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viernes, 27 de octubre de 2023

Condiciones del desencadenamiento en las neurosis

 Trataré de ubicar la coyuntura subjetiva que puede dar lugar al  desencadenamiento de las neurosis en su forma sintomática y tomaré para eso  algunas referencias de Freud y de Lacan.  

Quiero situar, de entrada, lo que me parecen dos coordenadas centrales  para abordar el problema, tanto en Freud como en Lacan, aunque sin perder de  vista sus diferencias y sus variaciones. 


En primer lugar, tanto uno como otro, ubican el momento del  desencadenamiento teniendo en cuenta la articulación en dos tiempos  necesaria para la producción del síntoma. Para responder a una situación  actual desencadenante, se actualiza una constelación significante, de valor  traumático, cuya incidencia ha sido decisiva para el sujeto. El carácter de esta  situación pone en juego tanto una articulación significante como una condición  de goce. El caso Emma, presentado por Freud en el Proyecto1, puede  considerarse para esto, un paradigma: una escena reciente actualiza y  resignifica, por un enlace significante (en este caso la risa), una escena anterior  que toma el valor de traumática y que hace referencia a un goce. 

En segundo lugar puede pensarse que el refugio en la neurosis y el  desencadenamiento sintomático, constituyen un modo de respuesta del sujeto  a esa coyuntura, respuesta por medio de la cual el sujeto encuentra una  modalidad de satisfacción sustitutiva y elude la realización de un acto que lo  confrontaría con la castración. 

II 

 Tomaré como primera referencia la Confrencia 23 de las “Lecciones de  Introducción al Psicoanálisis” 2 en la que podemos seguir estos temas. En  primer lugar Freud distingue allí la enfermedad, de la aparición de los síntomas,  así como la disposición infantil a la neurosis, de las situaciones actuales  traumáticas desencadenantes. Lo que caracteriza para él esta coyuntura  desencadenante es una insatisfacción libidinal (pérdida de goce) para enfrentar  la cual le caben al sujeto por lo menos dos alternativas: emprender los actos  necesarios para modificar las condiciones de satisfacción, o bien, valiéndose  del refugio en la neurosis, buscar una satisfacción sustitutiva a partir de una  regresión libidinal, por vía del fantasma, a puntos de fijación infantil,  satisfacción que entra en conflicto con el yo y que da lugar a la formación de  síntomas como transacción. La solución neurótica resulta asi para Freud una  alternativa a la dificultad para enfrentar otro camino de solución por vía del  acto. Es explícito en esto. “Los síntomas sustituyen una modificación del  mundo exterior por una modificación somática, o sea una acción exterior por  una acción interior, un acto por una adaptación3.


La coyuntura desencadenante enfrenta al sujeto con una elección y, en su respuesta, el  neurótico elude confrontarse con la pérdida, recurriendo a los caminos  facilitados por la fijación y la repetición. Los síntomas se presentan, en el lugar  de una satisfacción que no hay, lo cual permite abrir caminos de enlace con las  puntualizaciones de Lacan que subrayan el valor del síntoma como suplencia  de la realción sexual que no se escribe. 

III 

Freud retoma el tema en otros artículos, particularmente en “La pérdida de  la realidad en la neurosis y en la psicosis”4, donde también subraya el intento  del neurótico de resolver el conflicto anulando la modificación de las  circunstancias reales, y en el “Hombre de las Ratas5 que será nuestra próxima  referencia.  

 En el relato del caso Freud distinge claramente la ocasión de la consulta,  de la ocasión desencadenante de los síntomas. 

 La consulta se precipita luego de la angustia que le produce escuchar el relato del tormento de las ratas durante las maniobras militares, que coincide  con la aparición de la obsesión de la deuda surgida a partir del pago que debía  hacer por sus quevedos.6 


Pero Freud aclara que las obsesiones habían comenzado años antes y en  el historial se ve su interés por precisar la ocasión traumática desencadenante  de los síntomas, que le permita enlazar el ocasionamiento reciente con las  ocasiones infantiles. El trabajo del análisis le hace posible localizar esas condiciones en el plan de su madre, 6 años atrás, de casarlo con la hija de un  primo que le ofrecía brillantes perspectivas económicas. Nos dice “Tales  proyectos familiares hicieron surgir en él el conflicto de si debía permanecer fiel  a la mujer que amaba, carente de fortuna, o si debía seguir las huellas de su  padre casándose con la muchacha rica, bonita y distinguida que su familia le  destinaba. Y este conflicto, que en realidad lo era entre su amor y la voluntad  de su padre, vivo aún en él, lo resolvió el sujeto enfermando, o mejor dicho:  eludió, por medio de la enfermedad, la labor de resolverlo en la realidad7. Con  la enfermedad intenta eludir entonces las consecuencias de una decisión. La  incapacidad de trabajar que surge como consecuencia de esto y que le hizo  posponer varios años la terminación de sus estudios, es considerada por Freud  el principal resultado de la enfermedad y la prueba de sus concepciones  acerca del caso.8 


Vale la pena subrayar que el nexo entre este acontecimiento  desencadenante y los síntomas actuales es desconocido por el sujeto y que  sólo un trabajo de análisis y el camino de la transferencia (fantasía  transferencial con la hija de Freud) lo forzarán a convencerse de ello.9

 

Freud aprovecha este detalle, para hacer una distinción crucial entre las  condiciones del ocasionamiento en la histeria y en la obsesión: en la primera, las ocasiones recientes de la enfermedad sucumben a la amnesia lo mismo  que las vivencias infantiles y allí ve Freud la prueba de la represión ligada al  ocasionamiento traumático. En las neurosis obsesivas en cambio “es posible  que las premisas infantiles de las neurosis sucumban a una amnesia – a  menudo solo incompleta-; en cambio las ocasiones recientes de la enfermedad  se encuentran conservadas en la memoria” Se trata de “un mecanismo mas  simple: en lugar de olvidar el trauma se le ha sustraido la investidura de afecto  de suerte que en la conciencia sólo queda como representación indiferente”.10 

IV 

También Lacan en “El mito individual del neurótico”11 pone especial  interés por situar las condiciones del desencadenamiento y realiza una  distinción precisa entre el momento de desencadenamiento de la angustia y el de la neurosis. Reconoce el valor desencadenante que tiene el relato de suplicio que “conduce al sujeto a la puerta del analista”, relato que “provoca en  el sujeto un estado de horror fascinado, que no desencadena su neurosis, pero  que actualiza sus temas y suscita la angustia”12.  


Sabemos el valor que Lacan dio en la particularidad del caso a la  constelación original que presidió su nacimiento y su destino: la leyenda  familiar sobre la unión de sus padres con la marca de un casamiento por  convenienca y por otro lado la deuda del padre con un amigo al que no pudo  devolver el dinero. Y Lacan enlaza estos elementos iniciales de la constelación  subjetiva con el desarrollo último de la obsesión fantasmática situando “la gran  aprehensión obsesiva” como “el argumento imaginario al cual llega como  solución de la angustia vinculada con el desencadenamiento de la crisis”.13 Los  síntomas entonces, como solución de la angustia.  


Siguiendo a Freud ubica en el conflicto mujer rica/mujer pobre que se  actualiza en la vida del sujeto, “los elementos esenciales del desencadenamiento de la neurosis obsesiva”14 propiamente dicha, sin que el sujeto pueda conectar esa coyuntura con el desencadenamiento de sus  síntomas. Pero da un paso más. Destaca las transformaciones, que se  producen entre esta constelación inicial y la situación actual, siguiéndolas  detalle a detalle “Todo sucede como si las impasses propias de la situación original que en alguna parte no se resuelve, se desplazaran hacia otro lugar de  la red mítica, reproduciéndose siempre en algún punto.”15 Lo que caracteriza el  mito individual del neurótico no es solamente que se ponga en escena una  ceremonia que reproduce más o menos exactamente la relación inaugural que  se encuentra en ella como oculta sino que “la modifica en el sentido de cierta  tendencia”16, por medio de esas transformaciones. 


Por fin, destaca el papel que juega en la situación desencadenante la  asunción de la función viril y las condiciones en las que puede gozar de una  mujer. Allí el sujeto responde con un desdoblamiento narcisístico “donde yace  el drama del neurotico”17 que lo sume en un cuaternario mortifero. En la  coexistencia de diferentes planos y en la imposibilidad de unirlos se  desarrollará este drama.  

La importancia de las dificultades en la asunción de la función del  sexo reaparece también en su análisis del caso de histeria masculina que presenta en “El seminario 3”18. Lacan va siguiendo paso a paso los detalles del caso hasta construir las condiciones del desencadenamiento de los síntomas teniendo en cuenta el enlace entre la situación actual y las  constelaciones que lo determinan. Recordemos que el sujeto comienza con  dolores crecientes que avanzan hasta producir desmayos, luego de un  accidente por el cual cae del tranvía que conducía. Lacan menciona que “El desencadenamiento de la neurosis en su aspecto sintomático, aspecto que  hizo necesaria la intervención del analista, supone sin duda un trauma, el  cual debió despertar algo19 y hace referencia a posibles traumas infantiles  con los que podría ligarse, vinculados a escenas de castración. Pero “a  medida que se va presentando el material se observa que lo decisivo en la  descompensación de la neurosis no fue el accidente, sino los exámenes  radiológicos” a los que fue expuesto y nos dice que sus crisis “se presentan  muy evidentemente como vinculadas con el fantasma de un embarazo20

 

Este fantasma de embarazo remite por sus conexiones asociativas a una  escena de la que fue espectador y que lo impresionó de manera duradera:  un parto del cual sólo pudo sacarse un niño en pedazos. Toda una serie de  accidentes que le ocurrieron en su profesión de conductor de tranvías  pueden ligarse a la fragmentación del niño de la que fue testigo.  


Pero a Lacan le interesa acentuar el modo en que estos elementos  son empleados por el sujeto en su coyuntura subjetiva actual. Con la caída  del tranvia, que se ha vuelto para él un aparato significativo, el sujeto “se  pare a sí mismo”21. El tema del fantasma de embarazo domina, pero “en  tanto significante de la pregunta de su integración a la función viril, a la  función de padre”22. El sujeto se las arregló para casarse con una mujer que  ya tenía un hijo, y con la cual sólo pudo tener relaciones insuficientes y  Lacan afirma que “El carácter problemático de su identificación simbólica  sostiene toda comprensión posible de la observación. Todo lo dicho, todo lo  expresado, todo lo gestualizado, todo lo manifestado, sólo cobra su sentido  en función de la respuesta que ha de formularse sobre esa relación  fundamentalmente simbólica ¿Soy hombre o mujer?.23 Y subraya el enlace  de la manifestación sintomática del sujeto con la pregunta que hace “¿Soy o  no capaz de procrear?” , pregunta que “se situa a nivel del Otro, en tanto la  integración de la sexualidad esta ligada al reconocimiento simbólico”24. En la  medida en que la pregunta “¿Qué soy? ¿soy?... en tanto simbólica fue  despertada, y no reactivada en tanto imaginaria, se desencadenó la  descompensación de su neurosis y se organizaron sus síntomas”25. Para  Lacan, el paciente utiliza este material para expresar su pregunta. Podría  asimismo usar cualquier otro, para expresar lo que está más allá de toda  relación, actual o inactual, un “¿Quién soy? ¿un hombre o una mujer? y  ¿Soy capaz de engendrar?”26 

VI 

Si bien son referencias tempranas en las que Lacan no ha situado  todavía el valor traumático que toma en la estructura la no escritura de la  relación sexual, podemos encontrar aquí sus antecedentes. Una situación  actual que despierta una pregunta sobre el ser como ser sexuado, precipita  la descompensación de la neurosis, la aparición de la angustia y la  organización de los síntomas. ¿Tendrá esta pregunta alguna relación con la  insatisfacción libidinal de Freud? Podemos dejarlo para la discusión de los  casos.

 

NOTAS 

 

1 FREUD, S(1895-1950): “Proyecto de una psicología para neurólogos” en OC, Bs As, Amorrortu, 1982  pag 400/407 

2 FREUD, S (1916-17): “Lecciones de Introducción al psicoanálisis” Con 23: “”Modo de Formación de  síntomas” en O.C. Bs. As. Amorrortu 1991, pag 326/344 

3 ibid pag 334 

4 FREUD, S (1924)): “La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis” en O.C. Bs. As., Amorrortu, 1979, Tomo XIX, pag 195 

5 FREUD, S (1909): “A propósito de un caso de neurosis obsesiva” en O.C., Bs. As, Ed Amorrortu, 1980, Tomo X 

6 ibid pag 132 

7 ibid pag 156 

8 ibid pag 157 

9 ibid pag 157 

10 ibid 154 

11 LACAN, J (1953): “El mito individual del neurótico”, en Intervenciones y Textos, Bs. As., Ed  Manantial, 1985. 

12 Ibid pag 42 

13 ibid pag 43 

14 ibid pag 44 

15 ibid pag 48 

16 ibid pag 47 

17 ibid pag 48 

18 LACAN, J (1955/56): “El Seminario3:Las Psicosis”. Bs. As. Ed Paidos, 1984 . 19 ibid pag 241 

20 ibid pag 242 

21 ibid pag 244 

22 ibid pag 244 

23 ibid pag 244 

24 ibid pag 242 

25 ibid pag 242 

26 ibid pag 243


martes, 30 de agosto de 2022

Sexualidad, el carácter de la verdad y la mentira

Entrada previa: El psicoanálisis en la historia del pensamiento

Lo interesante es que en Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad", Freud supo postular la sexualidad como esencialmente polimorfa, aberrante. Así quedó roto el encanto de la supuesta inocencia infantil. Por haberse impuesto tan pronto, no se examinó detenidamente qué representa esta sexualidad en su esencia.

La sexualidad en Freud no es considerada como algo natural, sino más bien antinatural. Hasta entonces, la sexualidad se pensaba en términos de evolución, de manera que los etólogos hacían comparación del ser humano con los animales. Freud describe algo totalmente diferente, al proponer que la sexualidad hbumana está ligada al deseo y que además tiene una historia, cosa que no tiene la sexualidad de los animales. Hay, de esta manera, una sexualidad infantil y en el adulto.

Lo que se descubre de la sexualidad es que cualquier parte del cuerpo puede ser una zona erógena y que el objeto de satisfacción puede ser cualquiera. Krafft-Ebing fue un autor contemporáneo a Freud y escribió Psychopathia sexualis" (1886), el primer libro dedicado enteramente a las llamadas perversiones sexuales: travestismo, fetichismo, sadomasoquismo, homosexualidad, la zoofilia, etc. En el libro está el caso del fetichista de las trenzas, que toma Freud en El fetichismo

En Krafft-Ebing vamos a encontrar diversas prácticas que el considera aberrantes, incluso aquellas que para hoy serían normales. Freud va a decir que la sexualidad no responde a fines reproductivos, como los juegos, los besos, etc. ¿Pero cuál es la verdad en el orden de la sexualidad?

Habíamos visto que ni siquiera Sócrates podía decir que había una ciencia del amor y en Freud, la sexualidad va a ser algo erróneo, antinatural y traumático. Lo traumático lo encuentra a partir de escuchar a las histéricas .

Lacan va a decir que la sexualidad tiene que ver con la ética del deseo. Va a decir que "no hay relación sexual", frase que debe ser completada: no hay relación sexual que dé cuenta de un goce perfecto (incestuoso). Más que relación sexual, para lacan lo que hay es un aparejarse. Aparece el cuerpo que podríamos designar con el término de aparejo.

Dice Lacan:
"La integración de la sexualidad a la dialéctica del deseo requiere que entre en juego algo del cuerpo que podríamos designar con el término de aparejo - entendido como aquello con lo que los cuerpos pueden aparejarse en lo que toca a la sexualidad, que ha de distinguirse de aquello con que los cuerpos pueden aparearse".

Aparejo, por otro lado, es el conjunto de instrumentos, herramientas y objetos necesarios para realizar un trabajo o una acción.

La primera mentira de la histérica. Lo cierto es que Freud presenta una relación difícil con el concepto de verdad desde el inicio. y más aún con el concepto de realidad. En los primeros escritos, el concepto de realidad y de verdad son cuestionados. Es necesario referirse al proyecto para poder entender ciertas premisas que impugnan el concepto de realidad tradicional y efectiva (wirklichkleit) y el concepto lógico deductivo.

Por empezar, Freud hace suyo un concepto aristotélico: proton pseudos histericon. la expresión procede de los primeros analíticos de Aristóteles y se refiere a la primera premisa falsa en un silogismo. esa expresión había sido utilizada por un médico vienés, Max Herz, en una monografía presentada en un congreso de neurología, en la cual Freud era secretario en 1896.

Freud, de esta manera, ubica un primer falso enlace inicial en el caso Emma:
Emma está hoy bajo la compulsión de no poder ir sola a una tienda. Como fundamento, un recuerdo de cuando tenía doce años (poco después de la pubertad). Fue a una tienda a comprar algo, vio a los dos empleados (de uno de los cuales guarda memoria) reírse entre ellos, y salió corriendo presa de algún afecto de terror. Sobre esto se despiertan unos pensamientos: que esos dos se reían de su vestido, y que uno le había gustado sexualmente.
(...)
La paciente puede quedar curada de su fobia a las tiendas tras el desciframiento de que su miedo a entrar en ellas es miedo al encuentro con los hombres, pero este logro terapéutico no cura su rechazo sexual. Es a esto a lo que se refiere Lacan en su intervención en Strasbourg, que: "...bajo el pretexto de hablar de defensa, se puede llegar a decir que el síntoma es mentiroso, pero una defensa no es en absoluto mentirosa, lo que es mentiroso es aquello contra lo que el sujeto se defiende".

La exploración ulterior descubre un segundo recuerdo que Emma pone en entredicho haber tenido en el momento de la escena I. Tampoco hay nada que pruebe esto último. Siendo una niña de ocho años, fue por dos veces a la tienda de un pastelero para comprar golosinas, y este caballero le pellizcó los genitales a través del vestido. No obstante la primera experiencia, acudió allí una segunda vez. Luego de la segunda, no fue más. Ahora bien, se reprocha haber ido por segunda vez, como si de ese modo hubiera querido provocar el atentado. De hecho, cabe reconducir a esta vivencia un estado de «mala conciencia oprimente».

La segunda escena resignifica a la primera, siendo que la primera no es verificable. Por eso, el síntoma revela una verdad escondida detrás de una falsa apariencia (fenómeno). Esa verdad no tiene relación lógica con la verdad deductiva. hay un goce que se mantiene y es referido a la verdad del síntoma.

Cuando queremos estudiar un cuadro clínico mediante las evidencias, estamos en problemas, porque no nos podemos adelantar a qué se encuentra detrás. Podemos tomar los índices y abducir una cierta conclusión. El médico deductivo implica una premisa mayor y una conclusión menor ; el método inductivo consiste en una premisa menor y una conclusión y premisa mayor. El método abductivo es intermedio entre estos dos. La cuestión es, que podemos anticiparnos a algunas cuestiones apres-coup de lo que podemos inferir, pero de ninguna manera uno puede llegar al núcleo de una verdad objetiva. Lo único que tenemos es una lectura de la realidad, subjetiva, que es la que nos interesa.

No hay en la neurosis una causa necesaria que tenga que ver con la neurosis en sí. Ese orden de causalidad está totalmente subvertido. 

La proton pseudos es una expresión de la poética, que encontramos en Aristóteles. Pseudos significa mentira, falsedad, y también "mentira dicha sin intención de mentir, para tranquilizar". En la extensión, pseudos tiene acepción de invención poética y, en el arte de la guerra, una acción disfrazada. este concepto también se encuentra en La Poética de Aristóteles. Como verbo, significa engañar a alguien y en la voz pasiva, ser engañado.  En Plutarco, se encuentra el sentido de algo que parece ser y no es. En Lucrecio, como señuelo. Proton pseudos es el engaño fundamental del sujeto en el lenguaje. El sujeto no encontrará jamás la verdad primera.

La histérica se maneja en esa dimensión, de una verdad que podríamos llamar poética, poietica, productora. Promueve acción a partir de su deseo. En tal sentido, ese proton pseudos oculta el aspecto engañoso del síntoma, pero que opera en tanto semblante de una verdad pero que se apoya en una falsedad inicial: la sexualidad. La histeria se presenta como traumática por efecto de la sexualidad.

La histeria se presenta como traumática, siendo lo traumático la sexualidad. La sexualidad es traumática porque no tiene una relación lógica natural, su objeto es contingente, pero se presenta en términos de una relación necesaria. Hace un falso enlace el origen de su padecer y de su ser. 

Ser histérica no es, necesariamente, ser mujer. No hay una representación psíquica de lo femenino, según Freud.

La sexualidad es presentada, desde el punto de vista lógico, como un entimema, que es una proposición silogística que tiene la primera premisa falsa. Dice Lacan (25/2/77):
"Estafa y proton pseudos, es lo mismo. Freud dice lo mismo que yo llamo con un nombre francés. De todos modos, él no podía decir que educaba a un cierto número de estafadores. Desde el punto de vista ético, nuestra profesión es insostenible"

El carácter de la verdad y la mentira
El caso de la joven homosexual tiene un lugar importante en esta tesitura. En ese punto, Freud propone pensarla de un modo particular. En determinado punto del tratamiento, se advierte que la paciente se dirige al analista en una vinculación muy estrecha con el padre.

Freud consigna "Tampoco esta manifestación estaba exenta del agregado de otro motivo, pero la menciono porque pone sobre el tapete, en una dirección distinta, un interesante problema de la técnica analítica".

Este interesante problema estaba sujeto a una serie de sueños que, convenientemente desfigurados y vertidos en un correcto lenguaje onírico, eran empero de traducción fácil y cierta. Ahora bien, su contenido interpretado, era sorprendente. En estos sueños surgía la añoranza por el amor de un hombre y por tener hijos. Freud advierte y le advierte que esos sueños eran mentirosos. "Ella tenía el propósito de engañarme como solía engañar al padre". Acto seguido, consigna que los sueños de dicha clase cesaron tras ese esclarecimiento. El propósito de engañarlo se correlacionaba con la idea de seducirlo.

El inconsciente puede mentir
Surge el interrogante: 
"¡Conque también el inconsciente puede mentir, ese núcleo real de nuestra vida anímica, aquello en nosotros que se acerca a lo divino tanto más que nuestra misérrima conciencia! Y entonces, ¿cómo podemos todavía edificar sobre las interpretaciones del análisis y la certeza de nuestros conocimientos?"

Freud aduce una dificultad técnica y una propuesta a una resolución de índole metapsicológico. El sueño no es lo "inconsciente"; es la forma en que un pensamiento que ha quedado pendiente desde lo preconsciente, o aún desde lo conciente de la vida de vigilia.

Cuando la joven homosexual dice "Miento", en realidad hay otra lectura posible que es "Te engaño". En el enunciado hay un deseo de engañar.

Deseo de engañar. Para Lacan, en Freud "El inconsciente sigue mereciendo confianza. El discurso del sueño, nos dice, es algo diferente del inconsciente; está hecho por un deseo que viene de éste, pero al mismo tiempo admite que lo que se expresa es ese deseo. Por lo tanto, el deseo viene de algo, y viviendo del inconsciente, es el deseo lo que se expresa con mentiras"

La propia paciente le dice que sus sueños son mentirosos. Freud se detiene, por lo tanto, ante el problema de toda mentira sintomática.

La verdad tiene estructura de ficción.
Dice Lacan "En este punto Freud rehúsa ver que en la verdad, que es su pasión, la estreuctura de ficción se halla como el origen". Una ficción no es algo que haya o no existido, sino que tiene efecto. No se analiza viendo si lo que dice el paciente tiene que ver con la verdad objetiva o no, sino que lo que importa es su realidad psíquica.

La paradoja de Epiménides dice: "Todos los cretenses son unos mentirosos". Sabiendo que él mismo era cretense, ¿decía Epiménides la verdad?

Lacan (22/1/66) dice, sobre Freud:
"No meditó bastante sobre aquello que, hablando del fantasma, recalqué en un reciente discurso sobre la paradoja de Epiménides, el "yo miento" y su perfecta admisibilidad, en la medida en que lo que miente es el deseo en el momento en que, afirmándose como tal, libra al sujeto a esa anulación lógica sobre la cual se detiene el filósofo cuando advierte la contradicción del "yo miento".

"Pero después de todo, lo que falta aquí en Freud es lo que falta en su discurso. Aquello que siempre permaneció en él en estado de pregunta: "¿Qué quiere una mujer?". El tropiezo del pensamiento de Freud con algo que podemos llamar provisoriamente ... no me hagan decir que la mujer es mentirosa por ser mujer, sino que la femineidad se escurre y algo hay en ese sesgo"

Hay un punto donde se abre el sesgo entre palabra plena y palabra mentirosa, donde uno no puede discernir si eso es del orden de la verdad.

Es totalmente falso responder a ese "yo miento" con: si dices yo miento, es que dices la verdad y, por tanto, no mientes... Y así sucesivamente. Es por completo evidente que el "yo miento", a pesar de su paradoja, es perfectamente válido. En efecto, el yo que enuncia, el yo de la enunciación no es lo mismo que el yo del enunciado, es decir, el shifter que, en el enunciado, lo designa. Por eso, desde el punto en que yo enuncio, me es perfectamente posible formular de un modo válido que el yo que, en ese momento formula el enunciado -está mintiendo que ha mentido poco antes, que miente después, o incluso, que al decir yo miento afirma que tiene la intención de engañar.

Dice Lacan: "No hay que ir muy lejos para conseguir un ejemplo -vean la historieta judía del tren que uno de los dos sujetos de la historia afirma al otro que va a coger. -Voy a Lemberg, -le dice, a lo cual el otro le responde -¿Por qué me dices que vas a a lemberg ya que allí vas realmente? Y si me lo dices, ¿Es para que crea que vas a Cracovia?"

Cuando alguien dice algo en el orden del enunciado, lo hace en el orden de la palabra corriente. ¿Pero dónde está la palabra plena? En esa palabra que el sujeto no reconoce como auténtica ni dicha por él. Ahí vamos a tener la diferencia entre enunciado y enunciación: el enunciado es lo dicho; la enunciación es lo que subyace en la posición subjetiva respecto a lo dicho.

Esta división entre enunciado y la enunciación hace que efectivamente el yo miento que está a nivel de la cadena del enunciado -el mismo es un significante que forma parte, en el Otro, del tesoro de vocabulario en el que el yo, determinado retroactivamente, se convierte en significación engendrada al nivel del enunciado, de lo que produce al nivel de la enunciación- resulte un yo te engaño.

El "yo te engaño" proviene del punto desde donde el analista espera al sujeto, y le remite según la fórmula, su propio mensaje en su significación verdadera, decir, bajo una forma invertida. Le dice -en ese yo te engaño- "Lo que tu envías como mensaje es lo que yo te expreso y, haciéndolo así, tu dices la verdad"

En el camino del engaño en el que el sujeto se aventura, el analista en situación de formular ese tú dices la verdad, y nuestra interpretación nunca tiene sentido más que en esa dimensión.