Mostrando las entradas con la etiqueta mandato. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta mandato. Mostrar todas las entradas

lunes, 3 de marzo de 2025

La tragedia y la soledad en la experiencia analítica

En la práctica analítica, el analizante se enfrenta a un punto radical de soledad, un momento en el que se confronta con su posición respecto del deseo del Otro. Para llegar a este umbral, es necesario atravesar lo que Lacan denomina el campo trágico, un entramado de creencias y mandatos que estructuran la subjetividad.

Lacan encuentra en la tragedia una vía privilegiada para abordar este proceso. A lo largo de su enseñanza, trabaja con distintos momentos de la tradición trágica: desde la tragedia antigua, especialmente Sófocles; pasando por Shakespeare, con Hamlet y Rey Lear; hasta la tragedia moderna con la obra de Paul Claudel. Estos distintos registros configuran diversas maneras de tratar la verdad y distintos estatutos del Padre.

El análisis se vale de este entramado escénico para descifrar los mandatos que impulsan al sujeto hacia el deber y el ideal. Aquí surgen preguntas fundamentales: ¿cómo se articula esto en la experiencia analítica?, ¿de qué modo se pone en juego en la demanda que el sujeto dirige a un psicoanalista?, ¿cómo esta demanda orienta el análisis?

El analista se sirve de la dimensión trágica en la que el sujeto se inscribe para leer los determinantes significantes de su padecer y de su actuar. En este proceso, se abre una bifurcación que introduce una paradoja: la elección entre un deber costoso y el riesgo que se intenta evitar. Este movimiento permite transitar desde la posición fantasmática de ser el deseado hacia la contingencia de convertirse en el deseante.

miércoles, 13 de abril de 2022

La orientación de la estructura y las operaciones del analista

El objeto del psicoanálisis no es la imagen ni el organismo, ni los efectos del lenguajes que Freud llamó inconsciente... Sino todo eso articulado en la buena orientación.

Lacan dijo, en la conferencia de Caracas "Mis tres no son sus tres", refieriéndose a los tres de Freud y de él. El tema es que los tres de Freud son seis: consciente, preconsciente y inconsciente de la primera tópica; la segunda: ello, yo, superyó. 

La dimensión del yo en Freud se encuentra en el texto "Introducción al narcisismo" (1915), definiendo al narcisismo como algo que implica tener como objeto de amor al propio yo.

Respecto del cuerpo, Freud tenía dos palabras: insktint y trieb, siendo esta última la elegida para nombrar a lo que nosotros llamamos pulsiones. Hablar de pulsión es hablar de un cuerpo que no es reductible al organismo. Para Lacan, lo que produce a la pulsión no es sino una resonancia del inconsciente. Hablar de pulsión concierne al cuerpo, a las zopas erógenas, a una energía (según Freud) ó a lo real (según Lacan). Para Freud, las pulsiones son fuerzas ligadas al representante pulsional, que son las palabras que llegan del Otro. Ya no se trata de un puro instinto gestado en el movimiento de un organismo. 

Freud habló de las incidencias del lenguaje: planteó al inconsciente y sus formaciones: sueños, chistes, lapsus. También cuando habló del superyó y el ideal del yo. 

Con Lacan, cuando dice que sus tres no son los tres de Freud, se refiere a lo que es el algoritmo que regula su enseñanza a lo largo de toda su obra. Desde el inicio hasta el final, el paradigma lacaniano es el R-S-I: real, simbólico e imaginario. Tempranamente, Lacan señaló que la función del yo es una función de desconocimiento, lo que le valió su expulsión de la Internacional psicoanalítica.

En respuesta al desvío hacia registro imaginario de los analistas de su época, Lacan postuló que el inconsciente estaba estructurado como un lenguaje, refiriéndose a la lengua que hablamos. Allí introdujo conceptos de la lingüística estructural, especialmente de Saussure, como la distinción entre significante y significado. Trabajó durante muchos años la lógica que constituye el saber inconsciente. 

Lacan introdujo el concepto de sujeto, que en Freud no está. Un sujeto dividido entre consciente e inconsciente, entre significante y objeto a, un sujeto dividido entre lo que dice y lo que sabe. Habla también de un sujeto de la pulsión, un sujeto acéfalo que no gobierna a la pulsión mediante su consciencia. En tanto es pulsión y no instinto, está determinado también por la palabra del Otro, que está en los inicios del sujeto. Habla también del sujeto del fantasma, cuando articula la lógica del inconsciente, con los goces que ese inconsciente distribuye. Por último, cuando habla de la estructura, dirá que la estructura es el Nudo Borromeo, una escritura donde Lacan por primera vez utiliza la teoría de los nudos:
El nudo borromeo consta de tres anillos que representan lo real, lo simbólico y lo imaginario. Están anudados con la fórmula "por arriba del de arriba, por debajo del de abajo". Esto cumple con dos cláusulas:
1- Una restrictiva: ningún anillo interpenetra al otro.
2- Una prescriptiva: Si se corta un anillo y se separa, los otros también se separan.

Para Lacan, esta es la estructura real que nos habita. Un real compuesto por tres dimensiones, efecto de ser habitados por el lenguaje y que anudados determinan efectos. El primero de ellos es ser parletres, es decir, sujetos del inconsciente. El inconsciente, determinado por lo simbólico, se anuda a lo real y a lo imaginario. 

Muchos analistas plantearon una ruptura cuando lacan dijo "Mis tres no son sus tres", pero Lacan siempre se consideró freudiano. Según una escritura de Lacan, en el nudo podemos ubicar a la inhibición, el síntoma y la angustia dependiendo qué registro inmiccione sobre el otro:


Inhibición, síntoma y angustia
es uno de los textos clásicos de Freud. Lacan no produjo una ruptura con Freud, sino una extensión de la teoría psicoanalítica freudiana. También produjo desarrollos que cuestionaron a Freud, como el concepto de castración. Para Lacan, la castración no es reductible a la pérdida imaginaria del órgano. Para lacan, el falo no es un órgano, sino un significante. Desde la perspectiva de lacan, la castración no es una amenaza, sino una oportunidad. No se trata de la castración del órgano, sino de la castración del Otro que está en los orígenes del sujeto. De esta manera, la castración es tanto la prohibición del hijo de acostarse con la madre, así como también para la madre la prohibición de reincorporar su producto. Esta castración simbólica es liberadora del sujeto. 

Lacan utilizó los grafos en Las formaciones del inconsciente y en El deseo y su interpretación. Propongo un pliegue de ese grafo con el nudo borromeo de final de su enseñanza. El nudo tiene grandes beneficios, como mostrar que una vez constituida la estructura, los tres registros son imprescindibles y necesarios. Cuando Lacan abordó a las psicosis, siempre hizo el diagnóstico en base a la pérdida del registro imaginario. Para Lacan, los tres registros son los nombres del padre (en R-S-I).

Veamos el diagrama de flujo, un algoritmo que permite un recorrido desde una dirección específica hacia un resultado:


VIDA está en el campo de lo real. La muerte está en lo simbólico porque al contrario del signo, el significante remite a otro significante. En cambio, el signo remite a un significado y a un referente. Es decir, un significante puede nombrar a otro significante aún en ausencia del referente. Esto es lo propio de los humanos y no de los animales. El significante permite nombrar la ausencia, por eso puso "muerte", porque solo el parletre puede nombrar la ausencia y la ausencia extrema es la muerte. 

En lugar de la muerte está el LENGUAJE, para señalar que se trata del lenguaje que desde el inicio nos habita. El ser humano tiene una vida desde el inicio anudada al lenguaje y a la palabra, lo que tiene efectos. ¿Por qué no poner Lalengua? Porque Lacan utilizó ese neologismo para acentuar la lengua materna, pero puse LENGUAJE para poder sostener el algoritmo primero de Lacan cuando dice que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. también podría haber puesto lalengua, en tanto recibimos del Otro el software, que es el lenguaje. Lalengua quiere decir que nuestra madre nos transmite el lenguaje junto a sus deseos, sus prejuicios, sus dialectos, sus historias, sus marcas y sus goces. 

Del lado que dice VIDA puse ELLO, el lugar de las pulsiones y el matema lacaniano $◊D, que quiere decir sujeto acéfalo en relación a la demanda pulsional inconsciente que llega desde el Otro. En ese lugar del ello, ya tenemos una tesis muy importante: el instinto no es una fuerza hereditaria, sino que se trata de algo que se origina en el cuerpo marcado por el lenguaje. Lo que llega del Otro como información modifica nuestras cuerdas vocales, la relación con la lengua, y a partir de cierto momento es irreversible. 

¿Por qué el ello no es el inconsciente? El Freud, el ello es del cuerpo. Ahora, el pecho viene de alguien que lo da. Sabemos por las experiencias de Spitz que si alguien no da amor y desea al niño, ocurre el hospitalismo. La demanda del Otro, que puede ser un infierno, es también necesaria. La demanda tiene el valor de significar la existencia y de propiciarla. 

Del otro lado tenemos SUPERYÓ y la A. A es la inicial de Autre (Otro). SUPERYÓ está al comienzo y quien mejor lo trabajó fue Melanie Klein, que no está como heredero del Edipo cuando se resuelve. Freud en su obra puso muchas veces superyó-ideal del yo. Se dio cuenta que son dos conceptos distintos, pero los puso juntos. Lacan los distinguió. El superyó es cuando por primera vez el lenguaje llega desde el Otro, cuando ese lenguaje comienza a instalarse y todavía no tenemos los elementos para interrogarlo. El el lugar de los mandatos y muchas veces recibimos pacientes cuyo principal sufrimiento es que están atravesados por mandatos que no pueden liberarse. 

Del lado del ELLO, esas pulsiones son las que van a constituir las tentaciones. No es lo mismo una tentación que un mandatos, aunque en ambos casos está el goce. Lacan define al superyó como un goza-goza, lo que hizo que muchos creyeran que era lo mismo que la pulsión, porque si hay algo que caracteriza a la pulsión es la de ser un goce enlazado a un significante. Pero una cosa es la pulsión como tentación y otra cosa es el mandato, que al sujeto se le impone. 

Desde el ELLO y el SUPERYÓ, se avanza a un espacio central S(Ⱥ) INC, es decir, el inconsciente. S(Ⱥ): S es por significante y el Otro barrado. Si nos quedamos con Freud, el ello sería el inconsciente, porque Freud habla de la pulsión inconsciente, del inconsciente pulsional. Quien dijo que ello no era el inconsciente, es Lacan. Para Lacan, el inconsciente está estructurado como un lenguaje y la palabra clave es "como". El lenguaje que hablamos son fonemas articulados en palabras para producir frases. Es decir, el lenguaje está constituido por estructuras discretas. No está habitado por afectos, en el inconsciente solo hay vorstellung reprezentanz, o sea, representantes de la representación. Esto, en Lacan, son significantes. O significantes del signo, según Isidoro Vegh. 

El inconsciente se trata de un saber. Un saber un articulado de significantes. Existe el saber de la alquimia, de la metodología, de la física... Y existe un saber inconsciente. El conjunto de los significantes que constituye el inconsciente. La lógica del inconsciente es que al ser un conjunto de elementos discretos, cumple con la lógica de incompletud. El subconjunto vacío indica que hay por lo menos un elemento del conjunto que está por fuera del campo y no le pertenece. Eso que queda fuera del conjunto en lacan es el falo simbólico, el significante que al ser exterior al conjunto deja al Otro incompleto. Por eso, en el matema el Otro se encuentra barrado. Ese lugar de incompletud del Otro es el lugar que uno a sus inicios de la estructuración como sujeto tiene que retirarse. La castración simbólica del Otro es condición de la emergencia del sujeto del deseo, un sujeto que está habitado por un punto inconsciente, estructurado como un lenguaje y habitado por una falta. La falta propiciatoria impulsa al deseo, porque ¿Quién desea lo que ya tiene? Lacan admiraba a Spinoza, que propuso que el deseo era la esencia de lo humano y con ese afán de ser, el humano ama e inventa.

Los mandatos del superyó son tópicamente inconscientes, pero con Lacan el inconsciente, estructurado como un lenguaje, tiene la característica de incompletud, lo que implica que se han producido operaciones de pérdida de goce, como al dejar de ser el falo imaginario de la madre. Toda marca de la cultura implica pérdidas de goce. A este inconsciente lo llamo "colador del inconsciente", que deja fuera a los goces que parasitan al sujeto y lo liberan, de manera que en vez de estar sometido a los mandatos del superyó, pasa a constituir un ideal del yo. Es Lacan el que diferencia absolutamente al superyó del ideal del yo, que si no se convierte en idealización, es propiciatorio. Por ejemplo, un mandato puede ser "Tenés que estudiar", que si pasa por el colador del inconsciente puede constituir un ideal: "Sí, mi papá quería que yo fuera un ingeniero, pero yo no quiero serlo, me dedico a otra cosa". Deja de ser un mandato inexorable y que no se puede interrogar, sino que al interrogarlo y combinarlo con el deseo, se puede hacer otra cosa. Un an{alisis hace que el sujeto advierte que el deseo es lo que le da gusto a la vida, con los pequeños goces que se enlazan a él. Cuando los goces se desenlazan del deseo, son mortíferos.

Del inconsciente estructurado como un lenguaje, sale una flecha hacia el FANTASMA. Allí se articula el deseo. La fórmula del fantasma, $◊a, significa sujeto barrado en relación al objeto a. El objeto a en la teoría lacaniana se presenta de dos modos: plus de gozar o como causa de deseo. No es lo mismo el objeto del deseo, que puede ser cualquiera de la vida cotidiana, que el objeto causa de deseo. Si un objeto causa deseo, es porque está ausente, porque falta. En el fantasma, el deseo está articulado. 

Puede ocurrir, como vemos en la flecha que va del FANTASMA hacia el ELLO, que haya una inversión y que en lugar de que el analizante busque ese objeto que lo lleve al goce, se identifique al objeto de goce. Ocurre ahí una fixierung, una fijación. La fijación es a un objeto de goce y ahí el plus de gozar ya no es propiciatorio, pasa a convertirse en un goce parasitario. Un goce parasitario lo defino al goce que aparta al sujeto de su deseo. El ejemplo clásico son los consumos problemáticos.

En el diagrama de flujo, está el YO. De un lado está situado i'(a), que es lo que Lacan sitúa como la imagen especular y del otro lado la m de moi, en francés "yo". Es lo que Lacan introdujo en el Estadío del Espejo. El espejo, en el modelo óptico que Lacan trae, quiere decir el cuadro en el que el sujeto se constituye ante la mirada del Otro. Es como el Otro primordial me ve que constituyo mi yo. Muchos pacientes, aún siendo neuróticos, tienen una fragilidad yoica. Algunos de los pacientes descritos como borderline por la escuela americana tienen una fragilidad yoica que les dificulta los encuentros afectivos, los lazos de amistad, situar un anclaje para su deseo.

Del YO pasamos al s(A). La s significa significación en relación al Otro. Se trata del MENSAJE, el lugar desde donde el analizante habla. Se dirige conscientemente hacia un OTRO, del que también recibe el lenguaje. Al paciente se le pide que hable, pero para hacerlo necesita estar habitado por el lenguaje, por eso las flechas van de un lado hacia el otro. Lacan dio el aforismo de que el sujeto encuentra su mensaje invertido del lugar del Otro, le llega del Otro. Esto quiere decir que un analista va a escuchar un flujo de lalengua. Muchos analistas piensan que lalengua se opone al lenguaje, cosa que Lacan desmintió al decir que al hablar de lalengua no lo iba a hacer desistir del inconsciente estructurado como un lenguaje que la habita. 

Tenemos que distinguir lo que llega a ese lugar del MENSAJE, que pasó por el colador del inconsciente. Eso que pasó, puede haber sufrido una regresión, que son las flechas que van hacia abajo. El IDEAL DEL YO puede hacer una regresión a un mandato, el FANTASMA puede invertirse del lugar de donde se articula un deseo hacia un retorno a la demanda pulsional del Otro. Esto se puede interpretar simbólicamente, lo que pasó por la castración simbólica. Ahora, lo que nunca pasó por el colador del inconsciente (las flechas que salen del ello hacia arriba sin pasar por el inconsciente, o las flechas que van hacia arriba sin pasar por el inconsciente) hace a la interpretación simbólica inútil. Se trata de fijaciones primarias, constituidas en tiempos donde no había un sujeto que interrogue. 

Todo lo primario en Freud (identificación primaria, represión primaria, narcisismo primario, masoquismo primario) es anterior a la relación de objeto. El gran error en la historia del psicoanálisis fue creer que eso era sin Otro. En realidad, no hay relación de objeto porque no hay sujeto, es decir, lo que llegó del Otro aún no pudo ser interrogado y no se puede sustraer eso que llega como tentación o como mandato, convirtiéndose en goces parasitarios. Allí el analista debe hacer otro tipo de intervenciones. Por ejemplo, algunos chistes son una forma extraordinaria de llegar al inconsciente, porque la cuota de placer que tienen los chistes hace que haya menos resistencia. El chiste no es una interpretación simbólica, sino que va por el lado de lo imaginario y puede tocar algo de lo real. Las intervenciones imaginarias son tan válidas como las demás. 

Fuente: Notas de Conferencia Virtual dictada por Isidoro Vegh, titulada "La orientación de la estructura y las operaciones del analista". Forma parte del Ciclo de Conferencias 2022 "Desafíos en la clínica. Herramientas para la práctica", de la Institución Fernando Ulloa.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Tentaciones y mandatos.

Notas de la conferencia de Isidoro Vegh, del 09/04/2019 - Institución Fernando Ulloa.

Este año, el tema son las pulsiones en la clínica psicoanalítica. Ya hablar de pulsiones y no de instintos es toda una posición. La insistencia no es lo mismo que la repetición de lo mismo. La insistencia significante o en una posición quiere decir que se articula allí algo del orden del deseo. La repetición de lo mismo implica un goce que no permite el movimiento. Ya que hablamos de insistencia, voy a insistir en algo que quizá muchos de ustedes hayan visto desplegar en los últimos años. Tiene que ver con una escritura a la que me sentí invitado, porque la obra de Lacan se extiende a lo largo de muchos años y él mismo dijo que se desvivía por decir lo mismo de otra manera. Mi anhelo es poder articular conceptos que Lacan desarrolló en distintos tiempos de su enseñanza y que él presentó con distintas escrituras.

Si uno hace un estudio riguroso de las escrituras de Lacan, advierte que el paso de una escritura a otra nunca fue el anhelo de ser original. Lacan dijo que nunca quiso ser original, lo que quiso fue hacer una lógica de los relatos freudianos. Entonces, podemos ver que cada paso que él da de una escritura a la siguiente, por ejemplo del modelo óptico a los grafos, de los grafos a la topología de superficie, de la topología de superficie a la escritura nodal, fue cuando llegó al límite de una escritura y encontró la insuficiencia de esa escritura. Eso lo llevó a hacer una progresión… Y no un progreso. La diferencia es que la idea de progreso nos hace suponer que lo último es mejor que lo anterior. En cambio, la idea de progresión no desconoce ese movimiento, pero cuando se avanza hay que ver también qué es lo que se pierde.

Lacan también dijo que sus escrituras no debían tomarse de modo religioso, sino que son producto de su experiencia como analista. No hay que forzarlas más allá del lugar de donde provienen y que son un apoyo para el pensamiento. Son reflexiones, hasta diría que un intento desesperado de un psicoanalista que sigue las enseñanzas de su maestro, Sigmund Freud, quien dijo que gracias a su metapsicología el psicoanálisis seguiría teniendo vigencia en el futuro.

Todo esto es para darles la razón de por qué voy a insistir con una escritura en la que intenté hacer un pliegue entre una escritura primera y una escritura última de Lacan. Es un pliegue entre los grafos y la escritura nodal. Se llama diagrama de flujo, se usa mucho en informática y es lo que se llama la escritura de un algoritmo. Un algoritmo es una fórmula matemática que se repite a lo largo de un proceso y que permite ir desde un punto de inicio a un punto de salida. El diagrama de flujo es una mostración de un algoritmo.

Freud, cuando empezó a desarrollar el psicoanálisis, se apoyó en lo que era la ciencia más avanzada de su tiempo, la física, especialmente la termodinámica. Es de ahí que él tomó, por ejemplo, el concepto de energía y de libido. Hoy para nosotros es habitual tocar un botón y que se prenda la luz. ¿Quién se acuerda que la energía lumínica es la transformación de la energía hidráulica? O la transformación de la energía química en cinética cuando le ponemos nafta al auto. Freud utilizó el concepto de libido y habló de ellas de 2 modos distintos: como pulsión sexual y como energía de la pulsión sexual. Freud tomó un concepto de la termodinámica, porque con el concepto de libido Freud nos trajo las equivalencias de las distintas pulsiones. Para decirlo rápidamente, puede haber miradas dulces, miradas filosas, se puede cagar con la boca, decir frases amargas… Hay una posibilidad de transformar las distintas zonas erógenas en ejercicio de una satisfacción pulsional variable. En todas ellas, juega lo que Freud llama sexualidad. Sexualidad oral, anal, escópica, invocante. Yo agregué el tacto, la pulsión táctica, tomando el tacto (tactus, en latín), y las formas sublimadas de la caricia, el pellizco, la tortura, el látigo, que es la esencia del sadomasoquismo. Todo esto tiene que ver con la sexualidad, que no se reduce a la genitalidad. Con Lacan, lo vamos a llamar goce. Los distintos modos de goce.

Este es el diagrama de flujo:



Con este diagrama de flujo, propongo una escritura de la estructura que nos habita, tal y como podríamos pensarla desde el psicoanálisis que está en el horizonte de nuestra disciplina: el eje Freud-Lacan.

Comencemos diciendo que nosotros somos seres vivientes, por eso acá pongo VIDA, una vida que viene desde tiempos inmemoriales. Si estudiamos lo que nos enseña la biología, desde el primer coacervado, las estructuras unicelulares, multicelulares, etc., nosotros pertenecemos a esa serie: algo que tiene vida.

Por otro lado, estamos habitados por algo que se llama LENGUAJE. Este lenguaje también viene de tiempos inmemoriales. Los antropólogos, para saber si se trata de una cultura humana, buscan el culto funerario. Ahí saben que hubo lenguaje, distinto al lenguaje de signos de los animales. Una abeja puede danzar de cierto modo para indicarle a otra que hay polen, pero esta última no puede hacer lo mismo y trasmitírselo a otras. Los animales no pueden hacer una frase de otra frase. Ustedes pueden contar acerca de lo que alguien más dijo, el lenguaje de los animales no lo permite. Solo nosotros tenemos el goce del chisme. Hay algo específico de la vida humana: está interceptada por el lenguaje. Eso produce efectos diferentes respecto a cualquier otro viviente.

Esta VIDA, va a ser interceptada por ese otro que cumpla la función materna. El ser humano llega al mundo en condiciones de desamparo, como dijo Freud, y al cabo de pocas horas, si nadie acude, se muere de frío, de hambre o de sed. ¿Cuál es la lógica de qué es un chico y qué es un adulto? No es la edad, los psicoanalistas tenemos una lógica: el chico necesita de un Otro real para que lo cuide. Un adulto tiene incorporado esos valores del Otro y se supone que sabe cuidarse. Por supuesto, sabemos que eso no es del todo así y por eso nosotros tenemos trabajo. En este lugar, entonces, vamos a poner el ELLO. La fórmula de Lacan se escribe así:
$◊D
Sujeto barrado, lozenge, D mayúscula. Significa sujeto acéfalo en relación a la demanda pulsional del Otro. Cuando la mamá ofrece el pecho, está ofreciendo lo que yo quiero que vos recibas. Si es la madre de un neurótico, puede decirlo. Está en juego su propio deseo y goce. El sujeto está acéfalo, porque es lo que se incorpora. Ya no lo vamos a llamar instinto, sino pulsión. Es algo que al sujeto se le va a quedar grabado sin poder tener comando de eso. Podemos registrar fácilmente los efectos en la vida de un adulto: alguien quiere lucirse para el verano y quiere bajar de peso, pero no es tan fácil: llega a casa y va a la heladera come lo que sabe que le va a hacer recuperar el kilo que perdió en el gimnasio. Es lo que los psicoanalistas llamamos el apremio pulsional. Es una energía que empuja, incluso aunque no querramos hacer ese trabajo. Por eso Freud lo llamó ello, si no soy yo, lo llamo ello. Esa energía que está en juego la llamó libido, y no es una palabra que inventó Freud, sino San Agustín. En el libro n° 4 de Historia de la sexualidad de Foucault, en el capítulo cuatro que habla de la libidinización del sexo, dice que hará una breve mención de la ciudad de Dios y dice que en lo que es en su forma y en su desarrollo el acto sexual que permite acotar el problema. Allí San Agustín retoma de manera muy fiel la descripción del paroxismo sexual en tres puntos esenciales. Una sacudida física del cuerpo que no se puede controlar. Un estremecimiento del alma arrastrada a su pesar por el placer. Un eclipse final del pensamiento que parece acercarlo a la muerte.

miércoles, 15 de abril de 2020

Inhibición, síntoma y angustia. Tiempos lógicos de una experiencia: el psicoanálisis

Inauguración del ciclo anual.
El título es acerca de un clásico trabajo de Feud y nos permite hacer una referencia al tiempo que estamos transitando. Una enseñanza tiene dos caras, las que sostiene el enseñante con su enseñanza y la que viene del lado del aprendiz, cuya tarea es aprender. Se trata de un aprender que se caracteriza por una cierta relación singular al tiempo.

¿Cuál es el problema de aprender a vivir? Que lleva toda la vida... ¡por suerte! Cuando un analista cree que está hecho y hace una pequeña morada, es que está hecho una momia. No se trata solo de la modestia y de una posición políticamente correcta (que abomino), sino un efecto estructural. Lacan llamó a uno de sus seminarios Ancore, Aún. Él dice explícitamente que aún sigue hablando porque no puede decir todo. Hay una imposibilidad del todo que hoy veremos.

La angustia.
Freud, a fines del siglo XIX, pensaba que la angustia se relacionaba con la sexualidad y la represión victoriana de ella, que se canalizaba entonces en retenciones de la energía sexual, la libido y se transformaba en síntomas o en angustia. La represión, así como la eyaculación precoz o la masturbación en la neurastenia por evacuación insuficiente de la libido, dejaba una libido acumulada que tendía a convertirse en angustia. 

En 1926, en Inhibición, síntoma y angustia Freud no duda en reformular su teoría anterior, la cual no queda desechada. Freud extiende su reflexión y responde a los nuevos avances que hace en la estructura. Ahora se trata de la angustia señal, una angustia que le funciona al yo como señal para comenzar a activar sus mecanismos de defensas, entre ellos la represión, que se distingue por su singularidad. Hay una inversión del movimiento del siglo XIX, donde la represión llevaba a la angustia. En 1926, la angustia induce a la represión.

Son referencias que mantenemos vigentes y ahora veremos por qué.

El horizonte del psicoanálisis
No podemos caer en la trampa de la cronología, así que desde lo actual haremos un movimiento retroactivo, donde lo actual nos permita redefinir lo anterior. El horizonte del psicoanálisis de nuestro tiempo es el paradigma lacaniano R-S-I, que enfrenta a una tradición milenaria religiosa, filosófica, de un dualismo de cuerpo-alma o cuerpo-espíritu. En las religiones salvacionistas, se supone que si el cuerpo muere el alma vive más allá. Es la oferta principal de esas religiones, poder sobrellevar el límite final de nuestra condición, que es la muerte. Con Descartes, esto se plantea de otro modo, aunque persiste en un realismo entre lo que es la res extensa y la res pensante.

Lacan plantea una trilogía, un paradigma de 3 registros, en francés trois dimensions, mensiones o mansiones, que también son tres casas constituídas a partir del discurso. R-S-I en francés es homófono con hérésie, herejía. Más allá del dualismo religioso cuerpo-alma, con un alma que tiene un premio toda la eternidad según sus actos y la moral en juego, R-S-I (hérésie) implica una herejía porque en la medida que esos tres registros están bien enlazados, dan la opción de la elección. La elección, como cuando Lutero dijo que él tenía derecho a elegir su interpretación del texto sagrado, siempre fue planteada como una herejía. La herejía para nosotros es la opción para darle a nuestros analizantes a constiuírse como sujetos de su palabra, allí donde lo antecedía el dogma o el lenguaje del Otro.

R-S-I son las iniciales de real, simbólico e imaginario. Estas marcaron tres acentuaciones en la enseñanza de Lacan. Son acentuaciones, porque ya desde 1951 quedó claro que no se podía pensar en un registro sin tener en cuenta los otros dos. Lacan nunca adhirió al dualismo ni al monismo de los tiempos de la Revolución Francesa, lo que se llamó el materialismo mecanicista, donde el cuerpo era considerado como una máquina, donde uno de sus efectos era la actividad pensante. Lacan no adhiere ni al monismo, ni al dualismo.

En sus comienzos, Lacan fue un médico psiquiatra, discípulo de Clerembault. Lacan acude en 1936 a un congreso de la Internacional Psicoanalítica que se hace en Alemania, en plena época del nazismo. Aún Hitler no se había decidido a quemar los libros de Freud ni a mandar a los campos de concentración a más de un psicoanalista. En ese congreso, habían posiciones muy encontradas. Lacan presenta su primer texto sobre la constitución del yo, conocido El Estadío del Espejo. También, Heinz Hartmann, discípulo de Freud, presenta sus primeros textos sobre un yo libre de conflictos y disponible para los procesos de adaptación. Estas dos posiciones extremas anuncian lo que va a desplegarse hasta constituir dos caminos absolutamente divergentes en la historia del psicoanálisis del siglo XX.

A partir de Hartmann empieza a desarrollarse la psicología del yo. A partir del nazismo, Hartmann y otros psicoanalistas vieneses emigraron a Estados Unidos de America. Rudolph Löwestein, analista de Lacan, estuvo primero en París y luego  también se fue a Estados Unidos. Estimulados por el marco social donde se insertaron, desarrollaron al extremo un psicoanálisis centrado en lograr un yo fuerte. Ese yo fuerte sirve para sostener una ideología que no es la del sujeto, sino una ideología del individualismo, de la ilusión del "tu puedes". La proliferación de textos de autoayuda van en dirección de esa línea.

Este individualismo extremo al que lleva esta teoría del yo fuerte y la ilusión de una consciencia autosuficiente hace entrar por la ventana lo que Freud sacó por la puerta, pues desconoce la vigencia del inconsciente.  Además, esta ideología se pone al servicio de una concepción ultraliberal. En nuestros días, escuchamos repetidamente críticas insostenibles al neoliberalismo. ¿Pero qué es el liberalismo?

Hay un liberalismo político y un liberalismo económico. El liberalismo político es el que se sostiene en las tres banderas de la Revolución Francesa: libertad, igualdad, fraternidad. Para Marx, esas tres banderas que la Revolución Francesa propuso, hay que hacer que la burguesía las cumpla y no hay que desecharla. Es decir, la ideología del liberalismo político no es algo cuestionable, no dice que hay que detener las creatividades de cada sujeto en su singularidad. Esa es la idea de libertad. Teniendo en cuenta que eso puede llevar a un gran desarrollo de unos y a un rezago de otros, se plantea la cuestión de la igualdad. La fraternidad, como un modo de lograr un acuerdo entre ambas posibilidades. ¿Quién puede estar en contra de esa propuesta?

Por el otro lado, surge lo que se llama el liberalismo económico. El padre de esa ideología fue Adam Smith, un referente para la obra magna de Marx, que fue El Capital. Adam Smith escribió La riqueza de las naciones y en ese libro, una de las tesis principales es que la economía capitalista se sostiene por un libre juego de la oferta y la demanda. Esta es la teoría de la libertad de mercado. Adam Smith no planteó una libertad mercado absoluta, una mano de Dios que arregle el mundo. Decía que no había interfir con el Estado con reglas, leyes en el libre juego de oferta y la demanda cuando el mercado funciona, sin fuerzas distorsivas como carteles, trusts o monopolios. En ese caso, sí se debe intervenir.

En el siglo XX, el liberalismo tuvo un relanzamiento con un teórico, Ludwing von Mises y su discípulo, Fiedrich Hayec. Publicaron textos escenciales por los años '40 y que llevaron al extremo la idea de que no había que intervenir en el mercado. Este es el origen del neoliberalismo o ultraliberalismo. Este ultraliberalismo se encarnó en dos líderes políticos: Margaret Tatcher y Ronald Reagan. Se logra una concentración increíble del capital en manos de algunos y una pobreza distribuída entre la gran mayoría, que es discutible.

¿Para qué toda esta historia? Los psicoanalistas también estamos inmersos en el lazo social y corremos el riesgo de quedar atrapados en los discursos vigentes, sin poder liberarnos de ellos, si es que no los interrogamos. Freud nos mostró que los psicoanalistas sostenemos una ideología subversiva. No la sostenemos desde presupuestos abstractos o absurdos, sino en lo que la clínica nos enseña. Cuando el sujeto renuncia a su deseo, anda como alma en pena. Y el sujeto renuncia a su deseo cuando acepta el sometimiento que el Otro le propone.

El registro imaginario.
Lacan, siendo joven, retomó la idea freudiana de que el ser humano llega al mundo en posición de hilflosigkeit, desamparo, desvalimiento. Ningún bebé puede subsistir más allá de algunas horas si no hay un otro que lo abrigue, lo alimente y lo cuide. También sabemos que con eso solo no alcanza: los estudios de René Spitz nos enseña que además el niño necesita de amor, del deseo del Otro. Un Otro que los reconociera en su singularidad a través del amor y del deseo. Los niños que describe Spitz carecían de esto, entraban en marasmo y se dejaban morir.

Lacan planteó que en infans llegaba al mundo con una multiplicidad de sensaciones propioceptivas que no le permitían reconocerse como un yo unificado. Su primer experiencia de yo unificado es metaforizada por él hablando del espejo. Entre los 6 y los 18 meses, un bebé puesto frente al espejo pasa  tener una experiencia donde es reconocible el júbilo. Un júbilo por poder anticipar, en el campo de la visión, lo que no puede lograr en el campo de sus sensaciones inmediatas corporales. Puede verse unificado. El niño puede hacerlo al estar sistenido por un Otro cuya mirada certifica esa unidad. Es decir, en el principio el yo se reconoce gracias al Otro.

Lacan dice que en el principio, el yo se constituye en una función de alienación, se reconoce primariamente en el campo del Otro, el Otro que funciona para él como campo materno. Como diría Winnicot, el que le ofrece el holding en el cual puede reconocerse como unidad. Esto tiene sus consecuencias en el campo del conocimiento y ahí Lacan va al encuentro con la ego-psychology: la función de conocimiento del yo no es más que una función de desconocimiento, dice Lacan. Se reconoce allí donde no está y allí donde está no se reconoce.

La tesis de Lacan que va en contra de la ilusión de un yo libre de conflictos pagó su precio: en 1964 Lacan fue expulsado y se le prohibió dar seminarios y se consideró que sus análisis no tenían valor para la formación de los didactas.

Esto en relación al registro imaginario, lo que tiene que ver con el yo, que en su comienzo fue pensado como algo de lo que había que desprenderse y prescindir. Un psicoanalista decía "Yo no amo, porque eso es imaginario", lo cual es una frase absurda, propia de su ignorancia, porque si eso fuera verdad estaríamos frente a un psicótico. Lo imaginario no está a un nivel inferior, sino que tiene un lugar en la estructura.

Registro simbólico.
A partir de los años 50, Lacan acentuó su enseñanza en lo que es el orden de lo simbólico. Ahí, Lacan nos propuso un aformismo de inicio en la lógica del inconsciente: el insconsciente está estructurado como un lenguaje. Estamos hablando del inconsciente como lógica de incompletud. El inconsciente no se reduce a este inconsciente como lógica de incompletud. En la frase que Lacan dijo, la palabra clave es "como", que quiere decir que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, por elementos discretos.

El lenguaje está constituido por fonemas que se convinan en una cantidad mínima de 22, 24, 26 según la lengua para constituir todas las palabras de esa lengua. Esas palabras constituyen frases y esas frases construyen enunciados. Pues bien, el inconsciente está también constituído por unidades discretas. Freud las llamaba Vorstellung Repräsentant, que nosotros traducimos como representantes de la representación. Lacan directamente las llamó significantes.

Al estar el inconsciente constituído por elementos discretos, responde entonces a la lógica que nos propone la matemática que Cántor hizo de la aritmética. Un conjunto no está constituido sino por una cantidad de elementos discretos, del cual al menos uno le falta. Cualquier libro de lógica que uno tome, encuentra que no hay conjunto universal. Cuando a los niños se les enseña los conjuntos, dibujan un círculo y adentro ponen cruces, que representan un elemento. También les hacen poner un circulito con una barra, que es el subconjunto vacío. Un subconjunto vacío como parte de un conjunto se escribe porque hay un elemento que falta al conjunto.

Ese conjunto, al que le falta un elemento, es una buena manera lógica de escribir al inconsciente. Lacan lo escribe con un matema, la A (inicial de Autre, Otro) y es elemento que falta al conjunto, esa x que ponemos al costado fuera del conjunto, es lo que Lacan escribe como Φ, es decir, al falo simbólico. Ese falo simbólico es el significante de la falta en el Otro, es lo que le hace presente al Otro, como conjunto de elementos, su falta.

Hablar del falo simbólico como un significante que marca la falta en el Otro, nos permite resolver una controversia bastante graciosa en la historia del psicoanálisis del feminismo: no se trata del órgano. Se trata de un significante que le falta tanto a la mujer como al varón. No tiene que ver con lo imaginario, se trata de una falta propiciatoria, porque la teoría freudiana se basa en un socratismo. En El Banquete, en cuestiones de amor, Diotima le dice a Sócrates que para poder desear o amar algo, hay que tener en el inicio una falta. Sin esa falta, no hay deseo. Esto es el valor propiciatorio de la castración.

Mientras que para Freud la castración es una amenaza de la pérdida del órgano, para Lacan la castración no tiene esa dimensión imaginaria, sino la castración del Otro: aceptar que estamos habitados por una batería de significantes incompleta. Esa falta de un sinificante implica también una incompletud de goce. No se ha encontrado ningún pueblo, ni en el pasado ni en el presente, donde esté permitida la relación sexual del hijo varón con la madre. Es lo que conocemos como la prohibición del incesto. También se lo da de hecho en la hija mujer.

En el inicio, con Freud, decimos que cuando una mujer desea un hijo es que confiesa que algo le falta y espera que su hijo pueda ocupar ese lugar de falta. Freud lo dice de modo más extremo, a comienzo del siglo XX: una mujer desea a un hijo como sustituto del falo que su padre no le dio. Dedicarse al psicoanálisis es sostener esta función subversiva, de no dejarse aplastar por las conveniencias de lo políticamente correcto.

La prohibición del incesto nos exilia del goce del Otro, pérdida que nos abre a la posibilidad de encontrar los múltiples goces de la vida. Habiendo hecho el duelodel pecho de mamá, tendremos la posibilidad de disfrutar de múltiples maneras.  Se trata, entonces, de un insconsciente estructurado como un lenguaje y de una lógica de incompletud.

Lacan agrega que el ello no es el inconsciente. Es una distinción que Freud no hace, por ejemplo, Freud habla de pulsión inconsciente, el inconsciente pulsional. A partir de los seminarios de Lacan La lógica del fantasma y El acto analítico, Lacan es contundente al decir que el ello no es el inconsciente, cosa que también estaba anticipada en los grafos. El ello es un inconsciente tópico, pero con lacan también tenemos el inconciente como lógica de incompletud. Es un mérito de Lacan, para la cual él acude a la función lógica de la aritmética, a las paradojas, a los conjuntos, a la lógica.

Lacan también separa superyó de ideal del yo. En Freud aparece superyó-ideal del yo, lo cual por poner dos palabras podemos pensar que él advertía que había una diferencia entre uno y otro. Para Lacan, el superyó pertenece a un inconciente tópico: son mandatos coagulados de los cuales tenemos que ayudar a nuestros analizantes a liberarse. El ideal del yo, en cambio, implica aquellas marcas propiciatorias que dicen al yo aquello qué le falta y que también lo orienta. Ese podría ser el sendero que le convenga.

El ello podrían ser las tentaciones, que también vienen del Otro. Lo que es del superyó, los mandatos, también provienen del Otro. Pueden o no pasar por el inconscien te como lógica de incompletud. Para hacerlo más gráfico, puede o no pasar por el colador del inconsciente. Si pasa por el colador del inconsciente, tenemos el fantasma bien constituído como lugar donde se articula el deseo. Entonces, tendremos una pulsión bien enlazada al deseo. Ciertamente, no es lo mismo comer como una persona bulímica que comer en la mesa invitando a amigos. En este último caso, uno restringe la inmediatez de su goce porque es más importante como deseo mantener el lazo social con los anfitriones. Entonces, es una pulsión oral enlazada al deseo. En cambio, en la bulimia la pulsión está desenlazada del deseo. Un alcohólico puede tomarse incluso el alcohol de quemar de la lámpara. En cambio, quien puede paladear un buen vino, lo hace dentro de una medida que está también dentro del lazo social. Esto tiene que ver con el ello que no pasó por el colador del inconsciente.

Del lado de los mandatos coagulados del superyó, hay mandatos que se descubren en los análisis y que la interpretación simbólica no logra modificar. Distinto es cuando esos mandatos han pasado por el colador del inconsciente y pasan a convertirse en un ideal del yo. En el mandato del Otro, cada quien puede hacer algo distinto. 

Lo que caracteriza a lo simbólico es la insistencia, fundada en lo esencial de lo simbólico, que es su agujero, el lugar de la falta. Se trata de una falta doble, como ya dijimos, por eso mencioné la prohibición del incesto, una falta de un significante que también reenvía a una falta de goce.

El registro real.
Hay una fórmula que circula: lo real no es ni lo simbólico ni lo imaginario. Lacan también dice que lo real es lo imposible, que no quiere decir inexistente. Lo real existe, así como a lo imaginario lo caracteriza la consistencia. Lacan dice que lo real ek-sistere, en la etimología griega ek (fuera) sistere (lugar), quiere decir que lo real ex-siste a lo simbólico y a lo imaginario. De otro modo, quiere decir que lo simbólico y lo imaginario no pueden cubrirlo totalmente.

El trauma es una de las formas de emergencia de lo real. Por ejemplo, hoy estamos frente a la irrupción de lo real de una pandemia. La irrupción de lo real desmantela por un tiempo una homeostasis, que nosotros llamamos realidad. Lo real no es la realidad, lo que llamamos realidad es lo que nuestro imaginario nos ofrece para creer que habitamos un mundo. No hay que ser críticos con esto, porque sin esta realidad y sin esa ilusión de que habitamos un mundo, no se puede vivir. Los analistas ayudamos a los analizantes a que tengan momentos donde puedan advertir lo que está más allá de esa realidad, de eso que llamamos lo real que también lo habita.

En estos tiempos de pandemia, decimos que la pandemia es real y que esa palabra es un eufemismo de lo que esconde: la muerte. La pandemia nos muestra de un modo brutal la fragilidad del modo en que nos constituye a nosotros y a nuestros seres queridos. ¿Qué hacemos los analistas frente a esta irrupción de lo real? Se trata de ver cómo ayudamos a nuestroa analizantes a encontrar, ante ese real, una mejor respuesta como sujeto. 

Real, simbólico e imaginario en el Nudo Borromeo.
Veamos ahora cómo Lacan articula los 3 registros en la última de las escrituras a la que él apeló: la matemática de los nudos, específicamente en el nudo borromeo. Se trata de un nudo hecho de tres anillos, enlazados de tal forma que cumple con 2 cláusulas:
1- Cláusula restrictiva: ningún anillo interpenetra al otro.
2- Claúsula prescriptiva: si corto un anillo, los otros dos se separan.

Si esto se cumple, estamos frente a lo que se llama un nudo de Borromeo. A Lacan le pone letras (I-R-S), cosa que el matemático no hace, le sirve para mostrar la estructura del sujeto.

El objeto del psicoanálisis no es el objeto a, sino el sujeto, de cuya estructura el objeto a es parte importante. Nosotros nos consagramos al objeto de lo simbólico, al sujeto del inconsciente enlazado a lo real y a lo imaginario.

Lacan articula con el nudo borromeo los tres elementos del título Inhibición, síntoma y angustia


La inhibición es la inmicción de lo imaginario en lo simbólico, que nos invita a atravesar una barrera de la homeostasis. Cuando un paciente acude al consultorio, lo hace por un sufrimiento que tiene su razón en un deseo en el cual no puede avanzar. No puede avanzar porque entre el sujeto y su deseo se interpone un goce parasitario. Ese goce parasitario está fundado en lo llamamos no solo el bien, como hablaban los antiguos, que hablaban del bien, la verdad y la belleza como equivalente, sino en los bienes, en la multiplicidad de los bienes que pueden servir más en el mundo consumista que habitamos para anular el encuentro del sujeto con su deseo. Tenemos que atravesar ahí, entonces, una primer barrera, que es la barrera de bien.

El síntoma, Lacan lo explicita en el seminario R.S.I. como la inmicción de lo simbólico en lo real. Algo no anda bien en lo real por la inmicción de lo simbólico. Un ejemplo muy simple son las frutas tiradas al costado del camino, para que se pudran. ¿Qué pasó? Hubo tal producción que el precio de las frutas es irrisorio. En un mundo donde hay hambre, lo que está funcionando mal es el orden simbólico capitalista, que hace que algo no ande bien en lo real. La tierra es generosa, como dijo Víctor Hugo en su famoso poema, y brinda todo lo que puede. Es el orden simbólico capitalista que hace con sus reglas del libre mercado del ultraliberalismo se llegue a un síntoma, según Marx. Lacan subraya que Freud tenía una idea similar al síntoma que tenía Marx: por lo simbólico algo no anda bien en lo real.

Si el analista puede mostrar el fundamento inconsciente de eso que retiene al sujeto en la inhibición, en sus bienes, de contragolpe puede llegar también a apagar el síntoma en una interpretación cuya estructura poética acerque al sujeto a su verdad. Y su verdad será advertir el goce parasitario que lo separa de su deseo. Cuando hablo de goce parasitario, se trata del goce que aparta del deseo.

El tercer elemento, la angustia, Lacan lo propone como la inmicción de lo real atravesando el campo de lo imaginario. Es lo que nos pasa hoy con la pandemia. De pronto nos desmantela nuestra vida cotidiana: estamos cuarentena, teniendo que suspender los contactos en presencia con nustros amigos, parientes y seres queridos y ordenar nuestra vida de otro modo. Hay un primer tiempo que a todos nos ha pasado, de desorientación y confusión, hasta que volvimos a rearmar el nudo en las condiciones posibles para cada quien.

¿Qué sentido tiene que en medio de tanta desgracia nos juntemos para conversar sobre psicoanálisis? Nosotros, además de los médicos, nos dedicamos a la salud de la gente. Lacan, siendo muy anciano, le respondió a un periodista que le preguntó para qué servía el psicoanálisis. Lacan respondió que era para que la gente se sintiera bien. El problema es que el ser humano, cuando suspende su deseo, anda como alma en pena. 

Lo primero que tenemos que recomendarle a quienes se acercan a nosotros, es sostener todo aquello que tenga que ver con nuestro deseo, dentro de lo posible y en las condiciones que ahora estamos transitando. Hablo con un paciente y le pregunto cómo está. "Sobreviviendo", me responde. "Bueno, vamos a ver si conversando, además de sobrevivir podés vivir". De eso se trata. Vivir  quiere decir que el real de la vida se anude al deseo y también al sentido de lo imaginario, en la medida que es el sentido del sujeto y no el sentido del Otro. 

En el caso del síntoma, el analista tiene que ayudar a pasar la barrera del αιδως (aidos ) término griego que quiere decir pudor. Nosotros hablamos de aquello que está cubierto y ponemos al descubierto la falta, por unlado, como falla donde se juega el error (amartía, como decían los griegos) o la até, que ya implica algo del orden de la pasión. Más allá de eso, descubrimos la falta estructural, que no es el error ni la pasión.


Hay una falta que nos constituye y nos impide creer que cualquiera de nosotros tiene derecho a hablar desde la certeza. Para entender por qué Freud se decica a hablar de Moisés y la religión monoteísta, tenemos que entender la dimensión política subversiva del monoteísmo. Freud sabía apuntar bien sus textos. El monoteísmo judío que dice "Yo soy tu único Dios" es una manera de decir que ningún ser humano puede decir "Soy tu Dios y por ende no me falta ningún significante y dispongo de todo el goce que se me ocurre". Eso es políticamente subversivo. Nadie puede tener el derecho a decir que sabe lo que a todos les conviene.

La tercer barrera que atañe al lugar de encuentro de lo real con lo imaginario es la de la belleza, donde Lacan nos enseña que esa cubierta imaginaria que nos permite advertir eso que llamamos belleza es también la cortina que cubre lo real que se encuentra por detrás, el horror que es la muerte. Se ve bien con lo que en castellano llamamos naturaleza muerta, esas flores que adornan la mesa y que en inglés se llama still life, todavía hay vida. Es un intermedio entre la vida y la muerte, la belleza de esas flores nos oculta que arrancadas del jardín donde florecían y también encontrarán su fin, están en el jarrón transitando inexorablemente los tiempos finales de su existencia. 

Hablamos entonces de inhibición, síntoma y angustia, tiempos lógicos, barreras del bien, barreras del Aidos, barrera de la belleza, como tiempos de la cura y de un análisis, que tomamos como esquema general y que puede que esto suceda y que en cada sesión pueden darse variaciones. Como toda enseñanza, tenemos que tomarla como modo de intentar explicitar lo real de una experiencia, sin hacer de eso un dogma.

Fuente: Notas de la conferencia dictada por Isidoro Vegh, el 7/04/2020

jueves, 19 de marzo de 2020

Las influencias familiares a la hora de elegir una profesión-ocupación


Hoy desarrollaremos la influencia de la familia en la elección vocacional y ocupacional, con un caso clínico como ejemplo.

La novela familiar en que cada sujeto se inscribe, comienza incluso antes del nacimiento. El deseo de los padres acerca del futuro niño, siguiendo el guión del ideal familiar se plasma en los mandatos e ideales del super yo del sujeto.

Los padres y la familia en general tienen expectativas para el futuro de sus hijos, lo que a veces asoma, claramente en el discurso y otras veces aparece velado, así como estas pueden observarse en gestos, actitudes y mensajes indirectos.

Frases como por ejemplo “Hace lo que quieras, pero acá te compre la guía del estudiante, elegí lo que quieras pero elegí una carrera”. Son comunes en los padres, hacia los hijos que están en un proceso de elección frente a su futuro, estos mensajes ocultan las influencias que conlleva las propias elecciones, reprimidas, anuladas, proyectadas por los padres en algún momento de su vida y ahora frente al hijo que intenta armar su futuro, genera todo tipo de mociones en las cuales puede haber miedos, culpas, dudas, angustias.

Bohoslavsky, dice que la persona no es sino lo que busca hacer, y en esta búsqueda el contexto social-familiar es de primera importancia para el joven que elige, la persona mantiene con su familia vínculos muy íntimos y se encuentra atravesando un momento de separación.

La elección siempre tiene que ver con los otros (reales y fantaseados)”. El futuro trabajo o futura carrera cristaliza relaciones interpersonales con aquellos otros, con los cuales se han establecido relaciones primarias.

El adolescente, como ya hemos visto atraviesa la salida de la reedición de la situación edípica. La forma en cómo se resuelve dicha situación va a determinar la catectización de dichos objetos, entre los que encontramos las carreras y profesiones.

Cuando hablamos de la identidad, vimos que las identidades vocacional-ocupacional están relacionadas, con la identidad personal, que responde a la integración de la identidad sexual, familiar, etc. Todo conflicto ante la elección de ser en el hacer expresa, según Bohoslavsky una no integración de identidades diversas. Elegir algo nuevo, decidirse implicará dejar de lado todo lo demás, así en la Orientación se expresa lo que el joven tiene que dejar de lado para poder elegir.

Bohoslavsky llama identidad negativa a la interferencia del logro de la identidad ocupacional, que está en intima relación con los aspectos rechazados por el grupo familiar.

Justamente se llama “negativa” a esta identidad porque es lo contrario de lo que el grupo familiar espera que sea el joven: por ejemplo la familia espera que se siga la profesión tradicional familiar, o bien que estudie una carrera redituable, etc. y el adolescente con identidad negativa puede no querer estudiar como una forma de actuar en oposición al grupo familiar, llegando a convertirse en un mal alumno en la carrera y así fracasar para demostrarle a sus padres que él es lo contrario a lo que ellos desean que sean. El autor sostiene que la identidad negativa, surge a partir de la identificación con los valores rechazados por el grupo familiar, le sirve al joven para aplacar ansiedades persecutorias. 

Frente a las sugerencias conscientes, abiertas y dichas, tanto como las ocultas o indirectas de las expectativas que las familias depositan en el joven que va a elegir bajo la presión del “tendrías que hacer”, se pueden adoptar diferentes tipos de reacción.

El sujeto que se coloca en una posición sumisa frente a los sugestivos mandatos parentales, puede expresar el aburrimiento y la falta de creatividad como síntoma.

Otra reacción posible es la oposición frente a los mandatos que cuanto mayor es la oposición podremos inferir que mayor es la dependencia en el origen; esto no lleva a la reflexión para una elección madura sino que se elige para oponerse al mandato. A veces es una elección impulsiva y no configura una elección autónoma. 

La elección por ambivalencia o por polivalencia aparece cuando dos o más posibilidades para elegir resultan tanto positivas como negativas, lo que lleva a la duda ya que no sabe que priorizar.

Otra respuesta frente a los mandatos familiares es la desorientación, lo que configura un estado más confuso; el desorientado duda hasta de si mismo pero no puede llegar a tener alternativa en realidad dice Gelvan de Veinsten quiere buscar algo para encontrarse.

La disociación fragmenta las partes de lo que estaba unido y lleva a un trabajo analítico, pero si el disociado es el sujeto que elige (y no la elección) se llega a la disgregación.

Por último otra respuesta es la simulación, que funciona como un como si es decir, la identidad es un personaje oportuno según el momento y no un verdadero compromiso con su elección.

Esto tiene que ver con los procesos de identificación, que nunca son predecibles de antemano, ni objeto de la manipulación, sino que se descubren a posteriori, una vez que se han producido.

El estimulo y la influencia familiar siempre existe. Los padres siempre influyen en la elección vocacional de los hijos, estimulando y posibilitando aprendizajes y vivencias, proporcionando modelos de identificación. Lo que nunca se puede predecir es cómo va a ser esa influencia, porque cada persona hace su propia combinatoria con los estímulos de los que dispone, armando una síntesis personal.

Los estímulos o influencias difieren de los mandatos y las exigencias. A veces las carreras más valorizadas coinciden con nuestros deseos inconclusos, o con mandatos de la familia ampliada a la que pertenecemos; y las carreras rechazadas con alguna experiencia personal o cercana, insatisfactoria.

Se puede aplicar a una carrera o a una profesión totalmente nueva, habilidades y capacidades desarrolladas anteriormente por alguno de nuestros padres o abuelos. 

En el libro La elección vocacional-ocupacional Gelvan de Veinsten, pregunta si los padres debieran decir o callar sus expectativas para con sus hijos en cuanto a lo vocacional-ocupacional. Opinamos al igual que la autora que “condicionan mas lo que no se explicita que lo que se dice clara y abiertamente”, o sea que es preferible en un dialogo franco y abierto con los hijos expresar los deseos, dudas y temores con respecto a sus elecciones de futuro por ende, nuestra opinión acerca de las influencias familiares es que los padres pueden aportar anécdotas, recuerdos, juegos y características infantiles. Pueden ayudarlos a reconocer facilidades y estilos personales enriqueciendo su percepción. Pueden ayudarlos a buscar ayuda e información. Pueden acompañarlos en este proceso escuchándolos cuando lo necesiten, participando con ellos en la búsqueda de programas, charlas con profesionales y reconocimiento de facultades en la medida que ellos acepten o pidan este acompañamiento.

“La pobre Nora” 
Nora se encuentra, estudiando el tercer año del profesorado de educación primaria. Tiene 45 años y ser maestra fue siempre su deseo gritado a voces, pero ha callado en el seno de su familia.

Es mamá de tres hijos, ya que según lo que ella cuenta sus padres esperaban de ella, que se case y que forme una familia. Ser ama de casa era el plan parental acerca de esta hija, que es la mayor de cuatro hermanas mujeres y dos hermanos varones. 

La familia de origen de Nora está conformada por el padre kinesiólogo y la madre ama de casa. Uno de sus dos hermanos es profesor de educación física, el otro es kinesiólogo como el padre y de sus tres hermanas, dos son dos maestras y una es arquitecta, pero trabaja como profesora de dibujo técnico. Pero “la pobre Nora” ya que así le decían sus padres, según ellos mismos no tenia condiciones para ser maestra.

Nora cuenta acerca de su familia que era la hija más criticada y sobre la que recaían todas las tareas de la casa, ya que su madre iba quedando paulatinamente ciega. “pobre Nora todo lo que tiene para hacer” era lo que rutinariamente decían sus familiares y ella iba prometiéndose que algún día iba a ser maestra.

Durante la adolescencia fue una excelente alumna en la escuela secundaria, se proponía ser la mejor y así llego a ser abanderada pero a pesar de sus esfuerzos no era estimulada por su familia y cada vez, la brecha que se abría con sus padres era mayor. Recuerda que al llegar quinto año se puso de novia con su marido, y al poco tiempo de noviazgo termina el secundario, pero en vez de anotarse en la carrera tan soñada, y casi por el mandato familiar deciden casarse postergando su carrera para más adelante, al poco tiempo queda embarazada y cuando anuncia feliz la noticia la madre le dice “ahora así que no vas a poder estudiar”. 

Para ayudar a su marido trabaja, siendo su beba muy pequeña, y al poco tiempo debe dejarlo por un nuevo embarazo.

Durante el tiempo que se encargo de criar a sus hijos, vio como sus hermanas se iban recibiendo de las diferentes carreras que iban emprendiendo siendo sus hermanos estimulados por sus padres, cuestión que la iba llenando de rabia y rencor, mientras para conformarse hacia cursos de pintura y porcelana fina.

Cuando su segundo hijo realiza la escuela primaria, Nora crítica fuertemente a las maestras y al sistema educativo frente a los conflictos de aprendizaje de su segundo hijo. Frecuentemente dice “Si yo fuera maestra, sabes cómo tendría el aula”…”Yo nací para ser directora de escuela” y emprendió dentro de las paredes de su hogar la no muy sana tarea de “ser la maestra particular de su hijo”. En tanto padres y hermanos de tanto en tanto le dicen “Pobre Nora, lo que te tocó pasar con tu hijo”, en tanto que una de sus hermanas ya recibida de maestra le decía que era lo más conveniente para hacer.

Cuando se recibe su hermana menor de arquitecta y empieza a trabajar como profesora de dibujo técnico Nora se descompone fuertemente de la vesícula y es intervenida urgentemente, luego de esta intervención y ya en el post-operatorio decide dejar los cursos de porcelana y pintura, con los que se había propuesto emprender un negocio, paralelamente decide averiguar sobre la carrera que había sido tan deseada por ella.

Tanto sus hijos y su marido la apoyan en el nuevo emprendimiento y una vez inscripta lo comunica a su familia y la madre enérgicamente le dice “Vos estás loca, no vas a poder, tenés que atender a tus hijos y a tu marido” “Tú hermana tiene dos turnos en la escuela (primaria) pero es soltera, por eso tiene tiempo” ante esta respuesta por primera vez Nora no se calla más y empieza una gran discusión.

Nora reconoce que lo qué más le ha dolido de la postura de su madre es que nunca la ha reconocido, o más bien siente que a ella solamente se le da el lugar de ama de casa y se siente desmerecida intelectualmente en un grado inferior a sus hermanos, que siempre han sido estimulados al trabajo y al estudio de la docencia.

Así Nora comienza su primer año del profesorado con muchas dificultades siente que le cuesta, luego de tantos años empezará a leer libros académicos. Por momento se frustra, llora se angustia, pero su familia actual la apoya y la ayuda. Nora no renuncia y continúa. Se ha comprado un guardapolvo al que atesora para sus futuras prácticas; es su gran tesoro.

En el transcurso del segundo año de su carrera, sin ser reconocida aún por su madre, y ante un conflicto cognitivo sufrido (dos aplazos consecutivos, Nora queda embarazada sistemáticamente cumpliendo reiteradamente con el mandato familiar. Este embarazo pareciera obstaculizar su deseo. Abiertamente sus padres discuten con ella sugiriéndole abandonar la carrera, y en medio del llanto decide romper el vínculo con sus padres, quienes además viven tres pisos más arriba de su casa en el mismo edificio.

Hoy Nora tiene tres hijos y ha empezado sus prácticas con aquel guardapolvo atesorado. La carrera le ha llevado más de los años reglamentarios, pero ella sigue pensando en el día que se reciba para cumplir con el deseo de aquella niña que jugaba a la maestra mientras limpiaba, a la vez que desde otro lugar pudo retomar el vínculo con sus padres des-significando la sentencia que aún emite su madre.

martes, 28 de enero de 2020

¿En qué nos determina nuestro nombre?

En 1911 Wilhelm Stekel publicó "Las implicaciones de los nombres" y Karl Abraham, en el mismo año: El poder determinante de los nombres. A continuación reproduzco una entrada del Diccionario Psicoanalítico de Símbolos.

NOMBRES. (v. Tótem)
Genitales: 
En los sueños, cualquier nombre común de varón o mujer puede ser utilizado para representar los órganos sexuales masculinos o femeninos[1].

“Nomina sunt omina”[2]
Nombre es la apelación distinguible por la cual una persona, lugar, cosa o clase de personas o cosas es conocida. Los nombres de las personas están relacionados inconscientemente con el padre y con los deseos de los padres. El orgullo de llevar un nombre se debe a que en él se encierran mandatos que deben ser cumplidos y una sensación narcisista de ser amado por el superyó. Es la marca de la importancia que adquirió la paternidad. El nombre, al comienzo del lenguaje, está revestido de características omnipotentes. Debido a esas características los nombres son protegidos e incluso los verdaderos nombres son ocultados por los padres para que nadie pueda hacer un daño a sus hijos por medio de una maldición al nombrarlos[3]. La denominación o el apelativo ‘papá’ o ‘mamá’ y la prohibición de llamar a los padres por su nombre por parte de los hijos podría estar significando la prohibición o tabú impuesto por los padres a los hijos de que mencionen su verdadero y original nombre por temor al parricidio. El verdadero nombre pasaría a ser como el nombre secreto.

Como apelación a una clase de personas, los nombres designaban al tótem. Ejemplo de tótems son: el león inglés, el osos ruso, el oso berlinés [de hecho la palabra Berlín deriva de 'ber', oso], el águila americana.

Nadie negará que ese jugueteo con los nombres es travesura de niños; pero el que yo me entregue a ella es un acto de desquite, pues incontables veces mi propio nombre ha sido víctima de tales chistecitos idiotas [Aclaración del editor: <<Freude>> significa, en alemán, <<júbilo, alegría, delicia>>, etc. Entre los posibles <<chistecitos idiotas>> estarían: Freudenhaus (casa alegre, prostíbulo) y Freudenmädchen (muchacha alegre, prostituta)]. Goethe hubo de observar cierta vez cuán susceptibles somos respecto de nuestro nombre, con el cual nos sentimos encarnados como si fuera nuestra piel.[4]

Los nombres, por su relación particular y mágica con su portador, por ser uno de los medios con que se lo identifica, queda en el inconsciente equiparado a la persona nombrada. La prohibición de nombrar se debe a la atribución de un efecto potencialmente agresivo al pronunciar un nombre. “Entre los antiguos hebreos, el nombre de Dios era tabú; no debía pronunciarse ni ponerse por escrito; es este un ejemplo, en modo alguno único, del particular significado de los nombres en culturas arcaicas. Esta prohibición fue observada tan fielmente que hoy desconocemos la vocalización de las cuatro letras [YHVH]. El nombre se pronuncia <<Jehová>> prestándole los signos vocálicos de la palabra no prohibida <<Adonai>> (<<Señor>>)".[5]

En la psicopatología abundan ejemplos de este tipo: pacientes que temen escribir sus nombres y decirlo y que alguien lo pronuncie por temor a que se apropien de alguna parte de su personalidad.

"En la descripción especial del totemismo como sistema religioso, Frazer comienza señalando que los miembros de un linaje se dan el nombre de su tótem y por regla general también creen que descienden de él."[6].

"En su trabajo 'Las implicaciones de los nombres', Stekel ha llamado la atención sobre las ocultas relaciones entre los nombres y las ocupaciones, así como entre los nombres y las neurosis.[7]

Damos a continuación algunos ejemplos:
Alma: nombre de una psicoanalista.
Balza. Apellido de un general argentino campeón de natación.
Barbarulo: apellido de un peluquero.
Bellochio: Cineasta
Beker, Sra.:(en alemán bäker = panadera). Junto con Kristeller (v.) escribió un libro de cocina para freezer
Becker, Betty: Repostera
Brea, Jorge: Presidente de Shell, companía petrolera.
Bustos, Doctor, Especialista en operaciones de mamas.
Caldo, Lic. El apellido de la directora de una institución dedicada al tratamiento de la anorexia y bulimia.
Car, Prof. Sra. Isabel y Luis. "Manejar su auto sin temor y con total seguridad". De un aviso publicado en el diario La Nación. Enseñan a conducir automóvil y se llaman Car (auto en inglés).
Cardani, Pedro: Dueño de una colchonería que vende colchones “La Cardeusse” (Cardador: Persona que carda la lana)
Carman, Cesar: Hombre coche o Hombre-Auto, es presidente del Automóvil Club Argentino.
Carozzo: Semillería
Castro Pueyrredón: Militar. Castrense deriva de Castro que significa campamento fortificado, y este último posiblemente derive del árabe Alcázar (como el Alcázar de Toledo), de este proviene Al-cazar, como Monser Al-cazar, el traficante de armas y narcotraficante a quien las autoridades argentinas le dieron pasaporte argentino en tiempo record.
Coelho, Dr.: especialista en cirugía ginecológica (del cuello uterino).
Congresos, Ana M.: Organizadora de Congresos y Simposios.
Del Caño, Remedios. Nombre de una médica especialista en várices o arteriopatías.
Delialoca: apellido de una psicóloga.
Dellacasa: Arquitecto
Fiedler, Arthur: músico, director de orquesta.
Fleisher, Dr. Emilio: Cirujano: Fleisher significa carnicero en alemán.
Fox, Munro. Apellido del autor del libro La personalidad de los animales.
Frisione, Prof. Juan Carlos. Masajista= fricciones.

Notas:
[1] Calvin Hall, Slang and Dream Symbols, Psychoanalytical Review (1964), 51: 38-48.
[2]Los nombres son presagios.
[3]Ocurre lo mismo que con la magia de las imágenes.
[4]Sigmund Freud, Amorrortu Editores, IV, 220/1.
[5]Sigmund Freud, Amorrortu Editores, XII, 365.
[6]Sigmund Freud. Tótem y tabú. Amorrortu Editores, XIII,107.
[7]Karl Abraham, Estudios sobre Psicoanálisis y Psiquiatría, 29: ‘Sobre el poder determinante de los nombres’(1911).