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lunes, 26 de mayo de 2025

Niños y Niñas Imparables - Cuerpo, Juego e Hiperactividad

 La Angustia Infantil: Una Ausencia Imperdonable en los Manuales DiagnósticosEl Olvido de la Angustia en la Infancia

A pesar de los avances en la psicología y la psiquiatría, los manuales diagnósticos actuales siguen omitiendo un aspecto central en la subjetividad infantil: la angustia. En su lugar, se enfocan únicamente en conductas que, al compararse con un ideal de “normalidad”, son catalogadas como alteradas, sin reconocer la verdad subjetiva que subyace en ellas.

El Psicoanálisis y la Angustia en los Niños

Desde su origen, el psicoanálisis ha situado la angustia como un elemento esencial en la constitución psíquica de la infancia. Un caso emblemático es el de Juanito, donde Freud mostró cómo la angustia se manifiesta en los niños. Una de sus formas privilegiadas de expresión es el cuerpo y, en muchas ocasiones, la acción.

El Movimiento como Expresión del Sufrimiento

Como clínicos, es crucial comprender que cuando un niño o niña se mueve en exceso y parece incapaz de regular sus acciones, nos está comunicando su sufrimiento. Ese movimiento desbordado es un llamado a descubrir la causa subyacente, en lugar de apresurarse a etiquetarlo bajo un diagnóstico rígido.

Las Series Complementarias de Freud: Un Enfoque Clínico Integral

Freud sostenía que los conflictos psíquicos resultan de la interacción entre factores internos (psíquicos) y externos (familia, ambiente). Dependiendo de la intensidad de cada uno, el otro factor puede cobrar mayor relevancia, lo que exige un abordaje clínico que contemple ambas dimensiones.

Las Causas del Movimiento Excesivo en la Infancia

El exceso de movimiento en los niños puede responder a diversas causas, entre ellas:

  • Dificultades en la estructuración del aparato psíquico: Cuando la envoltura yoica primaria no logra contener la fuerza pulsional, el niño se mueve en exceso para regular esa energía desbordante.
  • Fallas en la construcción de representaciones simbólicas: La falta de actividad ligadora en el aparato psíquico lleva a que el movimiento intente suplirla sin éxito.
  • Duelos y cambios significativos: Pérdidas, mudanzas o cambios escolares pueden generar angustia, que se manifiesta a través de la hiperactividad como una forma de negar la ausencia.
  • Ansiedad ante la muerte propia o de seres queridos: La angustia por la finitud puede expresarse en un movimiento incesante como defensa frente a lo innombrable.
  • Abuso o violencia: En estos casos, la descarga motriz excesiva puede ser la única vía que encuentra el niño para expresar un secreto traumático que lo atormenta.
  • Falta de sostén parental o social: La ausencia de figuras protectoras genera una sensación de desamparo, y la hiperactividad se convierte en un grito de auxilio dirigido a quienes no logran percibir su malestar.

Un Aparato Psíquico con Potencial

La infancia, por fortuna, cuenta con la plasticidad necesaria para abrirse a nuevas oportunidades. La intervención clínica, siempre enmarcada en la escena lúdica, tiene la tarea de reactivar procesos psíquicos que han quedado suspendidos.

Más allá de una etiqueta diagnóstica, lo esencial es preguntarse: ¿qué es lo que este niño o niña nos está diciendo con su angustia? La verdadera intervención ética radica en darle voz a ese sufrimiento y abrir un espacio donde pueda ser elaborado.

jueves, 20 de marzo de 2025

Más allá del diagnóstico: repensando el TDAH y la Infancia

 La Gran Bolsa del TDAH

"Niños de 5 años que se mueven demasiado, niños ensimismados, niños que hablan de modo desafiante, niños con dificultades para armar pensamientos, todos son englobados en esta gran bolsa de gatos en que se ha convertido el déficit de atención con o sin hiperactividad."
— Beatriz Janin

En la actualidad, la etiqueta diagnóstica del TDAH se ha convertido en un cajón de sastre donde caben múltiples expresiones del sufrimiento infantil. En lugar de escuchar lo que cada niño intenta comunicar con su conducta, se opta por reducir su complejidad a un diagnóstico rígido, perdiendo en el proceso la oportunidad de comprender su singularidad.

El Peligro de Congelar los Síntomas

Sigmund Freud hablaba del "sentido de los síntomas": una clave para acceder a la verdad subjetiva del niño. Sin embargo, cuando se patologiza la infancia de manera mecánica, se reemplaza ese sentido por una identidad prefabricada, vaciando de contenido la experiencia psíquica.

Esta supresión del conflicto en la infancia no desaparece, sino que resurge con mayor fuerza en la adolescencia, manifestándose en impulsiones, compulsiones, acting out, problemas con la ley o con el propio cuerpo.

Un Enfoque Ético en la Clínica Infantil

El trabajo del psicoanalista con niños debe basarse en premisas fundamentales:

  • Reconocer que el psiquismo infantil está en formación, abierto a transformaciones y nuevas posibilidades.
  • Respetar el derecho del niño a tener síntomas, pues estos expresan su verdad subjetiva.
  • Escuchar y descifrar el síntoma, siguiendo la enseñanza de Jacques Lacan: “El síntoma representa la verdad de su subjetividad.”
  • Incluir a las figuras parentales, estableciendo con ellas una transferencia positiva, sin culpabilizarlas, pero ayudándolas a asumir su responsabilidad.

El Contexto: Una Variable Ineludible

No se puede abordar el sufrimiento infantil sin analizar el entorno en el que el niño crece y se desarrolla. Las condiciones sociales y culturales de cada época atraviesan la crianza y modelan las problemáticas psíquicas.

El Psicoanalista como "Prestador"

Trabajar con la infancia es una labor artesanal. El psicoanalista no solo escucha, sino que también presta aquello que el niño necesita para estructurarse psíquicamente:

  • Un límite cuando está incierto.
  • Atención y amor cuando han sido insuficientes.
  • Un borde corporal cuando este se encuentra desdibujado.
  • El juego cuando ha quedado detenido.
  • Significaciones menos normativas y más deseantes.

La clínica infantil no puede limitarse a una etiqueta diagnóstica; debe abrirse a la escucha genuina del sufrimiento, ofreciendo herramientas para que el niño pueda simbolizar lo que hoy solo puede expresar con su cuerpo y su acción.

martes, 1 de septiembre de 2020

La inhibición: ¿Problemática o escritura necesaria? Las intervenciones del analista.

La inhibición suele considerarse en general como un problema; más académicamente, como un punto de detención del sujeto en el camino hacia el deseo. ¿Pero es siempre así? No: en muchos casos, es una escritura necesaria.

Si bien Lacan llegó a trabajar la nominación en lo simbólico, que es el sinthome, no llegó a trabajar la nominación en lo imaginario, que sería inscribir una inhibición necesaria para que los procesos puedan llegar al cumplimiento del deseo o al menos en lanzamiento del sujeto hacia su deseo.

El aparato psíquico no se constituye por sí mismo: el sujeto tiene que eligir existir. Es con la unión a la pulsión de vida con la madre o quien lo tome bajo su cuidado. Lo que hace que un bebé se inscriba en la vida es que algún Otro lo incluya dentro de su pulsión de vida, lo que llamamos función materna.

Las diversas operaciones de constitución subjetivas van a permitir que ese niño asome al mundo del símbolo. Ya hablamos de la función materna. La función paterna es la que tiene como función separar al niño  de su madre y producir la salida hacia la exogamia. Otra función poco trabajaba pero muy importante es el concepto de fort-da. Éste permite que el niño se inscriba en el mundo del símbolo y Freud lo incluye en el juego del carretel de su nieto. Juegos por el estilo pueden ser el de las escondidas, y es la manera como el niño empieza a soportar la desaparición del Otro en términos de juego, sin que eso implique una pérdida.

Función materna, función paterna y fort-da son funciones escenciales. Del fort-da suele hablarse en los términos del juego, pero en la clínica lo vemos también. En muchos casos graves hay dificultad para inscribir algo necesario y el trabajo del analista con este concepto es escencial. El fort-da implica un ir y venir, donde el sujeto se va modificando. El dispositivo transferencial implica la posibilidad de un fort-da, pero a condición de que el analista se preste en forma simbólica: por ejemplo, en los hospitales públicos sabemos que a veces las sesiones tienen que ser caminando en el espacio abierto porque no hay consultorios. Hay ahí un tema de salir del consultorio, que el espacio transferencial esté de todas maneras... Esto es muy importante con la llegada de las sesiones virtuales, donde los espacios siguen estando aunque los formatos sean distintos.

Cuando tenemos función materna, paterna y fort-da constituídos, lo que se va constiuyendo como nudo borromeo. Un nudo, para ser borromeo, tiene la condición de que al cortar un círculo se sueltan los otros dos. Lo importante de esto es que cuando algo se corta, empiezan a aparecer los síntomas de desasimiento del sujeto. Como la función paterna es necesariamente fallida, puede ocurrir que un registro se despliegue sobre otro. Por ejemplo, si el registro real se despliega sobre lo imaginario...


...aparecen las cuestiones del orden de la angustia. También puede ocurrir que el registro de lo imaginario se despliegue sobre lo simbólico y allí tendremos la inhibición. El despliegue del registro simbólico sobre lo real da el síntoma.

Relacionado: Inhibición, síntoma y angutia. Tiempos lógicos de una experiencia: el psicoanálisis.

De esta manera, tendremos el texto de Inhibición, síntoma y angustia de 1926. Ahora bien, lo que suele decirse acerca de la inhibición es que se trata de un proceso de detención. Lacan la ubica como un síntoma en el museo, donde el sujeto ni siquiera enfrenta el conflicto que evita el cumplimiento de su deseo. 

¿Pero qué vemos en los casos opuestos, el de los niños hiperactivos, que sólo los detiene la pared contra la que se estrellan? Son niños que corren hasta que se chocan contra la pared. Lo que falta allí es la inscripción del límite en relación a la superficie del cuerpo. Este punto es esencial, porque el analista debe anudar lo imaginario, que se despliega sobre lo simbólico, para inscribir la inhibición. Esto es a condición de que en lo imaginario el cuerpo del niño esté libidinalmente sostenido. Aquí la inhibición no es un síntoma en el museo, sino una necesidad de inscripción que debe producirse. El gran tema en el análisis es cómo producir las operaciones necesarias para que el aparato psíquico comience a tener bordes. 

Relacionado: Impulsos desenfrenados en la infancia: estallidos de la pulsión

Hay un momento en el tratamiento del psicótico en el que logran dislumbrar que van a brotarse. Lograr que el el sujeto tenga un registro de que eso se avecina y que no se caiga por el tobogán, es tarea del analista, que inscribe algo no inscripto en la estructura. 

Hay que tener mucho cuidado cuando se trabaja en relación a la inhibición, para que la intervención no tome todo. Cuando hay salidas en falso, el sujeto siente que puede hacer cualquier cosa. En estos casos, el registro imaginario ha engordado y queda narcisísticamente empoderado, que es una palabra que suele escucharse mucho hoy. El poder siempre tiene que estar tamizado por la castración. A la inhibición hay que trabajarla cuando se ubica como punto de detención al cumplimiento de un deseo. Hay muchas otras inhibiciones que son necesarias, porque tienen que ver con los diques anímicos del Edipo, como el pudor.

¿Qué vemos cuando un sujeto se corta a sí mismo? Que falta el velo narcisista, ese punto donde el dolor o el temor a una marca debería detenerlo. Cuando el sujeto se corta en lo real, solemos ver que la palabra está obstaculizada y el cuerpo, desinvestido, casi como si solamente fuera una superficie biológica. Ese cuerpo que se empieza armar -por ejemplo, los adolescentes que se muestran por redes sociales- es un proceso de construcción del sujeto teniendo su propio cuerpo. Los padres se quejan de que los adolescentes se muestran demasiado, pero en estos casos al menos hay un cuerpo que mostrar.

La gran pregunta es cómo libidinizar al paciente. Aquello que no ha podido ocurrir: preguntarle por el dolor, preguntarle por él como persona, incluir un borde. Para quien se corta, la sangre afuera o dentro es lo mismo. Para muchos niños pequeños que se impresionan si les sale sangre, lo cual es bueno, ya que su piel ya se constituyó como límite a sí mismo y al Otro. 

La transferencia en estos casos debe ser muy cálida, tomando esos cortes y transformándolos en preocupación, cuidado dentro de la escucha analítica (con distancia y a la vez con cuidado y afecto). Esto produce en el sujeto una libidinización, donde el empieza a constituírse como uno. Recordemos que en los trastornos más primarios, Freud hablaba de lo autoerótico, de la satisfacción de la pulsión en términos anárquicos. Para que se constituya un cuerpo es necesario que se constituya la libido y si esto está detenido, el analista deberá construir el tramo que hace falta. Aquí trabajamos con el nudo no a nivel del corte, sino a nivel de la sutura.

En el S. 12 aparece esta metáfora de Lacan sobre el corte, el empalme, la sutura. Cuando un joven se corta, nuestro trabajo es constituir un cuerpo y trabajar desde ahí. Lo imaginario sobre lo simbólico va a inscribir la necesidad de cuidar ese cuerpo, que tiene límites. Esta es la inhibición necesaria para no cortarse más, para cuidar el cuerpo, cuestiones que tienen que ver con lo posterior de la libidinización. 

lunes, 4 de noviembre de 2019

Consecuencias psicopatológicas del desempleo y la precarización.

Me ven trabajando, luego existo
El trabajo resulta tan importante como ser querido y reconocido por el otro”, sostiene el autor de este ensayo que examina los estragos subjetivos que son consecuencia del desempleo, pero, también, de la “amenaza latente” que supone la precarización laboral.
Droga: “En la precariedad laboral, la dependencia económica al empleador se potencia con la dependencia psíquica, de manera similar a una droga adictiva”.

Por Norberto Abdala
La realidad muestra que la falta de trabajo o la precariedad de las condiciones laborales ejerce un mayor efecto nocivo sobre la salud que los trabajos considerados “perjudiciales”. Al punto de que se puede hablar de una “psicopatología del desempleo”: la falta de trabajo no sólo genera angustia sino que opera como un misil que afecta las bases más profundas del equilibrio emocional y de la identidad.

La identidad del sujeto nunca se estabiliza de manera definitiva: necesita una continua confirmación. En caso de que tales confirmaciones no se produjesen, la persona sufriría casi inevitablemente una crisis de identidad, que le impediría reconocerse a sí misma y, en virtud de sus características personales, diferenciarse de los demás. La identidad es una conquista del orden de lo singular, pero que opera en la intersubjetividad: la realización del sí mismo tiene que ver con la mirada del otro. El psicoanálisis demostró el lugar central que el amor del otro (especialmente de la madre) tiene en el desarrollo de la identidad desde el inicio de la vida. Ese rol lo completarán el padre, los amigos, la pareja, los hijos.

En el plano de lo social, el reconocimiento del otro está muy relacionado con el reconocimiento del trabajo: el individuo puede acceder a sí mismo por el hacer y lograr que esa acción sea reconocida por el otro. Por ejemplo, será y se sabrá médico en la medida en que tenga pacientes que lo reconozcan como tal. El trabajo contribuye a tal punto a la realización de la persona que puede incluso suplantar (o por lo menos aliviar) las carencias afectivas de la vida, como por ejemplo los duelos, los divorcios. En otras palabras, en el adulto el trabajo resulta tan importante como ser querido y reconocido por el otro.

martes, 17 de septiembre de 2019

Impulsos desenfrenados en la infancia: Estallidos de la pulsión.

El tema de la pulsión es muy importante para el psicoanálisis. Hoy vamos a hablar de los desenfrenos pulsionales en la infancia y para llegar al tema plantearemos ciertas coordenadas en relación a la pulsión.

En el escrito de Freud Pulsiones y sus destinos de 1915 deja en claro que los seres humanos no tenemos instinto, sino pulsión. En ese texto, Freud dice que la pulsión es un concepto difícil de definir, pero que lo llevará adelante poco a poco. Hay una definición que él da de pulsión, que es un concepto fronterizo entre lo psíquico y lo somático. Parece que bordea lo psíquico y también lo somático. Lacan también dice en el seminario XXIII que la pulsión es el eco en el cuerpo de un decir. Ambas pronunciaciones, la de Freud y la de Lacan, refieren al cuerpo y a lo psíquico. Partiendo de esas 2 definiciones, ¿qué entendemos por que la pulsión sea un concepto fronterizo entre lo psíquico y lo somático o que sea el eco en el cuerpo de un decir?

No nacemos con pulsión. Si es el eco del decir en el cuerpo, ese decir tiene que venir de otro lado: el Otro. Freud lo nombra, en Proyecto de una psicología para neurólogos, como el auxilio ajeno. Freud dice que el cachorro humano no puede autoabastecerse, tampoco pedir lo que necesita. Es el otro es quien le va a acercar el alimento, el cuidado y algo secundario, pero de importancia primaria: la función del entendimiento. Esto significa que el Otro, que hace de función materna, codifica el grito del niño. La madre dice “Tiene hambre, frío, le duele el estómago…”. Ella va a decir e ir significando lo que le pase al niño. Con la demanda de la madre, va a ir introduciéndolo en el recorrido de la pulsión. La pulsión, entonces, no es innata, sino que surge a partir de la demanda del Otro. El Otro le demanda cosas al niño, incluso antes de su nacimiento, los padres piensan cómo va a ser, qué le va a otorgar, que le va a cantar, etc.

La función materna es anticipadora, anticipa que hay un sujeto donde todavía no lo hay. Es algo del orden del deseo. Depende de cómo ese Otro se acerque al infans y lo vaya libidinizando , según Freud; le vaya recortando las zonas pulsionales, según Lacan. El Otro lo va a mirar y va a despertar la pulsión escópica. El Otro lo va a sostener, le va a hablar. Esas pulsiones, que van a brotar en los bordes del cuerpo, estarán dadas por el acercamiento que el Otro le hace al infans, por la demanda que el Otro le hace al infans. ¿Pero cómo es esa demanda? ¿Es una demanda a la forma del fort- da (que aparece y desaparece), una demanda que aloja un deseo? ¿O es una demanda imperativa, incesante?

Es importante que en esta demanda, que ocurre en el primer año de vida, esas pulsiones estén intrincadas. Freud habla de pulsiones ligadas. Las pulsiones se enlazan unas con otras y eso las acota. Freud habló en su primer teoría pulsional de las pulsiones sexuales y las de autoconservación. Sobre las pulsiones de autoconservación, se suman las pulsiones sexuales. Entonces, no solo se trata del alimento, sino del placer de la succión. Hay una erotización que la madre hace sobre el infans cuando le da el pecho o la mamadera.

En la segunda teoría pulsional, de Más allá del principio de placer, el habla de la pulsión de vida y la pulsión de muerte. La pulsión de vida está ligada y una pulsión intrincada le pone tope a la otra. Por ejemplo, una mirada fija. Por ejemplo: Un padre mira fijamente a su hijo mientras juega. Para los niños, el juego es algo serio, un acto privado. El chico se iba a otra habitación a jugar y como el padre lo miraba, el niño le hizo un gesto como que le iba a pegar una trompada. El padre me pregunta por qué.La mirada muy persistente, muy fija, es invasiva. Esto el padre no lo sabía y el niño defendía su teatro privado con una señal hacia el padre para que él no se metiera. Cuando la pulsión va sola y no está intrincada, entra en el cuerpo, de alguna manera. Ejemplo con la voz: la madre de un niño al que ella le hablaba mucho. Él se tapaba los oídos. La mirada, la voz, son haces pulsionales, que si no están enlazados, intrusan.

Cuando el Otro se dirige al sujeto, lo que hace es recortar un mapa pulsional sin darse cuenta. El organismo es tocado por la palabra del Otro se transforma en cuerpo, un cuerpo erogenizado. Un psicoanalista no desconoce a la biología, pero cuando hablamos de cuerpo lo pensamos en sus vertientes real, simbólico e imaginario. Un cuerpo psíquico. De esto da cuenta la gente que se ve gorda y es extremadamente delgada. Se constituye en gran medida por la mirada y la voz del Otro, que es quien acunó al sujeto.

Cuando recibimos a alguien en el consultorio -niños, o adultos- que está muy exaltado, que no puede parar, tenemos que pensar qué habrá pasado en la constitución de su cuerpo y su psiquismo. ¿Qué habrá pasado con sus Otros? El psicoanálisis piensa en la causa, no interviene sobre su conducta como otras corrientes psicoterapéuticas. Sabemos que tocando la causa es que se producen los movimientos.

Caso clínico.
Hace unos años recibí a una pareja de padres muy preocupada por su hijo de 6 años. El niño estaba en primer grado y ya había sido expulsado en el jardín de infantes y ahora en la escuela primaria. Los padres planteaban cambiarlo de colegio antes de que se produjera la expulsión. Yo les dije que esperen, ya que no los conocía a ellos ni al niño. esa es una indicación freudiana, que cuando uno empieza un tratamiento no se haga ningún movimiento. Frente a esos padres, recordé una indicación que había leído en Freud en el caso de la Joven Homosexual. Él dice, en el tratamiento con adolescentes, que escuchemos qué lugar tiene ese sujeto para la madre y qué lugar tiene para el padre. Hay que escuchar las 2 versiones y luego escuchar la demanda del sujeto que se atiende. Si bien Freud no habla de sujeto, es un pliegue de la lectura que podemos hacer con Lacan. En este caso, tuve muy presente esta indicación y pregunté qué podían decir de su hijo: eran 2 versiones muy diferentes.

En este caso, lo particular del padre era una crítica constante hacia el chico: que no se quedaba quieto, que no era atento, que era agresivo. Yo armé una pregunta: ¿Qué podía decir de bueno de su hijo? Todo lo que decían eran marcas, estamos hablando del cuerpo psíquico, del eco en el cuerpo de un decir. El chico, pulsionalmente, era muy desbordado. Cuando le pregunto a la madre, ella llora muchísimo y dice que le contó al chico el duelo que tuvo con su padre. Ha hecho una descarga de su dolor en el niño, que es muy pesada. Los psicoanalistas llamamos a esto goce, no porque esta madre fuera perversa, sino por usarlo como oreja de su malestar y su dolor, cosa que es bastante común. ¿Qué hace este chico con ese dolor? Lo excede, hay un quantum que para el aparato es intramitable. Estamos hablando de pulsión y de energía. Después de esa entrevista me fui con un panorama de qué le habían dejado esos padres como marca al niño y cómo podría trabajarlo yo con ellos. Cuando recibo niños, también vienen los padres y los cito cuando lo considero necesario.

Freud hablaba de ejercer una influencia psíquica sobre los padres, es decir, tratamos al niño y no a ellos, pero poder darle a cada uno una suerte de paquetito con algo para que piensen. Por ejemplo, la intervención de pedirle al padre que dijera algo bueno de su hijo. Es algo que corta un goce tanático. Y poder decirle a la madre que tal vez era mucho para el chico escuchar tanto dolor, dolor de la madre.

En las intervenciones, uno tiene que tratar de apuntar al sujeto sin ofender al yo. Es el bien decir, el saber hacer, ¿cómo decir algo que toque al sujeto y cuidar de no ofender al yo? Con respeto y con cuidado se puede hacer. La mejor manera, me parece, es analizarse. Porque si uno se analiza, recorta goce sobre uno y puede hacerlo después. En este caso, hay algo del desenfreno pulsional en la infancia. Les pedí a los padres que lo esperaran, que no tomaran ninguna decisión hasta no abrir los paquetitos que les dejé. Paquetes a abrir separadamente, pues ellos estaban separados y no tenían muchas ganas de volver a verse.

Este niño entró solo en el consultorio y cuando subimos al ascensor, tocó todos los pisos. Para ser la primera entrevista, esto es desenfrenado. Había algo del orden de la pulsión que no estaba anudado. Y si no está ligado, podemos hablar de la predominancia de la pulsión de muerte. Se hacía echar de los colegios, cosa que es raro en el jardín de infantes porque suelen ser más pacientes. La presentación de desenfreno pulsional en la infancia era muy contundente. Entramos en el consultorio y empezó a sacar varios objetos de un armario, lo cual es también un dato. Los chicos que están más ubicados en el terreno del deseo, con la pulsión más ligada, generalmente miran y eligen. Tienen otro tempo. Este niño sacaba una cosa, otra. Se imaginarán que el diagnóstico de ADD estaba dando vueltas en el colegio. Se le había propuesto a los padres que lo medicaran. Las 3 primeras sesiones fue con este comportamiento, mientras yo lo conocía sin saber muy bien cómo ubicarme.

¿Cómo intervenir? Creo que mi primera intervención fue alojarlo, escuchar la pulsión. Él hizo algo que me llamó mucho la atención: tomó un bebote y maltratarlo mucho. Lo golpeaba contra la pared, contra el piso, lo pisaba. En un momento lo escupió. Transferencialmente, yo creo que me provocaba, buscaba algo. Este chico, se hace echar y maltratar por los compañeros, que nunca lo invitaban y cuando él invitaba, nadie quería ir. Hay una actividad del sujeto. Hay una satisfacción y una actividad ahí, ¿cómo se da a ver y cómo se muestra este chico? Entonces, a la cuarta sesión él venía a maltratar al bebé y en un momento él dice “Esperá acá”. Él era de un trato muy imperativo, daba órdenes y yo pensaba que detrás de ese autoritarismo había mucha fragilidad. Alguien que se para así, con esa agresión y violencia, es una pantalla. Él se va al baño con el bebé, tarda ahí. Yo me preguntaba qué estaría haciendo y con qué me iba a encontrar. Me imaginé que iba a ser algo pesado, no del orden del juego. Para jugar hay que ceder ciertos goces con el otro. Hay algo de la inhibición de la pulsión que no estaba ahí: no daba un tour, como sabemos. El niño abre la puerta del baño y me dice “vení”. Lo veo al costado del inodoro. El bebé estaba en el inodoro y arriba había caca.

A ese bebé él le había puesto nombre: Pepo. ¿Cómo intervenir ahí? Se me ocurrió decirle “Pepo se está aguantando las cagadas del padre”, por todo lo que había escuchado del padre. Funcionó: inmediatamente, él me dice “Vos sos la madre y yo soy el padre de Pepo”. Empieza ahí un juego que dura muchos meses, 8 o 9. Su pulsión empieza a ligarse al significante y deja de ser tan desenfrenada, para suponer un juego. La pulsión pudo enlazarse a esos significantes, que no lo retaron. Yo pensaba que esto fue un acting out, pero me acordaba que Lacan indicó que el acting out no debía reprimirse ni interpretarlo, sino hilvanarlo al significante. No se le puede decir “Vos cagás al bebé como tu padre te caga a vos” o retarlo para que no lo haga.

Me pongo a jugar y a bañar al bebé, hablando como si fuera la madre. “Querido, traeme la toalla” y él la traía como si fuera el padre. El lugar del analista en la clínica con niños no lo pone el mismo analista, sino es lo que va pidiendo el niño. Hice el papel de la madre mucho tiempo y le hablaba como si fuera mi marido. Él empieza a armar a un padre más amoroso, mandando al bebé a jugar al fútbol, por ejemplo. Para recordar dónde quedábamos, él me pide anotar. Usábamos sábanas para jugar a que nos íbamos a dormir, porque él necesitaba envolturas. Tenía toda la desazón de la madre encima, que fue cediendo al trabajar con ella. Su padre había sido maltratado por su propio padre, lo que podríamos pensar en términos de repetición de lo no elaborado. Intervenía señalándole las cosas positivas que hacía su hijo, los elementos del juego que tenían que ver con la profesión del padre.

Al comienzo, a lo largo de la hoja el niño dibujaba un culo y después caca. Había mucho sadismo, porque cuando me daba los dibujos se reía. Estaba el objeto pulsional preponderante de lo que él era, un objeto de desecho y lo mostraba todo el tiempo con acting out que son mostraciones. Si uno puede tomar algo de ese acting e hilvanarlo, cosa que no va a pasar en un colegio, él pudo pasar a dibujar objetos agalmáticos que iban a ser comprados por otros (dibujaba comida). Las pulsiones se intrincan: lo oral con lo anal, lo escópico de cómo se veía.

Los desbordes y los desenfrenos pulsionales en la infancia piden tratamiento y el tratamiento es ir a buscar el lugar que ese chico ha tomado para los otros y trabajar desde ese lugar. Este chico del caso tenía un lugar de mierda. La madre lo usaba, sin saberlo, como paño de lágrimas. Y el padre le espetaba todas las malas palabras que le habían dicho sobre él. Su cuerpo psíquico se había recortado en basea todas esas palabras. La apuesta del analista, ahí donde hay una fijación del objeto anal que él era, es destrabarla para que la pulsión circule, se intrinque y aparezca algo del orden del deseo. Él empieza a querer peinarse para venir a la sesión; en la pubertad, empieza a mirarse y a mirar chicas, y a abandonar ese lugar donde estaba enquistado.

En estos desenfrenos pulsionales, me parece que hay un llamado al Otro. Si el Otro puede escuchar y apostar a hacerle lugar al sujeto para que pase a ser sujeto de deseo y no objeto, me parece que es un lindo desafío edificante. Esperamos que un análisis tenga efectos. Yo creo que el análisis produce un movimiento libidinal con el tiempo. Los efectos se van viendo, no hay que esperar al final de análisis. Finalmente, el niño no se cambió de colegio. Se fue dando este movimiento y se rectificó la pulsión. El teléfono empezó a sonar en la casa y era para él.

Fuente: Apuntes de la conferencia dictada por Silvia Tomas, el 13 de agosto de 2019

viernes, 23 de agosto de 2019

Diagnóstico de ADHD: clínica de las pulsiones en la niñez


Notas de la conferencia dictada por Liliana Donzis, el 4/06/19

El año pasado, el ciclo trataba sobre el narcisismo. Freud planteó que la organización pulsional depende de la organización del narcisismo y del yo. Él planteó un tiempo en donde las pulsiones parciales autoeróticas funcionaban de manera turbulenta, sin quedar organizadas ni en función de la satisfacción ni al registro del cuerpo. Uno puede ver a un bebé pataleando de un lado para el otro hasta que alguien reconoce que tiene sed, hambre o lo que sea. En algún momento privilegiado, según Freud, se produce la unificación del yo y eso permite -tanto en Freud como en Lacan en el estadío del espejo- un enlace a los otros significativos. O sea, que conjuntamente con el yo, aparece el semejante. No hay yo sin una alteridad con el semejante. A veces se produce en forma de agresividad, pero lo importante es la unificación corporal que produce el yo.

Una mamá puede decir de su bebé “Mira, tiene manos de pianista” y cosas que aparecen desde el ideal de los padres y que se transmiten, entre gritos y susurros. En este tiempo de construcción de lo imaginario, siguiendo a Lacan, de la consistencia del cuerpo, de la mirada del Otro unificando ese cuerpo desde el lugar de la madre subjetivante (quien ocupe ese lugar) que pueda permitir desde una mirada propiciatoria y conveniente permite la falización y la libidinización del cuerpo del infans, creando una zona llamada cuerpo. Las pulsiones allí se organizan, generando bordes en el cuerpo, que constituyen una imagen del cuerpo. esta imagen del cuerpo está un poco alterada, porque no coincide con aquello que está fundando. Quien se ve, se mira desde Otro lugar. El cuerpo está recorrido, una vez que se constituye el yo, por lo pulsional, por las demandas del Otro. Ejemplo de demandas del Otro son tiene sed, tiene hambre, lo cambio, lo llevo a pasear, lo mando a hacer deportes… Pero también hay demandas muy actuales como mandar a un chico de 5 años a trabajar. 

La organización del yo es primera y acompaño a Freud en esto, como dice en Tres ensayos en la parte de niñez. Freud dice que la pulsión se produce en la niñez, entre el otro y el infans, generando bordes en el cuerpo, bordes pulsionales, recorridos pulsionales que son a su vez recorridos erógenos, marcando la zonas erógenas que son condición erótica y no solo erógena post puberalmente. En esta segunda vuelta, la adolescencia, se replantea el estadío del espejo. Es muy interesante, porque sabemos que en la adolescencia se replantea el Edipo. Freud plantea que se reestructura con las condiciones de la pubertad la imagen del cuerpo y la imagen del sujeto. Hasta ayer era el niño más bonito y hoy me sobran 20 kilos y dejo de comer. Nos encontramos con estos recorridos de la pulsión, que forman parte del cuerpo.

Hoy vamos a hablar de qué pasa cuando este cuerpo no está unificado: aparecen atipias. Puede haber identificación instituyente, identificación primaria, entrada en el lenguaje… Puede haber grandes estudiosos, al modo del Asperger, pero son atipías de distinto grado, que son formaciones atípicas de la constitución del yo. Aparecen en la infancia como problemáticas. El DSM planteó desde el inicio estos cuadros, que cuando yo era chica se llamaban hiperkinesia. Hablaban de dislexia, problemas en relación a la lectoescritura, etc. El DSM los organizó en ciertos ítems para que más o menos cuadren en la alternativa de un protocolo que cualquier asesor en salud pueda decir que con estos 6 ítems tenemos una hiperactividad. Esto está planteado desde Estados Unidos, con los que inmediatamente un psicólogo va tildando con un programa de acción mecánico y de adiestramiento del sujeto. 

En ese terreno, junto con el DSM, vino de la mano con la ritalina y la atomoxetina. Se fabrica un problema, se la organiza a través de las palabras de los factores conductuales y la propuesta de medicación de los grandes laboratorios. La ciencia empieza por las ciencias básicas. Por ejemplo empezando a trabajar por una célula de un neonato. Son investigaciones patrocinadas por los laboratorios. Si la investigación es exitosa, pasa a la multiplicación para pasar a ser materia de consumo propia de la sociedades en las que vivimos. El lucro de aquello que empezaron a investigar está en la producción sistemática de los laboratorios. No se trata de estar en contra de la medicación, sino en tener en cuenta que a muchos les puede servir y a muchos les puede taponar.

Ante un niño sin cuerpo, sin libidinización materna, donde las pulsiones que no están organizadas en relación al cuerpo sin contorno, el psicoanálisis oferta un espacio, una escena lúdica, gráfica, donde el niño pueda ir argumentando y pueda apoyar lo constituyente, lo subjetivante de un niño. Y esto no es sin los padres. Son los casos que en la cultura son el Asperger, ADD, hiperactividad. Lo que se ha constituido como un diagnóstico basado en un protocolo de 6 puntos que deben presentarse por 6 meses debe desarmarse. 

Puede ocurrir una estigmatización de un niño inquieto (y no hiperactivo) que corre, salta y se trepa en las paredes. El tratamiento y la posición de los padres puede virar de distintas maneras, pero cuando un profesional le dice a los padres “Su hijo padece de un trastorno grave de de la personalidad”, los padres pueden obstaculizar la cura. Los padres no solo contribuyen a una cura, a veces son una pared con la que hay que trabajar muy finamente. La relación y la transferencia con los padres resulta de enorme valor, donde puede propiciar o detener un análisis. Un padre con esos diagnóstico puede salir desolado y mirar al hijo de tal manera que si no le pasa eso, lo consiguen un tiempo más tarde. La mirada del Otro constituye e instituye el ideal en el que se mira al hijo. Debemos tratar que en la clínica los chicos no queden impregnados con títulos, esquematismos e incluso tratamientos que apaguen al sujeto. El psicoanálisis es una oportunidad de darle un lugar a la verdad que porta el sujeto y esa verdad no obedece a ninguna constelación protocolar. Es lo mejor que tiene el psicoanálisis y es una cuestión difícil para el analista, sin importar el tiempo que haga que estamos trabajando, porque lo real de la clínica aparece igual y no tenemos todas las respuestas. Menos cuando estamos implicados en la transferencia, ahí podemos estar más o menos sordos. 

Caso clínico 1: El demoñito.
Cerca del año 2000, atendí a un niño al que llamaremos O. Era un niño muy admirado, muy bonito, primer hijo y los padres estaban condenados a amarlo. este nene me enseñó que no había con qué darle a la hiperactividad. Corría, saltaba, se comía la plastilina, terminaba una resma en un minuto al rayar todas las hojas. Eran juegos realmente agresivos.  En el seminario XI, Lacan dice que cuando el cuerpo no tiene sustancia, lo más probable es que se choque contra las paredes. Estos chicos chocan contra las paredes, aterrizan en ellas porque buscan allí un lugar para constituirse. Si no hay un cuerpo y un yo constituido, puede ocurrir que las pulsiones se desintrinquen del narcisismo y de esa cohesión que trae el yo y el Edipo. Entonces, las pulsiones andarán en el autoerotismo, en lo que Freud llama representaciones primarias, sin que el cuerpo pueda alojar el drang pulsional, la fuerza pulsional que lo lleva a sufrir enormemente, porque golpean al de al lado, o se golpean contra las paredes.

Este niño era realmente difícil. La familia no podía ir a ningún lado, porque si iban a una quinta, el nene le rompía los rosales a los vecinos. En un cumpleaños de un amiguito, a la media hora lo tenían que ir a buscar porque miraba a todos y tiraba lo que había en la mesa de cumpleaños y arruinaba la fiesta. Pegaba, insultaba, pataleaba, escupía… Lo más cercano a una organización era el dibujo. El dibujo organiza, porque se puede plasmar la estructura del cuerpo en un monigote. No se necesita mucho más. Es la proyección, el pasaje de la imagen a la superficie de la hoja que requiere de una serie de operaciones psíquicas que no son banales para la constitución subjetiva. Entonces, con el dibujo organizaba un poco el mundo.

Los padres esperaban algo del psicoanálisis, pero el padre del niño había perdido a su propio padre siendo muy niño y a él le costaba mucho aparecer y figurar en la escena como padre. Era un padre demasiado permisivo o demasiado agresivo y el nene hacía lo que podía con ese padre. Uno de los problemas serios de este chico era que la madre miraba hacia otro lado. No tenía relación con la situación de su hijo, ella veía lo lindo que era y para ella era un perfecto extraño. Lo amaba en el ideal. Esa mirada que organiza el cuerpo estaba ausente. 

En un momento, este nene empieza a venir disfrazado al consultorio. Empezó a ponerse vestimentas arriba del cuerpo. Un día era Superman, otro día era el Hombre Araña, Batman… Tenía buenos disfraces o pequeños disfraces, que me sugiere que estaba armando de a poco, invistiendo y dando un margen a su cuerpo para ubicarse en cierto lugar ante el Otro. Él empezó a buscar imágenes de si mismo, una imagen yoica que pudiera representarlo en el campo del Otro. Este campo del Otro, en este caso, venía con algunos deslices donde esa mirada no constituía al niño. El padre tampoco podía ayudar.

Un día jugábamos a Batman y Robin, o yo era el Guasón… Teníamos todos los personajes a mano, pero eran personajes. Hay algo de su cuerpo que ya estaba representado por la imagen y el trazo. ¿Qué pasa en la hiperactividad? Imagen y trazo (reflejo especular y trazo simbólico significante) están separados. No coinciden. Tendrían que estar anudados, pero en su lugar están muy rígidos, entonces imagen y trazo quedan desmembrados. Con el juego, él representaba algo en el campo del Otro, constituyendo una imagen y un nombre que lo reflejaba. Se dio por casualidad, la clínica con niños es muy azarosa, como dice Serrat, es caprichoso el azar. Es difçil saber qué va a pasar. 

En este caso, O. produce una imagen en el interior de su análisis. Ahí empieza a devenir un sujeto precario. No rompe tanto las paredes, deja de escupirle al de al lado, de la escuela me llaman menos… Hay pequeños pasos. Un día O. viene vestido con una camisa, un chaleco y un moñito. “Hoy vino el de-moñito”, le digo. No me di cuenta… Eso abrió completamente el trabajo clínico. ese demoñito, que por un lado era un chico muy demonizado por su hiperactividad, y se golpeaba contra las paredes buscando un margen, empezó a encontrarlo en el espacio analítico. Después de un tiempo, él quería jugar al Capital Piluso y yo era Coquito. Esto es algo completamente extemporáneo, porque para esa época Olmedo ya no estaba. Un día me pide fabricar una máquina de parar. 

Los padres se enojaron mucho conmigo por la mejoría del niño. No estaban muy a gusto, ellos estaban más acostumbrados a decirles que no, pero era un no que faltaba en la estructura, el no escritural y de la negación que Freud nos propone tanto para el armado de las pulsiones, como una zona del superyó infantil, muy primaria y primitiva. La creación del no fue planteada adelantadamente por Spitz cuando la planteó como un soporte lógico para la estructura psíquica, al decir que primero venía el no y después el si. Lacan retoma esta idea y dice que es el primer no, estas primeras negaciones que implica la constitución subjetiva del niño, que son las que permiten a los niños pequeños “tener el superyó de mi perro”. Eso quiere decir, simplemente, que acepten la voz del Otro que prohíbe o acepta. Es un no práctico, como dice Spitz. En algunos niños, ese no práctico no ha sido instituido por falencias en la estructura de la transmisión de la lengua materna. O sea, es un efecto de transmisión de la lengua materna y de la posición de los padres. 

Otra cita: Un hijo es el producto del malentendido sexual entre los padres. Malentendido inevitable, aunque se lleven fenómeno, porque entre hombre y mujer siempre hay historias diferentes que le serán transmitidas, epopeyas, situaciones de elogio o de adversidad el espejo con el cual se miran, situaciones con las que tienen que salir del espejo, por ejemplo, para tener amigos. Hay un punto de la imagen especular que es primero la imagen real, la imagen virtual como constitutiva del yo. Esta imagen virtual ya implica que que el florero y las flores se junten, que pueda haber un cuerpo. Pero si nos quedamos mirándonos al espejo en la imagen virtual vamos a tener un problema que llamamos narcisístico, donde el otro puede pasar por al lado como si nada. Es un problema en el segundo tiempo del estadío del espejo, que tiene que dar lugar a un tercer paso, que es dar vuelta la cabeza y esa imagen donde está el nene o la nena para que el Otro, generalmente la madre, autentifique ese nombre. Ese movimiento genera la posibilidad del ideal -ya sea fuerte o liviano- y genera la posibilidad del lazo social con el semejante. 

O. avanza mucho en este terreno. Los padres podían esperar más o menos, pero al final me dice de fabricar una máquina de parar. ¿Cómo se arma una maquina de parar? Fuimos construyendo con un revólver de plástico que había en el consultorio. Él quería parar, darse la cabeza contra la pared, tanto en su conducta habitual, en su juego y su relación a los otros. Él generó una demanda de análisis y fue realmente una experiencia de la que aprendí mucho. 

Para una clínica de la hiperactividad, hay que poner en la escena la pulsión una escena lúdica, una escena gráfica, una escena argumentativa. La pulsión no puede ponerse arriba de la mesa, la pulsión es un recorrido del que incluso Freud dice que es un mito. La pulsión es un mito, pero hay que nombrar los recorridos de las zonas erógenas y la constitución de las zonas erógenas en relación al objeto. La pulsión aparece desde la fuente, hace un recorrido alrededor del objeto, no lo acapara. Si se trata del oral, solo podría ser morderse sus propios labios. Freud lo dice y Lacan también: se trata de girar alrededor del objeto a, que no es ningún objeto encontrable. El objeto a se especifica en las especies de los objetos pulsionales. No me como mi boca, simplemente hay un objeto que puede aparecer en los campos pulsionales: oral, anal, invocante, escópico. Participan como un objeto a, que causa el recorrido de la pulsión y bordea zonas del cuerpo, no atrapa el objeto en sí mismo. Por eso puede haber 2 personas obesas que el objeto oral les funciona de manera diferente, porque el recorrido de la pulsión es diferente. A uno le puede gustar lo salado, lo dulce, besar, morder, lo que fuera. Recorre una zona, pero nunca lo atrapa totalmente, momento por el cual ese no atrapamiento del objeto permite un nuevo recorrido de la pulsión. A veces esto es de tal intensidad, que no para, como en la hiperactividad. Acá no hay cuerpo ni objeto a recorrer, esto hay que armarlo en la clínica.

Por otra parte, estos recorridos pulsionales van a indicarnos dónde estamos respecto a la constitución subjetiva de un niño. No todos los momentos son iguales. Hay tiempos instituyentes y hay tiempos instituidos (post Edipo). Tanto Freud, como Lacan o cualquiera de nosotros podemos decir que el recorrido de la pulsión es la única satisfacción registrable. La demanda y la satisfacción pareciera que van juntas, pero se llevan bastante mal y desacuerdan todo el tiempo. El drang pulsional cuando no hay relación de objeto o el cuerpo no está configurado con la relación objetal, el drang funciona de manera imparable y constituye la hiperactividad. Podemos darle alguna medicación, dormirlos o anestesiarlos, pero tengo la impresión que no es lo mismo pasar del demoñito al “de moñito” tan elegante. Creo que eso cambió su situación ante el Otro.

Caso de ADD: Paula.
Se trata de una nena que la perdí en manos de INECO. No fue nada sencillo y aprendí muchísimo con su caso. Fue complicado el lugar del analista, el lugar de la fonoaudióloga que se llamaba también Liliana, del neurólogo y la escuela. Era una nena que parecía siempre un poco atontada. Cuando llegó al consultorio, yo ya sabía que era melliza de un hermano que padecía de autismo. Ella nunca rendía en ningún nivel de la escolaridad. Desde el jardín de infantes venía presentando problemas de adecuación en cualquier currícula. Decía cosas extemporáneas que quedaba fuera de lugar. Era muy simpática. En el consultorio, me dice “Qué lindo lugar, ¿me lo podrías prestar para hacer una pijamada?” Ela quería estar con otros. 

El trabajo con ella no fue sencillo. estaba medicada por un neurólogo muy conocido, con vitaminas para un mejor funcionamiento cerebral. Yo me sorprendí por el tratamiento que había indicado, pues lo conocía de nombre. Ella decía que no le servía, que cuando todos los compañeros escribieron una página, ella escribió poquito. Ella se daba cuenta de la problemática. Caracterizada como déficit atencional por todo el equipo tratante, me la derivan vía la analista de la madre, pero nunca estuvieron muy de acuerdo. 

Para los padres, el problema de Paula comienza a partir de un litigio familiar, cuando la nena era muy chica, donde dicen que la nena quedó descoldaga del mundo y la trataban como tal. Nunca una invitación a un amiguito, nunca favoreciendo el lazo… La mamá estaba en otra cosa, que era el tratamiento del hermanito, que padecía de algo más grave y profundo. Paula era poco invocada por el deseo materno. La empleada que la iba a buscar cuenta que la madre comía alfajores y no le decía ni una palabra de los chicos. Paula nunca estuvo en el campo materno, pero se las ingeñó para acceder a la lectoescritura, para acceder a simbolizaciones, para acceder a enlazar trazo e imagen, significante y cuerpo. Ella podía decir muchas cosas, como “¿Viste que mi mamá siempre está distraída? Después me dicen a mi que hago lo mismo”. “Ella mira para otro lado y a mi no me salen las cuentas”. 

Una gran colega presentó un trabajo llamado “Madres desatentas, hijos distraídos” y casi es un aforismo del tema del ADD. A veces hay causas neurológicas, orgánicas, que no descartamos porque no somos necios. No todo pasa por la ocurrencia de la palabra; podemos descartar problemáticas que pueden incidir en la llamada desatención. Hay desatenciones de varios tipos, algunas que generan dificultades muy difíciles de atravesar y otras que se las llama así de modo genérico sin tener en cuenta la singularidad del niño. Escuchar la singularidad del niño.

Paula se negó a tomar las pastillas de Ritalina que el neurólogo recetó, que iba a aprender todo lo que en la escuela le dijeran. Era así, tres pasos más adelante de lo que podía ver la familia. Se negó a tomar la medicación, decía que la dejaba dormida y que en lugar de estar mejor estaba peor. Ella producía todo este material simbólico y también podía producir en la escuela. Podemos decir que esta desatención de los padres estaba vinculada a un secreto familiar. En un momento tengo una entrevista con los padres, como las entrevistas que mantenemos habitualmente en la clínica con niños. Y mientras ellos hablaban de sus hijos, les digo que hay cosas que Paula no entiende porque no sabe o porque están ocultas. Yo me refería a la fertilización asistida por la que había pasado. Y los dos me contestan, al mismo tiempo, “Nosotros nos prometimos nunca decirles la verdad, que son producto de ovodonación”. Esto no tiene nada particular hoy por hoy. Me dicen que yo tampoco podría decirlo. ¿Qué hace un analista con un secreto familiar? ¿Cómo transmitir algo que me piden que no transmita? Una vez que entró por acá, no tiene remedio. Ese saber insabido y que además tenía que permanecer en secreto oculto para varios niños, mi impresión - que se las dije a los padres- era que justamente iba a traer obstáculos en el conocimiento y en la adquisición de nuevos conocimientos curriculares y escolares. Ahí es donde me parece que Paula hizo síntoma y empezó a salir, sin que yo dijera nada. 

Paula dibujaba a la madre con un tercer ojo, que a veces veía algo y a veces no veía nada. Daba gusto esperarla en la consulta. Ese secreto familiar y no querer informar, que seguramente estaba en la tela de transmisión familiar, producto del malentendido sexual de los padres; cuando eso tapona, tapona también la adquisición de conocimientos, que los americanos llamaron déficit de atención. Esto tiene mucho que ver con la tela del lenguaje familiar y el caso de Paula es muy interesante, y la verdad tiene un lugar muy importante cuando el analista tiene ganas de escuchar.

Pregunta: Hoy en día hay un discurso que propone la libertad del niño para elegir. ¿Cómo los determina en su constitución?
L.D.: Me parece que estás relacionando algo que pasa en la cultura de este momento, que vía los discursos de la tecnología, lo jurídico y lo médico alguien puede elegir al sexo al cual quiere pertenecer con una facilidad muy grande, desde la técnica y desde lo jurídico. En el tiempo del espejo cuando el nene dice soy Juan o soy Juana, que el Otro le ratifica lo que el niño dice, eso tiene consecuencias, más allá de la ley social, de identidad de género, que es un avance dentro de nuestras cuestiones jurídicas. ¿Puede un niño elegir al sexo al cual quiere pertenecer? Es el adulto el que ratifica una imagen, el deseo no da lugar a tanta cosa. La tecnología de hoy nos permite que yo mañana venga y diga que soy Alfredo Donzis.

La tecnología médica permite opciones quirúrgica y terapias hormonales que permiten estos cambios. ¿Puede hacer esto un niño? A mi me gusta plantear que la infancia es un tiempo de espera, pero hay padres que les resulta divertido llamar a su hija Cacho, por poner un caso,  y eso no es sin consecuencias en la sexualidad dee sa hija. En cuanto al tercer tiempo de asentimiento de Juan o Juana, tenemos el tiempo de declaración de sexo y eso no es ningún asunción sexual. El niño, en ese tiempo, declara un sexo u otro, lo que pase con eso no es banal ni sin consecuencias. 

Pregunta: Más allá de la sexualidad, ¿Qué pasa si este Otro materno no dice nada por suponer que ese decir nada otorga la posibilidad de poder elegir? Más allá de lo sexual...
L.D.: Aunque querramos decirlo todo, eso es imposible. No hay ningún simbólico que cubra lo real, no hay manera de esto y lo que no se dice con palabras se dice con la punta de los dedos, según Freud. No hay ninguna forma discursiva que complete, no hay universo del discurso. 

Pregunta: Pensaba, en esto de elegir,  si el deseo era el del niño o de ese Otro.
L.D.: No hay manera que podamos definir un discurso directivo de los padres para formular. En el caso de la Joven homosexual, cuando el padre dice que quería que su hija fuera heterosexual, y Freud dice que es es tan poco práctico transformar a alguien que decidió cierta línea sexual, ya sea transformar a un heterosexual en homosexual o a un homosexual en heterosexual. El discurso familiar incide, pero no solo es el enunciado, sino la enunciación.

Un niño surge del deseo, dice Lacan, siempre que ese deseo no sea anónimo. Eso quiere decir que tiene que tener un nombre. Como es caprichoso el azar, no podemos pronosticar que de ese discurso de los padres surja tal o cual cosa, porque los avatares de lo real van a incidir que de la historia de cada chico vayan incluyéndose situaciones que incidan en su subjetividad. El ideal familiar va a incidir en el niño, la libertad nunca es absoluta. Está determinada por la cultura, por la enunciación, por el ritmo del deseo. 

viernes, 16 de agosto de 2019

Constitución del yo: problemáticas clínicas en la niñez

Apuntes de la conferencia dictada por Liliana Donzis, el 21/08/2018.

En el pizarrón:

Mi intención es situar la constitución del yo en Freud, lo necesario que fue para Freud construir los conceptos de yo y narcisismo. A partir de Freud, en la enseñanza de Lacan, aparece la identificación especular en la que el yo se constituye a partir de la mirada de la madre, cómo esta mirada produce un reflejo y en ese reflejo de constituye ese yo, ese núcleo del yo.

Freud abre el psicoanálisis con una invención. Él viene de la neurología, trata a sus famosas histéricas, avanza en la clínica de esos primeros pacientes y en un momento descubre el inconsciente. Ubica representaciones inconscientes que por ciertos procesos pasan a la conciencia. Estos procesos inicialmente los llamó censura. La censura impide el paso, o una censura que se relaja y permite el pasaje de esas representaciones inconscientes, en las que él va ubicando representaciones muy primitivas, por ejemplo, lo oído y lo visto primordial. Años más tarde, Freud dice que lo oído y lo visto primordial hace que cada quien tenga su inconsciente. Ubica esto de lo visto y oído primordial, primario, instituyente, ubica estas representaciones inconscientes como aquello que va a permitir lo instituyente del sujeto. De esta manera, Freud tiene un primer esquema del aparato psíquico.

Este primer esquema (esquema del peine) ubica las representaciones y las huellas mnémicas entre la conciencia y la motilidad. Esta es la primera tópica freudiana. Esta primera tópica, entre inconsciente y preconsciente. Uno escucha que el psicoanálisis hace consciente lo inconsciente. Esta frase ubica todas las transformaciones que en estos años de psicoanálisis merece esta afirmación: ni es tan sencillo hacer consciente lo inconsciente, ni tampoco tenemos la chance de que la cura sea hacer consciente esas representaciones. A su vez, dejo una discusión pendiente: ¿qué entendemos por representación? ¿Es una imagen, es una letra, una asociación? Esto merece un debate.

Con estos elementos Freud empieza a analizar a sus pacientes. Escribe La interpretación de los sueños y va apareciendo otro tema que es de importancia, que es la cuestión de la libido, la cuestión de las cargas que catectizan el cuerpo, que le ponen libido a algunas zonas del cuerpo y que obligan a Freud a situar lo que él llama pulsiones. Pulsión de vida, inicialmente, partida en 2: pulsión de autoconservación y pulsión de conservación de la especie. En esta trama de pulsiones, que luego serán las pulsiones Eros, pulsiones del yo, a Freud se le hace un problema: aparece un cuarto catectizado. Y si bien desde 1895 en Proyecto de una psicología para Neurólogos intenta armar un modelo diferente a partir de los haces neuronales y los recorridos de esos sistemas que él llamaba neuronales, empieza a ubicar algunas cuestiones que son de enorme importancia acerca de lo instituyente del sujeto, cómo surge un sujeto del lenguaje y además cómo surge un sujeto del inconsciente.

El caso Dora es de antes de 1910, el caso Juanito, Tres ensayos para una teoría sexual, que nos brinda hoy la posibilidad de seguir pensando las nuevas modalidades de presentaciones sexuales en la clínica. Hoy podemos seguir pensando a partir de esos 3 ensayos (ensayos sobre perversión, ensayos sobre niños y sobre la metamorfosis de la pubertad), seguimos pensando y seguimos encontrando fuentes para pensar ciertas presentaciones en la clínica y en lo social. Estas presentaciones, no digo que no sean naturales, se producen a partir de revoluciones respecto de las posiciones sexuales, como lo trans. ¿Es perversa la homosexualidad? Freud dice que no. ¿Hay acto sexual consentido antes de pensar la metamorfosis de la pubertad? Freud dice que hay 2 tiempos de los comienzos de la sexualidad. Uno en la infancia y otro segundo tiempo definitivo respecto de la función sexual a partir de la metamorfosis de la pubertad en la adolescencia. Freud ya en su tiempo produjo una revolución en la que hoy nos apoyamos para pensar y repensar lo trans en la niñez, el cuerpo del adolescente, las cuestiones que se presentan en lo transgénero, etc.

Inicialmente Freud no contó con el concepto del narcisismo, sino que lo crea y lo renueva en 1914, cuando escribe Introducción al narcisismo, que donde conceptualiza lo que él entiende por narcisismo. Habiendo trabajado esta primera tópica, Freud requiere de una nueva vuelta para poder articular pulsión (de vida, en ese momento), cuerpo y lenguaje, por así decirlo. Requiere de todo un tiempo de trabajo para poder acceder a este nuevo concepto. Este nuevo concepto, para Freud es absolutamente necesario para pensar la sexualidad, la pulsión y la relación de objeto (la relación del sujeto con el otro, con el semejante), ya sea universitaria, amorosa. El sujeto formula y se dispone a una relación de objeto sin conciencia de su elección. Creemos que elegimos con toda libertad, pero está absolutamente predeterminada por este tiempo instituyente, este tiempo original en el cual el sujeto o el niño freudiano va armando en tiempos (niñez y pubertad), que son sucesivos y aprés coup. Es un tiempo de ida y de resignificación. Lo que llega después resignifica lo anterior. Freud tiene esta noción de tiempo, él ubica un tiempo en la infancia, un tiempo de catectización del objeto en un tiempo de constitución, que necesita instaurar un nuevo acto psíquico para conceptualizar en el sujeto esto que se instituye, que es el yo y que no es equivalente al inconsciente.

Esta primera vuelta de Introducción al narcisismo y que Freud toma para su trabajo la constitución del yo, también toma la cuestión de lo pulsional y la libido. En este tiempo de constitución del yo, va a organizar las pulsiones autoeróticas. Freud requiere organizar este nuevo concepto, que le abre la puerta teórica para pensar la segunda tópica: yo, ello y superyó. La historia del psicoanálisis bascula entre la primera tópica y la segunda. Las tópicas no son antagónicas, sino que son lógicas diferentes. Los postfreudianos de los años ‘60 sostenían la existencia de la segunda tópica, entonces permanentemente trabajaban la cuestión de el superyó, el ello como reservorio pulsional y el yo como moderador de la realidad. La historia del psicoanálisis de esos años está atravesada por el trato del aparato psíquico a partir de la segunda tópica.

En ese sentido, cuando adviene Lacan con sus lecturas y el retorno a Freud, pareciera que por un largo tiempo el yo tuvo muy mala prensa. En los primeros tiempos del retorno a  Freud planteado por Lacan, el yo y el narcisismo tienen mala prensa. Todo era primera tópica. Creo que fue una respuesta a ese empuje que cobró la cuestión de las relaciones objetales en el post-freudismo. Por suerte hemos recuperado este concepto de narcisismo, porque es indispensable para pensar lo instituyente en Freud y la serie de las identificaciones en Lacan, donde las identificaciones como formadoras del yo es imprescindible para la clínica y para la teoría.

En 1914 Freud discute con Jung, uno de sus primeros discípulos, quien planteaba que la libido no era exclusivamente sexual. Freud dice que la libido siempre es sexual, que no es lo mismo que genital. Sexual es porque concierne al deseo, a lo pulsional y es lo que da fuerza al trabajo subjetivo. Es lo que nos hace hablantes y deseantes. Estas son consideraciones muy tempranas en el sujeto. Un bebé estimulado elige sus propios juguetes, decide entre opciones posibles. La elección de objeto se sexualiza, se libidiniza y está de alguna manera predeterminada por la posibilidad de la separación de las determinaciones o las influencias de los otros primordiales, como un trabajo que cada uno hace a lo largo de su vida.

Freud discute con Jung si la libido es sexual. Jung propone para esos objetos de interés del sujeto, que hay objetos predeterminados filogenéticamente. Hay una simbología jungiana que ubica algunas imágenes ancestrales, primordiales que tienen que ver con la filogénesis. Hay test proyectivos que tienen esta base, que hay una cierta relación entre un objeto o imagen de objeto y un signo. Freud decía exactamente lo contrario, es decir, que hay ciertas cuestiones representativas para cada sujeto y que la libido siempre es sexual y no necesariamente es genital. Es sexual porque hay lugares erógenos en el cuerpo, zonas erógenas que bordean los orificios del cuerpo y que han estado prestadas y ligadas a lo que fueron las primeras demandas amorosas de la alimentación, la visión (“lo visto y lo oído primordial, que hace que cada quien tenga su inconsciente”), con los cuidados de alimentación y de higiene y sobre todo la palabra del Otro. Los padres dan sentido a cada cosa que hace el bebé. Es como un enchapado de palabras a una queja o a una vocecita de un bebé que para los padres al principio es un desconocido. Esas palabras y esos cuidados van generando una demanda del Otro, que le ponen palabras e infinitas significaciones, aunque el bebé al principio no entienda nada. A la larga, lo va a entender perfectamente.

La demanda del Otro va ubicando en los orificios del cuerpo una catectización y esta catectización es pulsional, en el terreno libidinal. Freud se encuentra que hay trabajo pulsional desde lo más primitivo del bebé, desde el primer día, en tanto y en cuanto se trata de un bebé que se convertirá en un ser parlante. Por eso le enchapan palabras, cosa que no sucede con los animales. La pulsión va con todas estas palabras, que hacen que la pulsión se constituya. Previo a esto, sin llegar a lo evolutivo, hay un acto de transmisión de esa palabra y que algo de esto se incorpora entre el afuera y el adentro. Hay una entrada en el lenguaje, las significaciones vienen del Otro y son demanda del Otro. Y acá empiezan a aparecer los problemas respecto de la transformación de esa queja libidinal autoerótica, las pulsiones autoeróticas que son pulsiones desorganizadas, que buscan una satisfacción. Hay una serie de sensaciones placenteras y displacenteras,  porque el cachorro humano depende por su prematuración de otros.

¿Qué pasa en el momento de la incorporación del lenguaje? Aparece lo autoerótico, que no quiere decir solamente hacia sí mismo. Autoerótico es para Freud lo desorganizado de la pulsión. Pulsiones que están dispersas y que van a requerir de algo que las unifique. Freud ahí dice que es un nuevo acto psíquico que va a ttatar de unificar los recorridos pulsionales, no en una sola pulsión total, sino que siguen siendo pulsiones parciales relocalizadas. Es decir, que cuando uno tiene 2 años y le preguntan ¿quién está tocando la puerta? El niño diga “el nene” o “Agustín”, que es como lo nombran los otros. Hay algo que se produce en tiempos muy primarios instituyentes y Freud dice que se produce un nuevo acto psíquico sobre el auerotismo. Este nuevo acto psíquico él lo llama el yo.

El yo es algo producido y es una producción libidinal y es tan libidinal que toma del mito de Narciso mirándose al espejo del lago. Toma un mito y llama narcisismo a esto que se constituye con este nuevo acto psíquico que produce el yo y también el narcisimo. En esa conjunción se produce, primero, un objeto: la comida, correr la pelota, el juguete, etc. En ese punto Freud plantea que hay una unificación, no una confusión sino una unificación, porque lo que se unifica es el cuerpo. Ese nuevo acto psíquico produce la imagen de Narciso y eso absolutamente propiciatorio que llamamos narcisismo. El narcisismo no es equivalente a decir hoy me quiero mucho, hoy me quiero poco. Cuando un paciente nos dice que su autoestima está baja, si se ponen a escuchar bien e historizan un poco, van a ver que no se trata de ninguna autoestima baja, sino de un enorme amor propio. Por amor propio y amor a uno mismo no se está conforme con aquello a que se accedió. Hay inhibiciones que dependen de esta constitución yoica. la inhibición depende y es en el yo. Este concepto es indispensable para pensar la clínica y ahí va Freud.

En resumen, en 1914 Freud inaugura La metapsicología, Pulsiones y sus vicisitudes, Lo inconsciente, La represión y se abren toda una serie de textos formados de la metapsicología que son profundamente teóricos. Oscar Masotta decía que no hay nada más práctico que una buena teoría. El concepto de narcisismo se basa en el autoerotismo, en las pulsiones parciales, el requerimiento de una unidad corporal llamada narcisismo, que propone y produce una imagen del cuerpo. La superficie del cuerpo y también lo llama identidad corporal. Un nuevo acto psíquico en tiempos primordiales e instituyentes, si o si se tiene que dar. Si se dan, estamos en condiciones de plantear el camino a la neurosis.

Si este nuevo acto no se produce o se detiene, estamos en problemas serios. El esquema corporal no se va a producir. Si no hay cuerpo y este aparece fragmentado en forma permanente (y no en forma momentánea, como nos puede pasar a todos ante la angustia, ante el efecto de lo siniestro) es probable que el sujeto se derrita ante ciertas circunstancias y no pueda sostener esa articulación entre cuerpo, palabra y entre pulsión y lenguaje. Estamos ante la aparición de fenómenos ligados a problemáticas muy graves. Entonces, este nuevo acto psíquico va a articular la elección de objeto y el yo, que se formula a partir de un objeto desde Freud, a partir de un objeto se formula y se trata a si mismo como un objeto. Se trata a si mismo en el lugar de un objeto. Ese es el yo, que tiene una cercanía absoluta y al mismo tiempo hay una objetivación en el yo. Freud enseña varios tipos de elección de objeto, según una madre nutriz o la apoyatura.

Este yo corporal, entre otras cosas, ligado a lo pulsional en este tiempo, -pulsiones de vida, de autoconservación y de conservación de la especie,- va a afectar el cuerpo como función en las zonas erógenas, que tendrán una fuente, un objeto, etc. Lo pulsional no es sin este esquema del narcisismo, sin esta unificación corporal. La idea de esta gestación de la unidad corporal llamada narcisismo y yo, es absolutamente indispensable para la clínica y para el sujeto freudiano. El yo es el que va a producir imágenes, esas imágenes que a veces se nos van colando en nuestras ideas sobre lo que en Freud aparece nombrado como representaciones inconscientes. ¿son una imagen? ¿Corresponden a una imagen las representaciones inconscientes freudianas, o la imagen es del yo? Entonces, no necesariamente es inconsciente. En Freud, la imagen tiene un lugar en parte consciente y otra que es inconsciente. Hay toda una psicología, la del ego, que hicieron su agosto con esto y que tiene tomado el paradigma de la psicología americana. Proponen que el yo tiene una zona libre de conflictos y entonces clínicamente se trabaja con esa zona libre de conflictos, lo cual nos trae cierta modalidad de trabajo. Aún los psicólogos del yo apostaban al inconsciente, aunque le daban importancia a esa formación constitutiva y de relación con la llamada realidad externa. Ellos conforman la realidad externa con la interna y de ahí sacan algunas conclusiones clínicas. En EEUU pasa otra cosa: ya no hay un interés en la psicología del yo y en el inconsciente, sino que se trata de una clínica de la evidencia en la que se basan los tratamientos comportamentalistas. Se pierde la singularidad de los casos, entonces aparecen los Asperger, los TEA, los TOC, etc. Se pierde la historia y la subjetividad de cada uno, incluso la modalidad particular en el que cada quien construye este yo corporal y su imagen corporal.

Lacan toma la idea del yo freudiano, la idea de imagen del cuerpo y aporta algo importante, que es que el yo surge por identificación. Se identifica especularmente a esa imagen en el espejo. ¿Cómo se produce esa imagen en el espejo? Es la mirada del Otro que permite y que produce, fabrica e instituye que en esa imagen algo se refleja. Ese algo que se refleja es ese hijo, que en un tiempo muy primario se ve en esa mirada y desde esa mirada no solo surge una imagen de si, sino también surge un nombre de si mismo.

El modelo óptico. Las flores están bajo la mesa y arriba, el florero. Está el espejo cóncavo, el espejo plano y el ojo. El florero se refleja en el espejo y del lado izquierdo se produce una imagen virtual. Del lado izquierdo está la imagen real. Imagen de objeto que se refleja y algo que está separado, como las flores del florero, aparece una imagen virtual al otro lado del espejo del florero con las flores. Es una experiencia de la óptica que permite dar cuenta del reflejo unificado que pasa al otro lado. Lacan usa este modelo en 1948 y dice, respeto a la constitución del yo, que la constitución del yo es esta identificación a la mirada del Otro que unifica el cuerpo y la llama imagen virtual. No es real, es una imagen más o menos deformada. En cuanto es una imagen, puede o no mantener cada uno de los puntos de la imagen real.

Hay un tercer movimiento: imagen real i(a), imagen virtual i’(a) que está reproducida y un tercer movimiento que es que el niño constituye en la mirada del Otro su propio yo, pero tiene que autentificarlo. Ese es el tercer paso, cuando da vuelta la cabeza y autentifica en la mirada del Otro aquello en que se vio. ¿Quién está ahí? Agustín. Se da vuelta y la madre le festeja. Esa es la autentificación. El asentimiento del Otro en esta operación se realizó. Es menester este tercer movimiento.

Como no me gusta hablar de tiempos, prefiero llamarlos movimientos. Un movimiento de la imagen real, su reflejo como imagen virtual (acá escribimos el yo), pero este yo requiere de alguna autentificación, de alguien que preste un acuerdo a que eso que está ahí es, que existe. Esto es el asentimiento. Estos 3 pasos generarían un nene o una nena que pueden hacer lazo social, tener amiguitos, bancarse si un día no le va bien, un adulto que pueda estudiar, amar y trabajar. Este tercer paso es absolutamente indispensable.

En i’(a) también se forma el ideal. En el ideal del Otro se forma el ideal y acá hay una primera articulación entre la imagen, la presencia y la ausencia. El niño va sintetizando y extrayendo hasta poder decir “soy yo”. Tenemos el yo formal, ese que se auto-ubica como el sujeto. Si los 3 movimientos se dan, estamos con una imagen del cuerpo, de un cuerpo que es en un principio una gestalt, una superficie corporal, una unificación de esa prematuración y se llega a una unidad corporal con una primera declaración de sexo. El niño se ubica como niño o niña y esto no implica todavía ninguna asunción sexual. Puede ocurrir que se nombre como lo nombra el Otro según el deseo del Otro y entonces Agustín se llame Agustina. Esto está presente en nuestra vida cotidiana, no es nuevo, solo que ahora se dice.

Si estos movimientos se detienen en el primer paso, en la parte izquierda, Lacan nos dice que lo que se va a producir es despersonalización y va a hablar de fenómenos psicóticos. Si alguien se quedó en este paso, está sonado. Va a tener incoherencias, incongruencias y su propio drama. Esto vemos en los niños cuando no está ubicada la imagen, que hay un déficit en la constitución de la imagen y en la constitución del yo. No nos vamos a encontrar con niños psicóticos, sino con niños autistas con dificultades de entrada en el lenguaje, con problemas del enchapado de palabras que hablábamos antes. Fracasa la transmisión de la lengua. Podemos hacer muchas cosas para que algo de la imagen se produzca cuando el yo no se constituyó. También nos vamos a encontrar con desorganizaciones yoicas, que los psicoanalistas trabajan muy bien, como Winnicott. Ricardo Rodulfo también tiene todo un libro dedicado a la desorganización yoica. Silvia Amigo también.

Cuando el déficit se produce en el segundo paso, en la instalación de la imagen, y no hay presencia - ausencia de la imagen, cierta flexibilidad de la imagen, vamos a encontrar con lo que los cognitivistas llaman problemas de falta de empatía, Asperger, lo ubicamos en el campo del sentido que no se relaciona con presencia-ausencia, es decir, con los símbolos. Acá están comprometidos los primeros tiempos de vida las miradas del Otro, que puede ser el padre o la madre. También nos encontramos con problemáticas de la hiperactividad, que es producto del déficit en la constitución del cuerpo. El cuerpo y las pulsiones que no se organizan, la piel del cuerpo no se ha formado o no se ha formado del todo. La piel del cuerpo, la constitución del yo y del narcisismo se pierde y los chicos encuentran como único límite las paredes, el piso, el cuerpo del de al lado, la rotura de objetos. No pueden parar, el cuerpo está esclavizado al recorrido pulsional que no se detiene en una satisfacción, en un encuentro, aunque sea mínimo y fugaz con el objeto. La pulsión anda sola, a mil, sin un cuerpo unificado al cual acomodarse. Lo que se conoce como Asperger son problemas en el campo del sentido, faltan o hay dificultades en el lazo social, pueden caer para el lado de las psicosis a posteriori o tramitarse, dependiendo de factores.

Pregunta: Vos diferenciás yo de Narcisismo...
L.D: Si, los diferencio. El yo es narcisista, es ese nuevo acto psíquico que además recae sobre el sujeto de la oración. El narcisismo es el envoltorio de esa imagen. No concierte a ese nuevo acto en el cual alguien dice “yo”, sino que ese yo debe estar narciseado. Se puede confundir si uno dice que hay constitución del yo y constitución del narcisismo. Uno va de la mano del otro, pero me parece que clínicamente uno tiene que hacer algunas especificidades. De hecho, cuando hablábamos de desorganizaciones yoicas, hablamos del yo desorganizado, pero de la pulsión.

Pregunta: Vos hablaste del autoestima y me gustaría que lo explicaras un poco más.
L.D: Hay una observación: en las melancolías, estamos entre la imagen real y la imagen virtual, hay una pata en la melancolía en la psicosis y la otra pata en la neurosis, si uno tuviera que hacer una separación tajante. En las melancolías está esta inquietud desmoralizante, esta invasión de pena permanente, esta falta absoluta de poder soportarse sin destruir la imagen del sujeto. En las melancolías de la infancia, que las hay, no se termina de producir ese yo que pueda soportar una mirada sin destruirse, una mirada que lo catectiza. En las melancolías vemos que hay un dpeficit en la constitución del narcisismo y que podemos leer como esa baja de autoestima, que en realidad es un deterioro en la imagen de si, porque está identificado al objeto resto. La mirada del Otro lo ubicó como un resto, no como en el caso de los padres que ven dedos de pianista en sus hijos, desde el ideal materno.

En la neurosis no melancólica, cuando viene un sujeto a decir que no tiene autoestima y que se siente mal, lo que uno escucha en el consultorio es que hay una elevación del amor propio y entonces la vara es muy alta y en ese lugar aparece esto de no tener autoestima. Porque si tenés dedos de pianista y no llegaste ni a la esquina, ahí hay una confrontación con la imagen al ideal. Esto es una provocación del narcisismo. No es el mismo caso de la posición melancólica.

Pregunta: El complejo de narcisismo es complejo. Freud hablaba de las psicosis como neurosis narcisistas y a mi se me arma una dificultad teórica.
L.D: Lo que Freud planteaba respecto de la psicosis, hasta donde él pudo llegar, que él llamaba neurosis narcisísticas, es precisamente que no se presentaba la posibilidad del objeto. Entonces, la libido recae sobre el propio yo. Hoy con Lacan podemos seguir sosteniendo la dificultad con el lazo social. La discusión con la que Freud comienza Introducción al narcisismo es precisamente esta.