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miércoles, 19 de febrero de 2025

La voz de Freud y su silencio

Entre quienes conocieron a Freud, algunos dejaron testimonio sobre su voz, tanto de su potencia como su tono y articulación. Hanns Sachs, quien fuera un cercano alumno y colaborador, recuerda esa voz como baja, sin caer en el tono metálico común entre los conferencistas. Y agrega: “Su elocución impecable y su cuidadosa acentuación lo hacían siempre perfectamente audible, aunque su voz no tenía ninguno de los tonos plenos y ricos que se extienden y dan una fuerza sugestiva a las palabras. Nunca lo escuché alzar la voz con ira o emoción.

La francesa Maryse Choisy, conoce a Freud en 1922 y registra las variaciones de entonación usadas en una entrevista, aunque dentro de un registro áspero y estridente.
Ludwig Binswanger, quien lo trató por años, alude a esa voz cuando habla del estilo freudiano: “Agudo y preciso en la elección de las palabras (…) sin levantar nunca su voz bien modulada: así es Freud tal como lo recuerdo hasta el día de hoy. Su manera de hablar estuvo condicionada por su inquebrantable y apasionada devoción por el tema en discusión, por el tema científico y sus diversas implicaciones.
Una variación en los testimonios se introduce en 1923, año en que comienzan las operaciones en la boca de Freud, cuando se suma el uso de las distintas prótesis y el avance del cáncer.
Robert P. Knight, por ejemplo, anota que aquella voz era ronca y esforzada. Rememora que Freud se disculpa por las dificultades en su habla, dado que había sido operado de garganta recientemente.
Raymond de Saussure registra esa voz como una compañía, que se mezclaba con el silencio de los cigarros, cuando estaba en el diván.
La poco amable Odette Pannetier, una periodista francesa que visita a Freud en 1936, recorta que la voz del profesor era chirriante, acompañada como de un contrapeso, que compara con el ruido de un ascensor.
El amante de las piezas probatorias sabrá que hay un único registro de la voz de Freud. Se trata de una grabación obtenida por la BBC y que data del 7 de diciembre de 1938. La información disponible señala que se le había solicitado a Freud que leyera algunos fragmentos de su trabajo. La oferta debió ser declinada: en aquel momento cualquier tarea, incluso el hablar, era ardua. Es por eso que los técnicos de la BBC debieron trasladarse al domicilio de Freud, para obtener la grabación. Y también se debe al esfuerzo que lo pronunciado abarca menos de dos carillas o poco más de dos minutos. En busca de superar la debilidad del tono, la BBC ofreció suplirla con el uso de amplificadores. Se cuenta que, una vez obtenida la grabación, Freud no se interesó en escucharla.
Richard Sterba, quien había hablado con el profesor desde 1928, nota algunas alteraciones en aquella voz grabada. Escribe: “Me sentí triste cuando escuché el disco fonográfico en el que estaba grabado su discurso (…) hay un silbido en su discurso que no estaba presente antes. En el momento en que se grabó su voz, el cáncer debía haber progresado de tal manera que ya no era posible el cierre completo de la cavidad bucal”.
La grabación en cuestión nos permite tener alguna idea de la voz de Freud, una voz que nos llega atravesando variadas dificultades, de un hombre enfermo y en su vejez. Solo por unos pocos segundos lo oímos hablar en la lengua en que soñaba.
Luego no tenemos la voz de sus conferencias, de sus exposiciones o los tonos de sus intervenciones. Acaso no sea del todo injusto. En especial para Freud. Se ha dicho que su más grande invento es el silencio. La expresión tiene su especificidad. Se trata de un silencio operativo. Un silencio que funciona como umbral, como forma de acceder y de hacer acceder a lo desconocido, incluso a lo indecible, de aquellos que hablan.

lunes, 13 de enero de 2025

Freud, el premio Goethe y sus destinos

 Entre el 5 y 6 de abril de 1930 Freud recibe la visita de un nuevo infarto. Esta desleal sorpresa lo enrola, nuevamente, en el convencimiento de abandonar el cigarro. Ese hábito debe ser eliminado, cortado, como una automutilación. La operación no es agradable ni inmediata y presenta las dificultades comunes de un acoso perpetuado.

Al mes siguiente, luego de su cumpleaños, Freud varía su estrategia. En la acción recibe la repetida visita del Dr. Philipp Lederer. Este doctor proporciona, avaramente, algo que puede aliviar el problema del tabaco.

Algunas anotaciones y cartas nos enteran que el doctor ya le era conocido y que le había acercado alguna satisfacción en la enfermedad. No ha faltado la ocasión en que Freud lo sugiera como proveedor de regalos y materias de interés analítico. También nos anoticiamos que el profesor solía destinar ingresos extraordinarios, como regalías de libros, en los servicios del doctor.

La especialidad de Lederer es el comercio de arte, en especial antigüedades. El doctor ejerce su función en un comercio en Am Kupfergraben, en Berlín, a metros de la casa de Hegel.
Una infrecuente relación entre los cigarros y las antigüedades aparece en Freud, como una forma de sustitución. Esto se evidencia cuando escribe sobre sus fallidos intentos de abstenerse: "(…) me faltan los cigarros, cualquier medida que intente contra eso fracasa”. La solución parece venir del lado de Lederer, aunque sea una bastante limitada. Freud indica que las antigüedades pueden haber sido una sustitución posible, pero no puede comprar tantas.
El 3 de Julio, luego de una recaída de salud, a Freud le llega la noticia tan inesperada como la aparición de un monstruo marino. Esta contingente novedad acaso le limite el fumar. La ciudad de Frankfurt le otorga el Premio Goethe. No es uno que lo reconozca como científico. Es una distinción concedida a quienes hayan “alcanzado la eminencia a través de su obra y cuya influencia creadora sea merecedora de un honor dedicado a la memoria de Goethe".
El premio se hará efectivo con la entrega de un distintivo y 10.000 Reichsmarks. Cuando se realiza la entrega, el enfermo profesor no puede asistir. Anna lo representa en la ceremonia, quien lee el texto de agradecimiento preparado por Freud. Ernst Freud, otro hijo, también deberá reemplazarlo en los comercios con el doctor Lederer.
Las relaciones entre el profesor y el doctor parecen mantenerse por años. En 1936 Freud lo recomienda al escritor George Hermann. Le escribe que en Berlín puede encontrar al Dr., Lederer con quien ha “podido convertir la mayor parte del Premio Goethe en antigüedades”.
La extravagante terapéutica hace que el profesor fume su primer cigarro en noviembre y luego mantenga, por largos periodos, su fumar por debajo de los 4 cigarros diarios.

sábado, 21 de diciembre de 2024

Los primeros dos pacientes de Freud

 Debemos a Siegfried Bernfeld y a su esposa, Suzanne Cassirer Bernfeld, algunos de los apuntes biográficos iniciales referidos a Sigmund Freud.

En el texto llamado “El primer año de práctica, 1886-1887”, el matrimonio Bernfeld consigna los que serían los dos primeros pacientes del Profesor.
La primera de las anécdotas les fue referida a los biógrafos por el mismo Freud y nos presenta un impaciente practicante de la medicina:
Un día, mientras estaba solo en su oficina, escuchó el timbre de la puerta, y luego las voces de su doncella y una dama, hablando juntas en el pasillo. Impaciente porque el visitante no era conducido de inmediato a la consulta, salió al pasillo, interrumpió la conversación y él mismo condujo al visitante a una silla junto a su escritorio.
Ella miró a su alrededor, pero permaneció en silencio. "¿No te gusta estar aquí?" preguntó Freud. "Al contrario", dijo, "me gusta mucho". "Entonces, ¿cuál parecería ser el problema?" prosiguió Freud.
—No mucho, doctor, pero ya llego tarde y se supone que debo recoger las pastillas para el dolor de cabeza para la señora. X".
La señora X era una pariente lejana de Freud, quien recibía los favores médicos del joven profesional. Freud, luego de este intercambio de palabras, reconocería en la mujer con la que hablaba a la doncella de la señora X.
La segunda anécdota les es transmitida a los Bernfeld por un vendedor de libros de segunda mano. Ante el interés que los primeros mostraban por los libros de temas neurológicos de Freud, el vendedor preguntó si el famoso profesor no sería el mismo Dr. Freud que en el otoño de 1886 había operado una máquina de faradización. Debemos recordar que estos dispositivos eran utilizados para distintos tratamientos en aquellos años.
El vendedor continuó con su relato:
(…) cuando era un niño de catorce años, lo atropelló un taxi en la Ringstrasse y desarrolló ataques histéricos por la conmoción. Uno de los transeúntes sugirió llamar al nuevo médico en el edificio de apartamentos cercano. Este Doctor Freud lo había curado después de varias semanas de tratamiento farádico, y siempre había recordado su bondad y sus ojos maravillosos”.
Tal como era de prever, el consultorio de Freud no fue un lugar popular en aquellos primeros años. Es sabido que le llevó unos cuantos poder contar con pacientes suficientes en su práctica. Y no será hasta la década del 1910, según verificamos, cuando su consulta contraerá las extendidas jornadas que han hecho fama hasta nuestros días.

lunes, 12 de agosto de 2024

¿Qué fue de Elizabeth von R, de “Estudios sobre la histeria”? Memorandum de los Archivos Sigmund Freud

La última noticia que Freud tiene de Elizabeth von R sucede en 1894, cuando luego de concluído el tratamiento, asiste a un baile. Allí se encuentra con que Elizabeth von R. baila con un hombre.

En 1953 la hija de nuestra Elizabeth, de quien lamentablemente no tengo el nombre, envía un informe a los “Archivos Sigmund Freud”. Allí nos enteramos qué ha sido de quien ahora sabemos que se llamó Helene Weiss.

En las notas se hacen menciones que nos permiten tener alguna idea de terrores nocturnos, idealizaciones y diversas enfermedades.

Interesados en saber qué fue de Isabel von R de “Estudios sobre la histeria” dejo una traducción del informe.

New York, 11 de Enero de 1953
MEMORANDUM PARA LOS ARCHIVOS SIGMUND FREUD
La paciente descrita como “Elisabeth von R.” en “Estudios sobre la histeria” de Freud era mi madre, llamada Helene (Ilona) Weiss. Ella nació en Budapest en 1867.

El reporte de Freud de su historial familiar y los antecedentes parece sustancialmente correcto en todos sus detalles, exceptuando, obviamente, lo ideado para disfrazar su identidad. (No era miembro de la aristocracia menor, como lo indica el nombre ficticio, sino de una rica, de una familia de clase media judía). Sin embargo, me inclino a dudar de que Freud tuviera razón al asegurar que mi madre era el único miembro neurótico de la familia. Al menos una de las hermanas de mi abuela me fue descrita como "excéntrica", y mi abuela misma como "enferma" y "nerviosa”; tengo impresiones similares de algunos de los familiares de la generación de mi madre. Casi no tengo información sobre mi abuelo y su lado de la familia,

El texto original en alemán ofrece una imagen notablemente vívida y convincente de la personalidad de mi madre cuando era niña y de joven. La traducción de Brill contiene por lo menos un error, que me llamó la atención de inmediato y me hizo completar mi primera lectura del libro en alemán.

Según lo mencionado por Freud al final del historial, mi madre se casó unos años después de su tratamiento. Ella estaba casada con mi padre, Heinrich Gross, a principios de 1895, después de un compromiso de unos seis meses. En ese momento tenía veintisiete años y había estado viviendo hasta ese entonces con su madre viuda, que padecía una enfermedad ocular y probablemente otras dolencias. (Recuerdo haber escuchado una historia sobre mi madre insistiendo en acortar su luna de miel para regresar a Viena porque su madre estaba enferma).
Mi madre fue feliz en su matrimonio y estaba profundamente dedicada a mi padre. Se la consideraba una pareja excelente, aunque él no era rico. Era un hombre de notable carácter, dones intelectuales y encanto personal. Mi madre dejó de lado su propio juicio; él era en gran medida el jefe de la familia.
Él murió en 1935; ella lo sobrevivió por nueve años.

No era una persona feliz: demasiado emocional, sentimental, celosa, bastante inflexible y demandante. Tenía un temperamento violento, que buscó en vano controlar. Su idealización de sus padres y abuelos, a quienes lloraba abiertamente décadas después de su muerte, equivalía al culto a los antepasados; sus descripciones de ellos como "hombres ideales” estaba bastante en desacuerdo con las que otras personas me han dado, excepto en el caso de su madre, que aparentemente era una mujer muy inteligente y encantadora. Mi sensación es que mi madre debió haber sufrido mucho por su dificultad de alcanzar las cualidades superiores de su propia madre y por sus exagerados estandares de carácter y comportamiento. Ella nunca pudo lograr de sus hijos el mismo grado de atención y respeto que ella sentía que había dado a su madre. Se ofendía con facilidad.

Ella sufría de pesadillas y gritaba mientras dormía; alguna vez me dijo que había soñado que alguien le estaba disparando a su madre.

Soy la menor de tres hijas. Mi madre tenía cuarenta cuando nací, y no puedo recordar momento alguno en el que no estuviera “enferma” de alguna manera. Se sometió a innumerables tratamientos de todo tipo, se bañó en varios spas, a menudo sufría mucho dolor, pero no obstante era muy activa y le gustaba caminar. No estoy segura exactamente en qué consistía su enfermedad. Ciertamente, incluían reumatismo y ciática, tal vez neuritis, etc., que afectaban principalmente sus piernas, pero también otras partes de su cuerpo. En años posteriores su audición estaba algo deteriorada; ella exageró esta queja, o puede haber sido en parte de base nerviosa. Tuve la misma impresión con respecto a sus problemas estomacales crónicos. Uno de sus médicos me dijo que la consideraba hipocondríaca; No sé si otros eran de la misma opinión. Siempre estuvo dispuesta (y físicamente capaz) a enfrentar cualquier emergencia real y cumplir con sus deberes, y tenía un alto sentido del deber; ella usó sus enfermedades para llamar la atención; Sin embargo, sin duda sufrió mucho dolor. Ella murió en 1944 presumiblemente de una hemorragia cerebral.

El cuñado viudo, que figura de manera importante en la descripción del caso de Freud, se volvió a casar. Murió bastante joven. Mi madre estaba en los términos más amigables con su segunda esposa y sus dos hijas.

Algunos años después de que mi padre murió, cuando tenía más de setenta años, espontáneamente me anunció que ella tenía un secreto que había mantenido durante toda su vida; a saber, que ella había conocido a Freud hace mucho tiempo, antes de que él se hiciera famoso, y que la había tratado. Contó la historia algo orgullosa, haciéndola un poco más ligera, como si hubiera sido un tratamiento entre tantos, pero de alguna manera me dejó con la impresión de que ella sabía que era importante. Describió Freud, en ese período inicial, como "sólo un joven, barbado, especialista en nervios al que me enviaron”. “Él quería convencerme de que yo estaba enamorada de mi cuñado, pero eso no era realmente así”. Sabía que había escrito algo sobre ella en un libro - que no sabía en qué libro y profeso que nunca lo había visto - y le había dado el nombre de "Elisabeth”. A continuación, me citó la frase final del historial de Freud, y ella lo citó tan aproximado que pude, más tarde, encontrar e identificar el trabajo a partir de esa misma oración.

En "Estudios sobre la histeria" Freud escribió: "Más tarde, por su libre inclinación, se casó con un extraño”. Ella misma, después que habían pasado de cuarenta y cinco años desde su tratamiento con Freud, recordaba: "Poco después, se casó con otro hombre por amor".

miércoles, 1 de mayo de 2024

Freud y lo insoportable omitido en "El malestar en la cultura"

Desde el inicio de su enfermedad, en 1923, debieron pasar cinco años antes que Freud pudiera participar de reuniones científicas. Las operaciones, las convalecencias y las dificultades en el habla fueron escollos que torcieron un sistema de trabajo. En este sentido, la continuidad de los encuentros de los miércoles, iniciada en 1902, se retomaría en 1928. El proyecto se lograría, aunque con una regularidad casi semestral.

La nueva secuencia tendría lugar en la sala de espera de Berggasse 19, con una participación limitada a 12 o 14 invitados. Una regla establecida en las reuniones fue que las comunicaciones serían informales y que, los dichos o afirmaciones, no tendrían carácter vinculante. Esto se acompañaba del pedido de abstenerse de tomar notas o elaborar actas. La normativa, claro está, sería transgredida de algunas maneras.
Richard Sterba, disculpándose por su picardía, lega fragmentos de las intervenciones de Freud en estas reuniones. Deleita, en especial, una de ellas por localizar el auto comentario de Freud a “El malestar en la cultura”.
El comentario sucede a poco de publicarse el libro. El profesor se muestra crítico a su texto, en especial en cuanto a la composición. Señala que el libro trata su tema principal, el malestar en nuestra cultura, de forma poco exhaustiva. Y luego, sobre esa base, se añade “un examen demasiado difícil y demasiado compensador” de la teoría analítica del sentimiento de culpa. Será la elaboración sobre el sentimiento de culpa y sus vínculos con la agresión lo que justifique la hechura del texto.
Un segundo desagrado freudiano se ubica en torno a una omisión. La misma, señala, también se les ha pasado por alto a sus invitados. Considera esta omisión una gran desgracia o vergüenza para los presentes. En el reproche se delata alguna expectativa que se desarrollará en el curso de la exposición. Serán sus invitados quienes continúen las investigaciones en psicoanálisis, invitados que le dan un trato benevolente.
Freud indica que su omisión tiene raíz en un olvido, lo cual le ha servido a alguna tendencia oportunista para expresarse. Agrega que este olvido, disfrazado de omisión, se apoya en algo insoportable. Veremos de qué se trata.

La pieza olvidada, dice Freud, pertenece a las posibilidades de la felicidad; de hecho, es la posibilidad más importante porque es la única psicológicamente inatacable. Así pues, “el libro no menciona la única condición para la felicidad que es realmente suficiente y a la que nada afecta”.


Freud continúa: "Esta posibilidad de felicidad es muy triste. Es la de la persona que depende completamente de sí misma”. A continuación suma un modo en que esta felicidad se hace soportable a los otros: “Una caricatura de este tipo es Falstaff. Podemos tolerarlo como caricatura, pero por lo demás es insoportable”. Luego de traer el ejemplo del repetido personaje de Shakespeare, revelará lo insoportable omitido.
Dirá Freud que eso es la felicidad de “el narcisista absoluto”, la de quien depende solo de sí mismo.
En este recorte de exposición Freud acentúa su omisión, la que envuelve un fragmento de real, ajeno al convocante profesor.

martes, 8 de marzo de 2022

Freud, un disparo y la asistencia gratuita…

Dos cartas nos ponen en la huella de un evento escasamente difundido. A fines de 1922, poco antes de que Freud encuentre en su boca una sospechosa malformación, recibe una noticia que lo moviliza. Un ex asistente de un familiar había recibido un disparo de parte de su propio hijo. El hombre sale herido y el joven es detenido.
 
Son los años cercanos a "Nuevos caminos…”, de la promoción y fundación de clínicas psicoanalíticas gratuitas. Quien recibe la noticia es el mismo que, varios años antes, había dicho que no podía sostener más de uno o dos tratamientos gratuitos por vez, al tiempo que alertaba de inconvenientes que podían transitar los implicados.
 
La noticia se completa con la circunstancia. El hijo sorprende al padre en un intento de violación. La víctima es su media hermana. El joven se llama Ernst Haberl.

Freud, que también empuja el trabajo de Aichhorn con jóvenes desamparados y a quien suma en la tarea, escribe una carta al Dr. Valentín Teirich, una autoridad en este campo del derecho y promotor de la reforma en los procedimientos judiciales. El profesor se propone ayudar al joven, del modo que está a su alcance.

En la carta Freud hace saber que no dispone de mucho tiempo, debido a sus ocupaciones, pero que se reunirá con Teirich cuando éste lo considere necesario. Además se toma la confianza para consultar honorarios. Explica los motivos:

Sé cuánto hay que valorar tu esfuerzo pero yo no soy rico y tengo que mantener mi asistencia dentro de ciertos límites, que está menos motivada por relaciones personales que por intereses abstractos, nunca he visto al pobre chico.

Y tan poco conoce al acusado, que en la copia de la carta se lee que escribe “Naberl” como apellido del joven.

Se dice que Freud además escribe un memorándum, en el que manifiesta que todo intento de buscar motivaciones más profundas de los hechos no haría más que embrollar los eventos, bien claros de por sí. Anna Freud descarta que el escrito fuera realizado. De quien si se sabe que eleva un memorándum similar, es el profesor Stráussier. En su nota sostiene que la excitación del momento había producido en la mente del joven un “cortocircuito” equivalente a una alienación transitoria.

El proceso lleva unos pocos meses. La intervención conjunta es exitosa y el joven es declarado libre de culpa.

En una segunda carta Freud agradece a Teirich por su trabajo y le hace llegar sus honorarios. Agrega que se hará cargo de las costas legales, que triplican lo pagado al abogado.

Informa que nuevamente no podrá reunirse, en la oportunidad por otros motivos:
“Involucrado por una operación próxima, no me atrevo a llamarlo para una reunión.”

Pd: En la reproducción del fragmento de la primera carta, puede verse el subrayado sobre el “Naberl”.

jueves, 13 de enero de 2022

Freud y la injusticia de un analizante



Cuando rondaba los 30 años Ernst Blum se trasladó desde Suiza a Viena, junto a su reciente esposa. El motivo era iniciar un análisis con Freud, mientras que ella lo haría con Otto Rank. Pronto ambos fueron invitados a las reuniones de los miércoles a la noche.

Luego de unos meses de análisis y de una experiencia transformadora, ellos se instalaron en Berna, donde Ernst ejercería el psicoanálisis.

Trece años después, en 1935, Blum regresó al consultorio de Freud.
 
Con motivo de los cien años del nacimiento del profesor, se le solicitó que escribiera sobre esos encuentros. Más cerca en el tiempo, en Italia se publica “In analisi con Freud”, con detalles del tratamiento de 1922.
Del escrito que habla de los encuentros con Freud, leemos:

“Me asombró que todavía supiera todo sobre mí: los planes que había discutido con él en 1922 y las cosas que había escuchado sobre mí de otras personas. Insistió en que le contara todo sobre mis primeros años en Berna y mis dificultades para introducir el psicoanálisis.
Luego me preguntó de repente: "¿Y por qué no me escribiste?"

Blum nos hace conocer su cuidadosa respuesta:
"Le dije que cuando llegaba para mis horas de análisis en Berggasse 19, siempre me llamaba la atención la cantidad de cartas depositadas todos los días en la repisa de la chimenea. Allí decidí que no escribiría para evitarle la molestia de tener que responderme. "

Freud objetó y dijo:
“¡Has sido injusto! ¡Quizás yo hubiera disfrutado de tus cartas!"

martes, 7 de diciembre de 2021

Freud y una intervención sobre amores

Abram Kardiner nos pone en la pista de unas desconocidas reuniones, donde distintos analizantes de Freud discutían sus análisis. Una reunión en particular, sucedida en un café de la Wahringerstrasse, es detallada. El objetivo era descifrar una lacónica interpretación de Freud. Para nosotros, ilustra sobre las dificultades encontradas en concluir una cura y su solución.
La anécdota tiene por protagonista a un postulante a analista, de origen norteamericano, quien parece tener un gusto por socializar sus pequeños asuntos.

Este hombre finalizando su cura con Freud y haciéndola conocer a sus colegas, relata los inicios de una relación amorosa con una joven vienesa. También se ocupa de presumir sobre sus proezas sexuales ante el grupo que lo escucha.

La noticia del romance, ampliamente promulgada, viaja hasta los oídos de su esposa, quien se hace presente en Viena y confronta al infiel. El fogoso americano, dividido entre amores, sumará un nuevo problema, o quizá una solución: en la intimidad con su esposa verifica una repentina y selectiva impotencia.

Este debutante en la no relación sexual, ahora alardea ante sus colegas usando lamentos: “¿Impotente después de un análisis?”. La circunstancia es utilizada para solicitar un nuevo encuentro con Freud. Con tal fin debe escribir una carta; Freud no usa el teléfono.

Mientras espera la respuesta, el hombre fantasea con su antiguo analista, quien al leer sobre su tragedia, se restregará las manos y lo tomará nuevamente en análisis.

Freud responde con una hora de cita.
Llegado el encuentro anhelado, Freud escucha la queja del hombre. No agrega cosa que interrumpa o relance lo que se le dirige. Hacia el final, mientras ofrece su mano como despedida, rompe el silencio.

Enuncia: “Veo que en verdad usted es un tipo decente”.
No hay ofrecimiento de nuevas citas.
El hombre sorprendido relata la entrevista a sus colegas, quienes comienzan a discutir sobre el significado de aquella interpretación. La discusión se prolonga por horas, hasta que acuerdan en una conclusión algo justiciera. Sospechan que Freud había sugerido:

“Hasta ahora —es decir, antes de su análisis— usted era un tarambana, pero después de su análisis por lo menos tiene la decencia de ser impotente con la mujer que ha traicionado. De ahí que esta impotencia sea testigo de que usted ha tenido un cambio en su carácter. . . para mejorar.”
Al costado de los debates, la intervención resulta eficaz. El americano recupera la potencia con su esposa.
Aunque antes debió terminar la relación con su amor vienés.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Freud y la sonrisa del chino

Se supone que el gusto de Freud por el arte chino tiene un antecedente en la colección de su admirado Charcot, quien había decorado su estudio con obras orientales y tapices.

Durante años Freud compró artículos de jade, en particular tazones. Una pequeña estatuilla, conocida como el “erudito chino” forma parte de sus adquisiciones. La figura, de unos 19 centímetros por 12, ha sido realizada en jade blanco y se encuentra incrustada sobre una pantalla labrada en fina madera, que representa hojas y ramas de un árbol. No es una antigüedad: su producción data del siglo XIX, hacia la declinación de la dinastía Qing. Sin embargo, la obra, es de las pocas que adornan el escritorio de Freud, junto a una representación de la sabia y guerrera Atenea.

Se dice que era tradición entre los eruditos chinos poseer una de estas estatuillas, que eran tanto decorativas como inspiracionales, las cuales solían adornar sus escritorios, para alentar el trabajo.
 
El apego de Freud por el “erudito chino” hace que sea una de las dos piezas que abandonen Viena de contrabando. La otra es la estatua de Atenea. Ambas salen de Berggase 19, ocultas entre las ropas de Marie Bonaparte y viajarán por correo diplomático. Freud desconfiaba que los nazis admitieran que sus estatuillas y libros partieran al exilio.
 
A tres meses de llegados a Londres y una vez que los Freud adquieren la vivienda del 20 de Maresfield Gardens, comienzan a llegar las cajas desde Viena. Paula Fichtl, la ama de llaves, se encarga de ordenar la biblioteca y el escritorio.

El trabajo de la ama de llaves asombra a Martha: Paula recuerda el lugar de cada objeto. Ella rearma la compleja red que reune libros, mascarillas y miniaturas.

Por esos días Freud ha sido sometido a la que será su última operación y pasa unas semanas internado. Las noticias dicen que se encuentra debilitado y que apenas come. El plan es concluir la mudanza antes de su llegada a la casa. Paula corrige incansablemente la situación del escritorio y la silla giratoria hasta encontrar la posición más adecuada. Ella sabe que si el profesor trabaja, está bien. Y si su estudio está acomodado, él trabajará.

Para cuando finaliza la tarea, las alfombras, la biblioteca y las vitrinas recuperan la ubicación de Bergasse.

También las estatuillas. Ni siquiera falta el “chino sonriente”, en el centro y a la derecha del escritorio de Freud.
Paula recuerda algo que siempre le decía el profesor: si por la mañana el chino le sonríe, seguro que el día ira bien.
A las pocas semanas, regresado de la internación, Freud reemprende su trabajo como analista.

sábado, 6 de noviembre de 2021

El teléfono del Prof. Freud y su mirada

En 1895, al poco tiempo de mudados a Berggase 19, los Freud se enfrentan a una novedad: el teléfono.
Testigos de la vida cotidiana de la familia han dejado señalado la relación que Freud guardó con aquella tecnología.

Para cuando el aparato llegó a la vivienda, eran pocos los poseedores de líneas telefónicas en Viena. Martín Freud, el hijo mayor, explica que los médicos fueron los primeros en solicitar la instalación.
 
El arribo del ruidoso aparato tuvo algo de extraño acontecimiento. Los niños lo estudiaron con recelo. El teléfono fue instalado en lo alto de la pared de un pasillo, para que los niños no tengan acceso a él y en un punto alejado de la vivienda, a distancia de la habitación de Sigmund y Martha. Esa ubicación parece haberse mantenido a lo largo de los años.

En la guía telefónica de Viena se informaba que el Prof. Freud recibía llamados en horario de consulta. El número para comunicarse era el A 18170. A pesar de lo indicado, Freud, evitaba su uso, siendo que “detestaba” al “aparato técnico”.

Martín Freud, interesado en este asunto, inquirió a sus hermanos varones. Ellos no recordaban haber visto al padre usar el teléfono. Una de las hermanas aseguró que su padre cierta vez recibió su llamado; en la ocasión no había otra persona en la vivienda. Martín recuerda la situación excepcional en la que habló con Sigmund por ese medio. Durante una licencia del ejército, en tiempos de la Primera Guerra Mundial, Martin había regresado a Viena y no logró encontrarse con su padre, quien quería hablarle. En aquella única ocasión se produjo la original charla.

Quien haya tenido acceso a las tarjetas profesionales de Freud, se encontrará con que figura su nombre, sus atributos y su dirección. No he encontrado ninguna en la que figure el poco usado A 18170. Si puede leerse, en distintas correspondencias, el arreglo de una primera entrevista o el pautado de una cita. También el anhelo de un encuentro.

Martín teoriza acerca de esta costumbre de su padre. Piensa que para Sigmund la conversación debía ser personal; su padre se comunicaba hablando en presencia con la otra persona. En esto, obviamente, soslaya las decenas de miles de cartas que escribió. O quizá esté acertado en no considerarlas conversaciones.

Luego agrega una creencia: el pode
r de la mirada de Freud.
Para Martin su padre podía, con solo mirarlas, leer los pensamientos de las personas. Eso forzaba a decir la verdad frente a él.
Así, ceder ante la tentación del teléfono, era ceder el poder de la mirada.

jueves, 7 de octubre de 2021

Los Freud: las hermanas, Harry y la recuperación de Anna.

Alexander Freud abandona Viena, junto a su familia, a comienzos de 1938. En junio llegará el turno de Sigmund y algunos de los suyos. Cuatro hermanas quedan retenidas en la ciudad. Los varones logran reunir una suma de dinero para que ellas puedan sobrevivir.

El 23 de Septiembre de 1939 muere Sigmund en Londres, a días de comenzada la Segunda Guerra. Es Harry, el hijo de Alexander y sobrino de Sigmund, quien transmite la noticia a las tías y será quien esté en contacto con ellas en los tiempos siguientes.

Al poco tiempo las viviendas de judíos vieneses pasan a manos del Reich. El departamento y consultorio de Freud se transforma en una vivienda multifamiliar, para judíos, antes de convirtirse en la residencia de dos oficiales nazis. El departamento de Alexander, donde viven las hermanas, correrá la misma suerte. Las cuatro quedan recluidas en una habitación mal ventilada, que oficia de sala de estar y dormitorio.

Las sospechas internacionales, sobre el destino de los judíos bajo el Reich, impulsa al régimen la creación de una supuesta ciudad de retiro, una fachada publicitaria, para ancianos y personajes eminentes. El lugar es Theresienstadt (Terezin). La realidad es otra. Es un guetto donde nuevamente se hacinan personas, ahora por decenas de miles, pobremente alimentadas. También es una estación intermedia a los campos de concentración. Personajes eminentes andarán sus días en Terezin, como son algunas familiares de Kafka, reconocidos músicos, actores, conferenciantes, que sostuvieron una vida cultural. Allí morirán miles personas por hambre, extenuación o enfermedades. Al sitio serán deportadas las hermanas Freud y es donde morirá Adolfine, supuestamente de hambre. Rosa Freud es la última en morir, al ser enviada a un campo y a las cámaras de gas.

Hacia el final de la guerra, Harry Freud, ya convertido en militar, participará en la avanzada aliada, dentro del ejército Británico. Si bien está habilitado, no quiere cambiar su apellido por uno inglés. Quiere que se sepa que un Freud ha vuelto.

Mientras tanto Anna Freud, en Londres, se ocupa del tratamiento psicoanalítico con niños. En esta dirección funda la Hampstead Nurseries y la Hampstead Child Therapy Clinic.

Entre 1945 y 1947 Anna Freud y Sophie Dann se hacen cargo del tratamiento de seis pequeños. Han nacido entre 1941 y 1942. Son judíos alemanes y huérfanos. A los padres los asesinaron en las cámaras de gas, mientras ellos quedaron internados en la sección de niños sin madre de Terezin. Es el mismo guetto, luego devenido en campo, donde habían sido trasladadas las hermanas Freud. En Terezin los niños sobreviven haciéndose uno, sin juguetes y con escasos alimentos. Cuando Anna Freud los recibe, ellos hablan entre sí en un lenguaje grosero y grupal, rechazan regalos, rompen muebles, muerden, temen a los perros, pegan, alguno se masturba e insultan a los adultos. Al cabo de un año de tratamiento aprenden el inglés y recuperan una vida normal.

Al fundarse Terezin, los nazis delegan sobre un grupo de ancianos el gobierno de la muerte. Sometidos a la perversa exigencia, deben decidir quienes Irán a los campos. Pero también fundan escuelas, alguna biblioteca y administran a los vivos. Es así que determinan racionar los pocos alimentos. Las porciones mayores serán para los jóvenes encargados de los trabajos y los niños.

Acaso por esa política hayan sobrevivido estos seis niños.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Freud, la vida militar y el matrimonio

En Agosto de 1886, próximo a casarse, apremiado por conseguir vivienda, muebles y dinero, Sigmund Freud es convocado por orden del gobierno para la realización de ejercicios militares. La tarea implica, además de la pérdida de tiempo, recibir un magro ingreso e invertir algo en equipamiento.

Se cuenta que de niño había fantaseado con devenir general, orientado por la estrella del cartaginés Aníbal. En 1879 ya había sido llamado al servicio militar, una rutina que le había curado del ideal de los uniformes. Ese año es uno marcado por el aburrimiento, que busca evitar traduciendo o escapando. Su cumpleaños 24 lo pasa bajo arresto, siendo que no se había presentado al servicio. Serán ocho las veces que no se presenta.

La nueva convocatoria no llega en buen momento: se casa en un mes y medio y hay multitud de detalles a resolver. Si para Lacan los hombres van a la guerra para escapar de las mujeres, el camino que querría realizar Freud es sacarse de encima el embrollo militar e ir al encuentro de la amada.


En una carta a su amigo Joseph Breuer cuenta de la experiencia, a la que describe como estar metido en un “sucio aprieto”. El clima de la comunicación es de extrañeza ante lo absurdo que transita.
Las tareas comienzan apenas pasadas las tres de la mañana, para iniciar una alguna larga marcha, de tres o cuatro horas, en dirección a un fingido enfrentamiento, en el que se producen falsas heridas y una simulación de tratamiento o intervención.

La ironía de Freud hace blanco en el modo de vida que impregna todo momento y cada acción. Escribe:
El servicio, como todas las cosas de aquí, se halla bajo la influencia de la vida militar. Cuando dos o tres generales —no puedo evitarlo, pero siempre me hacen recordar a los loros, ya que los mamíferos no suelen vestirse con tales colores (salvo la parte posterior de algunos monos) — se sientan juntos, todo el ejército de los mozos los rodea y para ellos ya no existe nadie más. Cierta vez, en mi desesperación, tuve que recurrir a la prepotencia. Tomé a uno de los mozos por los faldones de la chaqueta y le grité: “Mira que puedo llegar a ser general algún día, de modo que me vas a traer un vaso de agua”. La cosa tuvo éxito”.
El orden jerárquico, que será analizado por él unos 35 años más adelante, es objeto de burlonas observaciones:
Un oficial es una criatura desdichada, que envidia a sus colegas, es prepotente con sus subordinados y vive temeroso de sus superiores. Cuanto mayor es su propio rango, más teme a éstos. Me repugna la idea de llevar inscrito en el cuello del uniforme cuánto valgo, como una muestra de mercadería. Pero el sistema tiene, no obstante, ciertas grietas. Hace poco estuvo aquí el Comandante en Jefe, que se dirigía a las piletas de natación procedente de Brunn, y pude comprobar con verdadero asombro, que su traje de baño no tuvieron marcas de distinción (galones de identificación).
La ironía permite encontrar algún saldo positivo a la experiencia. La vida militar, con su inevitable “debes hacer tal cosa”, es un excelente tratamiento para su “neurastenia”. Indica que en una semana se ha quedado sin síntomas.

Otra que encuentra alguna gratitud al periodo de servicio, es Martha, la novia. Cuando se encuentra con el novio, él se ha vuelto más apuesto: ha bajado unos kilos y su piel ha obtenido un agradable tostado.

La boda se celebra el 13 de Septiembre, a tres días de finalizadas las maniobras impuestas.

lunes, 5 de julio de 2021

Receta de galletas de avena que comía Freud.

A poco de casarse Sigmund Freud había comprado una copia de “Escuela de cocina alemana, compendio de normas alimenticias puestas a prueba”, ejemplar que había usado su esposa y quien cocinara en Berggasse 19. Para 1933 comprará otro recetario, llamado “Aprés Souper”, para ampliar la oferta del menú. Estos libros engordaron a partir de la inclusión de recetas manuscritas que eran del gusto familiar.

Cuando llegó el momento de la emigración forzada, ambos recetarios, ajados y manchados por el uso, fueron descartados de la biblioteca que lo acompañaría al nuevo destino. Paula Fichtl, que se encargará de la cocina en la vida de inglés, rescató los libros y los utilizará para el deleite de los Freud.

La receta que aquí aparece, de facil realización, puede ofrecer un simpático compañero al café o al té. Para quien se interese, adjunto que donde se lee “1 ½ onzas de manteca”, ha de entenderse algo más de 40 gramos.



jueves, 17 de junio de 2021

Freud, un abuelo austriaco, con Martha

Walter Freud, nieto de Sigmund y Martha, escribió un texto titulado “Un abuelo austríaco”. El manuscrito, según se nos dice, no fue publicado en su totalidad. Sin embargo, sí puede encontrarse algún fragmento suelto. También se nos informa que se trata de un testimonio sobre la vida cotidiana de la familia Freud.

En lo que hay de accesible del escrito, puede leerse un reconocimiento a la influencia de Martha en la obra de Sigmund: ella le ha proporcionado amor, devoción, tiempo y libertad.

Agrego una traducción de ese párrafo:
La primera estrella de esa corte fue sin duda la abuela. No solo fue la primera, sino que también fue la catalizadora que hizo que toda la corte funcionara. Ya he mencionado que los detractores del abuelo, incapaces de atacarlo por razones científicas, le han imputado malas prácticas sexuales, así como el cese de las relaciones sexuales y un cambio de afecto de su esposa a su cuñada. Estas historias fueron invenciones maliciosas o repetidas por quienes no tuvieron el privilegio de conocer a mis abuelos. Según mi experiencia personal, y lamentablemente mis propios padres me han dado muchas oportunidades para reconocer un matrimonio infeliz, mis abuelos paternos eran una pareja particularmente devota. La abuela estaba terriblemente orgullosa de su marido y hablaba de él constantemente. Todo el comportamiento del abuelo hacia su esposa mostraba su afecto ... Si la abuela no hubiera sido la perfecta ama de casa, su esposo podría haber aprendido a arreglar los estantes de la cocina, cambiar arandelas y lidiar con el carnicero, pero no habría tenido tiempo para escribir sus Obras Completas de 24 volúmenes. El gran logro de la abuela en la vida fue proporcionar el tiempo y la libertad para que el abuelo siguiera sus ideas.


En la foto Sigmund y Martha, en Septiembre de 1939. Es la última foto que tengo de ellos juntos.

jueves, 6 de mayo de 2021

Propaganda y psicoanálisis

La imagen del Tío Sam incitando a alistarse al ejercito norteamericano en la primera guerra mundial fue creada un siglo antes, pero su uso masivo se hizo bajo la influencia ya actuante de Edward Bernays, el sobrino de Freud inventor del concepto de Propaganda del siglo XX. 

Incluso Goebbels tenía un ejemplar de una edición de 1928 en su mesita de luz. Edward marcaba la influencia de la ciencia creada por su tío genial, Sigmund Freud, pero este insistía en que ese sistema no tenía nada que ver.

Freud decía de Edward: 
Un muchacho honesto cuando yo lo conocía, no se hasta que punto USA lo cambió. 

Dice Sebastián Plut (El malestar en la cultura neoliberal): 
Freud sentía cierta hostilidad por la forma de vida norteamericana (una sociedad fijada en la etapa anal y con una enorme hipocresía sexual), su insensatez, su hostilidad, y su confusión entre la apertura mental y la falta de juicio, que se observa en la actualidad en estimular los descuidos con la pandemia en nombre de la libertad de respirar el aire que les dió Dios en sus narices. (confunden libertad de criterio con falata de juicio, y lo pensaba hace más de 100 años).

Decía Freud: 
Supongamos que en un Estado, cierta camarilla quisiera defenderse de una medida cuya adopción respondiera a las inclinaciones de la masa. Entonces esa minoría se apodera de la prensa y por medio de ella trabaja la "soberana opinión pública" hasta conseguir que se intercepte la decisión planeada. 

Es lo que los medios actualmente dice "la gente opina que...."

Impresiona con qué facilidad se suele decir que Freud o el psicoanálisis nunca se interesaron por lo social: La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna; Psicología de las masas y análisis del yo; El porvenir de una ilusión, El malestar en la cultura, sólo para enunciar algunos títulos.

jueves, 22 de abril de 2021

Un 23 de abril: Inesperada comunicación entre Freud y Pavlov

Entre los testimonios de aquellos que conocieron a Freud, el Dr. Gerard propone una novedad. Gerard conoció y mantuvo conversaciones con Freud y Pavlov. Quizá lo más llamativo de su informe radique en que nos informa de una tarea realizada: él ofició como mediador en un inesperado intercambio entre el Freud y Pavlov.

En su breve reseña, además, deja constancia de la influencia que tuvo para Pavlov el trabajo de Freud. Una curiosidad: para Pavlov había surgido la idea de una comunión de trabajo, lo cual sería necesario para la comprensión de la psicología de la conducta.
Agrego este memorandum del Dr. Gerard, en traducción propia, seguramente mejorable. También dejo la estampa del texto en idioma original.

Traducción:
Recuerdos del Dr. R. W. Gerard del Instituto de la Investigación de Salud Mental de la Universidad de Michigan, Ann Arbor, Michigan.
23 de abril de 1958
En enero de 1935, mientras realizaba un estudio de investigación en neurofisiología, neurología y psiquiatría para la Fundación Rockefeller, tuve la oportunidad de visitar a Pavlov en Leningrado y, unos días después, a Freud en Viena. Pasé varias horas con cada uno y tuve el placer de una amplia discusión sobre muchos asuntos científicos y de otro tipo. Un tema de interés más general, que ahora es bastante conocido, fue la enfática actitud de desaprobación de Pavlov hacia el régimen soviético. Se negó a aplicar en su Instituto las normas relativas a la planificación formal de la investigación, que eran universalmente exigidas por el régimen; e incluso se negó a escalonar las vacaciones semanales a través de diferentes días de la semana, como también se exigía en general.

De particular interés fue un intercambio entre Pavlov y Freud, en el que me desempeñé como mediador. Al hablar (Pavlov) de su trabajo sobre el condicionamiento, y especialmente de su famosa producción de una "neurosis" en perros al presentarles una discriminación demasiado difícil de un círculo y una elipse casi circular, Pavlov cambió su paso. Con algo de brillo, dijo aproximadamente: "Sabes, fui conducido a probar estos experimentos leyendo algunos de los trabajos de Freud". Desafortunadamente, no hice notas detalladas en ese momento, así que solo puedo agregar que Pavlov dejó bastante claro en los siguientes fragmentos de discusión que reconocía una deuda definida con Freud por dirigir sus pensamientos y experimentos hacia este canal productivo. Además, él esperaba que la comprensión futura de la conducta fuera una síntesis de la fusión de los conceptos de reflejos condicionados y el psicoanálisis (tal vez tenía a Tom French en mente).

Cuando le informé de este episodio a Freud, sólo unos días después, su reacción no fue irrazonable. Recuerdo que permaneció en silencio por un momento, como si hubiera escuchado algo bastante trascendental, y luego, encogiéndose de hombros, dijo: "Hum, hubiera ayudado mucho si él hubiera dicho esto hace unas décadas".

domingo, 11 de abril de 2021

Sigmund Freud: la más breve crónica o su mínimo diario personal

Cerca de la muerte de su madre, Sigmund Freud, comienza a tomar breves notas de los eventos diarios. 

Puede suponerse que se trata de un diario personal. Sin embargo es algo más críptico: apenas alguna línea, alejada del relato, donde se consignan los pequeños incidentes que rompen con lo cotidiano. Una visita, una compra, un cumpleaños, son lo consignado.

Si el idioma alemán implica un escollo al hispano parlante, la letra de Freud no facilita la tarea de decodificación. Mucho menos ayuda la brevedad de las entradas. Se hace necesario tener a mano alguna biografía, algún relato de su vida, para seguir la lectura de estas reseñas.

Desde otro punto de vista, lo consignado por Freud, resulta sumamente ordenador para rastrear esos mínimos eventos así como los acontecimientos vitales, en el día a día. 

Mayor atención ha despertado, entre algunos, el detallado catálogo que va desde Marzo de 1938, momento en que Austria es anexada a Alemania y que desencadena las tareas forzadas para acceder a la protección Londres en Junio. En esas notas, por ejemplo, está la entrada del 11 de marzo de 1938. Freud escribe “abdicación de Schuschnigg” y en latín “Finis Austriae”, esto es el “fin de Austria”. Una ampliación de la idea indica que luego de la abdicación de Kurt Schuschnigg al cargo de canciller austriaco, habiendo soportado las presiones del régimen nazi alemán, el agolpamiento de tropas en la frontera y la ausencia de apoyo extranjero, ha llegado el fin de Austria. Otro ejemplo es la entrada del 22 de Marzo, cuando Anna, sospechada de actividades contrarias al régimen nazi, es detenida, lo cual provoca la decisión de Freud de aceptar una salida de Viena. Allí lo consignado es “Anna en la Gestapo”. 

Esta suerte de diario comenzó a escribirse el 31 de octubre de 1929 y continuó por casi diez años, hasta el 25 de Julio de 1939. Freud lo llamó “Kürzeste Chronik”, que podría traducirse como “La más breve crónica”. 
En las últimas entradas la letra de Freud se vuelve más difícil de leer. 

Michael Molnar realizó una edición, acompañada de explicaciones y fotografías, de estas notas bajo el nombre “Tagebuch 1929-1939. Kürzeste Chronik. Herausgegeben und eingeleitet von Michael Molnar“. No conozco que la publicación se haya sido editada en español.

Adjunto a estas líneas una traducción de las entradas que van desde el miércoles 9 de Marzo de 1938 hasta la llegada de Freud a Londres, el 5 de Junio del mismo año. La traducción en algunos casos es en extremo compleja, por lo cual he optado la literalidad, que supongo, en algunos casos, más fiel que la interpretación. También agrego alguna reproducción del “Kürzeste Chronik”.

Marzo
[...]
Mié 9/3 Schuschnigg en Innsbruck
Jue 3/10 Wiley vom amerik . Embajada
Vie 3/11 [...] abdicación Schuschnigg
Finis Austriae
Entonces 13/3 conexión a Alemania
Lun 14/3 Hitler en Viena
Di 15.3 Kontrole en editorial y casa
Mié 16/3 Jones
Jue 17/3 princesa
Martes 22/3 Anna en la Gestapo
Lun 28/3 Entrada asegurada en Inglaterra
- Ernstl en París - la salida parece posible

Abril
Para 1/4 Dos hombres serios en Londres
Mié 6/4 Ernst 46 a.
Sa 9/4 Se terminó la traducción de Topsy
Entonces 10/4 voto
El 12/4 Minna de Sanator vuelve
Domingo 17/4 Domingo de Pascua 53 años Práctica
Mar 19/4 Alex 72 años. Princesa se marcha.
Lun 18/4 comidas con la pareja Radziwil
Martes 26/4 ataque de entumecimiento
Viernes 29/4 La princesa regresó

Mayo
Entonces 1/5 Beer Hofmann con princesa
Jue 5/5 Minna se fue - negociación con la Gestapo
Por 6/5 82 años
Salida mar 10/5 en 14 días?
Obtenga pases el jueves 12/5
Sa 14/5 Martin se fue
Sáb 21/5 Tasación de la colección
Martes 24/5 Mathilde y Robert se fueron
Lun 30/5  Emilie Kassowitz

junio
Jue 2/6 Declaración de no objeción
Sáb 3/6 salida 3h25. Orient Express - 3:00 am
Puente de Kehl
Entonces 4/6 París 10 am, de Marie Ernst, Bullitt
Londres recibido. Abds. A Londres
Lun 5/6 9 am Dover - Londres. Nuevo
Casa. Minna gravemente enferma. Flores

jueves, 1 de abril de 2021

¿De qué manera podría leerse a Freud?

A propósito de la entrada "¿Amorrortu o Ballesteros?" Reflexiones en torno a la historia de las traducciones españolas de Freud y de cómo aproximarse a la obra de Freud, pareciera que publicar las Obras completas de Freud a modo cronológico no es la mejor manera de presentar su obra.

Leer a Freud siguiendo una cronología estricta es una forma legítima pero presenta dificultad en cuanto que las áreas temáticas saltan de un lado a otro sin continuidad alguna, fragmentadas de orden o marco general. Yo recomiendo leerlas cronológicamente estricto, pero por temáticas.

Existen ediciones editoriales alternativas en donde compilan los textos de Freud por temáticas en cada orden temporal, siendo mucho más provechoso permitiendo mayor rigurosidad y menos fragmentación.

Perfectamente se pueden agrupar cronológicamente temáticas como la sexualidad, intervención, aparato psíquico, diagnóstico, sueños, sociedad, casos clínicos, etc. La obra completa de Freud no presenta continuidad temporal clara de temas, más bien fueron múltiples temas diversos a sobresaltos.

Es evidente que no hay freudismo unificado porque nunca se construyó un paradigma en el sentido kuhniano del termino, La teoría freudiana no está armada y a cada lector le toca reconstruir la estructura teórica, ordenando las categorias dispersas en la Obra según el discurrir de los avances y los abandonos, las nuevas articulaciones los cambios y las complicaciones de la teoría para lograr la estructura final.

domingo, 21 de marzo de 2021

"¿Amorrortu o Ballesteros?" Reflexiones en torno a la historia de las traducciones españolas de Freud

Por Pablo Peusner 

Desde los inicios de mi formación como psicoanalista, sistemáticamente me encontré con la pregunta que sirve de título a este texto. Siempre me llamó la atención que la disyunción que ella presentaba, fuera entre una casa editorial y el segundo apellido del primer traductor de los artículos de Freud al español. Un planteo tal, hacía desaparecer el nombre de José Luis Etcheverry, el argentino que tradujo la obra completa de Freud para la editorial Amorrotu de Buenos Aires. Lo lógico hubiera sido: “¿Amorrortu o Biblioteca Nueva?” –disyunción editorial– o “Etcheverry o López Ballesteros y de Torres?” (tal el apellido completo del traductor español), para la disyunción del traductor. Claro está que no hay necesidad de lógica alguna para presentar una pregunta que, a primera vista, parece sencilla. Porque visto y considerando que en lo concerniente a las versiones españolas de los textos de Freud se puede elegir con cierta precisión –algo que resultaría más difícil, por ejemplo, si habláramos del corpus lacaniano–, la cuestión apunta más bien a que el interrogado declare su evaluación sobre las traducciones, como modo de justificar su elección. Y ya que resulta difícil encontrar psicoanalistas que conozcan la lengua alemana –algo que no ocurre con las lenguas inglesa y francesa–, lo que se evalúa es más el estilo de las versiones que la traducción en sí misma.

Sin embargo, la pregunta esconde mucho más. Porque si el lector acaso se hubiera decidido por la madrileña edición de Biblioteca Nueva y, pongamos por caso que estuviera leyendo El malestar en la cultura, el Proyecto de una psicología para neurólogos, el Esquema de Psicoanálisis, o cualquier otro texto que formara parte del tercer volumen de la edición de 1967-1968, la pregunta debería ser “¿Amorrotu o Ramón Rey Ardid?”.

Una vez recuperados de la sorpresa, conviene aclarar la cuestión. La primera traducción española de Freud fue la de Biblioteca Nueva, impulsada por José Ortega y Gasset, publicada en 17 volúmenes entre 1922 y 1934, casi contemporáneamente con los Gesammelte Schriften alemanes. De hecho, todos conocemos la carta que Freud le enviara a Don Luis López Ballesteros y de Torres felicitándolo por su sesudo trabajo de traducción. Obviamente, la obra no estaba completa y Freud aún vivía. A partir de 1943, la editorial Americana de Buenos Aires inició un proyecto para completar la versión española encargándole la traducción de los nuevos textos a Ludovico Rosenthal. Aparentemente la idea consistía en reimprimir los 17 volúmenes ya existentes y agregar cinco nuevos. El proyecto quedó trunco y sólo aparecieron dos: el 18 y el 19. En 1948, Biblioteca Nueva de Madrid unificó los contenidos de sus 17 volúmenes anteriores en una edición única de dos tomos. En el segundo de ellos se incluyeron 14 textos traducidos por Luis López Ballesteros que no figuraban en la edición anterior (aunque sí formaron parte del trabajo de Rosenthal, específicamente en el tomo 18). Hasta aquí, puede hablarse sin equívocos de la versión de “Ballesteros”.

En 1952 la editorial argentina Santiago Rueda retomó el proyecto trunco de la editorial Americana. Cuatro años más tarde, en 1956, apareció la versión completa en 22 volúmenes. La traducción de los textos faltantes fue realizada nuevamente por Ludovico Rosenthal. El mérito de esta versión –entre otros– fue que, hasta que se completó la edición alemana de los Gesammelte Werke, la unificación de las obras completas de Freud existieron antes en español que en su lengua original.

Mientras tanto, aparecían diversos textos breves y cartas de Freud en la Revista de Psicoanálisis de la APA. Los traductores de esos artículos fueron, entre otros, el mismo Rosenthal, E. Blum y L. Pfeiffer. También desde otros países de habla hispana llegaban diversos epistolarios freudianos.

Y aquí retomo el punto que dejé pendiente más arriba. Porque en 1967-1968, Biblioteca Nueva volvió a la carga, para agregar un tercer volumen que reunía la mayoría de los trabajos ya dados a conocer por Rosenthal, pero también algunos más. Dicho tercer volumen presenta como prologuista y traductor al neuropsiquiatra zaragozano y célebre ajedrecista Ramón Rey Ardid (1903-1988). Aparentemente, todos los textos de este tercer volumen –entre los que se destacan los que ya señalé más arriba– fueron traducidos por Ardid. Ahora bien, digo “aparentemente” porque, revisando el opúsculo titulado “Sobre la versión castellana” que acompaña a las Obras Completas de Freud publicadas por la editorial Amorrotu de Buenos Aires, a propósito de este famoso tercer tomo me encontré con un párrafo de José Luis Etcheverry que conviene citar: “Figura como traductor de este material Ramón Rey Ardid, si bien del cotejo con la edición de Santiago Rueda (vols. 18-22), se infiere que, en casi todos los casos, la traducción es idéntica a la de Rosenthal. En las palabras de Harrington, este es un hecho «tan insólito como inexplicable, que se repite en las dos ediciones siguientes». Se refiere a las de Biblioteca Nueva de 1972-79 (9 vols.) y 1973 (3 vols.)”1.

Si la conjetura es cierta, el ardid de Ardid no funcionó. Ardid se hizo más famoso por los ardides que le permitieron ganar en 1946 el Trofeo Casa de Alba de ajedrez y retirarse del juego con todos los honores. Pero ningún psicoanalista lo recuerda, si es que acaso alguno lo conoce.

Hoy, que en nuestro medio “Amorrortu” ganó la partida, quizás sea justo citar a José Luis Etcheverry en la Introducción a su pequeño libro “Sobre la versión castellana”, para saldar una deuda que aún permanece impaga con Ludovico Rosenthal: “Es aquí donde se sitúa nuestra deuda con la versión castellana de Ludovico Rosenthal. Como se sabe, este estudioso argentino tradujo las obras de Freud aparecidas después de la edición española... explica que se ha guiado por un afán de rigor, y que si bien Freud se expresa en el alemán usual, los términos que usa han ido adquiriendo un sentido estricto que impone la necesidad de verterlos al castellano mediante tecnicismos”.2

“¿Amorrotu o Ballesteros?”. Usted elige. Siempre liber enim, librum aperit...
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1. Etcheverry, José Luis. “Sobre la versión castellana”, en Obras Completas de Sigmund Freud, Amorrotu Editores, Buenos Aires, 1978 (se trata del célebre tomo que nadie compra, excepto que los compre todos juntos).
2. Ibid. p. 3