Mostrando las entradas con la etiqueta creencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta creencia. Mostrar todas las entradas

domingo, 12 de enero de 2025

La incertidumbre y el sujeto: una Vacilación en el Otro

El inconsciente, cuyo rasgo distintivo es el no saber, puede analizarse en relación con diversos conceptos, uno de ellos es la incertidumbre.

A primera vista, este término podría parecer más ligado a lo imaginario, en contraste con el no saber, que tiene un carácter más estructural. Sin embargo, su relevancia no es menor. Según María Moliner, la incertidumbre se define como una forma de inseguridad, una cualidad de lo incierto asociada a la duda o al estado de quien no tiene certeza sobre algo. Este estado de vacilación establece el vínculo que queremos destacar.

La incertidumbre surge en el sujeto como resultado de un punto de vacilación. Es decir, el proceso se mueve de la vacilación hacia la incertidumbre. Pero, ¿qué es lo que vacila?

El Otro, entendido como la sede del significante, es también el lugar del saber. Al ser el inconsciente una expresión del discurso del Otro, este se convierte en el sostén del sistema de creencias del sujeto. La incertidumbre, por tanto, emerge como consecuencia de una vacilación en el lugar del Otro, ya sea por una carencia estructural o por el impacto de una contingencia histórica.

En la neurosis, el Otro es percibido ilusoriamente como completo y consistente, garante de respuestas y creencias. Así, la incertidumbre, desde el lado del sujeto, resulta de la vacilación que puede desestabilizar ese punto de apoyo, como ocurre en las crisis de fe. El sufrimiento que esta situación puede generar en el sujeto evidencia que el término "incertidumbre" no tiene un carácter meramente imaginario.

martes, 1 de octubre de 2024

Los fundamentos de las creencias

 El campo de las creencias de un sujeto consiste no sólo en aquellos “contenidos”, o sea aquellas significaciones en las cuales el sujeto pudiera apoyarse o a partir de las cuales puede sostener un mundo, uno que no está dado, sino que es tributario del marco fantasmático.

A partir de esto podemos decir que estas creencias del sujeto son las coordenadas simbólico-imaginarias del mundo en el cual el sujeto se mueve.

En el seminario 11 Lacan hace un trabajo detallado en orden a situar cuáles son sus fundamentos, los de las creencias.

Puntualmente, y no casualmente en el contexto de las operaciones llamadas de causación del sujeto, la alienación y la separación, es que puede dar cuenta cómo es la operación del Otro en la medida en que puede habilitar, o fundamentar, aún forjar la posibilidad del campo de las creencias en el sujeto. Sumariamente podemos decir que si éste no se instituye, la certeza domina en el sujeto.

Una dimensión estructural del campo de las creencias es la operatoria del intervalo significante. Sin intervalo no se constituye, y ese intervalo quedará, en un segundo momento lógico, poblado por eso simbólico-imaginario antes referido.

No casualmente entonces los dos términos del fantasma se sitúan en el intervalo. La creencia, por su plafond fantasmático, está puesta en orden a velar o mantener al sujeto a distancia de la castración. Lacan puede hablar incluso allí de un no creer que es un no querer… saber, por el horror que conlleva.

Si la creencia, por el intervalo, implica entonces el carácter discreto del vínculo de S1 con S2, hablar de lo discreto es hablar del corte. Con lo cual en la creencia ya está en juego la separación.

lunes, 26 de julio de 2021

Sócrates y Platón para psicólogos

Sócrates es una de las figuras más importantes de la humanidad y surge reaccionando contra el relativismo filosófico y cambiando el panorama de la filosofía de la época, llevando adelante una fuerte interrogación acerca de lo que es la virtud, la justicia y el conocimiento. 

Sócrates nace en 470 a. C y fue condenado a muerte en Atenas, acusado de impiedad en el 'año de Laques' (399 a. C)


Al parecer, Sócrates era un hombre feo y sucio. En El Banquete, Sócrates se baña y se produce y también cuando fue ajusticiado por no creer en los dioses y por haber seducido a todos los jóvenes de la ciudad. Lejos de defenderse, Sócrates adhirió al jurado y se condenó a sí mismo a la muerte. 


Nietzche dijo que dos grandes hombres se suicidaron: Sócrates y Jesús. El tercero, podemos agregar, fue Freud.


Sócrates tenía su propio Daemon, por lo cual no necesitaba de los daemones de la ciudad. Su propio daemon le decía lo que era bueno y malo. En 1832, François Leduc escribe "El demonio de Sócrates" donde lo tilda de psicótico y lo que escuchaba del daemon eran alucinaciones. Dejemos de lado esta polémica, pero es interesante que Socrates escuchara una voz que le habla, que es casi como un superyó. 


Sócrates practicaba la filosofía hablando con todos. Su método comenzaba con la discusión, casi al modo sofístico. Se ponía a interrogar, por ejemplo, sobre la valentía y luego refutaba. El "elenchos" es un momento negativo que tiene que ver con la refutación y el "maieutiké" es el momento de iluminación o surgimiento de la verdad. La Mayéutica quiere decir "parto" y la madre de Sócrates era partera. 


¿Pero qué era la verdad? Tiene que ver con la anamnesis. De algún modo, el alma descubre en sí misma las verdades que desde su origen posee de manera "cubierta". Des-oculta el saber que tiene oculto, la condición de posibilidad de la mayéutica reside justo en esto: en que el alma al que se aplica esté grávida de conocimiento. 


La explicación mitológica que Platón da de la cuestión se encuentra en la doctrina de la preexistencia del alma.


Platón nació en Atenas en 429 o 427 y murió en la misma ciudad en 348 o 347 a. C. Después de dedicarse a la poesía, pronto se consagró a los estudios filosóficos, siguiendo las enseñanzas de Cratilo. A los 20 años entró en contacto con Socrates, que determinaria decisivamente su pensamiento. Hacia el año 385 estableció su escuela, la Academia, así llamada por encontrarse en un parque y gimnasio consagrado al héroe Academo. 


La academia de Platón perduró hasta el 529 d. C. Fue Justiniano quien la destruyó a partir de la instauración del cristianismo. Los griegos de esa época se fueron a las postas de Persia. Tradujeron la obra griega al árabe y luego la obra griega se perdió en occidente. Luego volvió por la invasión de los Moros en los siglos VII, VIII y IX y se generó el renacimiento. Se tradujo del árabe almlatín y se produjeron varias confusiones en esta doble traducción.


Platón, que era un aristócrata, escribió sobre Sócrates


El dualismo entre alma y cuerpo que Platón propone en Fedón es absoluto y allí se sostiene cierta ascesis del cual el filósofo debe hacer práctica. Alma y cuerpo tienen un estatuto diferente, el alma es la psychê. Ya en la apología decía que lo importante es la therapeia tês psychês (el cuidado del alma) pero ahora intenta aumentar su intensidad.



A Sócrates no le importa la vida física en pos de su ideal. El alma no es una idea, pero guarda una afinidad con lo que es en sí.


Hay una transposición platónica de algunos cultos órficos. Bajo el nombre del mítico Orfeo, viajero del Más Allá, surgen una serie de textos que predican y atestiguan esa nueva religiosidad, una doctrina de salvación sobre el hombre, su alma, y su destino tras la muerte. Hay una especie de promesa  para el filósofo de un más allá de la muerte que está en relación con la purificación de la vida. 


Lo que está en el centro de todo esto es la teoría de las ideas, que predomina en el alma o el mundo intelectual. Cada idea es única, eterna e inmutable, atópica y acrónica. La Idea reproduce la verdad de los objetos sensibles que uno conocía en la realidad terrenal.


Idea

Cosas

Únicas

Multiples

Inmutables

Mutables

Son en sí

Contradictorias

Intemporables

Temporales

necesarias 

Contingentes

Universales

Particulares

Modelo

Imitación

Participada

Participantes

Realidades

Fenómenos

Perfectas

Imperfectas

Independientes

Dependientes


Las realidades no son corpóreas ni tampoco pueden ser conocidas por la percepción sensorial. Solo pueden ser conocidas por la inteligencia o por intuición intelectual (noesis).


Se plantea siempre en Platón el problema de la relación entre las ideas y los objetos sensibles de nuestra experiencia cotidiana. La relación puede ser de participación o de imitación. 


La idea viene a ocupar el lugar de la arjé, pero la idea no está en lo terrenal, sino en el mundo intelectual.


La república (politeia)

A los griegos les interesa mucho cómo vivir bien con el otro en la Polis, las costumbres (ethos), de donde se desprende la ética. Por ejemplo, Aristóteles dirá que todos se dedican a la política. Solo los dioses y los idiotas (el que no se hace cargo de las responsabilidades de la polis) quedan por fuera de la política.


Platón escribe La República, donde imagina la génesis de una sociedad ideal con un mínimo de necesidades, una vida comunitaria armoniosa. En esta sociedad, las milicias son guardianes de la Polis; la justicia es armónica entre todas las clases, las mujeres no difieren de los hombres en cuanto a sus funciones o responsabilidades. 


La duda sobre la factibilidad de tal proyecto desemboca en la necesidad de que los gobernantes filosofen. Los que se dedican a temas terrenales son malos gobernantes. 

El filósofo es el que ama la verdad, y es probable que la gente los confunda con los sofistas, los poetas o los dramaturgos, que estarían excluídos.


A esta idea de política, le corresponde la alegoría del sol. La alegoría del sol propone el sustrato alegórico que implica el carácter de la revelación de la verdad por eso.


Alegoría del sol: Platón compara al bien con el sol (y como representante de la verdad) y establece 2 dimensiones diferentes de lo que es: Las ideas (son inmutables) y los entes conocidos por los sentidos (nacen, mueren, perecen, cambian). La analogía funciona así:

1. El sol es fuente de luz. El bien es fuente de todo ser y conocer.

2. Las cosas son tales en la medida que reciban la luz del sol. Las ideas, las cosas reales, dependen del bien.

3. El ojo es la capacidad de ver. La inteligencia es la capacidad de conocer las ideas.

4. La luz relaciona a las cosas con el ojo. La inteligibilidad que surge del bien, que hace a las ideas inteligibles y susceptibles de ser tomadas por la inteligencia.

5. La visión que logra el ojo. 

Durante la noche, ocurre que la luna proyecta la luz que recibe del Sol. Las cosas se ven en menor medida, el ojo parece casi ciego. La alegoría hace estas comparaciones: ojo – alma, cosas visibles – ideas, luz – verdad, sol – bien, visión – ciencia.

Caracteres de las ideas:

  • Fundamentan y respaldan a las cosas captadas por los sentidos.

  • Le dan sentido a las cosas. Es sentido es que las cosas sensibles tienden a dirigirse a la idea.

  • Las ideas se relacionan entre sí formando un sistema, incluso aunque nosotros desconozcamos esas relaciones.

  • Son el objeto del verdadero saber. Su jerarquía ontológica es superior al de los entes sensibles.

Si la idea surge como un fundamento en el cual lo visible parece ser el adecuado para obrar metafóricamente con ellas, la causa debe ser estudiada.  La luz, como luz espiritual, tiene un correlato natural, que es el sol. El sol no es la visión, sino que es causa de la visión.


Hay otra alegoría, que es la de la línea, que grafica este carácter ascensional que tiene que ver con la jerarquía ontológica en paralelo con los grados del saber. Según Platón, esta alegoría la hizo Sócrates, para intentar explicar la división con la realidad que tiene que ver con lo terrenal y el alma.


Paradigma de la línea: Para Platón sólo se conoce aquello que es. De lo que no es no hay conocimiento, hay ignorancia. Lo que es puede dividirse en 2 grados: el conocimiento fundado (episteme, ciencia, un conocimiento real, seguro, estable, permanente…) y la opinión (doxa, conocimiento múltiple y cambiante, la forma más básica del conocimiento). Platón empieza su línea desde abajo, el punto más bajo del grado del ser.

No ser: Es la privación de la realidad y de la capacidad de conocimiento. Su grado de conocimiento es la ignorancia.

Imágenes: son representaciones planas de los objetos sensibles (Ej, una sombra). Grado de conocimiento: la conjetura, la imaginación (eikasia). Consiste en la capacidad de percibir imágenes, también de imaginarlas y representarlas. Es el grado más débil de la opinión, muy cambiante.

Cosas sensibles: Las cosas de la naturaleza y las que están hechas por el hombre. Son cosas que pueden ser representadas por imágenes. Grado de conocimiento: La convicción, la creencia (pistis). Es creer con seguridad y tener la firme convicción de que algo es real. Es más estable que la conjetura, pero aún así son grados de opinión. Están sujetas a los cambios y no existe un conocimiento fundado en sí.

Luego se encuentra la línea (horizontal) llamada RECTA OPINIÓN. Es cuando decimos algo verdadero, pero no se lo puede fundamentar.

Pasada esta línea nos encontramos en el mundo inteligible, compuesto por las ideas. Recordemos que no están sujetas al cambio, son en sí y por sí mismas. Los grados de conocimiento son fundados, y son:

El pensamiento discursivo (dianoia): Avanza mediante hipótesis. La demostración se vale de supuestos no fundamentados y elementos no inteligibles para llegar a los principios, que son sus fundamentos. Deduce algunas ideas a partir de otras.

La razón (noesis, inteligencia): La forma de conocimiento científico superior. Capta la verdad de los fundamentos de la realidad. Alcanza a la idea que fundamenta a todas las demás: el bien.

La idea del bien y la belleza, en Platón, está en el lugar de la arjé (el fundamento). Esta alegoría funda una direccionalidad, donde la idea de bien está arriba y la ignorancia (que no tiene ente) está por debajo. Lo que trae la pregunta por el mal, el cual no existe en forma real. 

Esta jerarquía de entes también trae una jerarquía en el grado del conocimiento. Esto funda una forma de pensar. En el cuadro del Vaticano, Platón apuntando hacia arriba…

Y Aristóteles apuntando hacia el centro, "bajado a la tierra". Aún así, esta jerarquía de los entes y del conocimiento produce una consecuencia que a los psicólogos nos interesa: La therapeia tês psychês, que Sócrates la anunciaba como una terapia de acompañamiento (Therapeuo), con Platón se transforma en una exigencia, como un cuidado del alma. 

Cuando Alcibíades le pronuncia su amor a Sócrates, una de las ideas que aparece principalmente en la carta VII de Platón, es que Sócrates le dijo a Alcibíades: lo que tienes que hacer es cuidarte vos, cuidar tu alma. Esto, en griego, se cita como epistemeleia heautou (cuidado de sí). Esto trae una forma terapéutica del alma en sí que es diferente a la premisa del conócete a ti mismo (gnothi seauton).  Hay que entrar en esa dialéctica del "conócete". 

Hay una cuestión que no va a pasar desapercibida por un discípulo de Platón Aristóteles, que se dedicó a bajar (hypokeimenon) todo lo que Platón dijo sobre el alma y el cuerpo, cosa que dejaremos para la próxima entrada. No obstante, el cristianismo leyó en Platón los fundamentos sobre el alma.

lunes, 5 de octubre de 2020

El sujeto en la obsesión


Existen dos formas distintas de relacionarse con el Otro, según se lo conciba exterior o interior. Reflexiones acerca de cómo se constituye el sujeto en la obsesión, que no es histeria. Diferencias entre carácter y pensamiento obsesivo.

1. Hay dos modos diferentes, entre otros, de relación con el Otro. Para unos, el Otro es exterior y busca entrar. Para otros, el Otro es interior y se trata de hacerlo salir. Para los primeros, fantasías de penetración: seducción, embarazo, violación, etc. Para los segundos, fantasías de corte: tendencia a la compulsión (no poder parar), dudas (hacer y deshacer), etc. Esta es la diferencia entre histeria y obsesión.

Tener al Otro adentro, en la obsesión, permite entender mucho de sus rasgos típicos como la superstición, el miedo a que el Otro se entere (¡si está adentro!), las constipaciones y el erotismo anal, el duelo patológico que hace que el obsesivo nunca se enganche más con alguien como cuando se separa.

2. Hace un tiempo trato de repensar cómo se constituye el sujeto en la obsesión. Ya no me parece suficiente decir que es el efecto de la duda como síntoma fundamental. Me interesa distinguir entre "carácter obsesivo", "pensamiento obsesivo" y sujeto.

Toda formación de carácter es, en cierta medida, una obsesivización. El pensamiento obsesivo es muy común en la esquizofrenia y en las formas actuales de histeria femenina. El sujeto de la obsesión, por ahora (para mí) se constituye en dos momentos: 1) la equivalencia entre pago y deuda, que hace que cuanto más paga más siente que debe; el obsesivo cree que pagar le da derechos, pero con cada renuncia (¡esta es su forma de pagar!) más sumiso se vuelve... al punto de que puede creer que los demás le deben algo por su mierda ofrendada. Este es un aspecto central en el manejo de la transferencia, donde se trata de restituir la condición filiativa del pago a contrapelo de la renuncia; 2) la equivalencia pago‑deuda es mandamiento; no es obsesivo quien padece obligaciones (demandas), sino quien constituye mandamientos a través de su negación: "debés pagar (3,80 coronas)", "¡No!" (dice el hombre de las ratas) y, tercer tiempo: "Si no pagas algo malo pasará". En el análisis de un obsesivo siempre es preciso ir de la duda al mandamiento en que se sostiene, su condición previa.

3. Otra noción freudiana: la "creencia obsesiva". El obsesivo hace un gran esfuerzo para no creer, desde el "no pasa nada" hasta la manera en que no acepta que ella le dijo que no. No le cree. Esto se explica por la relación con el tiempo, la indeterminación temporal en que vive el obsesivo; y por su modo de relación con el Otro (al que lleva adentro).

Para creer es necesario un corte, pero el obsesivo no conoce el corte. "Flaco, te dije que no me llames más, ¿no entendés?" y él dice que sí, pero al día siguiente la llama de nuevo. "Ah, pensé que hoy podía llamarte", dice. El obsesivo recién puede creer después de negar lo que no cree. De ahí la tendencia a la superstición. Decir que "las brujas no existen, pero que las hay" muestra la estructura de la creencia obsesiva. Esto explica por qué el obsesivo necesita el temor para creer, sólo puede creer a partir de imaginar consecuencias negativas.

El punto en que la creencia obsesiva desborda la clínica del tipo clínico y se hace fenómeno social, podría ser muy útil para pensar las campañas para evitar accidentes de tránsito (y por qué no suelen ser eficaces).

4. A partir de la relectura que hice estas semanas del caso del hombre de las ratas (para el curso de clínica que dicto en la UBA) hay una serie de distinciones que descubrí: pensamiento obsesivo, carácter obsesivo, creencia obsesiva, síntoma obsesivo. Estas distinciones amplían un espectro de posiciones que van más allá del tipo clínico.

Por ejemplo, el pensamiento obsesivo, para Freud, es generalizante, mientras que la histeria declara excepción. "Eso es una generalización", dice la histeria. En las redes sociales lo vemos todo el tiempo, cuando alguien comenta o pide explicaciones por algo que un posteo no incluye. "Sí, claro, es una generalización, ¿y? ¿Tanto te agobian?"; sin embargo, para Freud la generalización es un paso preliminar en la construcción de la teoría, porque permite ubicar habitualidades, lo típico que lleva a lo particular.

Ahora bien, lo singular depende del pasaje por lo típico, sino se creería que el sujeto es histérico. ¡No! En este historial Freud muestra cómo el sujeto tiene que ser pensado desde una generalización que no sea obsesiva. Estas distinciones permiten pensar que hay otra diferencia, además del género, que incide en la producción de saber: la histeria y la obsesión realizan contribuciones distintas: los obsesivos producen conocimiento inútil, los histéricos nunca terminan sus tesis.

Fuente: Por Luciano Lutereau (5 de abrl 2018). - Página 12.

lunes, 3 de febrero de 2020

¿Cómo recuperar la confianza?


¿Cómo pensar en la convivencia cuando falla la confianza? La confianza sostiene el lazo social y esta implica una suposición de saber en el otro, que no carece de sus limitaciones.  Por otra parte, Freud hablaba de la imposibilidad de educar, curar y gobernar. ¿Cómo ubicar el lugar de la verdad allí? Recuperar la confianza, en estas coordenadas, no es tarea sencilla. El autor reflexiona también acerca del fenómeno informático, con una interesante reflexión acerca de la actualidad.

viernes, 24 de enero de 2020

Lo Insoportable, La Confianza, La Apuesta.

En un texto Freudiano de 1927, “El porvenir de una ilusión”, Freud intenta dar cuenta del desvalimiento de inicio del hombre. El desvalimiento y desconcierto del género humano, nos dice Freud, son irremediables. Es sobre todo aquí donde fracasan los dioses; aunque el hombre no deja de inventarlos.

La creencia es una herramienta que le permitió al hombre ir construyendosé, sosteniendo a un Otro que garantice su existencia.

El narcisimo le ofrece al sujeto el dibujo de un cuerpo, Uno , para sentirse separado del mundo. Uno del sentido, captor de representación, podriamos llamarlo el Uno de la ceencia. También nos habita el Uno distintivo, aquel que el significante ofreció, al no significarse todo en Uno y necesitar de otro, y de otro, y más, al menos dos. El Uno del descreimiento.

Y por último, lo que no es ni uno ni Otro, el objeto a, soporte en tanto agujero de la existencia. Aquella que se añora cuando el Uno le hace valla, tope a su aparición, momentos de divorcio entre el saber y la verdad.

La confianza es uno de los nombres que Freud le da a la transferencia, confianza en la palabra, en el saber del Otro, en el Sujeto supuesto Saber. Lugar de comienzo de un análisis en el desvalimiento que la neurosis deja a veces al sujeto, cuando apresado allí no puede existir. Lugar de comienzo, dije, que al final topa al sujeto otra vez con su despojamiento. Pero esta vez al final, ¿en qué se diferencia y en que no de aquel comienzo?

La existencia, creo, se sostiene de una apuesta que es al comienzo en la aparición del sujeto del inconciente del lado del analista, y que al final del recorrido también toma forma de apuesta, esta vez del lado del sujeto.

Lacan toma a Blaise Pascal para trabajar el tema de la apuesta.

Si con Descartes, se dice que se abre el camino a la modernidad, con Pascal se abre paso también a una nueva dirección del espíritu, aquella que apunta al hombre y al mundo conjugadas ambas en el terreno ineludible de la existencia.

Descartes plantea la ciencia pura del método, Pascal lo llama sprit geometric, pero él agrega el sprit de finesse, la intuición viva que penetra de una sola mirada en la esencia misma de las cosas. Dice Pascal: “la limitación constitutiva que soporto me conduce necesariamente hacia la paradoja, y en esa paradoja se aferra un hombre capaz de mucho y poco, de todo y de nada”. Frente al pensamiento abstracto opone la existencia concreta. El punto de partida es la existencia concreta del hombre.

Su célebre argumento de la apuesta es el que toma Lacan en su seminario El objeto del Psicoanalisis y De un otro al Otro.

Dirá Pascal : ”No sé si Dios existe o no”, pero seguro que no llegaré a la conclusión por vía de la razón, entonces apuesto a que existe y que continúo.

Su proposición me hizo acordar a la instalación del juego infantil. El juego de la apuesta pascaliana introduce eso, el jugar denuevo. El famoso “Dale que“ de los niños.

Lacan comienza en la clase del 2 de febrero de 1968 a preguntarse por su transmisión. Aquí dice que el análisis es una experiencia trascendente en el orden de la ética, la experiencia dice en la relación del sujeto con el Otro.

Mi pregunta es la siguiente, ¿qué pasa cuando ya la confianza ubicada en el SsS cae? Allí surgió en mi experiencia un término que cobró relevancia y me llevó a su búsqueda, la apuesta.

Exponerse a la situación de que toda demanda no puede sino ser decepcionada, ahí está lo que el paciente tiene que afrontar y lo que no podrá preveer al principio de su análisis. El analista es SsS, supuesto saber todo, salvo lo que respecta a la verdad del paciente.

Ahora, pienso que si esta posición cae al fin de un análisis, o sea ya no hay sujeto al que se le suponga saber, me pregunto: ¿Hay manera de que caiga la suposición? ¿Hay manera de enfrentar lo real que no sea vía supuesto?

Lacan dice que Pascal transmite con sus papeles, hechos garabatos (sus pensamientos fueron editados post mortem), algo de la realidad incorpórea que él nos desea transmitir.

Pascal, nos dice, Lacan manifiesta la estructura del sujeto. No se podría por el poder de la razón saber si Dios existe. La existencia es independiente de la razón de ser. No hay un Dios supremo. Hay el de cada uno.

La apuesta de Pascal no es la apuesta de Uno es la apuesta de un Je. Para apostar hay que abandonar el argumento, abdicar de la razón.

Dios es o no es, la razón no puede determinar nada allí. Hay un caos infinito. Se juega un juego en el extremo de la distancia infinita donde acontecerá cara o cruz.

Siempre el que apuesta está en falta. Lo justo sería no apostar en absoluto, pero dice Pascal: “hay que apostar, esto no es voluntario ¡ustedes están embarcados!”.

La vida hace obstáculo a la apuesta y respecto de lo que se trata en la apuesta, es de una nada. Para apostar hay que soportar la caída de la representación imaginaria que anuda un sentido que excluye la nada. Nada de representación, es vacío de inscripción que marca ya desde ahí que hay juego posible, de otras representaciones.

Entiendo que cuando Pascal habla de dejar las trampas de las envolturas placenteras, se refiere a esto. Èl lo llama nada, que se ponga en juego esa nada. Es decir perder las envolturas para “embrutecerse”. Lacan agrega a las pérdidas de las envolturas la pérdida de la vestidura narcisista. Dirá: “despojarse de esta imagen, que es la imagen de sí”. Entonces la apuesta implica un desplazamiento que en este caso es la imagen de sí.

Este es el despojamiento, insoportable en tanto implica un despojarse de una imagen que ha donado el Otro, como don y que lo deja al sujeto, entonces ex–puesto de su jugada. ¿Para qué?

Entiendo que para que el sujeto arme el suyo, fuera de la demanda, un juego que sostenga un compromiso, sostenido ya sólo de su decir. Un decir que no busca interpretación sino algún partenaire. Y aquí es que Lacan va a introducir el objeto a, como causa del deseo, y valor que lo determina al sujeto, esto es de lo que se trata en la apuesta.

Una apuesta es un acto al que muchos se entregan. Sin acto no hay apuesta. Sin algo que implique la decisión no hay apuesta. La decisión se remite a una causa que se llama azar. ¿Qué el el azar? El azar se refiere a la concepción de lo Real en tanto que es imposible. Imposible de interrogar porque no responde.

La apuesta encarna al objeto perdido, en tanto para el sujeto del inconciente comprometido en el significante hasta su límite. El objeto está puesto ahí para ser perdido. Ganar es siempre ganar una partida, y perder también.

¿Cuál es la puesta en juego de este objeto desconocido que nos divide entre saber y verdad? Lo que se pone en juego en la apuesta es la existencia del partenaire. Pascal diferencia claramente a mi modo de ver el todo del infinito, la función de la falta, o ausencia está en relación al infinito, el todo es un engaño del narcicismo, que lleva a creer lo tantas veces escuchado: Si apostás, es a todo o nada, yo diria que este dicho es el que comanda la neurosis, e insiste en llevarlo al sujeto a no perder la esperanza. La esperanza es divina, la ilusión es singular. Freud nos enseña que a diferencia de la esperanza en la ilusión hay participación del deseo. Busquemos el paraíso o caeremos en el infierno, es lo que sostiene la esperanza. Ni lo uno ni lo otro, sabemos que la existencia es, como nos enseña Lacan, tragicómica.

Volviendo a lo que se pone en juego, no podemos escapar de la puesta en forma significante de la cual Pascal nos dice a su manera que ya estamos embarcados, pero también es cierto que esta puesta en forma incluye de inicio su límite, es más, no puede desplegrase sin él. Ahora bien , mas allá del significante está el objeto, y más allá del objeto lo real. Ese objeto que en el fantasma toma forma de objeto parcial: oral, anal, escópico e invocante, pero que en última instancia es la causa de un invisible, inasible, indicernible división del Otro, el sujeto. En la clase del 9 de febrero de 1968 dirá Lacan, que “el sujeto hace la estructura del goce y que todo lo que puede esperarse de ella son prácticas de recuperación, eso quiere decir que lo que el recupera no tiene nada que ver con el goce sino con su pérdida”. Entonces diría ahora que la apuesta está también ligada a la pérdida de goce, no sólo al argumento. Los argumentos mas bien son aquellos que se despliegan bajo el supuesto , suposición de saber al sujeto que lo encarna que deja bajo la barra al objeto a. Suposición que hace a la función fálica crear argumento. La apuesta en cambio es en soledad de argumento, porque cae su razón en el acto de decisión, momento de retorno de la confianza pero esta vez más como un acto de fe en lo real.

Incertidumbre fundamental, a saber si existe un partenaire, donde la garantía de amparo cae. En la a-puesta se trata de sostener la oposición, la tensión siempre. Cae el Ideal que unifica y apacigua.

La apuesta implica la convicción de que no se gana sin pérdida y esto va más allá de los argumentos a los que la función fálica ha prestado servicios. La apuesta es siempre partida. Lo insoportable, lo insoporte, lo que no se soporta, abre una dimensión conocida por los analistas, aquella que va más allá del significante, aquella que aunque no significable se hace oír. Oír en el dolor de una perdida, en el reiterado desencuentro de lo buscado, en la caída del analista del lugar del objeto, al final, cuando sólo la presencia hace eco a ese tiempo previo a la ausencia de su imagen. Cuando solo y no tan solo deviene un partenaire radicalmente otro. Lo insoportable del sufrimiento neurótico toma forma en un análisis a medida que la cadena significante va cavando en sus vías su osamenta, su agujero inicial, su soledad, su más íntimo cobijo.

Me preguntaba al comienzo, si caía la supusición con la caída del sujeto supuesto saber, si habría otra manera de relacionarse con lo real que no fuese supuesta.

Y allí es donde vuelvo a preguntarme si no toma la posta la a-puesta cuando ya no hay suposición, porque la a-puesta implica la dimensión del objeto a en tanto tal, no en tanto objeto del fantasma.

Es decir a-puesta arriba de la barra, como agente.

Decía que la apuesta es un juego que implica la toma de una decisión, que se juega más allá de Uno, en una búsqueda infinita. Implica también la caída del objeto que el ideal velaba y la disponibilidad del objeto a para ser jugado.

La suposición de la apuesta es el azar. La decisión que implica la apuesta llega donde hay indeterminación de la cadena significante y fuera de la imagen de sí. Puede apostar aquel que ha supuesto hasta el límite, supuesto en el sentido de suponer lo que el significante es para otro, no para la conciencia del sujeto, eso es la esperanza. Entonces la apuesta implica soportar el agujero aquí que la cadena significante porta y sostiene hasta su punto de caída. No importa si creo o no, yo apuesto a un encuentro inexplicable.

La apuesta es la que da marcha a los distintos dispositivios del psicoanálisis. No hay análisis sin apuesta, se crea o no en él, ni final de análisis sin ella, como tampoco experiencia de pase sin apuesta.

Tomaré esto último para decir que el pase se inscribe en esa dimensión. La decisión se toma más allá de Uno. Comanda la decisión otra cosa que no es el argumento, ya que para hacer o no la experiencia hay argumentos absolutamente válidos y lógicos.

Comanda otra cosa, digo, una apuesta que inicia un movimiento que hará pasar o no su causa, que no es más que lugar de invención.

Caídos los dioses nos aguarda el prójimo, por ejemplo los amigos, aquellos a los que aprovecho agradecer cuando supieron que un abrazo devolvía al alma ilusión, en momentos en los que ésta desfallece.

Y voy a parafrasear a Freud en su texto El porvenir de una ilusión, Cap IX: “Perdiendo sus esperanzas en el más allá, y concentrando en la vida terrenal todas las fuerzas, así liberadas, lograrán que la vida se vuelva soportable.... Entonces sin lamentarse podrá decir junto con uno de nuestros compañeros de incredulidad “..........
“Dejemos los cielos a ángeles y gorriones”

BIBLIOGRAFIA
FREUD, S.: El porvenir de una ilusión.
LACAN, J.: Seminario XIII, El objeto del psicoanálisis, Clases: 2/2/68 y 9/2/68.
LACAN, J.: Seminario XVI, De otro al Otro.
PASCAL, B.: Pensamientos.

Fuente: María Gabriela Pedrotti (2011), "Lo Insoportable, La Confianza, La Apuesta", Escuela Freudiana De Buenos Aires


lunes, 1 de octubre de 2018

Creencias y Psicoanálisis.

Por Arturo V. Frydman

En el último capítulo del Seminario 11, Lacan dijo que el cuestionamiento del psicoanálisis como impostura existe tanto en la opinión pública, como en la vida íntima del psicoanalista.

Esta cuestión es también la de la creencia, en tanto ésta es la que vuelve eficaz a la impostura. Una ficción que se viste de verdad requiere de una conformidad firme para darla como cierta.

Impostura y creencia implican la cuestión de una verdad de la cual el sujeto se halla separado y por la cual no deja de formular sus preguntas.

Es por el lado de la creencia y de la irreductibilidad del psicoanálisis a la ciencia que se autorizan ciertas clasificaciones que tienden a hacer entrar al psicoanálisis en el rango de una religión.

Diversos son los elementos que han sido expuestos y que distinguen los campos mencionados. De ellos, Lacan subraya en la religión una dimensión operatoria, el sacramento, afectado de un olvido: nuestra finitud. En cambio, el psicoanálisis no tiene nada que olvidar[1]. Es esto lo que llevó a hacer un recorrido por distintos lugares en los cuales la creencia tiene un lugar explícito e implícito en el psicoanálisis.

a) La creencia en las estructuras:

Los histéricos pueden comenzar su cura con excesos de entusiasmo y fe. No están en absoluto convencidos de lo acertado de las interpretaciones psicoanalíticas, creen en ellas[2].

Los obsesivos oponen una viva resistencia intelectual. Alternan en su duda la creencia con la incredulidad.

De los perversos dijo Lacan, que son creyentes en la barradura del Otro, de allí su dedicación a hacer reaparecer esa falta en el campo de Otro, o bien a sellarla mediante un objeto que la tapona.