundo. Aparece, así, el puro cuerpo.
  • Las intervenciones del analista se orientan a las construcciones, es decir, a armar -nuevamente- la trama fantasmática.
En las “Crisis de Angustia” lo que se halla suspendida -temporalmente- es la función del Nombre del Padre, aquella que marca la prohibición de: “ser” un objeto entero a merced del Otro.

La función Nombre del Padre es -más allá de quién la ejerza- una función de corte, a la que Freud denominó “Prohibición del Incesto”.

En la Crisis de Angustia, la función de corte -Nombre del Padre- está momentáneamente suspendida, el sujeto vivencia el horror del desamparo primario, entendido como una posición de entera pasividad frente al Otro de los primeros cuidados (tiempo necesario de Alienación para sobrevivir y hacer nuestra entrada al lenguaje).

¡¡Clave Clínica!! En el momento tan perturbador -por lo terrorífico- de estar en total posición pasiva frente al Otro (tiempo traumático), las coordenadas del mundo (temporales/espaciales) se borran y/o desaparecen. Hay una pérdida momentánea de la trama fantasmática que nos orienta en el mundo -a través de nuestro deseo-.

Intervenciones Clínicas en la “Crisis de Angustia”:

Como analistas, -fundamentalmente- acompañaremos y alojaremos al sujeto. Le transmitiremos que existe una causa para ese padecimiento tan intenso e intolerable.De a poco y a través de preguntas, trataremos de situar en qué momento de la vida particular del sujeto irrumpió la Crisis de Angustia.

Cuando poco a poco el sujeto va recuperando la subjetividad arrasada por la angustia masiva -a través de la donación por parte del analista de las representaciones simbólicas (construcciones)-, se volverá a instalar la trama fantasmática y, con ella, el sentido y la orientación de su existencia.

Notas de la conferencia "La Angustia y las Intervenciones del analista" (Isidoro Vegh)

¿Por qué reímos cuando nos cuentan un chiste? Es algo invariante de nuestra estructura, todos lo hacemos. Cuando estamos tristes, lloramos, por ejemplo ante un duelo que concierne a nuestro ser. La palabra duelo y dolor tienen la misma etimología. El duelo es un dolor cuando transitamos la pérdida de un ideal de algún ser querido. La angustia también es una manifestación que tiene sus invariantes: sensación de opresión en el pecho, de no encontrarse bien en ningún lado, respiración agitada, taquicardia, sudoración en las manos. Son signos que indican que hay alguien dominado por la angustia.

La inteligencia artificial puede escribir "Estoy triste", pero, ¿Puede sentir lo que siente el cuerpo humano cuando está triste? Lo mismo con la angustia, ¿Puede la IA sentir la opresión en el pecho de la angustia? Los sentimientos, pasiones y afectos son elementos esenciales de nuestra constitución como humanos.

Angustia y ansiedad. En la primera clase del seminario de la angustia, Lacan distingue la angustia de la emoción, del embarazo, del tropiezo. La ansiedad se produce en el sujeto por apremios que le llegan desde el ello (tentaciones), el superyó (mandatos), del yo (que sostiene el ideal de la armonía) y también de las irrupciones de lo real.

En la ansiedad, vemos al sujeto nervioso y podemos confundirlo con la angustia. La ansiedad es un efecto de estos apremios variados que no encuentran la letra para su resolución. Ni la letra, ni la circunstancia adecuada. El ansioso se mueve agitado, no se puede calmar... 

La angustia es algo diferente. 
La angustia de muerte surge ante la irrupción traumática. Allí Freud indica que hay que ponerle palabras para poder ligar simbólicamente eso que irrumpió desde lo real.
El ataque de pánico, también llamado crisis de angustia. Para Víctor Iunger, es un tiempo de suspensión de la función paterna. Se trata de un momento de vacío de no poder apuntar hacia ningún lado, de sensación de muerte y vacío que no lleva ni impulsa a nada.

Freud trabajó la angustia señal en dos tiempos distintos, con dos teorías diferentes. La primera refiere a la angustia que aparece en las neurosis actuales, neurosis que surgen porque en lo actual hay una represión que lleva a la neurastenia, a la masturbación, a la eyaculación precoz y que produce un acúmulo de libido sin descargar. Esa energía sexual no descargada pasa a convertirse en síntomas. La represión produce angustia.

En la segunda teoría, es al revés: la angustia produce la represión. Para Freud la angustia tiene que ver con la castración, una amenaza de castración que se centra en el órgano del pene y que produce que el sujeto renuncie al incesto para salvaguardar su narcisismo del órgano que no quiere perder.

Lacan propone que no se trata de la pérdida del órgano, sino de la castración del Otro. Para Lacan no se trata del pene como órgano, sino del falo como un significante. Recordemos que si decimos "El inconsciente está estructurado como un lenguaje", la palabra clave es "como": se trata de un conjunto de elementos discretos, donde falta al menos un elemento. No hay conjunto que tenga todos los elementos, al menos uno tiene que faltar.

Amplío esto con ChatGPT:
La teoría de conjuntos, desarrollada por el matemático Georg Cantor en el siglo XIX, establece que para un conjunto finito no vacío, siempre hay al menos un elemento que falta en otro conjunto. Esta afirmación se conoce como el Principio de Faltante o el Principio de Omisión.

Formalmente, si A y B son conjuntos finitos no vacíos, y A está incluido en B (es decir, todos los elementos de A están en B), entonces existe al menos un elemento en B que no está en A.

Este principio se utiliza en la teoría de conjuntos y en la matemática en general para demostrar la existencia de elementos faltantes o para establecer propiedades de conjuntos. Por ejemplo, se puede utilizar para demostrar que hay diferentes tamaños de infinitos, o para probar que hay números irracionales entre los números racionales.

Es importante tener en cuenta que este principio se aplica solo a conjuntos finitos no vacíos. Para conjuntos infinitos o vacíos, pueden aplicarse otras reglas y principios de la teoría de conjuntos. Además, el Principio de Faltante no especifica cuántos elementos faltan en B en relación con A, solo asegura que al menos uno falta.

El significante que falta es el significante fálico, falo simbólico, que falta en el ser hablante sea hombre o mujer. Esto hace que el inconsciente responda a una lógica de incompletud. El problema es cuando esa incompletud se tapona.

Cuando Lacan dice que la angustia "no es sin objeto", refiere a que no se trata de uno consciente, como establece la psicología para los miedos. Hay un objeto causa de la angustia. También dice que la angustia surge ante el deseo del Otro.

A|S
$
a|

El Otro (A) es necesario para que nazca un niño. Debe desearlo, es decir, hacerle falta. Se trata de un Otro atravesado por la falta, que le permite desear ser madre de un hijo. En ese primer tiempo, está la S sin barrar porque se trata de un sujeto por venir. Para Freud, el niño adviene como sustituto del falo que el padre no le dio. En este primer momento, el niño está identificado al falo imaginario.

En un segundo tiempo, el sujeto y el Otro está barrados producto de la ley de prohibición del incesto, una doble prohibición que va hacia el niño y hacia la madre. El Otro barrado es el inconsciente.

Debajo está el famoso objeto a, que tiene 2 nombres distintos. Si es el objeto que deseo pero me falta, es un objeto causa de deseo. Otro de los nombres del objeto a es el de "plus de gozar". Un paquetito de goce.

Todo esto es la constitución normal de un sujeto. Si uno hiciera un rombo entre el $ y el a, tendría la fórmula del fantasma. El deseo se articula en el fantasma y es diferente al anhelo de tal cosa. 

Ahora bien, el paciente viene al consultorio porque sufre. ¿Qué le pasó?

A|S
a
$|

Vemos una inversión entre el objeto a y el sujeto. Del otro lado está el Otro barrado, que es el inconsciente. Es decir, donde debería estar el sujeto hay un objeto como tapón de la falta y se posterga como sujeto deseante. De eso sufre. La tarea del analista es invertir nuevamente la fórmula del fantasma, ordenarla como corresponde para recuperar su posición deseante. 

No es lo mismo el goce enlazado al deseo que los goces que sostienen una fijación (fixierung), que son las que producen inhibiciones, síntomas o angustia. Cuando la angustia surge en el curso de un análisis, es que el paciente está próximo a atravesar un umbral, a hacer un paso de liberación.

Caso: "Ante la ley" de Kafka.
"Ante la ley" es un breve cuento escrito por el autor checo Franz Kafka, que fue publicado póstumamente en 1925. El cuento trata sobre un campesino que intenta acceder a la ley, pero se encuentra con una serie de obstáculos y un guardián que le impide el paso. El cuento es alegórico y se interpreta como una reflexión sobre la búsqueda del sentido de la vida, el acceso a la justicia y la burocracia.

La historia comienza con un campesino que llega a una puerta que da acceso a la ley, pero encuentra que un guardián lo bloquea. El campesino espera pacientemente durante años, intentando convencer al guardián de que le permita el acceso a la ley, pero el guardián siempre le pone obstáculos y le dice que no puede permitirle el paso en ese momento.

A lo largo de la historia, el campesino se enfrenta a diversas tentaciones y distracciones que lo alejan de su objetivo de acceder a la ley. Sin embargo, él sigue esperando y creyendo que en algún momento podrá entrar y obtener la justicia que busca.

Finalmente, cuando el campesino está a punto de morir, le pregunta al guardián por qué nadie más ha venido a buscar la ley. El guardián le responde que la puerta estaba destinada sólo para él y que ahora se va a cerrar para siempre. El cuento termina con el campesino aceptando su destino y esperando la muerte.

El analista que dirige la cura tiene que saber que ante esa angustia, el sujeto debe pasar el umbral. Que se anime a hacer caer ese goce que tapona el lugar de la falta. Son las distintas especies de goce que describió Freud y que funcionan como goces parasitarios. Los goces parasitarios son los que separan al sujeto de su deseo.

El hombre de los Lobos: Cómo intervenir cuando el sujeto está por atravesar el umbral de la angustia.

En el historial del Hombre de los Lobos, él llega en un estado crítico en donde ya no podía vestirse solo. Freud lo atiende y de a poco se va recuperando de ciertos aspectos. En el historial, aparece el famoso sueño de los lobos. En el sueño, se abren las ventanas y ve un árbol, donde ve a los lobos y siente una angustia terrible. 

En las asociaciones, los lobos están erguidos, en cuatro patas. Freud construye la escena primaria: el  niño estuvo expuesto a la escena donde el padre estuvo erguido penetrando a su madre. Freud incluso estima la hora en que los padres tuvieron la relación, en base al horario de las represiones. 

Sabemos que el padre del Hombre de los Lobos tuvo muchas internaciones por depresión y se terminó suicidando. Años después, también se suicidó la hermana. Un hermano psicótico y la mujer de él también se suicidó cuando comenzó el nazismo. Fue criado por la Ñaña, quien lo crió como a un hijo, pues ella había perdido al suyo.

Tras años de tratamiento, Freud detecta que el cuadro no se mueve. Freud le dice que a fin de año se terminará el análisis, se resuelva o no se resuelva. El analizante, apremiado por esto, recuerda cosas que hasta ahora no había contado.

Recuerda a otra criada llamada Grusha, que en ruso significa "pera". 

El recuerdo de la niñera fregando el piso, por cierto degradada en su postura, trajo a la luz esa motivación. Todos los posteriores objetos de amor fueron personas sustitutivas de esa, que a su vez había devenido el primer sustituto de la madre por la contingencia de la situación. La primera ocurrencia del paciente sobre el problema de la angustia ante la mariposa puede discernirse fácilmente, con posterioridad {nachtraglich}, como una remota alusión a la escena primordial (la hora cinco). 

El corroboró el nexo entre la escena con Grusha y la amenaza de castración mediante un sueño particularmente rico en sentido, que él mismo atinó a traducir. Dijo: «He soñado que un hombre arranca las alas a una "Espe"». 
«¿Espe?», no pude menos que preguntar; «¿qué quiere decir usted?». 
«Pues el insecto de vientre veteado de amarillo, capaz de picar. Debe de ser una alusión a la grusha, la pera veteada de amarillo». 
«Wespe {avispa}, dirá usted», pude corregirle. 
«¿Se llama Wespe? Realmente creí que se decía Espe». (Como tantos otros, se valía del hecho de hablar una lengua extranjera para encubrir sus acciones sintomáticas.) «Pero Espe, ese soy yo, S. P.» (las iniciales de su nombre).''' 
La «Espe» es, naturalmente, una Wespe mutilada. El sueño lo dice claramente: él se venga de Grusha por su amenaza de castración. 

Yo propongo otra interpretación. Freud sigue pensando la castración del falo y como amenaza. Pero si hablamos de la castración del Otro, que el Otro deje de sentir que su hijo es el falo imaginario, es retornarle a la madre la posibilidad de desear. 

Al hombre de los lobos le angustiaba ver a una mariposa cuando abría sus alas, como las piernas de una mujer, cosa que Freud anotó. Yo interpreto que no es un sueño de angustia, sino un sueño de liberación de una mujer, que puede ser la madre, Grusha, etc. Cuando sale de las piernas de la mujer, él tiene nombre y apellido: S. P. Emerge como sujeto.

El problema que tenemos es que eso se puede interpretar cuando se trata de algo que pasó "por el colador del inconsciente", es decir al inconsciente como lógica de incompletud. Como vimos en el diagrama de flujo, hay pulsiones que vienen del ello que no pasan ni pasarán nunca por el colador del inconsciente y no responden a la interpretación simbólica. También hay frases inamovibles que vienen del superyó que no pasaron tampoco. Si pasaran, el inconsciente dejaría afuera del goce parasitario. 

No se puede interpretar como aquello que alguna vez pasó por el colador del inconsciente e hizo una regresión. La interpretación clásica, simbólica, es aquello que pasó por el inconsciente, se postergó como deseo y quedó fijado a un goce parasitario. Lo que nunca pasó por allí, que yo llamo fijación primaria, requiere intervenciones en lo real y en lo imaginario. Por ejemplo, si uno toma lo que le dijo el paciente a la letra y hace un chiste con eso, puede ser una excelente intervención psicoanalítica. Lo mismo si uno toma una queja del paciente "¿Qué gano yo enfrentándome a padre?", uno puede preguntar qué ganaron los judíos cuando enfrentaron al faraón... la libertad. Esa intervención puede tener valor psicoanalítico.

En un final de análisis, se trata de ayudar al analizante con intervenciones simbólicas, en lo real y lo imaginario. También a construir en lo real nuevos canales de goce, es decir, un sinthome.

No se trata de retroceder ante la angustia, de decirle al paciente que no se angustie por su jefe que es parecido a su padre... sino de que mate simbólicamente al jefe, de creer que el jefe es el Gran Otro que se las sabe todas. Si mata a su jefe, también está matando a su padre. Tótem y tabú describe un fantasma estructurante: a un niño pequeño, se le dice "No metas el dedo en el enchufe... porque lo digo yo". El niño recibe eso como una prohibición de goce. Años después, el padre puede explicar que seguía a una ley para proteger a su hijo. 

Del fantasma del padre de la horda, hay que prescindir. En ese sentido, todos somos criminales simbólicamente hablando. El mito del padre de la horda es menos hipócrita que el mito del Edipo contado como un cuento. El Edipo, en realidad, es una lógica. 

En el seminario El Sinthome, Lacan dice que cuando se hace un empalme entre el inconsciente y lo imaginario, es decir cuando se pone al descubierto el fantasma imaginario por el inconsciente que lo sostiene, al mismo tiempo se hace un empalme entre el síntoma y lo real parásito del goce. Ahí se descubre por qué los síntomas persisten y los sueños se olvidan. Los síntomas persisten porque están sostenidos por la fijación a un goce parasitario. 

En el Sinthome, Lacan habla de la perversión con dos sentidos: la palabra perverso, un padre que se desvía de la función, pero también la buena versión del padre. Un padre se supone que busca el goce en el cuerpo de una mujer, por lo que la libera de ser todo el tiempo madre. También él canaliza su goce y no se transforma en un padre abusador. También se espera que un padre proteja a sus hijos, eso concierne a la función paterna. Un buen padre introduce una restricción de goce y soportar que su hijo lo odie. Un padre que solo quiera que su hijo lo ame no sirve de nada. El padre de Joyce era un quebrado, un inútil, que obligaba a la familia a mudarse de casa en casa a lugares cada vez más pobres. Jung dijo que allí donde su hermana se ahogó en la esquizofrenia, Joyce salió adelante mediante la escritura.

jueves, 9 de marzo de 2023

El aislamiento en púberes y adolescentes: ¿A qué de debe? Intervenciones clínicas.

Notas del Taller Clínico Virtual «El aislamiento en púberes y adolescentes ¿Qué-hacer en la clínica?» Miriam Britez (28 de enero de 2023) ver "la previa"

El aislamiento es un fenómeno que se da entre personas jóvenes y la consulta no suele darse sino hasta que la misma se encuentra avanzada. La idea es pensar que si alguien está aislado, es porque hay un sufrimiento. Jóvenes que se encierran en su habitación y evitan el contacto con el mundo exterior. Pueden evitar cualquier encuentro que no sea de forma virtual, lo que reduce el contacto humano al mínimo.

La clínica con púberes y adolescentes presenta ciertos desafíos y flexibilidad, pues por momentos escuchamos a un niño, mientras que por otro nos la vemos con las posibilidades de un adulto. 

Especificidades de la clínica con púberes

  • Es una clínica que tiene la presencia de los padres, que aún están presentes de manera real en la constitución del sujeto. En la conferencia 34, Freud habla de esta variante, en términos del influjo analítico.
  • El juego no está disponible como manera de intervención, pero tampoco hay una palabra lograda.
  • En general, el púber es traído a la consulta por sus padres. Hay implicancias transferenciales con los padres.

La presencia de los padres puede ser excesiva o insuficiente. Ante padres excesivos, la inhibición resta como una contracara a este exceso. En la inhibición el sujeto muestra algo de su sufrimiento, pero es un sufrimiento sin decir. La inhibición es una limitación del movimiento que impone la parte inconsciente del yo para no despertar la angustia. Lacan lo trabaja en el seminario X, en relación con la angustia.

La angustia aparece como un peligro ante lo desconocido. Si la angustia es una señal en el yo ante lo pulsional, que puede ser desbordante. Mientras el miedo está nombrado y se repite ante el mismo objeto, en la angustia no sucede lo mismo.

La inhibición es un parapeto yoico. De aquí provienen la mayoría de las conductas de fracaso. En la inhibición, el sujeto da a ver algo de su verdad. Es un decir que "no", pero no de modo articulado al lenguaje, sino un no sostenido en acto: no estudio, no como, no salgo, no hablo. Algunos de los efectos del atrapamiento tienen que ver con el mal humor, la ansiedad, los autorreproches, la pereza y el desgano.

Muriel Barbery, en su libro La elegancia del erizo, hace decir a la protagonista Paloma su sensación de vacío. Ella dice, sin dramatismo:

He tomado pues una decisión. Pronto dejaré atrás la infancia y, pese a mi certeza de que la vida es una farsa, no creo que pueda resistir hasta el final. En el fondo, estamos programados para creer en lo que no existe, porque somos seres vivos que no quieren sufrir. (...) ¿seré todavía capaz de hacer frente al sentimiendo de lo absurdo? No lo creo. Por eso he tomado una decisión: al final de este curso, el día en que cumpla 13 años, el próximo 16 de junio, me suicidaré."...

Paloma, como muchos púberes, ante la caída del sentido producto de la irrupción de lo real de la pubertad, no encuentra salida y por eso fantasea con un pasaje al acto, hasta que logre encontrar otra salida.

Relacionado: Conferencia de la misma autora:  No a cualquier precio se alcanza la adolescencia. Intervenciones del analista

La adolescencia es un tiempo de pasaje desde la niñez hacia la adultez. es un tiempo de desasimiento de la autoridad parental. Los lazos libidinales que lo ligan al otro parental se debilitan. Es lo que Freud describe en La novela familiar del neurótico. Un proceso de reescritura de las marcas fundantes, donde se inscribe un origen del sufrimiento.

En El malestar en la cultura, Freud plantea tres fuentes del sufrimiento: desde el mundo exterior, desde el propio cuerpo y del vínculo con los otros.  Este último es el más difícil y doloroso. Estas tres fuentes de sufrimiento tienen en el adolescente un gran protagonismo y muchas veces suceden simultáneamente. El adolescente lleva a cabo un intenso trabajo psíquico para lograr la metamorfosis de la pubertad. Algunos de estos trabajos son:

- La reconfiguración de la imagen narcisista.

- La reedición de la dramática edípica.

- La construcción de la intimidad. Allí se verifica el desasimiento de la autoridad de los padres, que deben quedar afuera.

Todos estos movimientos avanzan, retroceden o se detienen. El aislamiento puede pensarse como un momento de detenimiento de este movimiento de separación. La construcción de la intimidad del adolescente no solo lo implica a él mismo, sino también a los padres. Si los padres están demasiado presentes o ausentes, el analista deberá intervenir por ahí, señalando o trabajando con ellos estos puntos que obstaculizan este proceso de construcción de la intimidad. 

Muchas veces los padres no logran reconocer el espacio -físico o no- que necesita el sujeto para reconfigurar su narcisismo. Por ejemplo, en cierto momento los padres deberían tocar la puerta antes de entrar o pedir permiso. Los padres suelen ponerse ansiosos ante los tiempos que requiere la metamorfosis.

Hay una prohibición básica, producto de la intervención de la metáfora paterna, que debería operar para que ella no reintegre su producto. Hay madres que piden que se les cuente todo. 

Caso clínico:

Joven en quinto año del secundario es atendida por ataques de pánico. Aparece un tartamudeo pertinaz, que le impedía pasar al frente. La madre aparece como alguien comprensiva. La joven relata estar insegura con su sexualidad, pues a los 13 años ella había tenido un acercamiento con una chica. La madre significó eso como que no podía ser. La joven retoma esta pregunta, tiene encuentros con una amiga y finalmente conoce a otro chico en la escuela y comienza una relación. Esta relación coincide con el fin de los ataques de pánico.

Un día ella concurre diciendo que se mandó una cagada. Dice que se quedó a dormir en lo del novio y la madre le armó una escena donde ella la increpó por tener relaciones sexuales. La chica no quiso decirle a su madre más información de cuándo fue, a lo que la analista responde "Eso forma parte de tu intimidad", convalidando la posibilidad de apropiarse de sus espacios y tiempos para terminar de consolidar su intimidad. La analista decide no recibir más a los padres, siendo que está en un punto de salida de la pubertad y la adolescencia.

Con la pandemia de COVID 19, la población sufrió la proscripción sanitaria, por parte de las autoridades, para preservarnos a todos. La virtualidad pasó a ser el único medio de estar en contactos con otros por fuera de la familia. La gente quedó viviendo con su grupo familiar, aislados de los otros. Hoy nos preguntamos qué efectos tuvo esta cuestión del aislamiento impuesto. ¿Qué respuestas y efectos tuvo? Los lazos de miles de adolescentes se vieron afectados por esa intrusión de la pandemia. ¿Qué pasó con los adolescentes que tramitaron su tiempo en la pandemia? El tiempo de simbolización de ese pasaje se vio dificultado. Ej. los viajes de egresados, la fiesta, etc.

En la pandemia, el semejante era temido, portador potencial de la muerte, que en muchos casos se concretó. Hoy muchos adolescentes tramitan el duelo por seres queridos, además de los duelos propios de su tiempo. Hoy, en la salida, ¿Qué lugar tiene el semejante? En la clínica aparecen búsquedas urgentes en un intento de construir o reconstruir el lazo con los otros. Aparecen sujetos con pocos recursos para relacionarse con otros. Aparecen desbordes de angustia, sensación de vacío, la falta de deseo, el desgano, el desinterés generalizado: "Me da paja". El par presencia-ausencia se vio seriamente obstaculizado en la pandemia. Aquí, el aislarse es un intento fallido de separación: un aislamiento dentro de lo familiar.

Los proyectos identificatorios también están dificultados, cosa que hay que construir en las consultas ante la pregunta de quién soy.

El aislamiento y la evitación social son respuestas subjetivas. El púber se defiende a asumir una posición subjetiva en relación a la sexualidad, al deseo y al goce. También en acceder a las responsabilidades que implican habitar un sistema simbólico organizado, como la escuela, la secundaria, elegir una carrera, oficio o simplemente trabajar. Son dificultades para incluírse en un sistema simbólico.

Aparecen también fallas en el ideal, que se instala a partir de la eficacia de la función paterna. Es uno de los productor por el paso del Complejo de Edipo. La caída de la eficacia del Nombre-del-padre genera sujetos que no reconocen la falta o la castración y aparecen sujetos orientados por el más allá del principio del placer (goce). 

El adolescente, confrontado a los duelos de su tiempo (cuerpo infantil, padres de la infancia, la identidad), realiza un repliegue narcisista. No obstante, también necesita de un Otro que lo acompañe y sostenga. Eso implica delimitar su territorio desde el respeto. La mirada del semejante también se vuelve importante. 

En definitiva, las coordenadas para leer el aislamiento deben estar dadas por el malestar de la época y las lo subjetivo de cada caso. El lo contemporáneo asistimos a la vigencia del discurso capitalista, que privilegia a los objetos de consumo, donde los adolescentes son consumidores... o consumidos. También tenemos lo actual, que para el psicoanálisis es lo no historizado y que no entra inscripto en un sistema simbólico. Ambas dimensiones, lo contemporáneo y lo actual, se encuentran superpuestos de una manera compleja. Los analistas tenemos que pensar cuestiones teóricas que nos ayuden a orientarnos mejor en los tratamientos.

Hikikumori. Hikikomori (Hiki= retroceder / kumoi=vuelto hacia adentro) es un término japonés que se utiliza para describir a personas que se aíslan de la sociedad y se mantienen en sus hogares durante períodos prolongados, a veces incluso años. Se estima que hay cientos de miles de hikikomoris en Japón, y el fenómeno también se ha observado en otros países.

Las causas subyacentes del hikikomori pueden variar, pero a menudo se asocia con problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad, y una sensación de fracaso en la vida. La presión social y el estrés de la sociedad japonesa también se citan como factores contribuyentes.

El hikikomori puede tener efectos perjudiciales en la vida de una persona, incluyendo la pérdida de habilidades sociales, el aislamiento y la falta de conexión con la comunidad. Es importante que se aborden las causas subyacentes del hikikomori y que se brinde apoyo a las personas que lo experimentan para ayudarles a reintegrarse en la sociedad y recuperar su bienestar emocional.

Freud marca, en El malestar en la cultura, que el sujeto está en conflicto por las renuncias pulsionales que le impone la vida en cultura. Va en conytra de ciertos lemas al estilo "Todo se puede", que desconoce la castración. cada sujeto tiene que encontrar la forma de estar dentro de la cultura, atravesando el malestar. En sujetos donde la limitación de lo pulsional no es tan efectiva, esto se dificulta.

Freud nombró algunas modalidades para enfrentar este malestar, por ejemplo la intoxicación, la sublimación y destaca aquellas soluciones tendientes a evitar el displacer, nombrando a la soledad buscada

Una soledad buscada, mantenerse alejado de los otros, es la protección más inmediata que uno puede procurarse contra las penas que depare la sociedad de los hombres. Bien se comprende: la dicha que puede alcanzarse por este camino es la del sosiego. Del temido mundo exterior no es posible protegerse excepto extrañándose de él de algún modo, si es que uno quiere solucionar por sí solo esta tarea. 

La figura del ermita es alguien que le ha dado la espalda y no quiere saber más nada de él. Esto es interesante tener en cuenta en relación a la transferencia, porque no van a ser pacientes que nos dirijan una pregunta. La soledad moderna implica un encierro acompañado por los distintos objetos que ofrece la tecnología, los gadgets. Se trata de una modalidad de satisfacción sin otro, donde el lazo social está complicado. Goce autoerótico, del autista, goce del idiota, que evita la evitación del peligro con el otro, siempre sin garantías y contingente.

El adolescente aislado no se remite a otro (al padre, al profesor o al analista), de manera que en los tratamientos el analista deberá propiciar e inventar la forma de alojar el malestar. Quizá la tecnología les de el saber en el bolsillo, pero definitivamente no tienen los títulos. 

¿Qué hacemos los analistas hoy, ante esta falta de pregunta? Lo primero es ofrecer un espacio de conversación, desde el lugar del partenaire para que se instale algo del orden del sufrimiento. El analista está fuera de la familia. De a poco, el analista debe ir conmoviendo las certezas que trae el sujeto aislado.

sábado, 17 de diciembre de 2022

Seminario 6: El duelo y Hamlet (1)

Lacan trabaja Hamlet en el seminario 6, donde propone una buena forma de trabajar el duelo, pero también una buena forma de trabajar el psicoanálisis. En este seminario, "El deseo y su interpretación", Lacan dirá que el deseo es la interpretación.

La dimensión de la cultura habla de una estructura en relación a una ley o legalización que nos envuelve a todos. Esa legalización tiene que ver con el delirio del mito del Edipo y la interdicción del incesto de Levy Strauss. El problema del sujeto, no de la modernidad, pero tampoco sin él, está en función de la estructura. Lacan expresa como:

Es decir, el sujeto se descuenta del enunciado para contarse en la enunciación. El inconsciente, en ese punto, va a tener una legalidad.

Para Freud, el inconsciente puede ser descriptivo, tópico ó dinámico...

Lo que Freud menciona como condensación y desplazamiento, en Lacan toma un tinte retórico: la metáfora y la metonimia.

La estructura se articula en relación con una ley. El deseo es imposible de ser nombrado y surge a partir de que la necesidad se pervierte en cuanto a su objeto. Lo que se satisface es la demanda. 

El deseo permanece insatisfecho por una cuestión de estructura, en tanto hay una falta. El neurótico construye una ficción en la cual cree que obteniendo placer se satisface el deseo. Por ejemplo, tenemos el fantasma de la imposibilidad en la neurosis obsesiva, en donde piensa continuamente en vez de actuar. En la histeria, el paciente ubica a alguien como amo al que idolatra, haciéndolo trabajar para que satisfaga su deseo. El Otro trabaja, pero nunca da cuenta del amor. De esta manera, este Otro cae, dejando tanto al histérico como al Otro insatisfechos. En cambio, la fobia aparece más por el lado de la prevención. Siempre el objeto fóbico comienza con un fetiche, demarcando el lugar que tiene que ver con el deseo.

El deseo no puede satisfacerse porque hay una instancia que lo impide: la función Nombre del Padre. El neurótico hace una trampa, dice "No es que el deseo no puede ser satisfecho, sino que me lo prohíben". Se trata de un padre que ordena, la función del padre en tanto tabú, impedimento del deseo. A su vez, es la fundamentación de la estructura del deseo. Esto en la psicosis no aparece. 

Primordialmente, aparece el deseo de la madre frente al niño hace que este último tenga un lugar, pero el niño no puede ser un yoyó, salvo que su condición sea la de un psicótico: el niño sometido a la voluntad caprichosa de la madre. Es el nombre del padre que nombra al deseo de la madre, en función de algo que se caracteriza por tener un valor: el falo.

Ahora, pensemos cómo se da todo esto en Hamlet... Empecemos con el argumento:


Esta aparición casi real del padre nos recuerda al análisis de Freud del sueño "Estaba muerto, pero no lo sabía", donde ese padre habla y no sabía que estaba muerto. Freud agrega "según su deseo". ¿Pero el deseo de quién? Pareciera ser el deseo del hijo de matar al padre. 

En Hamlet, el padre se aparece sabiendo.

El padre no solo le pide que lo vengue, sino que además, haga lo que haga, que no toque el honor de su madre. Se trata de un mandato imposible de cumplir, porque luego descubrimos que quien estaba detrás de toda la trama era la madre, Gertrudis.

Veamos el discurso del padre de Hamlet:

Yo soy el alma de tu padre: destinada por cierto tiempo a vagar de noche y aprisionada en fuego durante el día; hasta que sus llamas purifiquen las culpas que cometí en el mundo. ¡Oh! Si no me fuera vedado manifestar los secretos de la prisión que habito, pudiera decirte cosas que la menor de ellas bastaría a despedazar tu corazón, helar tu sangre juvenil, tus ojos, inflamados como estrellas, saltar de sus órbitas; tus anudados cabellos, separarse, erizándose como las púas del colérico espín. Pero estos eternos misterios no son para los oídos humanos. Atiende, atiende, ¡ay! Atiende. Si tuviste amor a tu tierno padre...
Venga su muerte: venga un homicidio cruel y atroz.
(...)
Sí, aquel incestuoso, aquel monstruo adúltero, valiéndose de su talento diabólico, valiéndose de traidoras dádivas... ¡Oh! ¡Talento y dádivas malditas que tal poder tenéis para seducir!... Supo inclinar a su deshonesto apetito la voluntad de la Reina mi esposa, que yo creía tan llena de virtud. (...) Tu tío me sorprende en aquella hora de quietud, y trayendo consigo una ampolla de licor venenoso, derrama en mi oído su ponzoñosa destilación, la cual, de tal manera es contraria a la sangre del hombre, que semejante en la sutileza al mercurio, se dilata por todas las entradas y conductos del cuerpo, y con súbita fuerza le ocupa, cuajando la más pura y robusta sangre, como la leche con las gotas ácidas. (...) Perdí la vida, cuando mi pecado estaba en todo su vigor, sin hallarme dispuesto para aquel trance, sin haber recibido el pan eucarístico, sin haber sonado el clamor de agonía, sin lugar al reconocimiento de tanta culpa: presentado al tribunal eterno con todas mis imperfecciones sobre mi cabeza. ¡Oh! ¡Maldad horrible, horrible!... Si oyes la voz de la naturaleza, no sufras, no, que el tálamo real de Dinamarca sea el lecho de la lujuria y abominable incesto. Pero, de cualquier modo que dirijas la acción, no manches con delito el alma, previniendo ofensas a tu madre.

Es decir, es un padre que sabe de su muerte, del delito, de su deseo. Se trata de un padre en tránsito, a la espera de un juicio. Está en la figura renacentista conocida como purgatorio. El tema es que para los protestantes, el purgatorio no existe. Se trata de un padre que aparece en toda su potencia superyoica, en tanto que su mandato es imposible de cumplir.

Toda la obra de Hamlet da cuenta de un duelo congelado en ese instante que se va a ir desarrollando en cinco escenas. Hamlet en una tragedia (trauer) del deseo. Trauer-spiel y Trauer-arbeit. La importancia de esto es que Lacan va a hablar de los duelos en función de los tiempos lógicos: ver, comprender y concluir.

En el duelo, se pierde aquello que lo que el Otro deseaba de uno. ¿Qué será del Otro si yo me pierdo? Es el fantasma que Lacan propone, en el seminario 11, respecto al suicidio y a la adolescencia. Por otro lado, el duelo es una forclusión de algo en la realidad, que los ritos articulan como modo simbólico para suturar ese agujero. Lacan sitúa que un análisis tiene la misma articulación que un duelo, o que el análisis es un trabajo.

Pero volvamos al padre muerto que no lo sabía, que aparece en Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico (1911):
Un hombre, que cuidó a su padre durante su larga y cruel enfermedad letal, informa que en los meses que siguieron a su muerte soñó repetidas veces: El padre estaba de nuevo con vida y hablaba con él como solía. Pero él se sentía en extremo adolorido por el hecho de que el padre estuviese muerto, sólo que no sabia. Ningún otro camino nos lleva a la comprensión de este sueño, que parece absurdo, si no es el agregar «según el deseo del soñante» o «a causa de su deseo» a las palabras «que el padre estuviese muerto», y el añadir «que él [el soñante] lo deseaba» a las últimas palabras. El pensamiento onírico reza entonces: Era para él un doliente recuerdo el haber tenido que desearle la muerte a su padre (como liberación) cuando aún vivía, y cuan espantoso habría sido que el padre lo sospechase. Se trata, pues, del conocido caso de los autorreproches que siguen a la muerte de un deudo querido, y aquí ese reproche se remonta hasta el significado infantil del deseo de muerte contra el padre. (p. 248, TXII) 

El padre de Hamlet, que sabe, paraliza la acción de su hijo. Para que un sujeto pueda actuar, es necesario que el superyó en algún momento cierre los ojos. Si "el padre sigue vivo", uno queda impedido de actuar.

Pero sigamos con la obra de Hamlet, en la que monta la Play Scene cuando duda si ese fantasma era su padre... o un genio maligno, o una alucinación.

Algunos autores como Harold Bloom ubicaron en este momento de la obra la procrastinación de la acción, deteniéndose Hamlet por la duda por el padre. De esta manera, él reproduce lo mismo que ha escuchado del fantasma, pero en función de ciertos actores.

En la obra que representa, el sicario está vestido igual que Hamlet, que se llama Luciano. Es un alter ego de Hamlet. Esto le llamó la atención a Lacan, esa dimensión especular de alguien que va a matar al rey. En esa escritura, es el propio padre el que aparece con un deseo de asesinato del padre. 

Volvamos a la historia...

Es decir, Hamlet se vuelve a detener. El tema es que si Hamlet mataba a Claudio en esa ocasión, él podía acceder a un lugar mejor que el padre. Sin embargo, Claudio no estaba rezando, sino pensando qué hacer.

En obra de Hamlet hay 11 muertos y solamente el último es Claudio. Lacan se pregunta por qué este duelo se va dando de esta manera. ¿Pero qué es un duelo? Es un intento del aparato psíquico de mantener un tiempo más al objeto perdido. Freud decía que un duelo es un trabajo en el cual había todo un movimiento de investiduras frente a la pérdida de un objeto. Lo diferencia de la melancolía y la amentia de Meynert. En esta última, en lugar de aparecer el duelo, lo que aparece es el objeto alucinado. A partir de eso, Freud piensa que el objeto perdido tiene que ver con el objeto de deseo.

En Hamlet hay un duelo inconcluso. Toda la tragedia de Hamlet es un duelo en el cual se van dando tiempos lógicos. El primer tiempo es la revelación del Padre que aparece y transforma todo el carácter del saber de Hamlet. El padre sabe de su muerte. Hay un punto en el que el padre debe terminar de morir para ser efectivamente función del padre, pero el padre de Hamlet estaba vivo y sabía. A diferencia del padre muerto, en el cual él no sabe, da lugar a una cláusula sobre el deseo.

Ahora, ese punto donde Hamlet intenta matar a Claudio es vinculado, por Lacan, como una detención a causa de que Claudio es el padrastro, por ser esposo de la reina. Si él lo matara, ¿Quién asumiría el lugar de rey?

Hay una comparación que Lacan hace entre Hamlet y Edipo:

Por un lado, Edipo es un mito y Hamlet es un drama. Edipo puede actuar porque parte de la ignorancia, mientras que Hamlet no puede actuar porque sabe. Edipo es inocente, mientras que Hamlet es culpable de existir, porque está en deuda con el padre al cual él debe vengar. En Edipo vemos que él comete el acto criminal, mientras que Hamlet lo posterga. Finalmente, Edipo actúa en la propia hora, mientras que Hamlet actúa en la hora del Otro. Se va deteniendo en la hora del padre, en la hora del padrastro y en la escena del cementerio.

Lacan dice:

Lo que notamos en Gertrudis es una madre excesivamente genital, que tiene que ver más con un deseo de goce y es lo que articula todo tenor de la norma. Necesita de alguien que rompa con ese deseo incestuoso.


Continuará...